CAPÍTULO DIECISIETE

(Tomado del libro “La pascua Cristiana”)

 

PRÁCTICAS POSTERIORES DE LA PASCUA COMO FUE REGISTRADO POR LOS HISTORIADORES JUDIOS

 

Por

Fred Coulter

www.laverdaddedios.org

 

          Al restringir la Pascua a Jerusalén y sus inmediaciones, Esdras estableció un estándar que se convirtió en una práctica permanente entre los judíos. Esta medida restrictiva, la cual fue instituida para prevenir la idolatría, enfocó a Jerusalén y el templo de Dios como el centro de la verdadera adoración bajo el Antiguo Pacto. El libro de Esdras registra la primera Pascua para ser observada después de la dedicación del segundo templo. Aunque la Pascua fue centrada en el templo, los corderos fueron matados al principio del 14 y fueron comidos en la noche del 14 (Esdras 6:19-21).

          En observancias posteriores centradas en el templo, los corderos eran matados tarde en el 14 y no eran comidos sino hasta la noche del 15. Aunque el sacrificio en el templo en la tarde del 14 se convirtió en una tradición generalizada, no reemplazó por completo el sacrificio doméstico de los corderos al principio del 14. Algunos judíos continuaron observando la Pascua doméstica como está ordenada en las Escrituras y otros guardaban la Pascua centrada en el templo como fue aprobada por las autoridades religiosas. Los registros de la Escritura y de la historia muestran que ambas prácticas existieron al mismo tiempo.

          Es importante entender que el decreto de Esdras no cambió el tiempo para matar los corderos de la Pascua. Su ley no alteró ni contradijo de ninguna manera las ordenanzas de Dios para la Pascua, como están registradas en la Escritura. Las medidas que Esdras ejecutó estaban enfocadas en proteger la verdadera adoración a Dios y respaldar Sus leyes—no cambiar ni reemplazarlas. Su restricción de la Pascua al área de Jerusalén promovió una observancia centrada en el templo, pero no reemplazó ni prohibió la matanza doméstica de la Pascua dentro de esa área.

          En el capítulo anterior aprendimos que la “nueva ley de la Pascua” de Esdras estaba basada en el mandato de Dios en Números 9. Como sumo sacerdote, Esdras tenía toda la autoridad para interpretar los mandatos Escriturales para observar la Pascua. Su decreto para la Pascua fue aceptado como una ley religiosa por todos los judíos, como lo eran las decisiones de otros sumos sacerdotes. Esta ley fue ejecutada por la Gran Asamblea, la cual fue fundada por Esdras y Nehemías para supervisar las prácticas religiosas del pueblo. Como la autoridad destacada en asuntos religiosos, la Gran Asamblea mantuvo la unidad y la estabilidad en la religión de los judíos por más de dos siglos. Sin embargo, el gobierno de la Gran Asamblea fue socavado por el surgimiento del Helenismo en los 300 a.C.

          El Helenismo fue introducido por los griegos en los días de Alejandro el Grande. Los griegos promovieron activamente sus creencias Helenísticas en las tierras que dominaron. La propagación del Helenismo entre los judíos fue contenida por un tiempo por la influencia de Simón el Justo, quien era el sumo sacerdote en los últimos años de la Gran Asamblea. Como el último de los Soferim—los grandes maestros de la ley—Simón era de alta estima entre los judíos. Con su muerte, el gobierno de la Gran Asamblea llegó a su fin, y el Helenismo se convirtió en la influencia dominante en las vidas del pueblo. Su impacto en la comunidad judía llevó a cambios importantes en las enseñanzas de los líderes religiosos.

          El Dr. Lauterbach, un historiador judío, describe los cambios que ocurrieron durante este periodo: “De este modo, vemos que después de la muerte de Simón el Justo, las condiciones de la comunidad y como resultado de esto, las actividades de los maestros difirieron grandemente de aquellas obtenidas en los tiempos del Soferim [los maestros de la Gran Asamblea]” (Ensayos Rabínicos, pp.200).

          Los sacerdotes y los levitas ya no estaban enseñando las leyes de Dios que habían sido sostenidas y ejecutadas tan diligentemente por el Sopherim de la Gran Asamblea. Bajo el dominio del Helenismo, el sacerdocio había perdido su autoridad. En la confusión religiosa que continuó, surgió un gran número de maestros laicos: “Pero cuando desapareció la autoridad del Sumo Sacerdote como gobernante de la comunidad, y los maestros sacerdotales también perdieron su autoridad oficial…Ya que no había ningún cuerpo oficial de maestros para decidir autoritariamente todos los asuntos religiosos, el hombre devoto [laico] que cuidaba la Ley tenía que ser su propia autoridad religiosa…Estos nuevos maestros [laicos] pronto se adjudicaron la autoridad religiosa la cual era anteriormente la prerrogativa de los sacerdotes” (Ibíd., pp. 198-199).

          Estos supuestos maestros no habían sido entrenados en las Escrituras y no sabían cómo interpretar acertadamente la redacción en el texto hebreo. Como resultado, introdujeron tantas interpretaciones distintas de la Ley, que se desarrolló un estado de anarquía en la vida religiosa de los judíos: “Ahí prevalecía un estado de anarquía religiosa, donde la vida práctica de las personas no era controlada por la ley de los padres como era interpretada por las autoridades religiosas, ni había actividades de los maestros llevadas a cabo de manera oficial por un cuerpo autoritario. Este estado caótico de asuntos duró por un periodo de alrededor de ochenta años…” (Ibíd., 200).

          El caos religioso que prevaleció entre los judíos dejó la puerta abierta para grandes avances del Helenismo. En este tiempo de la historia, Palestina estaba dominada por los egipcios, quienes habían desarrollado su propia forma de Helenismo. Durante un siglo entero, del 301 a.C. al 198 a.C. Palestina estuvo bajo el control de los egipcios. Muchas costumbres religiosas egipcias fueron adoptadas por los judíos y siguen siendo enseñadas y practicadas por el judaísmo en la actualidad. Algunas de estas prácticas religiosas paganas fueron registradas por el historiador Heródoto durante una visita a Egipto en el quinto siglo a.C. Las costumbres egipcias que describe Heródoto son impresionantemente similares a las prácticas de los judíos ortodoxos en la actualidad. Estas prácticas incluyen beber de ollas y sartenes, las cuales han sido restregadas todos los días, afeitarse todo el cuerpo, y ducharse religiosamente dos veces por día. Heródoto escribe: “Ellos son religiosos al exceso, mucho más allá de cualquier otra raza de hombres, y usan las siguientes ceremonias: beben de tazas de latón, las cuales ellos restregaban todos los días: no hay excepción de esta práctica. Portan vestiduras de lino, las cuales cuidan de tener recientemente lavadas. Practican la circuncisión en el nombre de la limpieza, considerando mejor ser limpios que atractivos. Sus sacerdotes se afeitan todo su cuerpo cada dos días, para que ningún piojo ni ninguna otra cosa impura se les pudiera adherir cuando estén involucrados en el servicio de los dioses…Se duchan dos veces en agua fría y dos veces cada noche; aparte ellos observan, por así decirlo, miles de ceremonias” (Libro II, pp. 37-41). Los egipcios tenían un sin número de tales prácticas. Muchas de estas prácticas se convirtieron en parte del judaísmo y fueron traspasadas al tiempo de Jesucristo. Él condenó fuertemente estos rituales auto-justos como tradiciones vanas de hombres (Marcos 7:1-9).

          Entre las prácticas religiosas que adoptaron los judíos durante el dominio egipcio fue un cambio en el tiempo de la observancia de la Pascua. Este cambio fue introducido por el calendario egipcio, el cual está basado estrictamente en el ciclo solar, comienza el día con el amanecer—a diferencia del calendario hebreo, el cual comienza en el ocaso. Además, los meses del calendario hebreo son regulados por el ciclo lunar y puede variar en número, mientras que los meses egipcios son divisiones fijas en el año solar: “La sustitución de meses lunares por solares fue el primer cambio en el año egipcio…el día fue dividido en 12 [horas] y la noche en la misma cantidad. La primera hora de la mañana comenzaba con el alba, así que las horas no podrían haber sido de la misma longitud originalmente; en el periodo tolemaico la hora fue subdividida en minutos y segundos” (Wilkinson, The Manners and Customs of the Ancient Egiptians, Vol. II, pp. 368).

          Aunque los judíos retuvieron el calendario lunar, adoptaron el método egipcio de calcular el día de amanecer a amanecer, en lugar del método Escritural de calcular el día de ocaso a ocaso. Salomón Zeitlin reconoce que los judíos no han sido consistentes en su método de calcular el día: “Para verificar cuándo comenzaba el día judío, debemos aclarar varios temas sobre el calendario judío. Si el calendario fuese solar [como lo era durante el dominio egipcio], el día comenzaba con el alba; el año comenzaba con la primavera o después del equinoccio del invierno. Si el calendario fuese lunar, el día comenzaba ya sea cuando el sol se ponía o cuando las estrellas se volvían visibles” (The Jewish Quarterly Review, 1946, pp. 403-404).  


          Para aquellos judíos que calculaban el día de amanecer a amanecer, el día 14 del primer mes comenzaba 12 horas más tarde que el cálculo Escritural. Los judíos que guardaban la Pascua en este tiempo más tarde estaban observando en realidad el 15, de acuerdo al cálculo Escritural, aunque estaba designado como el día 14 del mes de acuerdo al cálculo egipcio. Después de que terminó el dominio egipcio, los judíos volvieron a calcular el día de ocaso a ocaso, pero la influencia de la práctica egipcia tuvo un efecto duradero al contribuir en el desarrollo de una Pascua en el 15.

          Para este periodo de la historia, la adoración de los judíos se había vuelto tan contaminada con enseñanzas y prácticas paganas, que Dios permitió la profanación del templo y su altar por Antíoco Epifanes. En el 169-168 a.C él saqueó y desvalijó el templo, ofreció cerdos en el altar de Dios y derramó sangre de cerdos en el lugar santo. Esta profanación es conocida entre los judíos como una abominación que desoló el templo.

          Después de esta profanación histórica, el templo no fue restaurado por tres años y medio. Ya que no se podían ofrecer sacrificios del templo durante este tiempo, la Pascua solamente podía ser guardada como una observancia doméstica. Todos los judíos que deseaban guardar la Pascua, estaban obligados a matar sus propios corderos en casa, como estaba mandado en Éxodo 12. Los judíos de ese tiempo estaban bien familiarizados con los mandatos de Dios para la Pascua. Las Escrituras oficiales autorizadas estaban disponibles en cada sinagoga para que cada judío leyera y verificara los mandatos para el sacrificio doméstico de la Pascua. Para aquellos judíos que deseaban obedecer a Dios, la única Pascua que podía ser observada era la Pascua doméstica, ya que el templo no estaba en servicio para ningún sacrificio. Incluso después de la restauración del templo, la Pascua doméstica siguió siendo la observancia predominante. La información histórica provista por Filón indica que era observada más ampliamente entre los judíos en los tiempos del Nuevo Testamento, que el sacrificio de la Pascua en el templo.

Filón registra la observancia doméstica de la Pascua

          Filón era un filósofo judío quien escribió en el tiempo de la compilación de los Evangelios Sinópticos—Mateo, Marcos y Lucas. Sus escritos describen la Pascua como era observada en los tiempos del Nuevo Testamento. Esto es lo que él registra: “…el día llamado por los hebreos en su propia lengua, la Pasch [Pascua], en el cual todo el pueblo sacrifica, cada miembro de ellos, SIN ESPERAR A LOS SACERDOTES, porque la ley ha otorgado a toda la nación un día especial en cada año el derecho del sacerdocio y de realizar el sacrificio ellos mismos” (Filón, The Decalogue, pp. 159, énfasis agregado).

          El registro histórico confirma que los judíos de los tiempos del Nuevo Testamento seguían practicando la Pascua doméstica, como está mandado en las ordenanzas que Dios le entregó a Moisés. En otro libro, Filón registra lo siguiente acerca de la observancia de los judíos de la Pascua: “Después de la luna nueva viene la cuarta fiesta llamada la fiesta de paso, la cual los hebreos en su lengua nativa llaman Pascha [Pascua]. En este festival miles de víctimas son ofrecidas—por el pueblo entero, viejos y jóvenes por igual, criados para ese día en particular a la dignidad del sacerdocio. Pues en otros tiempos los sacerdotes de acuerdo a la ordenanza de la ley llevan a cabo tanto los sacrificios públicos (de la noche y la mañana) como aquellos llevados a cabo por individuos. Pero en esta ocasión, toda la nación realiza los ritos sagrados y actúa como sacerdote…” (Filón, De Spec., Leg. II, pp. 146, énfasis agregado).

          Ignorando la evidencia de la historia, algunos alegan que no hubo ninguna observancia doméstica de la Pascua en los tiempos del Nuevo Testamento. Pero Filón no podría haber descrito la observancia doméstica de la Pascua si él no la hubiera visto siendo practicada por los judíos de sus tiempos. Su registro del testimonio ocular de la práctica de los judíos muestra que los corderos de la Pascua estaban siendo matados por el pueblo y no por los sacerdotes.

          Los registros de Filón nos dan evidencia histórica firme de que, en el tiempo de Jesús, y poco después, hubo una extensa observancia de la Pascua doméstica. Además, la carencia de referencia alguna por Filón del sacrificio de los corderos de la Pascua en el templo, indica que el sacrificio doméstico era la práctica predominante. Como veremos, el sacrificio en el templo de la Pascua era practicado por una pequeña minoría de los judíos en los tiempos del Nuevo Testamento. A causa del gran número de corderos requeridos para la Pascua en los tiempos de Jesús, no era posible para los sacerdotes en el templo matar todos los corderos durante el tiempo asignado. Por lo tanto, era necesario que la mayoría de los corderos fueran matados en casas y en posadas en Jerusalén y ciudades vecinas, dentro del área del festival. Joacim Jeremías explica por qué la observancia de la Pascua fue extendida al área alrededor de Jerusalén:

          “…es completamente imposible que las enormes multitudes de peregrinos llegados a Jerusalén para las fiestas encontrasen sitio dentro de los muros de la ciudad. Algunos pudieron alojarse en las localidades vecinas, por ejemplo, en Betfagé o Betania; allí se hospedó Jesús durante su última estancia en Jerusalén… La mayoría de peregrinos, sin embargo, tenían que tener carpas en los alrededores de la ciudad, dado que en el tiempo de la Pascua era aún muy frio en la noche y no podría pensarse en pasar la noche al aire libre. En realidad tenemos evidencia de peregrinos acampando en la noche… Sin embargo, los asistentes a la fiesta de la Pascua estaban obligados a pasar la noche de Pascua (14 al 15 de nisán) [la cual era en realidad “la noche de ser muy observada—el primer día de la Fiesta de Panes sin Levadura] en Jerusalén. La ciudad propiamente dicha no podía cobijar la multitud de peregrinos entonces, para que estos pudiesen cumplir la ley, los limites de la ciudad eran extendidos incluso hasta Betfagé (M. Men. xi.2)” (Jerusalén en Tiempos de Jesús, pp. 78, énfasis agregado).

          Aunque la Pascua doméstica era la práctica predominante en los tiempos del Nuevo Testamento, el sacrificio de la Pascua en el templo estaba firmemente establecido entre los judíos farisaicos. Los fariseos observaban una Pascua del 14/15, llevando sus corderos al templo para ser sacrificadas en la tarde del 14 y comiendo la cena de la Pascua en el 15. El sacrificio de la Pascua en el templo, como era observado por los judíos farisaicos, más adelante se volvió una tradición oficial del judaísmo. Esta tradición fue practicada hasta la destrucción del templo en el 70 d.C.

          Algunos alegan que Jesús y Sus discípulos se ajustaron al sacrificio tradicional de la Pascua en el templo. Pero el Nuevo Testamento registra que Jesús guardó la Pascua la noche antes de la observancia tradicional del templo. Los registros de los Evangelios de Su última Pascua dejan abundantemente claro que fue una observancia doméstica en la noche del 14. Los discípulos Pedro y Juan fueron ordenados por Jesús a preparar un cordero de Pascua que fue matado en la casa, o en la posada, donde guardaron la Pascua (Lucas 22:8). Basado en los registros de los Evangelios, podemos concluir que el sacrificio doméstico de la Pascua y el sacrificio de la Pascua en el templo existían paralelamente.

Josefo documenta el cambio en el significado de la palabra “Pascua”

          La Pascua del 14/15 centrada en el templo era considerablemente distinta a la Pascua doméstica del 14, tanto en la forma de la observancia como en el significado del día. Para justificar el sacrificio de la Pascua en el templo, se aplicó una nueva interpretación a las ordenanzas de Dios. Los mandatos de Dios de guardar la Pascua en el 14 fueron malinterpretados para que significaran que sólamente se requería que se hiciera la matanza de los corderos en el 14 y el tiempo del sacrificio fue cambiado del comienzo del 14 a la tarde del 14. El efecto de matar los corderos en el templo en la tarde del 14 fue mover la cena de la Pascua de la noche del 14 a la noche del 15. Para los judíos que observaban la Pascua tradicional centrada en el templo, guardar la Pascua en el 14 no significaba nada más que la matanza de los corderos en el templo. Ellos no completaban su observancia en el día de la Pascua porque los corderos no eran asados ni comidos sino hasta la noche del 15.

          El sacrificio de la Pascua en el templo terminó cuando el templo fue destruido en el 70 d.C. La aceptación del día 14 como el día que Dios había ordenado para la Pascua fue esencialmente eliminado de la práctica judía. El sacrificio de los corderos fue reemplazado oficialmente por la cena Seder judía del 15. Ya que la cena Seder era llamada la Pascua, pero se comía en el primer día de la Fiesta de Panes sin Levadura, se perdió el significado separado de los dos días y las dos fiestas.

          La transición a una sola observancia está documentada por las descripciones contrastantes de Josefo de la Pascua y la Fiesta de Panes sin Levadura. En estos registros, Josefo muestra que hubo un cambio de la designación, la cual originalmente era un total de 8 días. Su narración es muy reveladora: “…Llegó el día decimocuarto y estaban todos listos para partir. Ofrecieron el sacrificio, purificaron sus casas con la sangre, usando para ello hisopos. Después de cenar quemaron el resto de la carne mientras se alistaban para partir. Por eso seguimos ofreciendo todavía ahora ese sacrificio del mismo modo, y llamamos a la fiesta Pascha, que significa la fiesta de la Pascua, porque ese día Dios pasó por encima, y envió la plaga a los egipcios, porque la destrucción del primogénito vino sobre los egipcios aquella noche…” (Antigüedades de los Judíos, Libro II, Capitulo XIV, sección 6, énfasis agregado).

          En esta narración de Éxodo 12, Josefo describe claramente la Pascua como conmemorando el evento cuando Dios pasó sobre las casas de los hijos de Israel en Egipto y él llama esta observancia conmemorativa el festival de “Pascha,” o Pascua. Él aún no llama la Fiesta de Panes sin Levadura la “Pascua” hasta este punto. En la siguiente sección de su exposición, después de su narración del éxodo mismo, encontramos esta declaración acerca de los 8 días enteros: “Es por esto que, en recuerdo de la necesidad en la que estábamos, celebramos durante ocho días la fiesta que se llama del pan sin levadura” (Ibíd., Capitulo XV, Sección 1, énfasis agregado). Aquí él incluye el día de la Pascua con los 7 días de la Fiesta de Panes sin Levadura, haciendo un total de ocho días.

          Estos dos registros de Josefo muestran que los términos “Pascua” y “Fiesta de Panes sin Levadura” estaban empezando a ser usados intercambiablemente, aunque las dos observancias eran completamente diferentes en su significado. Los registros de Josefo muestran que la distinción original entre las dos fiestas empezaba a hacerse borrosa. La siguiente narración refleja el cambio en el uso y el significado del término “Pascua”: “Al acercarse esta fiesta de panes sin levadura, la cual la ley de sus padres habia designado para los judios en este tiempo, fiesta la cual es llamada Pascua, y es un memorial de su liberación de Egipto…” (Ibíd., Libro XVII, Capitulo IX, Sección 3, énfasis agregado).

          Recontando el mismo evento en Guerras de los Judíos, Josefo registra de nuevo el cambio en la terminología: “Y ciertamente, en la fiesta de panes sin levadura, la cual se aproxima, y es llamada por los judíos la Pascua…” (Libro II, Capítulo I, Sección 3, énfasis agregado).

          Los escritos de Josefo muestran claramente que los judíos habían renombrado la Fiesta de Panes sin Levadura “la Pascua.” Esta era terminología común en los tiempos de Josefo. El significado del nombre había cambiado de Dios “pasando sobre” los hijos de Israel en la noche del 14 a su éxodo de Egipto en la noche del 15. La Fiesta de Panes sin Levadura probablemente fue llamada Pascua por primera vez en los días de Josías (II Crónicas 35:7-9). Esdras, quien registró esta terminología en II Crónicas 35, también editó Deuteronomio 16 para reflejar este mismo uso.

          Aunque los judíos de los tiempos de Esdras usaron esta terminología, ellos reconocían y observaban el 14 como el día que Dios había ordenado para la Pascua. Sin embargo, este conocimiento se perdió para futuras generaciones de judíos, quienes observaban solamente un festival de 7 días. En la Mishná—escritos rabínicos los cuales fueron compilados por el tercer siglo d.C.—encontramos una observancia codificada de 7 días de la Pascua. Su aceptación como una ley del judaísmo es justificada al reinterpretar el significado del mandato en Deuteronomio 16:3: “…siete días comerán pan sin levadura con eso…” (SPJA).

          Como aprendimos en el Capítulo Catorce de este libro, la palabra “con eso” en este verso se está refiriendo a los sacrificios del rebaño o de la manada, los cuales están descritos en el verso 2. Estos sacrificios, los cuales eran ofrecidos durante la Fiesta de Panes sin Levadura, originalmente eran llamados ofrendas de paz (II Crónicas 30:21-22, 24). El verso 3 le agrega al mandato en el verso 2 al declarar que, con esos sacrificios, los cuales fueron renombrados como “ofrendas de la Pascua,” los hijos de Israel debían comer pan sin levadura por siete días. Estos versos se están refiriendo solamente a la Fiesta de Panes sin Levadura de 7 días.

          Ignorando el verdadero significado de estos versos, los escritores de la Mishná han perpetuado la mala interpretación judía de Deuteronomio 16:3 como refiriéndose al sacrificio del cordero de la Pascua: “¿Cuál es la diferencia entre la ofrenda de la Pascua en Egipto y la ofrenda de la Pascua de las generaciones sucesivas? La ofrenda de la Pascua en Egipto tenía que ser adquirida en el décimo y requería la rociada con un puñado de hisopo sobre el dintel y sobre los dos postes de las puertas y se comía de prisa durante una noche, pero la Pascua de todas las generaciones sucesivas tenía que ser observada por siete días” (Pes. 9:5, énfasis agregado).

          Como declaran expresamente los escritores de la Mishná, la Pascua tradicional de los judíos no se ajusta a las ordenanzas de la Pascua que Dios le entregó a Moisés. De hecho, esta tradición del judaísmo rechaza los mandamientos de Dios, incluso como lo dijo Jesús (Marcos 7:9).

Registros del sacrificio de la Pascua en el templo

          Después de la destrucción del templo en el 70 d.C., había gran peligro de que todo el conocimiento de los sacrificios y los servicios rituales del templo pudiera perderse. Cuando se volvió obvio que los judíos serían capaces de reconstruir el templo en el futuro próximo, los rabinos destacados empezaron a registrar los detalles del templo y sus servicios. Sus escritos, los cuales fueron codificados y preservados en la Mishná, son las únicas descripciones que tenemos de los servicios que eran realizados por los sacerdotes en el templo. Mucha de esta información había sido traspasada oralmente y fue reconstruida de memoria.

          La Mishná da un registro detallado del sacrificio de la Pascua en el templo. Estos registros muestran la enormidad de la tarea que se requería que realizaran los sacerdotes. La mayoría de las personas en la actualidad no tienen ningún conocimiento de lo que está involucrado en matar grandes números de animales. En la actualidad, casi todos nosotros vamos al supermercado donde compramos nuestra carne cortada y cuidadosamente empaquetada, lista para llevar a casa y prepararla. Ya que nuestra sociedad nos ha dejado deficientes de conocimiento sobre la matanza de los animales, los registros en la Mishná nos pueden ayudar a entender cómo se lograba la matanza de miles de corderos de la Pascua.

          La Mishná también provee una visión de la programación para matar los corderos de la Pascua en el templo. En la Pascua judía tradicional, los corderos eran sacrificados durante las horas de la tarde del día 14 del primer mes. Sin embargo, el sacrificio de los corderos no siempre comenzaba a la misma hora del día. Si el día de la Pascua caía en el sexto día de la semana, el sacrificio de los corderos comenzaba una hora antes para ser completado antes del Sábado. Aunque el tiempo para comenzar a sacrificar los corderos podía variar, siempre seguía a la ofrenda quemada diaria: “la ofrenda quemada diaria se mataba a la octava hora y media y se ofrecía a la novena hora y media; pero en la noche de la Pascua se mataba a la séptima hora y media y se ofrecía a la octava hora y media, fuere día de semana o en el Sábado. Cuando la noche de la Pascua caía en la noche del Sábado, se mataba en la sexta hora y media y se ofrecía en la séptima hora y media, y el sacrificio de la Pascua después” (Pes. 5:1).

          El siguiente registro de la Mishná muestra la interpretación judía de los mandatos de la Pascua en Éxodo 12. En la Pascua judía tradicional, la matanza de los corderos se llevaba a cabo por tres cursos sucesivos de hombres. Esta práctica tradicional reemplazó la matanza ordenada de los corderos por toda la congregación de los hijos de Israel después de reunirse por familias en sus propias casas. Para justificar su práctica tradicional, los rabinos aplicaron su propia interpretación a palabras clave en el mandato Escritural. Mientras que el mandato Escritural en el Pentateuco permaneció igual, su significado fue cambiado de la intención original de Dios a una interpretación completamente diferente. Así es como las tradiciones judías no Escriturales se han hecho sonar Escriturales, ¡cuando en realidad no lo son! Noten lo sutilmente que es presentada esta mala interpretación judía de la Escritura en el siguiente registro de la Mishná: “El cordero de Pascua era matado en tres grupos, como dice la Escritura, y toda la asamblea de la congregación de Israel lo matará—asamblea (y) congregación, e Israel. [Esta declaración muestra como la ordenanza de la Pascua fue malinterpretada para encajar la tradición judía; el mandato en Éxodo 12:6 de que todo Israel matará a los corderos al mismo tiempo fue transformado y se hizo para que encajara los tres cursos para sacrificar el cordero de pascua en el templo.] Cuando había entrado el primer grupo [asamblea], el atrio delantero estaba lleno; cerraban las puertas del atrio delantero; sonaban [el sonido tembloroso sostenido—de la trompeta de plata;] los sacerdotes estaban de pie fila tras fila y en sus manos habían platos [tazones] de plata y platos [tazones] de oro; todos en una fila tenían de plata y todos los demás tenían de oro; no estaban mezclados; y las palanganas no tenían bordes no fuera que las apoyaran y la sangre se coagulara” (Ibíd., 5:5, énfasis agregado).

          En la siguiente descripción de la Mishná, noten que el mandato de Dios para que la cabeza de la familia matara el cordero en casa se ha alterado para encajar el sacrificio de los corderos en el templo: “Un israelita puede matarlo [nota al pie de página: “Un laico o que no fuera sacerdote, era permitido, si él deseaba el honor, de realizar la matanza en el caso de todos los sacrificios.”]; y el sacerdote la recibía [la sangre] y la pasaba a su colega [sacerdote] y este a su siguiente colega [sacerdote]. Él tomaba el [tazón de sangre] lleno y devolvía el vacío. El sacerdote más cerca del altar rociaba [lanzaba o arrojaba la sangre] en un solo movimiento contra la base” (Ibíd., 5:6).

          Aunque tres cursos eran asignados para el sacrificio de la Pascua en el templo, el número de los corderos matados en el último curso generalmente era más pequeño: “Cuando el primer grupo [asamblea] salía, el segundo grupo [congregación] entraba. Cuando el segundo [congregación] salía, el tercero [Israel] entraba. Justo como había hecho el primero, así hacía el segundo y el tercero. Ellos [los cantantes levíitas] recitaban el Hallel [nota al pie de página: “Salmos 113-118 designados así eran cantados mientras se llevaba a cabo la matanza y se repetía si eran muchos animales y tomaba mucho tiempo.”]; si ellos terminaban, lo repetían y se completaba la repetición, lo recitaban una tercera vez, aunque nunca ocurrió en sus tiempos el tener que recitarlo una tercera vez [no se nos dice cuánto tardaba cada repetición]. R. Judah dice, eso nunca sucedió incluso cuando entraba el tercer grupo siempre llegaban hasta Amo al Eterno pues Él escucha [Salmo 116:1] porque su número era poco” (Ibíd., 5:7, énfasis agregado).

          Este registro muestra que el número de corderos matados en el tercer curso estaba debajo del máximo que se podía sacrificar. En algunos años, el número de corderos era tan pequeño que el tercer curso no era necesario y solamente el primer y segundo curso entraban al área donde se mataban los corderos. En otros años, el tercer curso entraba, pero solo por poco tiempo porque la mayoría de los corderos habían sido sacrificados en los primeros dos cursos. Más adelante, veremos estimaciones fiables del número de hombres y sacerdotes que se podían congregar en la Corte de los hombres de Israel, el área en el templo donde se mataban los corderos.

          En su libro, El Templo, su ministerio y servicios en tiempos de Jesucristo, Alfred Edersheim da el siguiente registro del sacrificio de la Pascua: “En la ocasión a la que hacemos referencia, el sacrificio nocturno habría sido inmolado a la 1:30 y ofrecido a las 2:30. Pero antes de quemar el incienso o de despabilar las lámparas, se tenía que ofrecer el sacrificio de la Pascua.” Se hacía de esta manera: la primera de las tres divisiones festivas, con sus corderos de Pascua, era admitida dentro del atrio de los sacerdotes. Cada división debía consistir de no menos de 30 personas (3x10, el número simbólico de lo divino y lo completo). De inmediato se cerraban las enormes puertas detrás de ellos. Los sacerdotes daban un triple toque con sus trompetas de plata cuando la Pascua era inmolada. En conjunto, la escena era de lo más impresionante. A todo lo largo del atrio hasta el altar del holocausto, los sacerdotes esperaban en dos filas, la primera sosteniendo cuencos de oro y la segunda de plata. En estos cuencos un sacerdote recogía la sangre de los corderos de Pascua, que cada israelita sacrificaba por sí mismo (como representante de su compañía en la cena de Pascua), y el sacerdote pasaba el cuenco a un colega suyo, recibiendo luego un cuenco vacío, y así iban pasando los cuencos con la sangre al sacerdote en el altar, quien la echaba en un chorro a la base del altar. Mientras esto estaba ocurriendo, se elevaba un ‘himno’ muy solemne de alabanza, los levitas lideraban el cántico, mientras que los oferentes o lo repetían tras ellos, o respondían. El pueblo repetía cada primera línea de un Salmo mientras que a cada una de las otras respondían con un ‘Aleluya’, o ‘Alaben al Señor’. Este servicio de cántico consistía en el llamado ‘Hallel’, que comprendía los Salmos 113 a 118” (página 223).

          La Mishná agrega estos detalles sobre la matanza de los corderos: “¿Cómo los suspendían y trasquilaban? Habían ganchos de hierro fijos en las paredes y en los pilares en los cuales se colgaban y se trasquilaban [después que sus gargantas habían sido cortadas y la sangre había sido recogida en los cuencos de plata o de oro para ser rociada en la base del altar]. Y para cualquiera que no hubiese lugar para colgar y trasquilar, había varas delgadas y lisas, las cuales colocaba sobre su hombro y el hombro de su compañero y así lo colgaban y trasquilaban. R. [Rabino] Eliezer dice, si el decimocuarto caía en el Sábado, él colocaba su mano sobre el hombro de su compañero y la mano de su compañero se posaba sobre su hombro y así lo colgaban y trasquilaban” (Pes. 5:9).

          La Mishná registra que después que todos los corderos habían sido sacrificados, los tres cursos permanecían en el área del templo hasta el comienzo del 15: “Uno lo desgarraba [cortaba y abría la panza del cordero] y tomaba su grasa; lo ponía en una bandeja y lo ofrecía sobre el altar. El primer grupo salía y se quedaba en el Monte del Templo, el segundo grupo en la fortificación, y el tercero permanecía en su lugar. Cuando se oscurecía salían y asaban sus ofrendas de Pascua” (Ibíd., 5:10).

          En ningún lugar del Antiguo Testamento hay instrucciones para la matanza de los corderos de Pascua que justifiquen estas prácticas que están registradas en la Mishná. ¡No pueden ser justificadas porque Dios nunca ordenó esas ordenanzas! En ningún lugar de la Escritura podemos encontrar algún mandato de Dios de matar los corderos de Pascua en el templo, rociar la sangre de los corderos de Pascua en la base del altar, ni quemar la grasa de los corderos de Pascua en el altar. Estas prácticas no se ajustan a las ordenanzas de la Pascua que Dios le entregó a Moisés.

          Solamente en la forma de asar los corderos se ajustó la Pascua tradicional judía a los mandatos de Dios. Es curioso que los judíos eligieran seguir esta ordenanza particular mientras ignoraron las demás ordenanzas que están mandadas por Dios en Éxodo 12. La siguiente descripción en el Mishná está de acuerdo con las instrucciones Escriturales para asar los corderos de Pascua por fuego: “¿Cómo asar la ofrenda de Pascua? —traen un asador de madera de granada, lo empujaban a través de su boca hasta su trasero y colocaban sus rodillas y sus entrañas [las partes comestibles—no los intestinos] dentro. Esta es la opinión de R. José el Galileo. R. Akiba dice que esta sería una forma de cocinar; más bien ellas [las patas] colgaban por fuera.

          “No pueden asar la ofrenda de Pascua en un asador de metal ni en una parrilla. R. Zadok dijo, una vez sucedió que el rabí Gamaliel le dijo a Tabí su esclavo, ‘Ve y asa para nosotros la ofrenda de Pascua sobre la parrilla.’ Si tocaba la cerámica del horno, él debe cortar esa parte. Si algo de su jugo se derramaba a la cerámica y volvía sobre el [el cordero], debe remover esa parte…” (Ibíd., 7:1-2).

          Estas enseñanzas rabínicas muestran que los judíos entendían que Dios había prohibido cualquier método de asar los corderos de Pascua que permitieran que los jugos ablandaran la carne. Ningún tipo de líquido se permitía que tocara el cordero. Ninguna porción de el podía cocerse al vapor, cocerse a fuego lento ni hervirse. El hecho de que los rabinos reconocían y observaban esta ordenanza de la Pascua confirma que la “ofrenda de Pascua” descrita en Deuteronomio 16, la cual era hervida, no era el sacrificio del cordero de Pascua. Las ofrendas que son referidas como la “ofrenda de Pascua” en Deuteronomio 16 eran ofrendas de paz para la Fiesta de Panes sin Levadura (II Crónicas 30, 35). Hervir el cordero de Pascua estaba ABSOLUTAMENTE PROHIBIDO.

Los cálculos de Joaquim Jeremías del número de corderos de Pascua sacrificados anualmente en el templo

          El número de corderos de la Pascua que eran matados en el templo cada año ha sido estimado confiablemente por Joaquim Jeremías en su libro Jerusalén en tiempos de Jesús. Sin embargo, ya que él asume que no hay una observancia doméstica de la Pascua, él presenta incorrectamente sus cálculos como el número total de corderos de la Pascua que fueron matados. Ya que el tamaño del área de los sacrificios limitaba el número de corderos que se podían matar durante los tres cursos, la estimación de Jeremías del número de participantes para la Pascua en Jerusalén es mucho menor que los números registrados por Josefo, Tácito y otros.

          Aunque Jeremías ha errado al calcular el número de personas que guardaron la Pascua en ese tiempo, sí da una estimación acertada del número máximo de corderos de la Pascua que podían ser matados en el templo. En su libro, él relaciona los hechos matemáticos sobre los cuales está basada su estimación: “El tratado Middot de la Misná y Josefo nos dan a conocer las dimensiones del templo. Así que, si podemos precisar, al menos aproximadamente, el espacio ocupado por los tres grupos, deduciremos de ahí el número de los asistentes a la fiesta… ¿Qué espacio ocupaba el grupo que entraba a inmolar las víctimas?” (Jerusalén en tiempos de Jesús, pp. 96, énfasis agregado).

          Después de citar las medidas del área del templo donde se mataban los corderos de la Pascua, él concluye lo siguiente: “En el atrio interior se necesitaba naturalmente espacio para inmolar las víctimas; por otra parte, los sacerdotes, colocados en filas, ocupaban también sitio lo que disminuía en 1/5 el espacio disponible para los laicos. y así el  resultado es el mismo que nuestro cálculo. Un grupo, cuando no sacrificaba, ocupaba aproximadamente un espacio de 3,200 m2.

          “¿Cuántos hombres podían caber en este espacio? La gente estaba muy apretada. Esta es la octava de las diez maravillas del lugar santo, que había espacio suficiente para todos ellos (M. AB. V.5). Sin embargo, no siempre salían las cosas bien. Leemos en b. Pes. 64b: Los rabinos enseñaban: Nadie fue jamás aplastado en el atrio del templo, excepto en una Pascua en tiempo de Hillel, en la cual lo fue un anciano. Por eso se la llamó 'Pascua de aplastados”. También Josefo habla de estas condiciones atestadas. Según su relato, en una Pascua entre los años 48 y 52 d.C. (en el cuarto día de la fiesta, no en el mismo día de los sacrificios), hubo pánico en el área del templo y 30,000 personas murieron aplastadas de acuerdo a BJ 2.227. En tal espacio restringido, podemos calcular dos hombres por metro cuadrado, cada uno con una víctima, raramente con dos (M.Pes. viii.2). Lo que nos da un total de 6.400 hombres; y, por consiguiente, había también alrededor 6.400 víctimas en cada grupo. Esto está de acuerdo con el registro de Josefo de la Pascua del año 4 a.C, de acuerdo al cual las tropas de Arquelao mataron a 3,000 personas mientras estaban sacrificando (BJ 2.12f; Ant. 17.218); el resto huyó.

          “Había tres grupos; el último no era tan importante como los dos anteriores, pues todos tratarían de meterse en los primeros…Llegamos así a un total aproximado de 18.000 víctimas de pascua” (Ibíd., pp.100, énfasis agregado).

          Jeremías llegó a este número al permitir la máxima capacidad de 6,400 para los primeros dos cursos y un número reducido de 5,200 hombres para el tercer curso, el cual era más pequeño históricamente. Si el tercer curso hubiera sido llenado a la capacidad máxima, se habrían podido matar un estimado total de 19,200 corderos en el templo cada año.

          Los cálculos detallados de Jeremías se encuentran en las paginas 79-83 de su libro. Aquí hay una parte de una nota que él agregó a una edición publicada en 1966 en referencia a estos cálculos: “Respecto al número de peregrinos, el cálculo hecho en las páginas 79-83, basados en el espacio disponible para los adoradores en la Pascua, son probablemente bastante correctos, pero ahora me pregunto si debería ser asumido que todo el espacio, incluso el de detrás y al lado del edificio del templo, estaban densamente llenos con adoradores (aunque no podemos imaginar la multitud de hombres con su víctima sobre los hombros, como hemos descrito en p. 82). Por consiguiente, ¿no habrá sido demasiado elevada la cifra de 6.400 para cada uno de los tres grupos y así mismo la cifra total de 180,000 participantes incluyendo la población de Jerusalén (estimando 10 personas por cordero)? Sin embargo, no puede haber duda que la afluencia de peregrinos en el tiempo de la Pascua desde todo el mundo era inmenso, llegando a varias veces la población de Jerusalén” (Ibíd., pp. 84).

          El estimado de Jeremías que 18,000 corderos eran matados en el templo es razonablemente acertada, pero él erró al usar sus números como base para determinar el número total de participantes de la Pascua. Asumiendo que todos los corderos de la Pascua eran matados en el templo, él permitió 10 personas por cordero. El numero resultante de 180,000 participantes en la Pascua no incluye el gran número de personas en Jerusalén que estaban observando la Pascua doméstica en el 14, de acuerdo a las instrucciones de Dios en Éxodo 12.

          Mientras que los eruditos están en desacuerdo en cuanto al número de personas que observaban la Pascua en Jerusalén antes de la destrucción del templo en el 70 d.C., la mayoría de las fuentes dan números en el rango del estimado de Josefo quien coloca el número de personas en alrededor de 2,700,000, contrario al extremadamente bajo estimado de Jeremías de tan solo 180,000. Recuerden que Jeremías basó su estimado en la suposición de que todos los corderos de la Pascua eran matados en el templo, y que el sacrificio doméstico de la Pascua ya no se practicaba. Esta falsa creencia se puede refutar fácilmente al examinar el registro de Josefo de la última gran Pascua de los judíos antes de la destrucción del templo. El enorme número de corderos de la Pascua que Josefo registra para esta observancia hace obvio que la mayoría de los judíos seguían practicando el sacrificio doméstico de la Pascua.

El registro de Josefo de la última Pascua en el templo

          En su registro, Josefo registra el número total de corderos que fueron sacrificados para la Pascua en el 70 d.C.: “Entonces estos sumo sacerdotes, en cuanto a la venida de esa fiesta la cual es llamada la Pascua, cuando matan sus sacrificios, desde la novena hora hasta la onceava, pero de modo que una compañía no menor a 10 perteneciera a cada sacrificio…se encontró que el número de sacrificios fue 256,500; los cuales con la concesión de no más de 10 que festejen juntos, equivale a 2,700,200 personas que eran santas y puras…” (Guerras de los Judíos, Libro VI, Capitulo IX, Sección 3).

          Josefo declara que 256,500 corderos fueron matados para la Pascua ese año. Para matar 256,500 corderos de Pascua en el templo, 85,500 corderos tendrían que haber sido matados en cada uno de los tres cursos. Pero el tamaño del área de los sacrificios limitaba el número de corderos en cada curso a menos de 6,500. El número de corderos que Josefo registra es trece veces el número máximo que podría haber sido matado en los tres cursos.

          Algunos creen que Josefo ha exagerado el número de corderos de Pascua que fueron matados en el 70 d.C. Si cortamos las cifras de Josefo a la mitad y estimamos que solamente 128,250 corderos fueron matados, nos seguimos enfrentando con el hecho de que este gran número de corderos de la Pascua no podría haber sido sacrificado en el templo durante los tres cursos. Con los tres cursos llenos a su capacidad máxima, habría tardado SIETE DÍAS para matar siquiera a la mitad de los corderos que registra Josefo. Por otro lado, si el número de corderos registrados por Josefo es correcto, habría tardado DOS SEMANAS matar todos los corderos. Estos hechos matemáticos muestran lo absurdo que es alegar que ¡todos los corderos de la Pascua fueron matados en el templo! En el tiempo que habría tomado para matar a todos esos corderos, ¡se habría pasado toda la Fiesta de Panes sin Levadura! Los judíos habrían estado comiendo los corderos de la Pascua, después de la Fiesta, en lugar de antes, ¡como Dios había ordenado!

          PODEMOS CONCLUIR LO SIGUIENTE: Muchos más corderos fueron sacrificados para la Pascua de lo que se habría podido matar en el templo durante los cursos asignados. La única explicación lógica es que ¡la mayoría de los corderos no fueron matados en el templo!

          Este dilema matemático se resuelve cuando aceptamos el hecho de que la mayoría de los judíos en el primer siglo mataron sus propios corderos de Pascua. Ya que el número máximo de corderos que se podían matar en el templo eran menos de 20,000, no hay forma de contabilizar los miles de corderos adicionales que eran matados a menos que reconozcamos que la Pascua doméstica era la práctica predominante. Esta es la única explicación que encaja en los hechos históricos y Escriturales.

          Al contrario de lo que algunos han alegado, la Pascua doméstica continuó como la práctica predominante hasta los tiempos del Nuevo Testamento. En el siguiente capítulo, veremos que los registros en los Evangelios de la última Pascua de Jesús confirman la observancia de la Pascua doméstica por lo judíos de esos tiempos.