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Fred
R. Coulter
Ministro
Junio 14, 2016
Queridos hermanos,
Nuestra Conferencia de ancianos
del 2016, sostenida del 18 al 21 de mayo en el Hotel Hilton Cincinnati Airport,
fue un evento maravillosamente inspirador—incluyendo el Sábado especial con más
de 150 personas. El punto sobresaliente de los servicios del Sábado en la
mañana fue la ordenación de Russell Kemp, de Tennessee, como anciano. Esto
lleva el número total de ancianos de CBCG, incluyéndome, a 19.
Tiempo atrás, durante la
Fiesta de Panes sin Levadura, Roy Assanti, nuestro anciano y gerente de oficina
en Australia, viajó a Singapur, Malasia, donde tenemos un grupo de hermanos
quienes han estado con nosotros por más de 20 años. Durante aquellos años, Joseph
Moses, un diacono, les servía. Sin embargo, hace dos años Joseph murió. Su hijo
Andrew, quien tiene 32 años, ha servido como su líder en el lugar de su padre.
Todos han continuado fielmente amando a Dios y guardando Sus leyes y
mandamientos, Sus Sábados, y los Días Santos. Después de visitar el grupo y observar
el amor y servicio que Andrew estaba proveyendo a los hermanos, Roy vio que Andrew
estaba en realidad haciendo el trabajo de un anciano. Después de extensivas
consultas telefónicas conmigo, acordamos que Andrew debería ser ordenado
anciano. Así, el 23 de abril del 2016, Roy oficialmente ordenó a Andrew como
anciano. Roy también le hizo posible que asistiera a la conferencia de este año.
Ancianos y asistentes a la
Conferencia de Ancianos de CBCG, Mayo 18-21, 2016
1. Fred R. Coulter—Hollister, CA
2. Roger & Emy Kendall—Vermont
3. Marlin & Nancy Fannin—Ohio
4. Norbert & Denise
Bohnert—Canada
5. Duncan MacLeod—New Hampshire
6. Roy & Marie Mack—Ohio
7. Gene Palm—Ohio, (no pudo asistir)
8. Roy & Manola Assanti—Australia
9. Lyall Johnston—Nueva Zelanda
10. Andrew Moses—Malasia
11. Roger & Sherry Tointon—N.
California
12. Lawrence & Virginia Burchfield— Oklahoma
13. Ben
Ambrose—Georgia
14. Guilebaldo
Elizondo—Texas & Latinoamérica
15. Russell
& Laura Kemp—Tennessee
|
16. Steve
Durham & esposa—Indiana
17. Stan Timek—Pensilvania
18. Frans
Peeters & esposa—Holanda
19. Helmut Berger—Sur
África, (no pudo asistir)
Otros asistentes:
20. Tom & Rhonda
Fannin, Diacono—Ohio
21. Rick Roberg, Diacono
—Maine
22. David & Gail
Linesberger, Diacono — Carolina del Norte
23. Eric Stott—Reino Unido
24. Albert & Charlotte
Jones—Michigan
25. Noland & Faye
Joseph—Florida
26. Eduardo & José
Elizondo—Ohio
|
Gracias
a Dios el Padre y a Jesucristo por todos estos hombres y sus esposas—por su dedicación,
amor y fidelidad al servir a los hermanos. Todos entendemos que esta es una
gran labor de amor, la cual a veces presenta retos difíciles. Sin embargo, como
Pablo escribió, “Puedo hacer
todas las cosas a través de Cristo, Quien me da poder [con el Espíritu Santo]. …Porque Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino de
poder, y de amor, y de buen juicio” (Filipenses 4:13; II Timoteo 1:7).
Mientras en su camino a Jerusalén, los apóstoles estaban discutiendo sobre cuál
de ellos sería el más grande. Esto fue tan intenso que incluso la madre de
Santiago y Juan fue a Jesús (un poco de politiquería maternal) para abogar por
sus hijos—de modo que podrían sentarse a
la mano derecha e izquierda de Jesús en Su Reino: “Entonces
la madre de los hijos de Zebedeo vino a Él con sus hijos, adorándolo y pidiendo
una cierta cosa de Él. Y Él le dijo, “¿Qué deseas?” Ella le dijo, “Concede que
estos mis dos hijos puedan sentarse uno a Tu mano derecha y uno a Tu mano izquierda
en Tu reino.”
“Pero Jesús
respondió y dijo, “No saben lo que están pidiendo. ¿Son capaces de beber
la copa que estoy a punto de beber, y ser bautizados con el bautismo con
el que Yo estoy bautizado?” Ellos le dijeron, “Somos capaces.” Y Él les
dijo, “Ustedes ciertamente beberán de Mi copa, y serán bautizados con el
bautismo con el que Yo estoy bautizado; pero sentarse a Mi mano derecha
y a Mi mano izquierda no es Mío darlo, sino será dado a
aquellos para quienes ha sido preparado por Mi Padre.”
“Y después de
escuchar esto, los diez estuvieron indignados contra los dos hermanos.
Pero Jesús los llamó y dijo, “Ustedes saben
que los gobernantes de las naciones ejercen señorío [de arriba a
abajo] sobre ellas, y los grandes ejercen autoridad
[manteniendo a la gente en temor y esclavitud] sobre ellas.
“Sin embargo, no
será de esta forma entre ustedes; sino cualquiera que llegue a ser grande entre
ustedes, sea su siervo; y cualquiera que esté primero entre ustedes, sea su esclavo;
así como el Hijo de hombre no vino a ser servido,
sino a servir, y a dar Su vida como un rescate por muchos”” (Mateo 20:20-28).
Como ancianos de Jesucristo, debemos estar
fielmente dedicados a servir a los hermanos—no a nosotros mismos. (Por
favor solicite nuestro folleto, ¿Es el ministerio el Gobierno de Dios? También
vea el video “Ídolo invisible—hombre visible.”)
Después de Su resurrección, Jesús se apareció
muchas veces a los apóstoles y discípulos en un periodo de 40 días. En una ocasión,
como es registrado por el apóstol Juan, Jesús le preguntó a Pedro 3 veces sobre su amor por Él. Como veremos, había
una razón especial de por qué Jesús hizo esto: “Ésta fue
ahora la tercera vez que Jesús Se reveló a Sí mismo a Sus discípulos
tras ser levantado de los muertos. Por tanto, cuando habían
terminado de comer, Jesús le dijo a Simón Pedro, “Simón, hijo de Jonás,
¿Me amas [agapao] más que a estos?” Y
él le dijo, “Si, Señor. Sabes que Te amo [phileo].” Él le dijo, “alimenta Mis corderos.”
“Él le dijo de
nuevo una segunda vez, “Simón, hijo de Jonás, ¿Me amas [agapao]?” Y él le dijo, “Si, Señor. Sabes que Te amo
[phileo].” Él le dijo, “Pastorea Mis ovejas.”
Él le dijo la tercera vez, “Simón, hijo de
Jonás, ¿Me amas [phileo]?” Pedro estaba afligido porque Él le dijo la tercera vez, “¿Me
amas [phileo]?” Y él le dijo, “Señor, Tu sabes todas las cosas. Sabes que Te
amo [phileo].” Jesús le dijo, “alimenta
Mis ovejas” (Juan 21:14-17).
Dos palabras diferentes del griego son
usadas en este registro para amor—phileo y agapao—y ellas
expresan un significado profundo. Aquí está la explicación de estos versos: “Estas dos palabras no son usadas indiscriminadamente; αγαπαω [agapao]
nunca significa besar; φιλ∈ω [phileo] nunca significa apreciar o
querer con reverencia. φιλ∈ω [phileo] denota el sentido o pasión de amor,
pero en αγαπαω [agapao]
es la causa implicada de φιλ∈ω [phileo]. αγαπαω [agapao] es hacer mucho de una cosa, admirar por alguna razón
buena y suficiente, pero φιλ∈ω [phileo] denota el amor el cual brota naturalmente de la cosa
amada, incluso donde no existe causa justa para amar. αγαπαω [agapao] nunca es usado
para amor inapropiado; φιλ∈ω [phileo] sí. De aquí que, en el Nuevo Testamento, φιλ∈ω [phileo] nunca es usado para el amor del
hombre a Dios, pero αγαπαω [agapao] siempre [lo es]. Ambas palabras son usadas para el amor de Dios al
hombre, αγαπαω [agapao], cuando Él dijo ‘amar al mundo’ (Juan iii.16, etc.)
y cuando Él le desea al hombre el bien, y busca su salvación; y φιλ∈ω [phileo] es afirmado de Su amor a Su
pueblo quien lo complace (Juan xvi.27, etc.) De nuevo, φιλ∈ω [phileo] es usado para el amor de Jesús a
Lázaro (Juan xi.3, 36); pero en el verso 5 la palabra es αγαπαω [agapao], porque
ahí están incluidas las hermanas, y por lo tanto esta palabra es más correcta.
De nuevo, se nos ordena amar a nuestros enemigos, etc., pero aquí αγαπαω [agapao] es usado, nunca φιλ∈ω [phileo]; el amor no puede ser requerido
en este caso, aunque la amabilidad y la compasión sí. De nuevo, en Juan
xxi.15-17, en la primera pregunta Jesús usa αγαπαω [agapao], pero
Pedro usa la palabra φιλ∈ω [phileo] en su respuesta; esto se repitió
[la segunda vez], y luego Jesús usa la palabra de Pedro en la tercera pregunta.
Una vez más, amar (φιλ∈ω) [phileo]
la vida, de un deseo excesivo de preservarla, y así perder la visión del
objetivo real de vivir, es reprobado por nuestro Señor, (Juan xii.25.) Mientras
amar (αγαπαω) [agapao] la vida es consultar su
interés real [p.e, el propósito de la vida].” (Un léxico crítico y
concordancia al Nuevo Testamento inglés y griego, E.W.Bullinger, pág. 470).
Este registro en Juan 21 es fundamentalmente
importante—porque el encargo de Jesús a Pedro de alimentar y pastorear el rebaño es absolutamente obligatorio para los ancianos hoy en
día. En verdad, cuando Pedro escribió su primera epístola, él amonestó a sus compañeros
ancianos sobre cómo debían servir a
los hermanos: “A
los ancianos que están entre ustedes los exhorto, incluso como un
compañero anciano, y un testigo ocular de los sufrimientos de Cristo, y
un participe de la gloria que está a punto de ser revelada: Alimenten el rebaño de Dios que está entre ustedes, ejerciendo vigilancia no por
compulsión, sino voluntariamente; no en afición de ganancias deshonestas, sino con
una actitud anhelante; no como ejerciendo señorío sobre sus
posesiones, sino siendo ejemplos al rebaño de Dios.
Y cuando el Pastor Jefe sea manifestado, recibirán
una corona eterna de gloria inmarcesible” (I Pedro 5:1-4).
El apóstol Pablo escribe que Jesús estableció el ministerio para servir a los
hermanos en amor, para que todos puedan ser espiritualmente
perfeccionados: “Y Él organizó a algunos como
apóstoles, y a algunos como profetas, y a algunos como
evangelistas; y a algunos, pastores y maestros para el
perfeccionamiento de los santos, para la obra del ministerio, para la
edificación del cuerpo de Cristo; hasta
que todos vengamos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios,
hacia un hombre perfecto, hacia la medida de la estatura de la
plenitud de Cristo; para que no seamos más
niños, sacudidos y llevados con todo viento de doctrina por las artimañas de
hombres en astucia, con vista a la sistematización del error; sino manteniendo la verdad en amor, podamos crecer en todas
las cosas en Quien es la Cabeza, Cristo de
Quien todo el cuerpo, adecuadamente estructurado y compactado por eso que
cada coyuntura suple, de acuerdo a su trabajo interno en la
medida de cada parte individual, está haciendo el incremento del cuerpo hacia la
edificación del mismo en amor” (Efesios 4:11-16).
Pablo dejó absolutamente claro que él y
aquellos con él no debían señorear: “Pero Aquel que nos establece con ustedes en Cristo, y Quien
nos ha ungido, es Dios, Quien también nos ha sellado y nos ha
dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.… No que ejerzamos señorío sobre su fe, sino porque estamos trabajando con ustedes para
incrementar su gozo. Porque ustedes permanecen por fe” (II Corintios 1:21-22,24)—por la autoridad de fe a través
de Jesucristo y no por la autoridad de hombres.
En el 58 dC, en su camino a Jerusalén, Pablo
llamó a los ancianos a Éfeso para reunirse con él en Mileto, porque él sabía
que no los vería de nuevo. En su mensaje de despedida a ellos, exhortó a los
ancianos a ser vigilantes y fieles a Cristo en alimentar el rebaño de Dios. Su
poderoso testimonio y advertencia está
registrada en Hechos 20: “Entonces desde Mileto, él
envió a Éfeso y llamó a los ancianos de la iglesia. Y cuando ellos
habían venido a él, les dijo, ‘Ustedes saben cómo, desde el primer día que
vine a Asia, y todo el tiempo que estuve con ustedes, serví al
Señor con toda humildad y con muchas lágrimas y tentaciones, las cuales
vinieron sobre mí a través de las conspiraciones de los judíos; y cómo no retuve nada
que fuera provechoso, sino les prediqué, y les enseñé públicamente y de
casa en casa, sinceramente testificando, a los
judíos y a los griegos, arrepentimiento hacia Dios y fe hacia nuestro Señor
Jesucristo.
“Y ahora he aquí,
estoy atado en el espíritu, y voy a Jerusalén, no sabiendo las cosas que
me pasarán allí; excepto que el Espíritu Santo testifica completamente en toda
ciudad, diciendo que cautiverios y tribulaciones me esperan. Pero yo mismo no tomo ninguna de estas cosas en
cuenta, ni mantengo mi vida estimada para mí mismo, para poder terminar mi
camino con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para testificar
completamente el evangelio de la gracia de Dios.
“Y ahora he aquí,
sé que todos ustedes, entre quienes he andado proclamando el reino de Dios, no
verán más mi cara; por eso les testifico en este día que soy puro de la sangre
de todos, porque no me he retenido de
predicarles todo el consejo de Dios.
“Por tanto
presten atención a ustedes mismos y a todo el rebaño, entre el cual el Espíritu
Santo los ha hecho supervisores, para alimentar a la iglesia de Dios, la
cual Él compró con Su propia sangre.
Porque se esto: que tras mí partida lobos crueles
entrarán entre ustedes, no escatimando el rebaño; y de entre sus mismos propios hombres se levantarán
hablando cosas perversas para apartar discípulos tras ellos mismos. Vigilen, por tanto,
recordando que por tres años no cesé de amonestar a cada uno noche y día
con lágrimas. Y ahora los encomiendo, hermanos, a Dios y a la Palabra de
Su gracia, la cual es capaz de edificarlos y darles una herencia entre todos
aquellos que son santificados” (Hechos
20:17-32).
Cada anciano necesita llevar estas palabras
al corazón—porque es en Cristo, a través del poder del Espíritu Santo,
que servimos a los hermanos y vemos por el rebaño de Dios. En verdad,
necesitamos prestar atención a la amonestación de Jesús a Pedro que
amorosamente sirvamos a los hermanos y alimentemos el rebaño de
Dios—porque lo amamos a Él.
Cuando Pablo escribió sus epístolas de I y
II de Timoteo y Tito, él dio instrucciones básicas sobre enseñar y defender el
verdadero Evangelio, evitando falsas doctrinas, vigilando la conducta personal
de cada uno, y permaneciendo fieles en todas las cosas. Sabiendo que su fin era
inminente, Pablo escribió este estímulo y
advertencia final a Timoteo: “Pero tú, continúa en las
cosas que aprendiste y te persuadiste, sabiendo de quien las has
aprendido; y que desde niño has conocido los sagrados escritos, los cuales son
capaces de hacerte sabio hacia salvación a través de fe, la cual es en
Cristo Jesús. Toda la Escritura es
respirada por Dios y es útil para doctrina, para convicción, para
corrección, para instrucción en justicia; para que el hombre de Dios pueda ser
completo, totalmente equipado para toda buena obra.
“Te encargo, por
tanto, a la vista de Dios, incluso del Señor Jesucristo, Quien está listo para juzgar a los vivos y a los
muertos en Su manifestación y Su reino: ¡Predica
la Palabra! Urge en temporada y fuera de temporada; condena, reprende, anima,
con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá un tiempo cuando ellos no tolerarán la sana
doctrina; sino de acuerdo a sus propias lujurias acumularán para sí mismos un
gran número de maestros, teniendo picazón de oídos por oír lo que
satisfaga sus antojos;…
“…Y alejarán sus
propios oídos de la verdad; y serán desviados hacia mitos. Pero en cuanto a
ti, se vigilante en todas las cosas, soporta dificultades, has el
trabajo de un evangelista; lleva a cabo completamente tu ministerio. Porque estoy listo para ser ofrecido, y el
tiempo de mi partida está a la mano. He peleado una buena batalla; he
terminado el curso; he guardado la fe. De ahora en adelante, una corona de justicia es guardada para mí,
la cual el Señor, el Juez justo, me dará en aquel día—y no solo a mí, sino
también a todos los que aman Su aparición” (II Timoteo 3:14-17; 4:1-8).
Todo
anciano necesita estudiar la Palabra de Dios y practicar las enseñanzas de
Cristo—y así cumplir nuestro llamado de servir a los hermanos en amor, fe y
verdad. Debemos aplicar las palabras de Jesús a Pedro al ver amorosamente por
el rebaño de Dios según seamos ¡guiados por el Espíritu Santo!
Jesús le dijo a los apóstoles que la cosecha
es verdaderamente grande, pero los labriegos pocos (tal como es hoy). Hay aún
muchas cosas por ocurrir antes que el fin llegue; así, necesitamos mantenernos trabajando, creciendo y venciendo con
amor y celo, propósito y determinación: “Jesús les
dijo, “Mi carne es hacer la voluntad de Quien Me envió, y terminar Su obra. No
digan que aún hay cuatro meses, y después viene la cosecha. Yo les digo,
miren a su alrededor. Alcen sus ojos y vean los campos, pues ya están blancos
para cosechar.
“Y el que cosecha
recibe una recompensa, y recoge fruto hacia vida eterna; para que el que está
sembrando y el que está cosechando, ambos puedan regocijarse juntos. Pues en
esto el refrán es cierto, que uno siembra y otro cosecha. Yo los envié a
cosechar eso en lo que no han trabajado; otros han trabajado, y ustedes
han entrado en su labor”” (Juan 4:34-38). Jesús también dijo, “La cosecha es ciertamente grande, pero los
trabajadores son pocos. Por tanto, rueguen al Señor de la cosecha,
que Él pueda enviar trabajadores a Su cosecha” (Lucas 10:2).
Por
favor oren que Dios llame a más hombres dedicados a ayudar a servir a los
hermanos y a aquellos a quienes aún Dios llamará.
En este envío hemos incluido un CD de los
servicios del Sábado mantenidos durante la Conferencia de ancianos. En los
próximos envíos, incluiremos CDs que cubren cada sesión de la conferencia. Esto
le dará una “silla en primera fila,” como si estuviera allí, de modo que puede
ver cuán seriamente los ancianos y ayudantes de CBCG tomamos nuestras
responsabilidades dadas por Dios para ¡alimentar el rebaño de Dios!
Esperamos que hayan tenido una renovadora e
inspiradora Fiesta de Pentecostés. Recuerde, esta Fiesta especial de Dios
representa la cosecha completa de los primeros frutos—la primera resurrección,
cuando Jesucristo regrese. Como seguimiento a Pentecostés, asegúrese de
solicitar el libro Los tiempos señalados de Jesús el Mesías—le ayudará a
entender mejor el flujo de los eventos proféticos. Como aprenderán, el regreso
de Jesús no es tan solo un evento de un día. Tampoco habrá un así llamado
“rapto secreto,” lo cual es una falsa enseñanza de los protestantes. (Si no
tiene nuestra serie sobre el “engaño del rapto,” la puede descargar de cbcg.org,
o puede ordenarla a la oficina.) Más bien, “todo ojo Lo verá” llegando, porque
la señal de Su venida aparecerá en los cielos primeros. Será un evento
sobrecogedor—¡increíble y fantástico!
Nuevamente hermanos, les
damos gracias por su amor y dedicación a Dios. Oramos por ustedes diariamente y
apreciamos sus oraciones por nosotros y todos los hermanos. Les damos gracias
por los diezmos y ofrendas que fielmente dan, las cuales usamos fielmente para
predicar el Evangelio y alimentar el rebaño de Dios—tal como Jesús ordenó. Que
Dios continúe bendiciéndolos en todo, ayudándolos en toda prueba y fortaleciéndolos
diariamente.
Con amor en Cristo Jesús,
Fred R. Coulter
FRC