APENDICE R
(Tomado de la sección de comentarios y apéndices a “La Santa Biblia en Su orden original—Una versión fiel con comentario”, segunda edición.)
¿Qué significa “Obras de ley”?
Por
Fred R. Coulter
www.idcb.org
¿Cual es el verdadero significado bíblico de “obras de ley” en relación a la “justificación por fe” y el guardar los mandamientos? Las enseñanzas protestantes tradicionales crean tremendos problemas en entender el verdadero significado de Escrituras críticas, reclamando que cuando una persona ha sido justificada por fe, él o ella no tiene que guardar los mandamientos de Dios, y que aquellos que guardan las leyes y mandamientos de Dios están buscando la justificación por “obras de la ley.” Ellos citan Romanos 3:20-22, 28 como prueba de que aquel que ha sido “salvo” no tiene que guardar la ley. En la Reina Valera 1960 estos versos dicen: “…ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado. Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, …Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.”
La frase “por obras [griego ergwn ergon, “obras, hechos”] de la ley ningún ser humano será justificado delante de él;” junto con las frases “aparte de la ley” y “sin obras [Griego ergwn ergon, “obras, hechos”] de la ley,” dan la impresión de que la ley y el guardar los mandamientos no es requerido para la salvación. Entre aquellos reforzando esta teoría, es declarado que “la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo” significa que la justificación es por fe sin ninguna obra. Por tanto, los mandamientos de Dios no son mas obligatorios a aquellos que creen en Jesús porque “Cristo es el fin de la ley” (Romanos 10:4).
La confusión creada por estas referencias Escriturales es complicada aun mas con lo que Pablo escribió en Romanos 2: “Porque los oidores de la ley no son justos delante de Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados” (Romanos 2:13). ¿Como es que “los hacedores de la ley serán justificados,” cuando “las obras de la ley” no justifican?
Pablo también escribió que la Ley no es abolida por la fe; sino que la Ley es establecida por la fe: “¿Estamos nosotros, entonces, aboliendo la ley a través de fe? ¡DE NINGUNA MANERA! Más bien, estamos estableciendo la ley” (Romanos 3:31). En vez de eliminar la Ley, Pablo reafirmó lo que Jesucristo enseñó concerniente a la Ley, cuando Él dijo: “No piensen que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no vine a abolir, sino a cumplir. Porque verdaderamente les digo, hasta que el cielo y la tierra pasen, una jota o una tilde en ninguna forma pasará de la Ley hasta que todo haya sido cumplido” (Mateo 5:17-18). (Por favor vea ¿Cómo cumplió Jesucristo la Ley y los Profetas?”)
Los problemas al entender estas Escrituras, así como las interpretaciones erróneas de Romanos 3:20-22, comenzaron con traducciones imprecisas y suposiciones. La traducción incorrecta comenzó con la traducción de John Wycliffe en 1380 de la Vulgata Latina. En inglés moderno dice: “Porque de obras de la ley, cada carne no será justificada delante de él, porque por la ley es el conocimiento del pecado, pero ahora sin la ley, la justicia de Dios es mostrada, esta es testigo de la ley y los profetas y la justicia de Dios es por la fe de Jesucristo en todos los hombres y sobre todos los hombres que creen en él” (Samuel Bagster, The English Hexapla, 1841).
La traducción de William Tyndale de 1534 es ligeramente diferente. Sin embargo, su interpretación da también la fuerte impresión de que guardar los mandamientos y leyes no era requerido: “Porque por obras de la ley, ninguna carne será justificada a la vista de Dios. Porque por la ley viene el conocimiento del pecado. Ahora en verdad es declarada la justicia que viene de Dios sin el cumplimiento de la ley, aun teniendo testigo de la ley y de los Profetas. La justicia sin duda la cual es buena ante Dios, viene por la fe de Jesucristo hacia todos y sobre todos los que creen” (Traducción de William Tyndale, Samuel Bagster, The English Hexapla, 1841; vea también Tyndale’s New Testament, 1536).
Después de una revisión de estos versos, se puede notar que Tyndale agregó tres palabras, “el cumplimiento de,” a la frase “sin la ley,” haciendo que se lea “sin el cumplimiento de la ley.” Tyndale se desvió demasiado del texto griego al agregar estas palabras extras, y la traducción resultante da la impresión de que nadie tiene que guardar la Ley. Sin embargo, mientras su traducción parece apoyar la enseñanza de que la obediencia a las leyes y mandamientos de Dios no es necesaria, otros escritos de Tyndale muestran que él creía exactamente lo opuesto. Sin embargo, su traducción reforzó la creencia protestante de que a los Cristianos no se les requiere guardar la Ley. De hecho, esta mala interpretación ha dado surgimiento a la “gracia ilegal o sin ley” que esta rampante en el protestantismo ortodoxo y en el catolicismo hoy y es absolutamente contraria a la Palabra de Dios.
La correcta traducción del griego y la adecuada interpretación de estos versos revelarán lo que Pablo en verdad dijo. Pero primero, las siguientes palabras y frases deben ser definidas: pecado, ley, la letra de la Ley, las obras de la Ley, el espíritu de la Ley, justificación por fe y la justicia de Dios.
Definición de frases y palabras claves
Pecado: ¿Que es pecado? Juan escribió: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley” (I Juan 3:4, Reina Valera 1960). Una traducción literal de este verso dice, “Todo aquel que practica pecado esta también practicando ilegalidad, pues pecado es ilegalidad.” El pecado aísla a una persona de Dios, y la paga del pecado es muerte (Romanos 3:23). Hay pecados externos, los cuales son observables y conocidos por otros, y hay pecados internos, los cuales son los pecados ocultos del corazón y la mente. Muchas veces una persona cometiendo un pecado interno no es consciente de el. Más aun, nadie conoce los pecados internos de otro porque nadie puede leer la mente y el corazón de otro. Sin embargo, dado que Dios es un Dios que conoce los corazones, Él conoce los pecados ocultos del corazón.
El apóstol Pablo escribió acerca de los males de la naturaleza humana, que no hay nadie que sea justo—todos son pecadores: “…Porque ya hemos acusado a judíos y gentiles—TODOS—con estar bajo pecado, exactamente como está escrito: “Porque no hay un justo—¡ni siquiera uno! No hay uno que entienda; no hay uno que busque a Dios. Todos ellos han salido del camino; juntos todos ellos han llegado a ser depravados. No hay siquiera uno que esté practicando bondad. ¡No, no hay tantos como uno! Sus gargantas son como una tumba abierta; con sus lenguas han usado engaño; el veneno de áspides está bajo sus labios, cuyas bocas están llenas de maldición y amargura; sus pies son rápidos para derramar sangre; destrucción y miseria están en sus caminos; y el camino de paz no han conocido. No hay temor de Dios delante de sus ojos.” Entonces, sabemos que cualquier cosa que la ley diga, habla a aquellos que están bajo la ley, para que toda boca pueda ser cerrada, y todo el mundo pueda llegar a ser culpable delante de Dios.” (Romanos 3:9-19).
Jesús reveló que el pecado se origina dentro del corazón y la mente del hombre: “Y Él dijo, ‘Eso que brota desde adentro de un hombre, eso profana al hombre. Porque desde adentro, desde los corazones de los hombres, salen malos pensamientos, adulterios, fornicaciones, asesinatos, robos, codicias, maldades, engaño, libertinaje, un ojo malo, blasfemia, orgullo, tonterías; todos estos males salen desde adentro, y profanan al hombre.’ ” (Marcos 7:20-23).
El profeta Jeremías dijo, “El corazón es engañoso sobre todas las cosas, y desesperadamente malo; ¿Quién puede conocerlo?” (Jeremías 17:9). Y de nuevo Pablo declaró, “Porque la mente carnal es enemistad contra Dios, porque no está sujeta a la ley de Dios; ni en verdad puede estarlo.” (Romanos 8:7).
La Ley: El termino “la ley” en el Nuevo Testamento, en la mayoría de los casos se refiere a las leyes y mandamientos de Dios como son encontrados en los cinco libros de Moisés. Pero en algunos contextos “la ley” se refiere al pacto que Dios hizo con Israel. En el libro de Hebreos, “la ley” también puede referirse a las leyes rituales de sacrificios que eran ofrecidos en el templo en Jerusalén. En otros casos, “ley” se refiere a una ley específica.
El propósito de la Ley de Dios es definir el pecado. Esta da el conocimiento de lo que es pecado, “…porque a través de la ley es el conocimiento del pecado” (Romanos 3:20). Si no hubiera Ley, no habría pecado. Más aún, si no hubiera pecado, no habría necesidad de perdón, ni necesidad de un Salvador. Esto es lo que Pablo quiso decir cuando escribió, “Porque la ley desarrolla ira; porque donde no hay ley, no hay trasgresión” (Romanos 4:15). Aquellos que transgreden la ley, o pecan, están bajo la pena del pecado. El último fin del pecado es la muerte, porque “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23).
La Ley define el pecado. La ley no tiene poder para hacer cumplir u obligar a alguien a obedecer (Gálatas 3:21). Aun con el conocimiento de la Ley, la gente peca (Romanos 7:7-25); consecuentemente, todo el mundo está bajo la ley y es culpable ante Dios, ya sea que lo reconozca o no (Romanos 2:11-13; 3:19).
La letra de la Ley: Desde el comienzo del mundo, Dios ha requerido que toda la gente obedezca Sus leyes y mandamientos en la letra de la Ley (Génesis 4:6-8). Luego, en los días de Noé, a causa del pecado y la violencia, Dios destruyó toda vida con el Diluvio (Génesis 6:5-13). Después del Diluvio, Dios incorporó Sus leyes y mandamientos dentro del pacto que Él hizo con Noé y su familia (Génesis 8:20-22; 9:1-17). Luego, Él estableció Su pacto con Abraham y su semilla. Abraham le creyó a Dios, y su fe le fue imputada como justicia (Génesis 15:4-6). Cuando Dios transfirió las promesas del pacto que Él había establecido con Abraham a Isaac, Dios declaró que fue a causa de la obediencia de Abraham: “Y el SEÑOR se le apareció y dijo, ‘No desciendas a Egipto. Vive en la tierra la cual Yo te diré. Permanece en esta tierra, y estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tu semilla, daré todas estas tierras; y estableceré el juramento el cual juré a Abraham tu padre. Y multiplicaré tu semilla como las estrellas de los cielos y daré a tu semilla todas estas tierras. Y en tu semilla serán benditas todas las naciones de la tierra, porque Abraham obedeció Mi voz y guardó Mi encargo, Mis mandamientos, Mis estatutos y Mis leyes.’ ” (Génesis 26:2-5). Los mandamientos, estatutos y leyes de Dios por los que Abraham fue elogiado de guardarlos fueron los mismos que luego Él dio a los hijos de Israel en el Monte Sinaí.
En el pacto de Dios con Israel, también conocido como el Antiguo Pacto, a los hijos de Israel les fue dada una elección entre vida y muerte, bendición y maldición, dependiendo de la adherencia de ellos a Sus mandamientos y leyes: “He aquí, he colocado delante de ustedes en este día vida y bien, y muerte y mal, en que les mando en este día amar al SEÑOR su Dios, caminar en Sus caminos, y guardar Sus mandamientos y Sus estatutos y Sus juicios para que puedan vivir y multiplicarse. Y el SEÑOR su Dios los bendecirá en la tierra donde van a poseerla. Pero si su corazón se aparta, de modo que no escuchen, sino sean arrastrados y adoren otros dioses y los sirvan, yo les denuncio en éste día que ciertamente morirán; no prolongarán sus días sobre la tierra a donde pasan sobre el Jordán para ir a poseerla. Yo llamo al cielo y a la tierra para registrar este día contra ustedes que he colocado delante de ustedes vida y muerte, bendición y maldición. Por lo tanto, escojan vida, para que ustedes y su semilla puedan vivir, para que puedan amar al SEÑOR su Dios, y puedan obedecer Su voz, y puedan unirse a Él; porque Él es su vida y la longitud de sus días, para que puedan vivir en la tierra la cual el SEÑOR juró a sus padres—a Abraham, a Isaac, y a Jacob—dárselas.” (Deuteronomio 30:15-20).
En Deuteronomio 28, Dios listó las bendiciones por la obediencia y las maldiciones por la desobediencia. Él esperaba que Israel obedeciera todas Sus leyes y mandamientos en la letra de la Ley. En retorno, ellos recibirían las bendiciones físicas de Dios. El pacto con Israel no ofreció promesa de vida eterna; esto no vendría hasta Jesucristo. (En el Antiguo Testamento, Dios revela que algunos escogidos, tales como los patriarcas, profetas, y algunos de los reyes justos de Israel y Judá, recibieron el regalo y promesa de la vida eterna. Ellos estarán en la primera resurrección cuando Jesucristo regrese.)
Obras de ley: Esta frase, “obras de ley,” es tal vez una de las frases más mal entendidas en las Epístolas de Pablo. La confusión acerca del significado de esta frase se origina de una traducción imprecisa del término griego, ergwn nomou ergon nomou el cual significa literalmente “obras de ley.” Esta no significa “las obras de la ley.” En la Reina Valera 1960, así como en otras versiones, los traductores han insertado dos artículos definidos dentro de esta frase que no son encontrados en el texto griego. Un artículo definido, “las,” ha sido insertado antes de la palabra “obras” y el otro artículo definido, “la,” antes de la palabra “ley,” haciendo que esto se lea incorrectamente como “las obras de la ley.” Los traductores sintieron que era necesario agregar estos dos artículos definidos para ayudar a clarificar el significado, porque ellos pensaban que la frase ergon nomou se refería exclusivamente a las leyes y mandamientos de Dios. De ese modo, ha sido asumido que guardar los mandamientos de Dios no es requerido porque “las obras de la ley” no justifican a nadie con Dios. Mientras es cierto que “obras de ley” pueden referirse a las leyes de Dios, Pablo indudablemente tuvo la intención de una aplicación más grande de la frase.
Si el apóstol Pablo hubiera tenido la intención de que la frase dijera “las obras de la ley,” él muy seguramente lo hubiera escrito de esa forma en el griego. De hecho, hay un verso, y solo un verso, donde Pablo realmente escribió la frase completa “la obra de la ley,” cuando escribió: “Porque cuando los gentiles, los cuales no tienen la ley, practican por naturaleza las cosas contenidas en la ley, esos que no tienen la ley son una ley hacia sí mismos; quienes muestran la obra de la ley escrita en sus propios corazones, sus conciencias dando testimonio, y sus razonamientos también, mientras se acusan o defienden el uno al otro” (Romanos 2:14-15).
La frase griega en el verso 15 es to ergon tou nomou to ergon tou nomou la cual, cuando es traducida al inglés dice, “la obra de la ley.” Aquí es bastante evidente que Pablo estaba en verdad hablando acerca de las leyes de Dios.
En otros siete lugares donde Pablo usó este término, él no usó el artículo definido. En su lugar, él escribió solo la frase ergwn nomou ergon nomou, “obras de ley.” En todos los lugares donde aparece ergon nomou, debería ser traducido como “obras de ley” en vez de “las obras de la ley.” Abajo se listan los siete lugares adicionales donde Pablo usó la frase ergwn nomou ergon nomou, “obras de ley”:
1) Romanos 9:31-32: “Pero Israel, aunque ellos siguieron tras una ley de justicia, no alcanzaron una ley de justicia. ¿Por qué? Porque no la buscaron por fe, sino por obras de ley: porque ellos tropezaron en la Piedra de tropiezo”
2-4) Gálatas 2:14-16: “Pero cuando vi que ellos no caminaban rectamente de acuerdo a la verdad del evangelio, le dije a Pedro en la presencia de todos ellos, “Si tú, siendo un judío, estás viviendo como los gentiles, y no de acuerdo al judaísmo, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar? Nosotros que somos judíos por naturaleza—y no pecadores de los gentiles—sabiendo que un hombre no es justificado por obras de ley, sino a través de la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Cristo Jesús para poder ser justificados por la fe de Cristo, y no por obras de ley; porque por obras de ley ninguna carne será justificada.”
5) Gálatas 3:2: “Esto solamente deseo saber de ustedes: ¿Recibieron el Espíritu de Dios por obras de ley, o por el oír de fe?”
6) Gálatas 3:5: “Por tanto consideren esto: Quien les está supliendo el Espíritu, y Quien está trabajando obras de poder entre ustedes, ¿está haciéndolo por obras de ley o por el oír de fe?”
7) Gálatas 3:10: “Porque tantos como estén apoyándose en obras de ley están bajo una maldición, porque está escrito, “Maldito es todo el que no continúa en todas las cosas que han sido escritas en el libro de la ley para hacerlas.’ ”
El verdadero significado de “Obras de ley”: Es evidente en estos versos que Pablo está incluyendo las leyes tradicionales del judaísmo en la frase “obras de ley.” En Gálatas 2, Pedro y los otros no estaban siguiendo una ley de Dios sino estaban observando una ley tradicional del judaísmo para comer separadamente de los gentiles. Pedro sabía mejor porque quince años antes, cuando Dios envió a Pedro a la casa de Cornelio, Pedro le dijo a Cornelio, “…‘Ustedes saben que es ilegal para un hombre que es judío asociarse con o acercarse a cualquiera de otra raza. Pero Dios me ha mostrado que ningún hombre debe ser llamado común o impuro.” (Hechos 10:28). Pedro estaba hablando acerca de una ley del judaísmo—una tradición hecha por el hombre. Por tanto, el uso por Pablo de la frase “obras de ley” incluye todas las leyes tradicionales del judaísmo humanamente concebidas como religiosas (Marcos 7:1-13). Esto también puede referirse a los rituales religiosos gentiles y a los sacrificios que ellos ofrecían a sus dioses (Hechos 14:8-18).
Además, la frase “obras de ley” puede incluir también todos los rituales y sacrificios bajo el Antiguo Testamento. Pablo escribió que era imposible para esos rituales y sacrificios, expiar el pecado ante Dios el Padre en el cielo: “Porque la ley, teniendo solo una sombra de las buenas cosas que vienen, y no la imagen de aquellas cosas, con los mismos sacrificios los cuales ofrecen continuamente año tras año, nunca es capaz de hacer perfectos a aquellos que vienen a adorar. De otro modo, ¿no habrían cesado de ser ofrecidos? Porque una vez que hubieran sido purificados aquellos que adoran, no serían más conscientes de pecado. Por el contrario, al ofrecer estos sacrificios año tras año, hay un recuerdo de pecados porque es imposible por la sangre de toros y machos cabríos quitar pecados.” (Hebreos 10:1-4).
En resumen, “obras de ley” se refiere a las obras de cualquier ley—las leyes de Dios, las leyes del judaísmo, y las leyes de religiones paganas. Indudablemente Pablo se refería al uso más amplio de “obras de ley,” el cual incluye todas las obras de ley de todas las religiones.
El espíritu de la Ley: Isaías profetizó que Jesucristo magnificaría la ley: “El SEÑOR está bien complacido por amor a Su justicia; Él magnificará la Ley y la hará gloriosa” (Isaías 42:21). La palabra hebrea traducida como “magnificar” es gahdal y significa: “avanzar, exceder, llegar a ser, hacer, dar, poner más grande, incrementar, magnificar” (Wigram, Englishman’s Hebrew-Chaldee Concordance of the Old Testament, 1980).
En todas Sus enseñanzas, Jesucristo magnificó la Ley y la hizo espiritualmente obligatoria. En Su “Sermón del Monte” Jesús dijo repetidamente, “Ustedes han escuchado que fue dicho a aquellos en tiempos antiguos … Pero Yo les digo...” (Mateo 5-7). Él declaró y enseñó que las leyes y mandamientos de Dios deben ser guardados en “el espíritu de la ley.” Para obedecer el espíritu de la ley, la gente necesita el Espíritu Santo de Dios, y las leyes y mandamientos de Dios necesitan ser escritos en sus corazones y mentes (Hebreos 10:16-17).
Concerniente a guardar la Ley en el espíritu, Pablo escribió, “…para poder servir en novedad de espíritu, y no en antigüedad de la letra … la ley es en verdad santa, y el mandamiento santo y justo y bueno … Porque sabemos que la ley es espiritual…” (Romanos 7:6, 12, 14). En estos versos, Pablo se está refiriendo a la intención espiritual para guardar los mandamientos de Dios, conocida como “el espíritu de la ley.” Los verdaderos cristianos obedecerán las leyes y mandamientos de Dios en novedad de espíritu. Su obediencia no solamente vendrá de sus corazones, sino será manifestada externamente en sus acciones.
Toda la Ley y los Profetas está basada en el amor y debe ser guardada en el espíritu de la Ley. Eso es lo que Jesucristo dijo cuando respondió la pregunta del escriba: “Y uno de los escribas que habían venido a Él, tras oírlos razonar juntos y percibir que Él les respondió bien, le preguntó, ‘¿Cuál es el primer mandamiento de todos?’ Entonces Jesús le respondió, ‘El primero de todos los mandamientos es, “Oye, Oh Israel. Nuestro único Dios es el Señor, el Señor. Y amarán al Señor su Dios con todo su corazón, y con toda su alma, y con toda su mente, y con toda su fuerza.” Este es el primer mandamiento. Y el segundo es como este: ‘Amarán a su prójimo como a ustedes mismos.’ No hay otro mandamiento más grande que estos.” Entonces el escriba le dijo, “Correcto, Maestro. Has hablado de acuerdo a la verdad de que Dios es uno, y no hay otro además de Él; y amarlo con todo el corazón, y con todo el entendimiento, y con toda el alma, y con toda la fuerza, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todas las ofrendas quemadas y sacrificios.” Y Jesús, viendo que él respondió con entendimiento, le dijo, “No estás lejos del reino de Dios.” Y nadie se atrevió a preguntarle nada más.” (Marcos 12:28-34). Mateo también registró la declaración de Jesús con respecto a los mandamientos de amar a Dios y a su prójimo como a usted mismo, “De estos dos mandamientos pende toda la Ley y los Profetas” (Mateo 22:40).
Jesús enseñó más enfáticamente a guardar los mandamientos basado en amar a Dios: “Si me aman, guarden los mandamientos—a saber, Mis mandamientos… Quien tiene Mis mandamientos, y los está guardando, ese es quien Me ama; y quien Me ama será amado por Mi Padre, y Yo lo amaré, y Me manifestaré Yo mismo a él.”… “Si alguno Me ama, guardará Mi palabra; y Mi Padre le amará, y Nosotros vendremos a él, y haremos Nuestra morada con él. Quien no Me ama, no guarda Mis palabras; y la palabra que ustedes escuchan no es Mía, sino del Padre, Quien Me envió… Como el Padre Me ha amado, Yo también los he amado; vivan en Mi amor. Si guardan Mis mandamientos, vivirán en Mi amor; así como Yo he guardado los mandamientos de Mi Padre, y vivo en Su amor.” (Juan 14:15, 21, 23-24; 15:9-10).
El apóstol Juan escribió que los mandamientos de Dios no son pesados: “Y por este estándar sabemos que lo conocemos: si guardamos Sus mandamientos. Aquel que dice, “Lo conozco,” y no guarda Sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. De otro lado, si cualquiera está guardando Su Palabra, verdaderamente en aquel el amor de Dios está siendo perfeccionado. Por este medio sabemos que estamos en Él… Por este estándar sabemos que amamos a los hijos de Dios: cuando amamos a Dios y guardamos Sus mandamientos. Porque este es el amor de Dios: que guardemos Sus mandamientos; y Sus mandamientos no son pesados.” (I Juan 2:3-5; 5:2-3).
Después que una persona ha sido convertida, debe caminar en novedad de vida y hacer las “buenas obras” de amar a Dios y guardar Sus mandamientos. El guardar los mandamientos en el espíritu de la Ley guarda a una persona de pecar, porque “por la ley es el conocimiento del pecado.”
Justificación por fe: Cuando uno está viviendo en un estado de pecado, es cortado de Dios. Para ser hecho recto con Dios, el pecador debe arrepentirse delante de Dios el Padre y aceptar el sacrificio de la sangre de Jesucristo como el pago completo por sus pecados. Dios justifica al pecador arrepentido independiente de guardar los mandamientos. Nadie puede ser justificado a la vista de Dios por ninguna obra de ninguna ley. Más bien, la justificación es dada al creyente basada en fe. Este estado de justificación es llamado el “regalo de justicia” la cual Dios el Padre imputa libremente al creyente arrepentido. (Romanos 5:17).
La función de las leyes y mandamientos de Dios es mostrarles a los hombres como vivir, así como también mostrarles que es pecado. Ninguna ley puede perdonar el pecado. Ninguna ley puede dar vida eterna. Esa no es la función de la ley. Únicamente Dios el Padre puede justificar del pecado a una persona a través del sacrificio y sangre de Jesucristo, lo cual es separado de la Ley y el guardar los mandamientos. Sin embargo, la justificación de pecados pasados no anula la Ley o las buenas obras que Dios requiere de los verdaderos creyentes. Esto es lo que Pablo se refirió cuando escribió: “(Porque los oidores de la ley no son justos delante de Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados.” (Romanos 2:13).
La justicia de Dios: La justicia de Dios es mostrada por Su gracia al perdonar el pecado a través de la sangre y sacrificio de Jesús. Esta justicia coloca al pecador perdonado en una posición correcta con Dios. Pablo escribió: “Porque todos hemos pecado, y estamos destituidos de la gloria de Dios; pero estamos siendo justificados gratuitamente por Su gracia a través de la redención que está en Cristo Jesús; a Quien Dios ha manifestado abiertamente ser una propiciación a través de la fe en Su sangre, para demostrar Su justicia, respecto a la remisión de pecados pasados, a través de la paciencia de Dios; para públicamente declarar Su justicia en el tiempo presente, para que Él pudiera ser justo, y Aquel Quien justifica a aquel que es de la fe de Jesús.” (Romanos 3:23-26). La justicia de Dios de la que Pablo escribe es la expresión del amor, misericordia, perdón y justificación de Dios a través de Jesucristo. En un sentido, en este contexto, la palabra “justificación” podría ser libremente sustituida por la palabra “justicia” porque la justicia de Dios significa la justificación que Él da gratuitamente al pecador arrepentido.
La correcta traducción de Romanos 3:20-26
Con un entendimiento adecuado de las palabras y frases que el apóstol Pablo usó, es posible entregar una traducción más precisa de Romanos 3:20-26. La traducción correcta de estas Escrituras difíciles que Pablo escribió las hace más fáciles de entender: “Por tanto, por obras de ley ninguna carne será justificada delante de Él; porque a través de la ley es el conocimiento del pecado. Pero ahora, la justicia [justificación] de Dios que es separada de ley ha sido revelada, siendo atestiguada por la Ley y los Profetas; incluso la justicia [justificación] de Dios que es a través de la fe de Jesucristo, hacia todos y sobre todos aquellos que creen; porque no hay diferencia. Porque todos hemos pecado, y estamos destituidos de la gloria de Dios; pero estamos siendo justificados gratuitamente por Su gracia a través de la redención que está en Cristo Jesús; a Quien Dios ha manifestado abiertamente ser una propiciación a través de la fe en Su sangre, para demostrar Su justicia [justificación], respecto a la remisión de pecados pasados, a través de la paciencia de Dios; para públicamente declarar Su justicia [justificación] en el tiempo presente, para que El pudiera ser justo, y Aquel Quien justifica a aquel que es de la fe de Jesús.”
El perdón de pecados y la justificación para Dios son solamente alcanzados a través del sacrificio y sangre de Jesucristo. Estos son regalos de Dios para el pecador arrepentido y no pueden ser ganados por ninguna otra obra, como Pablo escribió: “Porque por gracia han sido salvos a través de fe, y esta no es de ustedes mismos; es el regalo de Dios, no de obras, para que nadie pueda jactarse. Porque somos Su hechura, creados en Cristo Jesús hacia las buenas obras que Dios ordenó de antemano para que pudiéramos caminar en ellas.” (Efesios 2:8-10).
Mientras ninguna obra de ninguna ley puede traer justificación espiritual, Dios el Padre y Jesucristo requieren de aquellos que tienen el Espíritu de Dios, obedecer Sus leyes y mandamientos en el espíritu de la Ley. La observancia de la Ley y la justificación por fe tienen propósitos diferentes. Ambos son requeridos para la salvación.