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Restoring Original Christianity—for Today

Restaurando el cristianismo original—¡para hoy! 

Iglesia de Dios Cristiana y Bíblica

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Fred R. Coulter

Ministro

 

Enero 14, 2022

 

         

Queridos hermanos,

 

          El año 2021 fue difícil y retador para todos—en la iglesia y en el mundo—todo a causa de la pandemia del COVID-19. Y los encierros, cuarentenas, requerimientos de mascarillas, órdenes de vacunación solo hicieron las cosas peor. La crisis llegó a dar terreno para tiranía del gobierno—con líderes hipócritas forzando mandatos sobre la gente que ellos mismos rechazaban seguir. Encima de todo esto estaba las inmensas pérdidas económicas: negocios cerrados, bancarrotas y una pérdida masiva de riqueza.

          A la fecha, más de medio millón de estadunidenses han muerto por el virus Wuhan—y mucho de este era innecesario. Está perdida de seres queridos (cónyuges, hijos, padres, hermanos, amigos) ha tenido una gran impacto en los sobrevivientes—mental, emocional y espiritualmente. Un buen número de hermanos en las iglesias de Dios, así como unos pocos en IDCB, han sido devastados por la pérdida de esposo, esposa u otro pariente cercano o amigo.

          Mientras tanto, la profecía está siendo cumplida—la cual nos da una foto del estado de la nación y del mundo. Jesús advirtió: “Y oirán de guerras y rumores de guerras. Miren que no dejen que estas cosas los perturben. Porque es necesario que todas estas cosas tengan lugar, pero el fin no es aún. Porque nación se levantará contra nación, y reino contra reino; y habrá hambres y pestilencias y terremotos en diferentes lugares. Ahora, todas estas cosas son el comienzo de dolores.

          “Entonces los entregarán a aflicción, y los matarán; y serán odiados por todas las naciones por amor a Mi nombre. Y entonces muchos serán dirigidos al pecado, y se traicionarán unos a otros, y se odiarán unos a otros; y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y porque la ilegalidad será multiplicada, el amor de muchos se enfriará. Pero el que perdure hasta el fin, ese será salvo” (Mateo 24:6-13).

          En estos tiempos difíciles, mantengamos nuestras mentes en el plan de Dios: La meta para los “llamados, escogidos y fieles” es vida eterna en la primera resurrección, la cual recibiremos como hijos e hijas de Dios y como hermanos y hermanas de Cristo. Luego reinaremos con Jesús para salvar este mundo.

          ¿Cómo ve Dios la vida y muerte de los santos?: Hoy la iglesia se compone la mayoría de ancianos de la tercera edad. Y aquellos de nosotros en esta categoría comprendemos que el último día de nuestra vida física se aproxima. Oramos que Dios bendiga a Sus “santos ancianos” con vida extendida—pero también entendemos plenamente lo que escribió Salomón: “Para todo hay una temporada, y un tiempo para cada propósito bajo los cielos: Un tiempo para nacer, y un tiempo para morir;… ” (Eclesiastés 3:1-2).

          También recocemos una promesa que Dios ha dado a los santos: “El justo perece, y nadie lo pone en el corazón, y hombres misericordiosos son quitados; ninguno considera que el justo es apartado del mal por venir. Él entrará en paz; ellos descansarán en sus camas [la tumba], cada uno quien caminó es su justicia [a través del Espíritu Santo de Dios]” (Isaías 57:1-2). Pero para aquellos que continúan viviendo, Dios promete darles fortaleza adicionada: “...el pueblo que conoce a Su Dios será fuerte y hará hazañas. Y aquellos quienes son sabios entre el pueblo harán a muchos entender; sin embargo caerán por la espada, y por flama, por exilio, y despojo, muchos días. Ahora cuando caigan, serán auxiliados con una pequeña ayuda, pero muchos se unirán a ellos con halagos. Y algunos de aquellos que entienden caerán, para refinar y purificarlos, y para hacerlos blancos, hasta el tiempo del fin, porque esto es aún para el tiempo señalado.” (Daniel 11:32-35).

          Lo siguiente es tomado del mensaje para funerales de IDCB para aquellos quienes han muerto en la fe:

          Desde la creación del mundo para la humanidad, a lo largo del tiempo de vida física de cada uno, es Dios Quien sostiene todo en la tierra para toda la humanidad para tener vida, desde nuestro primer aliento hasta nuestro último. El apóstol Pablo escribe, “Él es el Dios que hizo el mundo y todas las cosas que están en el. Siendo el Señor del cielo y la tierra, no vive en templos hechos por manos; ni es servido por las manos de hombres, como si necesitara algo, porque Él da a todos vida y aliento y todas las cosas.

          “Y Él hizo de una sangre todas las naciones de hombres para habitar sobre toda la faz de la tierra, habiendo determinado de antemano sus tiempos señalados y los límites de sus viviendas; para que pudieran buscar al Señor, si tal vez pudieran palpar tras Él y pudieran encontrarlo; aunque verdaderamente, Él no está lejos de cada uno de nosotros, porque en Él vivimos y nos movemos y tenemos nuestro ser” (Hechos 17:24-28).

          Sin embargo, para toda vida humana las Escrituras nos dicen que hay “un tiempo para nacer, y un tiempo para morir” (Eclesiastés 3:2). Y en la muerte, “el espíritu [de hombre] regresa a Dios Quien lo dio” (Eclesiastés 12:7).

          La Santa Biblia revela que la perspectiva de Dios de la muerte es muy diferente de la vista temerosa del hombre de la muerte. Primero, veremos como Dios ve la muerte de Sus santos—aquellos destinados para la primera resurrección. El Señor declara: “Preciosa a la vista del SEÑOR es la muerte de Sus santos.El justo, incluso cuando es traído a la muerte, tiene esperanza.” Y nuevamente, “Sean fieles hasta la muerte, y les daré una corona de vida.” Y nuevamente, “El justo perece, y nadie lo pone en el corazón, y hombres misericordiosos son quitados; ninguno considera que el justo es apartado del mal por venir. Él entrará en paz; ellos descansarán…” (Salmo 116:15; Proverbios 14:32; Rev. 2:10; Isaías 57:1-2).

          Dado que la muerte parece tan final, el dolor llena nuestros corazones por la pérdida del ser querido, sin importar las circunstancias de su ocurrencia. La muerte nos trae cara a cara con la realidad de que la vida humana es temporal. Con la muerte, somos confrontados con la máxima debilidad del ser humano, la impotencia que una vida haya llegado a un fin, y que ningún ser humano de sí mismo tiene el poder de escapar o vencer la muerte, excepto a través del Señor Jesucristo.

          Por tanto, nuestro Creador ha revelado en Sus Escrituras que esta vida física que poseemos ahora en la carne es temporal, porque le ha dado a todos los seres humanos morir una vez. “Está designado a los hombres morir una vez,…. Porque como en Adán todos mueren” (Hebreos. 9:27; I Corintios 15:22).

          Después que Adán y Eva habían pecado, trayendo así muerte para toda su descendencia—toda la humanidad en todas las eras—Dios le dijo a Adán, “Porque polvo eres, y a polvo volverás” (Génesis 3:19). Todos somos físicos—somos hechos del polvo de la tierra. Más aun, en el tiempo de la muerte, Su aliento sale; él regresa a la tierra; en ese mismo día sus pensamientos mueren” (Salmo 146:4).

          En cara de la muerte y el temor de la muerte, toda la humanidad se ha preguntado, “¿Hay vida después de la muerte? En las Escrituras encontramos que Job hizo la misma pregunta: “Si un hombre muere, ¿vivirá otra vez?” (Job 14:14). ¡Sin embargo la muerte es un misterio! Nadie, excepto Jesús ha sido levantado de los muertos a vida eterna. Él habló en visión al apóstol Juan: No temas, Yo soy el Primero y el Ultimo, incluso Aquel que está viviendo; porque estuve muerto, y he aquí, estoy vivo en las eras de eternidad. Amén. Y tengo las llaves de la tumba y de la muerte” (Apocalipsis 1:17-18).

          Más aun, las Escrituras nos enseñan que la muerte es un enemigo—sí, el último enemigo que debe ser destruido a través del poder de la resurrección, como es revelado en el gran plan de Dios. Así, las Escrituras revelan que hay vida después de la muerte a través de la resurrección. ¡Y esta vida es en Jesucristo—en Él y solo Él! Jesús dijo, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vidaYo soy la resurrección y la vida” (Juan 14:6; 11:25).

          Así como todos morimos en Adán, “así también en Cristo todos serán hechos vivos. Pero cada uno en su propio orden: Cristo el primer fruto; luego, aquellos que son de Cristo a Su venida.…” (I Corintios 15:22-23).

          Dios el Padre ha dado el poder y la autoridad de la resurrección a Cristo. Jesús dijo, “Verdaderamente, verdaderamente les digo, la hora viene, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y aquellos que oigan vivirán. Porque incluso como el Padre tiene vida en Sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en Sí mismo; y también le ha dado autoridad para ejecutar juicio porque Él es el Hijo de hombre. No se asombren de esto, porque la hora viene en la cual todos los que estén en las tumbas oirán Su voz y saldrán: aquellos que han practicado el bien hacia una resurrección de vida, y aquellos que han practicado el mal hacia una resurrección de juicio” (Juan 5:25-29).

          Durante esta era, solo unos pocos han sido llamados de Dios para recibir el regalo de vida eterna en la primera resurrección—porque se han arrepentido, aman a Dios, obedecen Su Palabra y guardan Sus mandamientos. Estos son aquellos que son los “llamados, y escogidos, y fieles aman al Señor su Dios con todo su corazón, y con toda su alma, y con toda su mente, y con toda su fuerza (Apocalipsis 17:14; Marcos 12:30).

          Pero en el gran plan de Dios para toda la humanidad, como es revelado en las Escrituras, en la era por venir después del regreso de Jesús para gobernar el mundo en amor y justicia, todos los que no tuvieron una oportunidad para recibir la salvación en su era también serán resucitados para recibir una oportunidad para vida eterna.

          ¡En este tiempo, antes del regreso de Jesucristo, aquellos que han sido llamados durante sus tiempos de vida y quienes han muerto en la fe—en Jesucristo—serán levantados a vida eterna con todos los santos en gloria eterna en Su segunda venida!

          Es por eso que Jesús dijo, Yo soy el camino, y la verdad, y la vida ... Yo soy la resurrección y el camino. El que cree en Mí, aunque muera, vivirá de nuevo; y todo el que vive y cree en Mí no morirá para siempre” (Juan 14:6; 11:25-26).

          Mientras tenemos nuestros pecados perdonados a través dela muerte y sangre derramada de Jesús y Su resurrección, los fieles en Cristo quienes mueren “serán salvados por Su vida—porque Él Mismo fue levantado de los muertos por el poder de Dios el Padre.

          Como escribe Pablo, “Pero ahora Cristo ha sido levantado de los muertos; Él ha llegado a ser el primer fruto de aquellos que han dormido [en Cristo]. Porque ya que por un hombre vino la muerte, por un hombre también vino la resurrección de los muertos. Porque como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán hechos vivos. Pero cada uno en su propio orden: Cristo el primer fruto; luego, aquellos que son de Cristo a Su venida. Después viene el fin, cuando Él habrá entregado el reino a Quien es Dios y Padre, cuando Él habrá puesto un fin a todo gobierno y toda autoridad y poder. Porque está ordenado que Él reine hasta que Él haya puesto a todos los enemigos bajo Sus pies. El último enemigo a ser destruido es la muerte” (I Corintios 15:20-26).

          Pablo agrega, “Así también es la resurrección de los muertos. Es sembrado en corrupción; es levantado en incorrupción. Es sembrado en deshonra; es levantado en gloria. Es sembrado en debilidad; es levantado en poder. Es sembrado un cuerpo natural; es levantado un cuerpo espiritual. Hay un cuerpo natural, y hay un cuerpo espiritual; en consecuencia, está escrito, “El primer hombre, Adán, se convirtió en un alma viva, el último Adán se convirtió en un Espíritu eterno.” Sin embargo, lo espiritual no fue primero, sino lo natural—luego lo espiritual. El primer hombre es de la tierra—hecho de polvo. El segundo Hombre es el Señor del cielo…. Y como hemos llevado la imagen de aquel hecho de polvo, también llevaremos la imagen de Aquel celestial.

          “He aquí, les muestro un misterio: no todos dormiremos, sino que todos seremos cambiados, en un instante, en el parpadeo de un ojo, a la última trompeta; porque la trompeta sonará, y los muertos serán levantados incorruptibles, y nosotros seremos cambiados” (I Corintios 15:42-47,49-52). Juan escribe: “¡He aquí! ¡Qué glorioso amor nos ha dado el Padre, que deberíamos ser llamados los hijos de Dios! Por esta misma razón, el mundo no nos conoce porque no lo conoció a Él.  Amados, ahora somos los hijos de Dios, y no ha sido revelado aun lo que seremos; pero sabemos que cuando Él sea manifestado, seremos como Él, porque lo veremos exactamente como Él es” (I Juan 3:1-2).

          Pablo confirma esto: “Pero para nosotros, la mancomunidad de Dios existe en los cielos, desde donde también estamos esperando al Salvador, el Señor Jesucristo; Quien transformará nuestros cuerpos viles, para que puedan ser conformados a Su cuerpo glorioso, de acuerdo al trabajo interno de Su propio poder, por el cual Él es capaz de someter todas las cosas a Sí mismo” (Filipenses 3:20-21).

          Jesús Mismo declara estas promesas de Dios dadas a través de los profetas cuando Él habló de la gloria que tendrán aquellos en la resurrección a vida eterna (Dan. 12:2-3). Brillaran como las estrellas del cielo: “Entonces los justos resplandecerán en adelante como el sol en el reino de su Padre” (Mateo 13:43). Jesús regresará a establecer el Reino de Dios en la tierra—y aquellos de la primera resurrección reinaran con Él para traer mil años de amor y paz para toda la humanidad.

          En verdad, “Porque el Señor mismo descenderá del cielo con un grito de mando, con la voz de un arcángel y con la trompeta de Dios; y los muertos en Cristo resucitarán primero; luego nosotros quienes estamos vivos y permanecemos seremos atrapados junto con ellos en las nubes para la reunión con el Señor en el aire; y así siempre estaremos con el Señor. Por tanto, anímense unos a otros con estas palabras” (I Tesalonicenses. 4:16-18).

          ¡Como revelan las Escrituras, la muerte y la corrupción de la carne serán vencidas! “Porque esto corruptible debe vestirse de incorruptibilidad, y esto mortal debe vestirse de inmortalidad. Ahora, cuando esto corruptible se haya vestido de incorruptibilidad, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces sucederá el dicho que está escrito: “La muerte es tragada en victoria.” Oh muerte, ¿dónde está tu aguijón? Oh tumba, ¿dónde está tu victoria?” (I Corintios 15:53-55).

          En su epístola a los Efesios, Pablo escribe: “Por esta causa yo doblo mis rodillas al Padre de nuestro Señor Jesucristo, de Quien la familia entera en el cielo y en la tierra es nombrada. Que pueda otorgarles, de acuerdo a las riquezas de Su gloria, el ser fortalecidos con poder por Su Espíritu en el hombre interior; que Cristo pueda morar en sus corazones por fe; y que siendo arraigados y cimentados en amor, ustedes puedan ser completamente capaces de comprender con todos los santos cual es la anchura y longitud y profundidad y altura, Y de conocer el amor de Cristo, el cual sobrepasa el conocimiento humano; para que puedan ser llenados con toda la plenitud de Dios. Ahora, a Él, Quien es capaz de hacer abundantemente excesivo por encima de todo lo que pedimos o pensamos, según el poder que está obrando en nosotros, a Él sea gloria en la iglesia por Cristo Jesús a lo largo de todas las generaciones, incluso hasta los siglos de eternidad. Amén” (Efesios 3:14-21).

         

Fin del mensaje para funerales de IDCB

 

          A Juan le fue dada una visión del nuevo cielo y tierra por venir donde los hijos de Dios vivirán por siempre: ““He aquí, el tabernáculo de Dios es con los hombres [y mujeres, hechos perfectos]; y Él vivirá con ellos, y ellos serán Su pueblo; y Dios mismo estará con ellos y será su Dios. Y Dios borrará toda lágrima de sus ojos; y no habrá más muerte, o pena, o llanto, ni habrá más dolor, porque las cosas anteriores han desaparecido.” Y Quien se sienta sobre el trono dijo, “He aquí, Yo hago todas las cosas nuevas.” Entonces Él me dijo, “Escribe porque estas palabras son verdaderas y fieles.” Y me dijo, “Está hecho. Yo soy Alfa y Omega, el Principio y el Fin. Al sediento, Yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de vida. Aquel que venza heredará todas las cosas; y Yo seré su Dios, y él será Mi hijo” (Apocalipsis 21:3-7).

          Estas Escrituras nos dan un mayor entendimiento de aquellas palabras citadas a menudo: “Porque Dios amó tanto al mundo, que dio Su único Hijo engendrado, para que todo el que crea en Él no pueda perecer, sino pueda tener vida eterna” (Juan 3:16).

          Hermanos, necesitamos acercarnos a Dios en oración sentida y en el estudio diario de Su Palabra de modo que podemos continuar creciendo en gracia y conocimiento y siempre estar venciendo. Diariamente damos gracias a Dios por Su amor, gracia y misericordia para todo Su pueblo. Les agradecemos personalmente por su amor y fidelidad continua a Dios y unos a otros. Les damos gracias por sus oraciones por nosotros y por todos los hermanos, y por su fidelidad en diezmos y ofrendas. Oramos que Dios continuará bendiciéndolos, sanándolos, fortaleciéndolos y velando por ustedes—y porque Su amor y gracia estén sobre ustedes en todas circunstancias.

 

Con amor en Cristo Jesús,

 

Fred R. Coulter

 

 
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