APENDICE P

(Tomado de la sección de comentarios y apéndices a “La Santa Biblia en Su orden original—Una versión fiel con comentario”, segunda edición.)

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¿Qué significa nacer de nuevo?

 

Por

Fred R. Coulter

www.iglesiadedioscristianaybiblica.org

 

         Es aparente que los padres de la iglesia Latina primitiva hicieron una alteración deliberada del texto en Juan 3:5 que, hasta este día, ha oscurecido el verdadero significado de la frase “nacido de nuevo.” Esta alteración ha permanecido como parte de la Vulgata Latina y es la base de la doctrina católica del “sacramento del bautismo.” Durante la reforma, los protestantes rechazaron el sacramento católico y desarrollaron una doctrina ligeramente diferente referente a “nacer de nuevo.” Las enseñanzas acerca de qué significa ser “nacido de nuevo” y “nacido de Dios” son tal vez algunas de las enseñanzas más malentendidas del Nuevo Testamento. Trágicamente, esto ha resultado en millones de falsas conversiones.

 

         El sacramento católico del bautismo evolucionó en un trabajo religioso mientras varias versiones protestantes llevaron a una gracia pervertida e ilegal que rechaza las enseñanzas de Jesús acerca de que un cristiano debe guardar los mandamientos de Dios. Como parte de estos errores doctrinales esta la creencia no escritural en la inmortalidad del alma y la práctica del bautismo de bebes.

 

         No hay ejemplos escriturales de bebes o niños siendo bautizados. Jesucristo no fue “cristianizado” ni fue bautizado cuando era un bebe, de hecho, Él no fue bautizado sino hasta cuando tuvo 30 años de edad. Tampoco el Nuevo Testamento registra que Juan el Bautista o los apóstoles bautizaron bebes o niños. El Nuevo Testamento enseña que cuando uno se arrepiente de sus pecados hacia Dios el Padre y por fe acepta el sacrificio y la sangre de Jesucristo para la remisión de los pecados, uno debe ser bautizado por completa inmersión en agua (Hechos 2:38; 3:19; 8:35-36; Romanos 3:23-25; 4:7-8, 24-25; 5:9-10; 6:1-6). El arrepentimiento y bautismo son decisiones y compromisos que únicamente un adulto puede hacer. La verdadera enseñanza del Nuevo Testamento de que significa nacer de nuevo y nacido de Dios difiere completamente de las creencias católicas y protestantes.

 

El origen pagano babilónico de una doctrina falsificada

acerca de “nacer de nuevo”

 

         En el libro de su época, Las dos Babilonias, Alexander Hislop demuestra concluyentemente que las religiones paganas, las cuales tienen sus raíces en la antigua Babilonia, tuvieron una creencia y practica falsificada de nacer de nuevo, o “dos veces nacido.” Hislop escribió: “Los brahamanes hicieron su distinguida jactancia de que ellos eran hombres ‘dos veces nacidos’, y que, como tal, tienen segura la felicidad eterna. Ahora, lo mismo fue el caso en [la antigua] Babilonia, y allí el nuevo nacimiento era conferido por bautismo. En los misterios caldeos, antes de que cualquier instrucción pudiera ser recibida, era requerido primero que todo, que la persona a ser iniciada [dentro de los misterios] se presentara al bautismo en señal de obediencia ciega e implícita (Hislop, Las dos Babilonias, p. 132, negrilla adicionada).

 

         Cuando Dios dispersó a la gente de la Torre de Babel por todo el mundo, se llevaron con ellos sus religiones paganas idólatras. En vez de adorar al verdadero Dios, ellos continuaron adorando a Nimrod, a Semiramis y a su hijo Tamuz. Sin embargo, porque Dios confundió el idioma de la humanidad hacia muchos idiomas, estas falsas deidades tomaron muchos nombres. A pesar de sus variados nombres en idiomas antiguos e incluso modernos, ellos son todavía estas tres deidades paganas: Nimrod—el dios padre, Semiramis—la diosa madre, y Tamuz—el hijo y falso salvador. El poder espiritual detrás de estas deidades humanas no es otro que Satanás el diablo, quien engaña al mundo entero. (Apocalipsis 12:9)

 

         En la religión misterio caldeano antiguo, hubo un mito pervertido conectado  con el diluvio de Noé acerca de nacer dos veces. Los sacerdotes paganos torcieron la verdad para ajustar sus creencias religiosas como Hislop lo anota: “Cualquier verdad primitiva que los sacerdotes caldeanos retuvieron, la pervirtieron absolutamente y la corrompieron. Ellos voluntariamente pasaron por alto el hecho de que fue ‘la justicia de la fe la cual Noé tuvo antes del diluvio la que lo llevó salvo a través de las aguas vengadoras de esa catástrofe terrorífica y lo introdujo, por así decirlo, de la matriz del arca, por un nuevo nacimiento, a un nuevo mundo, cuando en el arca descansando sobre el Monte Ararat, él fue liberado de su largo confinamiento. Ellos guiaron a sus devotos a creer eso, que si ellos únicamente pasaron a través de las aguas bautismales, y las penitencias de la misma conectadas, eso por sí mismo los haría como el segundo padre de la humanidad, Diphueis, dos veces nacido, o regenerado, [y] los autorizaría a todos los privilegios del justo Noé, y les daría ese nuevo nacimiento’…el cual sus conciencias les dijeron lo mucho que lo necesitaban. El Papado actúa precisamente sobre el mismo principio; y desde este mismo origen ha sido derivada su doctrina de la regeneración bautismal, acerca de lo cual mucho ha sido escrito y muchas controversias han sido libradas. El hombre contienda como pueda, esto, y únicamente esto, será encontrado ser el origen real del dogma anti-escritural(Hislop, Las dos Babilonias, p. 137, negrilla añadida).

 

El bautismo de niños

 

Con la dispersión de la gente de la Torre de Babel, la religión babilónica fue dispersada alrededor del mundo. Consecuentemente, no es sorpresa que el bautismo de niños fuera practicado en Méjico miles de años antes de la conquista española. Cuando los españoles invadieron Méjico, quedaron asombrados al observar un bautismo de un niño que reflejaba el ritual católico. Hislop explica: La misma doctrina de regeneración bautismal [como la práctica de los misterios babilónicos y católicos] fue encontrada en completo vigor entre los nativos, cuando Cortez y sus guerreros arribaron a sus playas. La ceremonia del bautismo mejicano, la cual fue observada con asombro por los misioneros españoles católico romanos, es descrita sorprendentemente en Conquistas de Méjico por Prescott: Cuando todo lo necesario para el bautismo había sido alistado, todos los parientes del niño eran reunidos, y la partera, quien era la persona que desempeñaba el rito del bautismo, era convocada. Al alba [mostrando la adoración al sol derivada de la antigua Babilonia y Egipto], ellos se reunían en el patio de la casa. Cuando el sol se había levantado, la partera, tomando al niño en sus brazos, pedía una pequeña vasija de barro con agua, mientras aquellos cerca de ella colocaban los ornamentos, los cuales habían sido preparados para el bautismo, en medio del patio. Para desempeñar el rito del bautismo, ella se colocaba a si misma con la cara hacia el occidente [el niño de frente al oriente], e inmediatamente comenzaba a ir a través de ciertas ceremonias después de esto ella rociaba agua sobre la cabeza del niño, diciendo, Oh mi niño, toma y recibe el agua del Señor del mundo [el cual es Satanás el diablo de acuerdo a II Corintios 4:4], el cual es nuestra vida, el cual es dado por el incremento y renovación de nuestro cuerpo. Es para lavar y purificar. Oro que estas gotas celestiales puedan entrar en tu cuerpo, y vivir allí; para que puedan destruir y remover de ti todo el mal y pecado el cual te fue dado antes del comienzo del mundo, ya que todos nosotros estamos bajo su poder”… Ella luego lavaba el cuerpo del niño con agua, y hablaba en esta manera: De donde sea que vengas, tu [espíritu maligno] que lastimas a este niño, déjalo y apártate de él, porque él vive ahora de nuevo, y es NACIDO DE NUEVO; ahora él es purificado y limpiado de nuevo, y nuestra madre Chalchivitlycue [la diosa del agua] lo trajo al mundo. Habiendo orado así, la partera tomaba al niño con ambas manos, y, levantándolo hacia el cielo [con la cara del niño de frente al sol saliente] decía, O Señor, tú ves aquí tu criatura, a quien tú has enviado al mundo, a este lugar de dolor, sufrimiento y penitencia. Otórgale, Oh Señor, tus dones e inspiración, porque eres el Gran Dios, y contigo esta la gran diosa. Aquí está el opus operatum sin error. Aquí está la regeneración bautismal y el exorcismo también, tan completo y exhaustivo como cualquier sacerdote romano o amante del trinitarismo pudiera desear (Hislop, Las Dos Babilonias, p.133, negrilla adicionada).

 

         En la antigua Grecia, los atenienses paganos hacían sus aguas bautismales santas al hundir una antorcha flameante, simbolizando el poder del dios sol, dentro del agua usada para el bautismo. De la misma manera, las aguas bautismales en los bautismos romanos eran hechas santas al hundir una antorcha flameante dentro del agua. Refiriéndose a la justificación católica de tales prácticas, Hislop escribió: De que le sirve al Obispo Hay decir, con el propósito de santificar la superstición y hacer la apostasía plausible, que esto es hecho para representar el fuego de amor Divino, el cual es comunicado al alma por el bautismo y la luz del buen ejemplo, lo cual todo aquel que es bautizado debería dar. Esto es la cara justa puesta en el asunto; pero el hecho todavía permanece [sic] que mientras las doctrinas romanas con respecto al bautismo son puramente paganas, en las ceremonias conectadas con el bautismo Papal, uno de los ritos esenciales de la antigua adoración al fuego es todavía practicada hasta este día, exactamente como fue practicada por los adoradores de Baco, el Mesías babilónico. Mientras Roma mantiene el recuerdo del dios del fuego pasando a través de las aguas y dándoles virtud, así [también] es cuando habla del Espíritu Santo sufriendo por nosotros en el bautismo, eso recuerda en la misma manera la parte que el paganismo asignó a la diosa babilónica cuando fue hundida en las aguas. Los dolores de Nimrod, o Baco, cuando estaba en las aguas eran dolores meritorios. Los dolores de su esposa, en quien el Espíritu Santo vivía milagrosamente, eran los mismos. Los dolores de la Madona, cuando estaba en estas aguas, huyendo de la ira de Tifón, eran grandes agonías por las cuales los niños eran nacidos de Dios [nacidos de nuevo por agua]. Y así, incluso en el Lejano Occidente, Chalchivitlycue, la diosa de las aguas mejicana, y madre de todos los regenerados, era presentada como limpiando del pecado original al niño nacido de nuevo, y trayéndolo de nuevo al mundo. Ahora, el Espíritu Santo era adorado en Babilonia idolátricamente bajo la forma de una Paloma. Bajo la misma forma, y con igual idolatría, el Espíritu Santo es adorado en Roma. Cuando por tanto leemos, en oposición a todo principio escritural, que el Espíritu Santo sufrió por nosotros en el bautismo, seguramente debe ahora ser manifiesto quien es realmente ese Espíritu Santo. No es otro que Semiramis, la misma encarnación de lujuria y toda inmundicia… El lector ya ha visto cuan fielmente ha copiado Roma el exorcismo pagano [de espíritus malignos] en conexión con el bautismo. Todas las otras peculiaridades del bautismo romano, tales como el uso de sal, saliva, crisma o aceite de unción, y el hacer en la frente la señal de la cruz, son igualmente paganas. Algunos de los defensores continentales de Roma han admitido que algunas de estas [cosas] al menos no han sido derivadas de las Escrituras (Ibíd., pp. 137-138, 143-144). Por lo tanto, la doctrina y practica del bautismo de niños se originó en la antigua Babilonia, y la creencia de que uno es nacido de nuevo del agua por el bautismo es derivada del paganismo. ¿Cómo estas prácticas anti-escriturales y paganas llegaron a ser parte del cristianismo tradicional?

 

La conexión gnóstica, la gran apostasía y

los padres primitivos de la Iglesia Latina

        

         Jesucristo repetidamente advirtió a los apóstoles y creyentes acerca de los falsos cristos, falsos apóstoles y falsos maestros  que vendrían y si fuera posible engañarían a los mismos elegidos (Mateo 24:5,11,15,24; vea los registros paralelos en Marcos y Lucas). Los apóstoles de la misma forma advirtieron a los hermanos a estar en guardia contra los falsos apóstoles y maestros (II Corintios 4,11; I y II Timoteo; Tito 1; II Pedro 2; I, II y III Juan; Judas; Apocalipsis 2,3,13 y 17). El Nuevo Testamento está repleto con advertencias contra los apóstoles y maestros falsos que vendrían en ropa de oveja pero que por dentro serían lobos rapaces, buscando corromper y destruir la verdad.

 

         Pablo advirtió a los Tesalonicenses en el 51 d.C que este sistema apóstata, al cual llamó el misterio de ilegalidad, estaba empezando a penetrar en la Iglesia. El advirtió de antemano que algunos estaban escribiendo epístolas falsificadas en su nombre. Más aun, él profetizó que este sistema apóstata crecería y continuaría hasta que el anticristo final se levante, a quien Jesús destruirá a Su segunda venida: Ahora les suplicamos, hermanos, concerniente a la venida de nuestro Señor Jesucristo y nuestra reunión con Él, que no sean prontamente sacudidas sus mentes, ni estén angustiadosni por espíritu, ni por palabra, ni por epístola, como si fuera nuestra, diciendo que el día de Cristo está presente. No permitan que ninguno los engañe por ningún medio porque ese día no vendrá a menos que la apostasía venga primero, y el hombre de pecado sea reveladoel hijo de perdición, aquel que se opone y exalta a sí mismo sobre todo lo que es llamado Dios, o que es objeto de adoración; que entra al templo de Dios y se sienta como Dios, proclamando que él mismo es Dios. ¿No recuerdan que cuando aún estaba con ustedes, les dije estas cosas? Y ahora entienden que lo está reteniendo para ser revelado en su propio tiempo establecido. Porque el misterio de ilegalidad está ya trabajando; solamente hay uno Quien está restringiendo al tiempo presente hasta que surja de en medio. Y entonces el ilegal será revelado (a quien el Señor consumirá con el aliento de Su boca, y destruirá con el brillo de Su venida); aquel cuya venida está de acuerdo al trabajo interno de Satanás, con todo poder y señales y maravillas engañosas, y con todo engaño de injusticia en aquellos que están pereciendo porque no recibieron el amor de la verdad, para que pudieran ser salvos. Y por esta razón, Dios enviará sobre ellos un engaño poderoso que les hará creer la mentira, para que puedan ser juzgados todos los que no creyeron la verdad, sino se complacieron en la injusticia.” (II Tesalonicenses 2:1-12, negrilla añadida).

 

         Así, Satanás el diablo inspiró a sus ministros de iniquidad a desarrollar un gran cristianismo apóstata que Jesucristo también identificó como BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA (Apocalipsis 17:5). Ellos predicaron un falso cristo, propagaron falsas doctrinas, escribieron falsas cartas, e incluso falsificaron y alteraron las santas Escrituras de Dios (II Pedro 3:16) para promulgar sus enseñanzas paganas babilónicas. Los líderes primitivos de esta iglesia apóstata neo-gnóstica cristianizada establecieron muchas enseñanzas falsas, entre ellas la doctrina de nacer de nuevo, la cual es el enfoque de este artículo.

 

La Vulgata Latina

 

         Cuando examinamos Juan 3:3-5 en la Biblia Vulgata Latinaoriginalmente traducida por Jerome en el 383 d.Cuno encuentra una deliberada inserción de la palabra de nuevo en el versículo 5, haciéndolo leer nacido de nuevo de agua. Ningún manuscrito griego tiene la palabra de nuevo adicionada a la frase nacido de agua. Lo que sigue es la Vulgata Latina con una traducción al español. Note que la sintaxis latina debe ser reordenada un poco a la sintaxis española y puntuación debe ser añadida:

 

3. Respondit Iesus et dixit ei amen amen dico tibi nisi quis natus fuerit denuo non potest videre regnum Dei

3. Respondió Jesús y le dijo, Amén, amén, te digo a menos que cualquiera fuere nacido de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

 

4. Dicit ad eum Nicodemus quomodo potest homo nasci cum senex sit numquid potest in ventrem matris suae iterato introire et nasci

4. Dijo a él Nicodemo, “¿Cómo puede un hombre nacer cuando él está en periodo senil? ¿Puede en el vientre de su madre otra vez entrar y nacer?

 

5. Respondit Iesus amen amen dico tibi nisi quis renatus fuerit ex aqua et Spiritu non potest  introire in regnum Dei

5. Respondió Jesús, Amén, amen, te digo a menos que cualquiera fuere renacido de agua [nacido de nuevo] y Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.

 

         En el verso 3, el latín natus significa nacido y denuo significa de nuevo. Pero denuo no es encontrado en el verso 5, el cual dice diferente. En lugar de esto, el prefijo re ha sido añadido a natus, haciéndolo leer renatus, lo cual significa renacido. Esta adición hace leer la frase, nacido de nuevo de agua y Espíritu. Esta frase no es encontrada en ninguno de los manuscritos griegos, la cual universalmente dice: gennhqh ex udotoV kai pneumatoV, correctamente traducida,  nacido de agua y Espíritu. Más aun, la palabra griega anwqen anothen de nuevo, encontrada en el texto griego en el verso 3, no es encontrada en el verso 5.

        

Ya que la palabra griega anwqen anothen no aparece en el verso 5 en ningún manuscrito griego, el texto latín no es una traducción precisa del griego. También, además del prefijo re a natus cambia todo el significado del verso 5. Es probable que estos cambios fueran hechos para substanciar la mala creencia de que cuando uno es bautizado, uno es renacido de agua o nacido de nuevo de agua. De esta doctrina se desarrolló la práctica del bautismo de niños.

 

La versión Griega-Latín de 1535 de Erasmo

        

Con su versión final del texto griego, Erasmo Roterodamo (Erasmo de Rotterdam) tradujo el griego bizantino al latín. Su propósito fue proveer una versión no corrupta del Nuevo Testamento en Latín. En su traducción, él no incorporó las malas traducciones y errores deliberados de la Vulgata Latina. La traducción del griego al latín de Erasmo, con una traducción al español, es como sigue:

 

3. Respondit Iesus, et dixit ei amen amen dico tibi nisi quis natus fuerit esupernis non potest videre regnum Dei

3. Respondió Jesús y le dijo, Amén, amén, te digo a menos que cualquiera fuere nacido de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

 

4. Dicit ad eum Nicodemus: Quomodo potest homo nasci cum sit senex?  Num potest in ventrem matris suae iterato introire, ac nasci?

4. Dijo a él Nicodemo, “¿Cómo puede un hombre nacer cuando él esta senil? ¿Puede en el vientre de su madre otra vez entrar y nacer?

 

5. Respondit Iesus amen amen dico tibi nisi quis natus fuerit ex aqua et Spiritu non potest introire in regnum Dei

5. Respondió Jesús, Amén, amén, te digo a menos que cualquiera fuere nacido de agua y Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.

 

La traducción del griego al Latín de Erasmo  es correcta. En el verso 5, el tradujo la palabra griega gennhqh gennethe como natus, nacido de agua, no como la Vulgata: renatus, nacido de nuevo de agua. La traducción de Erasmo revela que la Vulgata Latina fue corrompida deliberadamente.

 

¿Cómo comenzó todo?

 

         ¿Cómo se desarrolló la falsa interpretación y enseñanza de Juan 3:5 en una deliberada mala traducción como es encontrada en la Vulgata Latina? Las semillas de esta enseñanza están enraizadas en una de las herejías que el apóstol Pablo tuvo que dirigir cuando escribió a los Corintios en el 56 d.C. Algunos dentro de las congregaciones Corintias estaban reclamando que no había resurrección de los muertos, reflejando la creencia pagana en la inmortalidad del alma. Para contrarrestar esta escandalosa reclamación, Pablo escribió: Pero si Cristo está siendo predicado, que Él se levantó de los muertos, ¿Cómo es que algunos entre ustedes están diciendo que no hay resurrección de los muertos? Porque si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo ha sido levantado. Y si Cristo no ha sido levantado, entonces nuestra predicación es en vano, y su fe es también en vano. Y nosotros somos encontrados también ser falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que Él levantó a Cristo, a Quien Él no levantó, si ciertamente los muertos no son levantados. Porque si los muertos no son levantados, tampoco Cristo ha sido levantado. Pero si Cristo no ha sido levantado, su fe es vana; ustedes están todavía en sus pecados, y aquellos que han dormido en Cristo han entonces perecido. Si en esta vida únicamente tenemos esperanza en Cristo, somos de toda la gente los más miserables. Pero ahora Cristo ha sido levantado de los muertos; Él ha llegado a ser el primer fruto de aquellos que han dormido. (I Corintios 15:12-20). 

        

         Los apóstoles fueron testigos que Jesucristo fue resucitado de los muertos, lo cual es todo el fundamento del Evangelio de Jesucristo. Más aun, el Antiguo y Nuevo Testamento enseñan acerca de una resurrección de los muertos, la cual tendrá lugar cuando Jesucristo regrese y establezca el reino de Dios en la tierra. En ese momento, los santos resucitados reinarán con Él como reyes y sacerdotes (Daniel 12:2-3; Apocalipsis 5:9-10; 20:6).

 

         Mientras rechazan la verdad de la resurrección de los muertos, los falsos maestros asumieron la creencia babilónica antiescritural de la inmortalidad del alma. Hasta este día, muchos, si no la mayoría dentro del cristianismo nominal, se les enseña que a la muerte el alma va al cielo por hacer bien o al purgatorio o el infierno por cometer varios grados de maldad.

 

         La Biblia no enseña la inmortalidad del alma; sino que esta revela que, el alma que peque, esa morirá” (Ezequiel 18:4,20). Tampoco la Biblia enseña que cuando uno muere, el alma va al cielo o al infierno. Por el contrario, claramente muestra que cuando uno muere, él o ella espera la resurrección de los muertosambos, el justo y el impío (Daniel 12:2; Juan 5:25-29; I Corintios 15; Apocalipsis 20:14-15; 21:8).

 

         La creencia en la inmortalidad del alma avivó la doctrina del bautismo de niños, porque si un niño muriera, ¿Qué pasaría con su alma? Por tanto, esta creencia necesitaba el bautismo para remover la mancha del pecado original, para que si el niño muere, su alma fuera al cielo; si el niño vivía hasta la adultez, la salvación y el cielo estaban asegurados. De El diccionario Oxford de la iglesia cristiana, tomamos lo siguiente del bautismo de niños: Aunque desde el principio, el bautismo era el medio universal de entrar en la comunidad cristiana, el NT no contiene autoridad específica para su administración a los niños. Pero por tradición al menos tan antigua como el tercer siglo, y virtualmente universal hasta la reforma, los niños nacidos de padres cristianos han sido bautizados en la infancia. En el siglo 16, esta práctica (seudo bautismo) fue rechazada por los Anabaptistas, y desde los comienzos del siglo 17 también por los Bautistas y más tarde por los discípulos de Cristo. Ireneo (Haer., ii.33) habla de Cristo como dando salvación a aquellos de toda edad’… quienes son ‘regenerados’… a través de Él, y expresamente incluye niños y bebes’…entre estos. Declaraciones explicitas concerniente al bautismo de niños son hechas por Origen, quien se refiere a esto como una costumbre establecida, la cual la Iglesia ha recibido de los Apóstoles (Hom. En Lev., viii. 4, Comm, En Rom., v. 9). En ambos pasajes él encuentra la práctica justificada por la necesidad la cual los niños, no menos que los adultos, tienen para la liberación del pecado original. Oposición al bautismo de niños (implicando la existencia previa de la practica) es expresado por Tertuliano, quien impulsó (De Bapt., 18) que el bautismo de niños fuera diferido (a pesar de Mateo 19. 14) hasta que pudieran conocer a Cristo. Esta defensa de demorar el bautismo de niños, así como también de adultos inmaduros, parece brotar de las ideas de Tertuliano de la imposibilidad o gran dificultad de la remisión del pecado post-bautismal. Tales consideraciones llevaron a un aplazamiento generalizado del bautismo en el siglo 4to., p.e. en los casos de Constantino y de San Agustín… De otro lado, hacia mitad del siglo 3ro, el bautismo de niños fue regularmente desempeñado, como esta atestiguado por Cipriano (Ep. 64), donde está declarado que transmitía la remisión no solamente de pecados reales sino también del pecado original. A partir de entonces la evidencia para la práctica es amplia. (El diccionario Oxford de la iglesia cristiana, p. 701).

 

         Al defender la conveniencia del bautismo de niños contra los Pelagianos, él [Agustino] también sostuvo que uno de los efectos principales del Sacramento era la remoción de la mancha del pecado original del alma la cual excluye incluso al niño recién nacido del Reino de los Cielos [i.e. su alma inmortal va al cielo], de este modo desarrollando la enseñanza temprana desde tiempos del NT, acc. por lo cual la remisión de los pecados reales, la infusión de la gracia, y la incorporación a la Iglesia ha sido generalmente reconocida como resultado del bautismo” (Ibid., p. 127).

 

Citas de los padres de la Iglesia Latina primitiva

 

Al rechazar la simultaneidad de la resurrección de los muertos con nacer de nuevo y aceptar la creencia de la inmortalidad del alma, los padres de la iglesia latina primitiva cambiaron así el significado de cuando uno es nacido de nuevo para aplicarlo al bautismo de uno. Las siguientes declaraciones revelan que esta falsa doctrina fue formalizada dentro de los 50 años después de que la era apostólica terminó con la muerte de Juan en el 98-100 d.C.

San Justino Mártir (inter 148-155 d.C): “Quienquiera que este convencido y crea que lo que es enseñado y dicho por nosotros es la verdad, y profese ser capaz de vivir como corresponde, es instruido a orar y rogar a Dios en ayuno por la remisión de sus pecados anteriores, mientras nosotros oramos y ayunamos con ellos. Luego ellos son guiados por nosotros a un lugar donde hay agua; y allá ellos son renacidos en el mismo tipo de renacimiento en el cual nosotros mismos fuimos renacidos: En el nombre de Dios, el Señor y Padre de todos, y de nuestro Salvador Jesucristo, y del Espíritu Santo, ellos reciben el lavado con agua. Porque Cristo dijo, ‘A menos que usted sea renacido, no entrará en el reino del cielo.’…  La razón para hacer esto, hemos aprendido de los Apóstoles” (La Primera Apología 61).

Ya que los apóstoles de Jesucristo nunca enseñaron el bautismo de niños, ellos nunca lo aprendieron de ellos. Es más probable que ellos fueron enseñados por varios falsos apóstoles, quienes estaban activos incluso durante el ministerio de Pablo (II Corintios 11:13-15).

         San Ireneo (c. 190 d.C): “Y [Naaman] se sumergió él mismo…siete veces en el Jordán [II Reyes 5:14]. No fue por nada que Naaman de viejo, cuando sufría de lepra, fue purificado después de ser bautizado, pero [esto sirvió] como una indicación para nosotros. Porque nosotros somos leprosos en pecado, somos hechos limpios, por medio del agua sagrada y la invocación del Señor, de nuestras viejas transgresiones, siendo espiritualmente regenerados como bebes recién nacidos, incluso como el Señor ha declarado: ‘Excepto que un hombre sea nacido de nuevo [renatus] a través de agua y del Espíritu, no entrará en el reino del cielo’ ” (Fragmento 34).

         Reconocimientos de Clemente (c. 221 d.C): “Pero ustedes tal vez dirán, ‘¿En qué contribuye el bautismo de agua a la adoración de Dios?’ En primer lugar, porque eso lo cual ha agradado a Dios es cumplido. En segundo lugar, porque cuando ustedes son regenerados y nacidos de nuevo de agua y de Dios, la fragilidad de su antiguo nacimiento, el cual tienen a través del hombre, es cortado, y así…ustedes serán capaces de alcanzar salvación; pero de otra forma es imposible. Porque así nos ha testificado el verdadero Profeta [Jesús] con un juramento: “Verdaderamente, les digo, que a menos que un hombre sea nacido de nuevo [renatus] de agua…no entrará en el reino del cielo” ’ ” (Reconocimientos 6:9).

         San Cipriano de Cartage (c. 200-258 d.C): “Pero después, cuando la mancha de mi vida pasada ha sido lavada por medio del agua del re-nacimiento, una luz desde arriba se derrama a si misma sobre mi escarmentado y ahora puro corazón; después a través del Espíritu el cual es respirado desde el cielo, un segundo nacimiento hizo de mi un nuevo hombre…Así tuvo que ser reconocido que lo que era de la tierra y era nacido de la carne y había vivido sumiso a los pecados, había ahora comenzado a ser de Dios, en la medida como el Espíritu Santo estaba animándolo. (A Donatus 4).

         “[Cuando] ellos reciben también el Bautismo de la Iglesia…entonces finalmente pueden ser completamente santificados y ser hijos de Dios…ya que está escrito, ‘Excepto que un hombre sea nacido de nuevo [renatus] de agua y del Espíritu, no puede entrar al reino de Dios’ ” (Cartas 71[72]:1).

         Séptimo Concejo de Cartage (c. 256 d.C): “Y en el evangelio de nuestro Señor Jesucristo habló con su divina voz, diciendo, ‘Excepto que un hombre sea nacido de nuevo [renatus] de agua y del Espíritu, no puede entrar al reino de Dios.’…A menos por tanto que ellos reciban Bautismo salvador en la Iglesia Católica, la cual es una, ellos no pueden ser salvos, sino serán condenados con el carnal en el juicio del Señor Cristo.”

         San Ambrosio de Milán (c. 333-397 d.C): “La Iglesia fue redimida con el precio de la sangre de Cristo. Judíos y griegos, no hay diferencia; pero si ha creído, debe circuncidarse él mismo de sus pecados [en el Bautismo—Colosenses 2:11-13] para que pueda ser salvo…porque nadie asciende al reino del cielo excepto a través del sacramento del Bautismo… ‘A menos que un hombre sea nacido de nuevo [renatus] de agua y del Espíritu Santo, no puede entrar al reino de Dios.’ (Sobre Abraham 2:11:79,84)” (Revista Esta Roca, extractos de Agosto 1992 y Octubre 1994)

         De estas citas es evidente que los padres de la iglesia primitiva tenían una traducción latina corrupta con el texto de Juan 3:5 alterado, leyendo renatus en vez de natus. Más tarde, Jerome, quien tradujo las Escrituras al Latín (383 d.C), también retuvo la versión alterada de renatus y renasci en los versos 3, 4 y 5, como lo demuestra la Vulgata Latina de los días de Coverdale—1.538 d.C.

        

Una comparación de otras traducciones

primitivas inglesas de Juan 3:3,5

 

         William Tyndale, un erudito de la Biblia y el primer hombre que tradujo el Nuevo Testamento del griego al inglés, tradujo Juan 3:3, 5 correctamente. Sin embargo, en otros escritos, él enseñó que cuando uno es convertido y recibe el Espíritu Santo, una ha nacido de nuevo. Tal vez él llevó este mal entendimiento de la Vulgata Latina a su teología, mientras hizo la traducción correcta de “nacido de nuevo” y “nacido nuevo” en Juan 3.         

 

         Tyndale tradujo las palabras griegas gennaw anwqen gennao anothen en Juan 3:3 como “nacido de arriba” y “nacido nuevo.” La palabra griega gennaw gennao significa: De un hombre, “engendrar, convertirse en padre”; de una mujer, “concebir, dar a luz.” En algunos casos, de acuerdo al contexto, gennao efectivamente significa “nacido.” Sin embargo, gennao predominantemente significa “engendrado” en vez de “nacido.” La palabra griega  anothen, significa: “desde arriba, de nuevo, nuevo” (Arndt & Gingrich, Un Léxico Griego-Ingles del Nuevo Testamento).

 

         De La Hexapla Inglesa (1841) podemos comparar la traducción de Tyndale de los versos críticos en Juan 3 con otras cinco traducciones inglesas. Es evidente que otros traductores también tuvieron problemas interpretando gennao anothem. Las siguiente cuatro versiones fueron traducidas del texto griego al inglés:

 

1.   Tyndale 1534: “nacido nuevo,” verso 3; “nacido de nuevo,” versos 4,7; “nacido,” versos 4,5 y 6.

2.   La Gran Biblia, Crammer 1539: “nacido de arriba,” versos 3,7; “nacido de nuevo,” verso 4; “nacido,” versos 4,5 y 6.

3.   Genova 1557: “engendrado de nuevo,” versos 3,7; “engendrado,” versos 4,5 y 6.

4.   KJV 1611: “nacido de nuevo,” versos 3, 7; “nacido,” versos 4,5 y 6.

 

         Los traductores de La Biblia Genova 1557 tradujeron gennao como “engendrado.” En muchas ocasiones, “engendrado” es una traducción correcta de gennao. Sin embargo, en Juan 3 “engendrado” es una traducción incorrecta. Los traductores de La Biblia Genova 1599 corrigieron este error para que fuera leído “nacido” en vez de “engendrado.” Las siguiente dos versiones fueron traducidas de La Vulgata Latina al inglés:

 

1.   Wycliffe 1380: “nacido de nuevo,” versos 3, 7; “nacido” versos 4, 6 y 7; “nacido de nuevo de agua,” verso 5.

2.   Rheims 1582: “nacido de Nuevo,” versos 3, 7; “nacido,” versos 4,6 y 7; “nacido de nuevo de agua,” verso 5.

 

Esta reportado que fue Wycliffe quien inventó la frase inglesa “nacido de nuevo,” pero ambos Wycliffe y los traductores de la versión Rheims usaron la Vulgata Latina para sus traducciones inglesas.

 

El verdadero significado escritural de “nacido de nuevo”

 

         Para comprender completamente el verdadero significado escritural de cuando uno es nacido de nuevo, las enseñanzas de Jesús en Juan 3:1-12 deben ser examinadas. El contexto de estos versos prueban que nacer de nuevo no significa una conversión o una experiencia bautismal sino que significa una transformación literal de carne a espíritu: “Entonces había un hombre de los fariseos, Nicodemo de nombre, un gobernante de  los judíos. El vino a Jesús de noche y le dijo, ‘Rabino, sabemos que eres un maestro que ha venido de Dios; porque nadie es capaz de hacer los milagros que estás haciendo a menos que Dios este con él.’ Jesús respondió y le dijo, ‘Verdaderamente, verdaderamente te digo, a menos que cualquiera nazca de nuevo, no puede ver el reino de Dios.’ Nicodemo le dijo, ‘¿Cómo puede un hombre que es viejo nacer? ¿Puede entrar en el vientre de su madre una segunda vez y nacer?’ Jesús respondió, ‘Verdaderamente, verdaderamente te digo, a menos que cualquiera haya nacido de agua y de Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Eso que ha nacido de la carne es carne; y eso que ha nacido del Espíritu es espíritu. No estés asombrado que te dije, “Te es necesario nacer de nuevo.” El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes el lugar del cual viene ni el lugar al cual va; así también es todo el que ha nacido del Espíritu.’ Nicodemo respondió y le dijo, ‘¿Cómo pueden ser estas cosas?’ Jesús respondió y le dijo, “Eres un maestro de Israel, ¿y no sabes estas cosas? Verdaderamente, verdaderamente les digo, Nosotros hablamos eso que sabemos, y testificamos de eso que hemos visto; pero ustedes no reciben Nuestro testimonio. Si les he dicho cosas terrenales, y no creen, ¿Cómo creerán si les digo cosas celestiales?” (Juan 3:1-12).

        

         Es claro que Jesús no estaba hablando acerca de una conversión o experiencia bautismal en este dialogo sino que Él estaba comparando el nacimiento físico de uno—una existencia carnal—a eso de ser nacido nuevo o nacido de nuevo—una  experiencia espiritual real. Jesús describió dos nacimientos: uno de agua y no de espíritu, “…a menos que cualquiera haya nacido de agua y de Espíritu…” (Juan 3:5). Luego, Jesús muestra la comparación entre un nacimiento de carne y un nacimiento de espíritu: “Eso que ha nacido de la carne es carne” (Juan 3:6).

         Nacimiento físico: Cuando un ser humano nace, nace de carne—un ser físico. Más aun, todo ser humano ha “nacido de agua” desde el vientre. Aquel que ha nacido de agua ha nacido de la carne y es carne. (Juan 3:5-6).

         Nacimiento espiritual: Nicodemo perdió el enfoque cuando Jesús se refirió a un nuevo o segundo nacimiento del Espíritu: “a menos que cualquiera haya nacido…de Espíritu.” ¿Qué tipo de existencia tiene uno que ha nacido del Espíritu? Jesús respondió esa pregunta cuando dijo, “…eso que ha nacido del Espíritu es espíritu.” Jesús claramente dijo que cualquiera que haya nacido del Espíritu es, de hecho, un ser espiritual. El nuevo nacimiento espiritual significa que aquel que ha nacido de nuevo es un ser espiritual, ya no compuesto de carne humana. Ya que el que “ha nacido de la carne es carne;” entonces sigue como Jesús dijo, que “eso que ha nacido del Espíritu es espíritu.” (Juan 3:6)

        

         Todo humano está limitado por una existencia carnal y un medio ambiente físico. Sin embargo, como ser espiritual, uno no está atado por la carne o limitado por el reino físico. Jesús declaró que el que “…ha nacido del Espíritu…” no puede ser visto necesariamente, exactamente como el viento no puede ser visto: “El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes el lugar del cual viene ni el lugar al cual va; así también es todo el que ha nacido del Espíritu.” (verso 8). Por tanto, el que ha “nacido de nuevo,” “nacido del Espíritu,” debe ser invisible al ojo humano, teniendo la habilidad de venir e ir como el viento. Este es difícilmente el caso de uno que ha sido bautizado y convertido; él está todavía en la carne y está limitado por la carne—sujeto a muerte. Jesús dijo que un ser humano carnal “no puede ver” o “entrar en el reino de Dios” (Juan 3:3, 5). Pablo reiteró esto cuando enfáticamente declaró: “Entonces digo esto, hermanos, que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios...” (I Corintios 15:50).

 

¿Cuándo nace uno realmente de nuevo?

 

         Ya que uno no nace de nuevo al momento del bautismo o conversión, ¿Cuándo es que uno literalmente nace de nuevo, o nace nuevo? Es a través del nacimiento, vida, muerte y resurrección de Jesucristo que el Nuevo Testamento revela cuando una persona nace de nuevo. Mateo escribió que Jesús fue el “primogénito” de la virgen María (Mateo 1:25). El nacimiento humano de Jesús fue por agua. Él fue carne (I Juan 4:1-2) como cualquier otro ser humano, pero Él era “Dios manifestado en la carne” (I Timoteo 3:16). Cuando Jesús fue resucitado de los muertos por la gloria del Padre, Él fue el “primogénito de los muertos.” Por tanto, Jesús nació de nuevo—nació del Espíritu—al momento en que fue resucitado de los muertos, exactamente como Él le dijo a Nicodemo, …eso que ha nacido del Espíritu es espíritu.

          

         El apóstol Pablo claramente mostró que Jesús nació de nuevo cuando escribió: “Porque por Él fueron creadas todas las cosas, las cosas en el cielo y las cosas sobre la tierra, lo visible y lo invisible, ya sean ellos tronos, o señoríos, o principados, o poderes; todas las cosas fueron creadas por Él y para Él. Y Él es antes de todo, y por El todas las cosas subsisten. Y Él es la cabeza del cuerpo, la iglesia; Quien es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todas las cosas Él mismo pudiera tener la preeminencia. Porque agradó al Padre que en Él toda la plenitud debería vivir” (Colosenses 1:16-19). El apóstol Juan también verificó esto cuando escribió que Jesús fue “el primogénito de los muertos” (Apocalipsis 1:5)

        

         Después de Su resurrección y ascensión al cielo para ser aceptado por Dios el Padre como el sacrificio perfecto por los pecados del mundo, Jesús regresó a la tierra y se apareció a los apóstoles quienes estaban reunidos en un cuarto tras puertas cerradas. Ya que un ser espiritual no está limitado por el reino físico, Jesús resucitado caminó a través de las puertas y muros, apareciendo de repente a los apóstoles y discípulos: “Después, cuando la noche se acercaba ese día, el primer día de las semanas, y las puertas estaban cerradas donde los discípulos se habían reunido por miedo a los judíos, Jesús vino y se paró en el medio, y les dijo, ‘Paz sea a ustedes.’ Y después de decir esto, les mostró Sus manos y Su costado. Entonces los discípulos se alegraron porque habían visto al Señor.” (Juan 20:19-20).

 

         Como un ser espiritual, Jesús también tenía la habilidad de manifestarse a Sí mismo en forma humana, lo cual hizo cuando caminó con los dos discípulos a Emaús (Lucas 24:13-31). Más aun, Jesús fue capaz de refrenar los ojos de ellos para que no se dieran cuenta que era Él hasta que rompió y bendijo el pan. Luego desapareció inmediatamente. Este registro muestra que como uno nacido de nuevo—nacido del Espíritu—Jesús era como el viento, como lo dijo a Nicodemo. Él iba a donde quería ir y nadie podía verlo, a menos que Él hiciera posible que lo vieran al manifestarse a Sí mismo como hombre de carne y hueso.

 

         Después que Jesús desapareció, los dos discípulos regresaron a Jerusalén: “Y ellos se levantaron en esa misma hora y regresaron a Jerusalén; y encontraron juntos a los once y a aquellos con ellos reunidos, diciendo, ‘¡En verdad, el Señor ha resucitado! Y Él se le ha aparecido a Simón.’ Entonces relataron las cosas que les habían pasado en el camino, a como Él fue reconocido por ellos al partir el pan. Luego mientras estaban diciendo estas cosas, Jesús mismo [apareciendo de repente] se paró en medio de ellos y les dijo, ‘Paz sea a ustedes.’ Pero ellos estaban aterrorizados y llenos de temor, pensando que vieron un espíritu  [un demonio]. Entonces Él les dijo, ‘¿Por qué están angustiados? Y ¿Por qué surgen dudas en sus corazones? Vean Mis manos y Mis pies, que soy Yo. Tóquenme y vean por ustedes mismos; porque un espíritu [un demonio] no tiene carne y huesos, como ven que Yo tengo.’ Y después de decir esto, les mostró Sus manos y Sus pies. Pero mientras ellos estaban todavía incrédulos y preguntándose de alegría, Él les dijo, ‘¿Tienen algo aquí para comer?’ Entonces ellos le dieron parte de un pescado asado y una pieza de panal. Y Él tomó esto y comió en su presencia.” (Lucas 24:33-43).

 

         Como un ser espiritual divino, el primogénito de los muertos, Jesús fue capaz de manifestarse El mismo como hombre, con una apariencia que lucía de carne y hueso. Un espíritu demoniaco a veces puede ser capaz de manifestarse a sí mismo como una aparición a los seres humanos, pero no es capaz de manifestarse a sí mismo con carne y hueso. Es una poco obvio que los discípulos estuvieran asustados cuando Jesús apareció por primera vez a ellos.

 

¿Cuál es la apariencia de Cristo en forma glorificada?

 

         Cuando Jesús comenzó a darle al apóstol Juan las visiones para el libro de Apocalipsis, Él le reveló como aparecía en Su gloria completa, como un ser espiritual: “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor; y oí una fuerte voz como una trompeta detrás de mí, diciendo, ‘Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo’; y, “Lo que ves, escribe en un libro, y envíalo a las iglesias que están en Asia: a Éfeso, y a Esmirna, y a Pergamo, y a Tiatira, y a Sardis, y a Filadelfia, y a Laodicea.” Y volteé a ver la voz que habló conmigo; y cuando volteé, vi siete candelabros dorados; y en el medio de los siete candelabros uno como el Hijo de hombre, vestido en una prenda alcanzando los pies, y ceñido por el pecho con una coraza dorada. Y Su cabeza y Su cabello eran como lana blanca, blanca como nieve; y Sus ojos eran como una llama de fuego; y Sus pies eran como latón fino, como si ellos brillaran en un horno; y Su voz era como el sonido de muchas aguas. Y en Su mano derecha tenía siete estrellas, y una espada afilada de dos hojas salía de Su boca, y Su semblante era como el sol brillando en su completo poder [Mateo 17:2]. Y cuando Lo vi, caí a Sus pies como si estuviera muerto; pero Él puso Su mano derecha sobre mí, diciéndome, ‘No temas, Yo soy el Primero y el Ultimo, incluso aquel Quien vive; porque estaba muerto, y he aquí, estoy vivo en las eras de la eternidad. Amén...” (Apocalipsis 1:10-18).

 

Jesucristo es el primogénito entre muchos hermanos

a ser resucitados a Su venida

 

         No solamente es Jesucristo el primogénito entre los muertos, Él es también el “primogénito entre muchos hermanos” (Romanos 8:29). El verdadero cuerpo de creyentes es llamado “la iglesia de los primogénitos,” como Pablo escribió: “Sino han venido al Monte Sión, y a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial; y a una innumerable compañía de ángeles; a la reunión festiva gozosa; y a la iglesia de los primogénitos, registrada en el libro de vida en el cielo; y a Dios, el Juez de todos…” (Hebreos 12:22-23). Es llamada la iglesia de los primogénitos porque los creyentes serán resucitados, o nacidos de nuevo—nacidos del Espíritu—en la primera resurrección cuando Jesús regrese (Apocalipsis 20:4-6).

 

Cristo es el Primer fruto

 

         Pablo escribió que Jesucristo resucitado es también llamado “el primer fruto” de aquellos resucitados de los muertos. Más aun, él explicó que el resto de los verdaderos Cristianos serán resucitados a la segunda venida de Jesús: “Pero ahora Cristo ha sido levantado de los muertos; Él ha llegado a ser el primer fruto de aquellos que han dormido. Porque ya que por un hombre vino la muerte, por un hombre también vino la resurrección de los muertos. Porque como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán hechos vivos. Pero cada uno en su propio orden: Cristo el primer fruto; luego, aquellos que son de Cristo a Su venida.” (I Corintios 15:20-23).

 

         El apóstol Santiago, el hermano del Señor, se refirió a los verdaderos Cristianos como “primeros frutos” hacia Dios: “No se engañen a sí mismos, mis amados hermanos. Todo buen acto de dar y todo regalo perfecto es de arriba, descendiendo del Padre de luces, con Quien no hay variación, ni sombra de inflexión. De acuerdo a Su propia voluntad, Él nos engendró por la Palabra de verdad, para que pudiéramos ser un tipo de primeros frutos de todos Sus seres creados.” (Santiago 1:16-18).

 

         Jesús enseñó a Sus discípulos que la cosecha de los primeros frutos sería al final de la era cuando Él regrese, como lo explicó en la parábola del trigo y la cizaña: “Y Él respondió y les dijo, ‘Aquel que siembra la buena semilla es el Hijo de hombre; y el campo es el mundo; y la buena semilla, esos son los hijos del reino; pero la cizaña son los hijos del maligno. El enemigo que la sembró es el diablo; y la cosecha es el fin de la era, y los segadores son los ángeles. Por tanto, como la cizaña es reunida y consumida en el fuego, así será en el fin de esta era. El Hijo de hombre enviará Sus ángeles, y ellos recogerán de Su reino todos los pecadores y aquellos que están practicando ilegalidad; y los echarán en un horno de fuego; allá será el llanto y crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán en adelante como el sol [seres espirituales glorificados, quienes nacen de nuevo del Espíritu en la primera resurrección] en el reino de su Padre…” (Mateo 13:37-43).

 

         De estas escrituras es claro que el alma de uno no va al cielo, purgatorio o infierno cuando uno muere sino que después de la muerte se espera la resurrección. Nadie ha ascendido al cielo excepto Jesús (Juan 3:13; Hechos 2:22-24), Quien está a la mano derecha de Dios el Padre para interceder como Sumo Sacerdote (Hebreos 4:14-16; I Juan 2:1-2). En el momento señalado, Jesucristo regresará a la tierra, y la resurrección de los santos ocurrirá a Su venida.

 

         Porque algunos Corintios reclamaban que no había resurrección de los muertos, el apóstol Pablo escribió en gran detalle acerca de eso. Él presentó una evidencia abrumadora de la resurrección y probó que las almas de la gente muerta no van al cielo, purgatorio o infierno cuando ellos mueren: “No obstante, algunos dirán, ‘¿Cómo son levantados los muertos? Y ¿Con que cuerpo vienen?’ ¡Tontos! Lo que siembran no viene a la vida a menos que muera. Y lo que siembran no es el cuerpo que será; sino, el grano desnudo—puede ser de trigo, o uno de los otros granos; y Dios le da un cuerpo de acuerdo a Su voluntad, y a cada una de las semillas su propio cuerpo. De la misma manera, no toda carne es la misma carne. Sino que, hay una carne de hombre, y otra carne de bestias, y otra de peces, y otra de aves. Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales; pero la gloria de lo celestial es diferente, y la gloria de lo terrenal es diferente. Hay una gloria del sol, y otra gloria de la luna, y otra gloria de las estrellas; porque una estrella difiere de otra estrella en gloria. Así también es la resurrección de los muertos. Es sembrado en corrupción; es levantado en incorrupción.  Es sembrado en deshonra; es levantado en gloria. Es sembrado en debilidad; es levantado en poder. Es sembrado un cuerpo natural [ese que ha nacido de la carne es carne]; es levantado un cuerpo espiritual [ese que ha nacido del espíritu es espíritu]. Hay cuerpo natural, y hay cuerpo espiritual; en consecuencia, está escrito, ‘El primer hombre, Adán, se convirtió en un alma viva, el último Adán se convirtió en un Espíritu vivo eterno.’ Sin embargo, lo espiritual no fue primero, sino lo natural—luego lo espiritual.” (I Corintios 15:35-46).

 

         Estas escrituras revelan que en la resurrección uno nacerá de nuevo del Espíritu y recibirá un cuerpo espiritual glorioso, brillante como el sol. Pablo continuó su explicación de la resurrección de los muertos en los versos 47-54: “El primer hombre es de la tierra—hecho de polvo. El segundo hombre es el Señor del cielo. Como es aquel hecho de polvo, así también son todos aquellos que son hechos de polvo; y como es aquel celestial, así también son todos aquellos que son celestiales. Y como hemos llevado la imagen de aquel hecho de polvo, también llevaremos la imagen de aquel celestial [en la resurrección]. Entonces digo esto, hermanos, que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda incorrupción. He aquí, les muestro un misterio: no todos dormiremos, sino que todos seremos cambiados [nacidos de nuevo del Espíritu], en un instante, en el parpadeo de un ojo, a la última trompeta; porque la trompeta sonará, y los muertos serán levantados incorruptibles, y nosotros seremos cambiados. Porque esto corruptible debe vestirse de incorruptibilidad, y esto mortal debe vestirse de inmortalidad. Entonces cuando esto corruptible se haya vestido de incorruptibilidad, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces sucederá el dicho que está escrito: ‘La muerte es tragada en victoria.’

 

         Es evidente que la resurrección de los santos no ha ocurrido aun. Todos los que han muerto en la fe serán resucitados como seres espirituales inmortales. Pero, ¿Cuándo ocurrirá la resurrección?

 

¿Cuándo son resucitados los Santos?

 

         El profeta Isaías predijo el día de la primera resurrección para aquellos que son de Cristo. El profetizó que sería el nacimiento de una nación fuera de la tierra. En ese momento los santos nacerán de nuevo, nacerán del Espíritu: ¿Quién ha oído tal cosa? ¿Quién ha visto tales cosas como estas? ¿Será hecha la tierra para dar a luz en un día? O ¿Nacerá una nación de una? Porque tan pronto como Zión estuvo de parto, ella también dio a luz a sus hijos.” (Isaías 66:8). El apóstol Pedro llamó a los Cristianos un sacerdocio real y una nación santa: “Pero ustedes son una estirpe escogida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo para una posesión de Dios” (I Pedro 2:9). Cuando la primera resurrección ocurra, una nación santa de reyes y sacerdotes nacerá en un día, y ellos gobernarán y reinarán con Jesucristo por mil años (Apocalipsis 20:4-6) y vivirán para siempre.

 

         En su primera epístola a los Tesalonicenses en el 50 d.C, Pablo explicó que la resurrección de los santos no tendrá lugar sino hasta el regreso de Jesucristo a la tierra: “Porque si creemos que Jesús murió y resucitó otra vez, exactamente en la misma forma también, aquellos que han dormido en Jesús Dios traerá con Él [porque ellos ascenderán al cielo para reunirse con El en las nubes]. Porque esto les decimos por la Palabra del Señor, que quienes estemos vivos y permanezcamos hasta la venida del Señor en ninguna manera precederemos a aquellos que han dormido. Porque el Señor mismo descenderá del cielo con un grito de mando, con la voz de un arcángel y con la trompeta de Dios; y los muertos en Cristo resucitarán primero [nacidos de nuevo del Espíritu]; luego nosotros quienes estamos vivos y permanecemos [seremos cambiados y] seremos atrapados junto con ellos en las nubes para la reunión con el Señor en el aire; y así siempre estaremos con el Señor.” (I Tesalonicenses 4:14-17).

 

           Jesucristo también enseñó que la resurrección de los santos ocurrirá cuando Él regrese a la tierra: “Porque como la luz del día, la cual sale del oriente y resplandece tan lejos como el occidente, así será la venida del Hijo del hombre… Pero inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol será oscurecido, y la luna no dará su luz, y las estrellas caerán del cielo, y los poderes de los cielos serán sacudidos. Y luego aparecerá la señal del Hijo de hombre en el cielo; y entonces todas las tribus de la tierra lamentarán, y verán al Hijo de hombre viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria.  Y Él enviará a Sus ángeles con el gran sonido de una trompeta, y ellos reunirán a Sus elegidos desde los cuatro vientos [de alrededor del mundo y los traerá arriba en el aire para reunirse con Cristo], desde un fin del cielo hasta el otro.” (Mateo 24:27, 29-31).

 

           Apocalipsis 15 muestra que los santos resucitados se reunirán con Jesucristo en el aire, en las nubes, y se pararán sobre el Mar de Vidrio: “Luego vi otra señal en el cielo, grande y sorprendente: siete ángeles teniendo las últimas siete plagas, porque en ellas la ira de Dios es colmada. Y vi un mar de vidrio mezclado con fuego, y aquellos que habían obtenido la victoria sobre la bestia, y sobre su imagen, y sobre su marca, y sobre el número de su nombre, de pie sobre el mar de vidrio, teniendo las liras de Dios. Y estaban cantando la canción de Moisés, el siervo de Dios [simbolizando a los profetas justos y reyes que fueron salvos], y la canción del Cordero [simbolizando a aquellos que fueron salvos desde la primera venida de Cristo hasta la resurrección], diciendo, ‘Grandes y asombrosas son Tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son Tus caminos, Rey de los santos. ¿Quién no Te temerá, Oh Señor, y glorificará Tu nombre? Porque solo Tu eres santo; y todas las naciones vendrán y adorarán delante de Ti, porque Tus juicios han sido revelados.’ ” (Apocalipsis 15:1-4).

 

         Después del derramamiento de las siete plagas y el juicio de Dios contra Babilonia la Grande (Apocalipsis 16,18), los santos glorificados regresarán con Jesucristo a la tierra: “Y vi el cielo abierto; y he aquí, un caballo blanco; y Quien se sentó sobre el es llamado Fiel y Verdadero, y en justicia Él juzga y hace guerra. Y Sus ojos eran como una llama de fuego, y sobre Su cabeza habían muchas coronas; y tenía un nombre escrito que nadie conoce excepto Él. Y estaba vestido con un vestido sumergido en sangre; y Su nombre es La Palabra de Dios. Y los ejércitos en el cielo [los fieles resucitados que son levantados para reunirse con Cristo en el Mar de Vidrio] estaban siguiéndolo sobre caballos blancos; y estaban vestidos en lino fino, blanco y puro [lo cual es la justicia de los santos]. Y fuera de Su boca sale una espada afilada, para que con ella pudiera herir a las naciones; y las pastoreará con una vara de hierro; y Él pisa el lagar de la furia y la ira del Dios Todopoderoso. Y sobre Su vestido y sobre Su muslo tiene un nombre escrito: Rey de reyes y Señor de señores. Luego vi un ángel de pie en el sol; que gritó con una fuerte voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo, “Vengan y júntense a la cena del gran Dios para que puedan comer la carne de reyes, y la carne de capitanes jefes, y la carne de hombres poderosos, y la carne de caballos, y de aquellos que se sientan sobre ellos, y la carne de todos, libres y esclavos, y pequeños y grandes.” Y vi a la bestia y a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para hacer guerra contra Quien se sienta sobre el caballo, y contra Su ejército. Y la bestia fue tomada, y con él el falso profeta quien obraba milagros en su presencia, por los cuales había engañado a aquellos que recibieron la marca de la bestia y a aquellos que adoraron su imagen. Aquellos dos fueron echados vivos dentro del lago de fuego, el cual quema con azufre; y el resto fue muerto por la espada de Quien se sienta sobre el caballo, la misma espada que sale de Su boca; y todas las aves fueron llenas con sus carnes.” (Apocalipsis 19:11-21).

 

         Con la destrucción de la bestia y el falso profeta y sus enemigos, Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores, regresará a la tierra con gran poder y gloria. En ese día, Él colocará una vez más Sus pies sobre el Monte de los Olivos desde donde ascendió al cielo cuando los apóstoles miraban, hace casi 2.000 años: “Y después de decir estas cosas, mientras estaban mirándolo, fue levantado, y una nube Lo recibió fuera de su vista. Luego mientras estaban mirando fijamente hacia el cielo como Él estaba subiendo, de repente dos hombres en vestidos blancos se pararon junto a ellos, quienes también dijeron, ‘Ustedes hombres de Galilea, ¿Porque están parados aquí mirando hacia el cielo? Este mismo Jesús, Quien fue levantado de ustedes al cielo, vendrá exactamente en la misma manera como ustedes lo han visto ir al cielo.’ Luego ellos regresaron a Jerusalén desde la montaña llamada el Monte de los Olivos, la cual está cerca de Jerusalén, siendo más o menos la distancia de un viaje de Reposo.” (Hechos 1:9-12).

 

         Exactamente como Jesús ascendió al cielo desde el Monte de los Olivos, el profeta Zacarías predijo que Él descendería del cielo con todos los santos para guerrear contra todas las naciones reunidas en Jerusalén: “He aquí, el día del SEÑOR viene, y su botín será dividido en medio de ustedes, ‘Porque Yo reuniré a todas las naciones para luchar contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y las casas saqueadas, y las mujeres violadas. Y mitad de la ciudad irá al exilio, y el resto de la gente no será cortada de la ciudad.’ Y el SEÑOR saldrá y peleará contra aquellas naciones, como cuando Él peleó en el día de batalla. Y Sus pies se pararán en ese día sobre el Monte de los Olivos el cual está delante de Jerusalén al oriente, y el Monte de los Olivos se partirá en dos, desde el oriente y hasta el occidente, y se hará un valle muy grande. Y la mitad de la montaña se moverá hacia el norte, y la mitad de ella hacia el sur. ‘Y ustedes huirán al valle de Mis montañas; porque el valle de las montañas alcanzará a Azal. Y huirán como huyeron desde antes del terremoto en los días de Uzías rey de Judá.’ Y el SEÑOR mi Dios vendrá, y todos los santos Contigo. Y sucederá en ese día, que la luz no será ni clara, ni oscura. Y será un día el cual será conocido del SEÑOR, ni día ni noche; sino sucederá que en tiempo nocturno estará iluminado. Y será en ese día, que aguas vivas saldrán de Jerusalén; la mitad de ellas irán hacia el mar oriental, y la mitad de ellas hacia el mar occidental. En verano y en invierno será. Y el SEÑOR será Rey sobre toda la tierra; en ese día habrá un SEÑOR, y Su nombre será uno.” (Zacarías 14:1-9).

 

         En resumen, toda la evidencia escritural presentada claramente revela que uno no “nace de nuevo, nace del Espíritu” sino hasta la resurrección al regreso de Jesucristo. Nacer de nuevo no tiene nada que ver con el bautismo o la conversión. Cuando uno haya nacido de nuevo, será un ser espiritual—compuesto de espíritu. Los santos resucitados heredarán la gloria de Jesucristo, Quien transformará sus cuerpos para ser como Su cuerpo glorificado: “Pero para nosotros, la mancomunidad de Dios existe en los cielos, desde donde también estamos esperando al Salvador, el Señor Jesucristo; Quien transformará nuestros viles cuerpos, para que puedan ser conformados a Su glorioso cuerpo, de acuerdo al trabajo interno de Su propio poder, por el cual Él es capaz de someter todas las cosas a Si mismo.” (Filipenses 3:20-21).

 

         Este es el verdadero significado de “nacer de nuevo.”