CAPÍTULO VEINTE

(Tomado del libro “La pascua Cristiana”)

 

¿QUÉ TAN FRECUENTEMENTE DEBERÍA OBSERVARSE LA PASCUA CRISTIANA?

 

Por

Fred Coulter

www.laverdaddedios.org

 

          ¿Qué tan frecuentemente deberíamos participar de la Pascua cristiana? ¿Deberíamos observarla muchas veces durante el año? ¿El observarla frecuentemente nos hará más justos o nos ayudará a obtener favor con Dios? ¿Qué enseñan las Escrituras?

          El Antiguo Testamento revela que la Pascua fue instituida como una observancia anual. Dios ordenó que la Pascua fuera observada cada año en el día 14 del primer mes, de acuerdo al calendario hebreo. A través de los tiempos del Antiguo Testamento, la Pascua era observada solamente una vez al año. Aunque las observancias tardías centradas en el templo no fueron observadas en el tiempo que Dios ordenó, solamente eran observadas una vez al año. No hay ningún registro Escritural ni histórico de disputa alguna sobre qué tan frecuentemente deberían ser matados los corderos y ser comida la cena de la Pascua. Por otro lado, hay gran desacuerdo sobre qué tan frecuentemente deberíamos observar la ceremonia del lavamiento de pies y el pan y el vino que es ordenado en el Nuevo Testamento.

          Numerosas organizaciones de iglesia profesan seguir el mandato del Nuevo Testamento, pero cada una tiene su propia versión de esta ceremonia cristiana. Algunos la llaman “la Cena del Señor,” y otros la llaman “Santa Comunión” o “la Eucaristía.” Algunos enseñan que debería observarse cada semana y otros enseñan que solamente debería ser observada en navidad y el domingo de resurrección. Muy pocos la observan en el día que fue instituida. De hecho, la mayoría de las iglesias ignoran el hecho de que Jesús instituyó esta ceremonia en el día de la Pascua. Como resultado, la gran mayoría de quienes profesan ser cristianos ni siquiera reconocen esta ceremonia como la Pascua del Nuevo Pacto. Solamente la ven como una ceremonia conmemorativa, para ser observada en el tiempo y de la manera que decretan sus autoridades de la iglesia. En las iglesias católicas y ortodoxas, el sacerdote administra la eucaristía cada vez que hay misa, y uno puede asistir a misa todos los días de la semana. La misa se puede tener en distintas horas del día, desde temprano en la mañana hasta la medianoche. Ya que todos los miembros son requeridos a asistir a la misa del domingo, se puede tener varias veces ese día, con una misa el sábado en la tarde ofrecida como una alternativa. Además, hay misas especiales para días festivos principales de la iglesia, funerales, bodas, y oraciones para los muertos. Ya que la eucaristía es administrada en cada misa, los miembros de las iglesias católicas y ortodoxas pueden participar de esta ceremonia cientos de veces durante el año. Para celebrar la eucaristía, el sacerdote pasa una oblea ceremonial especial de pan sin levadura a cada participante. Sin embargo, el sacerdote no rompe el pan. El sacerdote que realiza la misa bebe de un cáliz de vino, pero no es requerido que pase el cáliz a los participantes.

          En muchas iglesias protestantes, la Cena del Señor es administrada cada domingo durante los servicios de adoración. En lugar de pan sin levadura y vino, la mayoría de las denominaciones usan pan leudado y jugo de uva, o agua, así como lo hacen aquellos que son miembros de Los Santos de los Últimos Días de la Iglesia de Jesucristo—los mormones. Algunos, incluyendo a los adventistas del Séptimo Día, observan la Cena del Señor trimestralmente—cuatro veces al año. Otros la celebran solamente una vez o dos veces al año en navidad y/o en el domingo de resurrección.

          Pocos de quienes profesan ser cristianos piensan alguna vez en cuestionar si las prácticas de su iglesia se ajustan a las enseñanzas de Jesucristo. Suponen que están observando la ceremonia del Nuevo Testamento exactamente como Él lo ordenó, sin embargo, la observan de distintas maneras en tiempos muy diferentes. ¿Son todas estas distintas prácticas aceptables para Dios? ¿Cómo podemos saberlo?

          La respuesta está revelada en la Palabra de Dios. En Su última Pascua, Jesucristo demostró cómo debería observarse la Pascua del Nuevo Testamento, tanto con Su ejemplo como con Sus mandatos. Las enseñanzas de Jesucristo, como están registradas en el Nuevo Testamento, son el verdadero estándar.

          En la actualidad, muy pocos asistentes de la iglesia están practicando lo que enseñó Jesucristo. Esta ceremonia tan solemne, conmemorando la crucifixión y la muerte de Jesucristo nuestro Salvador, ha sido tan mal observada, que todo su significado y propósito ha sido escondido de la mayoría de quienes profesan ser cristianos. Solo una muy pequeña minoría entiende que Jesucristo instituyó esta ceremonia como una renovación anual de la relación del Nuevo Pacto que cada creyente verdadero tiene con Él y con Dios el Padre.

Tres errores fundamentales

          La verdadera observancia de la Pascua cristiana ha sido enterrada debajo de una lluvia de prácticas conflictivas. Esta confusión puede ser rastreada a tres errores fundamentales:

          1) El primer error es la suposición de que el tiempo que Dios ordenó para la Pascua en el Antiguo Testamento no se aplica a la ceremonia del Nuevo Testamento que instituyó Jesús. Esta creencia está basada en la falsa enseñanza de que los mandatos de Dios en el Antiguo Testamento eran solamente para los judíos y son contrarios a la doctrina de salvación por fe del Nuevo Testamento. De acuerdo a esta perspectiva teológica, todas las leyes y mandamientos de Dios fueron abolidos cuando Jesús murió en la cruz. Esta perspectiva equivocada de las Escrituras ha llevado a la iglesia católica, la ortodoxa y la protestante por igual, a rechazar el día que Dios estableció y a adoptar otros tiempos para observar la Pascua cristiana.

          Las enseñanzas de Jesucristo mismo exponen su error al rechazar los mandamientos de Dios. Jesús dijo, “El hombre no vivirá de pan solamente, sino de cada palabra que procede de la boca de Dios” (Mateo 4:4). Cuando Jesús habló estas palabras, Él no estaba estableciendo una nueva enseñanza, sino que estaba señalando una enseñanza muy vieja de la Escritura. Las palabras que Él habló habían sido proclamadas por Moisés muchos siglos antes, como está registrado en el libro de Deuteronomio (Deuteronomio 8:3). Al citar las palabras de Moisés, Jesús estaba confirmando la autoridad de las palabras de Dios en el Antiguo Testamento.

          Los apóstoles, quienes fueron enseñados directamente por Jesucristo, entendieron que las Escrituras del Antiguo Testamento son autoritarias y aplicables a los cristianos. Las palabras del apóstol Pablo a Timoteo muestran que las enseñanzas del Antiguo Testamento son esenciales para entender plenamente y para practicar el camino de vida cristiano: “Y que desde niño has conocido los escritos sagrados, los cuales son capaces de hacerte sabio hacia salvación a través de fe, la cual es en Cristo Jesús. TODA ESCRITURA [todos los libros del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento] es respirada de Dios y es provechosa para doctrina, para convicción, para corrección, para instrucción en justicia; para que el hombre de Dios pueda ser completo, totalmente equipado para toda buena obra” (II Timoteo 3:15-17).

          El Nuevo Testamento no enseña que los mandamientos de Dios en el Antiguo Testamento han sido abolidos por Jesucristo. De hecho, Jesús nos prohíbe permitir que este pensamiento entre en nuestras mentes. Al principio de Su ministerio, Jesús proclamó, “NO PIENSEN QUE HE VENIDO A ABOLIR LA LEY o los Profetas; NO VINE A ABOLIR, SINO A CUMPLIR. Porque verdaderamente les digo, hasta que el cielo y la tierra pasen, una jota o una tilde en ninguna forma pasará de la Ley hasta que todo haya sido cumplido” (Mateo 5:17-18). Estas palabras de Jesús son una referencia directa a los libros del Antiguo Testamento, los cuales fueron agrupados en tres divisiones principales: la Ley, los Profetas y los Escritos. Ya que la tierra y el cielo no han pasado y no se han cumplido todas las profecías en el Antiguo Testamento, la Ley y los Profetas siguen en vigencia. Cualquiera que afirme lo contrario se está oponiendo y está contradiciendo las palabras de Jesucristo.

          Es importante entender a lo que se refirió Jesús cuando declaró que Él vino a cumplir la Ley y los Profetas. La palabra “cumplir” no significa “anular” o “deshacer,” como la palabra “abolir.” De hecho, “cumplir” significa exactamente lo opuesto: “llevar a cabo, hacer,” o “obedecer, llenar los requisitos de,” o “satisfacer,” o “completar,” y “traer a término” (Webster’s New World College Dictionary).

          Jesucristo cumplió la Ley y los Profetas de tres maneras. Primero, Jesús magnificó el significado de la ley de Dios, como fue profetizado por Isaías: “El SEÑOR está bien complacido por amor a Su justicia; Él magnificará la Ley y la hará gloriosa” (Isaías 42:21).

          La magnificación de Jesús de las leyes y mandamientos de Dios es claramente evidente en el Evangelio de Mateo (Mateo 5-7). El lector es animado a estudiar estas enseñanzas profundas. Las enseñanzas de Jesús expanden la aplicación de todas las leyes y los mandamientos de Dios, llenando su significado espiritual a plenitud y estableciendo un estándar más elevado de obediencia bajo el Nuevo Pacto.

          En segundo lugar, Jesús cumplió todas las profecías acerca de Su vida, crucifixión, muerte y resurrección. Después de Su resurrección, Él continuó cumpliendo la Ley y los Profetas al inspirar a Sus apóstoles a que registraran Sus enseñanzas para el Nuevo Pacto. Esto también fue profetizado por Isaías: “Ata el testimonio, sella la ley entre Mis discípulos” (Isaías 8:16).

          En tercer lugar, Jesús cumplió la Ley y los Profetas al dar término al sacerdocio levítico y a los sacrificios animales. Jesucristo sustituyó el sacerdocio levítico con un sacerdocio mucho mayor espiritualmente como nuestro Sumo Sacerdote, a la diestra de Dios el Padre en el cielo. Al ofrecerse a Sí mismo como el sacrificio perfecto y completo, Jesús cumplió todos los sacrificios de animales que eran requeridos bajo el Antiguo Pacto, incluyendo el sacrificio del cordero de Pascua. Los mandatos y requisitos para los sacrificios animales y otros rituales del templo eran las únicas leyes que llegaron a su fin por la muerte de Jesucristo. Los Diez Mandamientos y otras leyes de Dios en el Antiguo Testamento no terminaron cuando Jesús murió en la cruz.

          Infortunadamente, la mayoría de los teólogos enseñan que el único significado de la palabra “cumplir” es “traer a término.” Esta enseñanza ha llevado a quienes profesan ser cristianos en muchas iglesias a creer que la muerte de Jesucristo le dio fin a todos los mandamientos y leyes de Dios.

          La mayoría de quienes profesan ser cristianos en la actualidad, no entienden que el Sábado semanal y los días santos de Dios fueron establecidos en la creación del mundo y siguen en vigencia (Génesis 2:2-3 y 1:14). La mayoría de los cristianos han sido enseñados que estos días no fueron observados sino hasta el tiempo de Moisés y el Antiguo Pacto y que fueron abolidos junto con el Antiguo Pacto, cuando Jesús fue crucificado. Pero el Nuevo Testamento no respalda esta enseñanza. Como muestra el Evangelio de Mateo, Jesús no vino a la tierra a abolir las leyes de Dios, sino a cumplirlas.

          Esta falsa enseñanza ha engañado a millones de quienes profesan ser cristianos a creer que no requieren guardar los mandamientos de Dios. Como resultado, aquellos que practican el guardar los mandamientos son acusados de negar el sacrificio de Jesucristo y de intentar ganar la salvación por obras de ley. La creencia de la que fe es diametralmente opuesta a la ley ha sido erróneamente aceptada como una enseñanza fundamental del Nuevo Testamento. Pero el apóstol Pablo muestra que esta perspectiva de la ley y la fe es una falacia total.

          En su epístola a los romanos, Pablo declara muy enfáticamente que la verdadera fe cristiana no se opone ni elimina la ley de Dios, sino que la sostiene y la establece: “¿Estamos nosotros, entonces, aboliendo la ley a través de fe? ¡DE NINGUNA MANERA! Más bien, estamos estableciendo la ley” (Romanos 3:31). ¿Por qué es eso así? Por medio de la fe, un cristiano es capaz de guardar los mandamientos y las leyes de Dios de corazón, lo cual va más allá de la letra de la ley. La fe en Jesucristo no anula las leyes y mandamientos de Dios, sino que lleva a un estándar de obediencia mucho más elevado. Guía al verdadero creyente a cumplir el espíritu de la ley como está revelado por las enseñanzas y por el ejemplo de Jesucristo.

          En ningún lugar del Nuevo Testamento encontramos evidencia alguna de que las leyes y mandamientos de Dios llegaron a su fin. Contrario a la creencia popular, el apóstol Pablo no enseñó que las leyes y mandamientos de Dios habían sido abolidos. Esta enseñanza, la cual ha sido proclamada como “teología Paulina,” es contradicha por la declaración enfática que encontramos en la epístola de Pablo a los romanos. Aquellos que promueven esta enseñanza han ignorado la declaración clara y directa de Pablo y se han enfocado en otras declaraciones en los escritos de Pablo, los cuales contienen redacción que no es muy clara y se puede malentender fácilmente. Estos pasajes difíciles han sido malinterpretados y mal representados, para promover un pseudo cristianismo que profesa fe en Jesucristo mientras niega la necesidad de la obediencia (Ver Apéndice Y, pp. 447). El apóstol Juan expone esto como una fe falsa: “Aquel que dice, “lo conozco,” y no guarda Sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Por otro lado, si cualquiera está guardando Su Palabra, verdaderamente en aquel el amor de Dios está siendo perfeccionado [hecho completo]. Por este medio sabemos que estamos en Él. Cualquiera que reclame vivir en Él está obligándose a sí mismo también a caminar incluso como Él mismo caminó” (I Juan 2:4-6).

          Juan muestra que los cristianos que verdaderamente aman a Dios no encuentran Sus mandamientos gravosos ni pesados: “Por este estándar sabemos que amamos a los hijos de Dios: cuando amamos a Dios y guardamos Sus mandamientos. Porque este es el amor de Dios: que guardemos Sus mandamientos; y Sus mandamientos no son pesados” (I Juan 5:2-3). El amor de Dios lleva a la obediencia que va más allá de la letra de la ley. Lleva a los verdaderos creyentes a cumplir el espíritu de la ley y a hacer lo que es agradable para Dios el Padre (I Juan 3:21-24). El Antiguo Pacto requería obediencia solamente a la letra de la ley. Bajo el Nuevo Pacto, el significado y la intención de la ley de Dios ha sido magnificada por Jesucristo. Los cristianos son requeridos a guardar los mandamientos y leyes de Dios, incluyendo el Sábado semanal y las fiestas anuales de Dios, de acuerdo al espíritu de la ley.

          Las enseñanzas de Jesús y los apóstoles en el Nuevo Testamento claramente muestran que los mandamientos de Dios son obligatorios a los cristianos en la actualidad. Las leyes y mandamientos que Dios entregó en los tiempos del Antiguo Testamento fueron escritos y preservados para nuestro aprendizaje. Son esenciales para la práctica del verdadero cristianismo y no pueden ser ignorados al establecer la doctrina cristiana.

          2) El segundo error que está socavando la verdadera observancia de la Pascua cristiana es la suposición de que las enseñanzas y prácticas tradicionales son Escriturales. Los líderes de iglesias protestantes, católicas y ortodoxas han errado de la misma manera que los líderes del judaísmo, quienes practican sus propias tradiciones en lugar de los mandatos de Dios. La condenación de Jesús de las tradiciones de los judíos deja claro que estas prácticas no eran los mandamientos de Dios sino los mandamientos de hombres (Mateo 15:9). Eran aceptadas como las verdaderas enseñanzas de la Escritura, cuando en realidad eran enseñanzas falsas de los rabinos farisaicos.

          Como las tradiciones del judaísmo están basadas en las enseñanzas erróneas de los rabinos, también las tradiciones de los protestantes, los católicos y los ortodoxos están basadas en escritos erróneos de los primeros padres de la iglesia. Estos escritos son las presuntas enseñanzas de los apóstoles, pero no lo son. Aunque contienen algunas enseñanzas apostólicas, la mayoría de las doctrinas que presentan son una mezcla engañosa de verdad Escritural y error humano filosófico. Fueron escritas durante un periodo de gran subversión y apostasía en la iglesia primitiva. Incluso antes de que aparecieran los primeros escritos, las iglesias que había levantado Pablo y los otros apóstoles estaban empezando a ser infiltradas por falsos apóstoles que profesaban ser representantes de Jesucristo. Mientras estos falsos apóstoles ascendían al poder, ellos excomulgaban a todos los creyentes que rechazaban sus enseñanzas. Como resultado, la mayoría de las iglesias del Nuevo Testamento cayeron en apostasía total, abandonando las verdaderas doctrinas de Jesucristo y volviéndose a “otro evangelio” y a “otro Jesús” (Gálatas 1:6, II Corintios 11:4). Es de esta teología, la cual adora a un falso Salvador, que la iglesia católica primitiva derivó sus enseñanzas.

          A través de los siglos, las falsas doctrinas y prácticas que subvirtieron a la iglesia apostólica han sido perpetuadas por el catolicismo romano. También han sido perpetuadas por las iglesias ortodoxas y protestantes, las cuales—aunque se separaron de la iglesia católica—han retenido muchas de sus doctrinas y prácticas.

          Muy pocos de aquellos quienes profesan ser cristianos se detienen siquiera a cuestionar las creencias y prácticas tradicionales de su denominación elegida. Están firmemente convencidos de que sus líderes religiosos están enseñando las verdaderas doctrinas de Jesucristo. Ellos ponen su fe en su ministro o sacerdote y se olvidan de que cada cristiano tiene una responsabilidad personal de “comprobar todas las cosas” al escudriñar diligentemente las Escrituras (I Tesalonicenses 5:21, Hechos 17:11). Como resultado, la gran mayoría de los cristianos en la actualidad, como muchos creyentes primitivos de la iglesia apostólica, han sido engañados a aceptar una teología falsificada—“otro evangelio.” Esta falsa teología, heredada de los padres de la iglesia primitiva, es el fundamento no sólo del catolicismo, sino de casi todas las doctrinas del cristianismo convencional en la actualidad. Aquellos que aceptan estas doctrinas están practicando una religión vana que no llevará a la vida eterna.

          Los verdaderos seguidores de Jesucristo no aceptarán la falsa teología que ha sido traspasada a través de la tradición católica y tampoco adoptarán las tradiciones rabínicas del judaísmo. Ellos practicarán fielmente las enseñanzas de Jesucristo y Sus apóstoles, como están registradas en el Nuevo Testamento.

          3) El tercer error que ha causado confusión sobre la observancia de la Pascua cristiana es un gran malentendido de las instrucciones que Pablo da en I Corintios 11. En su primera Epístola a los corintios, el apóstol Pablo aborda los serios problemas que habían surgido en la iglesia en Corinto. Pablo no estaba lidiando con una sola herejía, sino con múltiples herejías. De hecho, él aborda una herejía tras otra en su intento de que los corintios se volvieran de sus prácticas no cristianas. Una de estas prácticas incorrectas era la mala observancia de la Pascua cristiana. En I Corintios 11:17-34, Pablo reprende la manera en que ellos estaban observando este evento solemne, y les recuerda de las instrucciones que Jesús mismo había dado. Las expresiones que usa Pablo en este pasaje de su Epístola han sido grandemente malinterpretadas. Para poder entender el verdadero significado de las palabras de Pablo, necesitamos examinar este pasaje verso por verso. Mientras lo hacemos, expondremos grandes conceptos erróneos que han llevado a la mala observancia de la Pascua cristiana en la mayoría de las iglesias en la actualidad.

          El pasaje comienza con una fuerte condenación de las prácticas que habían adoptado los corintios: “Ahora en esto que les estoy mandando, no los alabo, porque cuando se reúnen, no es para lo mejor sino para lo peor. Porque primero que todo, oigo que hay entre ustedes divisiones cuando están reunidos en la iglesia, y parcialmente lo creo. Porque es necesario que herejías estén entre ustedes, para que aquellos que son aprobados puedan manifestarse entre ustedes” (I Corintios 11:17-19).

          ¡Que condenación tan severa de las prácticas de la iglesia en Corinto! Pablo reprende a los corintios por sus prácticas e incluso las llama herejías. ¿Cuáles eran estas herejías?

          Una de las herejías que se había arraigado en la iglesia en Corinto, era la práctica de comer la cena de la Pascua del Antiguo Testamento en conjunto con la ceremonia del Nuevo Testamento que Jesús había instituido. Esta herejía está con nosotros hasta este mismo día. Los cristianos en varias iglesias están reintroduciendo la cena de la Pascua del Antiguo Testamento como parte de su observancia, y muchos observan una cena de Seder del 15 de Nisán, como lo hacen los judíos. Pablo prohíbe estrictamente esta práctica y deja claro que la Pascua cristiana no incluye una cena. Pablo usa palabras fuertes para enfatizar que cuando los creyentes se reúnen a observar la ceremonia del Nuevo Testamento, NO es con el propósito de comer la cena de la Pascua del Antiguo Testamento, como lo hizo Jesús antes de instituir los nuevos símbolos. Noten las palabras de Pablo: “Por tanto, cuando se reúnan en un lugar, no es para comer la cena del Señor” (I Corintios 11:20).

          La palabra “no” es traducida del adverbio griego negativo ouk. El uso de Pablo de esta palabra griega enfatiza la estricta prohibición en contra de comer “la cena del Señor,” la cual era la cena de la Pascua del Antiguo Testamento. Ouk es el termino griego más fuerte que Pablo podía usar. La palabra ouk denota la absoluta imposibilidad de comer la cena del Señor. Ouk es “un adverbio negativo objetivo, negando la realidad de un presunto hecho” (Arndt and Gingrich, Greek-English Lexicon of the New Testament).

          Pablo les está diciendo a los corintios que no hay tal realidad como comer “la cena del Señor” porque Jesús nunca instituyó esta práctica. Jesús no les ordenó a Sus seguidores que observaran la cena de la Pascua del Antiguo Testamento. Ya que la Pascua cristiana no incluye la cena de la Pascua del Antiguo Testamento, esta ceremonia nunca debería ser llamada la cena del Señor.

          Ministros y teólogos en muchas iglesias distintas han malinterpretado por completo la declaración de Pablo. No entienden que Pablo se está refiriendo a la cena de la Pascua del Antiguo Testamento como “la cena del Señor,” y ellos incorrectamente suponen que este término se está refiriendo a la ceremonia del Nuevo Testamento que Jesús instituyó. Esta perspectiva incorrecta de la reprensión de Pablo a los corintios, ¡ha llevado a muchas iglesias a adoptar el nombre de la misma observancia que Pablo estaba condenando!

          Cuando entendemos que “la cena del Señor” se refiere a la cena de la Pascua del Antiguo Testamento, es obvio que los cristianos no deberían llamar a la ceremonia del Nuevo Testamento por este nombre. Las palabras de Dios son enfáticas y su significado es claro. La Pascua cristiana no es “la cena del Señor.” La ceremonia del Nuevo Testamento es una ocasión muy solemne, no un tiempo de disfrutar de comida y bebida.

          La condenación de Pablo de los creyentes en Corinto muestra que, al incluir una cena completa, la solemnidad de la observancia había dado lugar a festividad, ¡Y algunos corintios se estaban emborrachando! Pablo describe su conducta indecorosa: “Porque al comer, todos toman su propia cena primero; ahora de un lado, alguno va hambriento; pero de otro lado, otro llega a estar borracho” (I Corintios 11:21).

          ¡Qué estado lamentable de eventos era este! Los corintios se reunían para guardar la Pascua cristiana, pero estaban trayendo su cena y llamando este evento “la cena del Señor.” Aquellos que tenían abundancia de comida estaban consumiendo egoístamente, mientras que otros que tenían muy poca o no tenían comida, pasaban hambre. Peor aún, algunos estaban bebiendo hasta el punto de intoxicación. Pablo los reprendió ásperamente por su grave mala observancia de esta ocasión solemne: “¡QUE! ¿No tienen casas para comer y beber? ¿O desprecian la iglesia de Dios, y ponen en vergüenza a aquellos que no tienen nada? ¿Qué les diré? ¿Los alabaré en esto? ¡YO NO LOS ALABO!” (verso 22).

          Para poner fin a su práctica de comer la cena en la Pascua cristiana, Pablo les ordenó que comieran en casa antes de que se congregaran para la ceremonia del Nuevo Testamento: “Así entonces, mis hermanos, cuando se reúnan para comer el pan y tomar la copa, espérense unos a otros. Pero si alguien tiene hambre, coma en casa, para que no haya causa para juicio cuando se reúnan” (versos 33-34).

          Las palabras de Pablo en este pasaje dejan absolutamente claro que ¡ellos estaban practicando herejía! Es herejía comer una cena en la Pascua cristiana. Esta ceremonia no es “la cena del Señor.” Además, Pablo condena vehementemente la práctica de comer la cena de la Pascua del Antiguo Testamento en conjunto con la Pascua cristiana. La Pascua del Antiguo Testamento, la cual fue instituida para conmemorar el paso del Señor sobre los hijos de Israel salvando a sus primogénitos, solamente era un preámbulo del sacrificio de Jesucristo. Cuando fue instituida la Pascua cristiana, la Pascua del Antiguo Testamento se volvió obsoleta.

          Como el Cordero de la Pascua del Nuevo Testamento, Jesús cumplió el sacrificio del cordero de pascua y todos los sacrificios para el pecado que fueron ordenados en el Antiguo Testamento. El sacrificio de Jesucristo como el verdadero Cordero de Dios ha sustituido el sacrificio del cordero de Pascua. En Su última Pascua, Jesús reemplazó el sacrificio del cordero con los nuevos símbolos del pan sin levadura y el vino. La cena de pascua del cordero y las hierbas amargas fue cambiada por Jesucristo mismo. Sin embargo, el tiempo para observar la Pascua no fue cambiado. Los registros en el Nuevo Testamento muestran que Jesús instituyó la Pascua cristiana en el día 14 del primer mes de acuerdo al Calendario hebreo calculado—el mismo día que fue observada la Pascua del Antiguo Testamento.

          Habían algunos en la iglesia de Corinto que al parecer no entendían que la cena de pascua ya no era necesaria. Ellos pensaban que debían comer la Pascua del Antiguo Testamento antes de participar de los símbolos del Nuevo Testamento. Esta es la práctica contra la que Pablo estaba luchando y llamándola herejía. Para poder poner las cosas en orden, Pablo apeló a las enseñanzas que él había recibido directamente del Señor. No hay mayor autoridad para observar la Pascua cristiana que las instrucciones personales del Señor Jesucristo. Pablo había recibido estas instrucciones por revelación directa durante los años que pasó en Arabia (Gálatas 1:11-12, 17). Este hecho es evidente en las palabras que Pablo les escribe a los corintios, recordándoles las enseñanzas que él les había entregado previamente: “Porque yo recibí del Señor lo que también entregué a ustedes, que el Señor Jesús en la noche en la cual fue traicionado tomó pan; y después de dar gracias, lo rompió y dijo: “Tomen, coman; este es Mi cuerpo, el cual está siendo roto por ustedes. Esto háganlo en memoria de Mí.” En la misma manera, también tomó la copa después que había cenado [después de completar la cena de la Pascua del Antiguo Testamento], diciendo, “Esta es la copa del nuevo pacto en Mi sangre. Esto háganlo, tan a menudo como la beban, en memoria de Mí.” Porque tan a menudo como coman este pan y beban esta copa, solemnemente proclaman [por este hecho] la muerte del Señor hasta que Él venga” (I Corintios 11:23-26).

          Los creyentes en Corinto habían recibido las enseñanzas de Jesucristo por el apóstol Pablo, pero habían elegido añadirles. Al hacerlo, estaban participando de la Pascua cristiana de forma indigna y estaban trayendo juicio sobre sí mismos. Está claro que los corintios estaban pecando en su observancia inapropiada de la ceremonia del Nuevo Testamento. El apóstol Santiago declaró, “Por tanto, si cualquiera sabe hacer el bien y no lo hace, A ÉL LE ES PECADO” (Santiago 4:17).

          La observancia de la Pascua cristiana no es un asunto de preferencia individual o práctica de la iglesia— ¡es un asunto de obedecer los mandamientos de Jesucristo! El desobedecer Sus mandatos es PECADO, ¡lo cual lleva a la muerte eterna!

          Los mandatos que Jesucristo les había entregado a Sus apóstoles están registrados en las páginas del Nuevo Testamento. Estos mandatos están redactados muy claramente en los cuatro registros de los Evangelios, pero las instrucciones que encontramos en las Epístolas de Pablo a los corintios contienen algunas expresiones que son fácilmente malinterpretadas. Para determinar el verdadero significado de estas expresiones, debemos entender las reglas que gobiernan su uso en el texto griego.

Entendiendo las expresiones en el texto griego

          Ha surgido mucha confusión sobre las expresiones “tan a menudo como” y “en memoria de,” las cuales son usadas por Pablo en I Corintios 11. Estas expresiones han sido muy malinterpretadas dada la ignorancia del texto griego. El apóstol Pedro advierte que intentar interpretar los escritos de Pablo sin el conocimiento apropiado, puede llevar a una perspectiva distorsionada de las Escrituras: “…como nuestro amado hermano Pabloles ha escrito tambiénen las cuales están algunas cosas que son difíciles de entender, las cuales el ignorante e inestable está torciendo y distorsionando,para su propia destrucción” (II Pedro 3:15-16).

          La advertencia de Pedro es especialmente aplicable a las instrucciones de la Pascua que Pablo relata en I Corintios 11. La mayoría de las personas interpretan las expresiones que usa Pablo como permitiendo cualquier número de veces en el año para comer el pan y beber el vino. ¿Es ese el significado de estas expresiones? O ¿hay factores limitantes y condiciones que gobiernan su significado?

          Un estudio del texto griego mostrará que efectivamente hay factores y condiciones que limitan el tiempo y la frecuencia de la participación del pan y el vino. Al aplicar las reglas de la gramática griega, podemos determinar el verdadero significado de las frases “tan a menudo como” y “en memoria de.” Como lo hemos hecho con otras Escrituras que son difíciles de interpretar, examinaremos cuidadosamente todos los factores esenciales para poder entender plenamente el significado de estas expresiones.

          “Tan a menudo como”: ¿Significa esta expresión que es permisible tomar del pan y del vino tan frecuentemente como uno desee? Si ese fuera el significado, una persona podría tomarlo cada 5 minutos, lo que se sumaría a 12 veces en una hora. Si uno lo hiciera por 8 horas, se podría tomar casi 100 veces por día. Obviamente eso sería excesivo. De hecho, sería ridículo y vano. Jesús advirtió que participar en prácticas religiosas vanas y repetitivas es completamente inaceptable para Dios (Mateo 6:7). Su condenación de repeticiones vanas muestra que hay factores limitantes, los cuales gobiernan la frecuencia para tomar los símbolos del Nuevo Testamento.

          ¿Es aceptable participar de los símbolos una vez al día? ¿Autoriza la expresión “tan a menudo como” el celebrar la comunión o la misa diariamente? Cuando examinamos el contexto Escritural de esta expresión, no encontramos ninguna mención de una observancia diaria, sin embargo, hay creyentes católicos y ortodoxos devotos que siguen este ritual. Ciertamente, como cabeza de la iglesia católica romana, el papa lo hace. Otras iglesias también creen que esta expresión respalda una observancia semanal. Asumen que el congregarse del que habla Pablo, se está refiriendo a servicios de la iglesia semanales y que el pan y el vino deberían tomarse en cada servicio. Sin embargo, no hay nada en el texto griego para corroborar una observancia semanal de la ceremonia del Nuevo Testamento.

          Los ortodoxos y los católicos creen que las referencias Escriturales de “partir el pan” se están refiriendo a tomar la comunión o a celebrar la misa y los protestantes creen que esta expresión se refiere a la cena del Señor. Los pasajes en el libro de Hechos son citados frecuentemente en un intento de corroborar estas afirmaciones (ver Hechos 2:42, 46; 20:7-11). (A pesar de esta afirmación, el sacerdote no rompe la hostia durante la celebración de la eucaristía o la misa.) Cuando estos pasajes son examinados de cerca, está claro que el término “partir el pan” simplemente se refiere a comer una cena. Esta expresión era comúnmente usada en los tiempos del Nuevo Testamento en referencia a participar de la comida. De hecho, la misma terminología es usada por Mateo en su registro de cuando se alimentó a los 5,000. Mateo registra que Jesús “y quebró las hogazas, y las dio a Sus discípulos, y los discípulos a la multitud” (Mateo 14:19). La misma frase también es usada en el registro de cuando se alimentó a los 4,000 (Mateo 15:36). Ciertamente, el alimentar a los 5,000 y a los 4,000 con hogazas y pescados no era una celebración de la comunión o “la cena del Señor.” Cuando sucedieron estos sucesos milagrosos, ¡la ceremonia del Nuevo Testamento aún no había sido instituida!

          No hay respaldo Escritural para la afirmación de que “reunirse” o el “partir el pan” se refiera a tomar los símbolos del Nuevo Pacto cada semana, y tampoco hay nada de autoridad en las Escrituras para que las iglesias establezcan sus propios tiempos para esta observancia. Esta práctica muestra una falta completa de entendimiento de los términos que se encuentran en el Nuevo Testamento.

          La expresión que ha causado la mayor confusión es la frase “tan a menudo como.” Esta frase es traducida de la palabra griega osakis, la cual viene de la raíz osos. Osos significa “tan grandioso, que grandioso; tan lejos, que lejos; tan largo, que largo; cuanto; que tanto” (Arndt and Gingrich, A Greek-English Lexicon of the New Testament). Aunque el significado de la palabra osos es muy amplia, en cada pasaje donde se usa osakis, hay un condicional o calificador especifico, el cual define su límite. Osakis es usada tres veces en el Nuevo Testamento—dos veces en I Corintios 11 y una vez en Apocalipsis 11. Primero examinemos su uso en Apocalipsis 11:6: “Estos [los dos testigos] tienen autoridad para cerrar el cielo para que ninguna lluvia pueda caer en los días de su profecía; y tienen autoridad sobre las aguas, para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, tan a menudo [osakis] como deseen.” El factor limitante que califica el uso de osakis en este verso es “como deseen.” El significado de osakis en este verso está limitado solamente por la voluntad de los dos testigos. Son libres para castigar la tierra “tan a menudo como” ellos elijan. Sin embargo, no encontramos esta amplia aplicación de osakis en la Epístola de Pablo a los corintios.

          Cuando examinamos el contexto en el que se usa la palabra osakis en I Corintios 11, encontramos un numero de factores condicionales que limitan su significado. El texto griego contiene un gran factor limitante que no se muestra en la traducción en inglés. Este factor limitante es una partícula sin traducir entre “tan a menudo como” y “beban,” y también entre “tan a menudo como” y “coman.” En el texto griego, estas expresiones dicen de la siguiente manera: osakis an pineete, la cual es traducida “tan a menudo como beban”; y osakis an esthieete, la cual es traducida “tan a menudo como coman.” La palabra an es la partícula griega sin traducir. (Favor notar: Esta ortografía se encuentra en el Interlinear Greek-English New Testament por Barry, el cual agrega una nota al pie de página de an con la lectura alternativa de ean. En otros textos griegos, tales como aquellos de las Sociedades Unidas de la Biblia, la partícula an es reemplazada por la conjunción ean, la cual tiene casi el mismo significado que an. (Ver Arndt and Gingrich, A Greek-English Lexicon of the New Testament.) Sería de gran ayuda para el lector conseguir un interlinear griego del Nuevo Testamento y ver las palabras griegas con la traducción al inglés debajo de cada línea. El lector será capaz de observar que a pesar de que an o ean aparecen en el texto griego, no hay ninguna palabra correspondiente en el inglés. Aquí está la definición de la partícula griega an: “Una partícula peculiar al griego, incapaz de traducción por una sola palabra en inglés; denota que la acción del verbo es dependiente de alguna circunstancia o condición; el efecto de an sobre el significado de la cláusula depende del modo y el tiempo del verbo con el cual es usado” (Arndt and Gingrich, A Greek-English Lexicon of the New Testament).

          La partícula griega an es usada para denotar que aplican condiciones a las circunstancias siendo relatadas. El uso de an con “ustedes coman” y “ustedes beban” en las instrucciones de Pablo a los corintios muestra que hay condiciones gobernando estas acciones. Pero dado que an expresa condiciones, no puede ser traducida a una sola palabra en inglés. La única forma de traducir su significado, es explicando las condiciones. Ya que no es la responsabilidad de los traductores comentar sobre el texto, an simplemente es omitida de la traducción en inglés.

          An es usada tres veces en I Corintios 11. Su uso con las acciones “ustedes comen” y “ustedes beben” muestra que ambas acciones están sujetas a condiciones. An también es usada con la acción “Él viene,” en referencia al retorno de Cristo, mostrando que esta acción futura es dependiente de ciertas condiciones y circunstancias, las cuales son reveladas en otros lados, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.

          El uso de Pablo de an en I Corintios 11 es importante porque nos dice que hay condiciones y circunstancias que tienen relación directa con lo que él ha escrito. Estos factores calificativos están claramente declarados por Pablo y no son difíciles de encontrar. Aquí están los factores limitantes contextuales y calificativos condicionales en I Corintios 11, los cuales restringen el significado de osakis, o “tan a menudo como”:

1.     Las enseñanzas que Pablo recibió del Señor (verso 23). Este calificativo condicional restringe la observancia a las enseñanzas específicas que Pablo recibió directamente del Señor. En otras palabras, ninguna otra enseñanza se debe seguir.

2.       El tiempo especificado por Pablo como “LA NOCHE en la cual fue traicionado” (verso 23). Este factor limitante no permite ningún otro tiempo para la observancia, que la noche de la traición a Jesús. El hecho de que “la noche en la cual fue traicionado” fue la NOCHE DE LA PASCUA, limita su observancia al día 14 del primer mes en el Calendario hebreo calculado. La Pascua fue instituida como una fiesta anual memorial (Éxodo 12:14). Su observancia fue restringida a ese día del año, con la excepción especial de Números 9.

3.       La declaración de que, al observar esta ceremonia, “solemnemente proclaman la muerte del Señor.” Esta cláusula claramente limita la observancia al día en que murió Jesús. Ese día fue el día de la Pascua, el 14 del primer mes. Su muerte solamente puede ser conmemorada o “proclamada” en ese día.

4.       La frase “hasta que Él venga” define el plazo de tiempo durante el cual la Pascua cristiana anual debe observarse—hasta que Él regrese a la tierra a establecer el Reino de Dios. En el tiempo que Pablo escribió estas palabras, al parecer él creía que el retorno de Jesús estaba muy cerca (I Corintios 7:29-31; 15:51-52). Fue solamente más adelante, que Pablo entendió que Su retorno sería en el futuro distante. A los cristianos se les ordena observar la ceremonia del Nuevo Pacto cada año hasta que regrese Jesucristo.

          Los cuatro factores que están listados anteriormente son calificativos condicionales, los cuales restringen la aplicación de la frase “tan a menudo como.” Estos factores claramente muestran que esta expresión no permite la observancia de la Pascua cristiana en cualquier momento que uno elija. Los factores limitantes que se encuentran en I Corintios 11, dejan claro que los símbolos del pan y el vino solamente se pueden tomar una vez al año, en la noche de la Pascua, el día 14 del primer mes. Esa es la noche en que Jesús fue traicionado.

Un memorial de la muerte de Jesús

          Además de los factores limitantes que da Pablo en su Epístola a los corintios, tenemos la orden directa de Jesucristo en el Evangelio de Lucas. Las palabras que habló Jesús cuando Él instituyó la Pascua cristiana muestran que esta ceremonia es una conmemoración de Su muerte: “Y tomó pan; y después de dar gracias, lo rompió y lo dio a ellos, diciendo, “Este es Mi cuerpo, el cual es dado por ustedes. Esto háganlo en memoria de Mí.” En la misma manera también, tomó la copa después de cenar, diciendo, “Esta copa es el Nuevo Pacto en Mi sangre, la cual es derramada por ustedes” (Lucas 22:19-20).

          Jesús les ordena a Sus seguidores que participen de los símbolos de Su cuerpo y Su sangre “en memoria de Mí.” Las palabras “en memoria” son traducidas de la frase griega tees anamnesis, la cual significa “la memoria, recordatorio, conmemoración” (Arndt and Gingrich, A Greek-English Lexicon of the New Testament). Esta frase griega solamente ocurre 4 veces en el Nuevo Testamento. Es usada 3 veces en referencia a observar la Pascua cristiana como una conmemoración de la muerte de Jesús (Lucas 22:19; I Corintios 11:24, 25), y una vez en referencia a los sacrificios animales que se ofrecían cada año en el Día de Expiación: “Por el contrario, al ofrecer estos sacrificios año tras año, hay un recuerdo de pecados” (Hebreos 10:3).

          En Hebreos 10, la palabra “recuerdo” se está refiriendo a un evento anual, pero no era un memorial. Sin embargo, en Lucas 22:19 y en I Corintios 11:24 y 25, el texto griego se está refiriendo específicamente a una observancia conmemorativa. En estos 3 versos, los cuales contienen las instrucciones para observar la Pascua cristiana, el artículo definido “the” en inglés es usado con “memoria.” El uso del artículo definido “the” no deja espacio para cuestionar el significado de la palabra “memoria.” La presencia del artículo definido deja absolutamente claro que la Pascua debe ser observada una vez al año como memorial de la muerte de Jesús, así como la Pascua del Antiguo Testamento era observada una vez al año como memorial de la salvación de los primogénitos de Israel.

          Como hemos visto, incluso en Hebreos 10:3, donde la palabra “memoria” es usada sin el artículo definido, se sigue refiriendo a una observancia anual—el Día de Expiación. Cada año en ese día, se ofrecían sacrificios animales, para expiar los pecados de las personas. En cada suceso del Nuevo Testamento, la palabra “memoria” es usada en referencia a un evento anual. La palabra “memoria,” como es usada en las Escrituras, de ninguna manera respalda los servicios diarios, semanales, mensuales, trimestrales o semestrales de la cena del Señor, la misa, comunión o eucaristía. Estas prácticas tradicionales, las cuales son observadas por millones de quienes profesan ser cristianos en la actualidad, no se ajustan a los mandatos de Jesucristo. Las instrucciones personales de Jesús, como están registradas en el Nuevo Testamento, claramente restringen el tomar del pan y del vino a la noche de Su traición, la cual sucedió en el día de la Pascua. A los cristianos verdaderos se les ordena participar de los símbolos del Nuevo Pacto solamente una vez al año en el día de la Pascua, el día 14 del primer mes, en el tiempo que Jesús los instituyó, “en la noche en que Él fue traicionado.”

¿Debería la Pascua observarse en el tiempo de la muerte de Jesús?

          Algunos quienes profesan ser cristianos y que entienden que la Pascua debería observarse en el día 14 del primer mes, han decidido observarla en la tarde, en el tiempo en que murió Jesús. Ya que los Evangelios registran que Jesús murió “cerca de la hora novena” (Mateo 27:46), la cual es alrededor de las 3 PM, sienten que la ceremonia de la Pascua debería tomar lugar en ese tiempo. Para respaldar su creencia, señalan las palabras de Pablo en I Corintios 11:26. En este verso, Pablo declara que aquellos que observan la Pascua cristiana “proclaman la muerte del Señor hasta que Él venga.”

          ¿Significa “Proclamar la muerte del Señor” observar la Pascua cristiana en el tiempo que Jesús murió? Cuando examinamos el contexto de la declaración de Pablo, no encontramos ninguna indicación de que esta expresión se refiera a observar la ceremonia del Nuevo Testamento en la tarde. De hecho, antes de hacer esta declaración, Pablo les recuerda a los corintios del mandato de Jesús de observar la ceremonia “en la noche en la cual fue traicionado” (verso 23). Esta era una de las ordenanzas que Pablo les había entregado a los corintios (verso 1). Aunque ellos habían modificado la ceremonia inapropiadamente al agregar una comida, la habían estado guardando en el tiempo señalado. Su práctica errónea de comer “la cena del Señor” muestra que ellos no estaban observando la ceremonia en la tarde, sino en la noche del 14, en el tiempo que Jesús la observó con Sus discípulos.

          No hay evidencia Escritural para respaldar la aseveración de que “proclamar la muerte del Señor” significa observar la Pascua cristiana en el momento de la muerte de Jesús. Pablo no hace ninguna referencia a una observancia de la Pascua cristiana en la tarde, y tampoco hay ningún registro de la ceremonia siendo observada por los primeros cristianos en ese tiempo del día.

          Si se requería que los cristianos observaran la Pascua en el momento que Jesús murió, Pablo les habría revelado este dato a los corintios. Un cambio tan dramático en el tiempo de la ceremonia del Nuevo Testamento estaría documentado en sus instrucciones en I Corintios 11. Sin embargo, las instrucciones de Pablo no incluyen tal declaración. En ningún lugar de la Epístola de Pablo a los corintios—o ningún otro libro en el Nuevo Testamento—hay indicio alguno de que los cristianos deberían conmemorar la muerte de Jesús en otro tiempo aparte de “la noche en la cual fue traicionado .” Ahí es cuando Jesús instituyó la ceremonia del Nuevo Testamento y ese es el tiempo que los cristianos están mandados a observarla. En esa noche, Jesús dio este mandato para participar del pan y del vino: “Esto háganlo en memoria de Mí.” El mandato de Jesús, “¡ESTO HÁGANLO!” muestra que Sus seguidores deben seguir los procedimientos que Él mismo instituyó, observando la ceremonia de la misma manera y al mismo tiempo.

          Es completamente erróneo interpretar la frase “proclamar la muerte del Señor” como justificación para observar la Pascua cristiana en el momento del día en que Cristo murió. La muerte de Jesucristo solamente puede ser conmemorada o “proclamada” al observar la ceremonia del Nuevo Pacto en el tiempo que Jesús ordenó. Las instrucciones de Jesucristo como están registradas por el apóstol Pablo, claramente muestran que la Pascua cristiana debería observarse en el tiempo que Jesús la instituyó, el cual fue en “la noche en la que Él fue traicionado.” Ese es el tiempo ordenado para participar de los símbolos de Su cuerpo y Su sangre.

¿Es aceptable agregarle a la observancia de la Pascua cristiana?

          Algunos quienes reconocen que la Pascua cristiana es una observancia anual, creen que es aceptable participar de los símbolos del Nuevo Pacto varias veces durante el año. Samuele Bacchiocchi respalda esta perspectiva y mantiene que esta práctica era seguida por las primeras iglesias cristianas. Él declara lo siguiente: “Pascua y la Cena del Señor. El significado y el ritual de la Pascua cristiana era similar a aquel de la Cena del Señor observada durante el curso del año [además de la observancia anual el 14 de Nisán]. La diferencia principal…es que, durante el curso del año, la Cena del Señor era celebrada como parte de un servicio religioso, mientras que en la Pascua [Nisán 14] la Cena del Señor era la parte del servicio, siendo celebrada como el clímax de una vigilia de toda la noche de ayuno [una práctica católica y ortodoxa]” (Los Festivales de Dios en la Escritura y en la Historia, pp. 74, énfasis agregado).

          Como la mayoría de los teólogos en la actualidad, Bacchiocchi ha malinterpretado por completo las declaraciones de Pablo en I Corintios 11. Él no entiende que “la cena del Señor” se refiere a la cena de la Pascua del Antiguo Testamento, la cual los corintios habían observado equivocadamente con su observancia anual de la Pascua cristiana. Dado que él no ha estudiado las Escrituras cuidadosamente, interpreta erróneamente “la cena del Señor” como una práctica del Nuevo Testamento que estaban observando los primeros cristianos “durante el curso del año” y usa esta falsa interpretación para justificar la falsa práctica actual de incluir periódicamente un sustituto de la ceremonia del Nuevo Pacto en los servicios de adoración semanales. Noten: “Uno podría desear saber cómo relacionó Pablo la cena de la Pascua con la Cena del Señor que se menciona en I Corintios 11. Indudablemente, ambas constituían para él una proclamación de la muerte del Señor ‘hasta que Él venga’ (I Corintios 11:26). Está claro, sin embargo, que, para Pablo, la conmemoración de la muerte de Cristo se debe observar no solamente una vez al año en la Pascua sino ‘tan a menudo como’ se celebre la cena del Señor (I Corintios 11:26). La frase ‘tan a menudo como’ sugiere que la iglesia apostólica sintió la necesidad de celebrar su nueva Pascua más frecuentemente que una vez al año. La importancia fundamental adjuntada al sacrificio expiatorio de Jesús hizo imperativo que la iglesia primitiva celebrara la conmemoración de Su muerte no anualmente en la Pascua, sino periódicamente durante el curso del año” (Ibíd., pp. 75, énfasis agregado).

          Además de observar la Cena del Señor, Bacchiocchi promueve una práctica, que no está en la Escritura, de observar una comida ágape en conjunto con la ceremonia del Nuevo Testamento: “La Cena del Señor en la tarde y la Cena Ágape. La primera opción es empezar la vigilia de la Pascua con una celebración en la tarde de la Cena del Señor y una cena ágape [al amanecer del 15 de Nisán]” (Ibíd., pp. 150, énfasis agregado).

          Bacchiocchi erra en su perspectiva de I Corintios 11 porque él se guía por las tradiciones de los hombres—no por las enseñanzas que Jesús entregó a Sus apóstoles. Noten como él usa las interpretaciones de los hombres para justificar el observar la “Cena del Señor”: “En su clásico, W.D. Davies también nota una posible conexión en I Corintios, entre la Pascua y la Cena del Señor” (Ibíd., pp. 75). Esta declaración promueve la falsa creencia de que las palabras de Pablo a los corintios respaldan la observancia de la Cena del Señor. ¡Qué gran distorsión de las palabras del apóstol Pablo! Como hemos visto, la referencia de Pablo a “la cena del Señor” muestra su rechazo de esta práctica y todas las demás prácticas que van más allá de los mandatos expresos de Jesucristo. Las Escrituras no respaldan tales prácticas.

          La influencia de estas prácticas no basadas en las Escrituras es claramente evidente en el escrito de Bacchiocchi. Además de respaldar la Cena del Señor y las comidas ágape, él promueve la perspectiva de la ceremonia del Nuevo Testamento como “la eucaristía.” Él cita el estudio de W.D. Davies sobre Paul and Rabbinic Judaism, el cual usa esta terminología: “Él [Davies] escribe: ‘Parece una suposición justificable que I Corintios fue escrito antes de la temporada de la Pascua y es natural que el ritual de la Pascua debería estar como prioridad en los pensamientos de Pablo y hay considerable evidencia de que era así. Por lo tanto, en I Corintios 15:23, Cristo es llamado las primicias, un elemento del ritual de la Pascua y hay una referencia más específica en I Corintios 5:7. Tal vez es estrictamente incorrecto el afirmar que Pablo en I Corintios 5:7 está pensando en la eucaristía [el pan y el vino] como el equivalente cristiano de la Pascua judía. Sin embargo, creemos que las ideas de la pascua dominan su perspectiva de la eucaristía. Anteriormente hemos destacado que el pensamiento del cristianismo como un nuevo éxodo, con su nueva Torá, estaba en la mente de Pablo constantemente y está en consonancia con esto que la Última Cena debería ser reconocida por él como la inauguración del Nuevo Pacto’” (Ibíd.).

          No hay conexión Escritural entre la Pascua cristiana y la eucaristía católica, ni en el tiempo de la observancia, ni en la forma de observancia. Si nos basamos en las enseñanzas del Nuevo Testamento, nos daremos cuenta que la eucaristía, como la Cena del Señor, es completamente inaceptable para Jesucristo y Dios el Padre. Las declaraciones de Pablo en I Corintios 11, muestran que a los cristianos totalmente se les prohíbe adoptar prácticas que no se ajusten a los mandatos de Jesucristo. Cuando aplicamos el principio que Pablo ha establecido en su Epístola, está claro que los cristianos deben observar la ceremonia del Nuevo Pacto exactamente como Jesús ordenó—ni agregando a Sus mandatos ni omitiendo de ellos. Cualquier otra práctica es una tradición de hombres y no tiene ninguna autoridad Escritural en absoluto.

Advertencia en contra de comer la Pascua indignamente

          Al amonestar a los creyentes corintios por agregar a los mandatos de Jesucristo, Pablo les advirtió de las duras consecuencias de comer y beber los nuevos símbolos indignamente: “Por esta razón, si cualquiera comiere este pan o bebiere la copa del Señor indignamente, será culpable del cuerpo y la sangre del Señor. Pero un hombre examínese a sí mismo, y coma del pan y beba de la copa como corresponde porque aquel que come y bebe indignamente está comiendo y bebiendo juicio para sí mismo, no discerniendo el cuerpo del Señor. Por esta mismísima razón, muchos están débiles y enfermos entre ustedes, y muchos han dormido [están muertos]. Entonces si nos examináramos a nosotros mismos, no seríamos juzgados. Pero cuando somos juzgados, somos castigados por el Señor, para no ser condenados con el mundo. Así entonces, mis hermanos, cuando se reúnan para comer el pan y tomar la copa, espérense unos a otros. Pero si alguien tiene hambre, coma en casa, para que no haya causa para juicio cuando se reúnan” (I Corintios 11:27-34).

          Las palabras que Pablo les escribió a los corintios revelan lo que significa participar de los símbolos nuevos indignamente.

Indignidad incluye lo siguiente:

1.     Manera inapropiada, símbolos inapropiados y un día y tiempo incorrecto

2.     Una actitud inapropiada de rebelión o pecaminosidad encallecida habitual

3.       No discernir el cuerpo de Jesucristo para sanidad

4.     No discernir la sangre de Jesucristo para el perdón de los pecados

Dignidad incluye lo siguiente:

1.     La manera apropiada, los símbolos apropiados y el día y tiempo correcto

2.     Una actitud humilde, amorosa y sumisa

3.       Discernir el cuerpo del Señor y confiar en Él para sanidad

4.     Discernir la sangre de Jesucristo para el perdón de los pecados

          Una gran parte del capítulo 11 de I Corintios está dedicada a corregir a los creyentes en la iglesia de Corinto por su observancia inapropiada de la Pascua cristiana, y exhortándolos a seguir los mandatos de Jesucristo como habían sido enseñados previamente. Pablo les recuerda que el tiempo y la forma de observar la Pascua cristiana fueron instituidos por Jesucristo mismo en la noche en que Él fue traicionado. Los cristianos que realmente aman a Dios y desean hacer lo que le agrada, guardarán la Pascua en el tiempo y de la manera que Jesús ordenó.

Cambios en las ordenanzas de la Pascua del Antiguo Testamento

          El tiempo que Dios ordenó para observar la Pascua—tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento—es el día 14 de Nisán, el primer mes en el Calendario hebreo calculado. Este día fue ordenado en el principio y no ha cambiado. Sin embargo, cuando comparamos las enseñanzas del Antiguo Testamento con las enseñanzas del Nuevo Testamento, encontramos que los requisitos físicos del Antiguo Testamento han sido reemplazados por los requisitos espirituales del Nuevo Pacto. Es un principio básico de la Escritura que lo físico viene primero y después lo espiritual. El apóstol Pablo escribió: “Sin embargo, lo espiritual no fue primero, sino lo natural [o físico]—luego lo espiritual” (I Corintios 15:46).

          La Pascua del Antiguo Pacto, la cual vino primero, estaba basada en la obediencia a los requisitos físicos de la ley. Aquí hay un resumen de las ordenanzas de la Pascua del Antiguo Pacto:

1.      Sacrificar un cordero o un cabrito.

2.      Poner la sangre del cordero en los postes de la puerta y dinteles de la casa.

3.      Todos los varones eran requeridos ser circuncidados antes de participar.

4.      Ningún hombre incircunciso tenía permitido comer la Pascua.

5.      Asar el cordero y comerlo con hierbas amargas y pan sin levadura en la noche del 14.

6.      No sacar nada de la carne fuera de la casa.

7.      No romper ninguno de los huesos del cordero o cabrito.

8.      Quemar todos los restos para la mañana.

9.      Observar la Pascua solamente en la tierra del pacto. Nadie tenía permitido comer la Pascua al estar de viaje en otro país o cuando estaba impuro por motivo de tocar un cuerpo muerto.

          A diferencia de la Pascua del Antiguo Pacto, la Pascua del Nuevo Pacto requiere obediencia espiritual y ofrece la promesa de la vida eterna. Las ordenanzas de la Pascua del Nuevo Pacto son espirituales en naturaleza y significado. Aquí hay un resumen de esas ordenanzas:

1.       Jesucristo es el Cordero de Dios—el verdadero sacrificio de la Pascua.

2.       La sangre de Jesucristo—la sangre del Nuevo Pacto—es aplicada a cada creyente para el perdón de los pecados.

3.       Antes de participar, cada creyente debe estar bautizado en la muerte de Jesucristo por inmersión completa en agua.

4.       Todos los participantes, hombre y mujer, debe estar circuncidado espiritualmente en el corazón por la morada del Espíritu Santo de Dios el Padre.

5.       Todos deben participar en el lavamiento de pies, el cual simboliza la renovación del pacto del bautismo, de caminar en Cristo Jesús.

6.       Todos deben participar del pan sin levadura, el cual simboliza el cuerpo quebrantado de Jesucristo para la sanidad de enfermedades.

7.       Todos deben participar del vino, el cual simboliza la sangre de Jesucristo—la sangre del Nuevo Pacto—para el perdón de pecados.

8.       Todos deben vivir por los mandamientos de Jesucristo, como está simbolizado por el comer del pan sin levadura y beber el vino.

9.       Todos los creyentes bautizados pueden participar de la Pascua cristiana en el país donde viven.

          Muchos cristianos entienden que la Pascua del Nuevo Pacto fue precedida por la Pascua del Antiguo Pacto, pero no se dan cuenta que ambas observancias fueron fundadas en las promesas que Dios le dio a Abraham cuando estableció Su pacto con él. En el siguiente capítulo, examinaremos el fundamento original de la Pascua como está revelada en el libro de Génesis.