CAPITULO
12
(Tomado
del libro “Días festivos ocultos o Días Santos de Dios—¿Cuáles?”)
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Un
recorrido de las Fiestas de otoño y Días Santos de Dios en el Nuevo Testamento
Por
Fred
R. Coulter
www.iglesiadedioscristianaybiblica.org
Ocurriendo
en el séptimo mes del calendario sagrado, las fiestas de otoño y días santos
representan el cumplimiento futuro del plan de Dios para toda la humanidad.
Estos días vitales predicen como y aproximadamente cuando se desplegarán
los eventos de los últimos tiempos profetizados en el Antiguo Testamento y
Nuevo Testamento.
Comenzaremos
nuestro recorrido de los días santos de otoño enfocándonos en el Día de
Trompetas—la cual cae en el primer día del séptimo mes (Levítico 23:23-25).
Trompetas es el cuarto (o “el de la mitad”) de los siete días santos anuales de
Dios, y ciertamente funciona mucho como un fulcro o un “punto de
inflexión” en la historia del mundo. ¿Por qué? Porque Trompetas representa la
intervención directa y climática de Dios en los asuntos del hombre—llevando
directamente al regreso literal de Jesucristo y todos los santos resucitados
con Él para establecer el Reino de Dios sobre la tierra—en este mismo día.
Históricamente,
Dios requería que los sacerdotes y Levitas tocaran las trompetas de plata como
un memorial a lo largo del día de Trompetas (Salmo 81:3; Levítico 23:23-24).
Ellos también tocaban cientos de shofares, las cuales eran trompetas
hechas de cuernos de carnero, usadas primariamente en tiempo de guerra. Durante
tales tiempos, Dios guiaba a Israel a la batalla mientras los sacerdotes
llevaban el Arca de Pacto—mientras tocaban trompetas (Josué 6:1-16; Jueces 7:8,
16-18). Si el pueblo había sido obediente a Dios y fiel a Su pacto, Él peleaba
por ellos y les daba victoria sobre sus enemigos (Deuteronomio 28:7; Levítico
26:7-8).
Además,
guardas que vigilaban las ciudades y villas de Israel debían tocar el shofar
si un ataque enemigo era inminente (Ezequiel 33:1-6; Joel 2:1, 15)
El
Día de Trompetas en el Nuevo Testamento
No
hay una referencia directa (por nombre) del Día de Trompetas en el Nuevo
Testamento. Sin embargo, basados en la estructura cronológica del Evangelio de
Juan, podemos conjeturar que la fiesta mencionada en Juan 5:1 fue probablemente
el Día de Trompetas. El marco de trabajo de Juan para su Evangelio es: La
Pascua, Juan 2; Pentecostés, Juan 4; una fiesta de los judíos, Juan 5; la
Pascua, Juan 6; Tabernáculos y Ultimo Gran Día, Juan 7 y 8; y la Pascua, Juan
12-19. Basados en las estaciones, Juan tiene la siguiente secuencia: primavera,
otoño, primavera, otoño, y primavera.
Ya
que la fiesta en Juan 5:1 fue después de la referencia de Jesús a Pentecostés
en Juan 4, debe haber sido una fiesta de otoño. (Si hubiera sido la Fiesta de Tabernáculos,
es probable que Juan la hubiera mencionado, como lo hizo en el capítulo siete. Si
hubiera sido el Día de Expiación—una fiesta caracterizada por no trabajo en lo
absoluto—los judíos habrían sido aún más vehementes contra Jesús por sanar a un
hombre y decirle que recogiera su saco de dormir y caminara). Podemos concluir,
por lo tanto, que la fiesta mencionada en Juan 5:1 fue probablemente el Día de
Trompetas.
El
nacimiento de Jesucristo y el Día de Trompetas: Como lo
demuestra la Palabra de Dios, Dios siempre ha usado Sus fiestas y días santos
para cumplir Su voluntad así como también ciertas profecías mayores. Ya hemos
visto que el “tiempo designado” para la muerte de Jesús fue el día de la Pascua
en el 30 d.C, el cual Dios había establecido desde “antes de la fundación del
mundo.” Pero qué del nacimiento de Jesús—¿fue de igual manera predeterminado
desde “antes de la fundación del mundo” para ocurrir en un día particular? ¿Fue
ese día un día santo? Y si fue así, ¿qué día santo? ¿Qué revelan las Escrituras
y la historia acerca del nacimiento de Jesús?
Pablo
confirma que Jesús nació en el tiempo preciso designado por Dios: “Pero cuando el tiempo [designado] del cumplimiento llegó, Dios envió a Su propio Hijo,
nacido de una mujer…” (Gálatas 4:4). Esto indica que el tiempo del
nacimiento de Jesús fue predeterminado. Mientras los Evangelios no anuncian el día
especifico del nacimiento de Jesús, Él nació claramente en un tiempo
particular preordenado por Dios para cumplir Su voluntad y plan profético.
Hay
una preponderancia de evidencia encontrada en el Nuevo Testamento, los escritos
de Josefo, y otras fuentes históricas, así como también información relacionada
al Calendario Hebreo Calculado y a eventos astronómicos específicos, de los
cuales somos capaces de determinar aproximadamente cuando nació Jesús—tal vez
incluso el día exacto. Una crónica de información pertinente documentando cuándo
nació Jesús es, infortunadamente, demasiada extensa para ser incluida en este
libro. Tales detalles, sin embargo, están cuidadosamente documentados en dos
libros: Una armonía de los Evangelios en ingles moderno—La vida de Jesucristo
y La Santa Biblia en Su orden original—Una versión fiel con comentario,
ambos por Fred R. Coulter. Es suficiente mencionar que la compleja evidencia
escritural e histórica compilada sistemáticamente en estos libros apoya el Día de Trompetas en el 5 a.C como la fecha más
probable del nacimiento de Jesús. Estos libros pueden ser obtenidos de York
Publishing (ver dirección en el frente de este libro) o de www.amazon.com.
El
significado profético del Día de Trompetas: El libro de Apocalipsis
desvela el significado profético del Día de Trompetas, ya que el libro describe
el “día del Señor” descrito en varias profecías del Antiguo Testamento. Estas
profecías nos dan muchos detalles referentes al día del Señor—el tiempo de la
intervención directa de Dios en los asuntos del hombre, cuando Jesucristo
regrese en gloria como Rey de reyes y Señor de señores, para tomar control de
este mundo (Apocalipsis 11:15; 19:11-21). La Biblia nos informa que a menudo un
día en profecía en un año en cumplimiento real (Números 14:34,
Ezequiel 4:6). Isaías 34:8 lo describe como un “día de venganza” y un “año
de recompensas.” Por lo tanto, contado de Trompetas a Trompetas, el “día” del Señor
es el último año llevando a e incluyendo el regreso de Jesucristo a la
tierra.
Este
día del Señor venidero es un tiempo de desastre, hambruna, pestilencia y guerra
con muerte y destrucción sin paralelo en toda la historia humana. El profeta Jeremías
indicó que ultimadamente todas las naciones estarán involucradas en el día
del Señor de los últimos tiempos (Jeremías 25:15-17, 26-27). Dios intervendrá
poderosamente desde el cielo contra todas las naciones del mundo—ninguna escapará
(versos 30-33). De hecho, cuando Jesucristo intervenga poderosamente en este
mundo, Él va a sacudir la tierra tan violentamente que será casi dislocada de
su órbita (Isaías 13:6-13; también vea Hageo 2:6-7). El profeta Isaías describe
el poder asombroso de Dios cuando “se levante para sacudir terriblemente la
tierra” y comience a hacerse a Si mismo conocido al mundo. No habrá duda de que
tales eventos son de la mano de Dios (vea Isaías 2:10-12, 18-21).
Dios
le dio a Daniel una visión de este tiempo, diciendo, “…Y
habrá un tiempo de problemas, tal como nunca fue desde que hubo una
nación incluso hasta ese tiempo…” (Daniel 12:1). Jesús describió para
Sus discípulos un tiempo de tribulación viniendo al final de la era—un tiempo
tan devastador y destructivo que si Él no interviniera para limitar esos días,
ninguna carne quedaría viva. “Porque entonces habrá gran tribulación, tal
como no la ha habido desde el principio del mundo hasta este
tiempo, ni la habrá nuevamente. Y si aquellos días no fueran
limitados, ninguna carne sería salva; pero por amor a los elegidos aquellos
días serán limitados.”
(Mateo 24:21-22).
A
través de la historia la humanidad ha sufrido grandemente por guerras,
hambrunas, pestilencias y desastres naturales. Pero nada se comparará al día
del Señor: “El gran día del SEÑOR está cerca; está cerca y viene rápidamente, el
sonido del día del SEÑOR. El hombre poderoso llorará amargamente allá. Ese
día es un día de ira, un día de problema y angustia, un día de ruina y
devastación, un día de oscuridad y penumbra, un día de nubes y gruesa
oscuridad, un día del cuerno de carnero y alarma contra las ciudades
fortificadas, y contra las torres altas. “Y traeré angustia sobre los
hombres, para que caminen como el ciego porque han pecado contra el SEÑOR. Y
su sangre será derramada como polvo, y su carne como estiércol.” Ni su
plata ni su oro serán capaces de librarlos en el día de la ira del SEÑOR, sino que
toda la tierra será devorada por el fuego de Su celo, porque Él hará incluso un
fin completo, sí, un fin terrible de todo el que vive sobre la tierra.” (Sofonías
1:14-18).
El
libro de Apocalipsis documenta el cumplimiento de tales profecías—describiendo una
demostración electrificante de poder cuando Jesucristo intervenga directamente
y se manifieste personalmente. La apertura del sexto sello coloca el escenario
para que comience el día del Señor: “Y cuando [Jesucristo] abrió el sexto sello, miré, y he aquí, hubo un gran
terremoto; y el sol se volvió negro como el pelo de cilicio, y la
luna se volvió como sangre; y las estrellas del cielo cayeron a la tierra, como
una higuera echa sus últimos higos cuando es sacudida por un viento poderoso. Entonces
el cielo se apartó como un rollo de papel que está siendo enrollado, y
toda montaña e isla fue sacada de su lugar. Y los reyes de la tierra, y los
grandes hombres, y los hombres ricos, y los capitanes jefes, y los hombres
poderosos, y todo siervo, y todo hombre libre se escondió a sí mismo
en las cuevas y en las rocas de las montañas; y decían a las montañas y a
las rocas, “Caigan sobre nosotros, y escóndanos del rostro de Quien se
sienta en el trono, y de la ira del Cordero porque el gran día de Su ira ha
venido, y ¿Quién tiene el poder de estar de pie?” ” (Apocalipsis
6:12-17).
Trompetas
y el Día del Señor: El día del Señor en realidad comienza con la
apertura del séptimo sello—en el cual siete ángeles tocan sus trompetas
sucesivamente, señalando varias fases de la intervención directa de Dios
señalando el último año del gobierno del hombre bajo la influencia de Satanás
el diablo. Ultimadamente, este gran “día” llegará a un clímax en una guerra
angelical desde el cielo contra los ejércitos unidos de hombres y demonios
sobre la tierra.
Juan
describe lo que vio en una visión referente a las plagas de las siete trompetas
enviadas por Dios en la mano de ángeles: “Entonces vi a
los siete ángeles que estaban delante de Dios, y siete trompetas les fueron
dadas. Y otro ángel, que tenía un incensario de oro, vino y se paró en el
altar; y mucho incienso le fue dado, para que pudiera ofrecerlo con las
oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que estaba delante
del trono. Y el humo del incienso subió
delante de Dios de la mano del ángel, subiendo con las oraciones de los
santos. Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó con fuego del altar, y
lo echó a la tierra; y hubo voces, y truenos, y relámpagos, y un
terremoto. Entonces los siete ángeles quienes tenían las siete trompetas se
prepararon a sí mismos para tocar sus trompetas. Y el primer ángel
tocó su trompeta; y hubo granizo y fuego mezclado con sangre, y fue
echado sobre la tierra; y un tercio de los árboles fueron quemados, y todo
pasto verde fue quemado. Entonces el segundo ángel tocó su trompeta;
y fue echado en el mar como una gran montaña ardiendo con fuego, y un tercio
del mar se convirtió en sangre; y un tercio de las criaturas vivientes que estaban
en el mar murió, y un tercio de los barcos fueron destruidos. Y el tercer
ángel tocó su trompeta; y cayó del cielo una gran estrella, ardiendo
como una lámpara; y cayó sobre un tercio de los ríos, y sobre las fuentes de aguas.
Y el nombre de la estrella es Ajenjo; y un tercio de las aguas se convirtieron
en ajenjo; y muchos hombres murieron de beber las aguas porque fueron
hechas amargas. Luego el cuarto ángel tocó su trompeta; y un
tercio del sol fue herido, y un tercio de la luna, y un tercio de las
estrellas; para que un tercio de ellas fueran oscurecidas; y una tercera parte
del día no brilló, y asimismo una tercera parte de la noche. Y miré, y
oí a un ángel volando en medio del cielo, diciendo con gran voz, “Ay,
ay, ay de aquellos que están viviendo sobre la tierra, por causa de las voces
de las trompetas que quedan de los tres ángeles que están a punto de
tocar sus trompetas.” ” (Apocalipsis 8:2-13).
Cuando
el quinto angel toque su trompeta, hordas de demonios serán liberados de un
abismo para unirse a los ejércitos humanos usando armas futuristas: “Y el quinto ángel tocó su trompeta; y vi una
estrella que había caído del cielo a la tierra, y le fue dada la llave
para el abismo sin fondo. Y abrió el abismo sin fondo [para liberar a
los demonios en prisión]; y allí subió humo del pozo,
como el humo de un gran horno; y el sol y el aire fueron oscurecidos por
el humo del pozo. Entonces langostas [demonios]
salieron a la tierra desde el humo; y poder les fue dado, como los escorpiones
de la tierra tienen poder. Y les fue dicho que no deberían dañar el pasto de la
tierra, o ninguna cosa verde, o ningún árbol, sino solo a los hombres
que no tenían el sello de Dios en sus frentes. Y les fue dado que no deberían
matarlos, sino que deberían ser atormentados cinco meses; y su tomento era
como el tormento de un escorpión cuando pica a un hombre. Y en
aquellos días los hombres buscarán la muerte pero no la
encontrarán; y desearán morir, pero la muerte huirá de ellos. Y la
apariencia de las langostas era como caballos preparados para la guerra;
y sobre sus cabezas habían coronas como aquellas de oro; y sus
caras eran como las caras de hombres; y tenían cabello como el
cabello de las mujeres; y sus dientes eran como aquellos de
leones. Y tenían corazas como corazas de hierro; y el sonido de sus alas era
como el sonido de carruajes tirados por muchos caballos corriendo
para la guerra; y tenían colas como escorpiones, y aguijones; y les fue dado
poder para herir a los hombres con sus colas por cinco meses. Y
tienen sobre ellos un rey, el ángel del abismo; su nombre en hebreo es
Abadón, pero el nombre que él tiene en griego es Apolión [Satanás
el diablo]. El primer Ay pasó. He aquí, después
de estas cosas dos Ay más están todavía por venir.” (Apocalipsis
9:1-12). Juan sin duda esta gráficamente describiendo armas futuristas a ser
usadas por los ejércitos humanos y los demonios. La quinta trompeta representa
el ataque agresivo de la “bestia” profética de Apocalipsis 13 contra las
naciones al norte y oriente de Jerusalén. (Daniel 11:44).
Después
de cinco meses, una coalición de reyes del oriente tomará represalias contra la
“bestia” con el ejército más grande en la historia del mundo. Esta fuerza
masiva de 200 millones de hombres estará armada con armas poderosas y
sofisticadas—y respaldadas por las fuerzas sobrenaturales de las hordas de
demonios: “Y el sexto ángel tocó su trompeta;
y oí una voz desde los cuatro cuernos del altar de oro que está delante
de Dios; que dijo al sexto ángel, quien tenía la trompeta, “Libera los
cuatro ángeles que están atados en el gran río Éufrates.” Entonces los cuatro
ángeles, quienes habían estado preparados para la hora y el día y el mes y el
año, fueron liberados, para que pudieran matar a un tercio de los
hombres; y el número de los ejércitos de los jinetes era
doscientos millones; y oí el número de ellos. Y así vi los caballos en la
visión, y a aquellos sentándose sobre ellos, que tenían feroces corazas,
incluso como de jacinto y azufre. Y las cabezas de los caballos eran
como cabezas de leones, y fuego y humo y azufre disparan de sus bocas. Por
estos tres, un tercio de los hombres fueron muertos: por el fuego y el
humo y el azufre que disparan de sus bocas. Porque su poder está en sus
bocas; porque sus colas son como serpientes, y tienen cabezas, y
con ellas infligen heridas. Pero el resto de los hombres que no fueron muertos
por estas plagas aún no se arrepintieron de las obras de sus manos, para que no
pudieran adorar demonios, e ídolos de oro y plata y cobre y piedra y madera, los
cuales no tienen el poder para ver, ni oír, ni caminar. Y no se
arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de sus
fornicaciones, ni de sus robos.” (Apocalipsis 9:13-21).
El
profeta Joel describe esta batalla que tiene lugar entre los ejércitos de la
quinta y sexta trompeta: “¡Toquen el cuerno de carnero en Zion,
y suenen una alarma en Mi Santo monte! Todos los habitantes de la tierra
tiemblen, porque el día del Señor viene, porque está cerca, a la
mano—un día de oscuridad y de penumbra, un día de nubes y de densa oscuridad.
Como la mañana es dispersada tras las montañas, así viene un gran
pueblo y un pueblo poderoso, nunca ha habido otro igual, ni nunca lo habrá otra
vez, ni aun en los años de muchas generaciones. Un fuego devora delante de
ellos, y detrás de ellos una llama arde. La tierra es como el Jardín del
Edén delante de ellos, y detrás de ellos un lugar desolado—y nada se les
escapará. Su apariencia es como la apariencia de caballos; y como
caballos de guerra, así corren. Saltarán con el ruido de los carruajes sobre
las cimas de las montañas, con el ruido de una llama de fuego que devora el
rastrojo, como gente poderosa colocada en la fila de batalla. En su presencia
la gente temblará grandemente; todas las caras palidecerán. Correrán
como hombres poderosos. Escalarán el muro como hombres de guerra, y
marcharán cada uno en su camino, y no romperán sus alineaciones. Y cada uno no
se agolpará al otro; irán cada uno en su propio camino. Y cuando
caigan sobre la espada, no serán heridos. Correrán de aquí para allá en la
ciudad; correrán sobre el muro; escalarán sobre las casas; entrarán por las
ventanas como un ladrón. La tierra se estremecerá delante de ellos; los
cielos temblarán. El sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retirarán su
brillo. Y el SEÑOR pronunciará Su voz delante de Su ejército; porque Su
campamento es extremadamente grande; porque poderoso es Él quien
ejecuta Su Palabra, porque el día del SEÑOR es grande y muy terrible;
y ¿Quién puede soportarlo?” (Joel 2:1-11).
Estas
guerras de destrucción vasta cubrirán todo el Medio Oriente—así como también se
extenderá desde la silla occidental de la “bestia” hasta la tierra del Lejano
Oriente, el origen de los reyes del oriente. Una vez estos ejércitos hayan
peleado hasta parar, el séptimo angel toca su trompeta, y la primera
resurrección tiene lugar en Pentecostés (Apocalipsis 11:15-19).
El
tiempo de Pentecostés a Trompetas es aproximadamente cuatro meses. Durante este
tiempo, otros siete ángeles derramarán las últimas siete plagas. La última, la
séptima plaga culminará en la batalla de Armagedón. Esta guerra colosal que
termina las guerras opondrá a Dios y Sus ángeles contra la “bestia,” el “falso
profeta,” y los ejércitos de todas las naciones del mundo—así como también
contra Satanás mismo, con sus demonios: “Y después de estas cosas
miré, y he aquí, el templo del tabernáculo del testimonio en el cielo estaba abierto.
Y los siete ángeles que tenían las últimas siete plagas salieron del
templo; estaban vestidos de lino, puro y brillante, y ceñidos alrededor del
pecho con corazas de oro. Y una de las cuatro criaturas vivientes le dio
a los siete ángeles siete frascos de oro, llenos de la ira de Dios, Quien vive
en los siglos de eternidad. Y el templo estaba lleno con el humo de la
gloria de Dios, y de Su poder; y nadie fue capaz de entrar en el templo hasta que
las siete plagas de los siete ángeles fueron cumplidas.” (Apocalipsis
15:5-8).
“Entonces escuché una gran voz desde el templo decir a los
siete ángeles, “Vayan y derramen los frascos de la ira de Dios sobre la
tierra.” Y el primer ángel fue y derramó su frasco sobre la
tierra; y una llaga maligna y dolorosa cayó sobre los hombres que tenían la
marca de la bestia, y sobre aquellos que estaban adorando su imagen. Y el
segundo ángel fue y derramó su frasco en el mar; y este se volvió
sangre, como la de un hombre muerto; y toda alma viva en el mar
murió. Y el tercer ángel derramó su frasco sobre los ríos, y en las
fuentes de aguas; y se convirtieron en sangre. Entonces escuché al ángel de las
aguas decir, “Eres justo, Oh Señor, Quien eres, y Quien era, incluso el Santo,
en que has ejecutado este juicio. Porque han derramado la sangre de
santos y de profetas, y les has dado sangre para beber; porque lo merecen.” Y
escuché otra voz desde el altar decir, “Sí, Señor Dios Todopoderoso,
verdaderos y justos son Tus juicios.” Y el cuarto ángel derramó
su frasco sobre el sol; y poder le fue dado para quemar a los
hombres con fuego. Entonces los hombres fueron quemados con el gran
calor; y blasfemaron el nombre de Dios, Quien tiene autoridad sobre estas
plagas, y no se arrepintieron para darle gloria. Y el quinto ángel
derramó su frasco sobre el trono de la bestia; y su reino se llenó de
oscuridad; y ellos carcomían sus lenguas por el dolor, y blasfemaron al Dios
del cielo por sus dolores y sus llagas; aun así no se arrepintieron de sus
obras. Y el sexto ángel derramó su frasco en el gran río Éufrates; y sus
aguas se secaron para que el camino de los reyes del levantamiento del sol
pudiera estar preparado. Entonces vi tres espíritus impuros como ranas salir
de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso
profeta; porque son espíritus de demonios obrando milagros, saliendo a los
reyes de la tierra, incluso al mundo entero, para reunirlos a la batalla
de ese gran día del Dios Todopoderoso. He aquí, vengo como un ladrón. Bendito es
aquel que está vigilando y guardando sus vestidos, para que no pueda andar
desnudo y ellos no puedan ver su vergüenza. Y los reunió en el lugar que
en hebreo es llamado Armagedón. Entonces el séptimo ángel derramó su
frasco al aire; y una gran voz salió del templo del cielo, desde el trono,
diciendo, “ESTA TERMINADO.” Y hubo voces y truenos y relámpagos; y hubo un gran
terremoto, tal como no lo hubo desde que el hombre estuvo en la tierra,
tan poderoso terremoto, y tan grande. Y la gran ciudad fue dividida en
tres partes; y las ciudades de las naciones cayeron; y Babilonia la grande fue
recordada delante de Dios para darle la copa del vino de la furia de Su ira. Y
toda isla desapareció, y las montañas no fueron encontradas; y gran granizo, cada
piedra del peso de un talento [180 lb],
cayó desde el cielo sobre los hombres; y los hombres blasfemaron a
Dios por la plaga del granizo, porque la plaga fue extremadamente grande.”
(Apocalipsis 16:1-21).
Después
que la última de las siete plagas ha sido derramada, Jesús y los santos
resucitados descenderán a la tierra desde el mar de vidrio en una batalla final
contra la bestia, el falso profeta y sus ejércitos. Cuando ellos estén
descendiendo a la tierra con claridad y un solo propósito en el Día de
Trompetas, los siete ángeles continuarán tocando las trompetas de Dios
poderosamente para que toda la tierra las oiga. “Y
vi a la bestia y a los reyes de la tierra y a sus
ejércitos, reunidos para hacer guerra contra Quien se sienta sobre el caballo,
y contra Su ejército. Y la bestia fue tomada, y con él el falso profeta
quien obraba milagros en su presencia, por los cuales había engañado a
aquellos que recibieron la marca de la bestia y a aquellos que adoraron
su imagen. Esos dos fueron echados vivos dentro del lago de fuego, el
cual quema con azufre; y el resto fue muerto por la espada de Quien se sienta
sobre el caballo, la misma espada que sale de Su boca; y todas las aves
fueron llenas con sus carnes.” (Apocalipsis 19:19-21).
La
profecía de esta batalla climática—representada por el Día de Trompetas—se encuentra
en Zacarías: “Y el SEÑOR saldrá y peleará contra aquellas naciones, como cuando
Él peleó en el día de batalla. Y Sus pies se pararán en ese día sobre el Monte
de los Olivos el cual está delante de Jerusalén al oriente, y el Monte
de los Olivos se partirá en dos, desde el oriente y hasta el occidente, y se
hará un valle muy grande. Y la mitad de la montaña se moverá hacia el norte, y
la mitad de ella hacia el sur… Y el SEÑOR mi Dios vendrá, y todos los santos
Contigo… Y el SEÑOR será Rey sobre toda la tierra; en ese día habrá un
SEÑOR, y Su nombre será uno… Y esta será la plaga con la cual el SEÑOR herirá a
toda la gente que ha peleado contra Jerusalén. Su carne se consumirá mientras
estén parados sobre sus pies, y sus ojos se consumirán en sus cuencas. Y su
lengua se consumirá en sus bocas.” (Zacarías 14:3-5, 9, 12). Así termina
la batalla de Armagedón.
Esta
visión general resume el significado profético del Día de Trompetas, con un
enfoque en su cumplimiento final cuando Jesucristo y todos los santos regresen
a la tierra. Hay muchas otras profecías en la Biblia que magnifican el
significado de este “día del Señor” esencial—el fulcro o “punto de inflexión”
en la historia de la humanidad. Se anima al lector a estudiar a profundidad la
Palabra de Dios—Antiguo Testamento y Nuevo Testamento—para un entendimiento más
completo de estos eventos. El tiempo está a la mano. Los eventos proféticos
de los últimos días y el regreso de Jesucristo están cerca.
El
Día de Expiación
El
décimo día del séptimo mes es el Día de Expiación. Es un día de ayuno
especial—sin comida o bebida durante todo el día—contado de ocaso a ocaso (Levítico
23:26-32). Como está registrado en Levítico 16, sacrificios especiales eran
ofrecidos en Expiación.
En
el Antiguo Testamento, en este día, se requería que el sumo sacerdote primero
hiciera sacrificios especiales por sí mismo y por su casa. Expiación era el
único día del año en que al sumo sacerdote se le permitía entrar en el “santo
de santos”—acceder a la “silla de misericordia,” un prototipo del trono de Dios
en el cielo (Hebreos 9:24). (La silla de misericordia es también conocida como
el “Arca del Pacto,” ya que contenía las tabletas de piedra.) Así, él entraba
al santo de santos y rociaba ceremonialmente la sangre de un becerro sobre la
silla de misericordia para hacer una “expiación” por sí mismo y su familia.
Habiendo hecho eso, se le permitía entonces desempeñar los sacrificios de
“expiación” por el pueblo de Israel.
Luego,
él presentaba dos cabros idénticos vivos delante del Señor y echaba suertes en
donde Dios mismo seleccionaba un cabro para la ofrenda por el pecado y el otro
por Azazel (“chivo expiatorio”; Reina Valera, “macho cabrío”).
El
cabro para la ofrenda por el pecado era entonces sacrificado y su sangre
rociada sobre la silla de misericordia para hacer expiación por todos los
pecados, transgresiones e impurezas de los hijos de Israel. El cabro por Azazel
no era sacrificado, sino que era presentado vivo delante del Señor. El
sacerdote colocaba sus manos sobre la cabeza del cabro vivo, confesando sobre
el todas las iniquidades y transgresiones de Israel. Finalmente, el cabro era
llevado por la mano de un hombre apto al lugar desolado y liberado.
El
significado del cabro sacrificado por el pecado en el Nuevo Testamento: El significado
simbólico de este ritual único involucrando dos cabros no pudo ser
completamente entendido sino hasta que el apóstol Juan hubo escrito el libro de
Apocalipsis y canonizado el Nuevo Testamento. Con los libros de Hebreos y
Apocalipsis, sin embargo, el significado llega a ser claro. Es generalmente
reconocido que el sacrificio del primer cabro y el rociamiento de su sangre
sobre la silla de misericordia eran simbólicos del sacrificio y derramamiento
de la sangre de Jesucristo por el pecado. El sumo sacerdote representaba a Jesucristo
mismo, nuestro Sumo Sacerdote. En el libro de Hebreos, el apóstol Pablo da una
interpretación del cabro expiatorio sacrificado por el pecado, y el sumo
sacerdote de Levítico 16: “Pero Cristo mismo se ha
convertido en Sumo Sacerdote de las buenas
cosas venideras, a través de un tabernáculo más grande y perfecto, no hecho por
manos humanas (esto es, no de esta creación física presente). No
por la sangre de machos cabríos y terneros, sino por los medios de Su
propia sangre, Él entró una vez por todas en el santísimo [santo
de santos], habiendo por Sí mismo asegurado
redención eterna para nosotros… Pero ahora, una vez y por todas, en la
terminación de las eras, Él ha sido manifestado para el propósito de
remover el pecado a través de Su sacrificio de Sí mismo.”
(Hebreos 9:11-12, 26).
Pablo
añade que, no como el propósito temporal del cabro sacrificado, el sacrificio
de Cristo es una vez para todo tiempo, y así reemplaza todos los
rituales y sacrificios del templo: “Porque la ley,
teniendo solo una sombra de las buenas cosas que vienen, y no la
imagen de aquellas cosas, con los mismos sacrificios los cuales se
ofrecen continuamente año tras año, nunca es capaz de hacer perfectos a aquellos
que vienen a adorar… Porque es imposible por la sangre
de toros y machos cabríos quitar pecados… Entonces Él dijo, “He aquí, Yo vengo
para hacer Tu voluntad, Oh Dios.” Él quita el primer pacto para poder
establecer el segundo pacto; por cuya voluntad somos santificados a
través de la ofrenda del cuerpo de Jesucristo una vez por todas… Pero Él,
después de ofrecer un sacrificio por el pecado para siempre, se sentó a la
mano derecha de Dios. Desde ese tiempo, está esperando hasta que Sus enemigos
sean colocados como taburete para Sus pies. Porque por una ofrenda Él
ha obtenido perfección eterna para aquellos que son santificados.”
(Hebreos 10:1, 4, 9-10, 12-14).
El
significado del cabro por Azazel: Primero, necesitamos darnos cuenta
que “Azazel” es otro nombre para Satanás el diablo. Comenzando con Adán y Eva
hasta este día, Satanás y sus demonios han guiado a todos los seres humanos al
pecado. Él es un mentiroso y el autor del pecado (Juan 8:44), así como también
el “dios de este mundo” (II Corintios 4:4). Aunque es a través del sacrificio
de Jesucristo que tenemos nuestros pecados perdonados, Satanás, como el
originador del pecado, debe ser removido para cumplir el plan de Dios para
la humanidad. A través de Su muerte sacrificial y Su resurrección, el Jesucristo
vivo ha triunfado sobre Satanás, sus demonios y su poder: “Tras despojar los principados y los poderes, Él hizo un
espectáculo público de ellos, y ha triunfado sobre ellos en eso [es
decir, a través de Su vida, muerte y resurrección].”
(Colosenses 2:15).
Claramente,
en la cruz, Jesús triunfo sobre Satanás y los demonios—pero ellos no han sido aún
removidos. Hasta que ellos sean quitados y prevenidos de influenciar y engañar
a los seres humanos, nunca habrá un fin al pecado humano (Apocalipsis 12:9;
Efesios 2:1-3; 6:10-17). Porque Satanás es el autor de todo pecado, el
sumo sacerdote debía confesar los pecados de los hijos de Israel sobre la
cabeza del cabro vivo, Azazel. El cabro Azazel no era sacrificado porque Satanás
y los demonios son seres espirituales y no pueden morir. Más bien, ellos deben
llevar sus propios pecados, porque no hay expiación para ellos.
El
libro de Apocalipsis completa la escena—mostrando que la remoción del cabro
vivo al lugar desolado por la mano de un hombre apto simboliza la remoción
de Satanás el diablo justo antes del establecimiento del Reino de Dios sobre
la tierra: “Entonces vi un ángel [simbolizado por el hombre apto
de Levítico 16] descendiendo del cielo, teniendo la
llave del abismo, y una gran cadena en su mano. Y cogió al dragón, la serpiente
antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años. Luego
lo echó en el abismo [simbolizado por el lugar desolado de Levítico
16], y lo encerró, y selló el abismo sobre él,
para que no pudiera engañar más a las naciones hasta que los mil años
fueran cumplidos; y después de eso es ordenado que sea soltado por un
corto tiempo.” (Apocalipsis 20:1-3).
Durante
la generación final del Milenio, Dios exiliará a los malvados
incorregibles—aquellos que rehúsan Su salvación—al área geográfica de Gog y
Magog. Al término del Milenio, Satanás y sus demonios son liberados del abismo
por un corto tiempo—con una última misión: salir a engañar al malvado a reunirse
para pelear contra Jerusalén. Cuando ellos ataquen la ciudad santa, sin
embargo, fuego de Dios baja del cielo y los consume—la cual es su primera
muerte (versos 7-9).
El
juicio final y la segunda muerte de todos los malvados incorregibles desde la
creación de Adán y Eva tendrá lugar en un tiempo posterior (Apocalipsis
20:14-15).
El
ultimo cumplimiento del Día de Expiación incluirá el juicio final de Satanás y
los demonios: “Y el diablo, quien los engañaba, fue echado en el lago de fuego y
azufre, donde la bestia y el falso profeta habían sido echados; y ellos,
Satanás y los demonios, serán atormentados día y noche en la eras de
eternidad.”
(Apocalipsis 20:10).
Mientras
Satanás y los demonios serán atormentados día y noche para siempre,
aparentemente el lago de fuego no continuará por toda la eternidad. Más bien,
su tormento será vivir en la oscuridad más negra para siempre: “…Son
nubes sin agua [el
malvado incorregible], siendo llevadas por los
vientos; árboles de otoño tardío, sin ningún fruto, desarraigados, dos
veces muertos [la segunda muerte en el lago de fuego]; olas furiosas del mar, lanzando como espuma su propia
vergüenza; estrellas errantes [Satanás y los ángeles caídos], ¡para quienes ha sido reservada la más negra oscuridad
para siempre!” (Judas 12-13).
Llegando
a ser “Uno” con Dios: Un entendimiento del término “atonement
(ingles)- expiación (español)) lleva a un significado espiritual más profundo
del Día de Expiación para los verdaderos Cristianos. La palabra está compuesta
de tres partes—“at-one-ment”—es decir, “ser uno con Dios.” Cuando ayunamos (sin
comida ni agua), llegamos a estar extremadamente conscientes de cuan
absolutamente dependientes somos de Dios para la vida, la respiración, la
comida y el agua. Nos damos cuenta que Dios creó todo para sostener nuestras
vidas físicas temporales, las cuales están sujetas a muerte. Entendemos que no
tenemos capacidad dentro de nosotros mismos de vivir para siempre. El regalo de
la vida eterna puede únicamente venir de Dios el Padre a través de Jesucristo—por
Su amor, gracia y misericordia.
Durante
uno de los ayunos de David, él escribió estas palabras conmovedoras, describiendo
como deseaba ser uno con Dios: “Mi alma anhela, sí, incluso
se desmaya por los patios del SEÑOR; mi corazón y mi carne gritan por el Dios
vivo… Oh, Dios, Tú eres mi Dios, ¡fervientemente Te buscaré! Mi alma está
sedienta por Ti. Mi carne anhela por Ti, como en una tierra seca y sedienta
donde no hay agua, para ver Tu poder y Tu gloria—como
Te he visto en el santuario. Porque Tu misericordia es mejor que la vida,
mis labios Te alabarán. Así Te bendeciré en tanto que viva;
levantaré mis manos en Tu nombre. Mi alma estará satisfecha como con medula y
grosura; y mi boca Te alabará con labios gozosos cuando Te recuerde sobre mi
cama y medite en Ti en las vigilias nocturnas. Porque Tú has sido mi ayuda, por
tanto en la sombra de Tus alas me alegraré. Mi alma sigue duro tras de Ti; Tu
mano derecha me sostiene.”
(Salmo 84:2; 63:1-8).
Cuando
Jesús enfrentó la agonía de Su tortura y crucifixión, Él tuvo Su mente fija
en la promesa del Padre de que Su carne no vería corrupción—que Él sería
resucitado de regreso a vida eterna y estaría con el Padre una vez más: “He colocado al SEÑOR siempre delante de Mí porque Él está a
Mi derecha, no seré movido. Por tanto Mi corazón está contento, y Mi gloria se
regocija; Mi carne también descansará a salvo, porque no abandonarás Mi alma
en la tumba; ni permitirás a Tu Santo ver corrupción. Me harás
conocido el camino de vida; en Tu presencia está la plenitud de gozo. A
Tu mano derecha están los placeres para siempre jamás… En cuanto a
mí, veré Tu cara en justicia; estaré satisfecho, cuando despierte, a Tu
semejanza.” (Salmo 16:8-11; 17:15).
En
la oración apasionada y agonizante de Jesús al Padre justo antes de ser
traicionado por Judas Iscariote, Él personificó todo el propósito de Dios para
todos quienes recibirán vida eterna y serán uno con Dios el Padre y Él mismo
en la primera resurrección: “Jesús habló estas
palabras, y levantó Sus ojos al cielo y dijo, “Padre, la hora ha llegado;
glorifica a Tu propio Hijo, para que Tu Hijo también pueda glorificarte; ya que
le has dado autoridad sobre toda carne, para que pueda dar vida eterna a todos
aquellos que le has dado. Porque esto es vida eterna, que ellos puedan
conocerte, el único verdadero Dios, y a Jesucristo, a Quien Tú enviaste. Te
he glorificado en la tierra. He acabado la obra que Me diste para hacer. Y
ahora, Padre, glorifícame con Tu propio ser, con la gloria que tuve Contigo
antes que el mundo existiera. He manifestado Tu nombre a los hombres que me
has dado del mundo. Ellos eran Tuyos, y Me los has dado, y han guardado Tu
Palabra. Ahora ellos han conocido que todas las cosas que Me has dado son
Tuyas. Porque les he dado las palabras que Me diste; y las han recibido;
y verdaderamente han conocido que vine de Ti; y han creído que Me enviaste.
Estoy orando por ellos; no estoy orando por el mundo, sino por aquellos
que Me has dado, porque son Tuyos. Todos los Míos son Tuyos, y todos los Tuyos son
Míos; y he sido glorificado en ellos. Y ya no estoy más en el mundo, pero éstos
están en el mundo, y Yo vengo a Ti. Padre Santo, guárdalos en Tú nombre,
aquellos que Me has dado, para que puedan ser uno, así como Nosotros somos
uno. Cuando estaba con ellos en el mundo, Yo los guardé en Tu nombre.
Protegí aquellos que Me has dado, y ninguno de ellos ha muerto excepto el hijo
de perdición, para que las escrituras pudieran ser cumplidas. Pero ahora vengo
a Ti; y estas cosas estoy hablando mientras aún en el mundo, para que
puedan tener Mi gozo cumplido en ellos. Les he dado Tus palabras, y el mundo
los ha odiado porque no son del mundo, así como Yo no soy del mundo. No oro que
los saques del mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo,
así como Yo no soy del mundo. Santifícalos en Tú verdad; Tu Palabra es la
verdad. Así como Me enviaste al mundo, Yo también los he enviado al mundo.
Y por su amor Me santifico a Mí mismo, para que también puedan ser santificados
en Tú verdad. No oro por éstos solamente, sino también por aquellos que
creerán en Mí a través de su palabra; que todos ellos puedan ser uno; así
como Tú, Padre, estás en Mí, y Yo en Ti; que ellos también puedan ser
uno en Nosotros, para que el mundo pueda creer que Tú sí Me enviaste. Y Yo
les he dado la gloria que Me diste, para que puedan ser uno, en la misma forma
que Nosotros somos uno: Yo en ellos, y Tú en Mí, para que puedan ser
perfeccionados en uno; y que el mundo pueda saber que Tú sí me enviaste, y
que los has amado como Me has amado. Padre, deseo que aquellos que Me has dado,
también puedan estar Conmigo donde Yo esté, para que puedan ver Mi gloria, la
cual Me has dado; porque Me amaste antes de la fundación del mundo.
Padre justo, el mundo no Te ha conocido; pero Yo Te he conocido, y éstos han
sabido que Tú sí Me enviaste. Y les he hecho conocer Tu nombre, y lo
haré conocido; para que el amor con el cual Me has amado esté en ellos, y Yo
en ellos.” ” (Juan 17:1-26).
En
esta oración hermosa y amorosa, Jesús comienza a revelar lo que significa
verdaderamente ser “uno” con Dios y Jesucristo por toda la eternidad. En el último
capítulo de Apocalipsis, el apóstol Juan vio una visión de cómo todos aquellos
quienes recibirán vida eterna serán “uno” con el Padre y Jesucristo por toda la
eternidad en la Nueva Jerusalén: “Y en
medio de la calle, y de este lado y ese lado del río, estaba el árbol
de vida, produciendo doce clases de frutos, cada mes rindiendo su
fruto; y las hojas del árbol son para la sanidad de las naciones.
Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella [la Nueva Jerusalén]; y Sus siervos le servirán, Y ellos verán Su cara; y Su
nombre estará en sus frentes. Y no habrá noche allí; porque ellos no
tienen necesidad de una lámpara o de la luz del sol, porque el Señor
Dios los ilumina; y ellos reinarán en las eras de eternidad. Y me dijo, “Estas
palabras son fieles y verdaderas; y el Señor Dios de los santos
profetas envió Su ángel para mostrar a Sus siervos las cosas que deben
pasar prontamente. He aquí, Yo vengo prontamente. Bendito es aquel que
guarda las palabras de la profecía de este libro.” ” (Apocalipsis 22:3-7).
Este
es el glorioso significado del Día de Expiación para todos los verdaderos
Cristianos quienes aman y obedecen a Dios el Padre y Jesucristo. Observar este día
de ayuno especial en espíritu y en verdad nos trae a la realidad asombrosa de
ser “uno con Dios.”
La
Fiesta de Tabernáculos
La
Fiesta de Tabernáculos es un festival de siete días comenzando el día quince y
continuando hasta el día veintiuno del séptimo mes (Levítico 23:34). También
llamada la “Fiesta de Cabañas,” este festival celebra la cosecha completada
de todas las bendiciones abundantes de Dios (Éxodo 23:16; 34:22). Adicionalmente,
Dios le ordenó a los hijos de Israel vivir en cabinas por los siete días de
la fiesta para recordarles que vivieron en cabinas, o carpas, cuando Dios
los sacó de la tierra de Egipto (Levítico 23:39-43).
Esta
fiesta también conmemora a Dios mismo viviendo con Israel al colocar Su
presencia en el tabernáculo (Éxodo 25:8) y más tarde en el templo (II Crónicas
5:11-14). Para Israel, esta fiesta también representaba el tiempo cuando Dios
les había dado descanso de sus enemigos después de ellos establecerse en la
Tierra Prometida durante el tiempo de Josué (Josué 21:43-44).
El
cumplimiento primario en el Antiguo Testamento de la Fiesta de Tabernáculos ocurrió
durante el reinado de Salomón cuando las doce tribus de los hijos de Israel
fueron establecidas en el reino. En ese tiempo, ellos celebraron una fiesta de
siete días para dedicar el templo, después de la cual celebraron la Fiesta de Tabernáculos
(II Crónicas 7:8-11). Por un tiempo breve, Israel fue la nación modelo que Dios
quiso que fuera, representándolo a todo el mundo. Así, ellos estaban en la
Tierra Prometida, tenían descanso de sus enemigos, además de las abundantes
bendiciones de Dios; y Él estaba viviendo entre ellos con Su presencia en el
templo—todo un prototipo del venidero Reino de Dios bajo Jesucristo.
El
Nuevo Testamento es la clave para entender: Cuando Jesús
apareció primero a los discípulos después de Su resurrección, Él les dio un
discernimiento claro de las Escrituras: “Y les dijo, “Estas son
las palabras que les hablé cuando estaba aun con ustedes, que todas las
cosas que fueron escritas concerniente a Mí en la Ley de Moisés y en los
Profetas y en los Salmos deben ser cumplidas.” Entonces les abrió sus
mentes para entender las Escrituras,” (Lucas 24:44-45).
Del
registro
de Lucas, reconocemos que Jesús es el único que desbloquea los significados
escondidos de las enseñanzas y profecías del Antiguo Testamento. Después de
todo, como Dios del Antiguo Testamento, Cristo fue Aquel quien inspiró a los
escritores del Antiguo Testamento; Él también fue Aquel quien inspiró a los
apóstoles a escribir las palabras del Nuevo Testamento (II Timoteo 3:15-17). Así,
el Nuevo Testamento interpreta el Antiguo Testamento.
De
la misma manera, es el Nuevo Testamento el que interpreta el significado de
todas las fiestas y Día Santos de Dios—proveyendo percepción dentro del poco
entendido plan de Dios (Efesios 1:8-10; 3:1-5), y abriendo nuestro
entendimiento de la Palabra de Dios.
Lo
que sigue es un pequeño resumen de la Fiesta de Tabernáculos, vista a través de
la perspectiva del Nuevo Testamento.
El
significado de la Fiesta de Tabernáculos en el Nuevo Testamento: Las Escrituras
enseñan que la Fiesta de Tabernáculos tuvo un significado especial para Jesucristo
durante Su vida en la carne—porque Él era literalmente Dios en un “tabernáculo”
humano, viviendo con hombres. El apóstol Juan autentica concisamente quien era Jesús,
y por qué Él vino en la carne: “En el principio
era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Él estaba
en el principio con Dios. Todas las cosas vinieron a ser a través de Él,
y ni siquiera una cosa que fue creada vino a ser sin Él… Y la Palabra
se hizo carne, e hizo tabernáculo entre nosotros (y nosotros mismos vimos
Su gloria, la gloria como del único engendrado con el Padre), lleno de
gracia y verdad… Al siguiente día, Juan ve a Jesús viniendo a él, y dijo,
"He aquí el Cordero de Dios, Quien quita el pecado del mundo.”
(Juan 1:1-3, 14, 29).
En
el capítulo siete de Juan, encontramos a Jesús preparándose para guardar la
Fiesta de Tabernáculos en Jerusalén. En ese tiempo, porque los judíos buscaban
matarlo, Él instruyó a Su madre y hermanos a ir antes que Él a Jerusalén. Así, Jesús
viajó en secreto, y no reveló Su presencia sino hasta la mitad de la Fiesta
cuando comenzó a enseñarle a la gente. En esta ocasión, Él reveló la verdad
profunda de que todas Sus enseñanzas eran del Padre: “Pero luego, aproximadamente a la mitad de la fiesta, Jesús
subió al templo y estuvo enseñando. Y los judíos estaban asombrados, diciendo,
¿Cómo sabe este hombre letras, nunca habiendo sido escolarizado?” Jesús les
respondió y dijo, “Mi doctrina no es Mía, sino de Quien Me envió. Si
cualquiera desea hacer Su voluntad, sabrá de la doctrina, si es de Dios, o si
hablo de Mi propio ser. Aquel que habla de sí mismo está buscando su propia
gloria; pero Quien busca la gloria de Quien lo envió es verdad, y no hay
injusticia en Él.” (Juan 7:14-18).
Jesús
enfatizó que Él había venido de Dios el Padre en el cielo: “Entonces
Jesús habló claro, enseñando en el templo y diciendo, “Ustedes Me conocen, y
también saben de dónde vengo; pero Quien Me envió es verdadero, a Quien ustedes
no conocen. Pero Yo lo conozco porque soy de Él, y Él Me envió.” Por este dicho,
ellos estaban buscando una forma de cogerlo; pero nadie colocó
una mano sobre Él porque Su tiempo no había llegado aún. Entonces mucha de la
gente creyó en Él, diciendo, “Cuando venga el Cristo, ¿Hará más milagros que
aquellos que este Hombre ha hecho?” Los Fariseos oyeron a las multitudes
debatiendo estas cosas acerca de Él, y los Fariseos y los sacerdotes jefe
enviaron oficiales a arrestarlo.” (versos 28-32).
Siguiendo
este encuentro con los judíos y fariseos, Jesús declaró que Él estaría con
ellos únicamente un poco más de tiempo, confirmando que Él estaba “haciendo
tabernáculo” entre ellos. “Entonces Jesús les dijo,
“Estoy con ustedes aun un poco de tiempo, y luego voy a Quien Me envió. Ustedes
Me buscarán, pero no Me encontrarán; y a donde estoy yendo, ustedes no
son capaces de venir.” ” (versos 33-34).
Como
le dijo Jesús a los judíos durante la Fiesta de Tabernáculos, Él era Dios
“manifestado en la carne” (I Timoteo 3:16)—viviendo temporalmente entre los
hombres (o como escribió Juan, Él “hizo tabernáculo entre nosotros”), enseñando
la Palabra de Dios, y ultimadamente destinado a dar Su vida para salvar a la
humanidad del pecado y de Satanás. Luego, después de Su resurrección Él
regresaría al Padre en el cielo.
Como
el Señor Dios del Antiguo Testamento, Jesús creó a Adán y Eva, y ellos vivieron
en el Jardín del Edén con Él. Después que ellos pecaron, sin embargo, fueron expulsados
de Su presencia y ya no se les permitió más vivir con Él. Luego, Dios vivió
entre los hijos de Israel al colocar Su presencia en el santo de santos en el
tabernáculo o templo. Al final, sin embargo, eso también probó ser
impracticable, ya que los templos fueron todos destruidos por causa del pecado.
Pero
desde Pentecostés, 30 d.C, Dios ha comenzado a vivir—a hacer tabernáculo—a
través del Espíritu Santo en cada Cristiano convertido verdaderamente.
Los
verdaderos Cristianos son un tabernáculo o lugar de vivienda para Dios: Para los
miembros convertidos del cuerpo de Cristo—quienes tienen el Espíritu de Dios en
ellos—la Fiesta de Tabernáculos también tiene un significado personal especial.
Ahí existe una relación espiritual única entre los verdaderos creyentes, Dios
el Padre y Jesucristo—por y a través del poder del Espíritu Santo. Tras la
conversión, cuando recibimos el engendramiento del Espíritu Santo de Dios,
llegamos a ser un lugar de vivienda especial para Dios—¡un tabernáculo o
templo de Dios! Como lo escribe Pablo, “¿No entienden
que son templo de Dios, y que el Espíritu de Dios está viviendo en
ustedes? Si alguno profana el templo de Dios, Dios lo destruirá a él porque el
templo de Dios es santo, tal templo son ustedes.” (I Corintios 3:16-17).
Hoy,
Dios ya no vive en un tabernáculo o templo físico hecho por manos humanas—Él
vive en nosotros por el poder del Espíritu Santo. De hecho, Jesús prometió: “… “Si alguno Me ama, guardará Mi palabra; y Mi Padre le
amará, y Nosotros vendremos a él, y haremos Nuestra morada con él. Aquel
que no Me ama, no guarda Mis palabras; y la palabra que ustedes escuchan no es
Mía, sino del Padre, Quien Me envió.” (Juan 14:23-24). Y otra vez, “Vivan en Mí, y Yo en ustedes…” (Juan 15:4). También
vea Gálatas 2:20.
En
su primera epístola general, Juan escribió concerniente a esta vivienda
especial del Espíritu Santo: “Nadie ha visto a Dios en ningún momento. Aun
así, si nos amamos unos a otros, Dios vive en nosotros, y Su propio
amor es perfeccionado en nosotros. Por este estándar sabemos
que estamos viviendo en Él, y Él está viviendo en nosotros: por Su
propio Espíritu, el cual nos ha dado… Y hemos conocido y hemos
creído el amor que Dios tiene hacia nosotros. Dios es amor, y aquel que vive
en amor está viviendo en Dios, y Dios en él. Por esta relación espiritual,
el amor de Dios es perfeccionado dentro de nosotros, para que
podamos tener confianza en el día de juicio porque incluso como Él es, así
también somos nosotros en este mundo.” (I Juan 4:12-13, 16-17).
Al
tiempo presente, nuestros cuerpos de carne son comparados a un tabernáculo
temporal. Sin embargo, para vivir con Dios para siempre, necesitamos ser
vestidos de vida eterna—cambiados de seres de carne a seres de espíritu: “Porque
nosotros que estamos en este tabernáculo [este cuerpo de carne] sí gemimos verdaderamente, siendo cargados; no que deseemos
ser desvestidos, sino ser revestidos para que la carne mortal pueda ser
tragada por vida [en la resurrección (I Corintios 15:49-50)]. Entonces Quien está elaborando esta mismísima cosa para
nosotros es Dios, Quien también nos ha dado las arras del Espíritu.” (II
Corintios 5:4-5).
Además,
aunque vivimos en este mundo (sociedad), Jesús dijo que no somos de
este mundo (Juan 17:14-15). De la misma manera, como amonestó Pablo a los
corintios, debemos separarnos del mundo y su camino: “No
sean unidos desigualmente con incrédulos. Porque ¿Qué tienen en común la
justicia y la ilegalidad? Y ¿Qué compañerismo tiene la luz
con la oscuridad? Y ¿Qué unión tiene Cristo con Belial? O ¿Qué
parte tiene un creyente con un incrédulo? Y ¿Qué acuerdo hay entre
un templo de Dios y los ídolos? Porque ustedes son templo del Dios
vivo, exactamente como Dios dijo: “Viviré en ellos y caminaré en ellos;
y seré su Dios, y ellos serán Mi pueblo. Por tanto, salgan de en medio de
ellos y sepárense,” dice el Señor, “y no toquen lo impuro, y Yo
los recibiré; y seré un Padre para ustedes, y ustedes serán Mis hijos e hijas,”
dice el Señor Todopoderoso.” (II
Corintios 6:14-18).
Es
a través del Espíritu de Dios viviendo en nosotros que recibimos el poder para
vencer el pecado y desarrollar el carácter de Dios para la vida eterna. Pablo
enfatiza la importancia central de la habitación del Espíritu Santo para vencer
los jalones de la carne y la naturaleza humana; para desarrollar el carácter
piadoso y recibir vida eterna en la primera resurrección: “Sin embargo, ustedes no están en la carne, sino en el
Espíritu, si el Espíritu de Dios está ciertamente viviendo dentro de
ustedes. Pero si cualquiera no tiene el Espíritu de Cristo, no
pertenece a Él. Pero si Cristo está dentro de ustedes, el cuerpo
ciertamente está muerto por causa del pecado; sin embargo, el
Espíritu es vida por causa de justicia. Entonces si el Espíritu de
Quien levantó a Jesús de los muertos está viviendo dentro de
ustedes, Quien levantó a Cristo de los muertos también resucitará
sus cuerpos mortales por causa de Su Espíritu que vive dentro de ustedes.
Entonces, hermanos, no somos deudores a la carne, para vivir de acuerdo a la
carne; porque si están viviendo de acuerdo a la carne, morirán; pero
si por el Espíritu están condenando a muerte los hechos del cuerpo,
vivirán. Porque tantos como son guiados por el Espíritu de Dios,
esos son los hijos de Dios. Ahora ustedes no han recibido un espíritu de
esclavitud otra vez hacia temor, sino han recibido el Espíritu de
filiación, por el cual gritamos, “Abba, Padre.” El Espíritu mismo da testimonio
conjuntamente con nuestro propio espíritu, testificando que somos hijos
de Dios. Entonces si somos hijos, somos también
herederos—verdaderamente, herederos de Dios y coherederos con Cristo—si
ciertamente sufrimos junto con Él, para que podamos también ser glorificados
junto con Él.” (Romanos 8:9-17).
En
la resurrección, cada uno de nosotros seremos glorificados con una vivienda
nueva, espiritual y permanente por así decirlo—con un cuerpo y una
mente espiritual inmortal, incorruptible y eterna (I Corintios 15:35-55). Con
esta gloria, brillaremos como las estrellas del cielo (Daniel 12:2-3; Mateo
13:43; Génesis 15:5).
A
través de la habitación del Espíritu Santo de Dios, llegamos a ser especiales,
tabernáculos o templos temporales para que Dios more—hasta la
resurrección, cuando recibiremos la plenitud de nuestra herencia: “En
Quien también confiaron ustedes después de oír la Palabra de la verdad, el
evangelio de su salvación; en Quien también, después de creer, fueron sellados
con el Espíritu Santo de la promesa, el cual es las arras de
nuestra herencia hasta la redención de la posesión comprada, para la
alabanza de Su gloria.”
(Efesios 1:13-14).
Mientras
disfrutamos ahora esta relación especial con Dios el Padre y Jesucristo,
estamos esperando vivir con Ellos en la Nueva Jerusalén—y con toda la
familia espiritual de Dios en el Reino de Dios por toda la eternidad: “¡He aquí! ¡Que glorioso amor nos ha dado el Padre,
que deberíamos ser llamados los hijos de Dios! Por esta misma razón, el mundo
no nos conoce porque no lo conoció a Él. Amados, ahora somos los hijos de Dios,
y no ha sido revelado aun lo que seremos; pero sabemos que cuando Él sea
manifestado, seremos como Él, porque lo veremos exactamente como Él es.”
(I Juan 3:1-2).
Esto
confirma otra promesa que hizo Jesús a Sus discípulos—que Él prepararía un
lugar de vivienda especial para ellos en la Nueva Jerusalén. En la noche de Su última
Pascua Jesús le dijo a Sus discípulos: “En la casa de Mi Padre [la Nueva Jerusalén] hay muchos lugares de vivienda [permanentes,
eternos]; si fuera de otra forma, se los habría dicho.
Yo voy a preparar un lugar para ustedes. Y si voy y preparo un lugar para
ustedes, vendré otra vez y los recibiré para Mí mismo; para que donde Yo estoy,
ustedes también puedan estar.” (Juan 14:2-3).
Este
entonces es el significado espiritual único de la Fiesta de Tabernáculos
para todos los verdaderos Cristianos—un lugar de vivienda con Dios, ahora
y por toda la eternidad.
El cumplimiento profético de Tabernáculos para todas
las naciones
Como
con el Día de Trompetas y el Día de Expiación, el libro de Apocalipsis es la
clave que desbloquea el significado profético de la Fiesta de Tabernáculos.
Después que Jesucristo y los santos resucitados regresen a la tierra desde el
mar de vidrio, la bestia y el falso profeta son echados en el lago de fuego y
sus ejércitos son destruidos, como está representado por el Día de Trompetas
(Apocalipsis 19:11-21). Luego, Satanás y los demonios son atados en el abismo,
como está representado por Expiación (Apocalipsis 20:1-3).
Lo
que sigue a estos dos eventos climáticos epitomiza el significado de la Fiesta
de Tabernáculos: Jesucristo y los santos establecen el Reino de Dios y
gobiernan el mundo por mil años: “Y vi tronos; y a los
que se sentaron sobre ellos, y juicio les fue dado; y vi las almas de
aquellos que habían sido decapitados por el testimonio de Jesús, y por la
Palabra de Dios, y aquellos que no adoraron a la bestia, o su imagen, y
no recibieron la marca en sus frentes o en sus manos; y vivieron y reinaron
con Cristo mil años… Esta es la primera resurrección. Bendito y
santo es aquel que tiene parte en la primera resurrección; sobre este la
segunda muerte no tiene poder. Sino que serán sacerdotes de Dios y de
Cristo, y reinarán con Él mil años.” (Apocalipsis 20:4-6).
Jesucristo como Rey del mundo: Antes de la
crucifixión de Cristo, Pilato lo interrogó, preguntándole si Él era “el rey de
los judíos.” Jesús respondió, “…“Mi reino no es de este
mundo. Si Mi reino fuera de este mundo, entonces Mis siervos lucharían, para
que Yo no pudiera ser entregado a los judíos. Sin embargo, Mi reino no es de
este mundo.” Pilato por lo tanto le respondió, “Entonces, ¿eres Tú un rey?” Jesús
respondió, “Como dices, Soy un rey. Para este propósito nací,
y por esta razón vine al mundo, que Yo pueda dar testimonio a la
verdad. Todo quien es de la verdad escucha Mi voz.” ” (Juan
18:36-37).
Con
Su respuesta, Jesús puso al descubierto la verdad de que Él había ciertamente
cumplido la profecía de Isaías la cual dice, “Porque para nosotros
un niño es nacido, para nosotros un hijo es dado; y el gobierno [del Reino de
Dios] será sobre Sus hombros; y Su nombre será
llamado Maravilloso, Consejero, el Dios Poderoso, el Padre Eterno, el Príncipe
de Paz. Del incremento de Su gobierno y paz no habrá fin,
sobre el trono de David, y sobre Su reino, para ordenarlo y establecerlo con
juicio y con justicia desde ahora en adelante, incluso para siempre. El celo
del SEÑOR de los ejércitos hará esto.” (Isaías 9:6-7). “Y el SEÑOR será Rey sobre toda la tierra; …” (Zacarías 14:9).
El
reinado milenial de Jesucristo como Rey traerá un gobierno mundial justo sobre
todas las naciones. Los cielos y la tierra se alegrarán: “Digan entre las naciones, “El SEÑOR reina, y el mundo será
establecido; no será movido; Él juzgará a la gente con justicia.”
Alégrense los cielos, y esté contenta la tierra; ruja el mar, y la plenitud de
el. Esté gozoso el campo, y todo lo que está en el; entonces todos los
árboles del bosque cantarán de alegría ante el SEÑOR; porque Él viene, porque
Él viene a juzgar la tierra; Él juzgará al mundo con justicia y a la
gente con Su verdad.” (Salmo 96:10-13).
Cuando
Jesús establezca el Reino de Dios sobre la tierra, Su ciudad capital será Jerusalén.
Todas las guerras cesarán. Habrá paz mundial, y el hombre reconstruirá las
ciudades desoladas: “Y sucederá que, en los
últimos días, la montaña [el reino] de
la casa del SEÑOR será establecida en lo más alto de las montañas [los
reinos], y será exaltada sobre las colinas; y todas
las naciones fluirán a ella. Y mucha gente irá y dirá, “Vengan, y subamos a la
montaña del SEÑOR, a la casa del Dios de Jacob. Y Él nos enseñará de Sus
caminos, y nosotros caminaremos en Sus senderos.” Porque de Zion saldrá la ley,
y la Palabra del SEÑOR desde Jerusalén. Y Él juzgará entre las naciones, y
reprenderá a mucha gente; y ellos batirán sus espadas en rejas de arado,
y sus lanzas en ganchos de poda. Nación no levantará espada contra nación, ni
ellos aprenderán más la guerra… Y ellos construirán los viejos desechos,
levantarán las desolaciones de tiempos anteriores. Y repararán las ciudades
desechas, las desolaciones de muchas generaciones.” (Isaías 2:2-4;
61:4).
Dios
incluso cambiará la naturaleza de la humanidad—de su presente hostilidad carnal
hacia Él y Su justicia y leyes perfectas, a una naturaleza de obediencia y
amor. A toda la gente se le ofrecerá la oportunidad para la salvación y la vida
eterna: “Y rociaré aguas limpias sobre ustedes, y
serán limpios. Los limpiaré de toda su inmundicia y de sus ídolos. Y les
daré un corazón nuevo, y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes. Y quitaré
el corazón de piedra de su carne, y les daré un corazón de carne. Y pondré
Mi Espíritu dentro de ustedes y haré que caminen en Mis estatutos, y guardarán
Mis ordenanzas y las harán. Y vivirán en la tierra que le di a sus
padres. Y serán Mi pueblo, y Yo seré su Dios.” (Ezequiel 36:25-28).
El
conocimiento del Señor cubrirá la tierra como los mares lo hacen hoy. La gente disfrutará
de increíble riqueza y de propiedad privada de tierra: “Y saldrá un brote de la cepa de Jesé, y una Rama crecerá de sus raíces. Y
el Espíritu del SEÑOR descansará sobre Él, el espíritu de sabiduría y
entendimiento, el espíritu de consejo y poder, el espíritu de conocimiento y de
temor del SEÑOR. Y Su delicia será en el temor del SEÑOR. Y Él no juzgará de
acuerdo a la vista de Sus ojos, ni conforme al oír de Sus oídos. Sino con
justicia Él juzgará al pobre, y reprenderá con equidad por los mansos de la
tierra. Y golpeará la tierra con la vara de Su boca, y con el aliento de Sus
labios Él matará al malo. Y justicia será el cinturón de Sus lomos, y fidelidad
el cinturón de Sus riñones. También el lobo vivirá con el cordero, y el
leopardo se acostará con el cabrito; y el ternero y el cachorro del león y la
bestia doméstica juntamente; y un niño pequeño los guiará. Y la vaca y el oso
se alimentarán; sus cachorros se acostarán juntos; y el león comerá paja como
el buey. Y el niño que mama jugará en el hueco del áspid, y el niño destetado
pondrá sus manos en la guarida de la víbora. Ellos no herirán ni destruirán
en todo Mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento del SEÑOR,
como las aguas cubren el mar… Por bronce traeré oro y por hierro traeré
plata; y por madera traeré bronce, y por piedras, hierro. También haré que sus
supervisores sean paz, y sus gobernantes sean justicia. Violencia no será más
escuchada en su tierra ni devastación ni ruina dentro de sus
fronteras; sino llamarán a sus muros Salvación, y a sus puertas
Alabanza.” (Isaías 11:1-9; 60:17-18). También, “…
se sentará cada uno bajo su propio árbol de higos; y nadie los hará
temer; porque la boca del SEÑOR de los ejércitos ha hablado,” (Miqueas
4:4).
Todas
las naciones guardarán el Sábado y los días santos de Dios: “Y sucederá, que de un mes a otro, y de un Sábado a otro,
vendrá toda carne a adorar ante Mí,” dice el SEÑOR.” (Isaías 63:23). “Y sucederá que todo el que sea dejado de todas las naciones
las cuales subieron contra Jerusalén incluso subirán de año en año a adorar al
Rey, el SEÑOR de los ejércitos, y a guardar la Fiesta de Tabernáculos.”
(Zacarías 14:16).
Ya
que la Fiesta de Tabernáculos representa la gran cosecha para Israel, el
venidero reinado milenial de Jesucristo y los santos (como reyes y sacerdotes) será
una gran cosecha espiritual de Dios. Durante este periodo de mil años,
literalmente billones de personas serán convertidos y al final de sus vidas,
recibirán inmortalidad cuando entren al reino espiritual de Dios para toda la
eternidad. “Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer
cielo y la primera tierra estaban desaparecidas, y no había más mar. Y yo, Juan,
vi la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, bajando de Dios desde el cielo,
preparada como una novia adornada para su esposo. Y escuché una gran voz desde
el cielo decir, “He aquí, el tabernáculo de Dios es con los
hombres; y Él vivirá con ellos, y ellos serán Su pueblo; y Dios mismo estará
con ellos y será su Dios. Y Dios borrará toda lágrima de sus ojos; y no
habrá más muerte, o pena, o llanto, ni habrá más dolor, porque las cosas
anteriores han desaparecido.” Y Quien se sienta sobre el trono dijo, “He
aquí, Yo hago todas las cosas nuevas,” Entonces Él me dijo, “Escribe porque
estas palabras son verdaderas y fieles.” ” (Apocalipsis 21:1-5).
Desde
el principio de la creación, todo el plan y propósito de Dios ha sido
simplemente vivir con Su pueblo—Su familia espiritual—por toda la eternidad. Es
el deseo de Dios el Padre y Jesucristo compartir desinteresadamente las
riquezas sin fin del universo con su familia. Así, la Fiesta de Tabernáculos
representa una etapa mayor en el cumplimiento del plan maestro de Dios.
Sin
embargo, la Fiesta de Tabernáculos no completa el plan de Dios. Hay un día
santo más—el “octavo día” siguiendo a la Fiesta de Tabernáculos—el cual
consumará el plan asombroso de Dios. En el capítulo trece examinaremos las
escrituras que explican completamente el significado de este poco entendido día
octavo, llamado el “Último Gran Día” (Juan 7:37).