APENDICE M

(Tomado de la sección de comentarios y apéndices a “La Santa Biblia en Su orden original—Una versión fiel con comentario”, segunda edición.)

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Creencias y Doctrinas

de la Iglesia del Nuevo Testamento

 

Por

Fred R. Coulter

www.iglesiadedioscristianaybiblica.org

 

 

Prefacio

 

La Iglesia Apostólica del Nuevo Testamento, también conocida como la Iglesia de Dios Primitiva, creyó y practicó las verdaderas enseñanzas de Jesucristo y Sus apóstoles escogidos como están reveladas en la Santa Biblia − el Antiguo y Nuevo Testamento. La Iglesia de Dios del Nuevo Testamento nunca ha dejado de existir, aunque siempre ha sido un "pequeño rebaño" disperso, despreciado y odiado por el mundo y sus grandes organizaciones religiosas. El Nuevo Testamento registra muchas de las persecuciones que sufrieron los verdaderos creyentes de Jesucristo durante el tiempo de los apóstoles en las manos de los incrédulos judíos y romanos. Mas tarde, después de la muerte del apóstol Juan en el 100 d.C, una gran falsa iglesia Cristiana apóstata se levantó − 100 d.C-325 d.C. Esta continuó persiguiendo los hermanos de la verdadera Iglesia de Dios. Comenzando en el tiempo del Emperador romano Constantino, bajo las órdenes del emperador y los líderes de la iglesia apóstata − sus obispos y papas − el gobierno civil del imperio romano persiguió, mató y condujo a los verdaderos cristianos más allá de los límites del Imperio. Las historias escritas acerca de hermanos dispersos de la verdadera Iglesia de Dios preservada por los historiadores católicos y ortodoxos, se refieren a ellos como herejes, porque ellos constantemente rechazaron la autoridad eclesiástica usurpada de la iglesia romana y rehusaron creer o aceptar sus falsas enseñanzas y doctrinas paganas. En vez de esto, ellos siempre se rindieron a la autoridad de Dios el Padre, Jesucristo y la Palabra de Dios, creyendo y practicando las verdaderas doctrinas y enseñanzas de la Biblia. Las siguientes declaraciones doctrinales son las verdaderas enseñanzas y doctrinas bíblicas de la verdadera Iglesia de Dios del Antiguo y Nuevo Testamento, las cuales son las mismas enseñanzas y doctrinas escriturales que los apóstoles de Jesucristo enseñaron a la Iglesia de Dios primitiva y escribieron en el Nuevo Testamento. Hoy, la Iglesia de Dios Cristiana y Bíblica deriva todas sus enseñanzas y doctrinas de la Escrituras como lo hizo la Iglesia de Dios Primitiva del Nuevo Testamento. Estas declaraciones están diseñadas para dar un breve resumen de cada creencia doctrinal y no pretenden ser un exhaustivo tratado. Las referencias Escriturales que siguen cada declaración no son un listado completo de las muchas Escrituras que soportan estas doctrinas.

 

Creencias y Doctrinas de

la Iglesia del Nuevo Testamento

 

Las verdaderas enseñanzas y doctrinas de Jesucristo

y Sus apóstoles como están reveladas en la Santa Biblia

 

La Naturaleza de Dios

 

La Familia Dios

 

Dios - La palabra en Hebreo es Elohim, un sustantivo plural que inherentemente significa más de uno - es una Familia santa de Seres inteligentes compuestos de espíritu. La Familia Dios es eterna y todopoderosa. La Familia Dios es perfecta en amor, propósito y carácter. La Familia Dios es la Dadora de la Ley, Creadora y Sostenedora de toda sustancia y vida, y mantiene y controla todo el universo. Las escrituras revelan que la Familia Dios creó a la humanidad “conforme a Su imagen y conforme a Su semejanza”. Por tanto, Dios es la realidad de la "imagen y semejanza" del cual el hombre fue creado. La Familia Dios consiste actualmente de Dios el Padre y Dios el Hijo. Estos dos miembros de la Familia Dios tienen la misma forma, o "imagen y semejanza", la cual le han dado a los seres humanos, aunque están compuestos de espíritu. Uno de Sus propósitos es incrementar la Familia Dios. De acuerdo a este plan y propósito, Ellos compartirán Su existencia espiritual eterna y Su vasta creación con aquellos seres humanos quienes serán nacidos de nuevo por la resurrección de los muertos dentro de la Familia Dios, heredando Su magnifico amor, gloria y poder como hijos e hijas de Dios por toda la eternidad.

 

Referencias Escriturales:

 

Génesis 1:26

Efesios 3:9-21

1 Juan 4:8

Daniel 7:9-10

Efesios  1:3-5,9-10

Apocalipsis 1:14-16

Colosenses 1:12-27

Juan 4:24

Salmos 19:1-7

Salmos 8:1-6

Isaías 40:12-28; 57-15

Romanos 1:20

Dios el Padre

 

Dios el Padre es el Ser Espiritual divino, glorioso y supremo Quien es el Legislador Soberano del universo. Dios el Padre realiza Su voluntad a través del poder de Su Espíritu Santo. Dios el Padre, Quien tiene todo el poder y toda autoridad, es amor. El tiene  carácter Santo, perfecto y es lleno de gracia y misericordia. Dios el Padre es más grande que Su Hijo Jesucristo pero comparte todo lo que tiene con El. Dios el Padre envió a Su Hijo Jesucristo, para revelar Su amor y gracia y Su magnifico Plan para toda la humanidad. Dios el Padre llama directamente a cada individuo a la salvación, otorga arrepentimiento, y engendra con el Espíritu Santo, para que el individuo llegue a ser un hijo de Dios el Padre. Dios el Padre personalmente ama a cada uno que El llama y esta directamente envuelto en la vida de cada individuo, continuamente impartiendo Su amor, gracia, misericordia y bendiciones para que el o ella puedan desarrollar Su carácter justo, amoroso y perfecto. El personalmente escucha y responde las oraciones de todos Sus hijos engendrados.

 

Referencias Escriturales:

 

 I Juan 4:8,16

Juan  6:44

Juan  8:16-18

Juan 1:1-2,17-18

Juan 14:28

Efesios 3:14-19

Juan 16:27

Hebreos 1:1-2, 2:3-9

Efesios  4:4-6

Mateo 11:27

I Corintios 15:24-28

Apocalipsis 21:22

 

Dios el Hijo, Jesucristo de Nazaret

 

Antes de Su nacimiento humano, el Elohim de la Familia Dios Quien llegó a ser el Hijo, eternamente existió con el Elohim de la Familia Dios Quien llegó a ser el Padre. Todas las cosas fueron creadas por Dios el Padre a través de Dios el Hijo. El Hijo es revelado en el Antiguo Testamento como el Señor Dios Dador de la Ley y en el Nuevo Testamento como La Palabra de Dios. Para llegar a ser el Salvador de toda la humanidad, voluntariamente se despojó a sí mismo de Su posición en la Familia Dios, renunciando a Su majestad, gloria y poder para convertirse en un ser humano de carne y hueso, nacido de la virgen María, y engendrado de Dios el Padre, Quien indicó que fuese llamado Jesús. Su nombre completo en el Nuevo Pacto es Jesucristo de Nazaret. Como ser humano teniendo carne humana pecaminosa, estuvo sujeto a las mismas tentaciones de todo ser humano, pero nunca pecó. Como el perfecto Cordero de Dios, se entregó a si mismo para ser el sacrificio único y especial de Dios el Padre a través de la crucifixión como expiación por los pecados de toda la humanidad. Después de estar muerto en la tumba por 3 días y 3 noches, resucitó a vida eterna a través del poder de Dios el Padre, llegando a ser el Primogénito de entre los muertos. Nuevamente fue investido de toda la naturaleza divina y el poder de la Familia Dios. Subió al cielo para sentarse a la mano derecha de Dios el Padre como Sumo Sacerdote de la humanidad, abogado e intercesor y cabeza de Su Iglesia. Jesucristo regresará a la tierra en el poder y gloria de Su Padre para establecer el reino y gobierno de Dios en la tierra. Como Rey de Reyes y Señor de Señores, El regirá la tierra por siempre con Sus hermanos y hermanas, los hijos de Dios el Padre. (Ver La Salvación, La naturaleza de la humanidad y Las Resurrecciones).

 

Referencias Escriturales

 

Juan 1:1-3

Filipenses 2:6-11

Efesios 1:6-23

Hebreos 2:9-14

Hebreos 4:14-16

Hebreos 5:7-9

Romanos 8:3,29

Apocalipsis 1:5, 13-16

Apocalipsis 5:9-10

Romanos 5:8

Juan 3:16

Juan 17:1-26

1 Juan 2:1-2

Apocalipsis 13:8

Colosenses 1:14-20

 

La Naturaleza de la Humanidad

 

El Elohim de la Familia Dios Quien después llego a ser Jesucristo personalmente creó a Adán y Eva con sus propias manos. Él los hizo a la imagen y semejanza de Dios, o Elohim, pero un poco menor que Dios. Los seres humanos son hechos de carne y sangre y no tienen inmortalidad inherente. (Ver Salvación) Sin embargo, en la creación Dios le dio al cerebro humano un espíritu llamado el “espíritu del hombre”. Esta dimensión espiritual en el cerebro humano imparte poder de razonamiento e intelecto y le da a los seres humanos la capacidad de pensar, hablar, aprender, escribir, planear, idear, construir, controlar, enseñar, adorar, crear carácter, y, experimentar cada emoción. Dios hizo al hombre y la mujer con la capacidad de expresar amor íntimo y personal por el otro como esposo y esposa, y por medio de esta unión física, procrear hijos según su especie, formando familias, clanes, tribus y naciones. Adán y Eva fueron creados sin pecado pero con una naturaleza que estaba sujeta a tentación Dios les dio libertad de escoger entre obediencia y vida, o desobediencia y muerte. Después que ellos pecaron por comer del árbol del conocimiento del bien y el mal, Dios los sentenció a sufrir el dolor y el lamento de vivir con una naturaleza pecadora y finalmente cosechar la pena de muerte. Esta pena de muerte fue pasada a toda la humanidad por la herencia física de la naturaleza humana pecadora. La naturaleza humana es inherentemente y naturalmente hostil a Dios y no esta sujeta a las leyes y mandamientos de El. Desde el nacimiento, la naturaleza humana es una mezcla de bien y mal. Cuando una persona muere, los pensamientos conscientes terminan. El cuerpo regresa al polvo de la tierra, y el espíritu del hombre regresa a Dios. Solamente por medio de la gracia de Dios el Padre y el plan misericordioso de salvación a través de Jesucristo es posible para una persona ser rescatada y salvada de su naturaleza pecaminosa de muerte. El último propósito de Dios para cada ser humano es la completa reconciliación con Dios el Padre por medio de Jesucristo para formar parte de la Familia de Dios como un hijo o hija literal Suyo, compartiendo la misma existencia eterna como Dios. (Vea las siguientes secciones: El Espíritu Santo, La Salvación y Las Resurrecciones)

 

Referencias Escriturales

 

Génesis 1:26-27

Salmos 8:3-6

Zacarías 12:1

Génesis 2:7-25, 3:1-19

1 Corintios 2:11

Ezequiel 18:4,20

Marcos 7:21-22

Romanos 8:7-8

Hebreos 9:27

Eclesiastés 3:19-21

1 Corintios 15:21-22,44-56

Apocalipsis 21:7

1 Juan 3:1-3

Filipenses 3:21

 

 

El amor de Dios

 

El amor de Dios hacia nosotros

 

El amor de Dios es revelado en que la Familia Dios creó la humanidad a Su imagen y semejanza y le dio dominio sobre toda la tierra, la cual Ellos generosamente habían creado para el hombre. El profundo amor espiritual de Dios el Padre es totalmente manifestado a la humanidad por medio de Su Plan como es revelado en el Nuevo Testamento en la vida, muerte y resurrección de Su Hijo Jesucristo. En Su amor supremo, Dios el Padre le ofrece a cada ser humano la oportunidad de nacer dentro de la Familia Dios a través de la resurrección de la muerte llegando a ser un hijo  literal de Dios el Padre, con la misma forma y composición espiritual como Dios el Padre y Dios el Hijo. La reconciliación y el amor de Dios ahora esta siendo extendida a aquellos a quien El está llamando y será extendida a toda la humanidad de acuerdo a Su Plan. El amor de Dios el Padre es manifestado hacia aquellos a quienes El ha llamado ahora por Su gracia y misericordia otorgada diariamente a través de Jesucristo, Su continua intervención y bendiciones, y el cuidado con el cual El los corrige.

 

Referencias Escriturales

 

Deuteronomio 4:37

Juan 3:16

Romanos 5:7-8

1 Juan 3:1

Salmos 145:8

1 Juan 4:8-10,16

Hebreos 12:6

Juan 16:27; 14:21

Efesios 2:4-10

 

Nuestro amor hacia Dios

Nosotros amamos a Dios porque Él nos amó primero. Nuestro amor hacia Dios es el resultado del llamamiento de Dios el Padre por medio del poder del Espíritu Santo, el cual abre nuestra mente para entender la grandeza y la bondad del amor de Dios y lo corrupto de nuestra propia naturaleza. Dios el Padre nos dirige a un genuino arrepentimiento y aceptación del sacrificio y la sangre de Jesucristo para el perdón de nuestros pecados. Nosotros manifestamos nuestro arrepentimiento y nuestra fe en Jesucristo siendo bautizados en agua, simbólicamente sepultando el viejo yo en la muerte de Jesucristo y levantándose a caminar en una vida nueva. A través de la imposición de manos, el don del Espíritu Santo nos es dado como un engendramiento espiritual de Dios el Padre, impartiendo el amor de Dios en nuestros corazones. La capacidad para amar verdaderamente a Dios viene a través de Su Espíritu dentro de nosotros. Nosotros tenemos que amar a Dios el Padre y a Jesucristo con todo nuestro corazón, toda nuestra mente, toda nuestra alma, todas nuestras fuerzas y todo nuestro ser. Jesús dijo que cualquiera que no ame a Dios mas que a los otros no es merecedor de Él. Nuestro amor y completa devoción a Dios el Padre y a Jesucristo son manifestados por la voluntad de vivir por cada Palabra de Dios y guardar todos Sus mandamientos.

 

Referencias Escriturales

 

1 Juan 4:16-19; 5:2-3

Mateo 22:37-38

Efesios 5:1-2

Romanos 5:5

1 Juan 2:5,15

2 Juan 6

Juan 14:15-24

Gálatas 5:22

Salmos 97:10

Deuteronomio 6:5

Deuteronomio 13:3

Mateo 10:37-38

 

Nuestro amor hacia los hermanos

 

Los cristianos han de tener un amor especial el uno hacia el otro porque Dios el Padre y Jesucristo han individualmente llamado y personalmente amado a cada uno. Como hijos engendrados de Dios, con el Espíritu Santo derramado en sus corazones, todos los verdaderos cristianos comparten un compañerismo especial con Dios el Padre y Jesucristo. Este compañerismo es el fundamento del nuevo mandamiento que Jesús dio a Sus discípulos para “amarse unos a otros como Yo los he amado.” Este verdadero amor cristiano es una señal por la cual la gente puede reconocer a los  seguidores de Jesucristo.

 

Referencias Escriturales

 

Juan 13:34-35

Juan 15:9-10

1 Juan 3:16-17

1 Juan 2:6-11; 5:1-2

1 Juan 4:19-21

2 Juan 4-6

 

La Santa Biblia

 

La Santa Biblia es la Palabra de Dios. Dios inspiró directamente a Sus siervos escogidos por el poder de Su Santo Espíritu para registrar las Escrituras para toda la humanidad. La Santa Biblia consiste del Antiguo y Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento fue escrito en el lenguaje Hebreo y preservado por los Masoretas, los Levitas quienes fueron nombrados por Esdras como los guardianes oficiales del Antiguo Testamento. El Nuevo Testamento fue escrito y preservado en el lenguaje Griego Koiné  por los apóstoles originales de Jesucristo. El apóstol Juan completó el Nuevo Testamento justo antes de su muerte, escribiendo el libro de Apocalipsis como el libro final de la Biblia. Dios ha preservado el texto del Nuevo Testamento a través de la iglesia griego parlante. Llamado el texto bizantino, este era el texto oficial de la iglesia Griego parlante, después de los días de los apóstoles, desde el 312 al 1453 d.C. Este texto también conocido como el texto Stephens de 1550, fue usado para traducir el Nuevo Testamento al inglés para la versión KJV en 1611.

  La Santa Biblia contiene información vital espiritual revelada por Dios, la cual el hombre no puede descubrir por si mismo. También registra el esquema esencial de la historia desde le comienzo de la creación hasta Abraham, desde Abraham hasta el nacimiento de Jesucristo, y desde el nacimiento de Jesucristo hasta el final de la era apostólica en el 100 d.C aproximadamente. El libro de Apocalipsis revela eventos mayores profetizados que tomaran lugar desde el final de la era apostólica hasta la venida de Jesucristo y el establecimiento del reino de Dios en la tierra.

La Biblia es el fundamento del verdadero conocimiento, impartiendo el entendimiento de la salvación por medio de Jesucristo y mostrando a la humanidad cómo vivir el camino de vida de Dios en la letra y el espíritu de Su ley. El verdadero cristianismo se fundamenta en la Palabra de Dios y se aplica al cristiano individual y a la Iglesia.

 

Referencias Escriturales

 

2 Timoteo 3:16-17

2 Pedro 1:20-21

Deuteronomio 8:3

Salmos 111:7-10

Salmos 119

Salmos 12:6; 19:7-9

Proverbios 30:5

Mateo 1:1-17; 4:4

Gálatas 1:8-12

Efesios 2:19-20

Lucas 4:4

Apocalipsis 1:1-3; 22:18-19

Juan 6:63

2 Timoteo 1:9-14

1 Corintios 14:37

 

Leyes y Mandamientos de Dios

 

La Naturaleza de las Leyes de Dios

 

Las leyes y mandamientos de Dios revelados en el Antiguo y el Nuevo Testamento son un conjunto de principios santos y perfectos basados en el amor de Dios. Las leyes y mandamientos de Dios están diseñados para enseñar al hombre cómo amar y adorar a Dios, y cómo amar a su prójimo. Dios ha hecho conocer Sus leyes y mandamientos al mundo desde el comienzo y requiere que toda la humanidad los guarde. Las leyes y mandamientos de Dios definen qué es pecado y donde no hay ley no hay pecado. Nadie podría ser contado como un pecador, o estar bajo pecado si Dios no hubiera requerido a todas las personas del mundo, guardar Sus leyes y mandamientos. La Escrituras muestran que Dios juzga a todas las naciones de acuerdo a su obediencia o desobediencia a Sus leyes, trayendo bendiciones para la obediencia y maldiciones para la desobediencia o pecado. Por el pecado y la maldad en el tiempo de Noé, Dios destruyó el mundo con el Diluvio. Los hombres de Sodoma y Gomorra fueron destruidos porque ellos eran pecadores delante Dios. Los Ninivitas fueron una nación gentil que no estaba en pacto con Dios, pero Dios les advirtió a través de Su profeta Jonás de Su inminente juicio por sus pecados. Los habitantes de la tierra de Canaán fueron expulsados por sus pecados religiosos y sexuales. El pueblo de Israel, nación escogida de Dios, también pecó gravemente contra Dios y fueron enviados a cautividad. A través del pecado y desobediencia a las leyes y mandamientos de Dios,   el mundo es culpable delante de Él. Generación tras generación se ha rendido a la maldad de la naturaleza humana y ha fallado totalmente de cumplir aun los mínimos requerimientos de la letra de la ley.

Mientras que Dios ha requerido siempre que la humanidad guarde Sus leyes y mandamientos en la letra de la ley, El desea que cada ser humano aprenda a adorarle en el espíritu de la ley. El propósito espiritual de las leyes de Dios es que cada persona aprenda a amar a Dios con todo su corazón, mente, alma, ser y fuerza; y a amar a su prójimo como a sí mismo. Las Escrituras revelan que la obediencia a las leyes de Dios en el espíritu es una condición para recibir la vida eterna. Sólo a través del regalo del Espíritu Santo es posible esta obediencia. A través del poder del Espíritu Santo, cada cristiano puede tener las leyes y mandamientos de Dios escritas en su corazón y mente y puede aprender a caminar diariamente en la obediencia espiritual que Dios desea. Las leyes y mandamientos de Dios no son contrarios a la gracia y fe sino que son verdaderamente establecidos por la fe.

 

Referencias Escriturales

 

Génesis 3:11-13; 4:7-11

Génesis 6:5-13; 15:16

Levíticos 18:5

Jeremías 18:7-10

Ezequiel 20:11, 13,21

Proverbios 4:4

Deuteronomio  28:1-13

Deuteronomio 4:1-13; 6:1-4

Gálatas 3:11

Romanos 10:5

Romanos  3:9-22; 4:13-16

Salmos 119

Mateo 22:36-40

Salmos 19:1-7

Salmos 111:10

Juan 14:15-24

Romanos 2:11-13

1 Juan 2:4-6

Mateo 4:4

Apocalipsis 14:12

1 Juan 3:4

Mateo 5:17-20

1 Juan  5:2-3

2 Timoteo 3:16

Hebreos 8:10-12; 10:16-22

Apocalipsis 12:17; 22:14

Isaías 42:21

 

 

Los Diez Mandamientos

 

Los Diez Mandamientos hablados por Dios a Israel, son el fundamento de todas las leyes de Dios. Ellos han estado en efecto desde el principio de la humanidad, más de 3,000 años antes de su pronunciación en el monte Sinaí. Su forma escrita es la totalidad de las leyes espirituales las cuales funcionan en todo tiempo, aunque la persona las conozca o no. La obediencia a estos mandamientos trae bendiciones, y la desobediencia trae maldiciones. Los Diez Mandamientos nos enseñan como expresar el amor hacia Dios y hacia nuestro semejante. Los mandamientos tienen que ser obedecidos como una condición para recibir la vida eterna.

 

Referencias Escriturales

 

Éxodo 20:1-17

Deuteronomio 5:6-21

Deuteronomio 30:15-20

Mateo 19:16-22

Romanos 7:7-14

Mateo 22:36-40

1 Juan 3:22-24

Romanos 13:8-10

2 Juan 6-10

 

El Día de Reposo Semanal

 

El día de Reposo semanal, conocido como Sábado hoy, es el séptimo día de la semana. En el principio, el día de Reposo fue hecho por Dios. El bendijo y santificó  el séptimo día en la creación como un día especial para descanso y compañerismo con El. El día de Reposo es un memorial de la creación y fue hecho para toda la humanidad. Este fue el día ordenado de adoración semanal durante 3,000 años antes que los Diez Mandamientos fueran dados a Israel. El Cuarto mandamiento es un recordatorio para observar y guardar santo el día de Reposo.

Como el Señor Dios del Antiguo Testamento, Jesucristo creó el día de Reposo descansando en el mismísimo primer séptimo día y lo bendijo y santificó. En el Nuevo Testamento, Jesucristo proclamó que Él es Señor del día sábado. Durante Su ministerio en la tierra, Jesús reafirmó la santidad del día de Reposo y enseñó como observarlo correctamente. Jesucristo mismo mostró con Su ejemplo que es correcto hacer en el día de Reposo, además de descansar de una labor física y negocios seculares. Los apóstoles de Jesucristo y la iglesia primitiva del Nuevo Testamento observaban el sábado y enseñaron a los Cristianos Gentiles que lo guardaran.

Guardar el Reposo del séptimo día es una señal especial del pacto entre Dios y Su pueblo. Dios manda que éste sea observado desde el ocaso del viernes al ocaso del sábado. Durante este tiempo sagrado, los cristianos están obligados a descansar de sus labores y congregarse para adorar a Dios y recibir instrucción de Su Palabra. Guardar el Reposo del séptimo día es esencial para la salvación y para la verdadera comunión con Dios el Padre y Jesucristo.

 

Referencias Escriturales

 

Génesis 2:1-3

Marcos 2:27-28

Éxodo 20:8-10

Éxodo 31:13-17

Isaías 58:13-14

Isaías 56:1-7

Isaías 66:23

Ezequiel 20:12,20

Levíticos 23:1-3

Lucas 4:4

Hechos13:42-44

Hechos 17:2

Hechos18:4,11

Hechos 19:8-10

Hebreos 4:4-10

 

Las Fiestas anuales y Días Santos

 

Las Escrituras enseñan que hay siete fiestas anuales y días santos las cuáles fueron ordenadas por Dios para que sean observados como convocaciones especiales. Estas fiestas y días santos representan el plan de salvación de Dios para la humanidad. La observancia de estas convocaciones santas es una señal entre Dios y Su pueblo. Las fiestas anuales de Dios y los días santos fueron observados por Su pueblo durante los tiempos del Antiguo Testamento. En el Nuevo Testamento, el ministerio completo de Jesucristo estuvo centrado alrededor del significado espiritual de estos días santos. La iglesia apostólica del Nuevo Testamento observaba fielmente estas fiestas anuales y días santos. La Escrituras revelan que ellas serán observadas por toda la humanidad después de la venida de Jesucristo.

Los días santos son días de Reposo anuales que pueden caer en cualquier día de la semana (menos Pentecostés, que siempre cae en domingo). Cuando un día santo cae en un día de Reposo semanal, la observancia especial del día santo anual toma precedencia. Las fiestas y días santos de Dios son guardados de ocaso a ocaso, conforme al calendario hebreo calculado y preservado por los Judíos Levitas. Las siete fiestas anuales y días santos son los siguientes:

 

Fiesta o Día Santo

Fecha ordenada de observancia bíblica

1) La Pascua

El día 14 del primer mes*

2) Panes sin levadura (7 días)

Del 15 al 21 del primer mes (El día 15 y 21 son días santos)

3) Pentecostés

Contado anualmente**

4) Trompetas

Primer día del séptimo mes

5) Expiación

El día 10 del séptimo mes

6) Tabernáculos (7 días)

Días 15 hasta el 21 del séptimo mes (El 15 es un día santo)

7) El último gran día

Día 22 de séptimo mes (día santo)

* No es un día santo

** 50 días son contados, empezando con el primer día de la semana durante la Fiesta de Panes Sin Levadura. La fiesta siempre es observada en el día 50, y siempre cae en el primer día de la semana.

Referencias Escriturales

Levíticos 23

Éxodo 23:14-17; 31:13

Éxodo 12:1-20

Juan 7:37

Mateo 26:17-18

1 Corintios 5:7-8

Hechos 2:1

Hechos 18:21

Hechos 20:16

1 Corintios16:8

Zacarías 14:16-19

Isaías 66:23

El Pecado

El pecado es la transgresión de las leyes santas y mandamientos de Dios, ya sea en la letra o en el espíritu de la ley. Por tanto, el pecado es ilegalidad o anti-ley. El pecado también es la corrupción de la conciencia de una persona. Cuando una persona sabe hacer el bien y no lo hace, esto es pecado. La pena final por el pecado es la muerte eterna. Con un arrepentimiento profundo y sincero hacia Dios, los pecados de uno serán perdonados por fe en la sangre y sacrificio de Jesucristo por el pago de aquellos pecados a través de la misericordia de Dios el Padre. El único pecado imperdonable es la transgresión persistente, consciente y voluntaria de los mandamientos y leyes de Dios. Este pecado no puede ser perdonado porque es rechazo voluntario de la salvación de Dios, rechazo voluntario y blasfemia contra el Espíritu Santo de Dios el Padre, y desprecio del sacrificio de Jesucristo como algo impío. La blasfemia contra el Espíritu Santo es el pecado de condenar las obras de Dios el Padre, logradas a través del poder de Su Santo Espíritu, y atribuir tales obras a Satanás el diablo. Cuando una persona ha cometido el pecado imperdonable, su consciencia es cauterizada con un hierro caliente, y es imposible ser redargüido por el Espíritu Santo y ser llevado a arrepentimiento. El juicio de Dios para el pecado imperdonable es la segunda muerte, o muerte eterna, de la cual no hay resurrección.

 

Referencias Escriturales

 

1 Juan 3:4

Romanos 7:12-14

1 Juan 1:5; 2:2

Hechos 2:38

Efesios 1:7

Efesios 2:1-10

1 Juan 5:17

Santiago 2:10-11; 4:12

Gálatas 5:19-21

Romanos 6:23

Romanos 14:23

Hechos 3:19

Mateo 12:31-32

Hebreos 6:4-6

Gálatas 1:8-9

Hebreos 10:26-27

Apocalipsis 20:14-15

Apocalipsis 21:8

 

El Espíritu Santo

 

El Espíritu Santo no es una persona o un tercer miembro de una tal Trinidad. Es el poder por el cual Dios el Padre y Dios el Hijo cumplen Su voluntad. La impregnación del Espíritu Santo de Dios el Padre como un engendramiento espiritual es otorgado libremente a cada creyente que se arrepiente de los pecados, se bautiza por inmersión y se le imponen las manos. Este engendramiento del Espíritu Santo es la ganancia y seguridad de la promesa de la vida eterna a través de Jesucristo. Es el poder de Dios el cual hace a cada hijo engendrado por El, un participe de la naturaleza divina e imparte la habilidad para desarrollar el amor de Dios. Los frutos del Espíritu Santo son: amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio. El Espíritu Santo imparte a cada individuo el poder para vivir conforme a la voluntad de Dios y vencer las tentaciones de la naturaleza humana, del mundo, y de Satanás. Conforme el creyente engendrado espiritualmente busque servir y obedecer a Dios el Padre y a Jesucristo, el Espíritu Santo lo dirige a toda la Verdad que está contenida en la Palabra de Dios y que es esencial para la salvación.

 

Referencial Escriturales

 

Génesis 1:2

Hechos 2:38

Juan 14:16, 26

Romanos 8:9-14

1 Corintios 2:9-10

Hechos 8:15-17; 19:6

Gálatas 5:22-23

2 Timoteo1:6-7

Efesios 1:13-14

2 Corintios 1:21-22

Isaías 55:1-3

Juan 7:37-39

1 Juan 3:9-11

1 Juan 4:4-8

2 Pedro1:1-11

 

La Gracia de Dios

 

La gracia es un don gratuito e inmerecido de parte de Dios el Padre por medio de Jesucristo. La gracia de Dios es la máxima expresión del amor de Dios el Padre y Su misericordia. La gracia es más que el perdón de los pecados. Estar bajo la gracia significa estar recibiendo continuamente el amor divino de Dios, Su favor, bendición, cuidado, ayuda, buena voluntad, beneficios, dones y bondad. Dios el Padre es la fuente de donde viene la gracia hacía el creyente. El ÚNICO MEDIO por el cuál la gracia es otorgada al creyente es por medio del nacimiento, vida, crucifixión, muerte y resurrección de Jesucristo, como el perfecto sacrificio de Dios el Padre. El creyente entra en la gracia de Dios por medio de la fe en el sacrificio de Jesucristo para el perdón de sus pecados. Dios el Padre otorga Su gracia a cada creyente cuando se arrepiente de sus pecados y es bautizado por inmersión, lo cual es la manifestación externa del arrepentimiento. Por medio de la gracia, los pecados del creyente son perdonados y la justicia de Jesucristo le es imputada.

La gracia de Dios establece una nueva relación espiritual entre el creyente y Dios el Padre y Jesucristo. A través del don inmerecido y no ganado de la gracia, el creyente no es solamente escogido, llamado, perdonado y aceptado  por Dios el Padre a través de Su amado Hijo sino que también es engendrado con el Espíritu Santo, haciéndolo un hijo de Dios y un heredero de la vida eterna. Desde este punto, el creyente engendrado espiritualmente comienza una nueva vida bajo gracia. La gracia no otorga licencia para practicar el pecado ignorando o rechazando los mandamientos de Dios. Solamente aquellos que guardan Sus mandamientos pueden permanecer en Su amor y bajo Su gracia. Cada creyente que recibe la gracia de Dios tiene una obligación personal con Dios el Padre y Jesucristo de abandonar sus antiguos pensamientos y prácticas pecaminosas y vivir una nueva vida, creciendo diariamente en la gracia y conocimiento de Jesucristo. Para cada creyente que vive bajo la gracia, Jesucristo actúa como Redentor, Sumo Sacerdote y Abogado. Si el creyente comete pecado, Él intercede delante del Padre para obtener Su misericordia y gracia. La gracia de Dios, la cual viene a través de Jesucristo, guarda al creyente arrepentido en un continuo estado de inocencia y pureza.

 

Referencias Escriturales

 

Efesios 2:4-10, 4:7

1 Juan 3:6-8

Romanos 5:1-11; 15-18

Romanos 3:22-25; 2:4

Gálatas 2:20

Romanos 4:1-13

Salmos 103:2-4

Gálatas 1:15

Gálatas 5:1-4

Isaías 55:6-7

Judas 4, 21

Génesis 6:8

2 Timoteo 1:9

1 Corintios 15:10

Romanos 11:5-6

Efesios 1:3-9

Efesios 3:1-21

1 Pedro 5:10

 

El Arrepentimiento

 

El arrepentimiento es remordimiento completo y dolor por los pecados personales, los cuales son las transgresiones de las leyes y mandamientos de Dios. El arrepentimiento es el primer paso en la reconciliación con Dios el Padre y Jesucristo. El verdadero arrepentimiento empieza cuando Dios el Padre abre la mente de una persona para que entienda que es un pecador contra Dios el Padre, y que sus propios pecados tuvieron parte en la crucifixión de Jesucristo. La gracia de Dios el Padre dirige a cada pecador al arrepentimiento. El arrepentimiento mueve al pecador a confesar sus pecados a Dios el Padre y a pedir perdón y remisión por esos pecados por medio de la sangre de Jesucristo. El arrepentimiento verdadero, profundo y piadoso produce un cambio profundo en la mente y actitud de una persona, llamado conversión, el cuál resultará en el deseo continuo de vivir por cada Palabra de Dios. La persona  verdaderamente arrepentida dejará sus pensamientos malos y prácticas impías y buscará someter su vida a la voluntad de Dios como es revelada en la Santa Biblia y como es dirigido por el Espíritu Santo. El arrepentimiento y confesión de los pecados es  un proceso progresivo en el crecimiento espiritual hacia la perfección en Jesucristo.

 

Referencias Escriturales

 

Romanos 2:4

Hechos 2:37-38

Lucas 24: 47

2 Corintios 5:17

Romanos 8:5-9

2 Corintios 7:9-11

Hechos 3:19

Jeremías 17:5-9

Marcos 1:15

Lucas 13:3,5

2 Timoteo 2:25

Salmos 51

Hechos 11:18

1 Juan 1:6, 2:2

Juan 6:44-45

 

El Bautismo en Agua

    

Con un genuino y piadoso arrepentimiento y aceptación de Jesucristo como Salvador personal, el creyente debe ser bautizado por inmersión completa en agua para el perdón de sus pecados. El bautismo en agua simboliza la muerte y entierro de cada creyente arrepentido - una unión espiritual en la muerte de Jesucristo. Por medio de esta muerte bautismal, el creyente llega a ser participe de la crucifixión y muerte de Jesucristo, y Su sangre es aplicada como pago completo por sus pecados. Subir del agua simboliza estar unido en la resurrección de Jesucristo. Cuando el creyente sale del sepulcro de agua, se levanta en novedad de vida. Para poder ser una nueva persona, cada creyente bautizado debe ser engendrado con el Espíritu Santo a través de la imposición de manos. El creyente es entonces dirigido por el Espíritu Santo para caminar en obediencia amorosa a Dios el Padre y fe en Jesucristo.

 

Referencias Escriturales

 

Hechos 2:38

Mateo 3:13-16

Mateo 28:19-20

Colosenses 2:12

Hechos 8:12-17

Romanos 6:3-13

 

La Justificación

    

La justificación es dada gratuitamente al creyente que se ha arrepentido y que es llamado por Dios el Padre por medio del sacrificio de Jesucristo. La justificación toma lugar cuando los pecados del creyente son removidos por la sangre de Jesucristo y es puesto en una relación correcta con Dios el Padre. Para recibir el don de justificación, una persona debe arrepentirse a Dios el Padre, creer en el sacrificio y sangre de Jesucristo para la remisión de los pecados, y ser bautizado por inmersión. El creyente entonces es limpiado del pecado y está sin condenación, poniéndolo en una relación correcta con Dios el Padre. Este estado de justificación es llamado el “don de justicia” porque Dios el Padre gratuitamente le imputa al creyente la justicia de Jesucristo.

 

Referencias Escriturales

 

Romanos 2: 13

Romanos 4:5-8, 24-25

Romanos 5:1-10, 17-21

Romanos  3: 24-31

1 Corintios 6: 11

Romanos 8: 28-30

 

La Justicia

 

La Justicia de la Ley

 

Dios es ambos Creador y Legislador. Cuando Dios hizo la humanidad, estableció también leyes justas que gobiernan la relación del hombre con Él y con su prójimo. Las leyes de Dios definen una línea clara entre las acciones que son buenas y justas a los ojos de Él como opuestas a los actos que son malignos y pecaminosos. Sin las leyes de Dios no habría pecado. Las Escrituras declaran que "donde no hay ley no hay pecado... porque por la ley es el conocimiento del pecado". Los registros bíblicos de los pecados de Adán y Eva, y de las naciones que descendieron de ellos, evidencian que las leyes de Dios han sido obligatorias para la humanidad desde el principio.

En los tiempos del Antiguo Testamento, un hombre o una mujer que guardaba los mandamientos de Dios, cumpliendo con los requisitos en la letra de la ley, era considerado justo delante de Dios. Este tipo de justicia, el cual era ganado por hacer las obras de la ley, trajo muchas bendiciones físicas y materiales de Dios - salud y prosperidad, liberación de los enemigos, paz y larga vida. Cuando Dios pactó con Israel, Él proclamó por medio de Moisés que aquellos que guardaran Sus leyes y mandamientos “vivirán en ellos” porque ellos serían salvados del castigo y maldiciones que fueran asignadas a los que las romperían - incluyendo muerte por pena capital.

Aunque la justicia de la ley resultó en muchas bendiciones para los obedientes, cumpliendo la letra de la ley no pudo ganarles salvación eterna. La promesa de salvación y vida eterna es el don gratuito e inmerecido de Dios y es ofrecido solamente por la justicia de fe. La justicia requerida de la letra de la ley era una "maestra" o tutora para señalar el pecado y debilidad de la naturaleza humana y definir la necesidad de una justicia mayor - la justicia de fe.

 

Referencias Escriturales

 

Génesis 3:11-13; 4:7-11

Génesis 6:5-13; 15:16

Levíticos 18:5

Jeremías18:7-10

Ezequiel 20:11,13,21

Proverbios  4:4

Deuteronomio 28:1-13

Deuteronomio 4:1-13; 6:1-4

Gálatas 3:11

Romanos 10:5

Romanos 3:9-22; 4:13-16

Romanos 2:11-13

 

La Justicia de Fe

 

La justicia de fe es el regalo de justicia que el creyente recibe por medio de la abundancia de la gracia del Padre. Es llamada “la justicia de fe” porque solamente por medio de la fe en Jesucristo es posible participar de Su justicia. Cuando un creyente es justificado por fe en Jesucristo y recibe el don del Espíritu Santo como un engendramiento de Dios el Padre, El le da al creyente la mismísima justicia de Jesucristo para que “la gracia reine a través de la justicia en vida eterna, a través de Jesucristo.” Esta justicia imputada es el regalo de Dios por medio de la fe en Jesucristo y no puede ser ganada por hacer las obras de la ley. La justicia de Jesucristo, la cuál es atribuida al creyente por Dios el Padre, excede por mucho la justicia requerida por la letra de la ley. En Su justicia perfecta, Jesucristo no solamente observó la letra de la ley sino que también cumplió cada uno de los mandamientos de Su Padre en el completo espíritu de la ley. Su obediencia espiritual fue tan perfecta, pura y sincera que siempre hizo aquellas cosas que agradaban a Dios el Padre. Esta justicia perfecta fue realizada por medio del poder del Espíritu Santo, el cual Él recibió sin medida del Padre.

Con Su ejemplo personal y enseñanzas, Jesús magnificó las leyes y mandamientos de Dios y reveló enteramente su intención y significado. Él mostró que el espíritu de la ley no anula la letra de la ley sino que requiere una obediencia espiritual más completa. Esta obediencia espiritual está mas allá de la capacidad de la mente natural y voluntad humana y solamente puede ser cumplida a través de Jesucristo. Las Escrituras revelan que cuando un creyente es engendrado por el Espíritu Santo de Dios el Padre, empieza a recibir la misma mente de Cristo. Con la mente de Cristo, el creyente  es fortalecido para vivir por cada Palabra de Dios en el completo espíritu de la ley, no solamente en la letra. Con “Cristo en ustedes, la esperanza de gloria”, el creyente empieza a tener las leyes y mandamientos de Dios escritos en su mente. Así las leyes y mandamientos de Dios están establecidos con su completo significado espiritual verdadero por medio de la gracia y el don de justicia de fe. Este regalo de justicia espiritual que Dios le otorga al creyente le da el poder de traer el fruto del Espíritu para la vida eterna. A través de la justicia de fe, el creyente está verdaderamente cumpliendo la Escritura, “Los justos vivirán por fe.”

 

Referencias Escriturales

 

Romanos 4:3-8, 13-24

Romanos 5: 17-21

Romanos 3: 20-31

Romanos 6:1-19

Gálatas 2: 20-21

Gálatas 5:16,18,22-25

Colosenses 1: 27-28

Romanos 7:6

Hebreos 8:10

Hebreos 10:16

Filipenses 2:5,13

 

 

La Santificación

    

La santificación es el hecho de separar a alguien o algo para un propósito y uso santo. Los cristianos están en un estado continuo de santificación después del arrepentimiento, bautismo por inmersión, y el recibimiento del Espíritu Santo como engendramiento de Dios el Padre. En las Escrituras, los cristianos son referidos como santos, significando aquellos que han sido hechos santos por la santificación de Dios el Padre.

 

Referencias Escriturales

 

1 Corintios 1:2

Efesios 5: 25-27

2 Tesalonicenses 2:13-14

1 Corintios 6:11

Éxodo 31:13; 40:9-13

Levíticos 21:1,8

Efesios 1: 3-4

Jeremías 1:5

Juan 17:15-19

 

El bautismo del Espíritu

 

El bautismo del Espíritu es el acto de recibir el Espíritu Santo como un engendramiento de Dios el Padre. Este engendramiento espiritual es otorgado a cada creyente por medio de la imposición de manos después del bautismo por inmersión en agua. Después de recibir el don del Espíritu Santo, el creyente se convierte en hijo engendrado de Dios el Padre. El bautismo del Espíritu Santo pone al creyente dentro de la iglesia espiritual de Dios, el Cuerpo de Jesucristo, del cual todos los hijos engendrados de Dios son miembros.

 

Referencias Escriturales

 

Mateo 3:11

Hechos 2:38

Hechos 8:15

Hechos 19:6

1 Corintios 2:12

Romanos 8:9-16

1 Pedro 1:3

1 Juan 3: 9,24

 

 

La Fe

 

La Fe es el conocimiento y creencia activa en la existencia y poder del Dios Viviente y Su único Hijo engendrado Jesucristo. La fe es un don de Dios y un fruto del Espíritu Santo. Por medio del regalo del Espíritu Santo como un engendramiento de Dios el Padre, a los verdaderos cristianos les es otorgada la presencia y  la misma fe de Jesucristo. Esta fe es la sustancia espiritual real del Espíritu Santo de Dios, la cual le da al creyente la seguridad y confianza de que lo que Dios ha prometido, El lo hará. Los frutos de justicia en la vida del creyente manifestaran continuamente la verdadera fe de Jesucristo que es dada por Dios a cada creyente. La fe es hecha perfecta a través de hacer las buenas obras que Dios el Padre ha mandado por medio de Jesucristo. Esta fe activa y viviente es absolutamente esencial para la salvación a través de la gracia. Sin  buenas obras, la fe está muerta. Sin fe, las buenas obras no tienen ningún valor a la vista de Dios. Buenas obras solamente no pueden traer salvación y vida eterna. Mientras la verdadera fe producirá buenas obras en la vida del creyente, estas obras buenas no le ganan la salvación. Las buenas obras que son hechas por medio de la fe no son la causa sino el resultado del regalo de Dios de salvación al creyente.

 

Referencias Escriturales

 

Hebreos 11:1-6

Gálatas 5:22

Gálatas 2:20; 3:1-14

Efesios 2:4-10

Romanos 4:20-21

Santiago 2:14-22

1 Pedro 1:1-9

Romanos 1:17

Filipenses 1:6; 3:3-19

1 Corintios 13:2

Tito 1:16

Apocalipsis 14:12

Lucas 7:50

Mateo 8:1-13

Santiago 5:14-15

 

La Salvación

 

La salvación es el regalo de Dios el Padre por Su gracia y es dado al creyente por medio de la fe en Jesucristo. La salvación no puede ser ganada por obras de ley, porque hay condiciones que tienen que ser cumplidas para recibir el don de salvación. Dios requiere que uno se arrepienta de pecar, lo cual es la transgresión de sus leyes y mandamientos, y creer en Su Hijo Jesucristo, Cuya sangre pagó la penalidad por los pecados de toda la humanidad. Jesucristo, el Hijo de Dios, es el Autor y Consumador de la salvación eterna para todos aquellos que creen en Él. Por medio de la sangre de Jesucristo y aceptación de Su sacrificio, el creyente es reconciliado con Dios el Padre, teniendo sus pecados completamente perdonados y olvidados. Por la gracia de Dios, el creyente es salvo de la penalidad del pecado, que es la muerte eterna, y le es dado el regalo de vida eterna por medio del engendramiento del Espíritu Santo de Dios el Padre.

La salvación comienza cuando Dios el Padre abre la mente de una persona al entendimiento espiritual, lo cual lleva al arrepentimiento hacia Dios y la fe en Jesucristo como Salvador personal. Después de ser bautizado por inmersión completa en agua, al creyente le es dado el regalo del Espíritu Santo por medio de la imposición de manos. El creyente entonces empieza una vida nueva de obediencia a Dios por medio de fe, trabajando su propia salvación por medio del poder del Espíritu Santo que mora en él, y  en armonía con la Palabra de Dios. Este es un proceso largo de crecimiento espiritual. Las Escrituras revelan que hay tres períodos distintos en el proceso de salvación: 1) El creyente ha sido salvo de pecados pasados y de Satanás el diablo (Efesios 2:1-10). 2) El creyente está entonces siendo salvado en la medida en que el continúa en la Palabra de Dios - el evangelio - en obediencia amorosa por fe (1 Corintios 1:18; 15:2). 3) El creyente finalmente será salvo en la resurrección (Romanos 7: 24-25; 1 Corintios 15: 12-57; 1 Timoteo 3: 14-16). La salvación del creyente no será completada hasta que sea resucitado de los muertos por medio del poder de Dios y sea nacido de nuevo como un ser espiritual en la familia de Dios. En el tiempo y plan de Dios, todo el mundo tendrá una oportunidad para salvación.

 

Referencias Escriturales

 

Efesios 2:4-10

Romanos 6:23

2 Corintios 7:10

Juan 6:44-45

Romanos 2:4

Romanos 6:4-6

1 Tesalonicenses 4:14-17

Hebreos 11:6

1 Corintios 15:42, 52

Hechos 8: 12, 15-17

Hechos 11:18

1 Timoteo 2:4

Marcos 16:16

Romanos 5:6-10

Romanos 4:21-25

Hechos 19:5-6

Hebreos 12:1-4

Apocalipsis 20:6

 

La Imposición de manos

   

La imposición de manos es un acto especial efectuado por ancianos ordenados  en las iglesias de Dios, mientras se le pide a Dios el Padre en oración que otorgue un don espiritual o una bendición sobre alguien. La imposición de manos es requerida para recibir el Espíritu Santo de Dios después del bautismo en agua, para unción de los  enfermos con aceite para sanidad, para ordenar a aquellos elegidos para un servicio espiritual o físico en la iglesia, para bendición de niños pequeños, para una bendición especial durante una ceremonia de matrimonio, y para otras bendiciones especiales.

 

Referencias Escriturales

 

Hechos 8:15-17

Hechos 19:5-6

Santiago 5:14-15

Mateo 19:13-15

Marcos 16:17-18

Hechos 6:6; 13:3

 

La Sanidad

     

Las Escrituras revelan que Dios algunas veces permite que vengan enfermedades sobre individuos por un propósito especial. Con esta excepción, las enfermedades que sufrimos son el resultado de pecados físicos o espirituales. La sanidad divina es el perdón de Dios de esos pecados. Dios el Padre personalmente interviene cuando concede la sanidad a aquellos que lo llaman en tiempos de enfermedad o herida. Esta intervención divina puede ser dirigida a cualquiera en cualquier tiempo, según la voluntad de Dios, porque Jesucristo pagó el precio por la sanidad de cada enfermedad con los azotes que Él recibió antes de Su crucifixión. Cuando Dios nos sana, nuestros pecados son perdonados a través de los azotes que Jesucristo recibió. Milagros de sanidad son a menudo otorgados. Las Escrituras enseñan que cualquiera que desee ser sanado por Dios debería llamar a los ancianos de la iglesia para ser ungido con aceite en el nombre de Jesucristo y orar por la sanidad e intervención de Dios. Confiar en Dios con fe para la sanidad es un asunto personal entre cada individuo y Dios.

 

Referencias Escriturales

 

Éxodo 15:26

Salmos 103:2-3

Mateo 9:27-30

1 Pedro 2:24

1 Corintios 11:23-30

Mateo 8:1-17

Santiago 5:14-16

Isaías 53:4-5

Marcos 16:15-18

2 Corintios 12:7-10

Juan 9:1-11

 

 

La Iglesia de Dios

 

El Cuerpo Espiritual de Cristo

     

La Iglesia de Dios es representada en la Biblia como el Cuerpo espiritual de Jesucristo. Dios el Padre ha nombrado a Jesucristo como la Cabeza de la Iglesia en todas las cosas. La verdadera Iglesia de Dios está compuesta de todos aquellos quienes han sido llamados por Dios el Padre, que han aceptado a  Jesucristo como su Salvador personal, se han arrepentido de sus pecados, han sido bautizados por inmersión y han recibido el Espíritu Santo de Dios como un engendramiento por Dios el Padre. Estos individuos son hermanos espirituales y miembros de una Iglesia - el Cuerpo espiritual de Jesucristo - aunque estén esparcidos por todo el mundo. Es por el mismo Espíritu - el Espíritu Santo de Dios el Padre - que cada uno ha sido bautizado en el Cuerpo de Jesucristo. Esta relación espiritual con Jesucristo y Dios el Padre es la base de todo verdadero compañerismo Cristiano. Jesucristo se describió Él mismo a Sus discípulos como “la vid verdadera” y al Padre como “el labrador”. Todos los verdaderos cristianos son las ramas de la Vid verdadera y deben permanecer unidos a la Vid para poder crecer espiritualmente.

Mientras hay solamente un cuerpo espiritual de Cristo, sus miembros están dispersos en numerosas congregaciones locales y ministerios individuales alrededor del mundo. Dado que todos los miembros del Cuerpo de Cristo tienen el Espíritu de Dios, Dios no se limita El mismo a trabajar a través de una sola organización. Cada grupo o ministerio que es parte del Cuerpo de Cristo manifestará el fruto del Espíritu Santo de Dios, llevará el nombre de Dios, y estará guardando Sus mandamientos como fueron amplificados por Jesucristo. La función primaria de la Iglesia es nutrir a los hermanos de Jesucristo con el alimento espiritual de la Palabra de Dios para que ellos puedan crecer a la plenitud de la estatura de Jesucristo. La Iglesia también tiene una comisión de Dios  de predicar el arrepentimiento y la salvación a través de Jesucristo en todo el mundo y predicar las buenas nuevas del reino venidero y del gobierno de Dios en preparación para la venida de Jesucristo para gobernar la tierra.

 

Referencias Escriturales

 

Efesios 1:22-23

Juan 21:15-17

Efesios 4:4-6, 11-16

Mateo 28:18-20

1 Corintios 12:6-13

Hechos 2:47

Mateo 24:14

Romanos 8:9, 28-29

Juan 15:1-8

Hebreos 2:9-18

Apocalipsis 1: 12-20

 

 

El Ministerio de la Iglesia de Dios del Nuevo Testamento

 

La Iglesia de Dios del Nuevo Testamento tiene un ministerio diseñado en base a las instrucciones de Jesucristo como está registrado en el Nuevo Testamento. Aquellos quienes sirven en el ministerio no se exaltan a si mismos sobre sus hermanos ejerciendo autoridad o rango, sino que luchan por servir a sus hermanos en humildad y amor. Los ancianos ordenados de la Iglesia de Dios del Nuevo Testamento entienden que ellos han sido llamados por Dios para el servicio espiritual llenando las necesidades de sus hermanos. Un anciano puede servir como ministro, maestro, pastor, evangelista, o en otras capacidades necesarias. La función que cada anciano cumple varía de acuerdo a la medida del don de Jesucristo. Las calificaciones para ancianos se encuentran en I Timoteo 3 y Tito 1. El amor por los hermanos y el amor de Dios el Padre y Jesucristo en él, son evidencia de que Dios ha llamado a un hombre para ser anciano. Un anciano ordenado debe mantener una actitud de verdadera conversión y dedicación a Dios el Padre y Jesucristo. Debe tener un deseo profundo de servir a los hermanos de Jesucristo y la habilidad para enseñar el evangelio. El propósito del ministerio es edificar y construir el cuerpo de Cristo. Es la responsabilidad del ministerio enseñar y preservar las verdaderas doctrinas de la Biblia, servir a las necesidades espirituales de los hermanos, y proveer dirección en las congregaciones locales. Aquellos que están ordenados para evangelizar también tienen la responsabilidad de proclamar el evangelio de Jesucristo a los incrédulos, a enseñar a todos los que escuchen, y a bautizar en todas las naciones.

 

Referencias Escriturales

 

Juan 15:16

Mateo 20:20-28

Mateo 28:19-20

Tito1:5-9

1 Timoteo 3:1-7

1 Pedro 5:1-10

Juan 21:15-17

Mateo 24:14

Efesios 4:11-13

Juan 13:14-16

Hebreos 13:7, 17

Lucas 22:24-26

Hechos 13:3, 14:23

1 Timoteo 5:22

2 Timoteo 1:6-14

2 Timoteo 2:1-4, 14-26

2 Timoteo  3:14, 4:4

Jeremías 23:28

 

Responsabilidades Financieras Cristianas

 

Responsabilidad con la Familia

 

Las Escrituras enseñan que los cristianos deben ser diligentes al proveer para sus familias. Cualquier cristiano que es capaz de trabajar pero no hace un esfuerzo para mantener a su familia es "peor que un infiel". Jesucristo mismo enseñó que un cristiano debería proveer primero para su familia antes de usar los ingresos personales para otros propósitos, incluyendo las ofrendas a Dios. Jesús condenó a los judíos que daban ofrendas, o “Corban” para el tesoro del templo mientras descuidaban las necesidades de sus padres. Dios no quiere que los cristianos descuiden las necesidades básicas de sus familias para dar diezmos y ofrendas. Aquellos cristianos que tienen un ingreso limitado y son capaces únicamente de  suplir sus necesidades básicas, no tienen un incremento real del cual diezmar. Dios desea misericordia y no sacrificio.

 

Referencias Escriturales

 

1 Timoteo 5:4, 8, 16

Marcos 7:10-13

Proverbios 31:10-28

Proverbios 27:23-27

Proverbios 28:19

 

 

Responsabilidad con los necesitados

 

Los cristianos son mandados por Jesucristo a socorrer a los pobres y necesitados entre ellos con compasión y entendimiento. Una actitud Cristiana de verdadero amor y servicio debería ser la motivación para dar. Dios desea que a cada uno a quien Él ha prosperado dé alegremente y voluntariamente desde el corazón como él o ella pueda. Aquellos que tienen en abundancia pero no dan por una actitud egoísta son culpables de codicia y están pecando delante de Dios.

 

Referencias Escriturales

 

Hechos 2:44-45

Hechos 4:34-45

Salmos 41:1-3

Proverbios 28:27

Proverbios 19:17

Mateo.26:11

2 Corintios 9:1-9

Gálatas 2:10

Santiago 2:14-17

 

Responsabilidad con la Iglesia

 

En el mundo de hoy, el dinero es requerido para cumplir los mandamientos de Jesucristo de predicar el evangelio, alimentar el rebaño de Dios y cuidar de las necesidades de la iglesia. Por tanto, los cristianos están mandados por el Señor Jesucristo a compartir sus recursos financieros con aquellos que sirven en el ministerio de Dios. Pablo escribió, “¿No saben que aquellos que están trabajando en las cosas sagradas del templo viven de las cosas del templo, y aquellos que están ministrando en el altar son participes con el altar? En la misma forma también [Griego houtoos, así mismo, en la misma manera] el Señor ordenó [Griego diatasso, ordenar, dirigir, mandar] que aquellos que predican el evangelio deben vivir del evangelio (1 Corintios 9:13-14).

Aquellos que reciben apoyo de sus hermanos le tienen que dar cuentas a Dios y a los hermanos de cómo estos diezmos y ofrendas son usados. Cualquier ministro que hace mercadería de los hermanos usando la intimidación, compulsión o temor para  sacarles los diezmos y ofrendas recibirá juicio severo de Dios.

Dios advierte a Sus siervos contra la explotación de los pobres de Su rebaño y en contra de tomar de las pocas provisiones de los necesitados. Sin embargo, Dios honra y bendice a los pobres que dan de lo que pueden, no importa cuan pequeña sea la cantidad, aun como Jesús mando a la viuda pobre y necesitada quien dio su pizca.

 

Referencias Escriturales

 

1 Corintios 9:1-14

Lucas 21:1-4

Lucas 19:12-17

Lucas 16:10-13

Zacarías 7:7-13

1 Timoteo 5:17-18

Lucas 10:17

Mateo 24:45-51

Mateo 6:19-21

 

El principio Escritural de Diezmar

 

Dios creó la tierra y todos sus recursos de la cual provienen las riquezas físicas. Aunque Dios es dueño de todos los recursos de la tierra y el mar, Él ha dado todas estas cosas a la humanidad para usarlas y disfrutarlas. Usando lo que Dios ha creado, la humanidad es capaz de cultivar la comida, criar animales, sembrar los bosques, minar la tierra y pescar los mares. Porque Dios le ha dado todas estas cosas a la humanidad, El requiere que los hombres lo reconozcan como el Proveedor Todopoderoso y Sostenedor. Las Escrituras revelan que Dios instituyó el principio de  diezmar además de las ofrendas voluntarias como un modo perpetuo para que la humanidad lo honre. El Antiguo Testamento declara que los diezmos y ofrendas pertenecen a Dios y son “santas al Señor.” Jesucristo reafirmó esta verdad cuando dijo, “Dad...a Dios las cosas que son de Dios.” El relato de la ofrenda de Abel en el libro de Génesis evidencia que esta práctica existía desde el principio de la humanidad y no estaba restringida al pacto de Dios con Israel en el Sinaí.

Antes del establecimiento del Antiguo Pacto, los diezmos y ofrendas de Dios eran dados a Melquisedec, el sacerdote del Dios Altísimo. El libro de Génesis registra que Abraham dio diezmos a Melquisedec. Isaac y Jacob indudablemente también  dieron diezmos y ofrendas a Melquisedec. Cuando Dios estableció Su pacto con Israel, los diezmos y ofrendas fueron transferidos al sacerdocio Levítico. Dios dijo, “Y he aquí, Yo he dado a los hijos de Levi todos los diezmos en Israel.” Bajo el Antiguo Pacto,  Dios  demandó de Su gente que le dieran los primeros frutos de sus cosechas, los primogénitos de sus rebaños, así como un diezmo del incremento que ellos derivaban de sus cultivos, rebaños, minería, metales preciosos de la tierra, y ganancias al comerciar.

Dios dijo por medio del profeta Malaquías que los sacerdotes estaban violando los mandamientos de Dios al ofrecer ofrendas contaminadas y estaban robándole a Dios. De la misma manera, aquellos que no dieron los diezmos y ofrendas a los Levitas como Dios había mandado estaban robándole a Dios.

Bajo el Nuevo Pacto, el sacerdocio de Melquisedec ha reemplazado el sacerdocio Levítico, y la autoridad bíblica de recibir los diezmos y ofrendas de Dios ha sido transferida de nuevo a la orden de Melquisedec. Jesucristo, sentándose a la mano derecha de Dios el Padre, ahora tiene la posición eterna de Sumo Sacerdote del orden de Melquisedec. Los cristianos hoy dan sus diezmos y ofrendas voluntarias para apoyar la obra de Jesucristo por medio de Su iglesia, o ellos le están robando a Dios.

Al seguir el principio escritural de diezmar, cada cristiano es individualmente responsable de determinar su verdadero incremento. Jesús dijo: "Dad a Cesar las cosas que son de Cesar,…" revelando así que los impuestos deberían ser pagados a "Cesar" (los gobiernos civiles). Los impuestos son excluidos al determinar el incremento de uno. También están excluidos los gastos relacionados al negocio o empleo de uno, los cuales reducen el ingreso neto real. Los cristianos cuyos ingresos son tan limitados que la totalidad del ingreso neto es requerido para suplir las necesidades básicas para vivir no tienen un verdadero incremento a los ojos de Dios sobre el cual diezmar. El dar dinero no es requerido para la salvación. Sin embargo, si Dios ha bendecido financieramente a un cristiano, debería deseosamente dar según sea dirigido por el Espíritu Santo. Cada cristiano debería dar de corazón en una actitud deseosa de amor y servicio, de acuerdo a las bendiciones que Dios le ha otorgado - ambas espirituales y físicas.

 

Referencias Escriturales

 

Génesis 1:26-28

Deuteronomio 8:1-18

Génesis 4:3-7

Números18:1-29

Malaquías 3:7-11

Hebreos 7:1-10

I Samuel 2:12-17

Malaquías 1:6-14

Malaquías 2:10

Mateo 22: 21

Mateo 5:17-20

Mateo 6:19-21

 

El Evangelio

 

La palabra evangelio significa "buenas nuevas". El Evangelio es el mensaje maravilloso del plan de Dios de salvación para toda la humanidad por medio de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, Su único Hijo. El Nuevo Testamento llama a este mensaje el evangelio de gracia. El evangelio de gracia es las buenas noticias de que Jesucristo es el Salvador del mundo y que por medio de Su sangre todos aquellos que se arrepienten y creen en Él pueden tener sus pecados perdonados y pueden entrar en la Familia de Dios. El evangelio también es un mensaje sobre el venidero reino de Dios en la tierra. Es las buenas noticias de que cuando Jesucristo regrese a la tierra, Él establecerá el reino de Dios y Su gobierno. Él gobernará a todas las naciones como Rey de reyes y Señor de señores. Los santos a quienes les es dada vida eterna en la primera resurrección, serán herederos del reino con Jesucristo y gobernarán y regirán con Él como reyes y sacerdotes. El evangelio debe ser predicado a todas las naciones como un testigo antes que Jesucristo regrese para establecer Su reino. A través de la predicación del evangelio, Dios esta preparando santos para Su reino al llamar a aquellos a quienes escoge para arrepentimiento y conversión

 

Referencias Escriturales

 

Hechos 20:24

Juan3:16

I Juan. 2: 1-2

Marcos 1:14-15

Mateo 24:14

Romanos 10: 8-18

Marcos 16:15-16

Mateo 28:19-20

Isaías 9:6-7

Hechos  11:19-21

Romanos 8:16-17

1 Corintios 15

 

El Reino de Dios

 

El Reino de Dios es el gobierno de la Familia de Dios. El Reino de Dios actualmente gobierna el universo. Aunque el Reino de Dios todavía no está gobernando  la tierra, todos aquellos que tienen el Espíritu de Dios están bajo el gobierno de Dios el Padre por medio del Señorío de Jesucristo. El Reino de Dios será restaurado sobre la tierra al regreso de Jesucristo como Rey de reyes y Señor de señores. En ese momento, el Milenio comenzará y los santos inmortales, los hijos de Dios, gobernarán como reyes y sacerdotes con Jesucristo en el Reino de Dios. Después que Dios el Padre traiga la Nueva Jerusalén de los cielos a la nueva tierra, el reino de Dios gobernará el universo entero desde la Nueva Jerusalén por toda la eternidad.

 

Referencias Escriturales

 

Apocalipsis 2:26

Daniel 2:44

Miqueas 4:1-4

Apocalipsis 3:12,21

Hebreos 11:13-16

1 Corintios 15:50-54

Apocalipsis 5:10

Isaías 11:1-10

Colosenses 1:13

Apocalipsis 21

Isaías 66:22-23

Juan 3:3-7

 

Las Resurrecciones

 

La Biblia revela dos tipos diferentes de resurrección de los muertos: 1) restauración a vida física como un ser humano carnal, y 2) transformación a vida eterna como un ser espiritual inmortal.

Las Escrituras registran la resurrección de personas individuales a vida física en  distintas épocas por la voluntad de Dios. En tiempos del Antiguo Testamento, el hijo de una viuda fue restaurado a vida a través de la oración de Elías el profeta. La resurrección de la muerte de Lázaro por Jesús es un ejemplo bien conocido de los tiempos del Nuevo Testamento. Estos son hechos especiales de misericordia de Dios los cuales extendieron la vida física de los individuos. Aquellos a quienes Dios resucitó en esta manera no les fue dada inmortalidad, y todos murieron de nuevo.

Jesucristo fue el primero en ser resucitado a la inmortalidad por el poder de Dios el Padre. Para llegar a ser un ser humano, Jesús se despojó Él mismo de Su gloria y poder como el Señor Dios del Antiguo Testamento. Cuando Él fue resucitado, le fue restaurada toda Su completa gloria, poder y honor como Dios. Jesucristo es llamado el Primogénito de entre los muertos porque Él es el primero de millones de seres que serán resucitados a inmortalidad. Cuando Jesucristo regrese a la tierra, todos los verdaderos cristianos que han muerto serán resucitados a vida eterna como seres espirituales inmortales. Aquellos cristianos que estén vivos al regreso de Jesucristo  serán cambiados instantáneamente de carne a espíritu. Esta transformación a espíritu es el nuevo nacimiento, cuando los santos de Dios - ambos muertos y vivos -  verdaderamente sean “nacidos de nuevo” en la Familia de Dios. Todos los santos serán compuestos de espíritu, como Dios es compuesto de espíritu, y serán miembros completos de la Familia divina de Dios. Ellos gobernaran con Jesucristo como reyes y sacerdotes sobre la tierra. Esta resurrección es descrita en la Biblia como la primera resurrección

Después de los 1,000 años del reinado de Jesucristo y Sus santos, habrá una resurrección a vida física para todos aquellos que han muerto sin haber recibido la oportunidad de salvación. Durante esta segunda vida física, cada persona tendrá su primera y única oportunidad para salvación por medio de Jesucristo. Aquellos que acepten completamente la salvación de Dios entrarán en la Familia de Dios como seres espirituales. Aquellos que rechacen la salvación por medio de Jesucristo serán condenados a muerte eterna. Ellos estarán reunidos con los malvados incorregibles los cuales han muerto a lo largo de la historia, y que serán resucitados también a vida física. Todos aquellos que han rechazado el aceptar la salvación y han consciente y voluntariamente cometido el pecado imperdonable - blasfemia contra el Espíritu Santo de Dios el Padre - serán resucitados para recibir el juicio final de Dios. Su sentencia será la muerte en el lago de fuego. Esta muerte es la segunda y última muerte, de la cual no hay resurrección.

 

Referencias Escriturales

 

1 Reyes 17:17-24

Juan 11:20-44

Marcos 5:35-42

1 Corintios 15:3-4, 20-23

Romanos 1:4

Hebreos 2:9-10

Juan 5:28-29

1 Corintios 15:23; 35-55

Apocalipsis 20:4-6

Mateo 27:52-53

Apocalipsis 20:11-12

Ezequiel 37:1-14

Apocalipsis 20:11-15

2 Pedro 3:10-12

Mateo 25:41-46

 

El Juicio Eterno

 

Dios ahora está juzgando a cada creyente que ha sido llamado en este tiempo. El juicio de Dios a cada persona empieza cuando Dios le abre la mente para entender el camino de vida de Dios. Con Su amor, gracia y misericordia, Dios da a cada uno que se somete a Su Espíritu Santo, la fuerza y poder para crecer en amor, fe y gracia y para vencer la naturaleza humana, al mundo y a Satanás el diablo. Dios el Padre hace a cada creyente personalmente responsable de crecer en el conocimiento de Su Palabra y en la estatura espiritual y abundancia de Su Hijo Jesucristo. Si el creyente ama a Dios con todo su corazón y esta viviendo en obediencia fiel a Su Palabra, el tendrá imputada la justicia de Jesucristo como el regalo de Dios. El creyente entonces será juzgado  como completamente justo y sin culpa delante de Dios el Padre. Todos aquellos que permanecen en esta justicia imputada de fe estarán en la primera resurrección y recibirán vida eterna al retorno de Jesucristo.

Aquellos individuos que durante los siglos no han tenido oportunidad para salvación durante sus vidas, serán restaurados a vida física en la segunda resurrección, la cual tomará lugar después de los 1,000 años del reinado de Jesucristo y los santos. Todos los que son resucitados en la segunda resurrección tendrán la misma oportunidad para la salvación que aquellos que estuvieron en la primera resurrección. A cada uno se le enseñará el camino de salvación y tendrá la oportunidad de arrepentirse y aceptar el sacrificio de Jesucristo para la remisión de sus pecados. A cada uno se le dará el mismo período de tiempo para escoger el camino de salvación de Dios. Este periodo, llamado el Juicio del Gran Trono Blanco, aparentemente durara 100 años Durante este tiempo, todos los que aprendan a vivir de acuerdo a la voluntad de Dios, creciendo en gracia y en el conocimiento y carácter de Jesucristo, recibirán vida eterna.

Cuando termine este periodo de juicio, todos aquellos que han escogido salvación habrán entrado en el reino de Dios como hijos espirituales de Dios. En aquel tiempo, todos aquellos que rechazaron su oportunidad para salvación serán sentenciados a la segunda muerte - su juicio eterno. Todos los malvados incorregibles de los siglos pasados que cometieron el pecado imperdonable, rechazando voluntariamente la salvación de Dios, serán resucitados a vida física para unirse con los malvados que estarán viviendo para recibir la sentencia de la segunda muerte como su juicio eterno. Dios destruirá a todos los malvados incorregibles al mismo tiempo en el lago de fuego. Esta es la segunda muerte, de la cual no hay resurrección.

 

Referencias Escriturales

 

1 Pedro 4:17

Miqueas 4:1-4

Hebreos 10:26-27

Romanos 2:16

Hechos 10:42

Apocalipsis 20:11-14

Romanos 14:10-12

2 Pedro 2:9

Apocalipsis 20:5-6

1 Samuel 16:7

2 Timoteo 4:8

Ezequiel 37:12-14

 

El Bautismo de Fuego

 

El bautismo de fuego no es algo que deba ser buscado por los creyentes engendrados espiritualmente, como algunos enseñan, sino es un bautismo reservado para los malvados incorregibles. La Escrituras revelan que el bautismo de fuego es la destrucción eterna de los malvados por inmersión en el lago de fuego y azufre. Aquellos que son lanzados al lago de fuego no serán atormentados por siempre sino que serán quemados. Esta es la segunda y permanente muerte y el juicio final de Dios para los que no se arrepientan, quienes han cometido el pecado imperdonable por rechazar voluntariamente Su camino de salvación a través de Jesucristo. Todos aquellos que han endurecido sus corazones en sus maldades y sus rebeldías contra Dios y han cometido el pecado imperdonable por resistir conscientemente a Dios y blasfemar contra el Espíritu Santo, haciendo imposible para ellos que sean dirigidos al arrepentimiento, esos son los malvados incorregibles y serán destruidos juntos en el lago de fuego.

 

Referencias Escriturales

 

Mateo 3:11-12

Apocalipsis 20:14-15

Malaquías 4:1-3

Mateo 12:31-32

Apocalipsis 21:8

 

 

Carnes Limpias e Impuras

 

Como creador, Dios ha provisto no solo de plantas sino también animales para que sean alimento para la humanidad. Sin embargo, Dios no creó toda carne animal para ser consumida por los seres humanos. Porque Dios desea que la humanidad tenga buena salud, El ha revelado cuál carne de animal ha específicamente creado como comida. Este conocimiento fue dado desde la creación, como está registrado en el relato bíblico de Noé y el diluvio. En Levítico 11 y Deuteronomio 14, Dios claramente especifico cuáles carnes son aptas para consumo humano y cuales no. La clasificación de carnes limpias o impuras es fácilmente identificable por las características que Dios creó en los animales. Cualquier mamífero de sangre caliente que tiene la pezuña hendida y que rumia es limpio para comer. Todos los otros animales de sangre caliente son impuros. De todas las criaturas que viven en las aguas, solamente los peces con  aletas y escamas son limpios para comer, todos los otros son impuros. Y de las aves, Dios prohíbe comer la carne de cualquier ave carroñera Todos los reptiles son impuros, así como todos los insectos excepto la langosta, el grillo y ciertos escarabajos.

Contrario a la creencia de muchos cristianos profesantes, el Nuevo Testamento no anula las leyes de Dios de las carnes limpias e impuras. La discusión entre Jesucristo y los Fariseos en Marcos 7 no fue acerca de comer carnes limpias o impuras. En vez de esto, fue porqué Sus discípulos comían sin lavarse las manos. La visión  que Pedro vio la cual esta registrada en Hechos 10, fue dada para revelar que ningún ser humano ha de ser llamado “común o impuro”. Esto no fue una autorización divina para cambiar las leyes de Dios de las carnes limpias e impuras.

El apóstol Pablo sostuvo las leyes de las carnes limpias e impuras como requerimiento para los cristianos. El describió las carnes que a los cristianos les era permitido comer como aquellas "carnes, las cuales Dios creó para ser recibidas con agradecimiento por los fieles, incluso por aquellos que conocen la verdad [la palabra de Dios es Verdad - Juan 17:17]" (1 Timoteo 4:3). Pablo estuvo claramente mostrando que algunas carnes fueron hechas para comer y otras no fueron creadas para comer. Pablo continuó, “Porque toda criatura de Dios designada para consumo humano es buena, y nada para ser rechazado, si es recibido con agradecimiento, porque es santificada [colocada aparte] por la Palabra de Dios [como esta revelado en las Escrituras] y la oración" (versículo 4).

 

Referencias Escriturales

 

Levíticos 11:1-31

Deuteronomio 14:3-20

Marcos 7:1-16

Hechos 10:1-28

1 Timoteo 4:3-5

Isaías. 66:17

Génesis 7:2; 8:20

 

 

 

Satanás el diablo

 

Un arcángel caído

 

La Escritura muestra que Dios creó tres arcángeles—Gabriel, Miguel, y Lucifer. A través de pecado y rebelión, Lucifer llegó a ser Satanás el diablo. Satanás significa adversario. Como uno de los querubines ungidos que cubrían el trono de Dios en el cielo, Lucifer era un ser espiritual magnifico. Aparentemente, él estuvo eventualmente asignado con la supervisión de la tierra, una posición que más tarde vino a resentir. Ciertamente. Con el tiempo el pecado de vanidad y orgullo se manifestaron por sí mismos en Lucifer. A través de seducción, él recluto un tercio del reino angelical a su forma pervertida de pensar; ultimadamente, se rebeló e intentó derrocar a Dios. Vencido por los ángeles justos, Lucifer—ahora Satanás el diablo—fue echado del cielo, junto con sus ángeles, ahora llamados demonios. Como resultado, Satanás y sus demonios fueron restringidos a la tierra (aunque Satanás mismo tiene acceso limitado al cielo). Ellos deambulan la tierra como espíritus perversos y degenerados—buscando frustrar el plan de Dios.

 

Referencias Escriturales

 

Ezequiel 28:12-17

II Pedro 2:4

Apocalipsis 12:7-9

Judas 6

Isaías 14:12-14

Judas 9

 

 

Enemigo y engañador

 

Como el archienemigo de Dios y de Su pueblo, Satanás es astuto y busca primariamente destruir a través de engaño—exactamente como lo hizo con Adán y Eva. Más aun, es el espíritu maligno de Satanás el poder detrás de la naturaleza humana. El diablo va buscando devorar espiritualmente a los elegidos de Dios. Él es el acusador de los hermanos, y el padre de mentiras. Por el momento, Satanás es el “dios” de esta era presente—el gobernador invisible de este mundo maligno. Como tal, él tiene a toda la humanidad en la empuñadura de engaño masivo—especialmente en el área de la religión. Él incluso tiene sus propios ministros quienes aparecen como “ministros de luz”—pero únicamente hacen su trabajo de engañar. Como santos, nosotros no debemos tenerle temor indebido a Satanás—porque él solo puede hacer lo que Dios le permite. Pero la Escritura le advierte al pueblo de Dios de los “dardos fieros” de tentación del diablo, prometiendo que si resistimos diligentemente a Satanás, él huirá de nosotros. Ultimadamente, permaneciendo cerca a Dios es la única forma de vencer al “maligno”.

 

Referencias Escriturales

 

Génesis 3:1-5

II Corintios 11:13-15

Apocalipsis 12:10

Efesios 2:2-3

Santiago 4:7

I Pedro 5:8

I Juan 2:13-14

Apocalipsis 12:9

II Corintios 4:4

Efesios 6:12

Juan 8:44

Efesios 6:11, 16

I Juan 5:19

 

 

Todos los trabajos de Satanás deben ser destruidos—Él mismo no será

 

Habiendo vencido a Satanás, Jesucristo ha calificado para reemplazarlo. Al regreso de Jesús, Satanás será atado a lo largo del reinado de mil años de Cristo y los santos. Después, Satanás será liberado por un tiempo corto—para probar a las naciones al final del periodo milenial. Finalmente, él y sus demonios serán confinados a la más negra oscuridad para siempre.

 

Referencias Escriturales

 

Mateo 4:1-11

Judas 13