La Vida —La Muerte de un
Hombre
Como Dios Mismo se hizo hombre para morir por
Su creación.
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A
veces la verdad es más extraña que la ficción. Imagine al todo-poderoso Creador
Dios—que habita la eternidad, no conociendo límites,
poseyendo la vida eterna—dejando a un lado Su gloria,
poder e inmortalidad para convertirse en un simple humano, sometiéndose a la
tentación y a los impulsos de la carne. Sólo para luego sufrir y morir en manos
de asesinos. ¿Por qué? Para así poder redimir a la humanidad pagando la pena de
muerte en nuestro lugar.
¿Que
clase de Dios haría esto?, ¿Que clase de naturaleza posee? La naturaleza de
Dios es revelada en los muchos nombres de Dios que se encuentran en las
Escrituras. El libro de Los Nombres de Dios por Andrew Jukes ofrece un
excelente estudio de los nombres de Dios en las Escrituras y sus significados.
Una breve descripción de las características y la naturaleza de Dios se
presentan a continuación. Las referencias bíblicas que se ofrecen pueden
utilizarse como base para la consecución de un estudio a profundidad de la
naturaleza de Dios. Cualquier concordancia confiable sería de gran ayuda.
Dios
es espíritu (Juan 4:24)
Dios
es eterno, vive para siempre y auto-existe (Deuteronomio 33:27; Isaías 40:28)
Dios
es luz (I Juan1:5)
Dios
es santo (Isaías 57:15)
Dios
es Creador (Génesis 1; Juan 1:1-4)
Dios
es Legislador y Juez (Santiago. 4:12; Isa. 33:22)
Dios
es fuego consumador (Hebreos 12:29)
Dios
es Salvador de todos (Salmos 106:21; Isaías 43:3; 45:21-22; 60:16; Oseas 13:4;
Juan 4:42; I Timoteo 1:1; 2:3; 4:10; Titus 1:3, 4; 2:10, 13; 3:4, 6; I John
4:14)
Dios
es nuestro Redentor del pecado (Salmos 19:14; Isaías 41:14; 49:26; I Pedro
1:18; Rev. 5:9)
Dios
es ambos, Legislador y Juez de todos lo que quebrantan Sus leyes. Él es también
Salvador y Redentor de aquellos que se arrepienten de los pecados y
transgresiones de Sus Leyes. Estos dos aspectos de la naturaleza de Dios están
claramente revelados en las palabras que Él le habló a Moisés cuando le permitió
ver Su gloria: “Y Él dijo, “No puedes ver Mi cara,
porque ningún hombre puede verme y vivir.” Luego dijo Jehová: —Y el SEÑOR dijo, “He aquí, hay un lugar junto a Mí, y tú te pararás
sobre una roca. Y será, mientras
Mi gloria pase cerca, Yo te pondré en una hendidura de la roca, y te cubriré
con Mi mano mientras pase cerca. Y quitaré Mi mano, y verás Mis partes traseras. Pero Mi cara
no será vista.”… Y el SEÑOR descendió en la nube,
y estuvo con él allí, y proclamó el nombre del SEÑOR. Y el SEÑOR pasó por delante de él y proclamó, “El SEÑOR, el SEÑOR Dios [Elohim, el Creador], misericordioso [Salmos
103:8-18; 119:64] y graciable [Salmos 86:15;
111:4; 112:4; 116:5; I Pedro 2:3], paciente [Romanos
2:4; I Timoteo 1:16], y abundante en bondad [Salmos
31:19; 33:5; 107:8, 15, 21, 31; Romanos 2:4] y verdad [Deuteronomio
32:4; Salmos 31:5; 33:4; Jeremías 4:2; Juan 14:6],
guardando misericordia hasta la milésima generación,
perdonando iniquidad y transgresión y pecado,
[Salmos 103:1-4; Hechos 2:38; 3:19; Romanos 3:23-25], pero
Quien por ningún medio absolverá al culpable, visitando la iniquidad de los padres sobre los hijos, y
sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y hasta la cuarta generación.”
(Éxodo 33:20-23; 34:5-7).
Porque
Dios es misericordioso y clemente, Él está listo para perdonar los pecados del
pecador arrepentido (Salmos 86:5). Pero porque Él es santo y justo, no permite
que el que no se ha arrepentido escape del juicio. Como el juez justo de todos,
Dios castiga aquellos que hacen mal y destruye al impío que no se arrepiente.
Advirtiendo al impío de su último juicio, Dios muestra que Él no se complace en
su ejecución “Diles, ‘Como Yo vivo,’ dice el SEÑOR
Dios, ‘No
tengo deleite en la muerte del impío, excepto que el impío abandone su camino,
y viva. Vuélvanse, vuélvanse de sus caminos perversos; porque ¿Por qué morirán,
Oh casa de Israel? (Ezequiel 33:11).
Es
el deseo de Dios que todo pecador se arrepienta y sea salvo: “El Señor no está demorando la promesa de Su venida,
como algunos en sus propias mentes consideran demora; sino, Él es paciente
hacia nosotros, no deseando que alguno perezca, sino que todos vengan al
arrepentimiento.” (II Pedro 3:9). Sin embargo, el
don de la vida eterna se concede sólo a aquellos que se arrepienten de sus
pecados y aceptan el sacrificio de Jesucristo: “Porque
Dios amó tanto al mundo, que dio Su único Hijo engendrado, para que todo el que
crea en Él no pueda morir, sino pueda tener vida eterna.” (Juan
3:16).
Tan
grande fue el amor de Dios el Padre que dio a su propio Hijo para redimir a la
humanidad del pecado. Tan fuerte fue el amor de Dios en el Hijo que Él se
entregó voluntariamente, tomando sobre Su propio
cuerpo el castigo de los pecados en que había incurrido el hombre. El
amor de Dios es Su mayor atributo y característica: "DIOS ES AMOR" (I
Juan 4:8, 16). Todo lo que Dios hace fluye de Su amor.
La
magnitud del amor de Dios se revela en la creación del hombre. Todos los seres
humanos llevan la imagen y semejanza de Dios: “Y Dios dijo, “Hagamos al hombre a Nuestra imagen, según
Nuestra semejanza; y tengan dominio sobre los peces del mar y sobre las aves
del cielo y sobre el ganado y sobre toda la tierra y sobre toda cosa rastrera
que se arrastra sobre la tierra.” Y
Dios creó al hombre a Su propia imagen, a la imagen de Dios Él lo creó. Él
los creó hombre y mujer.” (Génesis 1:26-27).
Estos
versículos nos dan un mayor entendimiento de la naturaleza de Dios. La palabra
"Dios" se traduce del hebreo Elohim, que es un nombre plural.
Al igual que los sustantivos en plural en español, los sustantivos en plural en
hebreo se refieren a más de una persona o cosa. Así como el sustantivo plural
"hombres" significa más que un solo hombre, Elohim significa más
que un solo Dios. Una serie de pasajes en el Antiguo Testamento confirman la
existencia de más de un Ser Divino (Génesis 1:26, 11:7; Salmos 110:1; 45:7-8;
Daniel 7:13)
Las
Escrituras revelan que hay dos que son Elohim. Un Elohim es el
Dios que es llamado el Padre en el Nuevo Testamento. El otro Elohim es
el Dios que se convirtió en Jesucristo. Esta verdad está comprobada por el apóstol
Juan: "En el principio era la Palabra, y
la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Él estaba en el
principio con Dios. Todas las cosas vinieron a ser a través de Él, y ni
siquiera una cosa que fue creada vino a ser sin Él. En Él estaba la
vida, y la vida era la luz de los hombres.... Y la Palabra se hizo carne, e hizo tabernáculo entre
nosotros [habitó temporalmente] (y nosotros
mismos vimos Su gloria, la gloria como del único engendrado con el
Padre), lleno de gracia y verdad." (Juan 1:1-4, 14).
Cristo era Dios en la carne: El Nuevo Testamento enseña claramente que Jesucristo estaba con Dios y
era Dios antes de convertirse en carne. Las palabras de Juan no dejan duda
alguna de que Jesucristo existió desde el principio. Jesús fue el Elohim
del Antiguo Testamento que se hizo Dios en la carne. Fue enviado a la tierra
por el Padre, el otro Elohim del Antiguo Testamento.
Las
Escrituras revelan que el Dios que apareció a los patriarcas y que condujo a
los hijos de Israel fuera de Egipto fue quien se convirtió en Jesucristo (Éxodo
3:6-8; I Corintios 10:4). El Dios que se convirtió en el Padre nunca se reveló
al hombre en los tiempos del Antiguo Testamento. Dios el Padre no fue revelado
hasta la venida de Jesucristo. En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: “En ese momento Jesús respondió y dijo, “Te alabo, Oh Padre, Señor
del cielo y la tierra, que has escondido estas cosas de los sabios e
inteligentes, y las has revelado a bebés. Sí, Padre, porque fue bien placentero
a Tu vista hacer esto. Todas las cosas Me fueron entregadas por Mi Padre
y nadie conoce al Hijo excepto el Padre, ni nadie conoce al Padre excepto el
Hijo, y aquel a quien el Hijo personalmente escoja revelárselo.” (Mateo 11:25-27) Además, “Nadie ha visto a Dios en ningún momento; el único
Hijo engendrado, que esta en el seno del Padre, Él lo ha declarado.” (Juan 1:18).
Un
propósito importante del ministerio de Jesucristo fue revelar al Padre (Mateo
11:27). Antes de los tiempos del Nuevo Testamento, ni siquiera los judíos sabían
del Padre: “Aun así no Lo han conocido [a Dios Padre]; pero Yo Lo conozco.”
(Juan 8:55). Estas simples declaraciones muestran que el Dios que se manifestó
a los hombres y mujeres en los tiempos del Antiguo Testamento no fue Dios el
Padre. Juan añade a la evidencia el registro de las palabras de Jesús: “Y el Padre Mismo,
Quien Me envió, ha dado testimonio de Mi. Ustedes no han escuchado Su voz ni
visto Su forma en ningún momento” (Juan 5:37) Las palabras de Jesús revelan que Él pre-existió como Dios
antes de que Él se hiciera hombre. En Su oración al Padre después de Su última
Pascua, Jesús dijo: “Te he glorificado
en la tierra. He acabado la obra que Me diste para hacer. Y ahora, Padre, glorifícame con Tu propio ser, con la
gloria que tuve Contigo antes que el mundo existiera.” (Juan 17:4-5).
Es
vital entender que el Señor Dios del Antiguo Testamento se hizo carne y se
convirtió en Jesucristo. Para convertirse en Dios manifestado en la carne, Él
se despojó de Su poder y gloria. ¿Por qué el Dios del Antiguo Testamento, Jehová
Elohim, se hizo carne? El apóstol Pablo revela la respuesta: "Esté esta mente en ustedes, la cual estuvo también en
Cristo
Jesús; Quien, aunque existió en la forma de Dios [o
pre-existente], no lo consideró robo ser igual con
Dios, sino que se vació a Si mismo [de
Su poder y gloria], y fue hecho en la semejanza
[Palabra griega homoioma, la misma existencia] de hombres, y tomó la forma de un siervo; y habiéndose encontrado en la forma de hombre, se
humilló a Si mismo, y llegó a ser obediente hasta la muerte, incluso
la muerte de la cruz.” (Filipenses
2:5-8).
Estas
palabras inspiradas de Pablo confirman que antes que Jesucristo se hiciera
humano, Él era, de hecho, Jehová Elohim, el Señor Dios del Antiguo
Testamento. Existiendo como Dios, Él estaba compuesto de Espíritu eterno. Era
imposible que Él muriera. Sin embargo, para redimir al hombre de Satanás el
diablo y de la ley del pecado y muerte, era necesario que Dios muriera. La única
manera en que Dios podía morir era convirtiéndose en humano— ser "manifestado en la carne." El Dios que había creado al
hombre a Su imagen y semejanza tomó la forma de humano. "E innegablemente, grande es el misterio de piedad: Dios fue
manifestado en la carne,..." (I Timoteo 3:16).
Pablo
también muestra que Jesús dio Su cuerpo como el único sacrificio perfecto por
el pecado (Hebreos 10:10). Jesús dijo de Sí mismo: "Yo soy el pan de vida, el cual bajó del cielo, si cualquiera
come de este pan, vivirá por siempre; y el pan que daré es incluso Mi carne, la
cual daré por la vida del mundo.” " (Juan 6:51). En
efecto, el sufrimiento y la muerte de Jesucristo fueron esenciales para el
cumplimiento del propósito de Dios para el hombre: “Pero en un cierto lugar uno testificó completamente,
diciendo, “¿Qué es el hombre, que Tú
eres conciente de él, o el hijo de hombre, que lo visitas? Tú sí lo hiciste un poco menor que los ángeles; sí lo
coronaste con gloria y honor, y sí lo colocaste sobre el trabajo de Tus manos.
Sí pusiste todas las cosas en sujeción bajo sus
pies.” Porque al sujetar todas las cosas a él, no dejó nada que no
fuera sujeto a él. Pero ahora no vemos aun todas las cosas sujetas a
él.
“Pero vemos a Jesús, Quien fue hecho un poco menor
que los ángeles, coronado con gloria y honor a cuenta de sufrir la
muerte, para que por la gracia de Dios Él mismo pudiera probar la
muerte por todos; porque era apropiado para Él,
para Quien todas las cosas fueron creadas, y por Quien todas las cosas existen,
traer muchos hijos a la gloria, para hacer al Autor de su salvación
perfecto a través de sufrimientos.” (Hebreos 2:6-10).
¡Qué
magnífica expresión del amor de Dios! El Creador de toda la humanidad abandonó
temporalmente Su existencia eterna como Dios y descendió al nivel del hombre
mortal, para poder sufrir y morir por todos los seres humanos. ¡Piense en esto!
Por la gracia y el amor de Dios, a través del poder del Espíritu Santo, Él
voluntariamente tomó sobre Sí la pena de muerte que se había apoderado de toda
la humanidad por el pecado.
Jesús compartió completamente la experiencia humana: Para dar Su cuerpo por la vida del mundo, Jesús tuvo que ser
completamente humano, compartiendo la misma existencia mortal que cada ser
humano experimenta. Sin embargo, algunos afirman que Cristo no era un ser
humano mortal, sino que poseía un cuerpo angelical espiritual que daba la
apariencia de ser de carne y hueso. El apóstol Pablo claramente contradice esta
enseñanza: “Por tanto, dado que los hijos son
participes de carne y sangre, en la misma manera Él también tomó parte en la
misma, para que a través de la muerte Él pudiera anular a quien tiene el
poder de la muerte—eso es, el diablo; y
pudiera librar a aquellos que estaban sujetos a esclavitud a lo largo de
sus vidas por su temor de la muerte.
“Porque ciertamente, Él no la esta tomando sobre Si
mismo para ayudar a los ángeles; sino Él la esta tomando sobre Si
mismo para ayudar a la semilla de Abraham. Por esta razón, fue obligatorio para Él ser hecho
como Sus hermanos en todo para que pudiera ser un Sumo Sacerdote
misericordioso y fiel en cosas pertinentes a Dios, para hacer propiciación
por los pecados de la gente. Porque Él mismo ha
sufrido, habiendo sido tentado en la misma manera, Él es capaz de ayudar
a aquellos que están siendo tentados.” (Hebreos.
2:14-18).
Debido
que Jesús tenía la misma carne que todos los seres humanos y la misma
naturaleza que todos los seres humanos, era perfectamente posible que Él fuese
tentado. Puesto que era posible que Él fuese tentado, él también podía pecar. Y
si Él hubiese pecado, habría incurrido en la pena de muerte. Pablo claramente
afirma que Jesús estaba sujeto a la Ley (Gálatas 4:4-5), por lo tanto sujeto a
la pena de muerte.
En
su epístola a los Hebreos, Pablo revela que Jesús experimentó las mismas
tentaciones que asedian a todos los seres humanos: " Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda
compadecerse de nuestras debilidades, sino uno Quien fue tentado en
todas las cosas [de todas las formas] de
acuerdo a la semejanza de nuestras propias tentaciones; aunque Él
fue sin pecado. Por lo tanto, deberíamos
venir con audacia al trono de gracia, para que podamos recibir misericordia y
encontrar gracia para ayuda en tiempo de necesidad.”
(Hebreos 4:15-16). En otras palabras, Jesús experimentó exactamente las mismas
tentaciones que nosotros experimentamos, porque Él fue hecho “a semejanza de la carne pecaminosa”. Sin embargo,
Jesús nunca pecó, porque Él nunca cedió a una sola tentación de la carne o de
Satanás el diablo.
Si
hubiera sido imposible que Jesús pecara, la tentación hecha por Satanás el
diablo no habría tenido ningún propósito. Sin embargo, durante los cuarenta días
en que Satanás lo tentó, Jesús escogió humillarse a sí mismo a través del ayuno
en vez de alimentar Su carne, para así depender de la Palabra de Dios y ser
guiado por el Espíritu Santo de Dios. Él no se apoyó en Su propia fuerza y en
Su propia mente. Jesús venció cada una de las tentaciones del pecado, porque Él
estaba lleno del Espíritu Santo.
Jesús venció el pecado en la carne: En Romanos 7:5-8:2, Pablo describe con gran detalle cómo "la ley
del pecado y muerte" funciona en cada ser humano llevándolo a la muerte. Sólo
a través de Jesucristo, Quien venció "la ley del pecado y muerte" a
través del poder del Espíritu Santo, pueden los seres humanos ser liberados de
la naturaleza pecaminosa que conduce a la muerte: "Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha
librado de la ley de pecado y muerte.” (Romanos 8:2).
Jesús
fue hecho a semejanza de la carne pecaminosa, con la ley del pecado y muerte
dentro de Sus miembros, tal y como está dentro de nosotros, de modo que como
nuestro Sumo Sacerdote puede simpatizar con nuestras debilidades. Jesús
entiende perfectamente nuestra lucha en contra de los impulsos de la carne,
habiendo experimentado la misma batalla en Su propia carne humana. Ya que Él ha
compartido la misma naturaleza pecadora, Él puede tener compasión cuando nos
debilitamos y cometemos pecados. Él misericordiosamente intercede por nosotros
con el Padre, para obtener Su perdón por nuestros pecados. A través de la
intercesión constante de Jesús en nuestro favor, la misericordia y la gracia de
Dios el Padre pueden ser impartidas de forma continua a cada uno de nosotros.
Cuando
Cristo fue clavado en la cruz, Él pagó el castigo por los pecados del mundo
entero. Aunque fue hecho a semejanza de carne pecaminosa, y tenía la ley del
pecado y muerte en Su cuerpo, Él nunca pecó. Debido a que Él nunca pecó, por
eso pudo ofrecer Su propia vida por los pecados de los demás. Como Pablo
escribió: “Porque Él [el Padre] hizo a Quien [Cristo] no
conoció pecado [no lo experimentó] ser
pecado por nosotros, para que pudiéramos llegar a ser la justicia de
Dios en Él.” (II Cor. 5:21). Como el Señor Dios del
Antiguo Testamento, Jesús había creado a la humanidad. Debido a que Su vida era
de mayor valor que las vidas de todos los seres humanos, Su muerte fue capaz de
expiar los pecados del mundo entero.
Cristo
se despojó de Su poder y de la inmortalidad como uno de los Elohim de la
Deidad y tomó sobre Sí mismo la naturaleza débil y pecadora de la carne humana.
Él voluntariamente dejó Su gloria eterna con el Padre y vino a ésta tierra para
ofrecer Su cuerpo como un perfecto y completo sacrificio por el pecado.
De
acuerdo con el plan de Dios, a Su tiempo, el sacrificio de Jesucristo se
aplicará a todo el mundo, redimiendo a la humanidad de la pena de muerte. ¡Qué
sacrificio tan impresionante— El Creador del mundo murió
para salvar a la humanidad de la muerte!