Introducción

 

(Tomado del librillo “Entendiendo las Escrituras difíciles de Pablo

concernientes a la Ley y los Mandamientos de Dios”)

 

           

por Fred R. Coulter

www.laverdaddeDios.org

 

Gracias a la carencia de conocimiento concerniente a la religión del primer siglo de los fariseos (la cual llegaría a ser el Judaísmo), una doctrina errónea fundamental se ha desarrollado en el protestantismo evangélico en el cual los cristianos “nacidos de nuevo” no tienen que guardar la Ley de Dios—especialmente el Sábado y los Días Santos como son encontrados en ambos, el Antiguo y Nuevo Testamento. Citando numerosos pasajes “difíciles de entender” de sus epístolas, ellos reclaman que el apóstol Pablo recibió una “revelación superior” que supera incluso las enseñanzas de Jesús—la cual le dieron a él la autoridad de anular el requerimiento de que un Cristiano debe guardar las leyes y mandamientos de Dios (los cuales en algunos casos incluso se extienden al arrepentimiento y bautismo).

 

¿Como puede ser?

 

En su libro, Verdades del domingo & Ficción del Sábado, el Dr. Russell Tardo declara enfáticamente, “Cada pedacito de la ley fue clavada en la cruz del Calvario, habiendo sido completada y cumplida en la persona y vida de Jesucristo”      (p. 43). Tristemente, esta afirmación abierta es ampliamente creída por la mayoría de los protestantes hoy. Apuntando a Colosenses 2:14-16 y a pasajes similares, ellos intentan usar la Escritura para justificar su creencia de que todas las leyes del Antiguo Testamento fueron clavadas a la cruz—especialmente el Sábado y los festivales anuales, y las leyes de carnes limpias e impuras.

 

Por causa de malas interpretaciones falsas y complicadas, emparejadas con pobres e inadecuadas traducciones de los textos originales griegos de los escritos difíciles de entender de Pablo—principalmente Romanos, Gálatas y Colosenses—los protestantes creen típicamente que las leyes y mandamientos de Dios son una maldición e innecesarios para la salvación. Es reclamado, por tanto, que tales leyes fueron abolidas por Jesucristo—a través de Su vida crucifixión y resurrección. ¿Pero es eso verdad? ¿Cuáles son las correctas explicaciones y las correctas traducciones de tales pasajes bíblicos difíciles?

 

Es cierto que algunos escritos de Pablo son complicados y difíciles de entender. Pedro mismo lo dijo. Pero como veremos, el problema no es en absoluto con los escritos de Pablo; la dificultad se levanta porque algunos manejan las Escrituras engañosamente (II Corintios 4:2), “dividiendo” erróneamente la Palabra de Dios (II Timoteo 2:15). Note que Pedro escribió: “Y tengan en mente que la paciencia de nuestro Señor es salvación, exactamente como nuestro amado hermano Pablo, de acuerdo a la sabiduría dada a él, les ha escrito también; como él también tiene en todas sus epístolas, hablando en ellas concerniente a estas cosas; en las cuales están algunas cosas que son difíciles de entender, las cuales el ignorante e inestable está torciendo y distorsionando, como también tuerce y distorsiona el resto de las Escrituras, para su propia destrucción.” (II Pedro 3:15-16).

 

Infortunadamente, millones escogen creer a los numerosos expertos “más sabios que usted” quienes tuercen y distorsionan los escritos de Pablo. Así, ellos cumplen la profecía de Isaías: “. ¡Ay de aquellos que son sabios en sus propios ojos, y prudentes en su propia vista!… Quienes justifican al malo por un soborno, y quitan la justicia del justo de él!” (Isaías 5:21, 23).

 

¿No describe esto el estado del gobierno y la religión de hoy? Dios advierte que el juicio vendrá como resultado de echar a un lado la Ley de Dios y reemplazarla con falsas interpretaciones y creencias. Isaías proclama aún más: “¡Ay de aquellos que llaman al mal bien y al bien mal; que ponen oscuridad por luz y luz por oscuridad; que ponen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!… Por tanto como el fuego devora el rastrojo, y la llama quema la paja; su raíz será como podredumbre, y sus flores subirán como polvo porque han desechado la ley del SEÑOR de los ejércitos, y despreciado la Palabra del Santo de Israel.” (Isaías 5:20, 24).

 

Pedro advirtió aún más que tales maestros deliberadamente blasfemarían a Dios y desecharían la Ley del Señor a través de sus falsas enseñanzas: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo [de Israel], como en verdad habrán falsos maestros entre ustedes, que sigilosamente introducirán herejías destructivas, negando personalmente al Señor que los compró, y trayendo rápida destrucción sobre sí mismos. Y mucha gente seguirá sus caminos destructivos; y a causa de ellos, el camino de la verdad será blasfemado. También, a través de insaciable codicia los explotarán con mensajes tentadores para obtener ganancia; para quienes el juicio antiguo está en completa vigencia, y su destrucción siempre está observando.” (II Pedro 2:1-3).

 

Escrituras fáciles de entender de Pablo

 

Antes de continuar para examinar los escritos más difíciles de Pablo, es prudente que primero miremos sus escrituras fáciles de entender—las cuales demuestran inequívocamente la actitud de Pablo hacia la Ley de Dios. Por ejemplo, el escribió lo siguiente a los Corintios: “Porque la circuncisión es nada, y la incircunsición es nada; más bien, el guardar los mandamientos de Dios es esencial.” (I Corintios 7:19). Él más adelante explica como alcanzó a todo el mundo, judíos y gentiles por igual, al predicar el Evangelio. Pero nunca en ningún momento proclamó que las leyes y mandamientos de Dios ya no estaban en efecto para él o para el creyente: Entonces a los judíos llegué a ser como un judío, para que pudiera ganar a los judíos; a aquellos que están bajo ley, como bajo ley, para que pudiera ganar a aquellos que están bajo ley; a aquellos que están sin ley, como sin ley (no estando sin ley para Dios, sino dentro de ley para Cristo), para que pudiera ganar a aquellos que están sin ley.” (I Corintios 9:20-21).

 

Más tarde, después que Pablo fue traído de Jerusalén a Cesárea para enfrentar juicio, él se paró y se defendió a si mismo delante de las autoridades judías y de Félix, el gobernador, declarando enfáticamente que como apóstol de Jesucristo, él creía todas las cosas escritas en la Ley y los Profetas: “Ni pueden ellos probar las cosas de las cuales ahora me acusan [aboliendo las leyes y mandamientos de Dios]. Pero les confieso que de acuerdo al camino el cual ellos llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres, creyendo todas las cosas que están escritas en la Ley y los Profetas” (Hechos 24:13-14).

 

Pablo también declaró, “Por tanto, la ley es ciertamente santa, y el mandamiento santo y justo y bueno.” (Romanos 7:12).

 

Porque un verdadero creyente esta ciertamente justificado por fe, Pablo también respondió a aquellos que creían en una “gracia ilegal” y reclamaban que la justificación a través del sacrificio de Cristo eliminaba la necesidad de guardar las leyes y mandamientos de Dios. Note lo que Pablo escribió: “Ya que es ciertamente un Dios Quien justificará la circuncisión por fe, y la incircunsición a través de fe. ¿Estamos nosotros, entonces, aboliendo ley a través de fe? ¡NUNCA PUEDA SER! Más bien, estamos estableciendo ley.” (Romanos 3:30-31).

 

Lejos de haber recibido alguna “revelación más grande” que sobrepasa las enseñanzas de Cristo, la declaración de Pablo aquí está en completa armonía con lo que Jesús ensenó: “No piensen que he venido a abolir la Ley o los Profetas.”  Bajo el Nuevo Pacto, los verdaderos creyentes obedecerán amorosamente a Jesucristo y a Dios el Padre de corazón. Note las enseñanzas de Jesús concernientes al guardar los mandamientos—enseñanzas las cuales el Protestantismo Evangélico convenientemente ignora: “Si Me aman, guarden los mandamientos—a saber, Mis mandamientos… Quien tiene Mis mandamientos, y los está guardando, ese es quien Me ama; y quien Me ama será amado por Mi Padre, y Yo lo amaré, y Me manifestaré Yo mismo a él.”… “Si alguno me ama, guardará Mi palabra; y Mi Padre le amará, y Nosotros vendremos a él, y haremos Nuestra morada con él. Quien no Me ama, no guarda Mis palabras; y la palabra que ustedes escuchan no es Mía, sino del Padre, Quien Me envió.” (Juan 14:15, 21, 23-24). Note que Jesús no dice que el guardar los mandamientos es para los judíos únicamente—sino que eso es requerido de todo el mundo.

 

A través del Espíritu Santo de Dios—el cual Dios da a aquellos que lo obedecen (Hechos 5:32)—la Ley no está abolida, sino establecida por amor y gracia para que las leyes y mandamientos puedan ser escritas en el corazón y la mente de uno. El Nuevo Pacto no es para Israel ni Judá solamente, sino es para todos los convertidos: “ “ ‘Este es el pacto que estableceré con ellos después de aquellos días,’ dice el Señor: ‘Yo daré Mis leyes dentro de sus corazones, y las inscribiré en sus mentes; y sus pecados e ilegalidad no recordaré nunca más.’ ” Entonces donde está la remisión de estos, ya no es más necesario ofrecer sacrificios [animales en el templo] por el pecado.” (Hebreos 10:16-18). Como veremos, el corazón de la controversia sobre la Ley es esto: ¿Viene la justificación por rituales y obras, o por fe a través de gracia?

 

Cristo fue levantado de los muertos para que pudiéramos ser justificados por fe a través de gracia y puestos en una correcta posición con Dios el Padre. Pablo muestra que la fe y el creer son requeridos para que Dios nos impute la justicia: “Porque [Abraham] fue completamente persuadido que lo que Él [Dios] había prometido, es también capaz de hacer. Como resultado, eso también le fue imputado por justicia. Pero eso no fue escrito por amor a él solamente, que le fue imputado; sino que también fue escrito por amor a nosotros, a quienes será imputado—a aquellos que creen en Él Quien levantó a Jesús nuestro Señor de los muertos; Quien fue entregado por nuestras ofensas y fue levantado para nuestra justificación.” (Romanos 4:21-25).

 

Una vez que hemos sido justificados para Dios el Padre—a través de la muerte y resurrección de Cristo, teniendo nuestros pecados perdonados por la fe en Jesús—estamos bajo la gracia de Dios.

 

Entendamos el verdadero significado de “gracia.”            La gracia como está definida en el Nuevo Testamento viene de la palabra griega charis, la cual significa “favor, gracia, ayuda graciable o cuidado, buena voluntad, la intención graciable de Dios o regalo; la aplicación práctica de buena voluntad, un favor, obra graciable o beneficio, un almacenamiento de gracia, un estado de gracia, una obra de gracia y un trabajo de gracia; ser agradecido, gratitud o gracias.” Más aun, gracia denota el estado de la relación entre Dios y el creyente a través de Jesucristo. Cuando Pablo usa la palabra “gracia” como parte de un saludo de apertura o una despedida, está usándola para conferir “gracia divina” sobre aquel que está leyendo la Epístola.

 

La gracia es el regalo gratuito e inmerecido de Dios el Padre a través de Jesucristo. La gracia de Dios es la expresión más grande del amor y misericordia que todo lo abarca de Dios el Padre. La gracia es más que el perdón de pecados. Estar “bajo gracia” significa estar recibiendo continuamente el amor divino, el favor, la bendición, el cuidado graciable, la ayuda, la buena voluntad, los beneficios, los regalos y la bondad. Dios el Padre es la fuente de la cual viene la gracia al creyente. Más aun, el UNICO MEDIO por el cual es otorgada la gracia al creyente es a través del nacimiento, vida, muerte y resurrección de Jesucristo como el sacrificio perfecto de Dios el Padre. El creyente entra en la gracia de Dios a través de la fe en el sacrificio de Jesucristo para el perdón de sus pecados. Dios el Padre otorga Su gracia a cada creyente basado en el arrepentimiento de pecados y el bautismo por inmersión, el cual es nuestro “pacto de muerte” en la muerte de Jesús y es la manifestación externa de nuestro arrepentimiento. A través de la gracia, los pecados del creyente son perdonados y la justicia de Jesucristo es imputada a él.

 

La gracia establece una nueva relación espiritual entre el creyente y Dios el Padre y Jesucristo. A través del regalo inmerecido y no ganado de la gracia, el creyente no solo es llamado, escogido, perdonado y aceptado por Dios el Padre a través de Su Amado, sino que también es engendrado con el Espíritu Santo, haciéndolo un hijo de Dios y un heredero de vida eterna. Desde este punto en adelante, el creyente espiritualmente engendrado comienza una nueva vida bajo gracia. Como revelan las Escrituras, viviendo bajo gracia requiere que el creyente viva por toda Palabra de Dios con amor y devoción completa a Dios el Padre y a Jesucristo. La gracia no otorga licencia para practicar el pecado al ignorar los mandamientos de Dios. Únicamente aquellos que guardan Sus mandamientos pueden vivir en Su amor y permanecer bajo Su gracia. Todo creyente que reciba la gracia de Dios tiene una obligación personal con Dios el Padre y Jesucristo de abandonar sus antiguos pensamientos y prácticas pecaminosas y vivir una vida nueva, creciendo diariamente en la gracia y el conocimiento de Jesucristo. Por cada creyente que viva bajo gracia, Jesucristo actúa como Redentor, Sumo Sacerdote y Abogado. Si un Cristiano comete un pecado, entonces Jesús—basado en el arrepentimiento del creyente—intercede ante el Padre para obtener Su misericordia y gracia, así llegando a ser la propiciación por tal pecado.

 

Lejos de abolir las leyes y mandamientos de Dios, esta relación personal entre Dios el Padre, Jesucristo y el verdadero creyente establece la Ley a través del amor y la obediencia.

 

En resumen, hay cinco claves para entender cómo, a través de la gracia, debemos obedecer toda la intensión espiritual de las leyes y mandamientos de Dios bajo el Nuevo Pacto como fue magnificado por Jesucristo y enseñado en el Nuevo Testamento:

 

1.          Uno debe tener el Espíritu Santo. Este viene por el arrepentimiento, bautismo por completa inmersión en agua y la imposición de las manos para recibir la impregnación del Espíritu Santo de Dios el Padre en el espíritu de la mente de uno. Esto es llamado circuncisión del corazón. (Romanos 2:28-29).

2.           A través del poder del Espíritu Santo, Dios escribe Sus leyes en el corazón y la mente de uno. “ “ ‘Este es el pacto que estableceré con ellos después de aquellos días,’ dice el Señor: ‘Yo daré Mis leyes dentro de sus corazones, y las inscribiré en sus mentes” (Hebreos 10:16). Esto es lo que Pablo quiso decir cuando escribió: “¿Estamos nosotros, entonces, aboliendo la ley a través de fe? ¡DE NINGUNA MANERA! Más bien, estamos estableciendo la ley.” (Romanos 3:31).

3.       Ya que es a través de la fe y la gracia de Dios que establecemos ley—al tenerla escrita en nuestros corazones y mentes por el poder del Espíritu Santo—ya no vivimos en pecado. Pecado es la transgresión de la Ley (I Juan 3:4). Pablo dejó perfectamente claro esto. “¿Qué diremos entonces? ¿Continuaremos en pecado, para que la gracia pueda abundar? ¡DE NINGUNA MANERA! Nosotros quienes morimos al pecado, ¿cómo viviremos más en él? ¿O son ustedes ignorantes que nosotros, tantos como fuimos bautizados en Cristo Jesús, fuimos bautizados en Su muerte?” (Romanos 6:1-3).

4.       Esto significa que uno obedecerá en el espíritu de la Ley y no en la letra de la Ley únicamente, como escribió Pablo, “… para poder servir en novedad de espíritu, y no en la vejez de la letra.” (Romanos 7:6).

5.       Bajo el Nuevo Pacto, la obediencia a las leyes y mandamientos de Dios es parte de la operación de la gracia de Dios que lleva a la salvación eterna.

 

Con este trasfondo podemos ahora empezar a entender el verdadero significado de las escrituras difíciles de Pablo. Primero examinaremos el asunto del séptimo día, Sábado, porque está en el núcleo del dilema de entender los pasajes difíciles de Pablo. Nuestro estudio comenzará mirando las enseñanzas de Pablo concernientes a guardar el Sábado en Hebreos 4:9.