CAPÍTULO ONCE

(Tomado del libro “La pascua Cristiana”)

 

UNA HISTORIA DE REBELIÓN Y REPETIDAS APOSTASÍAS

 

Por

Fred Coulter

www.laverdaddedios.org

 

          Para ayudarnos a entender los cambios que tomaron lugar en la observancia de la Pascua, estudiemos la historia de los hijos de Israel. Las Escrituras registran la historia de su incredulidad y rebelión contra Dios, la cual comenzó pronto después del Éxodo. Después de que Dios dijo los Diez Mandamientos desde el Monte Sinaí, Él llamó a Moisés a la cima de la montaña para recibir las tablas de piedra en las cuales estaban escritos los mandamientos y para darle instrucciones para construir un tabernáculo donde las personas pudieran ofrecerle sacrificios a Él. Mientras Moisés estaba con Dios, los hijos de Israel volvieron a adorar a los dioses de Egipto, lo cual llevó a Aarón a hacer el becerro de oro. En el año siguiente, en el tiempo cercano a la Fiesta de Tabernáculos, Dios le ordenó a Moisés enviar a 12 espías a la Tierra Prometida en preparación para su invasión y la expulsión de los cananeos. La intención de Dios era que los hijos de Israel entraran a la Tierra Prometida en ese tiempo. Dios, en Su graciable misericordia y bondad, nunca tuvo la intención de que el pueblo vagara por el desierto por 40 años. Pero después de espiar la tierra durante 40 días, los espías volvieron y dieron un mal reporte, diciéndole al pueblo que nunca serían capaces de sacar a los habitantes de la tierra. Josué y Caleb, quienes dieron un buen reporte, fueron los únicos dos que mostraron fe en Dios. Todos los hijos de Israel se rebelaron, acusaron a Dios y se rehusaron a confiar en Su poder. Por lo tanto, Dios no les dio la herencia en ese tiempo. En cambio, como castigo por su pecado de rehusarse ir a la Tierra Prometida con Su protección y bendición, Él los condenó a vagar en el desierto por 38 años más, hasta que todos en esa generación que tenían más de 20 años de edad habían muerto. Los libros de Levítico y Números registran los detalles de sus andanzas con todas sus quejas, su incredulidad y rebelión.

          Al final de esos 40 años, Josué guió a los hijos de Israel hacia la Tierra Prometida. Tomó 7 años conquistar la tierra y dividir la herencia a las 12 tribus. En el libro de Jueces encontramos un resumen de los días de Josué y los ancianos que sirvieron con él:

          “Y el pueblo sirvió al SEÑOR todos los días de Josué, y todos los días de los ancianos que sobrevivieron a Josué, quienes habían visto todas las grandes obras del SEÑOR que Él hizo por Israel. Y también toda esa generación fue reunida a sus padres. Y allí se levantó otra generación tras ellos que no conocía al SEÑOR, ni siquiera las obras las cuales Él había hecho por Israel.

          “Y los hijos de Israel hicieron lo malo a la vista del SEÑOR, y sirvieron a Baalim. Y abandonaron al SEÑOR Dios de sus padres, Quien los sacó de la tierra de Egipto. Y siguieron a otros dioses, incluso los dioses de los pueblos que estaban alrededor de ellos, y se inclinaron ellos mismos a ellos, y provocaron al SEÑOR a ira. Y abandonaron al SEÑOR y sirvieron a Baal y Astarot. Y la ira del SEÑOR ardió contra Israel, y los entregó en la mano de saboteadores quienes los sabotearon. Y los vendió en la mano de sus enemigos por todo el rededor, para que no pudieran ya más estar de pie delante de sus enemigos.  A dondequiera que salían, la mano del SEÑOR estaba contra ellos para mal, como el SEÑOR había dicho, y como el SEÑOR les había jurado. Y estuvieron angustiados en sobremanera.

          “Sin embargo, el SEÑOR levantó jueces quienes los libraban de la mano de aquellos quienes los despojaban. Y ellos no escucharían a sus jueces, sino fueron codiciando tras otros dioses, y se inclinaron a ellos. Se apartaron rápidamente del camino en el cual sus padres caminaron, porque ellos habían obedecido los mandamientos del SEÑOR; aquellos sin embargo no hicieron así. Y cuando el SEÑOR levantaba jueces para ellos, entonces el SEÑOR estaba con el juez, y los libraba de la mano de sus enemigos todos los días del juez, porque el SEÑOR se apiadaba por sus gemidos a causa de sus opresores y sus trituradores.

          “Y sucedió cuando el juez había muerto, ellos regresaban y se hacían mas corruptos que sus padres en seguir a otros dioses para servirlos, e inclinarse a ellos. No cesaban de sus propias obras ni de su manera obstinada. Y la ira del SEÑOR estuvo encendida en contra de Israel. Y Él dijo, “Porque esta nación ha transgredido Mi pacto el cual Yo ordené a sus padres, y no ha obedecido Mi voz,…” (Jueces 2:7-20).

          Los hijos de Israel repitieron estos pecados una y otra vez. De hecho, toda la historia de las doce tribus de Israel encaja en esta descripción en el libro de Jueces. No sólo es su historia testimonio de sus pecados de idolatría y rebelión continua contra Dios, sino que también es un testimonio del amor, la misericordia, y la gracia de Dios hacia ellos al no destruirlos por completo. A pesar de las repetidas recaídas de Israel, Dios permaneció fiel a la promesa que les había dado a Abraham, Isaac y Jacob.

          El último verso del libro de Jueces resume estos años de rebelión contra Dios: “En aquellos días no había rey en Israel. Todo hombre hacia lo que era correcto a sus propios ojos” (Jueces 21:25).

          La repetida idolatría de Israel continuó hasta el tiempo de Samuel el profeta y sacerdote de Dios. Mientras Samuel juzgaba a Israel, el pueblo permanecía fiel a su pacto con Dios. Sin embargo, hacia el final de su vida, el pueblo rechazó a Samuel y sus hijos y exigieron un rey. Samuel estaba afligido, pero Dios le dijo que hiciera como el pueblo había pedido:

          “…Oye a la voz del pueblo en todo lo que te dicen, porque no te han rechazado, sino Me han rechazado, que Yo no debería reinar sobre ellos” (I Samuel 8:7).

          Dios escogió a Saúl para ser el primer rey de Israel (I Samuel 9:15-17). Dios estaba con Saúl en el principio de su reinado, pero cuando él desobedeció los mandatos de Dios, Dios lo abandonó. Después del fracaso de Saúl, Dios levantó a David, un hombre conforme al corazón de Dios, para ser rey. Durante el reinado de David, el pueblo fue relativamente fiel a Dios.

          Salomón el hijo de David lo sucedió como rey. A Salomón le fue permitido construir el primer templo de Dios en Jerusalén. Este templo reemplazó el tabernáculo como centro para la adoración del verdadero Dios. Dios bendijo el templo con Su presencia, y bendijo a todo el pueblo de Israel que iba a adorarlo ahí.

          Dios se le apareció dos veces a Salomón en sueños, prometiéndole darle el deseo de su corazón. Cuando Salomón pidió sabiduría, Dios lo bendijo no sólo con sabiduría sino con riqueza en sobremanera. El reinado del rey Salomón se extendía desde el Monte Hermón en el norte y hasta el Negev en el sur. El reino de Salomón era el reino más grandioso y más rico del mundo en ese tiempo:

          “Y el Rey Salomón fue más grande que todos los reyes de la tierra en riquezas y sabiduría. Y todos los reyes de la tierra buscaban la presencia de Salomón para oír su sabiduría que Dios había puesto en su corazón. Y cada uno traía un regalo, vasijas de plata y vasijas de oro, y vestidos, armaduras, y especies, caballos, y mulas a una cierta tasa año tras año.Y el rey hizo la plata en Jerusalén como piedras,…” (II Crónicas 9:22-24,27).

          La “tasa” referida en estos versos era una forma de tributo pagado a Salomón por otros países. Dios bendijo a Salomón y a su reino sobre todas las demás naciones. En este punto de la historia, Israel tenía el potencial de convertirse en el reino más grandioso que existe. No solo había prosperidad sino también gran paz durante el reinado de 40 años de Salomón. De hecho, el nombre Salomón significa “paz.” Muchos consideran el reino de Salomón como un tipo del reino de Dios venidero, simbolizando la abundancia y la paz del Milenio durante el reinado de Cristo en la tierra.

          Durante la primera mitad de su reinado de 40 años, Salomón permaneció fiel a Dios. Sin embargo, en los años posteriores Salomón permitió que sus esposas extranjeras lo alejaran de Dios y lo llevaran hacia la adoración idólatra de sus dioses falsos: “Y el rey Salomón amó muchas mujeres extranjeras, Salomón se aferró a esas en amor. Y él tuvo setecientas esposas princesas, y trescientas concubinas. sus esposas apartaron su corazón tras otros dioses. Y su corazón no fue perfecto con el SEÑOR su Dios como fue el corazón de David su padre.

          “Porque Salomón fue tras Astoret, la diosa de los sidonios, y tras Milcom, la abominación de los Amonitas; y Salomón hizo lo malo a la vista del SEÑOR y no fue completamente tras el SEÑOR como su padre David. Luego Salomón construyó un lugar alto para Quemos, la abominación de Moab, en la colina la cual está delante de Jerusalén, y para Moloc, la abominación de los hijos de Amón. [Ese monte es llamado el “monte de corrupción” en II Reyes 23:13.] Y de la misma manera hizo para todas sus esposas extranjeras, y quemó incienso y sacrificó a sus dioses. Y el SEÑOR estaba furioso con Salomón porque su corazón fue vuelto del SEÑOR Dios de Israel quien había aparecido a él dos veces” (I Reyes 11:1-9).

          Es posible que Salomón construyera templos para casi cada dios pagano conocido por la humanidad, lamentablemente provocando la ira del Señor, Quien “…le había ordenado concerniente a estas cosas, que no debería ir tras otros dioses; y él no guardó eso lo cual el SEÑOR ordenó. Y el SEÑOR le dijo a Salomón, “Ya que esto ha sido hecho por ti, y ya que no has guardado Mi pacto y Mis estatutos los cuales te he ordenado, ciertamente rasgaré el reino de ti y lo daré  a tu siervo. Pero no lo haré en tus días, por amor a tu padre David, sino lo arrancaré de la mano de tu hijo. Únicamente, no arrancaré todo el reino, sino le daré una tribu a tu hijo por amor a Mi siervo David, y por amor a Jerusalén la cual he escogido”” (versos 10-13).

          Después de la muerte de Salomón, las tribus de Israel se dividieron en dos reinos. Las 10 tribus del norte siguieron a Jeroboam, un siervo de Salomón y lo hicieron rey. Desde ese tiempo en adelante, la Biblia se refiere a estas 10 tribus como el reino de Israel. El hijo de Salomón, Roboam se quedó con una tribu y partes de otras dos tribus. Él gobernó la tribu de Judá y parte de la tribu de Benjamín, así como a los levitas que vivían en Jerusalén y en cualquier lado en Judá. Después de la división de las doce tribus de Israel, este reino fue conocido como el reino de Judá. Más adelante, aquellos del reino de Judá fueron llamados judíos. Ya que los judíos eran básicamente una sola tribu, con un pequeño porcentaje de otras dos, no es apropiado ni acertado aplicar el término judíos a todas las doce tribus de Israel.

Los males de Jeroboam e Israel

          El descenso de Salomón en la idolatría preparó el escenario para el declive y la caída de tanto Israel como Judá. Cuando Salomón pecó al alejarse de Dios, el echó la suerte para los reyes de Israel y Judá que reinarían después de él, de los cuales la mayoría continuaron sus prácticas idolatras. Jeroboam, el primero en reinar sobre el nuevo reino de Israel, excedió incluso el pecado de Salomón. Construyendo sobre el fundamento que Salomón había establecido, Jeroboam inmediatamente llevó a las 10 tribus de Israel precipitadamente hacia paganismo más profundo:

          “Entonces el rey [Jeroboam, ahora rey de las 10 tribus del norte de Israel] tomó consejo, e hizo dos becerros de oro y les dijo, “Es demasiado para ustedes subir a Jerusalén. ¡He aquí sus dioses, Oh, Israel, quienes los sacaron de la tierra de Egipto!” Y él colocó el uno en Betel, y puso el otro en Dan. Y esta cosa llegó a ser un pecado, porque la gente iba a adorar delante del uno, incluso hasta Dan. E hizo casas de adoración en los lugares altos [templos paganos a Baal] e hizo sacerdotes de lo más bajo del pueblo, quienes no eran los hijos de Levi. Y Jeroboam ordenó una fiesta en el octavo mes, en el quinceavo día del mes, como la fiesta que es en Judá. Y ofreció sobre el altar. Así hizo en Betel [significa “casa de Dios’], sacrificando a los becerros que había hecho. Y colocó en Betel a los sacerdotes de los lugares altos los cuales había hecho.

          “Y ofreció sobre el altar el cual había hecho en Betel en el quinceavo día del octavo mes, en el mes el cual había inventado de su propio corazón. Y ordenó una fiesta para los hijos de Israel. Y ofreció sobre el altar y quemó incienso” (I Reyes 12:28-33).

          La fecha que Jeroboam eligió para su fiesta idolatra es significante porque coincide con las costumbres religiosas paganas de otras naciones de su tiempo. El hecho de que Jeroboam eligiera el quinceavo día del octavo mes “de su propio corazón” no significa que fue el primer rey en hacerlo una observancia nacional. En las naciones del Medio Oriente antiguo, el día 15 del octavo mes era dedicado a la adoración de reyes. Como declara un autor, “Los primeros reyes babilónicos desde el tiempo de Sargón I hasta la cuarta dinastía de Ur o más adelante, alegaban ser dioses durante su vida. Los monarcas de la cuarta dinastía de Ur en particular hicieron que se construyeran templos en su honor; establecieron sus estatuas en varios santuarios y ordenaban a la gente que les sacrificaran a ellos; el octavo mes fue especialmente dedicado a los reyes y se les ofrecían sacrificios en la luna nueva [el primer día del mes] y en el quinceavo día de cada mes [la luna llena]” (Frazer, La Rama Dorada, pp. 120, énfasis agregado).

          Jeroboam estaba instituyendo el antiguo sistema pagano de adoración de reyes, el cual se originó en Babilonia. Como aprenderemos más adelante, el quinceavo día del primer mes tenía aún más importancia para estos pueblos antiguos, que el día 15 del octavo mes. La celebración pagana que tomaba lugar el día 15 del primer mes presentaba una gran tentación al pueblo de Israel y Judá. Esta influencia idólatra fue un factor clave en los cambios que fueron instituidos más adelante en la observancia de la Pascua.

          Jeroboam no estaba simplemente estableciendo un festival para competir con la fiesta que Dios había ordenado en el séptimo mes, el cual era observado cada año en el reino de Judá. Él estaba estableciendo un sistema babilónico religioso pagano y gubernamental completamente desarrollado que ultimadamente afectaría cada aspecto de las vidas de las personas. Jeroboam construyó un nuevo templo con un nuevo altar e instituyó un nuevo sacerdocio, consigo mismo tanto como sumo sacerdote y como rey. Este nuevo templo fue dedicado en el mismo día que los reyes del Medio Oriente antiguo habían designado como día de homenaje y sacrificio a sus dioses-reyes.

          Sabiendo que la idolatría de Jeroboam desviaría a la nación entera, Dios envió una advertencia directa por medio de uno de Sus profetas para enfrentar a Jeroboam cara a cara. Este fue un testimonio contra Jeroboam personalmente—un testimonio en contra de sus idolatrías abominables involucrando la adoración pagana del becerro y un sacerdocio pagano, en el cual él se hizo a sí mismo el sumo sacerdote y guió en la ofrenda de sacrificios al ídolo becerro en Betel. Ahora el becerro de oro, el cual había traído la ira de Dios sobre los hijos de Israel en el lugar desolado, trajo de nuevo Su juicio:

          “Y he aquí, un hombre de Dios salió de Judá por la palabra del SEÑOR, a Betel. Y Jeroboam se paró junto al altar para quemar incienso. Y él gritó contra el altar por la palabra del SEÑOR y dijo, “Oh, altar, altar, así dice el SEÑOR. ‘He aquí, un hijo será nacido a la casa de David, Josías por nombre, y sobre ti él ofrecerá los sacerdotes de los lugares altos que queman incienso sobre ti, y huesos de hombres serán quemados sobre ti.’ ”

          “Y él dio una señal el mismo día, diciendo, “Esta es la señal la cual el SEÑOR ha hablado. ‘He aquí, el altar será destrozado, y las cenizas que están sobre el serán derramadas.’ ” Entonces sucedió que cuando el rey Jeroboam oyó el dicho del hombre de Dios que había gritado contra el altar en Betel, extendió su mano del altar, diciendo, “¡Agárrenlo!” Y su mano, la cual extendió contra él se marchitó así que no pudo retraerla de nuevo a sí mismo.

          “El altar también se partió en dos y las cenizas se derramaron del altar de acuerdo a la señal la cual el hombre de Dios había dado por la palabra del SEÑOR. Y el rey respondió y le dijo al hombre de Dios, “Busca ahora el rostro del SEÑOR tu Dios, y ora por mí, que mi mano me pueda ser restaurada otra vez.” Y el hombre de Dios oró al SEÑOR, y la mano del rey fue restaurada otra vez y llegó a ser como al principio” (I Reyes 13:1-6).

          A pesar de esta advertencia personal de Dios, Jeroboam se rehusó a arrepentirse de sus idolatrías: “Después de esta cosa Jeroboam no se volvió de su mal camino, sino que volvió y otra vez hizo sacerdotes de los lugares altos de lo más bajo del pueblo, cualquiera que deseara ser hecho sacerdote, él lo consagraba, y llegaba a ser uno de los sacerdotes de los lugares altos. Y esta cosa llegó a ser el pecado de la casa de Jeroboam, incluso para destruirla de la faz de la tierra” (versos 33-34).

          De nuevo Dios habló a través de un profeta, esta vez pronunciando Su juicio no solo en Jeroboam sino en todo el reino de Israel, el cual había seguido al rey en sus idolatrías abominables: “ Pero tú has hecho maldad sobre todos lo que fueron antes de ti, por que has ido y hecho para ti otros diosesPor tanto, he aquí,barreré el resto de la casa de JeroboamPorque el SEÑOR golpeará a Israely Él arrancará a Israel de esta buena tierra la cual Él dio a sus padres, y los esparcirá más allá del Río porque han hecho su Aserim [plural hebreo de Asera], provocando al SEÑOR a ira. Y Él entregará a Israel a causa de los pecados de Jeroboam quien pecó, y porque él hizo pecar a Israel”” (I Reyes 14:9-10, 15-16).

          A pesar de las bendiciones que Dios le había dado a Israel y el pacto que habían hecho con Él, los hijos de Israel eligieron rechazar a Dios. Ellos se volvieron a los becerros de oro de Jeroboam, los cuales eran ídolos para la adoración de Baal, e hicieron ídolos para la diosa Asera. La adoración de estas deidades paganas es condenada por Dios en las Escrituras una y otra vez.

Los dioses falsos de Israel y Judá apóstatas

          Como muestra el libro de Jueces, la adoración de Baal y Asera comenzó a corromper al pueblo de Israel desde muy temprano. El Diccionario de la Biblia del Intérprete apunta a evidencia de que se podían encontrar ídolos de las dos deidades a través de la tierra: “De acuerdo a Jueces 3:7 había una asociación de adoración entre Baal y Asera. El pasaje declara que los israelitas eran malvados porque abandonaron al Señor y sirvieron a los Baales y Aseras. La referencia a estas deidades en el plural podría indicar que cada localidad tenía su propio Baal y su Asera, los cuales eran consortes adorados en el mismo santuario” (Volumen I, s.v. “Asera”).

          ¿Quiénes eran estas falsas deidades que adoraba el pueblo de Israel, trayendo sobre sí mismos el juicio de Dios? Asera “…era el nombre hebreo para una diosa amorrea o cananea, quien era adorada en varias partes del cercano oriente” (Ibíd.).

          Esta diosa, conocida por los cananeos como Anat, era adorada en otras partes del mundo antiguo como Diana, Artemisa, Ishtar, Isis, Atirat y Astarté. El dios cananeo Baal también era adorado en distintas tierras. En Babilonia, él era el dios sol Shamash. En Asiria, él era el dios Saturno. En Egipto, él era tanto Ra el dios sol, como Osiris, el dios del inframundo. La adoración de todas estas religiones paganas se originaron en la torre de Babel en la antigua Babilonia.

          Las Dos Babilonias por Alexander Hislop provee una de las historias más completas de la religión antigua que fue fundada por Nimrod y Semíramis. Mientras él rastrea la historia de esta religión pagana, Hislop muestra que sus doctrinas y prácticas están siendo perpetuadas en el catolicismo y en muchas supuestas costumbres “cristianas” del mundo moderno.

          En su libro, Hislop revela que Baal era el nombre cananeo de Nimrod, quien era adorado a través del mundo antiguo. Hislop también muestra que Nimrod, de nombre egipcio Osiris, era representado como un toro jóven: “La manera usual en que la divinidad favorita de los egipcios [Nimrod] era representada místicamente era bajo la forma de un toro jóven o becerro – el becerro Apis – del cual fue copiado el becerro de oro de los israelitas.” (Las Dos Babilonias, pp. 74, énfasis agregado).

          Este era el dios que adoró el pueblo de Israel cuando abandonaron a su Dios y fueron tras el becerro de oro que Jeroboam puso en Betel. En lugar de adorar al verdadero Señor del cielo y la tierra, eligieron adorar al Nimrod divinizado, el falso señor de las naciones paganas alrededor de ellos: “Mientras el nombre griego de Belo representa tanto el Baal como el Bel de los caldeos, éstos tuvieron, sin embargo, dos títulos completamente distintos. Estos títulos se daban ambos, a menudo y del mismo modo, al mismo dios, pero tenían significados del todo distintos. Baal, como hemos visto, significaba ‘el Señor’…” (Ibíd., pp. 46-47, énfasis agregado).

          Asera o Semíramis, quien era tanto la madre como la esposa de Nimrod, era la diosa principal del mundo antiguo. Ella era adorada como una virgen y como la madre de los dioses: “Entonces, Semíramis, la primera reina deificada de esa ciudad y de la torre cuya cima se pretendía que llegara hasta el cielo, debe haber sido el prototipo de la diosa que ‘primero hizo torres en las ciudades.’ Si tomamos en cuenta a la Diana de los efesios, encontramos evidencia sobre el mismo asunto. En general, a Diana se le describía como virgen, y era la protectora de la virginidad; pero la Diana de los efesios era bastante diferente. Se la representaba con todos los atributos de Madre de los dioses…y, como Madre de los dioses, llevaba una corona de torres, de tal modo que nadie pudiera contemplarla sin que recordara forzosamente la torre de Babel. Esta Diana que lleva la torre es identificada con Semíramis por un antiguo escoliasta” (Ibíd., pp. 51, énfasis agregado).

          Como la madre de Nimrod y de otros dioses, personificaba los poderes reproductivos de toda la vida: “En la literatura religiosa de Tamuz Babilonia [Nimrod renacido] aparece como el cónyuge juvenil o amante de Ishtar, la gran madre diosa, la personificación de las energías reproductivas de la naturaleza” (Frazer, The Golden Bough, pp. 379, énfasis agregado).

          El Diccionario de la Biblia del Intérprete claramente vincula la adoración de esta gran madre diosa con la adoración de Asera, la diosa de los cananeos de la fertilidad: “Muchos detalles acerca del lugar de Asera en el panteón han sido suplidos por los textos de Ras Shamra. En la Antigua Ugarit ella era la madre diosa, consorte de El, madre de 70 dioses incluyendo a Baal, quien es llamado bn ‘trt (‘hijo de Arhirat’). Se le ofrecían sacrificios animales a ella, como a otras deidades en Ugarit…como una importante deidad de la fertilidad de los fenicios y los cananeos, ella representaba un formidable rival de Yahweh bajo el patrocinio de la princesa fenicia Jezabel” (Vol. I, s.v. “Asera”). 

          Semíramis era adorada en la religión cananea no sólo como la madre de Baal sino también como su esposa: “Hasta hace dos o tres décadas atrás, la literatura y la religión cananea eran casi desconocidas más que por el escaso conocimiento acerca de ellos, el cual pudo ser derivado de fuentes tardías. Pero gracias a excavaciones francesas, dirigidas por Claude Schaeffer, en Ras Shamra, Antigua Ugarit, situada en la costa del norte de Siria, se ha descubierto material muy importante…la deidad principal del panteón Ugaritico es ‘Il (El). El es un dios del cielo. El es padre de los otros dioses y es señor supremo sobre los dioses y gobernador sobre la asamblea de los dioses en la montaña en el norte—por ejemplo, Monte Casio. Baal es otra deidad importante, previamente conocido del Antiguo Testamento. Su esposa Anat [la Asera del Antiguo Testamento]. Más o menos estas dos deidades pueden ser comparadas con las dos deidades de Mesopotamia Tamuz e Ishtar. Como el posterior, Baal y Anat [Asera] son deidades de vegetación” (Ibíd., s.v. “Cananeo”).

          Como a Baal y Asera, a Nimrod y Semíramis se les atribuyó el poder de producir cosechas abundantes al impartir la fertilidad a la tierra.  Los ritos antiguos que se hacían en su honor eran orgías indecentes en las cuales todos se permitían bailar desnudos y tener sexo promiscuo. La siguiente descripción de esta adoración orgiástica muestra por qué Dios condenó a Israel tan vehemente por imitar a los paganos: “En arboledas y campos a través de la tierra, la presencia de Baal era marcada por pilares desnudos o tallos de árboles fijos verticalmente en la tierra. Ya que Baal impregnó la tierra por copula, las ceremonias en su honor frecuentemente imitaban actos sexuales…A veces el dios se mostraba a horcajadas de un toro, un animal simbólico de poder reproductivo. A veces el sol era un nimbo [aura] que lo contenía; otras veces él era un falo con la cabeza de un dios. Imágenes de Astarté la ilustraban al desnudo con sus piernas separadas, sosteniendo dos palomas blancas en sus manos, mientras que a sus pies yacían un león y una serpiente enroscada sumisamente [bestialismo]…” (Bach, Strange Sects and Curious Cults, pp. 14).

          En Las Dos Babilonias, Hislop declara que la adoración del fuego y la práctica de pasar a través del fuego también eran parte de la adoración a Baal. La Biblia revela que esta adoración vil incluía quemar niños en el fuego. El profeta Jeremías registró la acusación de Dios a los judíos y a sus reyes por esta práctica. Dios dijo, “También han construido los lugares altos de Baal [el valle de Hinnom] para quemar a sus hijos con fuego como ofrenda quemada a Baal, lo cual nunca ordené ni hablé, ni entró a Mi mente” (Jeremías 19:5).

          Hislop hace una revelación deslumbrante al describir estos sacrificios humanos. Él muestra que el canibalismo era parte de la adoración de Baal cuando declara, “Por consiguiente, a los sacerdotes de Nimrod o Baal se les exigía necesariamente que comieran de los sacrificios humanos; y fue así como “Cahna-Bal,” el “Sacerdote de Baal,” aparece en nuestra propia lengua para designar al devorador de carne humana” (Las Dos Babilonias, pp. 355-356).

          Estas eran las prácticas abominables y la adoración perversa que Jeroboam instituyó como la religión oficial de las 10 tribus en el reino de Israel.

La importancia del 14 y 15 de Nisán en las religiones paganas

          Bajo el Baalismo, Israel abandonó la Pascua, el día 14 del primer mes y la Fiesta de Panes sin Levadura, la cual comienza en el 15 y continúa hasta el 21. En su lugar, Israel adoptó un festival pagano en honor a Baal y Asera, el cual también comenzaba el día 15 del primer mes.

          En todo el debate sobre observar la Pascua en el 14 o en el 15, la mayoría de las personas no han estado conscientes de que habían significados muy diferentes adjuntos a estos dos días por las religiones paganas del medio oriente antiguo. El día 14 era contado entre los días “de mala suerte” del mes, como muestra la siguiente referencia:

          “Comidas de los sacrificios se disponían regularmente para las deidades diariamente. Pero habían días especiales que requerían sacrificios extras y ceremonias especiales. Cada día era sagrado para un dios particular. Listas especiales, las supuestas hemerologías, enumeran estos y marcan los días de suerte y los peligrosos (‘malos’). El séptimo, el catorceavo, diecinueveavo, el veintiunavo y el veintiochoavo de cada mes eran especialmente de mala suerte…pero debería notarse que mientras que los hombres se abstenían de ciertas actividades durante estos días, la causa no era la misma que en el caso del sábado Israelita: estos días eran malos y peligrosos, mientras que el sábado tenía un valor positivo” (Riggen, Religiones del Medio Oriente Antiguo, pp. 82, énfasis agregado).

          Los días catorceavo y veintiunavo del primer mes eran especialmente DÍAS DE MALA SUERTE para los egipcios, ¿cierto? En el día catorceavo, 4,800,000 EGIPCIOS FUERON MATADOS POR EL SEÑOR. TODOS LOS PRIMOGÉNITOS DE HOMBRE Y BESTIA FUERON MATADOS ¡EN UNA NOCHE! ¡No es misterio de por qué el catorceavo día era considerado de mala suerte!

          ¿Qué hay del veintiunavo día del primer mes? Ese día también era de mala suerte para los egipcios. ¡Sus ejércitos fueron destruidos en el Mar Rojo por el poder de Dios! Sí, por supuesto que esos eran días de mala suerte para los egipcios. En el registro Escritural de los eventos que llevaron al éxodo, no se nos dice específicamente cuando cayeron algunas de las plagas más devastadoras sobre los egipcios, pero es probable que Dios envió estas plagas en alguno de sus otros “días de mala suerte.” Estaría en línea con el propósito de Dios de usar sus propios días como testimonios poderosos en su contra.

          Mientras que el día 14 del mes era considerado como malo y peligroso, el 15 era considerado un día de regocijo y de buena suerte: “Días especiales de fiesta en cada mes eran, por ejemplo, el día de la luna nueva (el primer [día del mes]) y el día de la luna llena (el quinceavo [día del mes]), el cual más adelante fue llamado Sapattu” (Ibíd., pp. 83, énfasis agregado).

          Es significativo que los festivales más grandes en las religiones paganas fueran observados en los mismos meses que eran observadas las fiestas de Dios. Se nos dice, “Finalmente, de Uruk tenemos un número textos rituales de los dos festivales akitu de Anu, uno en Nisán, el otro en Tishrit [el séptimo mes]” (Ibíd., pp.88, énfasis agregado).

          Dios ordenó la Fiesta de Panes sin Levadura por siete días en el mes de Nisán (Abib), y la Fiesta de Tabernáculos por siete días en el mes de Tishri. Ambos festivales comienzan en el día 15 del mes, el día de la luna llena. Ya que los paganos también observaban sus festivales en el 15 del mes, y en los mismos meses que los festivales de Dios, fue fácil para los hijos de Israel caer en la apostasía. Al mismo tiempo en que las fiestas de Dios estaban siendo observadas en Israel, ¡las naciones paganas alrededor estaban guardando festivales de 7 días a Baal! Estos festivales paganos eran falsificaciones de las fiestas del verdadero Dios. (Además de los festivales paganos en el primer y en el séptimo mes, se realizaba una fiesta dedicada a los reyes dioses paganos en el día 15 del octavo mes. Esta práctica fue imitada por Jeroboam).

          La siguiente descripción de la fiesta de la primavera de Baal por 7 días muestra las prácticas libertinas a las que se entregaban durante estos festivales paganos: “…Días sagrados a Baal, días cuando la tierra brotaba de nuevo a la vida, el equinoccio de primavera, el tiempo de plantar, encontraba a la población yendo a los templos y a las arboledas en masa…Los festivales de primavera llegaban a sus puntos culminantes en actos sexuales realizados en los tejados de las casas donde los participantes sentían que estaban más cerca del poder del sol, y en las arboladas, donde se creía que Baal mismo se uniría a ellos en su adoración. Había aquellos que desovaban su semilla humana sobre la tierra, sinceramente confiando que esto invocaba una bendición celestial especial. En las fiestas del templo, representantes del dios y la diosa invisible [representantes humanos—personas vestidas en disfraces como dioses y diosas] se atiborraban y en danzas desenfrenadas convocaban al ‘dios toro’ para que apareciera. Las mujeres, intoxicadas por mejunjes de hierbas y vino, yacían desnudas sobre los campos recién plantados en adulación de Astarté [Asera]. Estas eran las ocasiones cuando los padres daban sus hijas a sus propios hijos para prostitución o tomaban a sus propias hijas para jugar el papel de esposa [aquellas que concebían también realizaban los ritos de aborto de Baal]…Por 7 días y noches [los cuales empezaban el 15 de Nisán] las demostraciones continuaban…” (Bach, Strange Sects and Curious Cults, pp. 15, énfasis agregado).

          Estos 7 días de celebraciones orgiásticas coincidían exactamente con los 7 días de la Fiesta de Panes sin Levadura. ¡Satanás había falsificado los días de fiesta de Dios para desviar a Israel por medio de la lujuria de la carne!

          Los cánticos rítmicos y los bailes indecentes que acompañaban las fiestas de Baal daban testimonio del comportamiento lascivo de los participantes. Actos similares de abandono y descontrol sexual son estimulados hoy por el ritmo animista del rock, música metálica, música rap y las canciones satánicas de cultos musicales. El “amor libre” que es incitado por esta música de culto ¡es una versión de la adoración de Baal en el siglo 20! Noten las similitudes en esta descripción de los adoradores de Baal: “…Las demostraciones continuaban mientras que los adoradores cantando incesantemente serpenteaban a través de la tierra, pausando para besar los símbolos fálicos en los campos…en las orillas de los campos, bailarines enfatizaban su coreografía rítmica al rodar en el suelo para imitar los cuidados maternales de las semillas [rodando en la semilla de Baal, quien copuló con la tierra]…” (Ibíd., pp. 15-16, énfasis agregado).

          La auto-mutilación también era parte de la adoración a Baal. Los sacerdotes de Baal habitualmente se cortaban sus cuerpos para persuadir a Baal que enviara lluvia, así como lo hicieron cuando Elías los desafió en el Monte Carmelo. En ese tiempo, Israel era gobernado por el malvado rey Acab y su malvada esposa Jezabel. Jezabel había sido sumo sacerdotisa de Asera en su país nativo de Fenicia. Como esposa de Acab, ella usó todo su poder e influencia para establecer la adoración de Baal y Asera en Israel. Cuando la mayoría de las personas en el reino apostataron, Dios envió una sequía severa para castigarlos. La sequía había durado tres años y medio cuando Elías llamó a los sacerdotes de Baal al Monte Carmelo. Noten cómo los sacerdotes de Baal intentaban traer lluvia: “Si la tierra estaba seca o si ocurría una sequía, los sacerdotes representaban otros ritos miméticos, simulando la lluvia al cortar sus cuerpos con cuchillos hasta que salía la sangre a chorros. Esto era para mostrarle a Baal como él debía derramar la lluvia sobre los campos. Mientras tanto, ellos cantaban ‘¿Dónde está el Baal vencedor? ¿Dónde está el príncipe señor de la tierra? ¡La tierra virgen lo espera!’” (Ibíd., pp. 16 énfasis agregado).

          Después de muchas horas de derramar sangre, los sacerdotes de Baal tuvieron que aceptar la derrota. Baal no había respondido a sus plegarias. Entonces Elías preparó un sacrificio y ofreció una corta oración a Dios. Dios respondió con fuego del cielo, que consumió tanto el sacrificio como el altar. Este milagro volvió los corazones de los Israelitas de vuelta a Dios—pero solo por un tiempo. Era demasiado fácil rendirse ante la tentación, cuando estaba a su alrededor.

          Ya que el día 15 del primer mes era un día de fiesta pagano así como un día santo de Dios, los israelitas continuamente estaban siendo tentados para combinar las festividades paganas con su adoración a Dios. Aquellos israelitas idólatras que sucumbían a la tentación, indudablemente sentían que estaban sirviendo a Dios mientras practicaban estas costumbres paganas. ¿No había mandado Dios que el día 15 del primer mes fuera observado como día de fiesta? ¿No era un día para ofrecer sacrificios y celebrar con un banquete religioso? ¡Eso es exactamente lo que estaban haciendo! Ellos estaban sacrificando en el templo de Dios en Jerusalén—pero estaban sacrificando a otros dioses. Ellos se justificaban a sí mismos al alegar que eran el pueblo que Dios había salvado—el pueblo escogido de Dios. El profeta Jeremías los condenó por esta hipocresía:

          “No confíen en palabras mentirosas, diciendo, ‘El templo del SEÑOR, el templo del SEÑOR, el templo del SEÑOR son estos.’ He aquí, ustedes confían en palabras mentirosas que no pueden beneficiar. ¿Robarán, asesinarán, y cometerán adulterio, y jurarán falsamente, y quemarán incienso a Baal, y caminarán tras otros dioses a quienes no conocen; y luego vendrán y se pararán delante de Mi en esta casa la cual es llamada por Mi nombre, y dirán, ‘Somos libres de hacer todas estas abominaciones’?” (Jeremías 7:4, 8-10).

          Sí, el pueblo de Israel se justificaba a sí mismo y sus prácticas malvadas al alegar que ellos eran el pueblo que Dios había liberado, y por lo tanto Dios aprobaba lo que estaban haciendo. ¿Qué es lo que estaban haciendo? Andaban tras otros dioses y ¡ofrecían sacrificios a Baal en la casa misma de Dios! Como muestra Jeremías, también estaban adorando a la reina del cielo y haciendo ofrendas de tortas para ella (verso 18). Ellos habían abandonado su pacto con el verdadero Señor del cielo y de la tierra y ya no le estaban ofreciendo sacrificios a Él. Dios envió a Isaías para condenarlos con este mensaje de Sus labios: “No Me has traído caña dulce con dinero, ni me has saciado con la grasa de tus sacrificios; pero Me has hecho servir con tus pecados; Me has cansado con tus iniquidades” (Isaías 43:24).

Dios castigó a Israel por sus observancias paganas

          Dios estaba enojado con el pueblo de Israel por profanar Sus sábados y días santos, y entonces justificaban sus pecados al decir que habían sido librados por Dios y eran libres de hacer estas cosas. Los israelitas idólatras habían reemplazado las ordenanzas de Dios con las costumbres paganas de las naciones a sus alrededores. Satanás había inspirado a estas naciones paganas a celebrar sus días paganos en honor a dioses falsos ¡en los mismos días que el Dios verdadero había ordenado para la observancia de Sus festivales! A los israelitas que observaban estos días Dios proclamó, “Sus lunas nuevas y sus fiestas designadas odia Mi alma; son un problema para Mí; estoy cansado de llevarlas” (Isaías 1:14).

          Nota: Esta misma condena aplica a los días festivos que son llamados cristianos pero que en realidad son de origen pagano—navidad, domingo de resurrección, y otros días festivos y días de los santos de la iglesia católica romana y las iglesias ortodoxas. También se aplica a los días que son observados por los musulmanes, hindúes, y budistas, y todas las demás observancias que no son santificadas por Dios en las Escrituras.

          Aunque las 10 tribus de Israel habían provocado seriamente a Dios con sus idolatrías, Él les dio muchos años para arrepentirse antes de que Él ejecutara Sus juicios. La división de las doce tribus en el reino de Israel y en el reino de Judá ocurrió alrededor del 970 aC. Durante los siguientes 242 años, con algunos resurgimientos menores, el pueblo en el reino de Israel del norte se redujo moralmente y religiosamente a sí mismo en la deplorable corrupción. Como castigo por sus pecados, Dios envió a los asirios, quienes los conquistaron y los llevaron cautivos. Los asirios los sacaron de la tierra de Israel y los hicieron morar en un área conocida como el Cáucaso, al oriente del Mar Negro. Los descendientes de las 10 tribus de Israel nunca volvieron a su tierra natal. Siglos después, muchos de estos israelitas emigraron hacia el occidente a Europa y a las islas británicas y se convirtieron en los anglosajones.

          El segundo libro de Reyes da el último registro del Antiguo Testamento del reino de Israel de 10 tribus: “Ahora esto sucedió porque los hijos de Israel habían pecado contra el SEÑOR su Dios, Quien los había sacado de la tierra de Egipto, de debajo de la mano de Faraón rey de Egipto, y habían temido a otros dioses, y caminaron en los estatutos de las naciones a quienes el SEÑOR echó de delante de los hijos de Israel, y de los reyes de Israel, los cuales las naciones habían hecho. Luego los hijos de Israel secretamente hicieron cosas en contra del SEÑOR su Dios que no estaban correctas. Y construyeron lugares altos [para adorar a otros dioses] en todas sus ciudades para sí mismos desde la Torre de Vigilancia hasta la ciudad fortificada. Y erigieron imágenes [símbolos fálicos representando a Nimrod] y arboledas [representando a Semíramis] para sí mismos en cada colina alta, y debajo de cada árbol verde. Y quemaron incienso en todos los lugares altos, como las naciones a quienes el SEÑOR había removido de delante de ellos, y practicaron cosas malas para provocar al SEÑOR a ira, porque ellos sirvieron a los ídolos de los cuales el SEÑOR les había dicho, “No harán esta cosa.” Y el SEÑOR testificó en contra de Israel y en contra de Judá, por todos los profetas, por todos los videntes, diciendo:

          ““Vuélvanse de sus malos caminos y guarden Mis mandamientos y Mis estatutos, de acuerdo a toda la ley la cual ordené a sus padres, y la cual envié a ustedes por Mis siervos los profetas.” No obstante, ellos no escucharon, sino endurecieron sus cuellos, como el cuello de sus padres que no creyeron en el SEÑOR su Dios. Y rechazaron Sus estatutos y Su pacto el cual hizo con sus padres, y Sus advertencias que testificó contra ellos. Y fueron tras vanidad, y llegaron a ser vanos, y fueron tras las naciones alrededor de ellos, respecto a quienes el SEÑOR les había pedido no hacer como ellos. Y dejaron todos los mandamientos del SEÑOR su Dios e hicieron imágenes fundidas, dos becerros para sí mismos. E hicieron una arboleda, y adoraron a todos los ejércitos del cielo, y sirvieron a Baal. E hicieron a sus hijos e hijas pasar a través del fuego. Y usaron adivinación y hechicerías, y se vendieron a hacer lo malo a la vista del SEÑOR, para provocarlo a ira. Así el SEÑOR estuvo muy enojado con Israel y los removió fuera de Su vista; ninguno fue dejado, solo la tribu de Judá por sí misma.

          “También Judá no guardó los mandamientos del SEÑOR su Dios, sino que caminó en los estatutos los cuales hizo Israel. Y el SEÑOR rechazó toda la semilla de Israel, y los afligió, y los entregó en la mano de saqueadores hasta que los había echado de Su vista. Porque Él rasgó [separó] a Israel de la casa de David y ellos hicieron a Jeroboam el hijo de Nebat rey. Y Jeroboam desvió a Israel de seguir al SEÑOR, y los hizo pecar un gran pecado. Porque los hijos de Israel caminaron en todos los pecados de Jeroboam los cuales él hizo. No se apartaron de ellos hasta que el SEÑOR removió a Israel de Su vista como Él había dicho por todos Sus siervos los profetas.…” (II Reyes 17:7-23).

          Este resumen de los pecados idólatras del pueblo de Israel muestra las prácticas abominables que adoptaron en lugar de los mandamientos y ordenanzas de Dios para Sus días de fiesta. Su descenso hacia la adoración depravada de los paganos a su alrededor fue apoyada por el hecho de que los festivales paganos principales eran observados exactamente en los mismos días del calendario que los días santos de Dios.

          Los libros de Reyes y Crónicas contienen muchos registros del horrible paganismo y el libertinaje deplorable en el cual se degeneró el pueblo de Israel, al rendirse a la adoración de Baal y Asera. Sería muy instructivo leer todo el registro de la historia de Israel y Judá como está registrada en el Antiguo Testamento.

          Tan malvadas como eran las idolatrías de las 10 tribus de Israel, fueron superadas por los pecados del pueblo de Judá, ancestros de los judíos. En el Capítulo Doce aprenderemos cómo el paganismo desenfrenado en el reino de Judá llevó a los cambios que fueron instituidos en la observancia de la Pascua. La evidencia Escritural mostrará que las prácticas idólatras de los judíos antiguos fueron directamente responsables de la institución de la Pascua centralizada en el templo.