Prefacio—Primera Edición

(Tomado del libro “La pascua Cristiana”)

 

Por

Fred Coulter

www.laverdaddedios.org

 

          El título de este libro puede dar la impresión que los contenidos están dedicados a un tema Bíblico técnico muy estrecho. Es cierto que este libro fue escrito para documentar a fondo y confirmar la fecha exacta y hora del día de la observancia apropiada de la verdadera Pascua cristiana. Sin embargo, el significado completo y las ramificaciones de la verdadera Pascua del Nuevo Testamento se extienden mucho más allá del día y la hora de su observancia. La Pascua cristiana es el corazón y núcleo del cristianismo Bíblico. Es la base fundamental del Evangelio de Jesucristo. Observar la verdadera Pascua, como fue ordenada por Jesucristo es fundamental para la salvación y la vida eterna.

          Mientras todas las religiones—católica, ortodoxa, protestante, judía, musulmana, hindú, budista, y otras—profesan varios métodos y avenidas a la vida eterna, la Biblia enseña que solamente hay ¡UN CAMINO! Ese camino es por medio de Jesucristo—Su vida, muerte y resurrección. En la noche de Su última Pascua, antes de Su arresto y crucifixión, Jesús proclamó, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, excepto a través de Mí” (Juan 14:6).

¡NO HAY NINGÚN OTRO CAMINO!

          Jesús dejó absolutamente claro que la vida eterna viene solo por medio de Su carne y Su sangre: “Verdaderamente, verdaderamente les digo, a menos que coman la carne del Hijo de hombre, y beban Su sangre, no tienen vida en sí mismos. Aquel que come Mi carne y bebe Mi sangre tiene vida eterna, y Yo lo levantaré en el último día” (Juan 6:53-54).

          Estas palabras de Jesucristo han llevado al conflicto de las eras entre el cristianismo profesante y la religión del judaísmo. Con la excepción de un número de creyentes judíos mesiánicos, el judaísmo entero ha rechazado a Jesucristo como el Hijo de Dios y el Salvador de la humanidad. Por tanto, el judaísmo no reconoce los escritos y las enseñanzas del Nuevo Testamento, incluyendo la Pascua Cristiana del 14. El judaísmo alega que de acuerdo a sus tradiciones, la Pascua es en el día 15 del primer mes del calendario hebreo/judío, y que siempre lo ha sido, a pesar del hecho que las Escrituras del Antiguo Testamento claramente enseñan que originalmente era observada en el día 14 del primer mes.

          Mientras están cegados de su propio error, los líderes del judaísmo fácilmente reconocen que las tradiciones y las costumbres del cristianismo del mundo—católicos, ortodoxos y protestantes—no se originaron en las enseñanzas de las Escrituras. Ningún lugar de las Escrituras del Antiguo Testamento—o del Nuevo Testamento—enseña la observancia del domingo, la navidad, el domingo de resurrección, Halloween, ni otros festivales que supuestamente son “cristianos.” Las Escrituras tampoco enseñan que Dios acepte la adoración de ídolos e imágenes, o el uso de rosarios. De hecho, ¡las Escrituras condenan fuertemente tales idolatrías abominables! Todas estas prácticas religiosas paganas son condenadas por Dios en las Escrituras de tanto el Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento. Es un hecho histórico que estas prácticas religiosas paganas no son de origen Bíblico, sino que fueron adoptadas por el cristianismo del mundo de las religiones gnósticas gentiles.

          Por otro lado, el cristianismo del mundo, tan paganizado como está, puede entender claramente el error del judaísmo al rechazar a Jesucristo como el Hijo de Dios. La mayoría de los cristianos profesantes también pueden percibir el error en la justificación y salvación del judaísmo por obras de ley y que tales obras son un medio para convencer a Dios que otorgue vida eterna al creyente.

          La oposición entre el cristianismo del mundo y el judaísmo se ha desencadenado desde la última parte del primer siglo. Sin embargo, percibir los errores en las prácticas religiosas de otro no lo trae a uno automáticamente a un entendimiento de las verdaderas enseñanzas de las Escrituras, sean del Antiguo o del Nuevo Testamento.

          A pesar de la oposición de los líderes de tanto el cristianismo del mundo como del judaísmo, a través de los siglos siempre ha habido verdaderos cristianos quienes han observado el Sábado del séptimo día y la Pascua cristiana del 14 como fue enseñado por Jesucristo. Estos verdaderos creyentes tienen la fe y el testimonio de Jesucristo. Ellos han rechazado la idolatría paganizada, dogmas, tradiciones, enseñanzas y prácticas del cristianismo del mundo. De igual manera, han rechazado las prácticas anti-bíblicas tradicionales del judaísmo, las cuales se oponen a las enseñanzas de Jesucristo.

          Este cuerpo de verdaderos cristianos ha sido preservado y nutrido por Dios a pesar de repetidas persecuciones y martirios en manos de las fuerzas religiosas del mundo del catolicismo y el judaísmo. Estos verdaderos creyentes han sobrevivido a través de generaciones desde que Jesucristo fundó Su propia Iglesia, y de nuevo están surgiendo como un cuerpo religioso con números suficientes para causar notoriedad. Pero en estos tiempos del fin, las fuerzas opuestas del cristianismo del mundo y el judaísmo han renovado su ataque contra la fe verdadera en sus intentos de paganizar o judaizar a la verdadera Iglesia de Dios, lejos de las verdaderas enseñanzas de las Escrituras. La verdadera Iglesia de Dios, que ahora está compuesta por cientos de organizaciones y miles de congregaciones alrededor del mundo, está involucrada en una batalla doctrinal por la verdad de las Escrituras y la verdadera adoración de Dios el Padre y de Jesucristo.

          No es difícil exponer las doctrinas paganas del cristianismo del mundo. La verdad de Dios en tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento claramente revela los aspectos no Bíblicos ni cristianos de esas enseñanzas. Sin embargo, las enseñanzas anti-Bíblicas del judaísmo son más difíciles de exponer. Estas enseñanzas tradicionales son el arma principal del judaísmo en un esfuerzo insidioso de judaizar todas las formas del cristianismo—ya sea del mundo o Bíblico.

          Mientras este conflicto dual es nuevo para verdaderos cristianos en esta era, es el mismo conflicto que enfrentaron los apóstoles originales y los seguidores de Jesucristo en el primer siglo cuando la verdadera Iglesia de Dios estaba siendo establecida. Los principios del conflicto judaico/cristiano están registrados para nosotros en los Evangelios, en el libro de Hechos y en la Epístola de Pablo a los gálatas. Evidencia de este conflicto puede ser encontrada en todos los libros del Nuevo Testamento.

          De igual forma, el conflicto entre el verdadero cristianismo y las fuerzas del paganismo también se pueden encontrar en las páginas del Nuevo Testamento. La influencia de fondo del cristianismo gnóstico y ortodoxo fue responsable de muchas advertencias y mucha condenación en I y II Corintios; Colosenses; II Pedro; I, II, III Juan y Judas.

          En el libro de Apocalipsis, capítulos 2 y 3 encontramos una profecía de ambos conflictos, ya que impactarían a la verdadera Iglesia de Dios a través de la historia hasta el retorno de Jesucristo. Hay algunos en las iglesias de Dios que han sucumbido a estas presiones. A pesar de toda la oposición, hay muchos cristianos fieles quienes han continuado creyendo y practicando la verdad.

          Dios ha preservado fielmente Su Palabra de verdad de modo que el verdadero camino de salvación a través de Jesucristo esté disponible para que todos lo conozcan. En el análisis final, no son las tradiciones religiosas de los hombres—ni del cristianismo del mundo ni del judaísmo—las cuales deberían formar la base de nuestras creencias. La fe de un verdadero cristiano debería estar fundada solamente en la Palabra inspirada de Dios.

          El propósito de este libro es ayudar al lector a entender la verdad de Dios como está preservada en las Escrituras de tanto el Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento concerniente a la Pascua cristiana. Es vital para cada creyente verdadero entender esta verdad. Observar la verdadera Pascua como mandó Jesús y participar del cuerpo y la sangre de Jesucristo es esencial para entrar al Nuevo Pacto, y para reafirmar y mantener esta relación de pacto con Dios el Padre y con Jesucristo.

          En la noche de Su última Pascua, Jesús instituyó el Nuevo Pacto, empezando con el lavamiento de pies, y después administrando a Sus discípulos los nuevos símbolos del pan sin levadura y el vino. Al ordenarles practicar la Pascua del Nuevo Pacto, Él les enseñó una parte integral de su significado: “En aquel día, sabrán que Yo estoy en Mi Padre, y ustedes están en Mí, y Yo estoy en ustedes. Aquel que tiene Mis mandamientos, y los está guardando, ese es quien Me ama; y quien Me ama será amado por Mi Padre, y Yo lo amaré, y Me manifestaré Yo mismo a él.Si alguno Me ama, guardará Mi palabra; y Mi Padre lo amará, y Nosotros vendremos a él, y haremos Nuestra morada con él.

          “Aquel que no Me ama, no guarda Mis palabras; y la palabra que ustedes oyen no es Mía, sino del Padre, Quien Me envió.” (Juan 14:20-24).

          Estas palabras de Jesús claramente expresan otra verdad Bíblica: “Porque la paga del pecado es muerte, pero el regalo de Dios es vida eterna a través de Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos 6:23).

          Que Dios el Padre y Jesucristo Su Hijo le otorguen el amor y la convicción de la Verdad de Dios, para que por medio del amor y la gracia de Dios y la observancia apropiada de la verdadera Pascua cristiana, como Jesús la ordenó, pueda obtener el don de la vida eterna el cual es dado solamente a través de Jesucristo nuestro Señor y Salvador— ¡EL VERDADERO CORDERO DE LA PASCUA DE DIOS!

Fred R. Coulter

Invierno 1993


 

 

Prefacio—Segunda Edición

          Cuando salió la primera edición de La Pascua Cristiana, un evangelista prominente preguntó, “¿Por qué algo tan simple como la Pascua necesita un libro de 320 páginas para explicarla?” Sí, ¿Por qué son las controversias sobre la Pascua cristiana tan complicadas que ahora se necesita un libro aún más grande de 512 páginas para explicarlo a fondo? La respuesta es que las instrucciones simples y claras de Jesucristo han sido enterradas debajo de una avalancha de falsas doctrinas, malas interpretaciones y prácticas paganas cristianizadas que se han vuelto tradiciones honradas a través del tiempo. Estas falsas enseñanzas y prácticas descaradas casi han destruido el verdadero conocimiento de la Pascua Cristiana, la cual revela el supremo amor de Dios el Padre al dar a Su único Hijo engendrado para ser el Salvador del mundo: “Porque Dios amó tanto al mundo, que dio Su único Hijo engendrado, para que todo el que crea en Él no pueda perecer, sino pueda tener vida eterna” (Juan 3:16).

          La verdad es que la Pascua Cristiana abarca todo el mensaje de Dios como es revelado en las Escrituras desde Génesis hasta Apocalipsis. Revela la grandeza de Dios en cumplir la promesa de un Salvador Quien redimiría a la humanidad del pecado. Esta promesa, la cual fue dada después del primer pecado del hombre, fue cumplida cuando el Dios Creador renunció a Su gloria y honor y vino a la tierra en la carne (I Timoteo 3:16). El apóstol Pablo revela como Dios se humilló a Sí mismo para convertirse en un hombre: “Esté esta mente en ustedes, la cual estuvo también en Cristo Jesús; Quien, aunque existió en la forma de Dios, no lo consideró robo ser igual con Dios, sino se vació a Sí mismo, y fue hecho en la semejanza de hombres, y tomó la forma de un siervo; y habiéndose encontrado en la forma de hombre, se humilló a Sí mismo, y llegó a ser obediente hasta la muerte, incluso la muerte de la cruz” (Filipenses 2:5-8). En Su gran amor, el Creador de la humanidad se convirtió en “el Cordero de Dios, Quien quita el pecado del mundo” (Juan 1:29).

          Mucho antes del nacimiento de Jesucristo, Satanás el diablo había preparado su gran engaño, el cual ofrecía una gran variedad de falsas doctrinas y prácticas atractivas para desviar a la humanidad del verdadero camino de salvación. Cuando Jesús comenzó Su ministerio, Él condenó a los líderes del judaísmo por rechazar los mandamientos de Dios y adoptar sustitutos inútiles, los cuales se volvieron las tradiciones oficiales de los judíos: “Bien profetizó Isaías concerniente a ustedes hipócritas, como está escrito, ‘Este pueblo Me honra con sus labios, pero sus corazones están lejos de Mí. Pero en vano Me adoran, enseñando por doctrina los mandamientos de hombres.’ Por dejar el mandamiento de Dios, ustedes se aferran a la tradición de hombres,… ‘Muy bien rechazan el mandamiento de Dios, para poder guardar su propia tradición’” (Marcos 7:6-9).

          La evidencia Biblia e histórica que es presentada en este libro claramente señala las prácticas tradicionales del judaísmo como la causa de la confusión sobre cuál es el verdadero día de la Pascua—el 14 ó el 15. Al dejar de lado las malas interpretaciones y tradiciones del judaísmo y examinando sistemáticamente las Escrituras del Antiguo Testamento, es posible determinar el tiempo exacto que Dios ordenó para la observancia de la Pascua. El día de la Pascua no es el día que es reconocido por los líderes del judaísmo.

          En los tiempos del Nuevo Testamento, muchos cristianos sucumbieron a las falsas enseñanzas y prácticas del judaísmo. A través de los siglos, muchos más cristianos cayeron presas a prácticas falsificadas, las cuales empezaron en la antigua Babilonia. Estas prácticas perversas fueron traídas al cristianismo por medio de la influencia de la iglesia romana.

          Hoy somos confrontados con un cristianismo apóstata completamente desarrollado, el cual un mundo engañado ha aceptado como auténtico. El apóstol Pablo llamó este engaño satánico, el cual empezó a desenvolverse en su tiempo, “el misterio de ilegalidad ya está trabajando” (II Tesalonicenses 2:7). En una epístola a los corintios él advirtió de falsos apóstoles quienes decían predicar el evangelio de Jesucristo pero en realidad eran ministros de Satanás el diablo: “Pero me temo, no sea que por cualquier medio, como la serpiente engañó a Eva con su astucia, así sus mentes puedan ser corrompidas de la simplicidad que es en Cristo. Porque ciertamente, si alguien viene predicando otro Jesús, a quien nosotros no predicamos, o reciben un espíritu diferente, el cual no recibieron, o un evangelio diferente, el cual no aceptaron, ustedes lo aguantan como algo bueno. Porque tales son falsos apóstoles—trabajadores engañosos que están transformándose a sí mismos en apóstoles de Cristo. Y no es de maravillarse, porque Satanás mismo se transforma a sí mismo en un ángel de luz. Por tanto, no es gran cosa si sus siervos también se transforman a sí mismos en ministros de justicia—cuyo fin será de acuerdo a sus obras” (II Corintios 11:3-4, 13-15).

          El apóstol Pedro también advirtió que falsos apóstoles entrarían en secreto a las iglesias de Dios y corromperían las verdaderas enseñanzas de Jesucristo: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como ciertamente habrán falsos maestros entre ustedes, quienes sigilosamente introducirán herejías destructivas, negando personalmente al Señor quien los compró, y trayendo rápida destrucción sobre sí mismos. Y mucha gente seguirá como autoridad sus caminos destructivos; y a causa de ellos, el camino de la verdad será blasfemado” (II Pedro 2:1-2).

          Mientras la apostasía iba ganando terreno, el apóstol Judas, el hermano de Jesús escribió una solicitud urgente a los cristianos de ese tiempo, exhortándolos a aferrarse a la fe de Jesucristo, la cual les había sido entregada por Sus verdaderos apóstoles. Note: “Amados, cuando estaba personalmente ejerciendo toda mi diligencia para escribirles concerniente a la común salvación, fui impulsado a escribirles, exhortándolos a pelear fervientemente por la fe, la cual una vez por todo tiempo ha sido entregada a los santos. Porque ciertos hombres se han deslizado sigilosamente, aquellos de quienes hace tiempo ha sido escrito, condenándolos a este juicio. Ellos son hombres impíos, quienes están pervirtiendo la gracia de nuestro Dios, convirtiéndola en libertinaje, y están negando personalmente al único Señor Dios y a nuestro Señor Jesucristo” (Judas 3-4).

          La ferviente solicitud de Judas no dio vuelta a la ola creciente de apostasía. El movimiento satánicamente inspirado era tan poderoso que los verdaderos apóstoles de Jesucristo estaban siendo rechazados por algunos en las iglesias que ellos habían levantado (II Corintios 10:10-12, III Juan 9). La fe verdadera cesó de ser enseñada y practicada en estas iglesias que profesaban ser cristianas. Algunas décadas después de la muerte de los apóstoles, aquellos cristianos que continuaron en las verdaderas enseñanzas de Jesucristo fueron echados de las iglesias. En su lugar surgió un tipo de cristianismo completamente diferente. Jesse Lyman Hurlbut escribe: “Llamamos a la última generación del primer siglo, del 68 al 100 d.C., ‘la Era de las sombras,’ en parte porque la penumbra de persecución estaba sobre la iglesia; pero especialmente porque de todos los periodos en la historia, es del cual menos sabemos. Ya no tenemos la clara luz del libro de los Hechos para guiarnos; y ningún autor de esa era ha llenado el espacio en la historia. Nos gustaría leer del trabajo posterior por tales ayudantes de San Pablo como Timoteo, Apolo y Tito, pero todos estos y otros amigos de San Pablo se salen del registro en su muerte. Por cincuenta años después de la vida de San Pablo cuelga una cortina sobre la iglesia, a través de la cual tratamos de ver vanamente; y cuando al fin se levanta, alrededor del 120 d.C. con los escritos de los primeros padres de la iglesia, encontramos una iglesia muy diferente en muchos aspectos que en los días de San Pedro y San Pablo” (La Historia de la Iglesia Cristiana, pp.41).

          Una de las diferencias más grandes fue que la Pascua Cristiana ya no estaba siendo observada como una conmemoración anual de la muerte de Jesucristo. Las iglesias apóstatas habían reemplazado la Pascua Cristiana con la observancia semanal de la supuesta “Cena del Señor.” Hurlbut escribe “La Cena del Señor se observaba universalmente. Esta empezó como un servicio en el hogar, como la Pascua Judía, de la cual esta fue un brote” (Ibíd., pp. 45).

          La subversión de la observancia de la Pascua Cristiana fue un gran paso en el plan de Satanás para seducir a los creyentes a dejar la fe verdadera. Esta subversión ya estaba en marcha en los días de los apóstoles. En I Corintios 11 Pablo condenó fuertemente la práctica de comer una comida con la Pascua y llamarla “la Cena del Señor.” Como Hurlbut muestra, esta falsa observancia se volvió la práctica de los cristianos en todos lados: “Pero entre iglesias gentiles surgió la costumbre de celebrarla [la observancia inapropiada de la Pascua] en una reunión de la iglesia, como una cena a la cual cada miembro traía una parte de la provisión. San Pablo amonestó a la iglesia en Corinto por abusos que se habían infiltrado en este método de observancia. Para el final del siglo la Cena del Señor era en todos lados un servicio que se tenía en el lugar de reunión de los cristianos, pero (probablemente a causa de las persecuciones) no en público. Todos excepto miembros de la iglesia eran excluidos de esta celebración, la cual se tenía como un ‘misterio’” (Ibíd., pp. 45).

          El “misterio de la ilegalidad” que había empezado a trabajar en los días del apóstol Pablo ya había envuelto por completo a las iglesias, llevando a la mayoría de los primeros creyentes a rechazar la observancia de la verdadera Pascua cristiana en el día 14 del primer mes, como se enseñó por Jesucristo y los apóstoles, y a adoptar la observancia semanal de “la Cena del Señor.” Este cambio inicial llevó a cambios aún mayores, y la observancia de la Cena del Señor fue pronto reemplazada por los líderes de la iglesia romana con el sacrificio de la misa. Esta práctica, la cual se originó en el paganismo antiguo, es observada por millones de cristianos profesantes en todas partes del mundo en la actualidad.

          En su libro Las Dos Babilonias, Alexander Hislop describe la forma insidiosa en que las prácticas y enseñanzas paganas de la antigua Babilonia fueron traídas a la iglesia primitiva: “Pero en su primera introducción en la Iglesia, lo hizo en secreto y a escondidas, con ‘todo ENGAÑO DE INIQUIDAD.’ Procedió ‘misteriosamente’ valiéndose de buenas [que suenan bien] pero falsas apariencias, apartando a los hombres de la sencillez de la verdad como está en Jesús. Y lo hizo tan secretamente por la misma razón de que la idolatría fue introducida secretamente en los antiguos Misterios de Babilonia. No era seguro, no era prudente hacerlo de otro modo. El celo de la verdadera Iglesia, aunque desprovista del poder civil, se habría levantado para poner fuera del recinto de la cristiandad al falso sistema y a sus cómplices, si hubiera aparecido abiertamente y de una con toda su obscenidad; y esto habría detenido su avance. Por tanto, fue introducida en secreto, poco a poco, una corrupción tras otra, mientras avanzaba la apostasía, y la iglesia apóstata llegaba a estar preparada para tolerarla, hasta que hubiera alcanzado las proporciones gigantescas que ahora vemos, cuando casi todos los rasgos del sistema papal son los opuestos del sistema de la Iglesia primitiva” (página 144).

          Así como Satanás ha inspirado a los líderes del judaísmo a reemplazar la Palabra de Dios con sus propias tradiciones, así también inspiró a la iglesia cristiana apóstata a sustituir con tradiciones humanas y con las enseñanzas de los “padres de la iglesia primitiva” las enseñanzas de Jesucristo. En una sección titulada el “Sacrificio de la Misa” (paginas 245-257), Hislop rastrea esta práctica religiosa a la idólatra adoración del sol del antiguo Egipto. La práctica que la iglesia católica romana llama “Comunión” o la “Santa Eucaristía” se originó en la adoración corrupta e impía del dios sol egipcio, y no en las enseñanzas de Jesucristo. En lugar de guiar a las personas a Cristo, tales prácticas apóstatas guían a las personas a la perdición.

          Al cierre de la era apostólica, Dios le dio al apóstol Juan una visión de la iglesia apóstata plenamente desarrollada, la cual practica el “misterio de ilegalidad.” En el libro de Apocalipsis, este falso sistema religioso es identificado como “Babilonia la Grande.” Es una iglesia universal con gran poder y dominio mundial: “Y uno de los siete ángeles que tenía los siete frascos vino y habló conmigo diciéndome, “Ven aquí; te mostraré el juicio de la gran ramera que se sienta sobre muchas aguas [las aguas representan a muchos pueblos, naciones, e idiomas (verso 15)]; con quien los reyes de la tierra han cometido fornicación, y aquellos que viven en la tierra se emborracharon con el vino de su fornicación.” Entonces me llevó en el espíritu a un lugar desolado; y vi una mujer sentada sobre una bestia escarlata que tenía siete cabezas y diez cuernos, llena de nombres de blasfemia. Y la mujer estaba vestida de púrpura y de escarlata, y estaba adornada con oro y perlas y piedras preciosas; y tenía una copa de oro en su mano, llena con abominaciones y la inmundicia de su fornicación; y a través de su frente había un nombre escrito: MISTERIO, BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA. Y vi a la mujer borracha con la sangre de los santos, y con la sangre de los mártires de Jesús. Y después de verla me maravillé con gran asombro” (Apocalipsis 17:1-6).

          El “misterio de ilegalidad” alcanzará el pináculo de poder cuando Babilonia la Grande haya sido exitosa en amalgamar a todas las religiones bajo su control. Cuando eso se logre, los creyentes que practiquen la verdadera fe de Jesucristo—observando la Pascua Cristiana como Él lo ordenó y guardando el Sábado del séptimo día y los días santos Bíblicos—serán perseguidos y asesinados.

          Las palabras del apóstol Pablo muestran que el “misterio de ilegalidad” continuará creciendo hasta el retorno de Jesucristo: “Porque el misterio de ilegalidad ya está trabajando; solamente que hay uno Quien lo está restringiendo al tiempo presente hasta que surja de en medio. Y entonces el ilegal será revelado (a quien el Señor consumirá con el aliento de Su boca, y destruirá con el brillo de Su venida); Aquel cuya venida está de acuerdo al trabajo interno de Satanás, con todo poder y señales y maravillas mentirosas, y con todo engaño de injusticia en aquellos que están pereciendo porque no recibieron el amor de la verdad, para que pudieran ser salvos. Y por esta razón, Dios enviará sobre ellos un engaño poderoso que les hará creer la mentira, para que puedan ser juzgados todos los que no creyeron la verdad, sino se complacieron en la injusticia” (II Tesalonicenses 2:7-12).

          Mientras el regreso de Jesucristo se acerca, Satanás el diablo está empleando todos los poderes y fuerzas del mal para completar su engaño del mundo entero (Apocalipsis 12:9). Uno de sus más grandes engaños es la perversión y la paganización de la Pascua cristiana. Él ha planeado sus falsas doctrinas y prácticas tan sutilmente que son aceptadas y creídas casi universalmente. Las personas a través de los siglos se han acostumbrado tanto a escuchar, creer y practicar mentiras satánicas, que no pueden creer la verdad. Para aquellos que han sido cegados por los engaños de Satanás, la verdadera observancia de la Pascua Cristiana parece fanática y como un culto. Como Dressdon James escribió una vez: “Cuando una red de mentiras bien empacadas ha sido vendida gradualmente a las masas a través de generaciones, la verdad parecerá completamente absurda y su orador [o escritor] un lunático delirante.”

          Satanás ha hecho bien su trabajo. Él ha engañado al mundo cristiano profesante con una multitud de doctrinas y prácticas falsas. Él ha reemplazado la verdadera Pascua de Jesucristo con el sacrificio de la misa y la Cena del Señor. El engaño es tan dominante que los profesores religiosos en las iglesias cristianas no aceptan la verdad de la Biblia. El autor ha experimentado personalmente esta respuesta de mente cerrada de un erudito prominente quien fue enseñado por jesuitas en la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma. Él era un profesor bien conocido y escritor para los Adventistas del Séptimo Día en la Universidad Andrews en Michigan y murió en el 2009. Cuando a él se le presentó la primera edición de La Pascua Cristiana, lo leyó con detenimiento hasta que llegó a una sección la cual exponía la Eucaristía como una práctica falsa. Entonces él inmediatamente tiró el libro a la basura, porque era  contrario a lo que él había sido enseñado. Es vergonzoso que un erudito y profesor que alega ser un buscador de la verdad cerrara sus ojos a los hechos Bíblicos e históricos.

          Demasiadas personas están tan profundamente arraigadas en las tradiciones y enseñanzas de los hombres, que se rehúsan a aceptar la verdad de Dios. La verdad de la Palabra de Dios corta como una espada de doble filo, refutando las falsas doctrinas y prácticas del cristianismo apóstata. Ya que el alcance del engaño es tan grande y la mala interpretación de la Escritura es tan extensa, es necesario direccionar todo falso argumento acerca de la Pascua y examinar cada uno a la luz de la Palabra de Dios. Entonces la gloriosa verdad de la Pascua Cristiana abrirá la puerta al verdadero Evangelio de Jesucristo. Es por esto que este libro fue escrito.

ESTA EDICIÓN ESTÁ COMPLETAMENTE REVISADA

          La segunda edición de La Pascua Cristiana es virtualmente un libro nuevo, habiendo sido extensamente reescrito y editado. Pocas páginas permanecen como estaban en la primera edición. Además, esta segunda edición contiene cinco capítulos nuevos. Un capitulo explica porque los judíos en exilio no guardan la Pascua del 14. Tres capítulos explican la importancia del pacto que Dios hizo con Abraham en la noche del día 14 del primer mes—el día que llegó a ser el día de la Pascua. Desde que la primera edición fue publicada, se ha aprendido mucho acerca de la ley de pacto, la cual es la base del pacto de Dios con Abraham, el Antiguo Pacto con Israel y el Nuevo Pacto con la Iglesia. El juramento del pacto que Dios le hizo a Abraham, como está registrado en Génesis 15 era un tipo de la crucifixión y muerte de Jesucristo, la cual estableció el Nuevo Pacto. El quinto capítulo que fue agregado muestra las profecías del Antiguo Testamento que fueron cumplidas por la crucifixión y muerte de Jesucristo.

          Todas las referencias Bíblicas usan la Versión Fiel, La Santa Biblia en Su Orden OriginalUna Versión Fiel con Comentario.

          Otras añadiduras y cambios incluyen un índice completo de referencias Bíblicas, un glosario expandido y bibliografía y un índice actualizado y expandido. Casi cincuenta páginas de apéndices exegéticos han sido agregados para tratar con los aspectos técnicos del texto hebreo del Antiguo Testamento y con las Escrituras difíciles de entender. Todas estas adiciones han expandido más del 50% la primera edición, resultando en una segunda edición de 512 páginas.

          Cada página de este libro está dedicada a enseñar la verdadera observancia Bíblica de la Pascua Cristiana. Esta ceremonia, la cual Jesús instituyó para cada creyente que entra en el Nuevo Pacto, debe ser observada en la noche del día 14 del primer mes— “la noche en la cual Él fue traicionado.” Jesucristo ordena a cada creyente participar en tres ordenanzas de la Pascua Cristiana: 1) el lavamiento de pies; 2) comer el pan sin levadura, el cual simboliza el cuerpo quebrantado de Jesucristo; y 3) participar del vino, el cual simboliza la sangre derramada de Jesucristo para el perdón del pecado. Cuando se observa de la manera que Jesús enseñó, la Pascua Cristiana verdaderamente expresa “la simplicidad que es en Cristo” (II Corintios 11:3).

          Que Dios el Padre y Jesucristo le den una mente abierta y la habilidad de entender el significado completo de la verdadera Pascua Cristiana. Que Dios le dé la fe y la valentía para amar la verdad y dejar de lado las enseñanzas y prácticas engañosas del cristianismo apóstata, las cuales llevan a la muerte. El regalo de la vida eterna solamente viene a través de participar de la carne y sangre de Jesucristo como el verdadero Cordero de Pascua de Dios. Jesús dijo “Yo soy el pan vivo, el cual bajó del cielo, si cualquiera come de este pan, vivirá por siempre; y el pan que daré es incluso Mi carne, la cual daré por la vida del mundo.” Verdaderamente, verdaderamente les digo, a menos que coman la carne del Hijo de hombre, y beban Su sangre, no tienen vida en sí mismos. Aquel que come Mi carne y bebe Mi sangre tiene vida eterna, y Yo lo levantaré en el último día. Porque Mi carne es verdadera comida, y Mi sangre es verdadera bebida. Aquel que come Mi carne y bebe Mi sangre está viviendo en Mí, y Yo en él. Como el Padre vivo Me ha enviado, y Yo vivo por el Padre; así también aquel que Me come vivirá por Mí” (Juan 6:51-57).

Que Dios le imparta Su propio amor a usted, inspirándole a amarlo y a Jesucristo con todo su corazón, con toda su mente, con toda su alma y con toda su fuerza, para que pueda recibir la vida eterna al regreso de Jesucristo.

Fred R. Coulter

Otoño 1999

 

Agradecimientos

          El crédito inicial y el reconocimiento por este libro le pertenece a Dios el Padre y a Jesucristo. Su inspiración y entendimiento impartido a través de la compilación de esta obra han sido continuamente evidentes. Es mi sincera esperanza que esta misma inspiración y entendimiento pueda ser impartida a usted, el lector.

          Aprecio y gratitud de corazón a mi adorable, querida esposa, Dolores, quien ha cooperado tan maravillosa y animosamente al sacrificar su tiempo lejos de mí durante la escritura de este libro. Gracias personales a Bobby Whitt por iniciar la escritura de esta obra, por la llamada que me hizo con preguntas acerca de la Pascua, la cual me motivó a escribir este libro. Gracias para Carl y Jean Franklin por su ayuda dedicada a la segunda edición.

          Para la tercera edición, todas las escrituras del Antiguo Testamento han sido actualizadas usando la traducción de la Santa Biblia en Su Orden Original—Una Versión Fiel, 2009, por el autor. Gracias a Philip Neal por editar y corregir, a Albert y Mela Cataga por corregir, John, Hiedi y Sasha Vogele por actualizar Escrituras, corregir, formatear e imprimir.

          Gracias especiales se extienden a los miembros de la Iglesia de Dios Cristiana y Bíblica por su amor, oraciones, ánimo y apoyo para hacer posible este libro vital. Finalmente, gracias y aprecio se extienden a aquellos eruditos y escritores Bíblicos fieles quienes, en su búsqueda de la verdad a través de los siglos, se han esforzado en sostener la Palabra de Dios.

 

Fred R. Coulter

Primera Edición, Invierno 1993

Segunda Edición, Otoño 1999

Tercera Edición, Verano 2010