CAPITULO SIETE
(Tomado del libro “Señor, ¿Qué debería hacer?”)
Por
Fred R. Coulter
www.iglesiadedioscristianaybiblica.org
Dios le da a cada cristiano la responsabilidad de escoger
La Palabra de Dios claramente enseña que la salvación es un regalo para cristianos individuales porque Cristo está personalmente en cada uno a través del engendramiento de Dios el Padre por el poder del Espíritu Santo. Cada cristiano es individualmente responsable ante Dios el Padre de crecer en la gracia y el conocimiento de Jesucristo. Debemos creer en la Verdad y vivir por ella. Dios no nos dará la salvación simplemente por nuestra presencia física en una organización de iglesia incorporada.
Cada cristiano es responsable de trabajar por su propia salvación a través del poder de Dios del Espíritu Santo de Dios viviendo en uno. Pablo ordenó a los hermanos Filipenses, “Así entonces, mis amados, incluso como ustedes siempre han obedecido, no como en mi presencia solamente, sino ahora mucho mas en mi ausencia, trabajen su propia salvación con temor y temblor. Porque es Dios quien trabaja en ustedes el querer y el hacer de acuerdo a Su buena voluntad.” (Filipenses 2:12-13).
Esta Escritura claramente muestra que cada cristiano debe mantener su relación personal con Dios el Padre y Jesucristo. Todo individuo tendrá que dar cuentas de si mismo a Dios (Romanos 14:10). No deberíamos comprometer nuestra relación personal con Dios para agradar a los hombres. No deberíamos comprometer esa relación espiritual por amor de un compañerismo social. Recuerde este testimonio cristiano, “Es mejor vivir la Verdad sólo, que vivir una mentira en grupo.” Aquellos que continúan teniendo compañerismo en una congregación donde las falsas doctrinas están siendo enseñadas—incluyendo las mentiras diabólicas de la Trinidad—están mostrando por su presencia que respaldan esas enseñanzas engañosas, tanto como si acordaran decir “Amén.”
Si usted continúa teniendo compañerismo en sus asambleas, esta dando un acuerdo tácito a sus enseñanzas. ¡Usted está participando espiritualmente de sus pecados, y no puedes tener compañerismo con Jesucristo! Pablo advirtió, “No pueden beber la copa del Señor, y la copa de demonios. No pueden participar de la mesa del Señor, y la mesa de demonios.” (I Corintios 10:21).
Dios no nos prevendrá de escoger el mal
La historia de las iglesias primitivas de Dios como está registrada en el Nuevo Testamento contiene una lección valiosa para nosotros hoy: ¡Dios no intervino personalmente para parar la apostasía en el primer siglo! ¡Ni Dios intervendrá personalmente para parar la apostasía en Sus iglesias hoy!
Desde el comienzo de este mundo, Dios le ha permitido a la humanidad la libertad de pecar. Dios no detuvo a Adán y Eva de pecar. Dios no guardó a Caín de matar a su hermano, ni Dios previno la maldad de toda la humanidad antes del diluvio. Pero cuando Dios escogió a intervenir y ejecutar Su juicio Él envió el diluvio para destruir a los malvados, y salvó únicamente a ocho personas.
Dios no detuvo la corrupción humana después del diluvio. Sin embargo, Él confundió el idioma de las personas para posponer la plenitud de la maldad hasta el tiempo establecido en Su plan.
Dios no intervino para prevenir la idolatría de Israel y Judá, pero Él envió muchos profetas para advertirles, llamándolos al arrepentimiento y para que regresaran al verdadero Dios. Algunos de los reyes y las personas se arrepintieron y escogieron seguir a Dios. Ellos lo hicieron así por libre elección, no porque Dios los forzara a servirlo. Dios perdonó y bendijo a aquellos que se arrepintieron, y Dios nos bendecirá cuando personalmente escojamos arrepentirnos y amarlo a Él y a Su Hijo Jesucristo. Pero si no escogemos arrepentirnos, Dios nos permitirá continuar en nuestros pecados.
Cuando no hay arrepentimiento por los líderes corruptos dentro de una iglesia de Dios, Dios no interviene para guardarlos de apostatar por enseñar falsas doctrinas. Cuando deliberadamente escogen abrazar las doctrinas de Satanás y sus demonios, y las enseñan como doctrinas oficiales, Dios les permite practicar su error. Porque ellos han escogido los mitos en vez de la Verdad, Dios les dejará caer.
Dios nos ordena escoger vida
Dios no está ahora interviniendo para parar las guerras, hambre, opresión, crimen, perversión sexual, y todos los males de la humanidad. Dios no ha escogido parar estos males en éste momento. Él le ha dado a la humanidad la responsabilidad de escoger entre el bien y el mal.
Dios nos ha dado libre albedrío. ¡Debemos escoger! ¡Somos benditos o malditos, y vivimos o morimos por nuestras elecciones! Es el deseo de Dios que escojamos amarlo y guardar Sus mandamientos y vivir. Pero ya que Dios le ha dado a cada individuo libre albedrío, cada persona debe tomar sus propias elecciones.
En vez de escoger los caminos justos de Dios, mucha gente ha escogido los malos caminos de Satanás y el mundo. Aquellos que escogen hacer el mal recibirán el pago del pecado, el cual es muerte. Pero todos el que escoja amar a Dios y vivir por Su Verdad recibirá vida eterna. Aquí está las elecciones que Dios ha colocado delante de todo ser humano: “He aquí, he colocado delante de ustedes en este día vida y bien, y muerte y mal, en que les mando en este día amar al SEÑOR su Dios, caminar en Sus caminos, y guardar Sus mandamientos y Sus estatutos y Sus juicios para que puedan vivir y multiplicarse. Y el SEÑOR su Dios los bendecirá en la tierra donde van a poseerla... [nuestra meta es el Reino prometido de Dios]... Pero si su corazón se aparta, así no escucharán, sino serán arrastrados y adorarán otros dioses y los servirán… [este es el significado de la apostasía]… Yo les denuncio en éste día que ciertamente morirán; no prolongarán sus días sobre la tierra… [ni entraremos en el Reino de Dios]... Yo llamo al cielo y a la tierra para registrar este día contra ustedes que he colocado delante de ustedes vida y muerte, bendición y maldición. Por lo tanto, escojan vida, para que ustedes y su semilla puedan vivir, para que puedan amar al SEÑOR su Dios, y puedan obedecer Su voz, y puedan unirse a El; porque El es su vida… [el Autor de vida eterna]… y la longitud de sus días…” (Deuteronomio 30:15-20).
Estas palabras, habladas por Moisés a los hijos de Israel en los tiempos del Antiguo Testamento, son especialmente significantes para el “Israel espiritual” de hoy—aquellos que son los hijos de Abraham a través de la gracia de Dios y que conforman la iglesia espiritual de Dios. Para aquellos que están en la iglesia espiritual de Dios, es el tiempo de hacer una selección entre el bien y el mal—entre Verdad y error. Dentro de todas las congregaciones de Dios hoy, el mal y las falsas doctrinas están amenazando nuevamente la fe de verdaderos creyentes, y Dios no intervendrá personalmente. Cuando ministros, líderes y hermanos escogen rechazar la Verdad de Dios y corromperse ellos mismos con las doctrinas de demonios, entonces Dios permite que sigan su propio error. ¡Esta es la lección que Dios nos enseña a través de la Biblia! Dios nos ha hecho responsables por nuestras escogencias y acciones. ¡Dios bendecirá o maldecirá como corresponde, pero Él no nos prevendrá de escoger el error!
Si Dios mismo interviniera personalmente para detener el engaño y apostasía, entonces el libre albedrío no existiría más. ¡Esto es un hecho! ¡El libre albedrío no estaría más en efecto, si Dios removiera las opciones que Él mismo a colocado delante de nosotros!
Si Dios personalmente guardara a la gente de escoger las mentiras, eso anularía las profecías que Dios mismo inspiró, revelando que el pecado vendrá a la plenitud en la “Gran Apostasía” de Satanás. Este clímax de maldad y pecado solamente puede tener lugar en un mundo donde la gente es libre de escoger lo que ellos creerán y practicarán.
En este tiempo de incremento de error y crecimiento de engaño, nosotros quienes somos la iglesia espiritual de Dios tenemos escogencias que hacer. ¿Escogeremos la Verdad de Dios o los mitos de Satanás? Dios quiere saber que hay en verdad en nuestros corazones. ¿Amamos verdaderamente a Dios el Padre y Jesucristo con todo nuestro ser? ¿Amamos verdaderamente Su Palabra de Verdad, la cual Él ha maravillosamente preservado para nosotros? ¿Verdaderamente queremos estar en el Reino de Dios y vivir en amor con Dios el Padre y Jesucristo por toda la eternidad?
Para aquellos que serían Sus seguidores, Jesucristo dejó absolutamente claro que el riesgo era alto y el camino difícil. Él dijo, “Entren a través de la puerta angosta; porque ancha es la puerta y amplio es el camino que lleva a la destrucción, y muchos son aquellos que entran a través de ella; porque angosta es la puerta, y difícil es el camino que lleva a vida, y pocos son aquellos que la encuentran.” (Mateo 7:13-14).
Jesús muestra la devoción leal que es requerida de un cristiano: “ ‘Si alguno viene a Mi y no odia a su padre, y madre, y esposa, e hijos, y hermanos y hermanas, y, además, también su propia vida, no puede ser Mi discípulo… [el significado griego literal: no hay otro poder posible para hacerlo Su discípulo]... Y quien quiera que no cargue su cruz y venga tras de Mi no puede ser Mi discípulo… [no hay otro poder posible para hacerlo Su discípulo]” (Lucas 14:26-27).
Jesús enfatizó esta verdad cuando Él dijo, “Aquel que ame a padre o madre mas que a Mí no es digno de Mí; y el que ame a hijo o hija mas que a Mí no es digno de Mí. Y aquel que no tome su cruz y Me siga no es digno de Mí.” (Mateo 10:37-38).
Estas Escrituras claramente muestran que aquel que está amando el compañerismo social más que a Jesucristo no es digno de Él. El que está aceptando las mentiras de Satanás el diablo en intercambio por la Verdad de Dios no es digno de Él. Aquel que no se pare resueltamente por Jesucristo hasta la muerte no es digno de Él.
Hasta el retorno de Jesucristo, cada uno de nosotros es personalmente responsable con Dios el Padre y Jesucristo por sus propias acciones y creencias. Estamos siendo juzgados individualmente por Dios de acuerdo a nuestra fe y nuestra conducta.
Dios nos ordena amarlo con todo el corazón y vivir por toda Su Palabra. Si nos alejamos de Dios y empezamos a creer y practicar el error, Dios nos hará concientes de nuestros pecados en la esperanza de que podamos arrepentiremos y tener nuestros pecados borrados por la sangre de Jesucristo. Pero Dios no nos detendrá de pecar—ni siquiera si somos uno de los más altos líderes o ministros en una iglesia organizada corporativamente. ¡Aquellos ministros que escogen predicar el error y promulgar las mentiras serán advertidos por Dios para arrepentirse, pero Dios no los detendrá si escogen seguir decepción y apostasía!
Debemos aceptar nuestra responsabilidad personal
En el mundo de hoy, la gente fácilmente culpa a otros por su irresponsabilidad y falta de carácter y control propio. Con frecuencia culpan a la sociedad, o a su madre o padre, o al jefe, o a la policía, o a otros en posiciones de autoridad. Porque la gente no quiere aceptar la responsabilidad personal por sus acciones incorrectas, tratan de poner la culpa en otros. Eso es exactamente lo que Adán y Eva hicieron después que pecaron. Tales excusas no tienen valor delante de Dios y no pueden liberar a nadie de su responsabilidad ante Dios.
Infortunadamente, cuando los líderes de una nación pecan, la gente también sufre. Es lo mismo en las iglesias de Dios. Cuando ministros y líderes de la iglesia cometen pecan al aceptar y enseñar falsas doctrinas, los hermanos sufren llegando a estar confundidos y engañados siguiendo el error.
Cuando una iglesia alcanza esta condición, es importante recordar que cada cristiano es personalmente responsable ante Dios el Padre y Jesucristo por estar estudiando continuamente la Palabra y “probando todas las cosas” (II Tesalonicenses 5:21). No podemos culpar a otros por engañarnos si fallamos para edificarnos en la Palabra de Dios. Dios le ha dado a cada cristiano la responsabilidad personal de aferrarse a la Verdad, de crecer en gracia y conocimiento, de seguir lo bueno, de amarlo con todo el corazón, toda la mente, toda el alma y todas las fuerzas.