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Restoring Original Christianity—for Today

Restaurando el cristianismo original—¡para hoy!

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Fred R. Coulter

Ministro

Carta de Abril y Mayo

 

Abril 17, 2018

 

Queridos hermanos,

 

          Acabamos de completar una gran Pascua espiritual y Fiesta de Panes sin Levadura. La Pascua es el más importante de todos los “tiempos señalados” de Dios. Dios declara a través de Isaías que la Pascua fue planeada incluso antes que hubiera un día: “Yo, incluso Yo, soy el SEÑOR; y aparte de Mí no hay salvador. Yo he declarado, y he salvado, y he mostrado, cuando no había dios extraño entre ustedes; por lo tanto, ustedes son Mis testigos”, dice el SEÑOR, “que Yo soy Dios. Sí, antes que el día fuera, Yo soy Él;…” (Isaías 43:11-13). La Pascua fue establecida desde la “fundación del mundo” (Apocalipsis 13:8)—el mismísimo día en el que Jesús el Cristo, como Dios manifestado en la carne, moriría por los pecados del mundo (Juan 1:29, 36) y sería victorioso sobre Satanás el diablo.

          En el “Prefacio” del libro El día que Jesús el Cristo murió, yo escribí: “Desde la eternidad del pasado, antes de la fundación del mundo, Dios el Padre y Dios el Hijo planearon y predeterminaron el día que Jesús el Cristo moriría. En la historia del universo, ningún otro día puede ser comparado con el. Fue tan profundo este día que siempre será recordado incluso en las eras de la eternidad por venir.

          “Este día de destino fue la culminación final de la batalla espiritual por las vidas de los hombres [y mujeres]; una batalla librada entre Jesús el Cristo, Hijo de Dios y Salvador de la humanidad, y Satanás el diablo, adversario de Dios y destructor de la humanidad. Esta batalla intensa estuvo centrada en Jerusalén, pero su resultado determinaría el destino del mundo. Era el poder de Dios versus el poder de Satanás, el Defensor vs. el adversario, amor vs. odio, bien vs. mal, humildad vs. orgullo, compasión vs. brutalidad, justicia vs. pecado y perdón vs. condenación.

          “Todas las fuerzas del mal y poderes del mundo fueron reunidos juntamente contra un hombre, Jesús el Cristo—el Hijo de Dios. ¿Quién sería victorioso? ¿Triunfaría finalmente el bien sobre el mal?” La respuesta: ¡Jesucristo fue victorioso sobre la naturaleza humana, el mundo, Satanás el diablo y la muerte! Como el Primogénito de los muertos, Él proclama: “Yo soy el Primero y el Ultimo, incluso Quien está viviendo; porque estuve muerto, y he aquí, estoy vivo hasta las eras de la eternidad” (Apocalipsis 1:4, 17-18). Siendo victorioso significa vencer o conquistar, lo cual Jesús nos amonesta hacer como Él lo hizo: “A aquel que venza le daré autoridad para sentarse Conmigo en Mi trono, así como Yo también vencí, y Me senté con Mi Padre en Su trono” (Apocalipsis 3:21).

          Este año Pentecostés cae el 20 de mayo. Una de las razones de porque Pentecostés parece más temprano es el “conteo” para este año. Cuando sea que el día de Pascua cae un viernes, tenemos un Sábado doble: el siguiente Sábado semanal es ambos Sábado semanal y el primer día de Panes sin Levadura (el cual este año fue el 31 de marzo). Cuando sea que esta secuencia ocurre, el conteo a Pentecostés comienza con el día después de aquel doble Sábado—domingo, o Abril 1 este año. El conteo entonces corre por 7 semanas completas más el día después del séptimo Sábado (Levítico 23:9-16).

          Tenemos un folleto, Como contar a Pentecostés, el cual muestra que el primer día del conteo a Pentecostés es el “día de la ofrenda de la gavilla mecida.” Este fue el día en que Jesús ascendió a Dios en el cielo para ser aceptado como el sacrificio perfecto por los pecados del mundo—y ser aceptado como el Primero de la cosecha de los primogénitos. En Levítico 23, la resurrección de Jesús fue simbolizada por la gavilla premier, lo primero de los primeros frutos, mecida por el sacerdote delante del Señor en el día después del Sábado, en el primer día de la semana durante la Fiesta de Panes sin Levadura. Este día inicia el conteo de 50 días a Pentecostés.

          El último día del conteo, el día después del séptimo Sábado, el día 50, termina la cosecha de los primeros frutos. Esta fiesta de Dios siempre cae en el primer día de la semana porque es el día después de siete semanas completas, cada una terminando en un Sábado semanal. Recuerde, lunes nunca es el día siguiente después de un Sábado. También, semanas parciales no eran permitidas al contar a Pentecostés—lo que significa que el día 50 nunca puede ser un lunes. Además, Pentecostés no cae en un día fijo del tercer mes—Sivan 6, como creen los judíos. Cada semana debe contener 7 días—día 1 a día 7—por 7 semanas completas, para un total de 49 días. Luego, el día después del séptimo Sábado—el día 50, un primer día de la semana—es el día de Pentecostés. Este marca el fin de la cosecha de cebada y trigo. Pentecostés representa la cosecha de la primera resurrección de los santos para vida eterna (Santiago 1:18; Apocalipsis 14:14-16).

          Jesús explicó que la cosecha de los primeros frutos puede ser comparada a grano que ha sido sembrado en la tierra. Él también mostró los varios problemas enfrentados por todos aquellos que son llamados. Note: “Por tanto, oigan la parábola del sembrador: Cuando cualquiera oye la Palabra del reino y no la entiende, el maligno viene y arrebata eso que fue sembrado en su corazón. Este es aquel que fue sembrado por el camino. Aquel que fue sembrado sobre el lugar rocoso es el que oye la Palabra e inmediatamente la recibe con gozo; pero porque no tiene raíz en sí mismo, no permanece, porque cuando la tribulación o la persecución surgen por causa de la Palabra, es rápidamente ofendido. Y aquel que fue sembrado entre espinos es el que oye la Palabra, pero las preocupaciones de la vida y el engaño de las riquezas asfixian la Palabra, y ésta llega a ser infructuosa. Pero aquel que fue sembrado sobre buena tierra, este es el que oye la Palabra y entiende, quien ciertamente da a luz fruto y produce—uno cien veces, otro sesenta veces y otro treinta veces” (Mateo 13:18-23).

          En otra parábola sobre el sembrador de grano y la cosecha del cultivo, Jesús se identifica a Sí mismo como el Sembrador y al enemigo como Satanás. La buena semilla son los hijos del reino y las cizañas son los hijos del diablo: “Y después de despedir la multitud, Jesús entró en la casa. Entonces Sus discípulos vinieron a Él, diciendo, “Explícanos la parábola de la cizaña del campo.” Y Él respondió y les dijo, “Aquel que siembra la buena semilla es el Hijo de hombre; y el campo es el mundo; y la buena semilla, esos son los hijos del reino; pero la cizaña son los hijos del maligno. El enemigo que la sembró es el diablo; y la cosecha es el fin de la era, y los segadores son los ángeles. Por tanto, como la cizaña es reunida y consumida en el fuego, así será en el fin de esta era. El Hijo de hombre enviará Sus ángeles, y ellos recogerán de Su reino todos los pecadores y aquellos que están practicando ilegalidad; y los echarán en un horno de fuego; allá será el llanto y crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán en adelante como el sol en el reino de su Padre. Aquel que tenga oídos para oír, oiga” (versos 36-43).

          A partir de estas parábolas podemos entender porque Pentecostés es una fiesta de cosecha que representa la primera resurrección—la cosecha de los santos. El apóstol Pablo deja esto claro: “Pero ahora Cristo ha sido levantado de los muertos; Él ha llegado a ser el primer fruto de aquellos que han dormido. Porque ya que por un hombre vino la muerte, por un hombre también vino la resurrección de los muertos. Porque como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán hechos vivos. Pero cada uno en su propio orden: Cristo el primer fruto; luego, aquellos que son de Cristo a Su venida” (I Corintios. 15:20-23). Jesús fue el primero para ser resucitado de los muertos para vida eterna—el primogénito de los muertos (Colosenses 1:18; Apocalipsis 1:5). Desde la creación del mundo, nadie más ha sido resucitado para vida eterna—ni nadie será resucitado para vida eterna hasta que Cristo regrese. Solo Jesucristo ha ido al cielo—nadie más, ni siquiera la virgen Maria.

          En la misma forma hay 7 emanas de la cosecha de trigo y cebada, la cosecha de la Iglesia a través de las eras es simbolizada por las profecías de las 7 iglesias en Apocalipsis 2 y 3. Si bien el tiempo real para cada era de la iglesia no se correlaciona con 7 periodos iguales, las 7 eras representan la cosecha de la Iglesia como es representado por los 49 días en el conteo hacia Pentecostés.

          La cosecha de Dios del día 50: Pero hay una cosecha adicional final de los primeros frutos la cual hace Dios mismo, y es representada por el día 50. La cosecha del día 50 es la cosecha especial y final de Jesucristo de los primeros frutos. Esta es la cosecha de los 144,000 de los hijos de Israel—12,000 de cada tribu—y la “gran e innumerable multitud” de Apocalipsis 7. Ellos se arrepienten y son salvados de la “Gran Tribulación.”

          Jesús explicó esto en la parábola de los obreros: Aquellos quienes fueron los primeros llamados como apóstoles y discípulos durante el ministerio de Jesús representan aquellos quienes fueron contratados temprano en la mañana y trabajaron todo el día. De otro lado, aquellos obreros quienes fueron contratados en la hora 11 simbolizan a aquellos que son salvados de la “Gran Tribulación,” tan solo un año antes de la primera resurrección. Pero reciben el mismo pago como aquellos quienes fueron contratados temprano en la mañana.

          En ambos casos, el pago recibido representa el tesoro de vida eterna. Jesús explica el significado de esta parábola: ““El reino del cielo será comparado a un hombre, un señor de una casa, quien salió temprano en la mañana a contratar obreros para su viñedo. Y tras acordar con los obreros en una moneda de plata como el pago del día, los envió a su viñedo. Y cuando salió alrededor de la hora tercera, vio a otros de pie ociosos en el mercado; y les dijo, ‘Vayan también al viñedo, y lo que sea correcto les daré.’ Y ellos fueron. Nuevamente, tras salir alrededor de la hora sexta y la hora novena, él hizo de la misma manera. Y alrededor de la hora onceava, salió y encontró a otros de pie ociosos, y les dijo, ‘¿Por qué han estado de pie aquí ociosos todo el día?’ Ellos le dijeron, ‘Porque nadie nos ha contratado.’ Él les dijo, ‘Vayan también a mi viñedo, y lo que sea correcto recibirán.’ Y cuando vino la noche, el señor del viñedo dijo a su mayordomo, ‘Llama a los obreros y págales su salario, comenzando del ultimo hacia el primero.’ Y cuando aquellos que fueron contratados alrededor de la hora onceava vinieron, cada uno recibió una moneda de plata. Pero cuando los primeros vinieron, pensaron que recibirían más; pero cada uno de ellos también recibió una moneda de plata. Y después de recibirla, se quejaron contra el maestro de la casa, diciendo, ‘Estos que vinieron de ultimas han trabajado una hora, y tú los has hecho iguales a nosotros, quienes hemos llevado la carga y el calor del día.’ Pero él respondió y les dijo, ‘Amigo, no te estoy haciendo mal. ¿No acordaste conmigo en una moneda de plata por el día? Toma lo que es tuyo y vete, porque también deseo dar a los últimos exactamente como te di a ti. ¿Y no es legal para mí hacer lo que deseo con eso que es mío? ¿Es tu ojo malo porque yo soy bueno?’ Entonces el último será primero, y el primero será ultimo; porque muchos son llamados, pero pocos son escogidos(Mateo 20:1-16).

          La cosecha de Dios del día 50 será la cosecha especial de los 144,000 de los hijos de Israel y la “gran e innumerable multitud.” Este será un evento tremendo y probablemente ocurrirá en Pentecostés un año antes de la primera resurrección—de Pentecostés a Pentecostés. Estos son los obreros contratados a la hora 11. Dios intervendrá directamente para salvarlos justo después que el sexto sello es abierto y las señales celestiales terribles y asombrosas comienzan: “Y cuando abrió el sexto sello, miré, y he aquí, hubo un gran terremoto; y el sol se volvió negro como el pelo de cilicio, y la luna se volvió como sangre; y las estrellas del cielo cayeron a la tierra, como una higuera echa sus últimos higos cuando es sacudida por un viento poderoso. Entonces el cielo se apartó como un rollo de papel que está siendo enrollado, y toda montaña e isla fue sacada de su lugar.  Y los reyes de la tierra, y los grandes hombres, y los hombres ricos, y los capitanes jefes, y los hombres poderosos, y todo siervo, y todo hombre libre se escondió a sí mismo en las cuevas y en las rocas de las montañas; y decían a las montañas y a las rocas, “Caigan sobre nosotros, y escóndanos del rostro de Quien se sienta en el trono, y de la ira del Cordero porque el gran día de Su ira ha venido, y ¿Quién tiene el poder de estar de pie?” (Apocalipsis 6:12-17).

          La señal del Hijo de hombre aparece en el cielo cuando los cielos son enrollados como un rollo. Este evento espectacular tiene lugar después de dos años de tribulación en contra de las 12 tribus de Israel. Cuando esta aparezca, probablemente será como una gran ráfaga de luz iluminando los cielos y la tierra—¡una señal sorprendente! Llegará a ser como otro sol. A causa de la rotación de la tierra, parecerá brillar como lo hace el sol, desde el oriente al occidente: “Porque como la luz del día, la cual sale del oriente y resplandece tan lejos como el occidente, así será la venida del Hijo de hombre” (Mateo 24:27).

          Todo el mundo pensará que está siendo invadido desde el espacio exterior—lo cual será cierto, porque Cristo estará viniendo como un Rey conquistador. Jesús describió estos días por venir. “Pero inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol será oscurecido, y la luna no dará su luz, y las estrellas caerán del cielo, y los poderes de los cielos serán sacudidos. Y luego aparecerá la señal del Hijo de hombre en el cielo; y entonces todas las tribus de la tierra lamentarán, y verán al Hijo de hombre viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria” (versos 29-30). La gente en la tierra pensará que Jesús es el enemigo y comenzará a ordenar sus ejércitos para pelear contra Él.

          Sin embargo, justo después que la señal del Hijo de hombre aparezca en los cielos, algo asombroso pasa. Jesucristo interviene directamente y envía un angel poderoso para salvar a los 144,000 de los hijos de Israel y la “gran e innumerable multitud”—sellándolos en sus frentes con el Espíritu Santo de Dios. Para ayudar a este ángel poderoso, Dios envía otros cuatro ángeles para retener los cuatro vientos hasta que este sellamiento se complete. Note lo que escribe Juan: “Y después de estas cosas vi cuatro ángeles de pie en las cuatro esquinas de la tierra, reteniendo los cuatro vientos de la tierra, para que el viento no pudiera soplar en la tierra, o en el mar, o en cualquier árbol. Entonces vi otro ángel ascendiendo desde el levantamiento del sol, teniendo el sello del Dios vivo; y gritó con una fuerte voz a los cuatro ángeles, a quienes les fue dado dañar la tierra y el mar, diciendo, “No dañen la tierra, o el mar, o los árboles hasta que hayamos sellado a los siervos de nuestro Dios en sus frentes.” Y escuché el número de aquellos que fueron sellados: ciento cuarenta y cuatro mil, sellados de cada tribu de los hijos de Israel.

          “Después de estas cosas miré, y he aquí, una gran multitud, la cual nadie era capaz de contar, de cada nación y tribu y pueblos e idiomas, estaban de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con  túnicas blancas y sosteniendo palmas en sus manos; y gritaban con fuerte voz a Quien se sienta en el trono y al Cordero, diciendo, “La salvación de nuestro Dios ha venido.” Entonces todos los ángeles se pararon alrededor del trono, y los ancianos y las cuatro criaturas vivientes, y cayeron sobre sus rostros delante del trono y adoraron a Dios, diciendo, “Amén. Bendición, y gloria, y sabiduría, y agradecimiento, y honor, y poder y fortaleza sean a nuestro Dios en los siglos de eternidad. Amén.” Y uno de los ancianos respondió y me dijo, “Estos que están vestidos con túnicas blancas, ¿Quiénes son, y de dónde vinieron?” Entonces le dije, “Señor, usted sabe.” Y me dijo, “Ellos son aquellos que han salido de la gran tribulación; y han lavado sus túnicas, y han hecho blancas sus túnicas en la sangre del Cordero” (Apocalipsis 7:1-4; 9-14).

          Luego, las siete “plagas de las trompetas” comienzan a ser derramadas sobre la tierra. La primera plaga empieza probablemente en la Fiesta de Trompetas—el año antes que Cristo y los santos resucitados regresen a la tierra en la siguiente Fiesta de Trompetas. Las primeras cuatro plagas son derramadas rápidamente, pero la quinta plaga dura 5 meses. Después de eso la sexta plaga de la trompeta es liberada (Apocalipsis 8 y 9). Cierto tiempo después que la sexta trompeta suena, los “dos testigos” terminarán su trabajo (Apocalipsis 11). Luego, tres días y medio antes del siguiente Pentecostés—cuando suena la séptima trompeta, la última, la trompeta para la primera resurrección—los “dos testigos” serán asesinados. Sus cuerpos quedarán en las calles de Jerusalén por aquellos tres días y medio.

          Dado que ellos son los últimos martirizados por Cristo, serán los primeros en ser resucitados—literalmente “los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros.” Encontramos este registro en Apocalipsis 11: “Y cuando hayan [los “dos testigos”] completado su testimonio, la bestia que asciende del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá, y los matará. Y sus cuerpos estarán echados en la calle de la gran ciudad, la cual espiritualmente es llamada Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado. Entonces aquellos de los pueblos y tribus e idiomas y naciones verán sus cuerpos tres días y medio, porque no permitirán que sus cuerpos sean puestos en tumbas. Y aquellos que viven en la tierra se alegrarán sobre ellos, y harán fiesta, y se enviarán regalos el uno al otro, porque estos dos profetas habían atormentado a aquellos que viven en la tierra.” Entonces después de los tres días y medio, el espíritu de vida de Dios entró en ellos y se pararon sobre sus pies; y gran temor cayó sobre aquellos que estaban mirándolos. Y ellos escucharon una gran voz desde el cielo, decir, “¡Vengan acá arriba!” Y ascendieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron subir. Y en esa hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de la ciudad cayó; y siete mil hombres fueron muertos en el terremoto. Y el resto fue lleno de temor, y dieron gloria al Dios del cielo. El segundo Ay pasó. He aquí, el tercer Ay viene inmediatamente” (Apocalipsis 11:7-14).

          Mientras los “dos testigos” son levantados al cielo, la séptima trompeta suena y la primera resurrección empieza a tener lugar—la cual ocurre en Pentecostés un año después que los 144,000 y la “gran e innumerable multitud” son sellados: “Entonces el séptimo ángel tocó su trompeta [la última trompeta]; y hubo grandes voces en el cielo diciendo, “Los reinos de este mundo han llegado a ser los reinos de nuestro Señor y Su Cristo, y Él reinará en los siglos de eternidad.” Y los veinticuatro ancianos, quienes se sientan delante de Dios sobre sus tronos, cayeron sobre sus caras y adoraron a Dios, diciendo, “Te damos gracias, Oh Señor Dios Todopoderoso, Quien es, y Quien era, y Quien debe venir; porque has tomado para Ti mismo Tu gran poder, y has reinado. Porque las naciones estaban furiosas, y Tu ira ha venido, y el tiempo de los muertos para ser juzgados, y dar la recompensa a Tus siervos los profetas, y a los santos, y a todos aquellos que temen Tu nombre, los pequeños y los grandes; y para destruir a aquellos que destruyen la tierra.” Y el templo de Dios en el cielo fue abierto, y el arca de Su pacto fue vista en Su templo; y hubo rayos, y voces, y truenos, y un terremoto y gran granizo” (Apocalipsis 11:15-19).

          Apocalipsis 14 también representa la primera resurrección, la cosecha de los primeros frutos: “Y miré, y he aquí, una nube blanca, y uno como el Hijo de hombre sentado sobre la nube, teniendo una corona de oro en Su cabeza; y en Su mano estaba una hoz afilada. Y otro ángel salió del templo, gritando con gran voz a Quien estaba sentado sobre la nube, “Empuja Tu hoz y cosecha, porque el tiempo ha venido para que coseches; porque la cosecha de la tierra está madura [la primera resurrección, la cosecha de los primeros frutos].” Y Quien estaba sentado sobre la nube empujó Su hoz sobre la tierra, y la tierra fue cosechada” (Apocalipsis 14:14-16).

          Pablo escribió que la primera resurrección ocurrirá en la última trompeta, la cual es la séptima trompeta. Recuerde, fue en el Día de Pentecostés cuando Dios descendió en el Monte Sinaí y habló los Diez Mandamientos a los hijos de Israel. En ese día, la trompeta (singular) sonó fuerte y largo (Éxodo 20:18). Desde aquel tiempo, la trompeta siempre era tocada en la Fiesta de Pentecostés en el tabernáculo y luego en el templo. La séptima trompeta de Apocalipsis 11 es la última trompeta tocada, y eso ocurre indudablemente en Pentecostés.

          Esto es cuando la primera resurrección tiene lugar—no en la Fiesta de Trompetas. La resurrección no ocurre al final de un memorial del toque de muchas trompetas durante todo el día en la Fiesta de Trompetas. En vez, es una sola trompeta, la séptima, o LA ULTIMA TROMPETA que el ángel suena—no muchos ángeles sonando muchas trompetas. Note: “He aquí, les muestro un misterio: no todos dormiremos, sino que todos seremos cambiados, en un instante, en el parpadeo de un ojo, a la última trompeta; porque la trompeta sonará, y los muertos serán levantados incorruptibles, y nosotros seremos cambiados.  Porque esto corruptible debe vestirse de incorruptibilidad, y esto mortal debe vestirse de inmortalidad. Ahora, cuando esto corruptible se haya vestido de incorruptibilidad, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces sucederá el dicho que está escrito: “La muerte es tragada en victoria”” (I Corintios 15:51-54).

          Cuando suene la séptima trompeta, la primera resurrección de los santos tendrá lugar y Jesús enviará a los ángeles a reunir Sus elegidos quienes han sido levantados de los muertos. “Y Él enviará a Sus ángeles con el gran sonido de una trompeta, y ellos reunirán a Sus elegidos desde los cuatro vientos, desde un fin del cielo hasta el otro” (Mateo 24:31).

          ¿Por qué aquellos en la primera resurrección, son tomados al aire por los ángeles? ¿A dónde serán llevados? Cuando Pablo escribió a los Tesalonicenses sobre la primera resurrección, él parcialmente respondió aquellas preguntas. “Pero no deseo que sean ignorantes, hermanos, concerniente a aquellos que han dormido, para que no estén afligidos, incluso como otros, quienes no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó otra vez, exactamente en la misma forma también, aquellos que han dormido en Jesús Dios traerá con Él. Porque esto les decimos por la Palabra del Señor, que quienes estemos vivos y permanezcamos hasta la venida del Señor en ninguna manera precederemos a aquellos que han dormido. Porque el Señor mismo descenderá del cielo con un grito de mando, con la voz de un arcángel y con la trompeta de Dios; y los muertos en Cristo resucitarán primero; luego nosotros quienes estamos vivos y permanecemos seremos atrapados junto con ellos en las nubes para la reunión con el Señor en el aire; y así siempre estaremos con el Señor. Por tanto, anímense unos a otros con estas palabras” (I Tesalonicenses 4:13-18).

          Ahora, ¿dónde tendrá lugar la reunión en el aire? ¿Por qué es necesaria? ¿Qué pasará en esa “gran reunión”? Después de un año brillando en el espacio y pareciendo un segundo sol, la señal del Hijo de hombre en los cielos, la cual señala Su regreso, de pronto irá hacia la tierra. Aquí es cuando toda la gente de la tierra verá a Jesucristo viniendo en las nubes del cielo en ¡gran poder y gloria! En aquel tiempo, en vez de estrellarse con la tierra, como un asteroide, esta “luz” se colocará en las nubes. Luego de pronto llegará a ser un gran “mar de vidrio” en las nubes sobre Jerusalén.

          En el libro de Hebreos, Pablo muestra que nuestras oraciones llegan hasta un Monte Sion celestialmente: “Sino han venido al Monte Sión, y a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial; y a una innumerable compañía de ángeles; a la reunión festiva gozosa; y a la iglesia de los primogénitos, registrada en el libro de vida en el cielo; y a Dios, el Juez de todos; y a los espíritus de los justos que han sido perfeccionados; y a Jesús, el Mediador del Nuevo Pacto; y a la aspersión de la sangre de ratificación, proclamando cosas superiores que esas de Abel” (Hebreos 12:22-24).

          Habrá una “reunión festiva gozosa” de los santos resucitados, quienes serán llevados por los ángeles en el aire para reunirse con Cristo. Esta “reunión festiva gozosa” solo podría ser representada por Pentecostés, la cosecha completa de los primeros frutos, la primera resurrección. Por otro lado, la Fiesta de Trompetas no es una fiesta de gozo, sino una fiesta de guerra.

          ¿Pero dónde se reunirán los santos con Cristo? Suben los santos al aire, se reúnen con Cristo e ¿inmediatamente regresan a la tierra? Si la primera resurrección fuera en la Fiesta de Trompetas, eso precisamente tendría que pasar. Sin embargo, como veremos, no es el caso.

          Pablo escribió que nos reuniremos con Cristo en el aire. ¿Cómo puede ser esto? ¿Dónde será? Como veremos, los ángeles nos llevarán hasta el “mar de vidrio,” donde estará Cristo. El apóstol Juan vio esto en visión y lo registró en Apocalipsis 15: “Luego vi otra señal en el cielo, grande y sorprendente: siete ángeles teniendo las últimas siete plagas, porque en ellas la ira de Dios es colmada. Y vi un mar de vidrio mezclado con fuego, y aquellos que habían obtenido la victoria sobre la bestia, y sobre su imagen, y sobre su marca, y sobre el número de su nombre, de pie sobre el mar de vidrio, teniendo las liras de Dios. Y estaban cantando la canción de Moisés, el siervo de Dios [simbolizando a aquellos de los tiempos del Antiguo Testamento en la primera resurrección], y la canción del Cordero [simbolizando a aquellos de los tiempos del Nuevo Testamento en la primera resurrección], diciendo, “Grandes y asombrosas son Tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son Tus caminos, Rey de los santos. ¿Quién no Te temerá, Oh Señor, y glorificará Tu nombre? Porque solo eres santo; y todas las naciones vendrán y adorarán delante de Ti, porque Tus juicios han sido revelados”” (Apocalipsis 15:1-4).

          En este punto, la primera resurrección termina y todos los santos estarán en el aire con Cristo en el “mar de vidrio”—el cual está en las nubes sobre Jerusalén. Entonces seremos la “Gran congregación de Dios.” Mientras estamos en el “mar de vidrio,” muchas cosas pasarán antes que regresemos con Cristo a la tierra en la siguiente Fiesta de Trompetas para pelear contra los ejércitos del mundo y comenzar a gobernar y reinar con Él por mil años:

1)                   Nos reuniremos con Cristo en persona y con todos los hermanos resucitados

2)                   Él nos proclamará al Padre

3)                   Recibiremos nuestras recompensas y nuevos nombres

4)                   El matrimonio del Cordero y la cena de bodas tendrá lugar

5)                   Las siete ultimas plagas serán derramadas

6)                   Recibiremos nuestras asignaciones

7)                   Seremos organizados en el ejercito de Cristo

8)                   Entonces regresaremos con Jesucristo a la tierra en la Fiesta de Trompetas después de la resurrección.

          Hay otros pasajes que completan la historia. Sin embargo, no hay espacio suficiente en esta carta para incluir todas las referencias. Como muestran las Escrituras, esto es lo que debemos esperar y porque el Día de Pentecostés es tal Fiesta tremenda. Esta es la “reunión festiva gozosa” de todos los santos quienes son resucitados en la primera resurrección.

          Mantengamos nuestras mentes en las cosas espirituales: Mientras vemos el mundo, podemos ver la forma en que está—de modo que necesitamos mantener nuestras mentes en cosas espirituales. Deberíamos estar atentos de lo que está teniendo lugar en el mundo, pero mantener nuestro foco en las cosas espirituales de Dios y la esperanza de la primera resurrección. Pablo nos nuestra como hacer esto: “Por tanto,dejemos a un lado todo peso, y el pecado que tan fácilmente nos atrapa; y corramos la carrera puesta delante nuestro con resistencia, teniendo nuestras mentes fijas en Jesús, el Iniciador y Terminador de nuestra fe; Quien por el gozo que tenía delante de Él resistió la cruz, aunque despreció la vergüenza, y se ha sentado a la mano derecha del trono de Dios. Ahora, mediten profundamente en Quien resistió tan gran hostilidad de pecadores contra Sí mismo para que no lleguen a estar cansados y desmayen en sus mentes. Ustedes aún no han resistido al punto de perder sangre en su lucha contra el pecado” (Hebreos 12:1-4).

          No solo Pablo nos amonesta para que dejemos a un lado todo peso y pecado, sino debemos seguir su ejemplo. Como él hizo, necesitamos considerar que todas las cosas físicas del mundo son nada comparadas a la vida eterna. Mientras pueden ser agradables y buenas, perecerán con el uso. Recuerde, Jesús prometió que si buscamos primero el Reino de Dios, Él proveerá por nosotros (Mateo 6:25-34).

          Cuando Pablo escribió a los filipenses, él quiso inspirarlos a esforzarse siempre por la justicia de Cristo y el poder de la resurrección: “Pero entonces verdaderamente, cuento todas las cosas ser pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús mi Señor; por Quien he sufrido la pérdida de todas las cosas, y las cuento como estiércol; para poder ganar a Cristo y poder ser encontrado en Él, no teniendo mi propia justicia, la cual es derivada de ley, sino esa justicia la cual es por la fe de Cristo—la justicia de Dios que está basada en fe;  para poder conocerlo, y conocer el poder de Su resurrección, y el compañerismo de Sus sufrimientos, siendo conformado a Su muerte; si por cualquier medio puedo alcanzar hasta la resurrección de los muertos;

          “No como si ya la hubiera recibido, o si ya hubiera sido perfeccionado; pero estoy luchando, para poder también agarrarme de eso por lo cual también fui agarrado por Cristo Jesús. Hermanos, no me cuento a mí mismo como habiéndolo alcanzado; pero esta única cosa hago—olvidando las cosas que están atrás, y extendiéndome a las cosas que están adelante, yo presiono hacia la meta por el premio del alto llamado de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:8-14).

          Esta es la actitud y dedicación que Jesús quiere que tengamos, de modo que sin importar las cosas que tengan lugar en el mundo o las que sean las circunstancias, estaremos venciendo y presionando hacia la meta—la primera resurrección y vida eterna. Pablo muestra que si tenemos esta actitud, estamos siendo perfeccionados en amor, gracia y conocimiento: “Así entonces, tantos como sean perfectos sean de esta mente. Y si en cualquier cosa ustedes son de otra mentalidad, Dios les revelará incluso esto. No obstante, considerando eso que hemos alcanzado, caminemos en la misma regla, seamos de la misma mente. Hermanos, sean imitadores de mí, y tengan en cuenta a aquellos que caminan en este camino, como ustedes nos tienen por ejemplo” (versos 15-17).

          Que tremenda bendición es saber que si somos en alguna forma “de otra mentalidad,” Dios nos revelará eso de modo que podemos arrepentirnos y vencer. Recuerde, Dios el Padre y Jesucristo nos aman y están por nosotros. Por tanto, nadie ni nada puede estar contra nosotrosni siquiera todas las acusaciones de Satanás el diablo.

          Sin embargo, así como fue en el tiempo de Pablo, así es hoy. Habían aquellos quienes abandonaron las cosas espirituales y volvieron a las cosas físicas—contándolas más importantes que la vida eterna. Se cansaron y se permitieron rendirse de Dios y la vida eterna. Algunos incluso habían vuelto en contra de Cristo al seguir falsas doctrinas y falsos profesores. Otros habían marchado justo al mundo para servir el ego y a Satanás: “(Porque muchos caminan contrariamente; a menudo les he dicho de ellos, y les digo ahora con llanto, ellos son los enemigos de la cruz de Cristo. Cuyo fin es destrucción, cuyo dios es su barriga, y cuya gloria está en su vergüenza; porque se preocupan por cosas terrenales)” (versos 18-19).

          Cuando consideramos todas las pruebas, los problemas y tribulaciones que soportó Pablo, sabemos que él es un ejemplo excelente para que lo sigamos. Él siempre buscaba a Jesucristo. Siempre mantuvo la meta de la resurrección en la frente de su mente. Aquí está su exhortación para nosotros: “Pero para nosotros, la mancomunidad de Dios existe en los cielos, desde donde también estamos esperando al Salvador, el Señor Jesucristo; Quien transformará nuestros cuerpos viles, para que puedan ser conformados a Su cuerpo glorioso, de acuerdo al trabajo interno de Su propio poder, por el cual Él es capaz de someter todas las cosas a Sí mismo” (versos 20-21).

          No solo debemos seguir el ejemplo de Pablo, más importantemente, debemos ser seguidores de Dios: “Por tanto, sean imitadores de Dios, como hijos amados; y caminen en amor, incluso como Cristo también nos amó, y Se dio a Sí mismo por nosotros como una ofrenda y un sacrificio de aroma perfumado a Dios” (Efesios 5:1-2). Así es como podemos evitar ser partícipes de los pecados del mundo—Babilonia la Grande (Apocalipsis 18:4).

          Si continuamos en el camino de vida de Dios, estaremos caminando en amor y obediencia—teniendo la fe de Cristo y guardando los mandamientos de Dios (Apocalipsis 14:12). Estamos entonces imitando a Dios. Estaremos construyendo carácter piadoso y creciendo hacia la perfección espiritual (Mateo 5:48). Más aun, cuando estamos haciendo las cosas que le agradan a Dios, estamos viviendo rectamente y automáticamente evitamos pecar. No obstante, Pablo advierte: “Pero fornicación y toda impureza o codicia, no permitan incluso que sea nombrada entre ustedes, como es apropiado para santos; ni inmundicia, ni tonto hablar o bromear, los cuales no están favoreciendo; sino en vez de esto, den gracias. Porque esto saben ustedes, que ni fornicario, o persona impura, o codicioso, que es un idolatra, tienen ninguna herencia en el reino de Cristo y de Dios” (Efesios 5:3-5).

          Cuando estamos activamente viviendo el camino de Dios, día a día, estamos armados espiritualmente y en guardia—de modo que no seremos desviados. Hoy, somos confrontados con demasiados predicadores y profesores quienes tienen una multitud de falsas doctrinas y falsas profecías. Más aun, ellos pueden sonar muy convincentes y sus palabras parecen tan rectas. No obstante, el resultado final no es justicia o el amor de Dios. Más bien, el resultado final es confusión, engaño y auto justicia. Pablo continuó su advertencia, la cual nos aplica hoy: “No dejen que nadie los engañe con palabras vanas; porque por causa de estas cosas la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia. Por tanto, no sean coparticipes con ellos. Porque ustedes fueron una vez oscuridad; pero ahora son luz en el Señor. Caminen como hijos de luz, (porque el fruto del Espíritu está en toda bondad y justicia y verdad;) probando lo que es bien agradable al Señor; y no tengan compañerismo con las obras infructuosas de oscuridad” (versos 6-11). Apliquémonos nosotros mismos y vivamos por estas Escrituras, guardando la esperanza de la resurrección y vida eterna en la frente de nuestras mentes.

          Hermanos, todos comprendemos que estamos enfrentado tiempos muy difíciles. Pero sin importar nuestras circunstancias, Dios el Padre y Jesucristo nos aman y están con nosotros, y los ángeles están vigilándonos. Nuevamente, gracias por su amor y oraciones por nosotros. Oramos por ustedes cada día—que el amor, la gracia y bendición de Dios esté sobre ustedes y los suyos en toda manera. Les agradecemos por su apoyo continuo con sus diezmos y ofrendas, los cuales nos ayudan a alcanzar a los hermanos y a las muchas nuevas personas que están ahora buscando a Dios.

 

Con amor en Cristo Jesús,

 

 

Fred R. Coulter

FRC

 
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