Restaurando el cristianismo original—¡para
hoy!
Iglesia de Dios Cristiana y Bíblica
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Fred R. Coulter
Ministro
Febrero 16, 2022
Queridos
hermanos,
Muchos
de nosotros quienes hemos estado en la Iglesia de Dios por décadas creímos
alguna vez que Cristo ya habría regresado para este momento—que estaríamos en
el Reino de Dios, gobernando con Jesús. Cada intento de los hombres de colocar
fechas exactas concernientes al regreso de Jesús ha fallado. Algunos están
ahora poniendo años entre el 2027 al 2030. Pero como todas las predicciones
pasadas, estas fechas también fallarán. La segunda venida de Jesús pasará en el
tiempo de Dios. Mientras la Biblia nos da en verdad la estructura de los
eventos mayores que pasan en profecía—basado en el Sábado y los días santos—no
debemos olvidar lo que Jesucristo Mismo nos dijo acerca de Su regreso: “Pero concerniente a ese día, y a la hora, nadie sabe, ni
siquiera los ángeles del cielo, sino solamente Mi Padre”
(Mateo 24:36).
Cuarenta
días después de Su resurrección—después de enseñarle a los discípulos mucho más
sobre el Reino de Dios y justo antes que Él fuera a ascender al cielo—los discípulos
de Jesús le preguntaron: ““Señor, ¿restaurarás el
reino de Israel en este tiempo?” Y Él les dijo,
“No es para ustedes saber los tiempos o las temporadas, las
cuales el Padre ha establecido en Su propia autoridad; pero ustedes mismos recibirán poder cuando el Espíritu Santo
haya venido sobre ustedes, y serán Mis testigos, en Jerusalén y en toda Judea y
Samaria, y hasta los confines de la tierra”” (Hechos 1:6-8). Esto
confirma que el Padre tiene la única autoridad en determinar el tiempo exacto
del regreso de Jesús.
Debemos
observar eventos—no fechas específicas: De acuerdo a
la profecía, los eventos específicos del tiempo del fin deben tener lugar antes
del regreso de Cristo. Por esto es que Jesús nos dijo que observáramos eventos,
no colocar fechas. Hay 5 eventos mayores que deben tener lugar antes de la
segunda venida de Jesús. Cubrí estos eventos en mi mensaje de Enero 29: Cinco
eventos mayores a ocurrir en profecía antes que el fin llegue. Hay muchas
cosas ocurriendo hoy que llevarán al cumplimiento de aquellos 5 eventos claves.
Aquí están los mayores 5 eventos proféticos que deberíamos estar anticipando:
Primero: El rey del
norte debe estar gobernando en Europa. El
cumplimiento de este evento no está aún en el horizonte—pero está más cerca.
Europa está en desorden político y financiero. Están financieramente quebrados
y tienen poco poder militar. Concurrentemente con el levantamiento del rey del
norte habrá un resurgir de la iglesia católica—la cual está en realidad
comenzando a crecer en influencia después de décadas de impotencia. Lo más
notable es el reciente desarrollo del Crislam—una fusión religiosa entre
católicos y musulmanes. En vez de oponerse unos a otros, los católicos y los musulmanes
estarán adorando juntos en su centro de adoración que esta próximo a ser
abierto en Dubái, EAU.
Segundo:
El rey del sur debe estar en poder en los países islámicos del
medio oriente.
El agite pandémico que continua teniendo lugar en todos estos países está
colocando indudablemente el fundamento para que el rey del sur se levante a una
posición de poder—y ultimadamente llegue a ser una amenaza al rey del norte.
Dada la condición de las naciones islámicas hoy en día, tomará un número de años
para desarrollarse y cumplir ciertas profecías del libro de Daniel: “Y en el tiempo del fin, el rey del sur lo presionará.
Y el rey del norte vendrá contra él como un torbellino con carruajes y
con jinetes y con muchas naves; y entrará en los países y desbordará y barrerá
de paso. Él también entrará en la tierra
gloriosa, y muchos países serán derrocados. Pero estos escaparán de su mano:
Edom y Moab, y el jefe de los hijos de Amón. Y
extenderá su mano también sobre los países. Y la tierra de Egipto no escapará.
Sino tendrá poder sobre los tesoros de oro y plata, y
sobre todas las cosas preciosas de Egipto. Y los Libios y los Etíopes estarán a
sus pasos” (Daniel 11:40-43).
Tercero: Antes que estos
dos eventos puedan tener lugar, los judíos deben construir el tercer templo
en Jerusalén,
como se muestra en el libro de Apocalipsis: “Luego el
ángel me dio una vara de medida como un bastón, diciendo, “Levántate y
mide el templo de Dios, y el altar, y aquellos que adoran en el. Pero deja fuera el patio que está dentro del área
del templo, y no lo midas porque ha sido dado a los gentiles; y ellos
pisotearán la ciudad santa cuarenta y dos meses” (Apocalipsis 11:1-2).
En aquel nuevo
templo estará el “lugar santo” en el cual la bestia entrará y se proclamará ser
Dios. Ahora, les suplicamos, hermanos, concerniente a
la venida de nuestro Señor Jesucristo y nuestra reunión con Él, que no sean
prontamente sacudidas sus mentes, ni estén angustiados—ni por espíritu, ni por
palabra, ni por epístola, como si fuera nuestra, diciendo que el día de
Cristo está presente. No permitan que ninguno los engañe por ningún medio
porque ese día no vendrá a menos que la apostasía [la rebelión mundial
en contra del verdadero Dios] venga primero, y el
hombre de pecado sea revelado—el hijo de perdición, aquel que se opone y exalta a sí mismo sobre todo lo que es
llamado Dios, o que es un objeto de adoración; así que entra al templo de
Dios y se sienta como Dios, proclamando que él mismo es Dios.…
“Porque el misterio de ilegalidad ya está trabajando;
solamente que hay uno Quien lo está restringiendo al tiempo
presente hasta que surja de en medio. Y entonces el ilegal será revelado
(a quien el Señor consumirá con el aliento de Su boca, y destruirá con el
brillo de Su venida); aquel cuya venida está de acuerdo al trabajo interno
de Satanás, con todo poder y señales y maravillas mentirosas, y con todo engaño
de injusticia en aquellos que están pereciendo porque no recibieron el amor de
la verdad, para que pudieran ser salvos. Y por esta razón, Dios enviará
sobre ellos un engaño poderoso que les hará creer la mentira” (II
Tesalonicenses 2:1-4, 7-11).
Cuarto:
Los “dos testigos” deben entrar en escena. “Y daré poder a Mis dos testigos, y ellos profetizarán
mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio. Estos son los dos árboles de
olivo, y los dos candeleros que están de pie delante del Dios de la
tierra.” (Apocalipsis 11:3-4). Los dos testigos no vendrán de ninguna de
las iglesias de Dios. Uno será el gobernador de Judea y el otro será el sumo
sacerdote del templo por venir, como se encuentra en Zacarías 3 y 4.
Quinto: Un Elías final
debe venir.
Casi que al mismo tiempo que los dos testigos aparezcan, un tercer y final Elías
es profetizado que va a aparecer. Encontramos el registro bíblico del primer
Elías el profeta en I Reyes 17-22 y II Reyes 1-10. El segundo Elías
fue Juan el Bautista. Cuando el ángel Gabriel le anunció a Zacarías que su
esposa Elizabeth daría a luz un hijo, él profetizó esto acerca de Juan el
Bautista: “Porque él será grande delante del Señor. Y
nunca beberá vino o bebida fuerte en ninguna forma, sino que será lleno con el
Espíritu Santo incluso desde el vientre de su madre. Y a muchos de los
hijos de Israel volverá al Señor su Dios. E
irá delante de Él en el espíritu y poder de Elías, para volver los
corazones de los padres a los hijos, y al desobediente a la
sabiduría del justo, para preparar a la gente para el Señor””
(Lucas 1:15-17).
Hay
dos profecías concernientes a Juan el Bautista en el Antiguo Testamento. La
primera es encontrada en Isaías: “Una voz está gritando
en el lugar desolado, “Preparen el camino del SEÑOR, enderecen en el desierto
una autopista para nuestro Dios” (Isaías 40:3). La segunda está registrada
en Malaquías: ““He aquí, enviaré Mi mensajero y él
preparará el camino delante de Mí. Y el Señor, a Quien buscan, vendrá de
repente a Su templo, incluso el Mensajero del pacto, en Quien se deleitan. He
aquí, Él viene,” dice el SEÑOR de los ejércitos” (Malaquías 3:1).
Después
que Juan el Bautista fue circuncidado y llamado Juan, su padre Zacarías profetizó
esto sobre su hijo: “Y tú, niñito, serás llamado el
profeta del Altísimo; porque irás delante de la cara del Señor, para
preparar Sus caminos; para dar el conocimiento
de salvación a Su pueblo mediante la remisión de sus pecados, a través de las profundas compasiones internas de
nuestro Dios; en las cuales la aurora desde lo alto nos ha visitado,
para brillar sobre aquellos que estén sentados en oscuridad y en sombra de
muerte, para dirigir nuestros pies hacia el camino de paz””
(Lucas 1:76-79).
Aunque
Juan el Bautista fue descrito por Gabriel como uno viniendo “en el espíritu y poder de Elías” Juan no se describió
de esa manera. Cuando los judíos le preguntaron a Juan quien era, él no se declaró
ser Elías: “Y este es el testimonio de Juan, cuando
los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén para preguntarle,
“¿Quién eres tú?” Entonces el libremente admitió, y no negó, sino que
declaró, “Yo no soy el Cristo.” Y ellos le
preguntaron, “Entonces ¿quién eres tú? ¿Eres Elías?” Y él dijo, “No
lo soy.” Entonces ellos preguntaron, “¿Eres el Profeta?” [Deuteronomio
18:15] Y él respondió, “No.” Por tanto, ellos le
dijeron, “¿Quién eres tú? ¿Qué dices acerca de ti mismo para que podamos dar
una respuesta a aquellos que nos enviaron?” Él
dijo, “Yo soy una voz gritando en el lugar desolado, ‘Enderecen el
camino del Señor,’ como Isaías el profeta dijo.” Ahora, aquellos quienes
habían sido enviados pertenecían a la secta de los fariseos,…” (Juan
1:19-24).
Interesantemente,
Juan no se identificó con la profecía de Malaquías 3:1. En vez, él se designó
como “una voz gritando en el lugar desolado”—de
acuerdo a Isaías. ¿Por qué esto? Solo podría ser que hay un tercer Elías—por
aparecer justo antes del regreso de Jesús.
Este tercer
Elías fue profetizado por Jesús mismo. Después que Pedro, Santiago y Juan habían
visto la visión de la transfiguración de Jesús, la cual incluyó a Moisés y al
primer Elías, Jesús anunció a aquellos 3 discípulos que Juan el Bautista fue
un Elías y que había aun otro Elías por venir. Sin embargo,
aparentemente no entendieron, porque Jesús estaba hablando de un Elías quien “vendrá”
antes de Su segunda venida—de la cual ellos nada sabían: “Luego, mientras ellos estaban bajando de la montaña, Jesús
les ordenó, diciendo, “No le digan la visión a nadie hasta que el Hijo de
hombre haya resucitado de los muertos,” entonces Sus discípulos le
preguntaron, diciendo, “¿Porque entonces los escribas dicen que Elías debe
venir primero?” Y Jesús respondió y les
dijo, “Elías ciertamente vendrá primero y restaurará todas las cosas
[un futuro tercer Elías]. Pero les
digo que Elías ya ha venido [Juan el Bautista—el segundo Elías], y ellos no lo reconocieron; sino que le hicieron lo que
desearon” (Mateo 17:9-12).
Es importante
comprender que cuando Jesús dijo aquellas cosas a los 3 discípulos, Juan el
Bautista—el segundo Elías—ya había sido muerto por cierto tiempo. Antes de la visión
de la transfiguración, hay registro en Marcos 6:17-28 que Herodes el tetrarca había
decapitado a Juan el Bautista. Esto significa que Jesús estaba declarando en
verdad que un tercer Elías estaba aún por venir. Así, Jesús estaba
confirmando la profecía de un tercer Elías como se encuentra en Malaquías 4—quien
va a aparecer llevando a la segunda venida de Jesús. ““Porque he aquí, el día viene, ardiendo como un horno
consumidor; y todo el orgulloso, y todo hacedor de maldad, será rastrojo. Y el
día que viene los quemará,” dice el SEÑOR de los ejércitos, “y no les
dejará ni raíz ni rama. Pero a ustedes quienes
temen Mi nombre, el Sol de Justicia se levantará [Esta es la señal
del Hijo de hombre que aparece como un sol al comienzo de la segunda venida de Jesús—Mateo
24:27-30.], y sanidad
estará en Sus alas. Y ustedes saldrán y crecerán como terneros del establo.
Y pisotearán al impío, porque ellos serán cenizas bajo
las plantas de sus pies en el día que Yo estoy preparando,” dice el
SEÑOR de los ejércitos.
““Recuerden la ley de Moisés Mi siervo, la cual le ordené a
él en Horeb para todo Israel, con los estatutos y juicios. He aquí,
les enviaré a Elías el profeta antes de la venida del gran y terrible
día del SEÑOR [La segunda venida de Jesús, no Su primera]. Y
él volverá el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a
sus padres, no sea que venga y golpee la tierra con destrucción total””
(Malaquías 4:1-6). Tiene que haber un tercer Elías, quien está aún por
venir—como declaró Jesús, que “Elías vendrá.”
Hace décadas
un ministro líder en una iglesia de Dios fue declarado ser el tercer Elías.
Pero él murió hace 36 años y por tanto es muy lejos del regreso de Cristo para
tener conexión alguna con la profecía de Malaquías. Y con mayor seguridad, el
tercer Elías no vendrá de una iglesia de Dios. En vez, probablemente será un
descendiente de la casa de Aarón—de la línea sacerdotal, como lo fue Juan el
Bautista—y ministrará a judíos arrepentidos en Palestina. Indudablemente él estará
inspirado por el trabajo poderoso de los dos testigos (vea Zacarías 12:7-14).
Mientras
no podemos saber la fecha exacta, como dijo Jesús, necesitamos estar observando
estos eventos profetizados desenvolverse. Es por esto que Jesús nos amonestó: “Presten atención, estén vigilando y orando. Porque no saben cuándo es el tiempo. Es como un
hombre viajando a un país lejano, dejando su casa y dando autoridad a sus
siervos, y a cada uno su trabajo, y ordenando al portero vigilar. Estén vigilando, por
tanto, porque no saben cuándo viene el maestro de la casa: en la noche, o a
media noche, o al canto del gallo, o en la mañana; No sea que él venga de repente y los encuentre durmiendo.
Y lo que les digo, lo digo a todos: ¡Vigilen!””
(Marcos 13:33-37).
Jesús también
nos dijo que veláramos de modo que no estemos preocupados con los afanes
y problemas de esta vida: “Luego les habló una
parábola: “Observen el árbol de higo, y todos los árboles. Cuando ya han comenzado a brotar, y los miran,
ustedes mismos saben que el verano está cerca. En
la misma forma también, cuando vean estas cosas suceder, sepan que el reino
de Dios está cerca.
“Verdaderamente les digo, no hay ninguna forma que
esta generación pase hasta que todas estas cosas hayan tenido lugar.
Cielo y tierra pasarán, pero Mis palabras nunca
pasarán. Cuídense a sí mismos, no sea que
sus corazones estén preocupados con vivir y beber por lo alto y las
preocupaciones de esta vida, y ese día venga sobre ustedes
repentinamente. Porque como una trampa
vendrá sobre todos aquellos que habitan sobre la faz de la tierra. Por tanto
presten atención, y oren en todo tiempo para que puedan ser contados
dignos de escapar de todas estas cosas que sucederán, y estar de pie
delante del Hijo de hombre.”” (Lucas 21:29-36).
Siendo
perfeccionados en el amor de Dios: Sabemos que Dios el Padre y
Jesucristo nos aman. Pero no podemos tomar aquel amor por garantizado y
enfocarnos en las cosas físicas de la vida y descuidar nuestro amor por Dios.
De hecho, la mejor forma de estar vigilando nuestra vida espiritual y nuestra relación
con Dios y Jesús es crecer en el amor de Dios. Esto es lo más grande que
podemos hacer y es reflejado en el más grande mandamiento de todos. Jesús dijo:
“El primero de
todos los mandamientos es, ‘Oye, Oh Israel. Nuestro único Dios es el Señor,
el Señor. Y amarán al Señor su
Dios con todo su corazón, y con toda su alma, y con toda su mente, y con toda
su fuerza.’ Este es el primer mandamiento” (Marcos
12:29-30).
Recuerde,
crecer en el amor de Dios es un proceso basado en nuestra relación diaria, o compañerismo
con Dios el Padre y Jesucristo a través de oración y estudio. El apóstol Juan escribió
su primera epístola cuando había gran agite en las iglesias y en el mundo—muy
parecido a como es hoy. Por tanto, podemos aprender demasiado de Juan sobre
como necesitamos vivir nuestras vidas en estos tiempos de problema. Necesitamos
dedicarnos a oración y estudio, y enfocarnos en el amor de Dios—el amor de Dios
por nosotros y nuestro amor por Dios. “...si cualquiera está guardando Su Palabra, verdaderamente en
aquel el amor de Dios está siendo perfeccionado.…” (I Juan 2:5).
Juan
escribe sobre cómo vivimos en el amor de Dios y tenemos Su amor
perfeccionado en nosotros. “En esta manera el
amor de Dios fue manifestado hacia nosotros: que Dios envió Su único Hijo
engendrado al mundo, para que pudiéramos vivir a través de Él. En este acto está el amor—no que nosotros amamos a
Dios; sino, que Él nos amó y envió a Su Hijo para ser la propiciación
por nuestros pecados. Amados, si Dios nos
amó tanto, nosotros también estamos obligados a amarnos unos a otros. Nadie ha visto a Dios en ningún momento. Aun así,
si nos amamos unos a otros, Dios vive en nosotros, y Su propio amor es
perfeccionado en nosotros.
“Por este estándar sabemos que estamos viviendo en Él,
y Él está viviendo en nosotros: por Su propio Espíritu, el cual
nos ha dado.… Y hemos conocido y hemos creído
el amor que Dios tiene hacia nosotros. Dios es amor, y aquel que vive en amor
está viviendo en Dios, y Dios en él. Por esta relación espiritual, el
amor de Dios es perfeccionado dentro de nosotros, para que podamos tener confianza en el día de juicio porque
incluso como Él es, así también somos nosotros en este mundo. No hay temor
en el amor de Dios; sino, el amor perfecto echa fuera el temor porque el
temor tiene tormento.…” (I Juan 4:9-13, 16-18).
El apóstol
Pablo resalta que el amor de Dios es combinado con la fe y la gracia de Dios.
Esos son los dones espirituales que nos dan poder para desarrollar carácter
piadoso a través del amor de Dios. Él escribe: “Por
tanto, habiendo sido justificados por fe, tenemos paz con Dios a través de
nuestro Señor Jesucristo. A través de Quien también
tenemos acceso por fe a esta gracia en la cual permanecemos, y nos jactamos
en la esperanza de la gloria de Dios. Y no solo esto, sino
también nos jactamos en las tribulaciones, dándonos cuenta que la
tribulación da a luz resistencia, Y la resistencia da a luz
carácter, y el carácter da a luz esperanza. Y la esperanza de Dios nunca nos avergüenza
porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones a través del
Espíritu Santo, el cual nos ha sido dado” (Romanos 5:1-5).
Hermanos,
nuevamente damos gracias a Dios por las bendición de servirles de modo que
ustedes pueden continuar amando a Dios y creciendo en gracia y conocimiento
cada día. Gracias por alcanzar a otros hermanos y a gente nueva—dirigiéndolos a
Abre mis ojos. Nuevamente, gracias por sus oraciones por nosotros y por
todos los hermanos. Oramos por ustedes diariamente—por su sanidad, por su protección
y bienestar, que crezcan en el amor y gracia de Dios y en el amor de unos por
otros, y que Dios esté con ustedes y los bendiga en toda manera. Especialmente
en estos tiempos económicos difíciles, les agradecemos verdaderamente por sus
diezmos y ofrendas—de modo que juntos podemos continuar proveyendo el Evangelio
a todo el que pida sin costo alguno. El método de Dios es perfecto. Todos damos
a otros, quienes a su vez pueden ser recíprocos con sus diezmos y ofrendas. Esa
es la manera de Dios. Recuerden, cada día debemos permanecer en gracia,
caminar en fe, creer en esperanza y vivir en amor.
Con amor en
Cristo Jesús,
Fred R. Coulter
FRC