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Restoring Original Christianity—for Today

Restaurando el Cristianismo original—¡para hoy!

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Fred R. Coulter

Ministro

Marzo 25, 2014

 

Queridos hermanos,

 

Como pueden ver, este envío es grande. Dado que los festivales de primavera caen en la mitad del mes este año, esta es una carta combinada para marzo y abril. Para la Pascua y la Fiesta de Panes sin Levadura, estamos enviándoles un total de 8 mensajes. Estos mensajes cubren todo lo que necesita para observar plenamente la Pascua y la Fiesta. El folleto de la Ceremonia de la Pascua está completo con instrucciones plenas sobre como guardar la Pascua Cristiana del Nuevo Pacto, e incluye todas las Escrituras que deben ser leídas. Solo aquellos quienes han sido bautizados deberían participar de la Pascua, dado que es una renovación de la promesa de pacto del creyente.

Este año, la Pascua es el domingo 13 de abril. Esta debe ser observada mientras está comenzando a oscurecer, en efecto, al comienzo del día 14 del primer mes del Calendario hebreo calculado, como los días bíblicos son reconocidos de ocaso a ocaso. La siguiente noche, abril 14, es el comienzo de la Fiesta de Panes sin Levadura—el primer Día Santo. En Éxodo 12:42, Dios la llama “una noche para ser muy observada al SEÑOR por sacarlos de la tierra de Egipto. Esta es esa noche del SEÑOR para ser observada por todos los hijos de Israel en sus generaciones.” Dado que la Iglesia es “Israel espiritual” y Dios el Padre Mismo nos ha llamado personalmente fuera del pecado y del mundo representado por Egipto—debemos observar esta noche con regocijo por la gran salvación de Dios, a Sus santos, del mundo y de Satanás el diablo: “Dando gracias al Padre, Quien nos ha hecho calificados para la participación de la herencia de los santos en la luz; Quien nos ha rescatado personalmente del poder de la oscuridad [Satanás el diablo] y nos ha transferido al reino del Hijo de Su amor; en Quien tenemos redención a través de Su propia sangre, incluso la remisión de pecados [representado por la Pascua]" (Colosenses 1:12-14).

Luego, en la porción diurna de abril 15, debemos reunirnos delante de Dios para el Día Santo—así mismo para el Sábado regular el 19 de abril y el último día en abril 21. Recuerden, la Pascua es un día separado de pan sin levadura, seguido por 7 días de la Fiesta de Panes sin Levadura—y somos ordenados comer pan sin levadura cada día. Como veremos, hay un gran significado al sacar toda la levadura y comer solamente pan sin levadura.

 

La importancia del Día de Pascua

Jesucristo fue crucificado en el día de Pascua en el 30 dC, un miércoles 4, en la mitad de la semana de 7 días. Este particular día señalado fue seleccionado por Dios desde la fundación del mundo como el día de la crucifixión de Jesús—como Él es “el Cordero muerto desde la fundación del mundo” (Apocalipsis 13:8). En verdad, “Porque aun cuando estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado Cristo murió por los impíos. Porque raramente alguien morirá por un hombre justo, aunque de pronto alguien pueda tener el coraje incluso de morir por un buen hombre. Pero Dios nos encomienda Su propio amor porque, cuando éramos aun pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:6-8). Como lo declaró Jesús, Dios el Padre nos ama personalmente: “Porque el Padre mismo los ama, porque ustedes Me han amado, y han creído que salí de Dios. Yo salí del Padre y he venido al mundo;...” (Juan 16:27-28). La muerte de Jesús por crucifixión en el día de la Pascua es sin duda el evento más importante en la historia del mundo—haciendo posible la misma salvación de la humanidad.

El amor de Dios el Padre y Jesucristo es tan grande que Jesús voluntariamente colocó Su vida por los pecados del mundo. Nadie Lo forzó a hacerlo. Más bien, Él voluntariamente lo hizo así para redimir al mundo—de acuerdo al plan de Dios como es representado por el Sábado, la Pascua y los Días Santos de Dios—todos los “tiempos señalados” (Génesis 1:14-19; Lev. 23:1-4). Jesús proclamó: " Yo soy el buen Pastor, y conozco a aquellos que son Míos, y Soy conocido de aquellos que son Míos. Exactamente como el Padre Me conoce, Yo también conozco al Padre; y pongo Mi vida por las ovejas. Y tengo otras ovejas que no son de este redil. Debo traer a esas también, y ellas oirán Mi voz; y habrá un rebaño y un Pastor. Por cuenta de esto, el Padre Me ama: porque Yo pongo Mi vida, para que la pueda recibir de regreso otra vez. Nadie Me la quita, sino que Yo la pongo de mismo. Tengo autoridad para ponerla y autoridad para recibirla de regreso otra vez. Este mandamiento recibí de Mi Padre" (Juan 10:14-18).

A la luz de este increíble acto amoroso de Dios el Padre y Jesucristo, usted puede entender ahora porque todo el que ha sido bautizado y tiene el Espíritu Santo debe participar de la Pascua Cristiana del Nuevo Pacto. Note lo que Jesús le dijo a los judíos: “Yo soy el pan de vida, el cual bajó del cielo, si cualquiera come de este pan, vivirá por siempre; y el pan que daré es incluso Mi carne, la cual daré por la vida del mundo” (Juan 6:51).

En aquel tiempo, los judíos no podían entender lo que Jesús estaba diciéndoles, porque estaban buscando mana, el pan físico, del cielo—así como Dios lo dio a los hijos de Israel en el lugar desolado. “Por esto, los judíos estaban discutiendo uno al otro, diciendo, “¿Cómo es Él capaz de darnos Su carne para comer?”” (verso 52). Los judíos no podían entender lo que Él estaba diciendo, porque Jesús en realidad estaba diciéndoles acerca de la vida eterna, la cual solo podía venir a través de Su sacrificio para el perdón de pecados. Jesús no había revelado todavía esta verdad incluso a Sus discípulos—porque eso vendría en Su última Pascua con Sus apóstoles. El punto que Jesús estaba haciendo es que la comida física para la vida física todo llega a un fin y muere. Pero una persona podría tener vida eterna a través de Su sacrificio por venir como el “Cordero de Dios” (Juan 1:29, 36). Continuando en Juan: “Por tanto, Jesús les dijo, “Verdaderamente, verdaderamente les digo, a menos que coman la carne del Hijo de hombre, y beban Su sangre, no tienen vida en sí mismos. Aquel que come Mi carne y bebe Mi sangre tiene vida eterna, y Yo lo levantaré en el último día. Porque Mi carne es verdadera comida, y Mi sangre es verdadera bebida. Aquel que come Mi carne y bebe Mi sangre está viviendo en , y Yo en él. Como el Padre vivo Me ha enviado, y Yo vivo por el Padre; así también aquel que Me come vivirá por Mí” (versos 53-57).

Es por esto que Jesús les dijo a los apóstoles en la noche de Su última Pascua, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, excepto a través de Mí” (Juan 14:6).

Así mismo con el lavado de pies, Jesús nos ordenó hacer exactamente como Él había hecho a los apóstoles y lavarnos unos a otros los pies. Si no lo hacemos, no tenemos parte con Cristo—por tanto, no vida eterna: “Por tanto, cuando Él les había lavado los pies, y había tomado Sus vestidos, y se había sentado nuevamente, les dijo, “¿Saben lo que les he hecho? Ustedes me llaman el Maestro y el Señor, y dicen correctamente, porque lo soy. Por tanto, si Yo, el Señor y el Maestro, he lavado sus pies, ustedes también están obligados a lavarse los pies los unos a los otros; porque les he dado un ejemplo, para mostrarles que también deberían hacer exactamente como Yo les he hecho. Verdaderamente, verdaderamente les digo, un siervo no es más grande que su señor, ni un mensajero más grande que el que lo envió. Si saben estas cosas, benditos son si las hacen.”” (Juan 13:12-17).

Jesús deja abundantemente claro que la vida eterna viene solo a través de Él. No podemos obtenerla a través de nuestra propia voluntad, estrategias o prácticas humanas. Más bien, es solo a través de la voluntad de Dios—¡Su camino! A través de las Escrituras, Dios deja claro que debemos siempre alinear nuestras vidas a la voluntad de Dios en obediencia amorosa. Jesús Mismo dijo así: “No todo el que me dice, ‘Señor, Señor,’ [con todas sus prácticas humanas auto voluntariosas] entrará en el reino del cielo; sino aquel que está haciendo [practicando] la voluntad de Mi Padre, Quien está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día, ‘Señor, Señor, ¿No profetizamos por medio de Tu nombre? Y ¿No echamos demonios por medio de Tu nombre? Y ¿No hicimos muchas obras de poder por medio de Tu nombre?’ Y entonces les confesaré, ‘Nunca los conocí. Apártense de Mí, ustedes quienes obran ilegalidad’” (Mateo 7:21-23).

Debemos seguir el ejemplo de Jesús. En todo momento, Él se sometió totalmente a la voluntad de Dios, incluso cuando enfrentaba la muerte brutal por crucifixión. Vemos esto en la última oración de Jesús antes que Él fuera arrestado: “…y cayendo en Sus rodillas, oró, diciendo, “Padre, si estás dispuesto a quitar esta copa de Mi¾; sin embargo, no Mi voluntad, sino Tu voluntad sea hecha”” (Lucas 22:41- 42).

El “cristianismo” de este mundo ha puesto a un lado las enseñanzas de Cristo y las ha remplazado con la tradición eclesiástica. Ceremonias ideadas humanamente han sustituido la Pascua Cristiana. Mientras claman que tales observancias son la voluntad de Dios, aquellos quienes las enseñan están en realidad ejerciendo su propia voluntad. ¡Pero nadie puede nunca forzar a Dios a aceptar la voluntad de ellos! Esto es especialmente cierto concerniente a la Pascua Cristiana. La verdad es, ponga las buenas intenciones a un lado, solo debemos adorar a Dios de acuerdo a Sus instrucciones—no tradiciones humanas. Así, la celebración de eucaristías, sacrificios de la misa, la cena del Señor y servicios de “comunión” son todas obras vanas de hombres—contrarias a la voluntad de Dios y las enseñanzas de Cristo.

Cuando hablaba con la mujer samaritana en el pozo de Jacob, Jesús dijo de la adoración samaritana paganizada: “Ustedes no saben lo que adoran. Nosotros sabemos lo que adoramos, porque la salvación es de los judíos. Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque el Padre ciertamente está buscando aquellos que lo adoren en esta manera. Dios es Espíritu; y aquellos que lo adoran deben adorar en espíritu y en verdad” (Juan 4:22-24).

Como acabamos de ver en Mateo 7, las obras humanas, incluso hechas en el nombre de Jesús, llegarán a nada. Pero note el resto de las palabras de Jesús: “Por tanto, todo el que oiga estas palabras Mías y las practique, lo compararé a un hombre sabio, que construyó su casa sobre la roca; y la lluvia bajó, y las inundaciones vinieron, y los vientos soplaron, y golpearon esa casa; pero no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Y todo el que oiga estas palabras Mías y no las practique será comparado a un hombre tonto, quien construyó su casa sobre la arena; y la lluvia bajó, y las inundaciones vinieron, y los vientos soplaron, y golpearon esa casa; y esta cayó, y fue grande su caída” (Mateo 7:24-27).

Como hijos e hijas engendrados por Dios, necesitamos siempre recordar que todo lo que hacemos al adorar, servir y obedecer a Dios fluye a partir de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. Es por esto que guardamos la Pascua Cristiana del Nuevo Pacto exactamente como es enseñando en la Palabra de Dios.

 

La importancia de la Fiesta de Panes sin Levadura

Al escribir a la iglesia gentil en Corinto, el apóstol Pablo deja claro que, durante la Fiesta de Panes sin Levadura, la levadura es un símbolo de pecado. Note lo que él escribe acerca del pecado de inmoralidad sexual que era tolerado dentro de esta congregación—un hombre cometiendo incesto con su madrastra: " Es comúnmente reportado que hay inmoralidad sexual entre ustedes, y tal inmoralidad como no es incluso nombrada entre los gentiles—permitiendo a uno tener la esposa de su propio padre. Ustedes están inflados [con vanidad y pecado] en lugar de dolerse [en arrepentimiento], para que quien hizo este acto pudiera ser sacado de en medio suyo. Porque yo ciertamente, estando ausente en cuerpo pero presente en espíritu, ya he juzgado como si estuviera presente a quien tan vergonzosamente ha cometido este acto maligno: En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, cuando ustedes estén reunidos, y mi espíritu, junto con el poder de nuestro Señor Jesucristo entreguen al tal a Satanás para la destrucción de la carne, para que el espíritu pueda ser salvo en el día del Señor Jesús. Su jactancia no es buena" (I Corintios 5:1-6).

Pablo luego nos advierte que incluso un poco de pecado—complacientemente tolerado—llenará eventualmente a una persona con ilegalidad justo como un poquito de levadura eventualmente se propagará a través de toda la masa: “¿No saben que un poco de levadura leuda la masa entera? Por tanto, límpiense de la vieja levadura, para que puedan convertirse en una nueva masa, incluso como están sin levadura. Porque Cristo nuestra Pascua fue sacrificado por nosotros. Por esta razón, guardemos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y maldad, sino con el pan sin levadura de sinceridad y verdad” (versos 6-8; también vea Gálatas 5:9).

Es por esto que debemos guardar la Fiesta de Panes sin Levadura. La lección que aprendemos y aplicamos cada año durante esta Fiesta es que debemos sacar el pecado de nuestras vidas a través de arrepentimiento. Debemos poner todos nuestros pecados bajo la sangre derramada de Cristo de modo que serán perdonados (Romanos 3:23-31). Dado que la Fiesta es de 7 días—7 siendo un tipo de realización—debemos aplicar esta lección a través del año. Nuestras vidas deben ser perfeccionadas diariamente en la santidad del camino de Dios a través del poder del Espíritu Santo dentro de nosotros. Más aun, mientras sacamos el pecado, debemos poner justicia y el amor de Dios.

Pablo deja claro que dado que pertenecemos a Dios el Padre y Jesucristo, y somos herederos de salvación y vida eterna, ¡no podemos comprometernos con el pecado! ¡No podemos vivir con el pecado! ¡No podemos tener un pie en el mundo y un pie en la Iglesia! Debemos ser de un corazón y mente al servir a Dios: “No sean unidos desigualmente con incrédulos. Porque ¿Qué tienen en común la justicia y la ilegalidad? Y ¿Qué compañerismo tiene la luz con la oscuridad? Y ¿Qué unión tiene Cristo con Belial? O ¿Qué parte tiene un creyente con un incrédulo? Y ¿Qué acuerdo hay entre un templo de Dios y los ídolos? Porque ustedes son templo del Dios vivo, exactamente como Dios dijo: “Viviré en ellos y caminaré en ellos; y seré su Dios, y ellos serán Mi pueblo. Por tanto, salgan de en medio de ellos y sepárense,” dice el Señor, “y no toquen lo impuro, y Yo los recibiré; Y seré un Padre para ustedes, y ustedes serán Mis hijos e hijas,” dice el Señor Todopoderoso. Ahora entonces, amados, ya que tenemos estas promesas, deberíamos limpiarnos nosotros mismos de toda contaminación de la carne y el espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (II Corintios 6:14-18; 7:1).

¿Cómo perfeccionamos la santidad de Dios en nosotros? Este es el proceso conjunto de crecer en gracia y el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, lo cual alcanzamos a través del Espíritu de Dios obrando dentro de nosotros para guiarnos. Debemos reconocer conscientemente el pecado en nuestras vidas y arrepentirnos diariamente. Luego, con el Espíritu Santo y por el lavado del agua a través de la Palabra, Dios nos limpia en el interior—en nuestros corazones y mentes. Este es un proceso continuo cada día de nuestras vidas. El apóstol Juan explicó porque siempre necesitamos estar en actitud de arrepentimiento ante Dios: “Si proclamamos que tenemos compañerismo con Él, pero estamos caminando en la oscuridad [viviendo en pecado, como el mundo], estamos mintiéndonos a nosotros mismos, y no estamos practicando la Verdad. Sin embargo, si caminamos en la luz, como Él está en la luz, entonces tenemos compañerismo unos con otros, y la sangre de Jesucristo, Su propio Hijo, nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, estamos engañándonos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros propios pecados, Él es fiel y justo, para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos a Él un mentiroso, y Su Palabra no está en nosotros.

Mis pequeños hijos, les estoy escribiendo estas cosas para que no puedan pecar. Y aun así, si alguno peca, tenemos un Abogado con el Padre, Jesucristo el Justo; y Él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por nuestros pecados, sino también por los pecados del mundo entero [en la forma y tiempo de Dios de acuerdo a Su plan]” (I Juan 1:6-10; 2:1-2).

Así, la conversión es un proceso de toda la vida llevando a la transformación de nuestras mentes y corazones de modo que podemos desarrollar la “mente de Jesucristo” (Filipenses 2:5). A los hermanos en Roma, Pablo escribió: “Los exhorto por tanto, hermanos, por las misericordias de Dios, a presentar sus cuerpos como un sacrificio vivo, santo y bien agradable a Dios, el cual es su servicio espiritual. No se conformen ustedes mismos a este mundo, sino sean transformados por la renovación de sus mentes para que puedan probar lo que es bien agradable y bueno, y la perfecta voluntad de Dios” (Romanos 12:1-2).

Cada año, la Fiesta de Panes sin Levadura nos recuerda que crecer y vencer y prepararnos para la vida eterna es la razón de nuestras vidas y nuestro llamado. Como Pablo nos instruye, debemos sacar, como si fuera, la “levadura” de pecado y poner el “pan sin levadura” de justicia, el cual Dios está creando dentro de nosotros. Él nos da este bosquejo: “Si ciertamente Lo han escuchado y han sido enseñados en Él, de acuerdo a la verdad en Jesús: Que concerniente a su antigua conducta, ustedes se quiten el viejo hombre, el cual es corrupto de acuerdo a la lujuria engañosa; y que sean renovados en el espíritu de su mente; y que se pongan el nuevo hombre, el cual es creado en justicia y santidad de la verdad de acuerdo a Dios.

Por tanto, cada uno deseche las mentiras y hable la verdad con su prójimo porque somos miembros unos de otros. Cuando lleguen a tener ira, no pequen. No dejen que el sol se oculte sobre su ira; ni den lugar al diablo. Aquel que robó, no robe más; sino, trabaje con sus manos, trabajando en lo que es bueno, para que pueda impartir algo a aquel que tiene necesidad. No dejen que ninguna comunicación corrupta salga de su boca, sino eso que es bueno y necesario para la edificación que pueda dar gracia a aquellos que oyen. Y no aflijan [frustrar o entristecer con pensamientos y acciones pecaminosas] al Espíritu Santo de Dios por el cual han sido sellados para el día de redención. Dejen que toda amargura, e indignación, e ira, y clamor, y mal hablar sea removido de ustedes, junto con toda malicia; y sean amables y compasivos unos a otros, perdonándose unos a otros, incluso como Dios también los ha perdonado en Cristo” (Efesios 4:21-32).

Pablo luego coloca el estándar espiritual más alto posible para nuestra conducta. Como cristianos, constantemente luchamos por vencer y crecer a través del poder del Espíritu Santo de modo que podamos alcanzar este máximo estándar: “Por tanto, sean imitadores de Dios, como hijos amados; Y caminen en amor, incluso como Cristo también nos amó, y Se dio a Sí mismo por nosotros como una ofrenda y un sacrificio de aroma perfumado a Dios” (Efesios 5:1-2).

A pesar del hecho que somos débiles y que quedamos cortos, todas las cosas son posibles con Dios—incluyendo el vencer. Leamos las promesas que Jesús dio a aquellos quienes son fieles aunque son débiles. Esto es Su estímulo a la iglesia en Filadelfia: “Conozco sus obras. He aquí, Yo he puesto delante de ustedes una puerta abierta, y nadie tiene el poder de cerrarla porque ustedes tienen poca fuerza, y han guardado Mi palabra, y no han negado Mi nombre. He aquí, Yo haré de aquellos de la sinagoga de Satanás, quienes se proclaman así mismos ser judíos y no lo son, sino que mienten—he aquí, Yo los haré venir y adorar delante de sus pies, y les haré saber que Yo los he amado. Porque han guardado la palabra de Mi paciencia, Yo también los guardaré de la hora de tentación la cual esta a punto de venir sobre el mundo entero para probar a aquellos que viven en la tierra. He aquí, Yo vengo rápidamente; retengan eso que tienen para que nadie pueda quitarles su corona. Aquel que venza lo haré un pilar en el templo de Mi Dios, y él no saldrá más; y escribiré sobre él el nombre de Mi Dios, y el nombre de la ciudad de Mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual descenderá del cielo de Mi Dios; y escribiré sobre él Mi nuevo nombre. Aquel que tenga oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 3:8-13).

Hermanos, estamos orando que esta Pascua y la Fiesta de Panes sin Levadura sean las mejores por siempre mientras que todos nos acercamos a Dios el Padre y Jesucristo. Gracias por todo su amor y oraciones. Oramos por ustedes diariamente que Dios los bendiga, los sane, los fortalezca y sostenga. Gracias por ser fieles con sus diezmos y ofrendas, mientras juntos estamos “alimentando el rebaño de Dios” y “predicando el Evangelio al mundo.” Recuerde, sabemos que “todas las cosas trabajan juntas para el bien de aquellos que aman a Dios, para aquellos que son llamados de acuerdo a Su propósito” (Romanos 8:28).

Con amor en Cristo Jesús,

 

Fred R. Coulter

 
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