Romanos 10:4—¿Cómo
es Jesucristo el
“fin de la
Ley”?
(Tomado del
librillo “Entendiendo las Escrituras difíciles de Pablo
concernientes a
la Ley y los Mandamientos de Dios”)
Por
Fred R. Coulter
www.iglesiadedioscristianaybiblica.org
Romanos
10:4—
“porque
el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.”
(VRV)—también suele ser
malentendido. Cuando este verso es leído en aislamiento—sin
considerar el contexto y los antecedentes históricos, o su base en el griego—sí
da, en efecto, la impresión de que Cristo trajo la ley a su fin. Pero, ¿Es eso
lo que realmente significa? Si es así, ¿Cuál ley es la que Jesucristo
trajo a su fin?
Debido
a este solo versículo, numerosas personas asumen que todas las leyes y
mandamientos de Dios han llegado a su fin. Pero ¿Es esto verdad? ¿Es posible
para un hombre, poner fin a cualquier ley de Dios? Trate de poner fin a
la ley de la gravedad. Es imposible. Todas las cosas están sometidas a ley, y
todos los hombres están sometidos a la ley de Dios. ¿Acaso Cristo, Quien es el
dador de la ley, terminaría con toda la ley de Dios, para que la gente pueda
pecar libremente sin consecuencia? ¡Por supuesto que no! Pero eso es lo que
millones de protestantes aceptan, al leer este versículo.
En
lugar de leer este verso en aislamiento, examinemos el contexto en el cual
Pablo escribió el pasaje. Recuerden, el hombre dividió la Biblia en capítulos y
en versos. El contexto de Romanos 10:4 realmente no comienza con el
verso uno, sino con Romanos 9:30. Pablo escribió: “¿Qué diremos
entonces? Que los gentiles, quienes no siguieron tras justicia, han
alcanzado justicia, incluso la justicia [justificación]
que es por fe”
(Romanos 9:30).
Después
de que uno ha sido justificado de sus pecados pasados, esa persona, debe de
guardar los mandamientos de Dios, en el “espíritu
de la ley.” Pablo escribió, “Ya que es ciertamente un Dios Quien justificará la
circuncisión por fe, y la incircuncisión a través de fe. ¿Estamos
nosotros, entonces, aboliendo ley a través de fe? ¡DE NINGUNA MANERA! Más bien,
estamos estableciendo ley.”
(Romanos 3:30-31). Y de nuevo, “Para que incluso como el pecado ha reinado hacia muerte, así
también pudiera la gracia de Dios reinar mediante justicia
[justificación] hacia vida eterna a través de
Jesucristo nuestro Señor. ¿Qué diremos entonces? ¿Continuaremos en pecado,
para que la gracia pueda abundar? ¡DE NINGUNA MANERA! Nosotros quienes morimos
al pecado, ¿Cómo viviremos más en él?”
(Romanos 5:21; 6:1-2).
Adicionalmente,
los judíos quienes rechazaron a Jesús, y continuaron con sus rituales del
templo y la observancia de las leyes tradicionales del judaísmo, no alcanzaron
la justificación de Dios por sus obras de ley. La verdadera
justificación espiritual, sólo puede venir a través de la gracia de Dios, y el
sacrificio de Jesucristo para el perdón de los pecados: “Pero Israel, aunque ellos siguieron tras una ley [En el texto griego, no hay un
artículo definido para “la”
antes de “ley”]
de justicia [justificación], no alcanzaron una ley de justicia [justificación]. ¿Por qué? Porque no la buscaron por fe, sino
POR OBRAS DE LEY [en el texto griego, no hay un artículo definido
para “las”
antes de “obras”
o de “ley”]; porque tropezaron en la Piedra de tropiezo, exactamente
como está escrito: ‘He aquí, yo pongo en Sión una Piedra de tropiezo y una Roca de
ofensa, pero todo el que crea en Él no será avergonzado.”
(Romanos 9:31-33).
Es
importante notar que en el pasaje anterior no hay un artículo definido antes de
“ley”
o de “obras
de ley”.
Por lo tanto, Pablo no se está refiriendo a los Diez Mandamientos. Pablo en
realidad, está escribiendo acerca de una “justificación
por obras de ley”—esto
es, a través de la operación de rituales del templo y/o de las leyes
tradicionales del judaísmo. Cualquiera que rechace a Jesucristo nunca
puede obtener la justificación de pecados pasados a través de rituales, o de
leyes judías tradicionales, o de leyes de ninguna otra religión. Es por esto
que Pablo dijo que los judíos tropezaban; Jesús, era la “Roca
de ofensa”—A quién ellos
rechazaron. Mientras los judíos intentaban obtener la justificación de pecados
por medio de rituales del templo y otras leyes, la verdadera justificación
espiritual de pecados pasados sólo puede venir de Dios el Padre, a través del
sacrificio de Jesucristo. Esto sólo se obtiene a través del arrepentimiento de
pecados y del bautismo en agua con verdadera fe y creencia en la sangre
derramada de Jesús—todo
esto, por medio de la operación de la gracia de Dios. Esta justificación
espiritual por fe—o
“la
justicia de la fe”—no
puede ser obtenida por ninguna “obra
de ley.”
Noten
como Pablo explica esto en el capítulo diez: “Hermanos, el más ferviente deseo de mi corazón y mi súplica a Dios
por Israel es para salvación. Porque yo testifico de ellos que tienen un
celo por Dios, pero no conforme a conocimiento.”
“Porque ellos, siendo ignorantes de la justicia [justificación]
que viene de
Dios, y buscando establecer su propia justicia [justificación], no se han sometido a la justicia [justificación] de Dios. Porque Cristo es el fin de obras de
ley para justicia [justificación] a todo
el que cree.”
(Romanos 10:1-4).
En
otras palabras, para aquellos que creen, la justificación verdadera
viene a través de Cristo—poniendo
así fin a los intentos vanos de justificación por medio de obras rituales.
Entonces,
el verdadero significado de Romanos 10:4 es que Jesucristo, a través de Su
sacrificio por el pecado, terminó de una vez por todas con las leyes rituales
del templo y las leyes tradicionales del Judaísmo para justificación. Al
escribir esto, Pablo no eliminó unilateralmente todas las leyes de Dios como
muchos lo quieren asumir. Él estaba enfatizando que la verdadera justificación
espiritual de Dios el Padre, es únicamente recibida a
través de la fe en el sacrificio y la sangre de Jesucristo, lo cual es la
operación de la fe y la gracia combinadas, y que no puede ser procurada por
ninguna obra de ninguna ley.
Jesucristo no abolió la Ley
¿Porque tanta
gente—especialmente los líderes religiosos—tienen tanto desprecio desafiante
por las leyes y mandamientos de Dios? Pablo da la respuesta: “Porque la mente carnal es enemistad contra Dios,
porque no está sujeta a la ley de Dios; ni en verdad puede estarlo.”
(Romanos 8:7). A las mentes ilegales no les gusta ser apretadas u obligadas por
“ley.” Eso “encalambra” su estilo de vida, exactamente como dice el Proverbio:
“Todos los caminos del hombre son limpios en sus
propios ojos… Hay un camino que parece recto al hombre, pero el fin en esto
es el camino de muerte.” (Proverbios 16:2, 25). Satanás desea que
sus “hijos” sean “felices” en su comportamiento rebelde—de aquí las
generaciones ilegales.
De
otro lado, cuando entendemos esas Escrituras y el hecho de que “toda la Ley y
los Profetas” están sustentados por el amor de Dios, ¿como puede uno posiblemente
creer que Jesús vino a abolir la Ley? ¿Que proclamó Jesús mismo concerniente a
“la Ley y los Profetas”? Él declaró enfáticamente: “No
piensen que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no vine a abolir, sino a cumplir. Porque verdaderamente les
digo, hasta que el cielo y la tierra pasen, una jota o una tilde en ninguna
forma pasará de la Ley hasta que todo haya sido cumplido.” (Mateo
5:17-18).
Como
dijo Jesús, ¡no debemos siquiera pensar, o suponer—mucho menos enseñar en Su
nombre—que Él vino a abolir la Ley y los Profetas! Más
aun, Él estableció los cielos y la tierra como testigos perpetuos de que la ley
de Dios no pasará—¡ni siquiera una jota o una tilde insignificante!
¡Por lo tanto, ya que el cielo y la tierra todavía existen, Jesús no ha
abolido la Ley o los Profetas! La perfección es eterna.
Antes
que Jesús viniera en la carne, nacido de la virgen Maria, Él era el Señor Dios
del Antiguo Testamento. Él fue Aquel que habló los Diez Mandamientos a Israel.
Jesús es el Dador de la Ley en ambos, el Antiguo y Nuevo Testamento.
Ciertamente,
cuando Jesús venció a Satanás el diablo durante Su tentación en el lugar
desolado, Él claramente declaró, “ “Esta escrito [en
la Ley], ‘El hombre no vivirá por pan solamente, sino por
cada palabra que procede fuera de la boca de Dios.’ ” ”
(Mateo 4:4; Lucas 4:4; Deuteronomio 8:3).
Compare
esas palabras de Jesús a esta declaración ignorante: “La ley es una unidad de
613 mandamientos y todos ellos han sido invalidados…Han dejado de funcionar
como una autoridad sobre los individuos” (Hechos del domingo & Ficción
del Sábado, Dr. Russell Tardo, p.31).
Si
la ley fue abolida, no habría pecado, porque Pablo escribió, “…porque donde no hay ley, no hay trasgresión.”
(Romanos 4:15). De la misma manera, si no hay transgresión, el castigo por el
pecado o la necesidad de perdón se desvanece. Consecuentemente, no habría
necesidad de un Salvador, y Jesús habría muerto en vano. Ultimadamente, tal
razonamiento anti-ley lleva a la conclusión de que el hombre es completamente
suficiente por sí mismo, lo cual es nada menos que humanismo satánico—el
resultado final de la gracia ilegal.
Note
lo que Jesús dijo acerca de aquellos que enseñan a otros a romper incluso el
“menor” de los mandamientos de Dios: “Por tanto,
cualquiera que rompa uno de estos mandamientos menores, y enseñe a los
hombres así, será llamado menor en el reino del cielo; pero cualquiera que los
practique y enseñe, éste será llamado grande en el reino del cielo.”
(Mateo 5:19).
Cristo
continuó: “Porque Yo les digo, a menos que su justicia
exceda la justicia de los escribas y fariseos, no hay forma que
ustedes entren en el reino del cielo.” (Mateo 5:20). La declaración de
Jesús aquí es enigmática por no decirlo menos, ya que los escribas y fariseos
eran bien conocidos por su “justicia.” Aun así, la “justicia” de los
fariseos no derivaba de las leyes y mandamientos de Dios, sino de sus propias
tradiciones y leyes como son encontradas en el Código de la Ley Judía.
Jesús denunció a los escribas y fariseos por guardar sus propias tradiciones
y mandamientos—los cuales eran en realidad contrarios a las leyes y
mandamientos de Dios: “Y Él respondió y les
dijo, “Bien profetizó Isaías concerniente a ustedes hipócritas, como está
escrito, ‘Este pueblo Me honra con sus labios, pero sus corazones están lejos
de Mi.’ Pero en vano Me adoran, enseñando por doctrina los
mandamientos de hombres. Por dejar el mandamiento de Dios, ustedes se aferran a
la tradición de hombres, tal como el lavado de ollas y copas; y
practican muchas otras cosas como esta.” Entonces les dijo, “Muy bien
rechazan el mandamiento de Dios, para poder guardar su propia tradición…
[Así que usted se le acusa de estar] …Anulando
la autoridad de la Palabra de Dios por su tradición la cual ustedes han
transmitido; y practican muchas tradiciones tales como esta.” ”
(Mateo 7:6-9, 13).
Aquí,
Jesús está dejando claro que no debemos seguir los pasos de los líderes
religiosos judíos, sino caminar en el camino de dios como fue ensenado por
Jesucristo Mismo. Ciertamente, así que como la justicia de uno puede exceder
la de los escribas y fariseos.
La
clave es entender como Jesús “cumplió” la Ley (Mateo 5:17). “Cumplir” significa
“llenar al tope” o “completar.” Eso es todo lo opuesto a abolir la Ley. Ciertamente,
Jesús “cumplió” la Ley al revelar su significado y aplicación espiritual en el
comportamiento humano—en como los humanos se relacionan unos con otros y
con Dios el Padre y Jesucristo. Los escribas y fariseos enseñaban que ellos
eran bastante adeptos para guardar la letra de la Ley—pero en su hipocresía
corrupta ellos perdían completamente el espíritu e intensión de la Ley. (Vea “¿Cómo Cumplió Jesucristo la Ley y los Profetas?”).
El
Evangelio revela que Jesús se enfocó en el espíritu de la ley a través de Su
ministerio. Como evidencia en Mateo 5-7, Jesús específicamente estableció este
nuevo estándar espiritual de la aplicación del espíritu de la Ley para los
cristianos del Nuevo Testamento, comparado a la letra de la ley requerida bajo
el Antiguo Testamento.
Dos
ejemplos son suficientes para mostrar como Jesús “cumplió” la Ley al revelar su
profundo significado espiritual: “Ustedes han
escuchado que fue dicho a aquellos en tiempos antiguos, ‘No cometerán
asesinato; pero cualquiera que cometa asesinato estará sujeto a juicio.’ Pero
Yo les digo, todo aquel que este enojado con su hermano sin causa estará sujeto
a juicio. Ahora ustedes han escuchado este dicho, ‘Cualquiera que diga a
su hermano, “Raca,” estará sujeto al juicio del concejo.’ Pero Yo
les digo, cualquiera que diga, “Tu tonto,” estará sujeto al fuego
del Gehena.” (Mateo 5:21-22).
“Ustedes han escuchado que fue dicho a aquellos en tiempos
antiguos ‘No cometerán adulterio’. Pero Yo les digo, todo el que mire a una
mujer para codiciarla ya ha cometido adulterio con ella en su corazón.”
(Mateo 5:27-28).
Estos
ejemplos ilustran claramente la aplicación espiritual de las leyes y
mandamientos de Dios como fueron enseñados por Jesucristo y son encontrados a
lo largo del Nuevo Testamento.
Más
de 10 años después de la muerte y resurrección de Jesús, el apóstol Santiago,
el “hermano del Señor,” definió la verdadera aproximación cristiana a la Ley de
Dios, la cual él llama la “Ley Real.” Note como sus escritos están de
acuerdo exactamente con las enseñanzas de Jesús en Mateo 5-7: “Si ustedes están verdaderamente guardando la Ley Real
de acuerdo a la escritura, “Amarán a su prójimo como a sí mismos,” están
haciendo bien. Pero si tienen acepción de personas, están practicando pecado,
siendo convictos por la ley como transgresores; porque si cualquiera
guarda toda la ley, pero peca en un aspecto, se hace culpable de todo.
Porque Quien dijo, “No cometerán adulterio,” también dijo, “No cometerán
asesinato.” Ahora, si usted no comete adulterio, pero comete asesinato, usted
se ha hecho un transgresor de la ley. En esta manera hable y en esta
manera compórtese: como aquellos que están a punto de ser juzgados por la ley
de libertad.” (Santiago 2:8-12).
Finalmente,
note como Dios alabó la obediencia fiel de Abraham cuando Él pasó las promesas
del pacto a Isaac: “Y multiplicaré tu semilla como las
estrellas de los cielos y daré a tu semilla todas estas tierras. Y en tu
semilla serán benditas todas las naciones de la tierra, porque Abraham
obedeció Mi voz y guardó Mi encargo, Mis mandamientos, Mis estatutos y Mis
leyes.” ” (Génesis 26:4-5). Abraham no es solo el padre de Isaac y
Jacob y los hijos de Israel en el Antiguo Testamento, él es también llamado el
padre de los fieles del Nuevo Testamento: “Y si
ustedes son de Cristo, entonces son semilla de Abraham, y herederos de acuerdo
a la promesa.” (Gálatas 3:29). Esto significa que si somos
verdaderamente de Cristo, entonces haremos como Abraham hizo. Obedeceremos la
voz de Dios, guardaremos Su encargo, Sus mandamientos, Sus estatutos y Sus
leyes. Nunca creeremos que Jesús abolió la Ley—o llamó a la Ley una maldición.