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Restoring Original Christianity—for Today

Restaurando el cristianismo original—¡para hoy!

Iglesia de Dios Cristiana y Bíblica

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Fred R. Coulter

Ministro

 

Mayo 15, 2019

         

Queridos hermanos,

 

          Este año, nuevamente vamos a tener la Conferencia de Ancianos de IDCB en Cincinnati, Ohio, Mayo 15-18. Los ancianos y esposas están participando, así como hombres líderes y sus esposas. Y por primera vez, asistirán representantes de iglesias de Dios independientes. Por supuesto, para cuando reciba esta carta la conferencia habrá concluido.

          El propósito del ministerio de Jesucristo: Antes que comenzara Su ministerio, la ocupación de Jesús fue la carpintería—la cual en Sus días involucraba construcción con madera, vigas, concreto, hierro y piedra. Jesús estuvo indudablemente involucrado en todo aspecto de la construcción—desde la concepción y planeación hasta el corte de piedra y cimientos, incluyendo la “terminación” de la obra. Ese era un trabajo riguroso, porque muchos de las construcciones eran estructuras de piedra de 4 pisos, como aquellas en la ciudad cercana de Seforis, a tan solo 6 km de Nazaret. (Esta información es tomada del libro Jesús & la ciudad olvidada, el cual infortunadamente esta fuera de impresión.) La actividad comercial física de Jesús de cierta forma es un paralelo del propósito de Su ministerio: construir la iglesia de Dios.

          La Cabeza de la iglesia de Dios (todas las congregaciones) es Jesucristo: Temprano en Su ministerio—después de que Pedro declaró que Él era “el Cristo”—Jesús le anunció a Sus discípulos que Él construiría Su iglesia. Mateo escribe: “Y Jesús respondió y le dijo, “Bendito eres, Simón Bar-Jona, porque carne y sangre no te lo revelaron, sino Mi Padre, Quien está en el cielo. Y también te digo, que tú eres Pedro [petros, una piedra pequeña (Juan 1:42)]; pero sobre ésta Roca [petra, Jesús Mismo es la Roca (I Corintios 10:4)] construiré [oiko-domeso] Mi iglesia, y las puertas de la tumba no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:17-18).

          El verbo griego para “construir” es oiko-domeo, que significa “erigir una construcción, construir.” Como veremos, el verbo es traducido en todo lugar como “edificar, construir (tal como carácter piadoso), animar” (Berry, Léxico inglés-griego del Nuevo Testamento). Además, este verbo forma la raíz para “mayordomo.”

          No debe haber jerarquía: Luego, la madre de Santiago y Juan se aproximó a Jesús, pidiendo que sus hijos sean nombrados para sentarse a Su mano derecha e izquierda en Su reino. Note la respuesta de Jesús: “Pero Jesús respondió y dijo, “No saben lo que están pidiendo. ¿Son capaces de beber la copa que estoy a punto de beber, y ser bautizados con el bautismo con el que Yo estoy bautizado?” Ellos le dijeron, “Somos capaces.”  

          “Y Él les dijo, “Ustedes ciertamente beberán de Mi copa, y serán bautizados con el bautismo con el que Yo estoy bautizado; pero sentarse a Mi mano derecha y a Mi mano izquierda no es Mío darlo, sino será  dado a aquellos para quienes ha sido preparado por Mi Padre.” Y después de escuchar esto, los diez estuvieron indignados contra los dos hermanos.

          “Pero Jesús los llamó y dijo, “Ustedes saben que los gobernantes [civiles] de las naciones ejercen señorío [hacia abajo, gobierno dictatorial] sobre ellas, y los grandes [religiosos] ejercen autoridad sobre ellas [los líderes religiosos también ejercían autoridad hacia abajo.]

          “Sin embargo, no será de esta forma entre ustedes; sino cualquiera que llegue a ser grande entre ustedes, sea su siervo; y cualquiera que esté primero entre ustedes, sea su esclavo; así como el Hijo de hombre no vino a ser servido, sino a servir, y a dar Su vida como un rescate por muchos”” (Mateo 20:22-28).

          Siguiendo la enseñanza de Jesús, el apóstol Pablo dejó absolutamente claro que la obra de un anciano en la iglesia es servir a los hermanos en amor y alimentar el rebaño de Dios—para edificar los hermanos de modo que pueden estar preparados para vida eterna. La última vez que Pablo vio a los ancianos de Éfeso, él les recontó su ministerio y los amonestó concerniente a sus responsabilidades para servir fielmente a Dios y los hermanos: “Porque Pablo había decidido zarpar por Éfeso, porque no quería gastar tiempo en Asia; porque se apresuraba para estar en Jerusalén en el día de Pentecostés, si fuera posible. Ahora, desde Mileto, él envió a Éfeso y llamó a los ancianos de la iglesia. Y cuando ellos habían venido a él, les dijo, ‘Ustedes saben cómo, desde el primer día que vine a Asia, y todo el tiempo que estuve con ustedes, serví al Señor con toda humildad y con muchas lágrimas y tentaciones, las cuales vinieron sobre mí a través de las conspiraciones de los judíos; y cómo no retuve nada que fuera provechoso, sino les prediqué, y les enseñé públicamente y de casa en casa, sinceramente testificando, a los judíos y a los griegos, arrepentimiento hacia Dios y fe hacia nuestro Señor Jesucristo.

          “Y ahora he aquí, estoy atado en el espíritu, y voy a Jerusalén, no sabiendo las cosas que me pasarán allí; excepto que el Espíritu Santo testifica completamente en toda ciudad, diciendo que cautiverios y tribulaciones me esperan. Pero yo mismo no tomo ninguna de estas cosas en cuenta, ni mantengo mi vida estimada para mí mismo, para poder terminar mi camino con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para testificar completamente el evangelio de la gracia de Dios. Y ahora he aquí, sé que todos ustedes, entre quienes he andado proclamando el reino de Dios, no verán más mi cara; por eso les testifico en este día que soy puro de la sangre de todos, porque no me he retenido de predicarles todo el consejo de Dios.

          “Por tanto presten atención a ustedes mismos y a todo el rebaño, entre el cual el Espíritu Santo los ha hecho supervisores, para alimentar a la iglesia de Dios, la cual Él compró con Su propia sangre. Porque se esto: que tras mí partida lobos crueles entrarán entre ustedes, no escatimando el rebaño; y de entre sus mismos propios hombres se levantarán hablando cosas perversas para apartar discípulos tras ellos mismos. Vigilen, por tanto, recordando que por tres años no cesé de amonestar a cada uno noche y día con lágrimas” (Hechos 20:16-31).

          La verdad es, todos los hermanos pertenecen a Dios el Padre y a Jesucristo—¡no a ningún humano u organización! Ancianos y ministros deben guardar este hecho en la frente de sus mentes, porque Cristo ha comprado a cada uno con Su propia sangre.

          En su Epístola a los Efesios en el 61 dC desde Roma, Pablo declara claramente que el propósito del ministerio es perfeccionar a los santos y construir, o edificar el cuerpo de Cristo: “Y Él organizó a algunos como apóstoles, y a algunos como profetas, y a algunos como evangelistas; y a algunos, pastores y profesores [todas estas son funciones de los ancianos—no “oficios exaltados” a través de los cuales los ministros deban gobernar sobre el pueblo de Dios] para el perfeccionamiento de los santos, para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que todos vengamos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, hacia un hombre perfecto, hacia la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que no seamos más niños, sacudidos y llevados con todo viento de doctrina por las artimañas de hombres en astucia, con vista a la sistematización del error; sino manteniendo la verdad en amor, podamos crecer en todas las cosas en Quien es la Cabeza, Cristo de Quien todo el cuerpo, adecuadamente estructurado y compactado por eso que cada coyuntura suple, de acuerdo a su trabajo interno en la medida de cada parte individual, está haciendo el incremento del cuerpo hacia la edificación del mismo en amor” (Efesios 4:11-16).

          Todos los apóstoles entendieron esto, como es evidenciado por la amonestación de Pedro a los ancianos a servir a los hermanos y ser ejemplos de amor, conducta recta—pero no ¡ejerciendo señorío! “A los ancianos que están entre ustedes los exhorto, incluso como un compañero anciano, y un testigo ocular de los sufrimientos de Cristo, y un participe de la gloria que está a punto de ser revelada: Alimenten el rebaño de Dios que está entre ustedes, ejerciendo vigilancia no por compulsión, sino voluntariamente; no en afición de ganancias deshonestas, sino con una actitud anhelante; no como ejerciendo señorío sobre sus posesiones, sino siendo ejemplos al rebaño de Dios. Y cuando el Pastor Jefe sea manifestado, recibirán una corona de gloria eterna” (I Pedro 5:1-4).

          No hay duda que Pablo y Pedro siempre siguieron las enseñanzas de Jesús—como hicieron los otros apóstoles—y entendieron que no debían ejercer señorío sobre los hermanos. Note nuevamente la enseñanza directa de Jesús a los apóstoles: “Pero Jesús los llamó y dijo, “Ustedes saben que los gobernantes de las naciones [los reyes y gobernantes civiles] ejercen señorío sobre ellas, y los grandes [los líderes religiosos] ejercen autoridad sobre ellas. Sin embargo, no será de esta forma entre ustedes; sino cualquiera que llegue a ser grande entre ustedes, sea su siervo;  y cualquiera que esté primero entre ustedes, sea su esclavo; así como el Hijo de hombre no vino a ser servido, sino a servir, y a dar Su vida como un rescate por muchos”” (Mateo 20:25-28).

          No queriendo usar corrección fuerte, Pablo apeló a los corintios a resolver sus propios problemas. Él les recordó que él y los ancianos no ejercían señorío sobre ellos: “Pero Aquel que nos establece con ustedes en Cristo, y Quien nos ha ungido, es Dios, Quien también nos ha sellado y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones. Pero invoco a Dios para dar testimonio de mis intenciones, que para escatimarlos no fui aun a Corinto—no que ejerzamos señorío sobre su fe, sino porque estamos trabajando con ustedes para incrementar su gozo. Porque ustedes permanecen por fe” (II Corintios 1:21-24).

          Es claro que los apóstoles nunca establecieron un gobierno rígido, jerárquico sobre la iglesia de Dios. La forma de gobierno de arriba a abajo que desarrolló la iglesia católica romana es absolutamente contraria a las enseñanzas del Nuevo Testamento. En verdad, a través de los Evangelios Jesús enseñó en contra de la autoridad de mano de hierro, intimidatoria, infundiendo temor ejercida por los líderes religiosos paganos y gobernadores.

          Expresando Su odio por la aproximación de mano pesada para gobernar, Cristo los expuso como “...la doctrina de los Nicolaítas, tal cosa Yo odio” (Apocalipsis 2:15). Él advirtió, “¡Arrepiéntanse! Porque si no se arrepienten, vendré a ustedes rápidamente, y haré guerra contra ellos con la espada de Mi boca” (verse 16).

          Líderes de la iglesia clamando ser “presidentes evangelistas” o auto nombrados “apóstoles” o “profetas”—y quienes ejercitan autoridad rígida, pagana, de arriba a abajo sobre sus miembros—están tomando para ellos un nivel de autoridad que Cristo, como Cabeza de la iglesia, ¡prohíbe absolutamente! Tales líderes son auto exaltados, mercenarios corporativos auto nombrados—profesionales religiosos. No solo están pecando contra Dios el Padre y Jesucristo, traen temor, intimidación y sufrimiento a las vidas de los hermanos—mientras les roban el ingreso más allá de los diezmos y ofrendas de Dios. Tales “lideres” privan a sus seguidores del gozo de llegar a conocer el verdadero amor y gracia de Dios—negándoles la oportunidad de desarrollar una relación profunda personal con Dios el Padre y Jesucristo, donde puedan prosperar espiritualmente en fe, esperanza y amor.

          Por otro lado, debemos enseñarles a los hermanos—lo cual es alimentar el rebaño de Dios con la Palabra de Dios—de modo que pueden crecer en la perfección de Cristo a través de una relación personal, directa con Dios el Padre y Jesucristo. Como escribió el apóstol Juan: “Eso que estaba desde el principio, eso que hemos oído, eso que hemos visto con nuestros propios ojos, eso que observamos por nosotros mismos y nuestras propias manos tocaron, concerniente a la Palabra de Vida; (y la vida fue manifestada, y hemos visto, y estamos dando testimonio, y estamos reportándoles la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y fue manifestada a nosotros;) eso que hemos visto y hemos oído estamos reportándoles para que también puedan tener compañerismo con nosotros; porque el compañerismo—ciertamente, nuestro compañerismo [nuestra relación personal]está con el Padre y con Su propio Hijo, Jesucristo. Estas cosas también estamos escribiéndoles, para que su gozo pueda ser completamente lleno” (I Juan 1:1-4).

          Los ancianos son mayordomos de Dios: Aunque el termino es raramente usado hoy, “mayordomo” significa primariamente: “Uno que actúa como supervisor o administrador, sea de finanzas y propiedad, para otro u otros.” Este también es el significado Bíblico. Un mayordomo siempre trabaja a nombre del dueño de la propiedad. Los ancianos son mayordomos trabajando con la propiedad de alguien más—la propiedad de Dios—los miembros del Cuerpo de Cristo, comprados por la sangre de Jesús.

          La raíz griega oiki (u oiko) significa “edificar.” Las siguientes son variaciones de esta raíz y sus significados relativos:

Oiki-a—una casa, un hogar, una familia, una casa y todos los bienes de adentro

Oiki-akos—uno de una familia, sea un hijo o un siervo

Oiko-domeo—erigir una construcción, construir, edificar

Oiko-domee—el acto de construir, un edificio literal, un cuerpo espiritual, de la edificación de la iglesia, avance espiritual

Oiko-domia—edificación

Oiko-doomos—un constructor

Oiko-nomeo—ser un mayordomo

Oiko-nomia—administración de los asuntos de un hogar, mayordomía

Oiko-nomos—un manejador del hogar, mayordomo; mayordomía cristiana

Oikos—una casa, un edificio, una familia residiendo en una casa; una familia perpetuada por sucesión; la casa de Dios, el templo, la familia de Dios, la iglesia de Dios (Berry, Léxico inglés-griego del Nuevo Testamento).

          Como podemos ver, todos los variados significados relacionados a la raíz oiko apuntan al ministerio orientado al servicio de Jesucristo y la edificación de la Iglesia—de modo que todos podemos crecer en la perfección espiritual de Cristo. Todo lo que un anciano hace para Dios y los hermanos—familia Dios—es la obra de un mayordomo. Por tanto, el liderazgo nunca es “señorear sobre” el pueblo de Dios—¡solo Jesucristo es Señor sobre el hogar de Dios! ¡Los líderes nunca deben explotar a los hermanos para ganancia de poder y control!

          Un mayordomo debe ser absolutamente fiel al guiar y pastorear a los hermanos: “Así entonces, cada hombre considérenos como ministros de Cristo y administradores de los misterios de Dios.  Más allá de eso, es requerido de los administradores que uno sea encontrado fiel” (I Corintios 4:1-2). Como mayordomos del hogar de Dios, los ancianos deben proteger, edificar, incrementar y desarrollar el pueblo de Dios mientras se preparan para vida eterna. La iglesia es la propiedad de Dios—no le corresponde al mayordomo hacer como le parezca que se ajuste implementando sus propias ideas y doctrinas para su ganancia personal y engrandecimiento.

          Así, los ancianos deben siempre enseñar el camino del Señor y predicar la verdad de la Palabra de Dios: “Por tanto, teniendo este ministerio, de acuerdo a como hemos recibido misericordia, no somos pusilánimes. Porque hemos renunciado personalmente a las cosas escondidas de ganancia deshonesta, no caminando en mañosa astucia, ni manipulando la Palabra de Dios engañosamente; sino por manifestación de la verdad, nos estamos encomendando nosotros mismos a toda conciencia de hombre delante de Dios.  Pero si nuestro evangelio es escondido, es escondido para aquellos que están pereciendo; en quienes el dios de esta era ha cegado las mentes de aquellos que no creen, no sea que la luz del evangelio de la gloria de Cristo, Quien es la imagen de Dios, brille hacia ellos. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús el Señor, y nosotros mismos sus siervos por amor a Jesús porque es Dios Quien ordenó a la luz brillar de la oscuridad, Quien brilló en nuestros corazones la luz del conocimiento de la gloria de Dios en la cara de Jesucristo” (II Corintios 4:1-6).

          Note las instrucciones de Pablo a Tito concerniente a las requisitos de los ancianos, también llamados supervisores: “Por esta causa te dejé en Creta, para que pudieras poner en orden las cosas que necesitaban ser hechas, y pudieras ordenar ancianos en cada ciudad, como te ordené: Si cualquier hombre es intachable, esposo de una mujer, teniendo hijos fieles, no acusados de libertinaje o rebelión. Porque es obligatorio que como administrador de Dios un supervisor tiene que ser intachable, no voluntarioso, no iracundo, no dado al vino, no un intimidador, no codicioso de ganancia material; sino hospitalario, un amante del bien, de mente sana, justo, santo, auto-controlado, sosteniéndose firmemente a la palabra fiel, de acuerdo a las enseñanzas de Jesucristo, para que pueda ser capaz de animar con sana doctrina y condenar a aquellos que contradicen.” (Tito 1:5-9).

          Los ancianos son mayordomos de la Palabra de Dios, y deben ser diligentes en enseñar y predicar, velar y guardar, y fielmente dividir la verdad de Dios. Pablo instruye a Timoteo: “Estudia diligentemente para mostrarte a ti mismo aprobado hacia Dios, un obrero que no necesita ser avergonzado, dividiendo correctamente la Palabra de la verdad; Pero evita balbuceos profanos y vanos porque solo dan lugar a más impiedad,¡Predica la Palabra! Urge en temporada y fuera de temporada; condena, reprende, anima, con toda paciencia y doctrina” (II Timoteo 2:15-16; 4:2).

          Más aun, ¡los cristianos verdaderos son mayordomos del Espíritu Santo! Dios nos ha confiado Su espíritu para permitirnos crecer en gracia y conocimiento—para habilitarnos a desarrollar y usar nuestros talentos individuales y capacidades para servir a los hermanos. Esta es nuestra parte en edificar el Cuerpo de Cristo en amor fraternal. Note las instrucciones de Pedro: “Cada uno, de acuerdo a como ha recibido un regalo de Dios, esté usándolo para servir a los demás como buenos administradores de la gracia de Dios, la cual se manifiesta a sí misma de distintas maneras” (I Pedro 4:10).

          Jesucristo es el Administrador Maestro sobre todo el hogar de Dios el Padre. Jesús es la Cabeza de la iglesia, y nos guía en gracia y conocimiento de modo que podemos crecer y desarrollar el carácter piadoso necesario para vida eterna. Pablo expresa esto de esta manera—usando palabras griegas relacionadas que comparten la misma raíz oiko: Entonces cuando vino Él, predicó el evangelio—paz a ustedes quienes estaban lejos y a aquellos que estaban cerca. Porque a través de Él tenemos ambos acceso directo por un Espíritu al Padre. Así entonces, ustedes ya no son más extraños y extranjeros; sino son conciudadanos con los santos, y son de la familia [oikei-oi] de Dios.  

          “Están siendo construidos sobre el fundamento de los apóstoles y profetas [NT así como AT], Jesucristo mismo siendo la Piedra angular principal en Quien todo el edificio [oiko-dome], siendo conjuntamente equipado, está incrementándose hacia un templo santo en el Señor; en Quien ustedes también están siendo juntamente construidos [sun-oiko-dmeisthe] para habitación [kat-oike-rion] de Dios en el Espíritu” (Efesios 2:17-22).

          Estos versos enfatizan que debemos ser mayordomos fieles de todo lo que Dios generosamente nos ha dado—nuestros cuerpos físicos, posesiones materiales, nuestras familias y hermanos, el Espíritu Santo y nuestra relación personal con el Padre y Jesucristo. Alcanzamos esto a través de oración diaria y estudio mientras vivimos el camino de vida de Dios. Así es como Jesucristo está construyendo Su iglesia y tratando con cada uno de nosotros individualmente en Su amor.

          (Para mayor información sobre el tema puede leer el folleto ¿Es el ministerio el gobierno de Dios?)

          Pentecostés: A causa de los muchos eventos bíblicos conectados con Pentecostés—el inicio del retorno visible de Cristo y la primera resurrección—la segunda venida de Jesús será asombrosa, literalmente un evento que sacude cielo y tierra. Todos los que estén vivos en aquel tiempo atestiguarán estos eventos. Este año, Pentecostés cae el 9 de junio. (Espero que entienda plenamente nuestros estudios sobre Pentecostés; si tiene preguntas por favor envíelas y haremos lo mejor para responderlas.)

          Es un hecho que los días santos de Dios son las claves más importantes para desbloquear el entendimiento de profecía. Siempre recuerde, sin embargo, que mientras la profecía es ciertamente emocionante, no es nada sin el amor de Dios. Pablo escribe de esto en I Corintios 13: “Si hablo en las lenguas de hombres y de ángeles, pero no tengo amor, he llegado a ser un latón resonante o un címbalo estruendoso. Si tengo el don de profecía, y entiendo todos los misterios y todo el conocimiento, y si tengo toda la fe, como para remover montañas, pero no tengo amor, no soy nada. Y si regalo todos mis bienes, y si entrego mi cuerpo para que pueda ser quemado, pero no tengo amor, no he ganado nada.

          “El amor es paciente y es amable; el amor no envidia, no se jacta de sí mismo, no es hinchado. El amor no se comporta vergonzosamente, no busca sus propias cosas, no es fácilmente provocado, no piensa maldad. No se alegra en la iniquidad, sino que se alegra en la verdad. El amor soporta todas las cosas, cree todas las cosas, espera todas las cosas, aguanta todas las cosas. El amor nunca falla. Pero si hay profecías, cesarán; si hay idiomas, cesarán; si hay conocimiento, desaparecerá. Porque sabemos en parte, y profetizamos en parte; pero cuando eso lo cual es perfecto haya venido, entonces eso lo cual es en parte será dejado a un lado.

          “Cuando era niño, hablaba como un niño, entendía como un niño, razonaba como un niño; pero cuando me convertí en un hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Porque ahora vemos a través de un vidrio oscuro, pero luego veremos cara a cara; ahora conozco en parte, pero luego sabré exactamente como he sido conocido. Y ahora, estos tres permanecen: fe, esperanza y amor; pero el más grande de estos es el amor” (I Corintios 13:1-13).

          Hermanos, necesitamos continuar acercándonos a Dios el Padre y Jesucristo en oración diaria sentida y en el estudio diario de la Biblia. Usando el poder del Espíritu Santo  que Dios nos ha dado, podemos crecer en gracia y conocimiento y siempre estar venciendo. Continuamente damos gracias a Dios por la bondad y misericordia que Él otorga a Su pueblo. Les agradecemos personalmente por su amor continuo y dedicación a Dios y unos a otros. Gracias por sus oraciones por nosotros y todos los hermanos, y por su fidelidad continua en diezmos y ofrendas. Oramos que Dios continúe bendiciéndolos y velando por ustedes en todo—por su salud, su sanidad y que el amor y la gracia de Dios estén sobre ustedes.

 

Con amor en Cristo Jesús,

 

 

 

 

Fred R. Coulter

FRC

 

 

 
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