Restaurando el cristianismo original—¡para
hoy!
Iglesia de Dios Cristiana y Bíblica
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Fred R. Coulter
Ministro
Mayo 18, 2022
Queridos
hermanos,
Con la
reciente filtración de la opinión preliminar de la Corte Suprema de eliminar el
mandato del aborto colocado en 1973 por Roe v. Wade, una ola de protestas por
quienes apoyan el aborto se ha propagado a través de la nación—comenzando en
Washington, DC. Si esta opinión se mantiene hasta el final, esto prohibiría el
aborto a nivel federal, lo cual es un gran paso. Pero esto no terminará el
aborto; en vez esto enviará el asunto a los estados. Esto significa que
algunos estados prohibirán (o restringirán) el aborto mientras otros estados lo
harán completamente legal. Así que en vez de prohibir completamente el aborto,
este juicio permitirá que el asesinato de los aun no nacidos continúe. ¿Es este “arrepentimiento parcial” suficiente para
que Dios levante Su pesada mano de corrección de esta nación? Solo el tiempo lo
dirá. Pero ¡Dios no olvidará las 62 millones
de vidas inocentes en USA que han sido tomadas a través del aborto!
Tendremos
la Conferencia de Ancianos en forma virtual el 14 y 15 de mayo. Sin embargo,
antes que la Conferencia comience esta carta estará en el proceso de ser
impresa y enviada. Pero tendremos un reporte completo para ustedes en la carta
de julio. También, en este envío hay un DVD de Iglesia en Casa con una
serie que revela aún más porque el judaísmo no es la religión del Antiguo
Testamento. Para mayor información sobre este tema, puede solicitar el libro de
transcripciones y CD llamado “Escrituralismo vs. Judaísmo” y el libro
“Judaísmo—¿Revelación de Moisés o religión
de hombres?”
Con
Pentecostés el 5 de junio, necesitamos comprender esto: Con cada año que pasa
que guardamos las fiestas de Dios, Él nos concede más entendimiento de
Su plan para la humanidad. Que tremenda bendición es entender que estamos
destinados a ser parte de los primeros frutos en la primera resurrección de
vida eterna—si somos fieles hasta el fin. ¡Pentecostés
es aquel día de esperanza y promesa!
Como
se muestra en nuestro folleto Cómo contar a Pentecostés, es claro que el
primer día del conteo a Pentecostés es del día de la Ofrenda de la Gavilla
mecida. Aquel día era una ceremonia profética de Jesús ascendiendo a Dios el
Padre para ser aceptado como el sacrificio perfecto por los pecados del mundo.
En el templo, la ofrenda de la Gavilla Mecida de los primeros frutos de la
cosecha de cebada era mecida por el sacerdote delante del Señor en el día después
del Sábado semanal—el primer día de la semana durante la Fiesta de Panes sin
Levadura. Ese es el primer día del conteo de 50 días hacia Pentecostés.
El
último día, o día 50, del conteo es el día después del séptimo sábado. Este
termina la cosecha de los primeros frutos. Pentecostés siempre cae el primer
día de la semana porque es el día después de 7 semanas completas, o 7
Sábados. Y lunes nunca es el día después del Sábado semanal. Además,
semanas parciales no son permitidas—lo que quiere decir que el día 50 nunca
puede ser un lunes o en un día fijo del mes (como lo practican los judíos).
Cada semana debe contener 7 días—día 1 hasta día 7—durante las 7 semanas
completas. Cada semana termina en un Sábado, para un total de 49 días.
Entonces, el día después del séptimo Sábado—el día 50, un primer día de la
semana—es el día de Pentecostés (griego pentekosta). Este marca el final
de la cosecha de cebada y trigo. Proféticamente, Pentecostés representa la
cosecha de la primera resurrección de los santos a vida eterna (Santiago 1:18;
Apocalipsis 14:14-16).
Jesús
explica que la cosecha de los primeros frutos era comparable al grano sembrado
en la tierra. Él también mostró los variados problemas enfrentados por aquellos
quienes son llamados: “Por tanto, oigan la parábola
del sembrador: Cuando cualquiera oye la Palabra
del reino y no la entiende, el maligno viene y arrebata eso que fue
sembrado en su corazón. Este es aquel que fue sembrado por el camino. Aquel que fue sembrado sobre el lugar rocoso es el que oye
la Palabra e inmediatamente la recibe con gozo; pero
porque no tiene raíz en sí mismo, no permanece, porque cuando la
tribulación o la persecución surgen por causa de la Palabra, es rápidamente
ofendido. Y aquel que fue sembrado entre
espinos es el que oye la Palabra, pero las preocupaciones de la vida y el
engaño de las riquezas asfixian la Palabra, y ésta llega a ser infructuosa.
Pero aquel que fue sembrado sobre buena tierra,
este es el que oye la Palabra y entiende, quien ciertamente da a luz fruto y
produce—uno cien veces, otro sesenta veces y otro treinta veces””
(Mateo 13:18-23).
En
otra parábola sobre un sembrador de grano y su cosecha, Jesús se identifica a
Sí mismo como el sembrador y al enemigo como Satanás el diablo. La buena
semilla son los hijos del Reino y la cizaña son los hijos del diablo: “Y después de despedir la multitud, Jesús entró en la casa.
Entonces Sus discípulos vinieron a Él, diciendo, “Explícanos la parábola de la
cizaña del campo.” Y Él respondió y les
dijo, “Aquel que siembra la buena semilla es el Hijo de hombre; y el campo es el mundo; y la buena semilla, esos son los
hijos del reino; pero la cizaña son los hijos del maligno. El enemigo que la sembró es el diablo; y la cosecha es el
fin de la era, y los segadores son los ángeles. Por tanto, como la cizaña es reunida y consumida en el
fuego, así será en el fin de esta era. El Hijo
de hombre enviará Sus ángeles, y ellos recogerán de Su reino todos los
pecadores y aquellos que están practicando ilegalidad; y los echarán en un horno de fuego; allá será el llanto y
crujir de dientes. Entonces los justos
resplandecerán en adelante como el sol en el reino de su Padre. Aquel que tenga
oídos para oír, oiga” (versos 36-43).
A
partir de estas parábolas podemos entender por qué Pentecostés es una fiesta
de cosecha y representa la primera resurrección—la cosecha de los santos.
El apóstol Pablo lo deja claro: “Pero ahora Cristo ha
sido levantado de los muertos; Él ha llegado a ser el primer fruto de
aquellos que han dormido. Porque ya que por un
hombre vino la muerte, por un hombre también vino la resurrección
de los muertos. Porque como en Adán todos
mueren, así también en Cristo todos serán hechos vivos. Pero cada uno en su propio orden: Cristo el primer
fruto; luego, aquellos que son de Cristo a Su venida” (I Corintios
15:20-23). Jesús fue el primero en ser resucitado de los muertos para vida eterna—el
primogénito de los muertos (Colosenses 1:18; Apocalipsis 1:5). Nadie más ha
sido alguna vez resucitado a vida eterna, ni nadie será resucitado a vida
eterna hasta que Cristo regrese. Solo Jesús ha ascendido al cielo (Juan
3:13)—nadie más, ni siquiera la virgen María.
Así
como hay 7 semanas de la cosecha de trigo y cebada, la cosecha de la iglesia a
través de las eras es simbolizada por las profecías de las 7 iglesias en
Apocalipsis 2-3. Mientras el marco de tiempo en años reales no puede ser simbolizado
como un conteo exacto de 7 días proféticos por cada iglesia, las 7 iglesias no
obstante representan la cosecha de la iglesia y corresponden a las 7 semanas
(49 días) en el conteo hacia Pentecostés.
El
día 50 de la cosecha de Dios: Hay una cosecha de Dios adicional final
de los primeros frutos, la cual es representada por el día 50. Esta “cosecha
del día 50” es la cosecha especial de primeros frutos de Cristo de los 144,000
de los hijos de Israel—12,000 de cada tribu—y la gran e innumerable multitud de
Apocalipsis 7. Estos llegan al arrepentimiento y son salvados durante la Gran
Tribulación.
Jesús
explicó esto en la “parábola de los obreros”: Aquellos contratados temprano en
la mañana, quienes trabajaron todo el día, representan a los apóstoles y discípulos
llamados durante el ministerio de Jesús. Aquellos trabajadores que fueron
contratados a la hora 11 simbolizan aquellos que son salvados de la Gran
Tribulación, solo un año antes de la primera resurrección. Sin embargo ambos
grupos reciben la misma paga.
En
ambos casos, la paga recibida representa vida eterna. Jesús explica: ““El reino del cielo será comparado a un hombre, un señor de
una casa, quien salió temprano en la mañana a contratar obreros
para su viñedo. Y tras acordar con los obreros
en una moneda de plata como el pago del día, los envió a
su viñedo. Y cuando salió alrededor de la hora
tercera, vio a otros de pie ociosos en el mercado; y les dijo, ‘Vayan también al viñedo, y lo que sea correcto
les daré.’ Y ellos fueron. Nuevamente, tras salir
alrededor de la hora sexta y la hora novena, él
hizo de la misma manera. Y alrededor de la
hora onceava, salió y encontró a otros de pie ociosos, y les
dijo, ‘¿Por qué han estado de pie aquí ociosos todo el día?’ Ellos le dijeron, ‘Porque nadie nos ha contratado.’ Él les
dijo, ‘Vayan también a mi viñedo, y lo que sea correcto recibirán.’ Y cuando vino la noche, el señor del viñedo dijo a su
mayordomo, ‘Llama a los obreros y págales su salario,
comenzando del ultimo hacia el primero.’ Y
cuando aquellos que fueron contratados alrededor de la hora onceava
vinieron, cada uno recibió una moneda de plata. Pero cuando los primeros vinieron, pensaron que recibirían
más; pero cada uno de ellos también recibió una moneda de plata.
Y después de recibirla, se quejaron contra el maestro
de la casa, diciendo, ‘Estos que vinieron de
ultimas han trabajado una hora, y tú los has hecho iguales a nosotros,
quienes hemos llevado la carga y el calor del día.’ Pero él respondió y les dijo, ‘Amigo, no te estoy
haciendo mal. ¿No acordaste conmigo en una moneda de plata por el día?
Toma lo que es tuyo y vete, porque
también deseo dar a los últimos exactamente como te di a ti. ¿Y no es legal para mí hacer lo que deseo con eso que es mío?
¿Es tu ojo malo porque yo soy bueno?’ Entonces
el último será primero, y el primero será ultimo; porque muchos son
llamados, pero pocos son escogidos”” (Mateo 20:1-16).
La
“cosecha de Dios del día 50” será la cosecha de los 144,000 de los hijos de
Israel y la gran e innumerable multitud. Este será un evento tremendo y
probablemente ocurrirá en Pentecostés un año antes de la primera resurrección—de
Pentecostés a Pentecostés. Ellos son simbolizados por los obreros
contratados a la hora 11. Dios intervendrá directamente para salvarlos
justo después que el sexto sello es abierto y las señales celestiales temerosas
y asombrosas comiencen: “Y cuando abrió el sexto
sello, miré, y he aquí, hubo un gran terremoto; y el sol se volvió negro
como el pelo de cilicio, y la luna se volvió como sangre; y
las estrellas del cielo cayeron a la tierra, como una higuera echa sus últimos
higos cuando es sacudida por un viento poderoso. Entonces el cielo se
apartó como un rollo de papel que está siendo enrollado, y toda montaña e isla
fue sacada de su lugar. Y los reyes de la tierra, y los grandes hombres, y
los hombres ricos, y los capitanes jefes, y los hombres poderosos, y todo
siervo, y todo hombre libre se escondió a sí mismo en las cuevas y en
las rocas de las montañas; Y decían a las
montañas y a las rocas, “Caigan sobre nosotros, y escóndanos del rostro de
Quien se sienta en el trono, y de la ira del Cordero porque el gran día de Su ira ha venido, y ¿Quién tiene el
poder de estar de pie?”” (Apocalipsis 6:12-17).
Luego,
cuando los cielos son enrollados como un rollo, la señal del Hijo de hombre
aparece en el cielo. Este evento espectacular tiene lugar después de 2 años de
la tribulación en contra de las 12 tribus de Israel. Cuando esta aparece por
primera vez, probablemente será como una gran explosión de luz iluminando los
cielos y la tierra—¡una señal asombrosa! Esta
llegará a ser como otro sol. A causa de la rotación de la tierra esta parecerá
brillar como lo hace el sol, de occidente a oriente: “Porque como la luz del día, la cual sale del oriente y
resplandece tan lejos como el occidente, así será la venida del Hijo de
hombre” (Mateo 24:27).
El
profeta Malaquías verifica que el regreso de Jesús será como el sol llegando a
la tierra: ““Porque he aquí, el día viene, ardiendo
como un horno consumidor; y todo el orgulloso, y todo hacedor de maldad, será
rastrojo. Y el día que viene los quemará,” dice el SEÑOR de los
ejércitos, “y no les dejará ni raíz ni rama. Pero a ustedes quienes temen Mi
nombre, el Sol de Justicia se levantará, y sanidad estará en Sus
alas. Y ustedes saldrán y crecerán como terneros del establo. Y pisotearán al
impío, porque ellos serán cenizas bajo las plantas de sus pies en el día que Yo
estoy preparando,” dice el SEÑOR de los ejércitos”
(Malaquías 4:1-3).
Todo
el mundo pensará que la tierra está siendo invadida desde el espacio
exterior—lo cual será cierto, porque Cristo estará llegando como un Rey
conquistador. Jesús describió aquellos días por venir: “Pero inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol
será oscurecido, y la luna no dará su luz, y las estrellas caerán del cielo, y
los poderes de los cielos serán sacudidos. Y luego aparecerá la señal del
Hijo de hombre en el cielo; y entonces todas las tribus de la tierra
lamentarán, y verán al Hijo de hombre viniendo sobre las nubes del cielo con
poder y gran gloria” (Mateo 24:29-30). Pensando que Jesús es el
enemigo, todas las naciones comenzarán a reunir sus ejércitos para luchar
contra Él.
Sin
embargo, justo después que la señal de Hijo de hombre aparece por primera vez
en los cielos, algo asombroso pasa. Jesucristo interviene directamente y envía
a un ángel poderoso a salvar a los 144,000 y a la gran e innumerable
multitud—sellándolos en sus frentes con el Espíritu Santo de Dios. Para ayudar
a este ángel poderoso, Dios envía a otros 4 ángeles a retener los 4 vientos
hasta que el sellamiento es completado. Juan escribió: “Y después de estas cosas vi cuatro ángeles de pie en las cuatro esquinas
de la tierra, reteniendo los cuatro vientos de la tierra, para que el viento no
pudiera soplar en la tierra, o en el mar, o en cualquier árbol. Entonces vi otro ángel ascendiendo desde el
levantamiento del sol, teniendo el sello del Dios vivo; y gritó con una
fuerte voz a los cuatro ángeles, a quienes les fue dado dañar la tierra y el mar,
diciendo, “No dañen la tierra, o el mar, o los árboles hasta que hayamos
sellado a los siervos de nuestro Dios en sus frentes.” Y escuché el número de aquellos que fueron sellados: ciento
cuarenta y cuatro mil, sellados de cada tribu de los hijos de Israel.…
“Después de estas cosas miré, y he aquí, una gran multitud,
la cual nadie era capaz de contar, de cada nación y tribu y pueblos e idiomas,
estaban de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con túnicas
blancas y sosteniendo palmas en sus manos; y gritaban con fuerte voz a Quien se sienta en el trono y al
Cordero, diciendo, “La salvación de nuestro Dios ha venido.” Entonces
todos los ángeles se pararon alrededor del trono, y los ancianos y las cuatro
criaturas vivientes, y cayeron sobre sus rostros delante del trono y adoraron a
Dios, diciendo, “Amén. Bendición, y gloria, y
sabiduría, y agradecimiento, y honor, y poder y fortaleza sean a nuestro
Dios en los siglos de eternidad. Amén.” Y uno
de los ancianos respondió y me dijo, “Estos que están vestidos con
túnicas blancas, ¿Quiénes son, y de dónde vinieron?” Entonces le dije, “Señor, usted sabe.” Y me dijo, “Ellos
son aquellos que han salido de la gran tribulación; y han lavado sus túnicas, y
han hecho blancas sus túnicas en la sangre del Cordero” (Apocalipsis
7:1-14).
Luego,
las 7 plagas de la trompeta comienzan a ser derramadas a la tierra. La primera
plaga de la trompeta probablemente comienza con la Fiesta de Trompetas el año
anterior de cuando Cristo y los santos resucitados regresan a la tierra en la
siguiente Fiesta de Trompetas. Las primeras 4 plagas de la trompeta son
derramadas rápidamente. Cuando la quinta plaga de la trompeta es derramada,
esta dura 5 meses. Luego la sexta plaga de la trompeta es desatada (Apocalipsis
8-9). Cierto tiempo después que suena la sexta trompeta, los dos testigos
terminarán su trabajo y serán asesinados; sus cuerpos estarán en una calle de
Jerusalén por 3 días y medio, inmediatamente antes a Pentecostés. Luego la
séptima trompeta suena—la “última trompeta”—para la primera resurrección en
Pentecostés.
Dado
que son los últimos martirizados por Cristo, los dos testigos serán los primeros
en ser resucitados—literalmente “los primeros serán los últimos y los últimos serán
los primeros.” Note Apocalipsis 11: “Y cuando hayan
completado [los dos testigos] su testimonio, la
bestia que asciende del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá, y los
matará. Y sus cuerpos estarán echados
en la calle de la gran ciudad, la cual espiritualmente es llamada Sodoma y
Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado. Entonces aquellos de los pueblos y tribus e idiomas y
naciones verán sus cuerpos tres días y medio, porque no permitirán que sus
cuerpos sean puestos en tumbas. Y aquellos que
viven en la tierra se alegrarán sobre ellos, y harán fiesta, y se
enviarán regalos el uno al otro, porque estos dos profetas habían atormentado a
aquellos que viven en la tierra.” Entonces después de los tres días y medio, el
espíritu de vida de Dios entró en ellos y se pararon sobre sus pies; y gran
temor cayó sobre aquellos que estaban mirándolos. Y ellos escucharon una gran
voz desde el cielo, decir, “¡Vengan acá arriba!” Y ascendieron al cielo en una
nube; y sus enemigos los vieron subir. Y
en esa hora hubo un gran terremoto, y la décima parte de la ciudad cayó; y
siete mil hombres fueron muertos en el terremoto. Y el resto fue lleno de
temor, y dieron gloria al Dios del cielo. El
segundo Ay pasó. He aquí, el tercer Ay viene inmediatamente”
(Apocalipsis 11:7-14).
Mientras
los dos testigos están siendo levantados al cielo, la séptima trompeta suena y
la primera resurrección empieza a tener lugar, la cual ocurre en Pentecostés un
año después que los 144,000 y la gran e innumerable multitud son sellados: “Entonces el séptimo ángel tocó su trompeta [la última trompeta]; y
hubo grandes voces en el cielo diciendo, “Los reinos de este mundo han llegado
a ser los reinos de nuestro Señor y Su Cristo, y Él reinará en los
siglos de eternidad.” Y los veinticuatro ancianos, quienes se sientan delante
de Dios sobre sus tronos, cayeron sobre sus caras y adoraron a Dios,
diciendo, “Te damos gracias, Oh Señor Dios Todopoderoso, Quien es, y Quien era,
y Quien debe venir; porque has tomado para Ti mismo Tu gran
poder, y has reinado. Porque las naciones
estaban furiosas, y Tu ira ha venido, y el tiempo de los muertos para ser
juzgados, y para dar la recompensa a Tus siervos los profetas, y a los santos,
y a todos aquellos que temen Tu nombre, los pequeños y los grandes; y
para destruir a aquellos que destruyen la tierra.” Y el templo de Dios en el cielo fue abierto, y el
arca de Su pacto fue vista en Su templo; y hubo rayos, y voces, y truenos, y un
terremoto y gran granizo” (versos 15-19).
Apocalipsis
14 también representa la primera resurrección, la cosecha de los primeros
frutos: “Y miré, y he aquí, una nube blanca, y uno
como el Hijo de hombre sentado sobre la nube, teniendo una corona de oro
en Su cabeza; y en Su mano estaba una hoz afilada. Y otro ángel salió del
templo, gritando con gran voz a Quien estaba sentado sobre la nube, “Empuja
Tu hoz y cosecha, porque el tiempo ha venido para que coseches; porque la
cosecha de la tierra está madura [la primera resurrección, la
cosecha de los primeros frutos].” Y Quien estaba sentado sobre la nube empujó Su hoz sobre la
tierra, y la tierra fue cosechada” (Apocalipsis 14:14-16).
Pablo
escribió que la primera resurrección ocurrirá en la “última trompeta”—la
cual es la séptima trompeta. Recuerde, fue en el día de Pentecostés cuando
Dios descendió en el Monte Sinaí y habló los 10 mandamientos a los hijos de
Israel. En aquel día la trompeta—singular—sonó duro y largo (Éxodo 20:18).
Desde aquel tiempo en adelante, la trompeta siempre fue tocada en la Fiesta de
Pentecostés en el Tabernáculo, y luego en el templo. La séptima trompeta de
Apocalipsis 11 es la última trompeta tocada y esto ocurre indudablemente en
Pentecostés. Esto es cuando la primera resurrección tiene lugar—no en el Día de
Trompetas. En efecto, la resurrección no ocurre al final de un memorial
del toque de muchas trompetas durante todo el día en el Día de Trompetas. En
vez, es una sola trompeta, la séptima trompeta, o la última trompeta que
toca el ángel, no muchos ángeles tocando muchas trompetas. Note: “He aquí, les muestro un misterio: no todos dormiremos, sino que
todos seremos cambiados, en un instante, en el parpadeo de un ojo, a
LA ÚLTIMA TROMPETA; porque la trompeta sonará, y los muertos serán
levantados incorruptibles, y nosotros seremos cambiados. Porque esto corruptible debe vestirse de incorruptibilidad,
y esto mortal debe vestirse de inmortalidad. Ahora, cuando esto corruptible se haya vestido de
incorruptibilidad, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad,
entonces sucederá el dicho que está escrito: “La muerte es tragada en
victoria”” (I Corintios 15:51-54).
Cuando
suene la séptima trompeta, la primera resurrección de los santos tendrá lugar y
Jesús enviará a los ángeles a reunir a Sus elegidos quienes han sido
resucitados de los muertos. “Y Él enviará a Sus
ángeles con el gran sonido de una trompeta, y ellos reunirán a Sus elegidos
desde los cuatro vientos, desde un fin del cielo hasta el otro”
(Mateo 24:31).
¿Por qué aquellos en la primera resurrección son
llevados al aire por los ángeles? ¿A dónde
serán llevados? Cuando Pablo escribió a los Tesalonicenses sobre la primera
resurrección, él respondió parcialmente aquellas preguntas. “Pero no deseo que sean ignorantes, hermanos, concerniente a
aquellos que han dormido, para que no estén afligidos, incluso como
otros, quienes no tienen esperanza. Porque si
creemos que Jesús murió y resucitó otra vez, exactamente en la misma forma
también, aquellos que han dormido en Jesús Dios traerá con Él. Porque esto les decimos por la Palabra del Señor, que
quienes estemos vivos y permanezcamos hasta la venida del Señor en ninguna
manera precederemos a aquellos que han dormido. Porque el Señor mismo
descenderá del cielo con un grito de mando, con la voz de un
arcángel y con la trompeta de Dios; y los muertos en Cristo resucitarán
primero; luego nosotros quienes estamos vivos y permanecemos seremos atrapados
junto con ellos EN LAS NUBES PARA LA REUNIÓN CON EL SEÑOR EN EL
AIRE; y así siempre estaremos con el Señor. Por tanto, anímense unos a otros con estas palabras”
(I Tesalonicenses 4:13-18).
¿Dónde tendrá lugar esta reunión en el aire? ¿Por qué es necesaria? ¿Qué
pasará en esta “gran reunión”? Después de casi 1 año de brillar en el espacio y
pareciendo como un segundo sol, la “gran luz”—la señal de Hijo de hombre en los
cielos anunciando Su regreso—de pronto irá hacia la tierra. Esto es cuando todo
el pueblo de la tierra verá a Jesucristo viniendo en las nubes del cielo en ¡gran poder y gloria! En aquel momento, en vez de
estrellarse con la tierra como un inmenso asteroide, la “gran luz” se colocará
en las nubes y de pronto llegará a ser un gran mar de vidrio en las nubes sobre
Jerusalén.
En el
libro de Hebreos, Pablo muestra que cuando oramos vamos a un Monte Sión celestial:
“Sino han venido al Monte Sión, y a la ciudad
del Dios vivo, la Jerusalén celestial; y a una innumerable compañía de
ángeles; a la reunión festiva gozosa; y a la iglesia de los
primogénitos, registrada en el libro de vida en el cielo; y a
Dios, el Juez de todos; y a los espíritus de los justos que han
sido perfeccionados; y a Jesús, el Mediador del Nuevo Pacto; y a la
aspersión de la sangre de ratificación, proclamando cosas
superiores que esas de Abel” (Hebreos 12:22-24).
Habrá
una “reunión festiva gozosa” de los santos resucitados, quienes serán
llevados por los ángeles al aire a reunirse con Cristo. Esta “reunión festiva
gozosa” sólo podría ser representada por Pentecostés, la cosecha completa de
los primeros frutos, la primera resurrección. Por otro lado, el Día de
Trompetas no es una fiesta de gozo, sino una fiesta de guerra. Pero, ¿en dónde los santos resucitados se reunirán con
Cristo? ¿Llevan los ángeles a los santos
resucitados al aire, se reúnen con Cristo e inmediatamente regresan a la
tierra? Si la primera resurrección fuera en el Día de Trompetas, eso es
exactamente lo que tendría que pasar. Sin embargo, como veremos, ese no es el
caso.
Pablo
escribió que nos reuniremos con Cristo en el aire. ¿Pero
cómo? ¿Y en dónde? Como veremos, los ángeles
nos llevarán al mar de vidrio—en donde estará Cristo. El apóstol
Juan registró esta visión en Apocalipsis 15: “Luego vi
otra señal en el cielo, grande y sorprendente: siete ángeles teniendo
las últimas siete plagas, porque en ellas la ira de Dios es colmada. Y vi un
MAR DE VIDRIO mezclado con fuego, y aquellos que habían obtenido la victoria
sobre la bestia, y sobre su imagen, y sobre su marca, y sobre el número
de su nombre, DE PIE SOBRE EL MAR DE VIDRIO, teniendo las liras de Dios.
Y estaban cantando la canción de Moisés, el
siervo de Dios [que significa aquellos en la primera resurrección desde
los tiempos del Antiguo Testamento], y la canción del
Cordero [que significa aquellos en la primera resurrección desde los
tiempos del Nuevo Testamento], diciendo, “Grandes y
asombrosas son Tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son
Tus caminos, Rey de los santos. ¿Quién no Te temerá, Oh Señor, y glorificará Tu
nombre? Porque solo Tú eres santo; y todas las naciones vendrán y
adorarán delante de Ti, porque Tus juicios han sido revelados.””
(Apocalipsis 15:1-4).
En
este punto la primera resurrección termina y todos los santos estarán con
Cristo en el mar de vidrio, el cual está en las nubes sobre Jerusalén. Entonces
seremos la “Gran congregación de Dios.” Mientras estamos en el mar de vidrio,
muchas cosas pasarán antes que regresemos con Cristo a la tierra, en el
siguiente Día de Trompetas, para pelear en contra de los ejércitos del mundo y
comenzar a reinar con Él por mil años:
1)
Conoceremos
a Cristo en persona, y a todos los hermanos resucitados;
2)
Él
nos proclamará al Padre;
3)
Todos
recibiremos nuestras recompensas y nuevos nombres;
4)
El
matrimonio del Cordero y la cena de bodas tendrá lugar;
5)
Las
7 últimas plagas serán derramadas;
6)
Recibiremos
nuestras asignaciones;
7)
Seremos
organizados en el ejercito de Cristo;
8)
Luego
regresaremos con Jesús a la tierra en el siguiente Día de Trompetas.
Hay
pasajes adicionales que completan la historia. Sin embargo, no hay suficiente
espacio en esta carta para incluir todas las referencias. Como muestran las
Escrituras, esto es lo que tenemos que esperar y por qué la Fiesta de
Pentecostés es tal tremenda Fiesta. Es la “reunión festiva gozosa” de todos los
santos, quienes son ¡resucitados en la primera
resurrección!
Manteniendo
nuestras mentes en lo espiritual: Mientras vemos al mundo hoy, podemos
ver más que nunca que necesitamos mantener nuestras mentes en lo espiritual.
Deberíamos estar atentos de lo que está teniendo lugar en este mundo, mantener aún
nuestro foco en las cosas espirituales de Dios y la esperanza de la
resurrección—en vez de las cosas físicas. Pablo nos muestra cómo hacer esto: “Por tanto,… dejemos a un
lado todo peso, y el pecado que tan fácilmente nos atrapa; y
corramos la carrera puesta delante nuestro con resistencia, teniendo nuestras mentes fijas en Jesús, el
Iniciador y Terminador de nuestra fe; Quien por el gozo que tenía
delante de Él resistió la cruz, aunque despreció la
vergüenza, y se ha sentado a la mano derecha del trono de Dios.
Ahora, mediten profundamente en Quien resistió tan
gran hostilidad de pecadores contra Sí mismo para que no lleguen a estar
cansados y desmayen en sus mentes. Ustedes aún
no han resistido al punto de perder sangre en su lucha contra el
pecado” (Hebreos 12:1-4).
No
sólo Pablo nos amonesta a dejar a un lado todo peso y pecado, sino debemos también
seguir su ejemplo. Como él hizo, necesitamos considerar esto, comparado
a la vida eterna, todas las cosas físicas en este mundo no son nada sino un
montón de estiércol. Las cosas físicas. pueden parecer agradables o buenas,
pero perecen con el uso. Más aun, Jesús prometió que si buscamos primero el
Reino de Dios, Él proveerá por nosotros (Mateo 6:25-34).
Cuando
Pablo escribió a los filipenses, él quería inspirarlos a siempre esforzarse por
la justicia verdadera de Jesucristo y el poder de la resurrección: “Pero entonces verdaderamente, cuento todas las cosas ser
pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús mi Señor; por
Quien he sufrido la pérdida de todas las cosas, y las cuento como
estiércol; para poder ganar a Cristo y poder ser encontrado en Él, no teniendo mi propia justicia, la cual es derivada
de ley, sino esa justicia la cual es por la fe de
Cristo—la justicia de Dios que está basada en fe; para poder conocerlo, y conocer el poder de Su
resurrección, y el compañerismo de Sus
sufrimientos, siendo conformado a Su muerte; si
por cualquier medio puedo alcanzar hasta la resurrección de los muertos.
“No como si ya la hubiera recibido, o si ya
hubiera sido perfeccionado; pero estoy luchando, para poder también agarrarme
de eso por lo cual también fui agarrado por Cristo Jesús. Hermanos, no me cuento a mí mismo como habiéndolo alcanzado;
pero esta única cosa hago—olvidando las cosas que están atrás, y
extendiéndome a las cosas que están adelante, yo
presiono hacia la meta por el premio del alto llamado de Dios en Cristo
Jesús” (Filipenses 3:8-14).
Esta
es la actitud y dedicación que Cristo quiere que tengamos, de modo que sin
importar las cosas teniendo lugar en este mundo, o cuales son nuestras circunstancias
personales, estaremos venciendo y presionando hacia la meta—la primera
resurrección y vida eterna. Pablo muestra que si tenemos esta mentalidad
estamos siendo perfeccionados en amor, gracia y conocimiento: “Así entonces, tantos como sean perfectos sean de esta
mente. Y si en cualquier cosa ustedes son de otra mentalidad, Dios les
revelará incluso esto. No obstante, considerando
eso que hemos alcanzado, caminemos en la misma regla, seamos de la misma mente.
Hermanos, sean imitadores de mí, y tengan en cuenta a
aquellos que caminan en este camino, como ustedes nos tienen por ejemplo”
(versos 15-17). Que tremenda bendición es saber que si estamos en alguna manera
con “otra mentalidad,” Dios nos lo revelará de modo que podemos arrepentirnos y
vencer. Recuerde, Dios el Padre y Jesucristo nos aman y están por nosotros.
Por tanto, nadie ni nada puede prevalecer contra nosotros—ni siquiera las
acusaciones de Satanás el diablo.
Sin
embargo, así como era en el tiempo de Pablo, así es hoy. Estaban aquellos
quienes abandonaron lo espiritual y volvieron a lo físico—contándolo más
importante que la vida eterna. Llegaron a estar desgastados y se permitieron
rendirse de Dios y de la vida eterna. Algunos incluso habían cambiado a Cristo
por seguir a profesores falsos; otros fueron de regreso al mundo a servir al
ego y a Satanás: “(Porque muchos caminan contrariamente;
a menudo les he dicho de ellos, y les digo ahora con
llanto, ellos son los enemigos de la cruz de Cristo. Cuyo fin es
destrucción, cuyo dios es su barriga, y cuya gloria está en su
vergüenza; porque se preocupan por cosas terrenales)” (versos
18-19.)
Cuando
consideramos todas las pruebas y dificultades que Pablo soportó, sabemos que él
es un ejemplo excelente para que nosotros sigamos. Siempre él miraba a
Jesucristo. Siempre guardaba la meta de la resurrección en la frente de su
mente. Aquí está su exhortación para nosotros: “Pero
para nosotros, la mancomunidad de Dios existe en los cielos,
desde donde también estamos esperando al Salvador, el Señor
Jesucristo; Quien transformará nuestros
cuerpos viles, para que puedan ser conformados a Su cuerpo glorioso, de acuerdo
al trabajo interno de Su propio poder, por el cual Él es capaz de
someter todas las cosas a Sí mismo” (versos 20-21).
No
solo debemos seguir el ejemplo del apóstol Pablo, pero, más importantemente,
debemos ser seguidores de Dios: “Por tanto, sean
imitadores de Dios, como hijos amados; Y
caminen en amor, incluso como Cristo también nos amó, y Se dio a Sí
mismo por nosotros como una ofrenda y un sacrificio de aroma perfumado a
Dios” (Efesios 5:1-2). Así es como evitamos ser partícipes de los
pecados del mundo—Babilonia la Grande (Apocalipsis 18:4).
Si
continuamos en el camino de vida de Dios, estaremos caminando en amor y
obediencia—teniendo la fe de Jesús y guardando los mandamientos de Dios (Apocalipsis
14:12). Estamos entonces imitando a Dios. Estaremos construyendo
carácter piadoso y creciendo a perfección (Mateo 5:48). Más aun, cuando estamos
haciendo las cosas que le agradan a Dios, estamos viviendo rectamente—y
automáticamente estamos evitando pecar. No obstante, Pablo advierte: “Pero fornicación y toda impureza o codicia, no permitan
incluso que sea nombrada entre ustedes, como es apropiado para santos;
ni inmundicia, ni tonto hablar o bromear, los cuales no
están favoreciendo; sino en vez de esto, den gracias. Porque esto saben ustedes, que ni fornicario, o persona
impura, o codicioso, que es un idolatra, tienen ninguna herencia en el reino de
Cristo y de Dios” (Efesios 5:3-5).
Cuando
estamos activamente viviendo el camino de Dios, día a día, estamos armados
espiritualmente y en guardia de modo que no seremos desviados. Hoy, somos
confrontados con demasiados predicadores y profesores quienes tienen una
multitud de falsas doctrinas y falsas profecías. Y pueden sonar muy
convincentes. Pero el resultado final no es justicia o el amor de Dios. En vez,
el resultado final es confusión, engaño y auto justicia. Pablo continuó su
advertencia, la cual nos aplica hoy: “No dejen que
nadie los engañe con palabras vanas; porque por causa de estas cosas la ira de
Dios viene sobre los hijos de desobediencia. Por
tanto, no sean copartícipes con ellos. Porque
ustedes fueron una vez oscuridad; pero ahora son luz en el Señor.
Caminen como hijos de luz, (Porque el fruto del Espíritu está en toda
bondad y justicia y verdad;) probando lo que
es bien agradable al Señor; y no tengan
compañerismo con las obras infructuosas de oscuridad” (versos 6-11).
Diligentemente
apliquémonos y vivamos por estas Escrituras, guardando la esperanza de la
resurrección y de la vida eterna en la frente de nuestras mentes.
Hermanos,
todos comprendemos que estamos enfrentando tiempos difíciles. Pero sin importar
nuestras circunstancias, Dios el Padre y Jesucristo están con nosotros y los
ángeles están velándonos. Nuevamente, gracias por su amor y oraciones. Oramos
por ustedes cada día—que el amor, la gracia y las bendiciones de Dios estén
sobre ustedes y los suyos en toda manera. Les agradecemos por su apoyo continuo
con sus diezmos y ofrendas, las cuales nos ayudan a alcanzar a hermanos y, cada
vez más, a nueva gente quienes están buscando a Dios.
Con amor en
Cristo Jesús,
Fred R. Coulter
FRC