Restaurando el Cristianismo original—¡para hoy!
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Abril 16, 2013
Queridos hermanos,
A partir de todos los grandes reportes, cartas y comentarios de los ancianos y los hermanos, es muy evidente que Dios el Padre y Jesucristo nos han bendecido con una tremenda observancia de la Pascua y Fiesta de Panes sin Levadura. Cada año, este es un tiempo especial de arrepentimiento, fortalecimiento espiritual, re-dedicación y crecimiento. A través del poder del Espíritu Santo, Dios nuestro Padre y Jesucristo nos inspiran para ser más determinados para confiar en Ellos en fe por la ayuda que necesitamos para vencer el pecado y nuestra naturaleza humana carnal. Con Su ayuda, podemos continuar hacia adelante sin importar nuestras circunstancias—porque estamos plenamente comprometidos a confiar en Dios, con nuestros corazones fijos en la vida eterna en el Reino de Dios.
Es verdaderamente muy inspirador, sin embargo de mucha humildad, cuando entendemos que Dios nos ha llamado a ser parte de Su Familia Eterna y a participar activamente en Su gran plan de salvación para la humanidad—el cual Él propuso antes de la fundación del mundo. Siempre recuerde que DIOS EL PADRE LO AMA—¡INDIVIDUALMENTE! Como dijo Jesús en la noche de Su última Pascua, “Si viven en Mí, y Mis palabras viven en ustedes, pedirán cualquier cosa que deseen, y esto les sucederá. En esto es Mi Padre glorificado, en que lleven mucho fruto; así serán Mis discípulos. Como el Padre Me ha amado, Yo también los he amado; vivan en Mi amor. Si guardan Mis mandamientos, vivirán en Mi amor; así como Yo he guardado los mandamientos de Mi Padre, y vivo en Su amor.… Y en ese día no Me pedirán nada. Verdaderamente, verdaderamente les digo, cualquier cosa que pidieran al Padre en Mi nombre, Él les dará. Hasta este día, ustedes no han pedido nada en Mi nombre. Pidan, y recibirán, para que su gozo pueda ser completo.… En ese día, ustedes pedirán en Mi nombre; y no les digo que rogaré al Padre por ustedes, porque el Padre mismo los ama, porque ustedes Me han amado, y han creído que salí de Dios” (Juan 15:7-10; 16:23-24, 26-27).
Es por esto que debemos orar directamente a nuestro Padre en el nombre de Jesús, así como Él enseñó a Sus discípulos—y nosotros también somos Sus discípulos (Mateo 6:9-13 y Lucas 11:1-4). Si no tiene la serie vital de sermones Claves para la Oración respondida, asegúrese de ordenarla. Puede llamar a la oficina, escribirnos e enviarnos un correo electrónico y se la enviaremos. Lo más importante que podemos hacer diariamente es orar a nuestro Padre y estudiar Su Palabra. Esa es la clave para mantener nuestra relación con Dios el Padre y Jesucristo. Por Cristo, tenemos acceso directo a nuestro Padre, como escribe Pablo: “Porque a través de Él tenemos ambos acceso directo por un Espíritu al Padre. Así entonces, ustedes ya no son mas extraños y extranjeros; sino son conciudadanos con los santos, y son de la familia de Dios. Están siendo construidos sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, Jesucristo mismo siendo la Piedra angular principal en Quien todo el edificio, siendo conjuntamente equipado, está incrementándose hacia un templo santo en el Señor; en Quien ustedes también están siendo juntamente construidos para habitación de Dios en el Espíritu” (Efesios 2:18-22).
Como hijos de Dios engendrados espiritualmente, el poder del Espíritu Santo dentro de nosotros nos guía a hacer la voluntad de Dios, tener Sus leyes y mandamientos escritos en nuestros corazones, y desarrollar la mente de Cristo: “Pero si Cristo está dentro de ustedes, el cuerpo ciertamente está muerto por causa del pecado; sin embargo, el Espíritu es vida por causa de justicia. Entonces si el Espíritu de Quien levantó a Jesús de los muertos está viviendo dentro de ustedes, Quien levantó a Cristo de los muertos también resucitará sus cuerpos mortales por causa de Su Espíritu que vive dentro de ustedes. Entonces, hermanos, no somos deudores a la carne, para vivir de acuerdo a la carne; porque si están viviendo de acuerdo a la carne, morirán; pero si por el Espíritu están condenando a muerte los hechos del cuerpo, vivirán.
“Porque tantos como son guiados por el Espíritu de Dios, esos son los hijos de Dios. Ahora ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud otra vez hacia temor, sino han recibido el Espíritu de filiación, por el cual gritamos, “Abba, Padre.” El Espíritu mismo da testimonio conjuntamente con nuestro propio espíritu, testificando que somos hijos de Dios. Entonces si somos hijos, somos también herederos—verdaderamente, herederos de Dios y coherederos con Cristo—si ciertamente sufrimos junto con Él, para que podamos también ser glorificados junto con Él” (Romanos 8:10-17).
En la noche de Su última Pascua, Jesús reveló a Sus discípulos la revelación espiritual mas profunda concerniente a la relación del Nuevo Pacto entre Dios y Sus hijos engendrados. Lo que Él dijo define nuestra relación verdadera con Dios el Padre y Jesucristo—esta es personal, intima y espiritual: “Aquel que tiene Mis mandamientos, y los está guardando, ese es quien Me ama; y quien Me ama será amado por Mi Padre, y Yo lo amaré, y Me manifestaré Yo mismo a él.… Si alguno Me ama, guardará Mi palabra; y Mi Padre le amará, y Nosotros vendremos a él, y haremos Nuestra morada con él” (Juan 14:21, 23). Todo verdadero cristiano llega a ser un “templo de Dios” a través del poder del Espíritu Santo. Note lo que Pablo escribe: “¿No entienden que son templo de Dios, y que el Espíritu de Dios está viviendo en ustedes?” (I Corintios 3:16).
Después del arrepentimiento, bautismo e imposición de manos, recibimos el engendramiento espiritual del Padre para ser un hijo o hija de Dios—y el Espíritu de Cristo, para desarrollar la mente de Jesús (I Pedro 1:1-4; II Corintios 6:16-18; Colosenses 1:26-27). Esta relación es tan personal que Juan la define como compañerismo en I Juan 1:3: “Eso que hemos visto y hemos oído estamos reportándoles para que también puedan tener compañerismo con nosotros; porque el compañerismo—ciertamente, nuestro compañerismo—está con el Padre y con Su propio Hijo, Jesucristo.”
El vínculo de este compañerismo es el amor de Dios por nosotros y nuestro amor por Dios. A través de este compañerismo espiritual continuo—día a día, semana a semana, mes a mes y año a año—somos perfeccionados en el amor de Dios. Es un proceso de toda la vida. Como los hijos de Dios, vamos a nacer nuevamente en la primera resurrección cuando Jesús regrese. Este es nuestro propósito y destino en la vida. “¡He aquí! ¡Que glorioso amor nos ha dado el Padre, que deberíamos ser llamados los hijos de Dios! Por esta misma razón, el mundo no nos conoce porque no lo conoció a Él. Amados, ahora somos los hijos de Dios, y no ha sido revelado aun lo que seremos; pero sabemos que cuando Él sea manifestado, seremos como Él, porque Lo veremos exactamente como Él es. Y todo el que tiene esta esperanza en Él se purifica a si mismo, incluso como Él es puro” (I Juan 3:1-3).
A través de nuestro compañerismo con el Padre y Jesucristo, se nos da fortaleza espiritual para crecer en gracia y conocimiento—para vencer el pecado y el mundo. Así, el amor de Dios está siendo perfeccionado en nosotros: “Y hemos conocido y hemos creído el amor que Dios tiene hacia nosotros. Dios es amor, y aquel que vive en amor esta viviendo en Dios, y Dios en él. Por esta relación espiritual, el amor de Dios es perfeccionado dentro de nosotros, para que podamos tener confianza en el día de juicio porque incluso como Él es, así también somos nosotros en este mundo” (I Juan 4:16-17).
Antes que Él fuera arrestado para ser crucificado, Jesús, en Su oración final al padre, centró Su mente solamente en la meta de completar el plan de Dios para nosotros: “No oro por éstos solamente, sino también por aquellos que creerán en Mí a través de su palabra; para que todos ellos puedan ser uno; así como Tú, Padre, estás en Mí, y Yo en Ti; que ellos también puedan ser uno en Nosotros, para que el mundo pueda creer que Tú sí Me enviaste. Y Yo les he dado la gloria que Me diste, para que puedan ser uno, en la misma forma que Nosotros somos uno: Yo en ellos, y Tú en Mi, para que puedan ser perfeccionados en uno; y que el mundo pueda saber que Tú sí me enviaste, y que los has amado como Me has amado” (Juan 17:20-23).
Hermanos, en los días difíciles que vienen, puedan estas palabras estar siempre en nuestros corazones y mentes. Pueda Dios el Padre y Jesucristo fortalecerlos en toda forma, de modo que puedan ser perfeccionados en el amor de Dios y el amor de uno por el otro. Nuevamente, les agradecemos por su amor y oraciones por los hermanos y por nosotros. Agradecidamente apreciamos su fiel soporte a través de sus diezmos y ofrendas durante estos tiempos económicos difíciles. Oramos que Dios los continúe bendiciendo, guardándolos en Su amor, y velando por ustedes en todas las cosas.
Con amor en Cristo Jesús,
Fred R. Coulter
FRC