APENDICE C

(Tomado de la sección de comentarios y apéndices a “La Santa Biblia en Su orden original—Una versión fiel con comentario”, segunda edición.)

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El libro de Proverbios: Su estructura, diseño y enseñanza

 

[Nota del editor: La siguiente es una versión condensada editada del Apéndice Dos, “El libro de Proverbios: Su estructura, diseño y enseñanza,” tomado del libro del Dr. Ernest Martin, Restaurando la Biblia original, pág. 483-492. Reimpreso en forma editada con permiso.]

 

Las declaraciones proverbiales del libro de Proverbios son en realidad parábolas diseñada a ilustrar principios morales, sociales o espirituales. Algunos son más como “dichos oscuros” bastante desconcertantes. Por decirlo menos, hay más en los proverbios que lo que el ojo ve a simple vista.

Los primeros seis versos del libro nos dice que los proverbios son para dar sabiduría, instrucción, entendimiento, juicio, discreción, consejo, etc.—y que el lector sabio escuchará las “palabras del sabio, y sus dichos oscuros.” (Proverbios 1:6).

Además de los propios proverbios de Salomón, el libro de Proverbios es una compilación de dichos sabios asociados con numerosos “hombres sabios” que vivieron mucho antes de Salomón. Por ejemplo, los hijos de Zera—Ethan, Heman, Chalcol, y Darda (I Reyes 4:31; I Crónicas 2:6)—fueron cuatro “hombres sabios” (o filósofos antiguos) que vivieron en Egipto cuando José estuvo en el poder. Otros “hombres sabios” fueron aquellos “del país oriental” (verso 30). José mismo fue considerado especialmente sabio por el Faraón (Génesis 41:39), y Job fue bien conocido por su sabiduría (Job 1:1).

La Biblia dice que los proverbios fueron “buscados” y “colocados en orden” por Salomón (Eclesiastés 12:9). Salomón mismo “habló tres mil proverbios” (I Reyes 4:32)—aun así el libro contiene solamente 915 versos, y algunos proverbios toman varios versos. Aparentemente Salomón fue bastante selecto al compilar el volumen para que contuviera solamente lo mejor de muchos “hombres sabios”. También, la frase “colocados en orden” muestra que el libro no fue arreglado al azar. Ciertamente, encontramos que hay siete divisiones organizadas en el libro de Proverbios:

División I – Proverbios 1:7 a 9:18

División II – “Los Proverbios de Salomón” – Proverbios 10:1 a 22:16

División III – “Las palabras de los sabios” – Proverbios 22:17 a 24:22

División IV – “Estos también pertenecen a los sabios” – Proverbios 24:23 a 24:34

División V – “Estos también son Proverbios de Salomón, los cuales copiaron los hombres de Ezequías rey de Judá” – Proverbios 25:1 a 29:27

División VI – “Las palabras de Agur el hijo de Jake” –Proverbios 30

División VII -  “Las palabras el rey Lemuel” – Proverbios 31

Cada división tiene un tema el cual ayuda a identificar el autor y a explicar por qué los proverbios fueron arreglados en una forma particular.

División I: En el capítulo uno, los primeros seis versos son una introducción. El primerísimo “proverbio” es encontrado en el verso siete: “El temor del SEÑOR es el comienzo del conocimiento, pero los tontos desprecian la sabiduría e instrucción.” (Proverbios 1:7). Esto coloca el tema de la primera división—y para todos los proverbios. “El temor del SENOR”—el cual es la forma del Antiguo Testamento de decir, “Tenga fe y confianza en Dios”—es el mismo comienzo de la sabiduría. ¿Y cuál es el siguiente paso a la sabiduría? “Hijo mío, escucha la instrucción de tu padre y no abandones la ley de tu madre, porque serán un adorno de gracia a tu cabeza y cadenas alrededor de tu cuello.” (versos 8-9).

En cuanto al autor de esta división, no se nos dice precisamente; pero hay algunas pistas. Esta primera división habla acerca de “mujeres extrañas” o mujeres promiscuas. (Proverbios 2:16-18; 5:3-6; 5:15-20; 6:24-35; 7:5-23; 9:13-18), y de los “hombres sabios” primitivos de Israel. José fue famoso por refrenarse de una unión adultera con la esposa de Potifar, un oficial del Faraón (Génesis 39) y es descrito como ser “discreto y sabio” (Génesis 41:39). Ya que él vivió en Egipto al mismo tiempo que los hijos de Zera (I Reyes 4:31), podría ser que José fue el principal autor de esta primera división, o ayudó a componerlo con los hijos de Zera. Note que muchos de los proverbios en la primera división son “dichos oscuros” los cuales necesitan “interpretación” (Proverbios 1:6). Fue José quien fue capaz de interpretar los sueños del Faraón en una forma juiciosa (Génesis 41:25-32)—y él reconoció que el sol, la luna y las once estrellas en su propio sueño representaban su padre, su madre y sus once hermanos (Génesis 37:5-11).

El primer tema de esta división es la sabiduría (1:20; 2:2, 6-7, 10; 3:13, 19, 21; 4:5, 7; 5:1; 7:4; 8:1, 12, 14; 9:1)—personificada como una mujer. Tal vez hay un significado escondido. Zion es llamada una ella en el Salmo 46:5; Israel y Judá son llamadas hijas (Ezequiel 23). El cuerpo de creyentes del Nuevo Testamento es llamado la esposa de Cristo (Apocalipsis 19:7). Pero encontramos que Babilonia, Nínive, y el sistema maligno condenado en el libro de Apocalipsis son llamados también “mujer” (Apocalipsis 17:5; Nahúm 2:10; 3:4; Sofonías 2:13-15; Miqueas 5:6). Los proverbios de la División I son dirigidos al “hijo mío”—quien debe colocar su afecto en la sabiduría y el entendimiento y alejarse de la “mujer extraña.”

Además de las advertencias contra la inmoralidad física sexual, estos “dichos oscuros” están destinados a mostrarle a la gente de Israel como alejarse de la seducción de la “mujer” falsa de Babilonia, Nínive y la gran ramera de Apocalipsis—y unirse a la “mujer” verdadera de sabiduría y entendimiento.

División II: Los siguientes trece capítulos son declaraciones proverbiales cortas hechas exclusivamente por el Rey Salomón—“Los proverbios de Salomón” (Proverbios 10:1). Mientras la División I trataba con la sabiduría, el entendimiento, la fidelidad y los deberes a Dios, esta segunda división se enfoca en las relaciones humanas—la más importante de las cuales es esa de los hijos y los padres. Así, la división comienza: “…Un hijo sabio hace a un padre alegre, pero un hijo tonto es dolor a su madre.

División III: Esta es la de secciones más interesantes en el libro de Proverbios—la cual en realidad comienza en la mitad del capítulo 22. Proverbios 22:17-21 forma una introducción, con el título—“las palabras de los sabios” viniendo del verso 17: “Inclina tu oído, y oye las palabras del sabio [los sabios], y aplica tu corazón a mi conocimiento; porque es una cosa placentera si las guardas dentro de ti; si todas ellas están listas en tus labios, para que tu confianza pueda estar en el SEÑOR; te las he hecho conocidas este día, incluso a ti. ¿No te he escrito cosas excelentes en consejos y conocimiento para que pudiera hacerte conocer la certeza de las palabras de verdad, para que pudieras traer de regreso las palabras de verdad a aquellos que te la envían?

Hay en realidad treinta partes en esta división, las cuales continúan a través de Proverbios 24:22. La frase “¿No te he escrito cosas excelentes…” (22:20) es traducida en muchas traducciones modernas como “No te he escrito treinta dichos”—verificando así la estructura de la sección.

Interesantemente, un documento egipcio antiguo en el Museo Británico es un paralelo de la División III de Proverbios. Es llamado la “Instrucción de Amen-em-opet.” Mientras la versión egipcia difiere en algunos aspectos de los Proverbios, no hay duda de que los dos documentos están relacionados. Y la versión egipcia está compuesta de treinta partes.

Mientras la fecha del texto egipcio es disputada, ella puede ir atrás a un tiempo antes de Salomón. Bien podría ser que el texto fue un producto del tiempo cuando José y los hijos de Zera estuvieron en Egipto documentando muchos de los dichos sabios del pasado. Está bien dentro de la razón que muchos de estos trabajos filosóficos tempranos de los israelitas (mientras estuvieron en Egipto) o de otros hombres sabios pudieron haber sido mantenidos por largos periodos de tiempo entre los egipcios. Esto significaría que el libro de Proverbios es verdaderamente una colección internacional de dichos sabios de un número de filósofos antiguos y sagas del pasado.

División IV: Esta sección comienza, “Estas cosas también son para el sabio [los sabios]” (24:23). Con únicamente doce versos (23-34), la división corta se enfoca en el trabajo y las relaciones interpersonales.

División V: Esta sección fue diseñada para mostrar cómo debería conducirse apropiadamente un rey. Ezequías, un rey justo de Judá en el siglo ocho a.C, estuvo resuelto a aprender la sabiduría de Salomón concerniente al liderazgo. Fue él quien ordenó a sus escribas recoger algunos de los proverbios más importantes de Salomón los cuales pertenecían a la regencia. El resultado es esta quinta división (25:1-29:27) la cual comienza, “Estos son también proverbios de Salomón los cuales copiaron los hombres de Ezequías rey de Judá:” Note cuan a menudo estos pasajes mencionan “rey,” “príncipe” o “gobernante”—mientras cubren como hacer juicios entre la gente y como ser sabio y honesto. La división termina con una advertencia para todos los gobernantes que tienen que rendir juicios: “Muchos buscan el favor del gobernante, pero cada juicio del hombre viene del SEÑOR.” (29:26).

División VI: Esta sección—capitulo 30—es el trabajo literario de una persona desconocida llamada Agur: “Las palabras de Agur el hijo de Jake,...” Un agnóstico, Agur tuvo gran dificultad en creer que existía un Dios amoroso y sabio—aunque fue obligado a admitir que Dios debe existir por las maravillas de la creación (versos 2-6).

Agur notó que el mundo animal parecía actuar de acuerdo a un orden definido, pero que la humanidad no. Los humanos eran altivos, robaban, estaban llenos de vanidad, sensualidad e idiotez. ¿Y a quien Agur consideró el más estúpido de todos? A él mismo: “ Ciertamente soy más como un animal que cualquier hombre, y no tengo el entendimiento de un hombre.” (verso 2). En angustia, es como si Agur estuviera preguntando, “¿Dónde está Dios en todo esto?” (verso 4, parafraseado). El capítulo (y división) termina sin que Agur encuentre la respuesta a su búsqueda. Su agnosticismo no fue curado, aunque supo que había un Dios.

División VII: La ultima división—capitulo 31—fue escrita por un rey desconocido llamado Lemuel: “Las palabras del rey Lemuel, la profecía la cual su madre le enseñó:” (31:1).

Este Lemuel—el cual algunos creen fue otro nombre para Salomón—llegó a estar tan perturbado con la vida al final de sus días que fue impulsado a beber (31:2-9). Esto bien podría describir a Salomón en sus años finales (Eclesiastés 12:1-7). Salomón culpó por su caída a sus muchas mujeres que tenía en su harem (Eclesiastés 7:26-29)—pero el problema fue que ellas eran del tipo incorrecto de mujeres para un gobernante justo de Israel. Si Lemuel es una clave para Salomón, esto podría ayudar a explicar por qué la última parte de esta división (22 versos en longitud) describe a la mujer perfecta y honesta—el tipo que Salomón nunca encontró (31:10-31).

Resumen: La razón primaria para que Dios inspirara la compilación del libro de Proverbios fue para mostrar como uno puede y debe “gobernar” su vida. Los Proverbios fueron arreglados por un gobernante mismo, el Rey Salomón. Si José fue el autor de la División I—y tal vez instrumental en componer la División III—él lo hizo así como un gobernante en Egipto. También, fue el rey Ezequías quien copió proverbios para ayudarle a mostrar justicia a su pueblo. Lemuel fue un rey, y Agur parece haber sido alguien en autoridad. El libro de Proverbios es ciertamente un libro diseñado para aquellos que gobiernan—o, más importantemente, para aquellos que desean gobernar sus propias vidas.