APENDICE K
(Tomado del libro “Días festivos
ocultos o Días Santos de Dios—¿Cuáles?”)
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¿Que le pasa a los muertos?
Por
Fred R. Coulter
www.iglesiadedioscristianaybiblica.org
La
Biblia es bien clara y franca concerniente a la muerte y al estado de los
muertos. El cristianismo ortodoxo, sin embargo, nos hace creer que la muerte es
un poco más que la muerte del cuerpo, mientras el “alma inmortal” aun conciente
va a un lugar o a otro. Pero ¿que enseña la Biblia acerca de
la muerte y del estado de los muertos?
Billones de personas hoy—y aun mas billones a lo largo de la historia—nunca
han tenido incluso la más mínima oportunidad para la salvación. De hecho, la
mayoría nunca ha oído ni siquiera el nombre de Jesucristo—el único
nombre bajo el cielo por el cual el hombre puede ser salvo (Hechos 4:12).
Muchos han, sin embargo, conocido las enseñanzas del cristianismo y la Biblia,
pero nunca han verdaderamente tenido sus mentes abiertas para que pudieran entender.
¿Que le pasa a tales personas
cuando mueren? ¿Están ellos, como muchos creen, “perdidos”?
El cristianismo ortodoxo, de nuevo, enseña
que tales personas son enviadas inmediatamente después de la muerte a un
infierno ardiendo para ser atormentadas eternamente. Pero ¿enseña
la Biblia tan atroz idea? ¿Que le pasa realmente a los muertos?
¿Es
el alma inmortal?
Interesantemente, el cristianismo ortodoxo
como un todo ni siquiera pretende tener sus creencias de la Biblia solamente.
Muchas, de hecho, son de origen pagano. El concepto del “alma inmortal”, por
ejemplo, no viene de la Biblia. Si usted cree que la Biblia es la
Palabra de Dios y la única fuente confiable de conocimiento acerca de Dios,
entonces la pregunta es, “¿Que enseña la Biblia acerca de la vida después de la
muerte?”
La mayoría de líderes religiosos continúan
enseñando la inmortalidad del alma, a pesar del hecho de que la Biblia enseña
exactamente lo opuesto—que el alma humana es mortal. Puede y de hecho
MUERE (Ezequiel 18:20). Solo Dios tiene inmortalidad (I Timoteo 6:15,
16).
La idea del alma inmortal puede ser
rastreada atrás a la antigua mitología babilónica, la cual se dispersó de
varias formas a través del entonces mundo civilizado, eventualmente centrándose
en Egipto en el tercer y cuarto milenio a.C. La mitología griega vino
mayormente de Egipto, y sus dioses fueron simplemente los antiguos dioses
egipcios bajo diferentes nombres. En la así llamada “Era Griega” de la
civilización griega, la creencia en varias deidades fue sobrepuesta
gradualmente con un cuerpo de filosofía promovida por Sócrates, Platón y Aristóteles.
Una mayor parte de la filosofía Platónica fue basada en la supuesta naturaleza
dualista del hombre—la idea de un
alma inmortal atrapada dentro de un cuerpo material.
En el siglo cuarto a.C, el discípulo de Platón,
Aristóteles, sirvió como profesor del joven príncipe griego Alexander—quien mas
tarde conquistó el Imperio Persa y el resto del “mundo conocido” como Alexander
el Grande. Esta conquista llevó a la dispersión de la filosofía griega
Helenista a lo largo del imperio.
El dualismo enseña que el cuerpo y el alma
son dos aspectos diferentes e irreconciliables del hombre y están perpetuamente
en desacuerdo el uno al otro. Así, la “persona interior” es en realidad un “alma
inmortal” que se originó en el cielo y bajó para ser atrapada dentro de un
cuerpo físico material. Para Platón, la única realidad verdadera y pura era lo
celestial—lo material era considerado temporal y esencialmente malo, y era en
el mejor de los casos, únicamente una reflexión defectuosa de lo celestial.
Consecuentemente, la esperanza de un “hombre espiritual” era que su alma
inmortal conciente pudiera regresar al cielo a la muerte del cuerpo material.
Algunos pocos de los más tempranos “padres
de la iglesia” fueron capaces de discernir la falacia de esta doctrina, la cual
ya había comenzado a arrastrarse dentro de la Iglesia. El muy estudiado de las
Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento, Justino Mártir (100-167 d.C) es uno
de tales ejemplos. En un dialogo extenso con un aprendido Rabí judío, él
declara, “Si usted ha caído con alguno de los llamados cristianos… y quienes
dicen que no hay resurrección de los muertos, sino que sus almas, cuando
mueran, son llevadas al cielo; no imagine que ellos son cristianos…” (Justino, Dialogo
con Trypho, LXXX, www.earlychristianwrittings.com.) La mayoría de los “padres
de la iglesia” post-apostólicos, sin embargo, fueron criados creyendo ideas
tales como la inmortalidad del alma antes de convertirse en “cristianos.” A
través de sus escritos altamente influyentes, ellos eventualmente infundieron
tales ideas en las doctrinas de la iglesia romana. La reforma
protestante—mientras si ayudó a corregir algunos errores doctrinales—continuó
promoviendo la herejía del alma inmortal, la cual hoy es la base de la doctrina
protestante así como de la doctrina católica.
Como tal falsa enseñanza hiere a la gente
La idea hereje de un alma inmortal viviendo
mas allá de la muerte del cuerpo ha probado ser muy dañina. ¿Como?
Muchas de las falsas religiones de hoy juegan con el temor de aquellos engañados
acerca del estado de los muertos. Las iglesias han usado falsas ideas acerca de
la muerte para atrapar a la gente en la adoración de “santos” muertos en vez de
a Dios—así como también para engañarlos a pensar que pueden en realidad comprar
el camino al cielo de algún amado muerto (llenado así los cofres de la
iglesia).
La idea del alma inmortal también juega su
parte en muchas prácticas ocultas abominables tales como la necromancia—el
intento de contactar a los espíritus de los amados muertos. A miles de personas
se les ha dado falsas esperanzas y han sido estafadas de su dinero duramente
ganado por charlatanes que reclaman estar contactando los muertos a través de
sesiones de espiritismo. (Si algo sobrenatural realmente pasa en tales eventos,
los “espíritus” contactados no son de ningún ser humano muerto—¡sino
demonios pretendiendo ser los espíritus de las personas muertas!)
Hoy en día, activistas fanáticos en el Medio
Oriente están prometiendo que si se explotan a si mismos en una multitud y
matan tantos inocentes como sea posible, sus almas inmortales irán al cielo y
serán atendidas por muchas vírgenes. (Uno
se pregunta si estarían tan deseosos de hacer eso si supieran que su alma no es
inmortal—que simplemente estarán muertos después de eso, ¡que
eventualmente enfrentarán el juicio de Dios!)
El “alma”—de
acuerdo a la Biblia
Lo que la Biblia dice acerca del alma
requiere algo de estudio. La palabra hebrea traducida como “alma” es nephesh,
definida como una “criatura que respira, i.e., animal de (abstracta) vitalidad;
usado muy ampliamente en sentido literal, acomodado o figurativo (corporal o
mental)…” (Concordancia Exhaustiva de la Biblia de Strong, léxico
hebreo, ítem 5315; abreviaciones explicadas detalladamente). Los diversos usos
del hebreo nephesh simplemente se refieren a la vida física de
criaturas que respiran aire—incluyendo los seres humanos. En lugar de estar
separada del cuerpo físico, el alma esta fusionada intrínsicamente con el
cuerpo. Cuando Dios creó a Adán en Génesis, capitulo uno, lo hizo (no solo su
cuerpo) “del polvo de la tierra”—y Adán “se convirtió en un alma viviente”
(nephesh). Note—no dice que Adán “recibió un alma,” sino que “se convirtió
en un alma viviente.” El alma es lo que una persona ES—no algo que “tiene.”
Es el paquete completo de todo lo que uno es, ambos físico y no físico.
Pero ¿puede un alma morir? En Ezequiel 18:4 leemos: “…El alma [nephesh] que
peque, esa… [no solo el cuerpo] …morirá.”
Para enfatizar, esta declaración es repetida en el verso 20. Un punto a lo que
Jesús dijo en Mateo 10:28, “No tengan miedo de aquellos que matan el cuerpo,
pero no tienen poder para destruir la vida… [alma en la VRV60, pero ellos fallan en leer el resto del pasaje] …mas bien, teman a Quien tiene el poder [Dios] para destruir ambos la vida [alma en la VRV60]
y el cuerpo en el Gehenna.” Note,
Cristo NO dijo que este fuego gehenna quemaría el alma por la eternidad,
sino que DESTRUIRÍA el alma¾la
consumiría completamente, haciendo que deje de existir. Cristo dejó bien claro
que el alma NO es inmortal y que no tiene vida o conciencia separada del
cuerpo.
Confundiendo el alma con el espíritu
Algún malentendido de las enseñanzas bíblicas
sobre el alma puede resultar del hecho de que la Biblia también enseña que el
hombre tiene un espíritu humano. La palabra hebrea traducida como “espíritu” es
ruach, la cual en algunos lugares es también traducida como “aliento.”
Job 32:8 dice que hay un “espíritu en el
hombre.” Varios pasajes en Proverbios se refieren a este espíritu humano
(Proverbios 15:13; 16:32; 20:27; 25:28). Este espíritu interno, el cual todos
tenemos, no es un “ser” separado o adicional—ni es un “alma inmortal”
atrapada dentro de nosotros. Es una dimensión no física que Dios nos da a cada
uno de nosotros en la concepción y es lo que en realidad nos hace humanos (Isaías
42:5; Zacarías 12:1).
Es el espíritu humano añadido a nuestro
cerebro el cual nos da una mente conciente con auto-identidad—a través de la
cual somos capaces de aprender temas complejos tales como un idioma, matemáticas
y diseño (I Corintios 2:11). El espíritu humano es la suma total de todo acerca
de nosotros que no es físico—nuestros pensamientos, imaginaciones, planes,
esperanzas, sueños, sentimientos, emociones, actitudes—y nos hace quienes somos
y lo que somos. El espíritu humano también provee a Dios con lo que es
comparable a una “grabadora” de todo lo que somos—el cual a la muerte regresa a
Dios (Eclesiastés 12:7). Dios puede entonces usar esta “grabadora” para
volvernos de nuevo a la vida física (o espiritual) con todo lo que era único en
nosotros intacto.
Es importante entender que incluso con la
adición del espíritu humano, es todo el paquete físico y espiritual lo que hace
a una persona—un alma. La persona completa es un alma—no “tiene” un
alma. Ni el alma ni el espíritu humano retienen ninguna conciencia después de
la muerte (Salmo 146:4).
Pablo escribe que a través de la conversión,
nuestro espíritu humano es unido con el Espíritu Santo de Dios (Romanos 8:16).
Es a través de las obras del Espíritu de Dios con nuestro espíritu en nuestras
mentes lo que nos capacita para entender las cosas de Dios (I Corintios 2:11).
Aquellos que tienen el Espíritu Santo de Dios añadido a su espíritu humano en
esta vida, se convierten, a la muerte, en los “muertos en Cristo”
La muerte—de
acuerdo a la Biblia
De nuevo, la Biblia es clara en su enseñanza
sobre la muerte y el estado de los muertos. La diferencia entre estar vivo y
estar muerto, de acuerdo a la Escritura, no es un asunto de lugar o ubicación—sino
es asunto de estar conciente o inconciente. La muerte, como veremos, es la suspensión
de la vida, incluyendo la conciencia. La única esperanza para los muertos
es a través de una resurrección de regreso a una vida conciente.
La Biblia describe la muerte de los humanos
como idéntica a la muerte de los animales (Eclesiastés 3:19-20). La muerte es
la misma para todos—sea justo o injusto, fiel o infiel (Eclesiastés 9:2). En la
muerte, los pensamientos de una persona mueren—el no sabe nada, no tiene
conciencia, no tiene conocimiento (Eclesiastés 9:5; Salmo 146:4). Ellos no están
ni mirando hacia abajo desde el “cielo” ni rostizandose en un “infierno” en algún
lugar en las entrañas de la tierra. Ellos están simplemente “muertos.”
¿Que
del cielo—o el purgatorio?
Muchos se sorprenden al saber que la Biblia
no enseña que alguien vaya al cielo. Por el contrario, Jesucristo—el mismísimo
autor de nuestra fe cristiana, Cuyas palabras deben llevar mucho mas peso que
aquellas de cualquier líder religioso—
declaró enfáticamente, “(Y
nadie ha ascendido al cielo…” (Juan 3:13). El apóstol Pedro añade, “…David no ha subido a los cielos…” (Hechos 2:34)—él simplemente esta muerto.
Hebreos 9:27 nos dice que “…esta designado a los hombres morir una vez…”
Esta primera muerte (y permanecer muerto por las décadas o siglos
subsiguientes) no es ni una recompensa ni un castigo. Es simplemente lo
que le pasa a todo el mundo. En el caso de David—porque él murió “en la fe”—(en
una futura resurrección) recibirá la recompensa del fiel. Como todos los
verdaderos santos que han muerto, él simplemente esta esperando la resurrección
en su tumba .
Otra falsa enseñanza (también basada en la
idea de la “inmortalidad del alma”) insiste en que la gente a la muerte va a un
lugar llamado “purgatorio” donde sufren largos periodos de tiempo para tener
sus pecados purgados—después de lo cual pueden ir al cielo.
Obviamente, no hay referencias a tales mitos
en las Escrituras. De hecho, la idea niega el mismo sacrificio de Cristo para
el perdón de los pecados. Cuando una persona es verdaderamente convertida—se ha
arrepentido de pecar y ha aceptado a Cristo como Salvador—sus pecados son total
y completamente perdonados en ese momento. Uno no tiene que someterse a
ningún castigo por tales pecados—ahora o después de la muerte. ¡Ensenar
otra cosa cae en la blasfemia!
La resurrección—la verdadera esperanza del cristiano
Job hizo la pregunta en el capitulo 14,
verso 14, “Si un hombre muere, ¿vivirá otra vez?…” Él da la respuesta: “Todos
los días de mi tiempo señalado… [en la tumba] …esperaré,
hasta que venga mi cambio. Tú llamarás, y yo Te responderé; Tú tendrás
el deseo por el trabajo de Tus manos.” Este cambio no ocurre
justo al momento de la muerte. Job sabía que él tendría que esperar en la
tumba por un periodo desconocido antes de que Dios lo levante en un estado
CAMBIADO—de muerto a vivo.
De nuevo, debemos mirar las palabras de
Jesucristo, no de aquellos líderes humanos de iglesias. El verso mas citado de
la Biblia—Juan 3:16—puede también ser uno
de los menos entendidos. “Porque
Dios amó tanto al mundo, que dio Su único Hijo engendrado, para que todo el que
crea en Él no… [¿que? ¿No vaya
al infierno sino vaya al cielo? ¿Es
eso lo que dijo Jesús? Este pasaje no es acerca de vivir para siempre en un
lugar horrible o vivir para siempre en un buen lugar. La ubicación no es la
cuestión. Cristo dijo que el crea en Él] …no pueda morir…
[lo que significa que no dejará de existir sino que] …pueda tener vida eterna.”
En el libro de Hechos y a través de las Epístolas,
Pablo y los otros apóstoles describen la esperanza cristiana como siendo la resurrección
de los muertos. Al reasegurar a los cristianos de esta esperanza, Pablo
deja claro en I Corintios 15 que la resurrección de Jesús es prueba absoluta de
una futura resurrección de los santos. Él anima a los Tesalonicenses con
palabras similares en I Tesalonicenses 4:13-18.
Refiriéndose a la resurrección de los
cristianos verdaderos, Jesús dijo repetidamente, “…Yo lo levantaré
en el último día.”
(Juan 6:44, 39, 40, 54; 11:24).
¿Cuando toma Dios Su decisión
final de si una persona vive para siempre o muere para siempre? ¿Toma Dios esa decisión al
momento de la muerte de una persona? Para aquellos pocos que han sido
llamados a la conversión y a la gracia de Dios, ahora es su tiempo de juicio.
Pero para la mayoría, su tiempo de juicio no ha llegado aun. Recuerde, la
primera muerte no es ni recompensa ni castigo—porque en Adán, todos morimos (I Corintios 15:22). La vasta mayoría de
muertos están simplemente esperando la resurrección, cuando tendrán su
oportunidad de “juicio.”
¿Es hoy el único día de salvación?
Hay una suposición
implícita en las enseñanzas del cristianismo corriente de que si una persona no
es “salva” ahora en esta vida, esta perdida para siempre. Tan sinceros y bien
intencionados como estos profesores puedan ser, ellos simplemente están en
error. ¡La Biblia NO enseña la
idea de que esta vida es el único tiempo en el cual la gente puede tener
salvación!
Es importante
que entendamos algo ampliamente conocido de los líderes mundiales. Satanás, el “dios
de este mundo” (II Corintios 4:4), actualmente tiene a la mayoría de lideres
civiles y religiosos bajo su influencia—habiéndolos
engañado en todo aspecto (Apocalipsis 12:9). El resultado es un mundo de
cultura y tradición en la cual la población entera esta atrincherada en falsos
caminos de vida. La mayoría de gente esta tan entrada en los caminos de este
mundo que no pueden posiblemente entender la verdad de Dios—ni tampoco estaría
deseosos de seguir el camino de vida de Dios incluso si ellos entendieran. Es
por eso que Pablo dice en Romanos 11:32 que “…Dios los
ha entregado a todos a la incredulidad…”—pero solamente por un tiempo—“…para que pudiera mostrar misericordia a todos” en un
tiempo de juicio futuro.
Súmele a eso el
hecho de que la mente humana natural simplemente carece de la capacidad o
incluso del deseo de entender la verdad espiritual (I Corintios 2:11, 14). Únicamente
si Dios por Su Espíritu “llama” a una persona—esto es, abre la mente de un individuo y le imparte
entendimiento de Su verdad—esa persona viene al arrepentimiento y conversión en
esta vida (II Corintios 7:9-11; Juan 6:44; Romanos 2:4; Filipenses 2:13).
Jesús indicó a Sus discípulos que tal
llamado NO ha sido extendido a la mayoría de gente en esta vida. Ellos Le
preguntaron porque le hablaba a las masas en parábolas. Él respondió, “ ‘Porque ha sido dado a ustedes el saber los misterios
del reino de los cielos, pero esto no ha sido dado a ellos… Por esta razón
les hablo a ellos en parábolas, porque viendo, ellos no ven; y oyendo,
ellos no oyen; ni entienden. Y en ellos es cumplida la profecía de Isaías, la
cual dice, ‘Oyendo ustedes oirán y en ninguna forma entenderán y viendo verán,
y en ninguna forma percibirán; porque el corazón de esta gente se ha engordado,
y sus oídos son sordos para oír, y sus ojos han cerrado; no sea que ellos vean
con sus ojos, y oigan con sus oídos, y entiendan con sus corazones, y sean
convertidos, y Yo los sane.’ ” (Mateo 13:11-15).
Hasta ahora, únicamente una pequeña minoría
de toda la humanidad ha tenido el llamado de Dios—y muchos menos han en
realidad llegado a la conversión y recibido el Espíritu Santo de Dios. Estos
pocos—esta “pequeña manada” como Cristo se refiere a Su verdadera
Iglesia—constituye la “casa de Dios.” Pedro nos dice que ahora, en esta
vida, es el tiempo en que debe empezar el juicio en la casa de Dios (I
Pedro 4:17). Así, cuando una persona convertida muere “en la fe” (o “en Cristo”),
el juicio de Dios para ella ya ha tenido lugar. Dios ha hecho la decisión final
de que él o ella va a estar en Su Reino—y ha escrito el nombre de esa persona
en el “Libro de la Vida.”
Habrá algunos pocos que puedan haber
cometido el “pecado imperdonable”—esto es, con completo conocimiento y
entendimiento de la verdad y del camino de salvación, ellos han rechazado la
gracia y el perdón de Dios, y han escogido no arrepentirse ni volverse del
camino de pecado al camino de Dios. Para tales—y únicamente Dios sabe quienes
son—su juicio final esta completado. Ellos esperan la resurrección del malvado
y su suerte es la segunda muerte en el Lago de Fuego. Este lago de fuego
(griego, gehenna) será un fuego consumidor que destruirá totalmente a
los malos incorregibles. Jesús nos advirtió acerca de temer a Quien puede “…destruir ambos la vida… [alma en la VRV60] …y el cuerpo” en
este fuego (Mateo 10:28). Malaquías 4:1-3 muestra que los malos se convertirán
en cenizas bajo los pies de los fieles.
Una segunda resurrección
Como hemos visto, los muertos en Cristo
permanecen en sus tumbas HASTA que Dios los resucite “en el último día,”
como esta representado por la Fiesta de Pentecostés (Job 14:14; Juan 5:25;
6:39, 40, 44, 54; I Tesalonicenses 4:13-16; I Corintios 15:50-54; Mateo 24:30,
31; Apocalipsis 20:4-6). En ese momento Cristo los resucitará a vida eterna en
un estado espiritual sobrenatural—para ser exactamente como Cristo mismo (I
Juan 3:1, 2; Filipenses 3:21; II Pedro 1:4; Daniel 12:3).
Pero ¿que del resto
de los muertos? El juicio para ellos no ha ocurrido aun. ¿Cuando
tendrán su oportunidad para la salvación?
En Apocalipsis 20:5, Juan escribe que la
resurrección de los “muertos en Cristo” (lo cual ocurre a la segunda venida de
Cristo) es únicamente la “primera resurrección.” Él añade que “…el resto de los muertos no vivieron de nuevo hasta que
los mil años fueron completados.” Pero ellos ¡SI VUELVEN A VIVIR! Hay una segunda resurrección. En
ese mismo capitulo, en el verso 12 leemos, “Y vi a
los muertos, pequeños y grandes, de pie delante de Dios…” Aquí vemos
descrita la “segunda resurrección”¾la resurrección
de todos los que vivieron alguna vez y NO murieron en la fe—aquellos que
no fueron llamados y traídos a la conversión en su primera vida, ahora vienen
delante del “trono blanco” del juicio de Cristo.
Como con la mayoría de temas bíblicos, la
historia entera no es dicha toda en un solo lugar. En Ezequiel 37 tenemos otra
vista de la segunda resurrección—tratando específicamente con los muertos de
Israel mientras ellos son traídos de regreso a una vida física en el futuro.
Ellos están entre el “resto de los muertos”—los muertos no en
Cristo—que aparecen delante del trono de Dios en Apocalipsis 20:12.
Recuerde, “el resto de los muertos”
significa todos aquellos que no estuvieron en la primera resurrección—lo
cual incluye la abrumadora mayoría de Israelitas que han muerto a lo largo de
las eras.
Note en Ezequiel 37 que después que Israel
es traído de regreso a la vida, ¡Dios les da Su Espíritu Santo! Pero para recibir el
Espíritu Santo de Dios, sin embargo, ellos deben primero arrepentirse como
Pedro lo dice en Hechos 2:38. Estos Israelitas recién resucitados aparentemente
serán llamados delante del “trono blanco” de Cristo como el resto de la
humanidad—para dar cuentas de los hechos de su pasado. La mayoría, si no todos,
llegarán a ver lo pecadores que fueron—y en arrepentimiento aceptarán a
Jesucristo como su Salvador con el perdón de sus pecados. A ellos se les
otorgará el Espíritu Santo de Dios y vivirán felizmente su nueva vida física
(Isaías 65:20 parece indicar que ellos podrán tener hasta 100 años de
crecimiento en gracia y conocimiento y para construir el carácter espiritual
antes de ultimadamente entrar al Reino de Dios).
¿Salvación
para los gentiles también?
Claramente entonces vemos al Israel “inconverso”
resucitado en el futuro. Pero ¿que de los gentiles “inconversos”? El capitulo 9 al 11
de Romanos nos muestra que Dios tratará con los gentiles mientras trata con
Israel. Apocalipsis 20:12 ilustra TODO “el resto de los muertos” delante
del “trono blanco”, no solo Israel. TODOS se inclinarán delante de Dios y
confesarán sus pecados. TODOS serán juzgados en base a sus obras, y TODOS serán
encontrados culpables de pecado (Romanos 3:23).
Pero ¿serán condenados los culpables? II Pedro 3:9 nos dice
que Dios no desea que nadie muera (ser destruido y perder la vida
eterna). Después de mostrárseles sus pecados delante del trono de Dios, TODOS
tendrán su primera y única oportunidad para la salvación a través del
arrepentimiento, conversión y el recibimiento del Espíritu Santo. Recuerde,
aquellos de la segunda resurrección NUNCA tuvieron (en su primera vida) sus
mentes abiertas por el Espíritu Santo a la verdad de Dios—y nunca tuvieron la
oportunidad (con un completo entendimiento) de arrepentirse de sus pecados y
recibir la gracia de Dios.
Cristo murió una vez por TODOS (I
Timoteo 2:6; Hebreos 10:10; I Corintios 15:22-24). Nuestro Señor y Salvador no
pasó por la tortura, humillación, flagelación y paliza que El sufrió, seguida
por Su agonizante muerte en la cruz—¡únicamente para tener Su gracia ofrecida solo a una
parte de la familia humana!
Para el tiempo en que este “Juicio del Gran
Trono Blanco” tenga lugar, Satanás habrá sido echado al lago de fuego y ya no
será mas capaz de pervertir la verdad ni de engañar a la humanidad. Sin la
distorsionada influencia de Satanás—y con sus mentes ahora abiertas por el Espíritu
Santo—la gente por primera vez será capaz de pensar espiritualmente. Únicamente
aquellos muy pocos que rehúsen, en ese momento, arrepentirse y aceptar a Cristo
como su Salvador irán al castigo final—el lago de fuego descrito en Apocalipsis
20:14-15.
¡Gracias a Dios por Su increíble y misericordioso plan!
Sea animado por la verdad de la Biblia concerniente a los muertos y al estado
de los muertos—¡alégrese en el conocimiento seguro de que todos los
que han vivido alguna vez, un día tendrán su oportunidad completa para la vida
eterna!