Restaurando el
cristianismo original—¡para hoy!
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Fred
R. Coulter
Ministro
Febrero 15, 2016
Queridos hermanos,
Libro ¿Por qué nació usted?: En
la primera semana de febrero, terminamos el nuevo libro De un puntico de
polvo a un hijo de Dios—¿POR QUE NACIO USTED? y lo enviamos a Thomson-Shore
para impresión. Es un libro único, con una ¡caratula espectacular! Tenemos toda
razón para anticipar que este llegará a ser el libro más solicitado de
los que hemos publicado. Este es nuestro 14avo libro—además de nuestros
numerosos folletos y 44 libros de estudio de transcripciones (con CDs) para
nuestra Serie extendida de Estudios Bíblicos.
Es evidente que Dios el Padre y
Jesucristo están inspirándonos a todos nosotros—hermanos y ancianos, a
trabajar juntos para predicar y publicar el Evangelio, así como alimentar
el rebaño de Dios. Sé que todos los ancianos siempre mantienen en mente la
lección especial que Jesús le
enseñó al apóstol Pedro, como es registrado por Juan: “Ésta fue la tercera vez que
Jesús Se reveló a Sí mismo a Sus discípulos tras ser levantado de los
muertos. Por tanto, cuando habían terminado de comer, Jesús le dijo a Simón
Pedro, “Simón, hijo de Jonás, ¿Me amas más que a estos?” Y él le
dijo, “Si, Señor. Sabes que Te amo.” Él le dijo, “alimenta Mis corderos.”
“Él le dijo de nuevo una segunda vez, “Simón, hijo de
Jonás, ¿Me amas?” Y él le dijo, “Si, Señor. Sabes que Te amo.” Él le
dijo, “Pastorea Mis ovejas.” Él le dijo la tercera vez, “Simón, hijo de
Jonás, ¿Me amas?” Pedro estaba afligido porque Él le dijo la tercera vez, “¿Me
amas?” Y él le dijo, “Señor, Tu sabes todas las cosas. Sabes que Te amo.” Jesús
le dijo, “alimenta Mis ovejas.” (Juan
21:14-17).
Es evidente que Pedro fue
profundamente tocado por este encuentro. Años después, cuando escribió a sus compañeros ancianos, los amonestó
a “alimentar el rebaño de Dios.” Note: “A los ancianos
que están entre ustedes los exhorto, incluso como un compañero anciano,
y un testigo ocular de los sufrimientos de Cristo, y un participe de la
gloria que está a punto de ser revelada: Alimenten el rebaño de Dios que
está entre ustedes, ejerciendo vigilancia no por compulsión, sino
voluntariamente; no en afición de ganancias deshonestas, sino con una
actitud anhelante; no como ejerciendo señorío sobre sus
posesiones, sino siendo ejemplos al rebaño de Dios. Y cuando el
Pastor Jefe sea manifestado, recibirán una corona eterna de gloria
inmarcesible” (I Pedro 5:1-4).
Pedro hace énfasis que los
ancianos no deben ejercer señorío sobre las vidas de los hermanos. Más
bien, debemos alimentar el rebaño—esto es, enseñarles la Palabra
de Dios—de modo que todos podemos crecer en nuestra relación con Dios el Padre
y Jesucristo, con nuestro foco en el Reino de Dios. Como él escribe en su segunda carta, debemos siempre estar creciendo
en gracia y conocimiento: “Pero
de acuerdo a Su promesa, esperamos un nuevo cielo y una nueva tierra, en la
cual la justicia vive. Por esta razón, amados, ya que están
anticipando estas cosas, sean diligentes, para que puedan ser encontrados por
Él en paz, sin mancha y sin culpa.
“Y tengan en mente que la paciencia de nuestro Señor es salvación,
exactamente como nuestro amado hermano Pablo, de acuerdo a la sabiduría dada a
él, les ha escrito también; como él también tiene en todas sus
epístolas, hablando en ellas concerniente a estas cosas; en las cuales están
algunas cosas que son difíciles de entender, las cuales el ignorante e
inestable está torciendo y distorsionando, como también tuerce
y distorsiona el resto de las Escrituras, para su propia destrucción.
“Por tanto, amados, dado que ustedes conocen esto por adelantado, estén
en guardia contra tales prácticas, no sea que sean extraviados con el
error de los ilegales, y caigan de su propia firmeza; sino, estén
creciendo en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y
Salvador Jesucristo. A Él sea la gloria ahora y en el
día de eternidad. Amen” (II Pedro 3:13-18).
El apóstol Pablo enseñó lo
mismo, que el propósito general de Dios para los ancianos es ayudar a los santos a alcanzar perfección
espiritual: “Para el [propósito del] perfeccionamiento de los santos, para la
obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que todos vengamos a la unidad de la fe y del conocimiento
del Hijo de Dios, hacia un hombre perfecto, hacia la medida de la
estatura de la plenitud de Cristo; para que no
seamos más niños, sacudidos y llevados con todo viento de doctrina por las
artimañas de hombres en astucia, con vista a la sistematización del error;…
“Sino manteniendo la verdad en amor, podamos
crecer en todas las cosas en Quien es la Cabeza, Cristo de Quien todo el
cuerpo, adecuadamente estructurado y compactado por eso que cada
coyuntura suple, de acuerdo a su trabajo interno en la medida de
cada parte individual, está haciendo el incremento del cuerpo hacia la
edificación del mismo en amor.
“Si ciertamente lo han escuchado y han sido enseñados en Él,
de acuerdo a la verdad en Jesús: Que concerniente a su antigua conducta,
ustedes se quiten el viejo hombre, el cual es corrupto de acuerdo a la lujuria
engañosa; y que sean renovados en el espíritu de su mente; y que se pongan el nuevo hombre, el cual es creado en
justicia y santidad de la verdad de acuerdo a Dios” (Efesios 4:12-16, 21-24).
En la carta final de Pablo a Timoteo, él
da un encargo solemne de Jesús de ser vigilantes de los engañadores y las
falsas doctrinas—las
cuales Timoteo y los hermanos ultimadamente tendrían que confrontar: “Pero hombres malvados e
impostores llegarán a ser peor y peor, engañando a otros y siendo
engañados ellos mismos. Pero tú, continúa en las cosas que aprendiste y
te persuadiste, sabiendo de quien las has aprendido; y que desde niño has
conocido los sagrados escritos, los cuales son capaces de hacerte sabio hacia
salvación a través de fe, la cual es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es
respirada por Dios y es útil para doctrina, para convicción, para
corrección, para instrucción en justicia; para que el hombre de Dios pueda ser completo,
totalmente equipado para toda buena obra.
“Te encargo, por tanto, a la vista de Dios, incluso del Señor
Jesucristo, Quien está listo para juzgar a los vivos y a los
muertos en Su manifestación y Su reino: ¡Predica la Palabra! Urge en
temporada y fuera de temporada; condena, reprende, anima, con toda paciencia y
doctrina. Porque vendrá un tiempo cuando ellos no
tolerarán la sana doctrina; sino de acuerdo a sus propias lujurias
acumularán para sí mismos un gran número de maestros, teniendo picazón
de oídos por oír lo que satisfaga sus antojos; y alejarán sus propios
oídos de la verdad; y serán desviados hacia mitos. Pero en cuanto a ti, se vigilante en todas las cosas, soporta dificultades, has el trabajo de
un evangelista; lleva a cabo completamente tu ministerio” (II Timoteo 3:14-17, 4:1-5).
Hacia el tiempo de la destrucción
de Jerusalén y el Templo por parte de Roma, encontramos que los escritos de los
apóstoles contenían advertencias urgentes a toda la iglesia. A causa de
los falsos maestros, Juan escribió, en su segunda carta, una amonestación preocupante de que los ancianos y
hermanos se aferren a la verdad y al amor de Dios: “El anciano a la señora escogida y a
sus hijos, a quienes amo en verdad, y no yo solamente, sino
también todos aquellos que han conocido la verdad; por amor a la verdad que está viviendo en nosotros, y estará
con nosotros para siempre; gracia, misericordia, y paz estará
con nosotros de Dios el Padre, y del Señor Jesucristo, el Hijo del
Padre, en verdad y amor.
“Me alegro sobremanera de que he encontrado entre sus
hijos aquellos que están caminando en verdad, exactamente como recibimos
mandamiento del Padre. Y ahora le ruego, señora, no como si le
estuviera escribiendo un nuevo mandamiento, sino eso que hemos observado
desde el principio, que nos amemos unos a otros. Y este es el amor de Dios: que caminemos de acuerdo a
Sus mandamientos.
“Este es el mandamiento, exactamente como lo oyó desde el
principio, para que pudiera caminar en el. Porque muchos engañadores han
entrado en el mundo—aquellos que no confiesan que Jesucristo ha venido
en la carne. Este es el espíritu del engañador y el anticristo. Cuídense a sí mismos para que no podamos perder las cosas
que hemos logrado, sino que podamos recibir una recompensa completa” (II Juan 1-8).
Mientras estaba en prisión en el
año 61 d.C, Pablo escribió el libro de Hebreos. Esto fue aproximadamente un año
antes que Santiago, el medio hermano de Jesús, fuera martirizado, casi año después,
comenzaron las guerras judías/romanas que ultimadamente destruirían a Jerusalén
y el Templo. Pablo escribió Hebreos para preparar a los cristianos a los
problemas por venir, persecución y guerra que pronto estallaría en la tierra
santa. Note como los amonestó
a aferrarse a su fe y buscar a Cristo como el ejemplo de vencer el mal y la
muerte: “Por tanto, dado
que estamos rodeados por tan gran multitud de testigos [hoy, la Biblia entera es el testigo más
grande], dejemos a un lado
todo peso, y el pecado que tan fácilmente nos atrapa; y corramos
la carrera puesta delante nuestro con resistencia, teniendo nuestras mentes fijas en Jesús, el Iniciador
y Terminador de nuestra fe; Quien por el gozo que tenía delante de Él
resistió la cruz, aunque despreció la vergüenza, y se
ha sentado a la mano derecha del trono de Dios. Ahora mediten profundamente en Quien resistió tan gran hostilidad
de pecadores contra Sí mismo para que no lleguen a estar cansados y desmayen en
sus mentes. Ustedes aún no han resistido al punto de perder sangre en su lucha contra el
pecado” (Hebreos
12:1-4).
En estos pasajes, note como los apóstoles
continuamente enfatizaron a los ancianos la necesidad de estar enseñando la
Palabra de Dios y guardando el amor verdadero y fe de Dios. En verdad, es solo
a través de la verdad y nuestra fidelidad que podemos crecer “hacia la medida de la
estatura de la plenitud de Cristo.” Nuestro destino es ser ¡hijos e hijas espirituales de
Dios el Padre! No puede haber causa más grande, ni llamado más grande, ni ¡destino
más grande!
Sabemos que en el futuro cercano
todos nosotros estaremos enfrentado circunstancias difíciles. Es por eso que no
debemos permitir que nada—ningún
problema, ninguna prueba, sin importar cuán difícil—nos haga separar de nuestro
llamado y amor y fe de Dios el Padre y Jesucristo. Pablo entendió esto y escribió:
“Y sabemos que todas las
cosas trabajan juntas para el bien de aquellos que aman a Dios, para
aquellos que son llamados de acuerdo a Su propósito. Porque aquellos
a quienes Él conoció de antemano, también predestinó para ser
conformados a la imagen de Su propio Hijo, para que Él pudiera ser el
primogénito entre muchos hermanos. Entonces a
quienes Él predestinó, a éstos también llamó; y a quienes Él llamó, a
éstos también justificó; y a quienes Él justificó, a éstos también
glorificó.
“¿Qué diremos entonces a estas cosas? Si Dios es por
nosotros, ¿quién puede estar contra nosotros? Quien no escatimó incluso a
Su propio Hijo, sino que renunció a Él por todos nosotros, ¿cómo no nos
otorgará también todas las cosas con Él? ¿Quién traerá
una acusación contra el elegido de Dios? Dios es Aquel que
justifica. ¿Quién es aquel que condena? Es
Cristo Quien murió, más aun, Quien es alzado de nuevo, Quien está incluso ahora
a la mano derecha de Dios, y Quien está también haciendo intercesión
por nosotros. ¿Qué nos separará del amor de Cristo?
¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o
espada?
“En
consecuencia, está escrito, “Por amor a Ti estamos muertos todo el día; somos
contados como ovejas para la masacre.” Pero en todas estas cosas somos
más que conquistadores a través de Quien nos amó. Porque
estoy persuadido que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni
poderes, ni cosas presentes, ni cosas por venir, Ni altura, ni profundidad, ni
cualquier otra cosa creada, será capaz de separarnos del amor de Dios, el cual es
en Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos 8:28-39).
Finalmente, Pablo escribe estas
palabras animadoras: “Estando
confiados de esta misma cosa, que Quien comenzó una buena obra en ustedes la
completará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6). Similarmente, Dios inspiró a David a
escribir: “El SEÑOR
perfeccionará Su trabajo en mí; Tu firme amor, Oh SEÑOR, perdura por siempre;
no abandones el trabajo de Tus propias manos” (Salmo 138:8).
Hermanos,
recuerden que Dios el Padre y Jesucristo lo aman. Se deleitan cuando devolvemos
Su amor al amarlos con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente y con
toda nuestra fortaleza. Cuando nos arrepentimos, están listos para perdonar
nuestros pecados y borrarlos. Ellos nos han dado todas las herramientas
espirituales que necesitamos para ¡permanecer en gracia, caminar en
fe, creer en esperanza, y vivir en amor! Ellos quieren que seamos
los primeros frutos en el Reino y Familia de Dios—que podamos reinar por las ¡eras
de eternidad! Entonces seamos agradecidos, y rindámonos a Dios cada día.
Gracias por
todo su amor y oraciones por nosotros y por todos los ancianos y hermanos. Necesitamos
sus oraciones diariamente. Oramos por ustedes cada día. Que Dios continúe bendiciéndolos
con Su amor y gracia, que los proteja con Sus ángeles, y vea por ustedes. Que
Dios los bendiga en todo lo que hagan.
Con amor en Cristo Jesús,
Fred R. Coulter
FRC