CAPITULO 1

(Tomado de la sección de comentarios y apéndices a “La Santa Biblia en Su orden original—Una versión fiel con comentario”, segunda edición.)

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Acerca de la estructura de la Biblia

 

Por

Fred R. Coulter

www.idcb.org

 

Usted está sosteniendo en sus manos una Biblia única. La Santa Biblia en Su orden original—Una versión fiel con comentario es la primera Biblia completa alguna vez publicada que presenta todos los libros en su orden manuscrito original. De todas las billones de Biblias que han sido traducidas, impresas y distribuidas alrededor del mundo, nunca ha habido una Biblia completa—ambos el Antiguo y el Nuevo Testamento—con los libros arreglados de acuerdo al orden manuscrito originalmente inspirado.

Antes de su muerte en el 2002, Ernest L. Martin, Ph.D.—un erudito bíblico e historiador eminente—fue por décadas la única “voz en el lugar desolado” defendiendo que una Biblia completa en su orden manuscrito original fuera publicada. En su tercera edición de 1994 de Restaurando la Biblia Original, él escribió: “El mundo nunca ha tenido una Biblia completa del Antiguo y Nuevo Testamento en el orden manuscrito original de los libros bíblicos. ¡Este es un hecho! Es casi increíble que tal arreglo de los libros no manuscritos de la Biblia pudiera existir, pero todas las traducciones modernas de las Santas Escrituras no siguen los manuscritos antiguos. Los publicadores en su búsqueda por imprimir numerosas versiones de la Biblia han sido guiados a evitar el posicionamiento manuscrito de los libros bíblicos a favor de un orden eclesiástico el cual no tiene justificación de los manuscritos antiguos hebreos y griegos de la Biblia… [Ellos] se han descuidado asiduamente de producir una Biblia completa la cual posiciona los libros en el orden manuscrito correcto. El resultado ha sido una masa de traducciones y versiones de la Biblia las cuales están literalmente patas arriba en su diseño y arreglo” (Martin, Restaurando la Biblia original, pág. 7, 1; énfasis añadido). Unos pocos han llegado cerca, sin embargo, tales como la Biblia Judía Completa 2002 de David Stern. Stern retuvo el orden original de los libros del Antiguo Testamento, aun así arregló el Nuevo Testamento en el orden católico/protestante original. Tres Nuevos Testamentos publicados siguen el orden original: Nuevo Testamento griego numérico de Ivan Panin, 1914; El Nuevo Testamento en Su orden original de Fred Coulter, 2004; y, con el texto griego únicamente, El Nuevo Testamento en el griego original—redacción bizantina, de Robinson y Pierpoint, 2005.

 

Origen del orden incorrecto de los libros de la Biblia

 

El Antiguo Testamento: En todas las traducciones de la “Biblia Protestante”—tales como la versión Ginebra, la versión King James y otras versiones sin los apócrifos—los primeros cinco libros del Antiguo Testamento están en el orden manuscrito apropiado. Sin embargo, el resto de los libros del Antiguo Testamento están arreglados en un orden eclesiástico ideado por Jerome en el siglo cuarto d.C cuando tradujo la Biblia al latín, una versión conocida como la Vulgata Latina.

Jerome reconoció libremente que el orden manuscrito original del Antiguo Testamento Aarónico/Levítico estaba compuesto de 22 libros hebreos escritos en rollos. (Hay 22 libros porque hay 22 letras en el alfabeto hebreo.) Sin embargo, Jerome no siguió completamente el orden inspirado de los libros de acuerdo a la canonización final del sumo sacerdote Esdras y la Gran Asamblea, y preservado por el sacerdocio Aarónico/Levítico—los verdaderos guardianes del Antiguo Testamento. En su lugar, él escogió seguir el orden encontrado en la Septuaginta, una traducción griega antigua del siglo tercero a.C. Su nombre es del latín Septuaginta, es decir “setenta,” derivado del reclamo de que 70 eruditos judíos se reunieron en Alejandría, Egipto durante el reinado de Ptolomeo Filadelfia (285-287 a.C) y tradujeron las Escrituras del Antiguo Testamento del hebreo al griego. Esta versión griega es referida por la abreviación LXX, el cual es el numeral romano para 70. Con “licencia” arrogante, los traductores de la LXX se salieron del orden manuscrito original de 22 libros y re-arreglaron el Antiguo Testamento para hacerlo un total de 39 libros. Más aun, ellos declinaron seguir la triple división, a saber: la Ley, los Profetas y los Escritos.

Las autoridades judías helénicas más tarde añadieron 14 libros, trayéndola a un número final de libros de 53 en la LXX Antiguo Testamento griego. Estos libros adicionales—escritos en griego por líderes religiosos judíos griego-parlantes en el siglo tercero y segundo a.C—son llamados los Apócrifos, es decir que eran de dudosa autoría o autenticidad. Las autoridades Aarónicas/Levíticas consideraron estos libros añadidos como falsos, ya que contienen muchas enseñanzas que son contrarias a la Palabra de Dios. Más aun, estos libros no fueron escritos en hebreo, el idioma de Antiguo Testamento. Así, los libros Apócrifos nunca fueron aceptados en el canon hebreo autorizado del Antiguo Testamento.

Martin escribe, “Nuestro Antiguo Testamento cristiano sigue un orden de libros los cuales tuvieron su origen en Egipto en el siglo segundo y tercero d.C. El orden fue ideado cuando la forma códex para producir libros llegó a ser popular (este es el tipo de libro con el cual estamos familiarizados hoy). Antes que la forma códex de hacer libros fuera usada, era costumbre usar los rollos para la producción de documentos literarios… Los judíos todavía demandaban la forma rollos bien entrado el siglo quinto [d.C]. Pero los gentiles en Egipto pusieron la LXX en la forma códex. Cuando lo hicieron, abandonaron el orden [manuscrito Aarónico/Levítico] normal judío (el cual había sido mantenido en el templo primitivo) y re-arreglaron los libros en un… orden [subjetivo]. Ellos pusieron los libros históricos del Antiguo Testamento juntos en una sección, los libros poéticos en otra, y los libros proféticos en otra… esto tuvo un efecto de estandarización del texto del Antiguo Testamento para los lectores cristianos gentiles. El uso de la forma códex puede dar [la] apariencia de estandarización (puede mostrar un arreglo permanente de libros, mientras que los rollos separados no). El arreglo [códex] le dio a Jerome una razón para mantener [el orden de la LXX] cuando ideó su versión Vulgata Latina” (Martin, Restaurando la Biblia original, pág., 17-18).

No hay duda que Jerome “entendió plenamente” que en las Escrituras Aarónicas/Levíticas originalmente había solamente 22 libros. De esto, Jerome mismo escribió: “Ya que, entonces, hay veintidós caracteres elementales por medio del cual escribimos en hebreo todo lo que decimos, y el compás de la voz humana está contenida dentro de sus límites, así nosotros contamos veintidós libros, por los cuales, como por el alfabeto de la doctrina de Dios, un hombre justo es instruido en tierna infancia y, por así decirlo, mientras todavía está en el pecho” (Jerome, Prefacio a Samuel y Reyes, NPNF, vol. VI, pág.. 489, énfasis añadido).

A pesar de saber que el orden original consistía de 22 libros, Jerome retuvo con tenacidad los 39 libros de la LXX para el Antiguo Testamento así como también los 14 libros Apócrifos. Las versiones protestantes siguen el arreglo incorrecto de Jerome, con algunas conteniendo los libros apócrifos también.

 

El orden re-arreglado de Jerome del Antiguo Testamento

 

1.     Génesis

2.     Éxodo

3.     Levítico

4.     Números

5.     Deuteronomio

6.     Josué

7.     Jueces

8.     Rut

9.     I Samuel

10.  II Samuel

 

11.  I Reyes

12.  II Reyes

13.  I Crónicas

14.  II Crónicas

15.  Esdras

16.  Nehemías

17.  Ester

18.  Job

19.  Salmos

20.  Proverbios

 

21.    Eclesiastés

22.    Cantos de Salomón

23.    Isaías

24.    Jeremías

25.    Lamentaciones

26.    Ezequiel

27.    Daniel

28.    Oseas

29.    Joel

 

30.  Amós

31.  Abdías

32.  Jonás

33.  Miqueas

34.  Nahúm

35.  Habacuc

36.  Sofonías

37.  Hageo

38.  Zacarías

39.  Malaquías

 

 

Con excepción del Pentateuco, o la Ley, el posicionamiento de los libros del Antiguo Testamento en la LXX y en la de Jerome no solamente tiene roto el colocamiento inspirado del manuscrito original de los libros, sino que también ha destruido las divisiones manuscritas ordenadas por Dios de los Profetas y los Escritos, al mezclar los Profetas con los Escritos—y especialmente con la adición de los libros apócrifos—el arreglo de Jerome del Antiguo Testamento subvierte la unidad de la Escritura entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Puentes genealógicos y enlaces históricos que sirven para unir el Antiguo y el Nuevo Testamento como un libro—las Escrituras respiradas de Dios—han llegado a ser ampliamente perdidos.

 

Los libros Apócrifos

 

1.    I Esdras

2.    II Esdras

3.    Tobías

4.    Judit

5.    El resto de Ester

 

6.      Sabiduría

7.      Eclesiasticus

8.      Baruc (con la Epístola de Jeremías)

9.      El canto de tres niños

 

10.   La historia de Susana

11.  Bel y el Dragón

12.  Oración de Manasés

13.  I Macabeos

14.  II Macabeos

 

 

Algunas versiones de la LXX combinan I y II Esdras en un libro y dividen los dos libros de Macabeos en cuatro libros. También, la Epístola de Jeremías es separada de Baruc, haciendo un total de 15 libros apócrifos. Tales versiones contienen un total de 53 o 54 libros.

El Nuevo Testamento: En un intento por exaltar las posiciones religiosas y políticas de la iglesia romana, Jerome no solo rechazó el orden original de las Escrituras para seguir el orden de la LXX, sino que también ideó sin ayuda un arreglo “nuevo” de los libros del Nuevo Testamento. Para complacer a Roma y a los teólogos del Imperio Occidental, Jerome exaltó la posición de Pablo como el “apóstol a los gentiles” sobre los así llamados apóstoles “judíos”. Al hacerlo así, él colocó deliberadamente las Epístolas de Pablo, comenzando con el libro de Romanos, después del libro de Hechos—luego colocó las siete Epístolas Generales de Santiago, Pedro, Juan y Judas después de todas las catorce Epístolas de Pablo. (Las siete Epístolas Generales son también llamadas Epístolas Católicas—ya que el término “católico” significa “general” o “universal”—pero no es una referencia al trabajo de ningún teólogo católico o de la iglesia católica romana.)

De este arreglo Martin escribe: “El colocamiento nuevo y radical de Jerome de las Epístolas de Pablo antes de las siete ‘Epístolas Católicas’ en su Vulgata Latina también coloca al libro de Romanos y la ciudad de Roma… en una posición de primer rango antes que los apóstoles judíos quienes una vez tuvieron a Jerusalén como su posición de rango más alto. Este arreglo de Jerome (para exaltar a la sección gentil de la iglesia cristiana, y la ciudad de Roma en particular) no tiene la más mínima justificación cuando uno consulta la mayoría de manuscritos griegos primitivos del Nuevo Testamento… los eruditos textuales del último siglo sabían [así como lo saben todos los eruditos textuales actuales] que este arreglo de Jerome fue simplemente el preferido por él y fue ideado intencionadamente para exaltar las así llamadas Epístolas ‘gentiles’ del Nuevo Testamento a una posición primaria sobre aquellas las cuales tenían características ‘judías’… el orden de Jerome de los libros del Nuevo Testamento no puede representar el arreglo original y la evidencia de los manuscritos demuestra esto abundantemente. La verdad es que Jerome (junto con Agustino quien lo siguió) al adoptar su noble arreglo quiso exaltar a ‘Roma’ y su teología sobre el sitio de ‘Jerusalén’ y sobre la autoridad de las iglesias occidentales quienes no estaban afiliadas al liderazgo de Roma en la cristiandad.” (Martin, Restaurando la Biblia original, págs. 9-10, énfasis añadido).

 

El orden re-arreglado de Jerome del Nuevo Testamento

 

1.     Mateo

2.     Marcos

3.     Lucas

4.     Juan

5.     Hechos

6.     Romanos

7.     I Corintios

 

8.     II Corintios

9.     Gálatas

10. Efesios

11. Filipenses

12. Colosenses

13. I Tesalonicenses

14. II Tesalonicenses

 

15.  I Timoteo

16.  II Timoteo

17.  Tito

18.  Filemón

19.  Hebreos

20.  Santiago

21.  I Pedro

 

22.  II Pedro

23.  I Juan

24.  II Juan

25.  III Juan

26.  Judas

27.  Apocalipsis

 

 

El cambio puede no parecer crítico a primera vista. Sin embargo, porque Jerome relegó estas Epístolas pequeñas pero vitalmente importantes de Santiago, Pedro, Juan y Judas a una posición menos prominente, él literalmente degradó la importancia de los Cristianos guardando los mandamientos de Dios. De un lado, el arreglo de Jerome abrió la puerta para la iglesia romana de reemplazar casi todos los mandamientos de Dios con su propia versión de ley y tradición. De otro lado, también colocó el escenario para el desarrollo de una “gracia ilegal” predominante en el protestantismo hoy.

Cuando los 27 libros del Nuevo Testamento son añadidos a la Vulgata Latina del Antiguo Testamento de Jerome, el número total de libros es 80 o 81, dependiendo de la división de los libros apócrifos. Las Biblias protestantes—sin los Apócrifos—se adhieren al orden eclesiástico de Jerome, teniendo 66 libros. Es asombroso que Jerome reconociera su deshonestidad escritural al alterar el orden manuscrito original respirado de Dios del Antiguo y Nuevo Testamento. En vez de ser fiel a Dios y Su Palabra, él escogió agradar al hombre—al Papa, la iglesia católica romana y su clero. De hecho, la jerarquía de la iglesia de Roma estuvo tan deleitada con su Vulgata Latina que no solo fue exaltado Jerome a “santo”, sino que la iglesia declaró el Latín como el “idioma sagrado” prohibiendo otros idiomas “indignos” para ser usados en rituales religiosos.

En su deliberado mal manejo de las Santas Escrituras, Jerome hizo un gran daño espiritual a un número indecible de gente por más de 1500 años. Siguiendo sus pasos, la mayoría de traductores modernos han, infortunadamente, ignorado y rechazado de la misma manera el orden manuscrito inspirado original de los libros de la Palabra de Dios.

 

El numero original de libros y su orden manuscrito

en el Antiguo Testamento

 

Una verdad no reconocida acerca del Antiguo Testamento: El Antiguo Testamento es la Biblia usada en el judaísmo, pero, hablando técnicamente, no es un Biblia judía. Tampoco es una Biblia hebrea, aunque el Antiguo Testamento sea referido por ambos nombres. Más aun, aunque el Antiguo Testamento hace parte de las Biblias católicas y protestantes, no es católica ni protestante.

Si el Antiguo Testamento no es judío, hebreo, católico o protestante—¿entonces qué es? El Antiguo Testamento mismo—cuando es analizado cuidadosamente—revela la respuesta. La pequeña verdad es esta: El Antiguo Testamento es en realidad una Biblia Aarónica/Levítica escrita en idioma hebreo por los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob—las 12 tribus de Israel. ¿Por qué es esto significativo?

Dios llamó a Moisés a guiar a los hijos de Israel fuera de la esclavitud de Egipto; su hermano Aarón debía ayudarlo. Ambos eran descendientes de Leví, uno de los 12 hijos de Jacob. Moisés fue el más grande de todos los sacerdotes, profetas y escritores del Antiguo Testamento porque él vio personalmente a Dios y habló con Él cara a cara. Él, solo, escribió fielmente las palabras habladas por Dios como están contenidas en los primeros cinco libros de la Biblia, llamado el Pentateuco, la Torá, o la Ley. Como un tipo prefigurando a Jesucristo, Moisés fue único en que él fue el mediador personal directo entre Dios y los hijos de Israel, así como también gobernador, profeta y sacerdote. Dios escogió a Aarón, el hermano de Moisés, y a sus hijos, para ser los sacerdotes de Israel. Más aun, Dios consagró a la tribu de Leví—los levitas—para el servicio del tabernáculo/templo al ayudar al sacerdocio Aarónico.

Cuando los primeros cinco libros de la Biblia son examinados cuidadosamente, ellos demuestran que lo que Moisés escribió son las palabras reales del SEÑOR Dios. Moisés no escribió nada de su propia iniciativa, sino solamente transmitió las palabras que Dios le ordenó escribir.

Antes de su muerte, Moisés escribió el libro de Deuteronomio, finalizando el Pentateuco—los cinco libros de la Ley. Él le dio luego los rollos originales de la Ley, también llamados autógrafos, a los sacerdotes para ser colocados en unas mangas especiales unidas al lado del Arca del Pacto. Dentro del Arca misma estaban las dos tabletas de piedra sobre las cuales habían sido escritos los 10 mandamientos por el dedo de Dios, un omer de maná y la vara de Aarón que brotó. Así, los rollos originales de la Ley—los cuales Moisés registró fielmente como la Ley de Dios para los hijos de Israel—fueron siempre almacenados en la porción del tabernáculo llamado el Santo de Santos y, más tarde, en la del templo de Jerusalén. “Y sucedió cuando Moisés había terminado de escribir las palabras de esta ley en un libro hasta que ellas fueron terminadas, que Moisés ordenó a los levitas que llevaban el arca del pacto del SEÑOR, diciendo, “Tomen este libro de la ley, y póngalo en el lado del arca del pacto del SEÑOR su Dios, para que pueda estar ahí como un testigo contra ustedes,” (Deuteronomio 31:24-26).

Así, desde la muerte de Moisés, los sacerdotes Aarónicos y los levitas fueron hechos los custodios oficiales de la Palabra de Dios. El Antiguo Testamento comenzó con Moisés, un levita, quien escribió la Ley de Dios. Dios luego transfirió la Ley al sacerdocio Aarónico, quienes eran levitas, para salvaguardarlo y preservarlo. Fue de estos rollos originales que copias fieles fueron hechas por los sacerdotes y levitas para ensenarles a los hijos de Israel.

Más tarde, Dios uso a sacerdotes tales como Samuel, Jeremías y Ezequiel, descendientes de Aarón, para escribir otros libros de la Biblia. Sus escritos fueron “guardados delante del Señor.” Cuando Samuel proclamó el pacto enmendado para los hijos de Israel, después que Dios les otorgara su requerimiento para un rey, él “…lo escribió en un libro [rollo] y lo guardó delante del SEÑOR.” (I Samuel 10:25). Sin embargo, los escritos de otros hombres quienes no fueron sacerdotes o levitas—tales como el rey David y Salomón, de la tribu de Judá, y muchos de los profetas—fueron entregados al sacerdocio para ser “guardados delante del Señor.” Cuando David escribió su primer Salmo, él se lo dio a Asaf el sacerdote, quien estaba a cargo del Arca del pacto cuando David la llevó a Jerusalén y la tuvo en una carpa en la casa del rey: “Entonces en ese día David entregó primero este salmo en la mano de Asaf y sus hermanos para agradecer al SEÑOR:” (I Crónicas 16:7).

Así, registros escritos importantes llegaron a ser parte de los profetas, salmos y escritos históricos. Ultimadamente, tales escritos oficialmente fueron hechos una parte permanente de la Palabra de Dios cuando Esdras el sacerdote—ayudado por los sacerdotes y levitas de la Gran Asamblea o Sinagoga—completaron la edición y canonización final de las Escrituras del Antiguo Testamento a finales del siglo quinto a.C.

Evidencia escritural muestra intencionalmente que Dios siempre usó a los sacerdotes Aarónicos y a los levitas como escritores, editores y custodios de las Santas Escrituras del Antiguo Testamento. Ciertamente, el Antiguo Testamento no es realmente una Biblia judía o hebrea—o un Antiguo Testamento católico/protestante. Más bien, la Palabra de Dios revela que el Antiguo Testamento es una Biblia Aarónica/Levítica escrita en hebreo. Desde el tiempo de Moisés, Dios le dio la responsabilidad de preservar y canonizar el Antiguo Testamento al sacerdocio aarónico y a los levitas, el cual fue finalizado por Esdras, un sacerdote aarónico. Dios nunca les asignó esta responsabilidad a los judíos de la tribu de Judá. (Vea “Un resumen de la transmisión del texto del Antiguo Testamento Aarónico/Levítico  y otras versiones,” p.96).

El numero original de libros del Antiguo Testamento: Con la canonización final del Antiguo Testamento, Esdras y la Gran Asamblea compilaron la Palabra de Dios en su orden manuscrito final de 22 libros. (Vea Capitulo 3: “La canonización del Antiguo Testamento,” p.23).

Durante la última mitad del siglo primero d.C, Josefo—un notable historiador judío y un sacerdote aarónico del primer curso—confirmó que el número oficial de los libros canonizados en el Antiguo Testamento era 22: “No tenemos un numero incontable de libros, discordantes y arreglados uno contra el otro; sino únicamente veintidós libros, conteniendo la historia de cada era, los cuales son justamente acreditados como divinos” (Josefo, Antigüedades de los judíos, Contra Apion, 1:8:39).

Concerniente a otros testigos quienes verificaron que el número de libros en el Antiguo Testamento era 22, Martin escribe: “Habían solamente 22 libros al Antiguo Testamento estándar. Esta numeración puede ser rastreada atrás al menos doscientos años antes del tiempo de Cristo. Es encontrado en el Libro de Jubileos. Aunque Jubileos representa aparentemente la opinión teológica de algunos judíos sectarios de la comunidad del Mar Muerto (o en simpatía con ellos), la información en el libro todavía refleja mucho del sentimiento normal judío. Esto es especialmente cierto cuando el autor [de Jubileos] hizo una declaración simple de que el canon del Antiguo Testamento era contado como 22 libros en número. Ciertamente, había una razón especial del por qué los libros tenían que ser 22 en cuanto le concernía al autor de Jubileos.

“Anotado al texto restaurado de Jubileos 2:23 está la observación de que Dios hizo 22 cosas en los seis días de la creación. Estos 22 eventos eran paralelos a las 22 generaciones desde Adán hasta Jacob, las 22 letras del alfabeto hebreo, y los 22 libros de las Santas Escrituras. El profesor R. H. Charles mantuvo que esta información concerniente a los 22 libros debería ser retenida en el texto… Vea la nota de Charles en Jubileos 2:23, Apócrifo y Pseudepigrafa, II. p. 15. Cc. Kaufman Kohler, ‘Libro de Jubileos,’ Enciclopedia Judía, VII (Nueva York: 1907), p 302. Así, tan temprano como el año 150 a.C., era común para los judíos contar los libros del Antiguo Testamento como siendo 22 en número” (Martin, Restaurando la Biblia original, p. 57).

“Cuando Dios quiso dar su revelación completa del Antiguo Testamento a la humanidad, ese canon divino fue presentado en 22 libros autorizados… ‘Como con el hebreo, hay veintidós letras, en las cuales todo lo que puede ser dicho y escrito es comprendido, así hay veintidós libros en los cuales están contenidos todo lo que puede ser conocido y pronunciado de [las] cosas divinas’ ” (William H. Green, Una introducción general al Antiguo Testamento, vol. I, p.87).

“Realmente no puede haber duda de que el número de libros del Antiguo Testamento que fue canonizado por Esdras el sacerdote fue contado como 22 en número. Ciertamente, hay una evidencia abundante de eruditos Cristianos posteriores, de que este número oficial de libros era ciertamente correcto” (Ibíd., p.58). Abajo hay una lista de veintidós eruditos Cristianos, desde el 170 d.C hasta el 1300 d.C, quienes afirmaron que el Antiguo Testamento tenía 22 libros en su canon autorizado:

 

 

1. Melito, 170

2. Origen, 210

3. Hilary de Poitiers, 360

4. Atanasius, 365

5. Concilio de Laodicea, 343-391

6. Ciril de Jerusalén, 386

7. Gregorio de Nazianzus

8. Epifanius, 400

 

9.     Rufinus, 410

10.  Jerome, 410

11.    Sinopsis de Escritura sagrada, 500

12.  Isiodoro de Sevilla, 600

13.  Leontius, 610

14.  Juan de Damasco

15.  Niceforus, siglo 9no

16.  Jesudad de Hadad, 852

    

17.    Hrabanus, siglo 9no

18.    Moisés de Corene, 1000

19.    Pedro de Cluny, 1150

20.    Juan de Salibury, 1180

21.    Hugh de St. Victor, siglo 12

22.    Ricardo de St. Victor, siglo 13 (Ibíd., págs. 58-60)

 

 

El orden original de los libros del Antiguo Testamento: Los 39 libros del Antiguo Testamento—como son encontrados en la mayoría de versiones hoy—comprenden todo el Antiguo Testamento. La diferencia en número entre los 39 libros y el numero original de 22 libros esta en como agrupó Esdras los libros y como fueron contados en la División Tripartita del Antiguo Testamento. La división en tres partes del Antiguo Testamento es:

1.     La Ley

2.     Los Profetas

3.     Los Escritos (también conocida como “Salmos” porque el libro de Salmos esta listado primero en esta división).

 

El orden manuscrito original y el número de libros

del Antiguo Testamento canonizado

 

LA LEY

1.   Génesis

2.   Éxodo

3.   Levítico

4.   Números

5.   Deuteronomio

 

LOS PROFETAS

Los Profetas antiguos:

6.       Josué y Jueces (un libro)

7.       El libro de los Reinos—I,  II Samuel y I, II Reyes (un libro)

Los Profetas posteriores:

8.       Isaías

9.       Jeremías

10.    Ezequiel

11.    Los 12 profetas menores (un libro)

 

LOS ESCRITOS

12.     Salmos

13.     Proverbios

14.     Job

15.     Cantos de Salomón

16.     Rut

17.     Lamentaciones

18.     Eclesiastés

19.     Ester

20.     Daniel

21.     Esdras y Nehemías (un libro)

22.     El libro de Crónicas I y II (un libro)

 

Jesús Mismo ratificó completamente esta división en tres partes (Lucas 24:44-46).

Después que Esdras murió, la Gran Asamblea—la cual ayudó a Esdras en su canonización del Antiguo Testamento—permaneció como la autoridad religiosa suprema en Judea por más de 100 años. Bajo su guía fueron hechas algunas adiciones menores a las tablas genealógicas de las familias sacerdotales importantes hasta el tiempo de Alexander el Grande en el 331 a.C (Nehemías 12:11, 22).

 

Libros no-canónicos mencionados en el Antiguo Testamento

 

Varios libros son mencionados en el Antiguo Testamento los cuales no llegaron a ser parte del canon final de Esdras. Ellos son llamados algunas veces los “libros perdidos” de la Biblia:

 

El libro de las guerras del Señor

El libro de Jaser

El libro de los hechos de Salomón

El libro de Natán el profeta

El libro de Gad el vidente

La profecía de Ahías el silonita

Las visiones de Iddo el vidente

El libro de Semaías el profeta

El libro de Jehu el hijo de Hanani

Los dichos de Hosai

(Números 21:14)

(Josué 10:13; II Samuel 1:18)

(I Reyes 11:41)

(I Crónicas 29:29)

(I Crónicas 29:29)

(II Crónicas 9:29)

(II Crónicas 9:29)

(II Crónicas 12:15)

(II Crónicas 20:34)

(II Crónicas 33:19)

 

De estos libros Martin escribe: “¿Pertenecen estos ‘libros perdidos’ al canon sagrado del Antiguo Testamento? No. Los últimos siete de estos 10 libros fueron referidos por Esdras en el Libro de Crónicas, y fue él el responsable de canonizar todo el Antiguo Testamento. Él mencionó estos documentos históricos para apoyar la verdad de lo que él escribió en el Libro de Crónicas, pero no incluyó ninguno de ellos como parte de la Escritura divina. Si él los hubiera querido en el canon, podía fácilmente haber colocado uno o todos ellos dentro de la colección divina. Él no lo hizo. Estos libros fueron simplemente libros de historia los cuales contenían registros verdaderos del pasado… pero Esdras no les concedió estatus divino. Esto es significativo. Si Esdras no los contó como canónicos, tampoco debería nadie más que respete el oficio de Esdras y la Gran Asamblea. Este es el caso de todos los otros libros mencionados en el Antiguo Testamento y no encontrados dentro del presente canon bíblico” (Martin, Restaurando la Biblia original, págs. 182-183).

Con la canonización final de Esdras, la Biblia Aarónica/Levítica—conocida hoy como el Antiguo Testamento—fue completada. Sin embargo, esa es solamente la mitad de la historia. El Nuevo Testamento todavía debía ser escrito aun. Y solamente entonces sería completa la Palabra de Dios—La Santa Biblia.

 

El orden original de los libros en el Nuevo Testamento

 

Aunque Jerome cambio el orden de los libros canónicos del Nuevo Testamento, no alteró su número añadiendo libros extras o dividiendo libros existentes en dos o más partes como él y los traductores de la LXX habían hecho con el Antiguo Testamento. Sin embargo, él cambio la ubicación original de las siete Epístolas Generales (también conocidas como “Epístolas Católicas” o “Epístolas Universales”, es decir que ellas fueron distribuidas a todas las iglesias conocidas en el mundo en el tiempo en que fueron escritas). Él las movió de su orden manuscrito original después del libro de Hechos y las reposicionó después de las catorce Epístolas del apóstol Pablo y antes del libro de Apocalipsis.

Como con el Antiguo Testamento, Jerome entendió el orden manuscrito original de los libros del Nuevo Testamento. Martin escribe: “Este orden manuscrito apropiado… fue incluso reconocido por Jerome mismo, aun así en una carta personal a su amigo Paulinus, Jerome siguió un orden peculiar para Epifanius quien incluso colocó las cartas de Pablo justo después de los cuatro Evangelios (Lardner, vol. IV, págs. 437, 438). Esta rareza de orden es también encontrada en el manuscrito Sinaiticus y [es] claramente diferente al orden de los manuscritos originales…” (Martin, Restaurando la Biblia original, pág., 12).

El bien conocido orden original: Es un hecho establecido que desde tiempos antiguos la vasta mayoría de eruditos bíblicos han sido completamente concientes del orden manuscrito original de los libros del Nuevo Testamento. “Casi todas las autoridades eclesiásticas griego parlantes de las áreas de Palestina, Siria, Asia Menor, y Grecia se refieren a los libros del Nuevo Testamento y lo hacen así en el arreglo manuscrito apropiado. [En] todos los casos ellos posicionan las siete ‘Epístolas Católicas’ (desde Santiago hasta Judas) antes de las del apóstol Pablo. Atanasius dijo que el orden era ‘los cuatro Evangelios; Hechos de los Apóstoles; las siete Epístolas Generales; las catorce Epístolas de St. Pablo; y la Revelación de Juan.’

Leontius de Bizantium mencionó el orden como ‘Mateo, Marcos, Lucas, Juan, los Hechos de los Apóstoles, las siete Epístolas Católicas, las Epístolas de Pablo, y el Apocalipsis’ ” (Horne, Introducción, vol. IV, p. 253).

Martin añade: “Filastris fue incluso más atrevido en su declaración de que las siete Epístolas Católicas deben ser posicionadas antes de las de Pablo porque en Gálatas 1:17 Pablo dijo que los apóstoles judíos estaban ‘antes de mí.’ (Moffat, Introducción a la literatura del Nuevo Testamento, p. 13)” (Martin, Restaurando la Biblia original, p. 11).

En su libro, El Nuevo Testamento en el griego original, Maurice A. Robinson escribe esto concerniente al orden de los libros canónicos: “Los manuscritos individuales presentan los libros del Nuevo Testamento en varios arreglos; sin embargo, un ‘orden canónico’ griego particular parece haber sido popular durante la historia transmisional antigua. Este orden es evidenciado parcialmente dentro de varios papiros y manuscritos primitivos, y ocurre en la Carta Festal de Atanasius del siglo cuarto (d.C 367) y la lista de los libros canónicos atribuida al Concilio Laodiceano (d.C 360/363).

“De acuerdo al ‘orden canónico’, los libros del Nuevo Testamento están agrupados como sigue: Evangelios, Hechos y Epístolas Generales, Epístolas Paulinas y Apocalipsis. Los libros individuales dentro de cada categoría siguen el orden familiar, excepto que en las Epístolas Paulinas, Hebreos esta entre Segunda de Tesalonicenses y Primera de Timoteo [el cual es el orden correcto], separando intencionalmente las epístolas de Pablo a las iglesias locales de aquellas escritas a los individuos” (Robinson y Pierpoint, El Nuevo Testamento en el griego original, 2005, págs. xvixvii). (Ver “Un resumen de la transmisión del texto griego del Nuevo Testamento,” págs. 100-101).

 

El orden manuscrito original y el número

de libros del Nuevo Testamento canonizado

 

EVANGELIOS/

HECHOS

1.   Mateo

2.   Marcos

3.   Lucas

4.   Juan

5.   Hechos de los apóstoles

EPISTOLAS

GENERALES

6.       Santiago

7.       I Pedro

8.       II Pedro

9.       I Juan

10.    II Juan

11.    III Juan

12.    Judas

 

EPISTOLAS DE

PABLO

13.  Romanos

14.  I Corintios

15.  II Corintios

16.  Gálatas

17.  Efesios

18.  Filipenses

19.  Colosenses

20.  I Tesalonicenses

21.  II Tesalonicenses

22.  Hebreos

23.  I Timoteo

24.  II Timoteo

25.  Tito

26.  Filemón

APOCALIPSIS

 

27.  El Libro de la Revelación de Jesucristo

 

Es interesante notar que el libro de Hebreos—cayendo entre las Epístolas de Pablo a las Iglesias y sus cartas individuales—es el número 22 en el canon original del Nuevo Testamento. Como hemos visto, el número 22 está asociado singularmente con el idioma hebreo y la nación de Israel.

Ahora que la integridad del orden manuscrito original respirado de Dios y el número de libros en la Biblia completa—Antiguo y Nuevo Testamento—han sido establecidos, sabemos que el número total de libros es 49. Los 22 libros del Antiguo Testamento, más los 27 libros del Nuevo Testamento hacen un total de 49 libros. Esta Biblia, La Santa Biblia en Su orden original—Una versión fiel con comentario, es la primera Santa Biblia completa a ser impresa con los libros del Antiguo y Nuevo Testamento arreglados en su orden manuscrito original. Así, llega a ser la “Biblia original restaurada”, haciéndola única entre las billones de Biblias alrededor del mundo.

En el siguiente capítulo, demostraremos como el orden original y el número de libros son pruebas inconfundibles del “diseño divino de Dios de la Santa Biblia.”