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Restoring Original Christianity—for Today

Restaurando el Cristianismo original—¡para hoy!

Iglesia de Dios Cristiana y Bíblica

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Fred R. Coulter

Ministro

Enero 15, 2014

 

Queridos hermanos,

 

          Después de todos los mensajes recientes que he dado sobre profecía—acompañados con el nuevo folleto ¿Por qué el “cristianismo” en América ha fallado?, el cual detalla la caída del cristianismo nominal de hoy en día—recordé un sermón que escuché hace más de 40 años. En aquel tiempo estaba pastoreando dos grandes Iglesias en el área de Los Ángeles—Torrance y Santa Mónica. Un ministro invitado de la oficina central vino a Torrance un Sábado y dio un llamativo sermón titulado, “¡14 razones por las que sus oraciones no son respondidas!” Después que él terminó, hubo un terrible silencio muerto en la congregación; todos nosotros nos sentimos como si hubiéramos sido verbalmente derribados a nada y que nuestras oraciones nunca serían respondidas. Entonces, en el camino a casa, mientras Dolores y yo estábamos hablando sobre el sermón, el pensamiento de pronto se me ocurrió: “¿Por qué él no nos dio por lo menos una forma de como nuestras oraciones serían respondidas? ¿Por qué no darnos un poquito de esperanza?”

          Sin duda estamos viviendo en los tiempos del fin—la ilegalidad y la maldad están siendo multiplicadas mientras la sociedad rápidamente se esta deteriorando moralmente, económicamente y políticamente. ¡Todo el mundo parece estar colapsando! También somos confrontados con varias pruebas y dificultades en nuestras vidas personales. Y algunos hermanos son cargados con problemas y conflictos en algunas de las Iglesias de Dios. Esto resalta la pregunta: ¿Cómo podemos tener nuestras oraciones contestadas y tener esperanza en estos días difíciles y de prueba?

          Para mantener nuestro rumbo, lo primero que necesitamos recordar es esto—a pesar de todo lo mencionado arriba—DIOS EL PADRE Y JESUCRISTO LO AMAN PERSONALMENTE Y ¡USTED LOS AMA A ELLOS!

          Después de la última Pascua de Jesús con Sus apóstoles, solo unas pocas horas antes que Él fuera traicionado y arrestado, Él los animó con estas palabras: “Estas cosas les he hablado en alegorías; pero el tiempo viene cuando no les hablaré más en alegorías, sino que les revelaré claramente las cosas del Padre. En ese día, ustedes pedirán en Mi nombre; y no les digo que rogaré al Padre por ustedes, porque el Padre mismo los ama, porque ustedes Me han amado, y han creído que salí de Dios” (Juan 16:25-27). Nunca olviden que el ¡Padre mismo los ama personalmente!

          Jesús les revelaría más verdad después—pero ellos no eran aun capaces de recibir tal verdad. Él prometió usar el poder del Espíritu Santo—el Espíritu de la verdad—para guiarlos a toda verdad: “Tengo aún muchas cosas que decirles, pero no son capaces de llevarlas ahora. Sin embargo, cuando ese haya venido, el Espíritu de la verdad, los guiará a toda verdad porque no hablará de si mismo, sino cualquier cosa que oiga, hablará. Y les revelará las cosas por venir. Ese Me glorificará porque les revelará las cosas que recibe de Mí. Todo lo que tiene el Padre es Mío; por esta razón dije que ése recibirá de Mí y les revelará estas cosas” (Juan 16:12-15).

          Jesús no les reveló nueva verdad a los apóstoles todo de una. Más bien, Jesús les dio entendimiento incrementado en tiempos diferentes a través de sus ministerios. Así, verdades proféticas y profundamente espirituales fueron gradualmente reveladas a los apóstoles, las cuales ellos subsecuentemente escribieron en lo que llegó a ser el Nuevo Testamento. Por consiguiente, cuando adicionamos el Antiguo Testamento, Dios en verdad ha provisto Su Palabra completa a Su Iglesia.

          Además del Sábado y Días Santos, necesitamos pensar acerca de las muchas cosas que Dios nos ha revelado a través de Su Espíritu y Su Palabra. Ciertamente tenemos las palabras y enseñanzas de Jesucristo; el conocimiento del Plan de Dios; un entendimiento de las profecías complejas para el tiempo del fin; el entendimiento del regreso de Cristo, la resurrección a vida eterna, y el Reino de Dios por venir; y ¡muchísimo más! ¡Esto constituye el conocimiento más grande que podríamos alguna vez recibir en nuestras vidas! Que tremenda bendición es que Dios nos ha favorecido con Su verdad. Es por eso, que a pesar de todos los problemas y dificultades que vemos en el mundo y en las vidas de las personas, necesitamos estar inspirados al saber que Dios nos ama profundamente.

          Jesús nos ha dado la verdad no porque seamos algo de nosotros mismos en este mundo, sino porque el Padre ha intervenido en nuestras vidas y nos ha atraído a Él mismo y a Cristo. ¡Este es el llamado de Dios a través de la predicación del Evangelio! Cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y creemos verdaderamente en Jesucristo como nuestro Salvador personal, estamos respondiendo el llamado de Dios. Mientras muchos son llamados, pocos son escogidos (Mateo 20:16; 22:14). Pocos son escogidos porque pocos responden el llamado de Dios.

          Desde el mismo comienzo de este proceso, es el Padre Quien nos acerca. Como Jesús le dijo a Sus discípulos: “Nadie puede venir a Mí a menos que el Padre, Quien Me envió, lo atraiga; y Yo lo levantaré en el último día. Está escrito en los profetas, ‘Y todos ellos serán enseñados por Dios.’ Por tanto, todo el que ha oído del Padre, y ha aprendido, viene a Mí” (Juan 6:44-45). Jesús también revela que este es un proceso conjunto entre Él y el Padre: “Por esta razón, les he dicho, nadie puede venir a Mí a menos que le haya sido concedido por Mi Padre” (verso 65)—y “nadie viene al Padre, excepto a través de Mí” (Juan 14:6).

          Luego, cuando somos bautizados y recibimos el regalo del Espíritu Santo—el engendramiento de Dios el Padre—llegamos a ser los hijos de Dios, listos para comenzar nuestra nueva vida en Cristo a través de la gracia de Dios. El apóstol Pedro escribe: “[Ustedes] Quienes han sido escogidos de acuerdo al conocimiento predeterminado de Dios el Padre, por la santificación a través del Espíritu, a la obediencia y aspersión de la sangre de Jesucristo: Gracia y paz sean multiplicadas a ustedes.

          “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Quien, de acuerdo a Su abundante misericordia, nos ha engendrado otra vez hacia una esperanza viva a través de la resurrección de Jesucristo de los muertos; hacia una herencia incorruptible y sin mancha e inmarcesible, reservada en el cielo para nosotros, quienes estamos siendo guardados por el poder de Dios a través de la fe, para la salvación que está lista para ser revelada en los últimos tiempos” (I Pedro. 1:2-5).

          Pedro está describiendo cómo somos puestos en recta posición con Dios el Padre y Jesucristo después del bautismo y recibimiento del Espíritu Santo. Así somos equipados espiritualmente para vivir en el “camino del Señor” y a empezar a “vivir por cada palabra de Dios”—todo a través del poder del Espíritu Santo de Dios ahora habitando dentro de nosotros.

          Una verdad increíble, la cual Jesús Mismo reveló a los apóstoles, es que hay dos aspectos para la “composición” del Espíritu Santo habitando dentro de nosotros. De hecho, el poder del Espíritu Santo viene de ambos el Padre y el Hijo, no solamente del Padre. Note como Jesús explicó esto a los apóstoles: “En aquel día, ustedes sabrán que Yo estoy en Mi Padre, y ustedes están en Mí, y Yo estoy en ustedes. Aquel que tiene Mis mandamientos, y los está guardando, ese es quien Me ama; y quien Me ama será amado por Mi Padre, y Yo lo amaré, y Me manifestaré Yo mismo a él.” Judas (no Iscariote) le dijo, “Señor, ¿Qué ha pasado que estas a punto de manifestarte a nosotros, y no al mundo?” Jesús respondió y le dijo, “Si alguno Me ama, guardará Mi palabra; y Mi Padre le amará, y Nosotros vendremos a él, y haremos Nuestra morada con él” (Juan 14:20-23).

          Claramente Jesús nos dice que “Nosotros,” el Padre y Cristo, ¡ambos morarán dentro de nosotros! Del Padre recibimos Su engendramiento de modo que podemos ser Sus hijos e hijas espirituales. De Jesús recibimos el poder espiritual para desarrollar la mente de Cristo (Filipenses 2:5; Colosenses 1:27).

          El apóstol Pablo confirmó esto en el libro de Romanos: “Sin embargo, ustedes no están en la carne, sino en el Espíritu, si el Espíritu de Dios está ciertamente viviendo dentro de ustedes. Pero si cualquiera no tiene el Espíritu de Cristo, no pertenece a Él. Pero si Cristo está dentro de ustedes, el cuerpo ciertamente está muerto por causa del pecado; sin embargo, el Espíritu es vida por causa de justicia. Entonces si el Espíritu de Quien levantó a Jesús de los muertos está viviendo dentro de ustedes, Quien levantó a Cristo de los muertos también resucitará sus cuerpos mortales por causa de Su Espíritu [el Espíritu de engendramiento del Padre] que vive dentro de ustedes” (Romanos 8:9-11).

          En verdad, Pablo revela que hay dos aspectos para el Espíritu Santo: 1) el “Espíritu de Cristo” y 2) el “Espíritu de Quien levantó a Jesús de los muertos [el Padre].” Esto concuerda con lo que Jesús dijo del Padre y de Él mismo: “Nosotros haremos nuestra morada con ustedes.”

          Después de recibir el Espíritu Santo—el Espíritu del Padre y del Hijo—nuestras vidas están ahora dedicadas a crecer en gracia y el conocimiento de Jesucristo hacia vida eterna. A través de oración diaria y el estudio de la Palabra de Dios, continuamos desarrollando el carácter espiritual de Dios en preparación para la resurrección a vida eterna.

          Lo que Pablo le escribió a los corintos confirma lo que él le escribió a los romanos: “Porque ustedes son templo del Dios vivo, exactamente como Dios dijo: “Viviré en ellos y caminaré en ellos; y seré su Dios, y ellos serán Mi pueblo.Y seré un Padre para ustedes, y ustedes serán Mis hijos e hijas,” dice el Señor Todopoderoso” (II Corintios 6:16, 18). Entonces, al regreso de Cristo, seremos verdaderamente “nacidos de nuevo” como seres espirituales y llegaremos a ser parte de la Familia espiritual de Dios el Padre.

          Así mismo, Juan fue inspirado a escribir que somos, incluso ahora, los “hijos de Dios.” “¡He aquí! ¡Que glorioso amor nos ha dado el Padre, que deberíamos ser llamados los hijos de Dios! Por esta misma razón, el mundo no nos conoce porque no lo conoció a Él. Amados, ahora somos los hijos de Dios, y no ha sido revelado aun lo que seremos; pero sabemos que cuando Él sea manifestado, seremos como Él, porque lo veremos exactamente como Él es” (I Juan 3:1-2).

          Pedro también escribe que—a causa de esta maravillosa esperanza para la cual Dios nos ha llamado—no deberíamos dejar que las pruebas y dificultades que enfrentamos nos desanimen. Más bien, debemos estar manteniendo continuamente nuestras mentes enfocadas en esta fantástica esperanza: “En esto [la esperanza de Dios] ustedes mismos se alegran grandemente; aunque por el momento, si es necesario, están en aflicción por un rato por varias pruebas; [porque Dios incluso usará estas para ayudarlo a crecer espiritualmente] para que la prueba de su fe, la cual es mucho mas preciosa que el oro que perece, aunque está siendo probada por fuego, pueda ser encontrada hacia alabanza y honor y gloria en la revelación de Jesucristo; a Quien, no habiendo visto, ustedes aman; en Quien, aunque en el tiempo presente no lo ven, creen, y se alegran con gozo indecible, y llenos con gloria; y están recibiendo el fin de su fe—la salvación de sus almas” (I Pedro 1:6-9).

          Por tanto, hermanos, a pesar de las pruebas y dificultades en nuestras vidas y que vemos en el mundo, nunca debemos perder la vista del poder de Dios y del amor de Dios, a través de Jesucristo, para salvarnos. Pedro nos amonesta sobre cómo manejar las dificultades cuando vienen a nuestras vidas: “Por esta razón, estén preparados en sus mentes, sean auto-controlados, y estén esperando totalmente en la gracia que les será traída en la revelación de Jesucristo. Como hijos obedientes, no se conformen a la antigua lujuria, como hicieron en su ignorancia. Sino así como Quien los ha llamado es santo, ustedes mismos también sean santos en toda su conducta. Porque está escrito, “Sean santos porque Yo soy santo.” Y si ustedes invocan al Padre, Quien juzga de acuerdo a la obra de cada hombre sin acepción de personas, pasen el tiempo de viaje de su vida en el temor de Dios” (versos 13-17).

          Al final de su epístola, Pedro nuevamente escribe de la esperanza y poder de Dios en nuestras vidas. Incluso cuando seamos confrontados con las fuerzas del mal engendradas por Satanás el diablo, Dios nos salvará—si somos fieles a Él: “Sean humildes por tanto bajo la mano poderosa de Dios para que Él pueda exaltarlos en el debido tiempo; echando todas sus preocupaciones sobre Él, porque Él cuida de ustedes.

          ¡Sean sobrios! ¡Sean vigilantes! Porque su adversario el diablo está merodeando como un león rugiente, buscando a cualquiera que pueda devorar. A quien resisten, firmes en la fe, sabiendo que las mismas aflicciones están siendo cumplidas entre sus hermanos que están en el mundo. Ahora pueda el Dios de toda gracia, Quien nos ha llamado a Su gloria eterna en Cristo Jesús, después de que hayan sufrido un poco, Él mismo perfeccionarlos, establecerlos, fortalecerlos, y asentarlos. A Él sea la gloria y el poder en las eras de eternidad. Amen” (I Pedro 5:6-11). Por favor lea y estudie toda la primera epístola de Pedro, la cual le ayudará a fortalecerse espiritualmente.

          Pablo muestra que somos los hijos de Dios y coherederos con Cristo. No hay nada en este mundo con que comparar lo que Dios está haciendo en nuestras vidas. Ni hay esperanza y premio más grande que la que Dios nos ha prometido: “Entonces, hermanos, no somos deudores a la carne, para vivir de acuerdo a la carne; porque si están viviendo de acuerdo a la carne, morirán; pero si por el Espíritu están condenando a muerte los hechos del cuerpo, vivirán.

          “Porque tantos como son guiados por el Espíritu de Dios, esos son los hijos de Dios. Ahora ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud [el espíritu de este mundo de Satanás el diablo (Efesios 2:1-3)] otra vez hacia temor, sino han recibido el Espíritu de filiación, por el cual gritamos, “Abba, Padre.” El Espíritu mismo da testimonio conjuntamente con nuestro propio espíritu, testificando que somos hijos de Dios” (Romanos 8:12-16).

          Luego, Pablo nos dice que ninguno de los problemas que enfrentamos u observamos en el mundo son dignos de compararse a la gloria fantástica que recibiremos de Dios el Padre. Y, como los hijos de Dios y coherederos con Jesús, ayudaremos a traer el glorioso Reino de Dios a todo el mundo. Cuando consideramos todos los problemas en el mundo, necesitamos recordar que Dios nos ha llamado para ayudar a resolverlos: “Entonces si somos hijos, somos también herederos—verdaderamente, herederos de Dios y coherederos con Cristo—si ciertamente sufrimos junto con Él, para que podamos también ser glorificados junto con Él. Porque considero que los sufrimientos del tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que será revelada en nosotros.

          “Porque la más sincera expectativa de la creación misma está esperando la manifestación de los hijos de Dios; porque la creación fue sujeta a vanidad, no voluntariamente, sino por razón de Quien la sujetó en esperanza, para que la creación misma pudiera ser librada de la esclavitud de corrupción hacia la libertad de la gloria de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación está gimiendo y con dolores de parto juntamente hasta ahora. Y no solo eso, sino que incluso nosotros mismos, quienes tenemos los primeros frutos del Espíritu, también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la filiación—la redención de nuestros cuerpos” (versos 17-23)

          Verdaderamente no puede haber esperanza más grande para el mundo y para nosotros. Es por eso que necesitamos mantener estas cosas en la frente de nuestras mentes. Entonces seremos capaces de soportar y vencer a través del poder del Espíritu de Dios: “Porque por esperanza fuimos salvados; pero la esperanza que es vista no es esperanza; porque ¿por qué alguien estaría aun esperando lo que ve? Pero si esperamos lo que no vemos, nosotros mismos lo esperamos con paciencia [a pesar de las circunstancias]” (versos 24-25).

          Cuando oramos, el Espíritu Santo dentro de nosotros comunica a Dios nuestros más profundos y verdaderos sentimientos y pensamientos, traduciéndolos a un “idioma espiritual” dirigido a Dios. Como escribe Pablo, “En la misma forma también, el Espíritu está conjuntamente ayudando nuestra debilidad porque no entendemos plenamente por que deberíamos orar, de acuerdo como es necesario, pero el Espíritu mismo hace intercesión por nosotros con gemidos que no pueden ser expresados por nosotros. Y Aquel Quien busca los corazones comprende cuales son los esfuerzos del Espíritu porque ese hace intercesión por los santos de acuerdo a la voluntad de Dios” (versos 26-27).

          Por esto—sin importar que prueba enfrentemos o que carga llevemos—Dios eventualmente las hará funcionar para nuestro bien. Como Pablo escribe, en el análisis final, nada puede estar en contra de nosotros porque hemos sido “llamados, escogidos y fieles.” Deje que estas palabras inspiradoras se hundan profundo en su mente de modo que nunca pierda la fe o la esperanza: “Y sabemos que todas las cosas trabajan juntas para el bien de aquellos que aman a Dios, para aquellos que son llamados de acuerdo a Su propósito. Porque a aquellos a quienes Él conoció de antemano [en esta vida], también predestinó para ser conformados a la imagen de Su propio Hijo, para que Él pudiera ser el primogénito entre muchos hermanos. Entonces a quienes Él predestinó, a éstos también llamó; y a quienes Él llamó, a éstos también justificó; y a quienes Él justificó, a éstos también glorificó [con el Espíritu Santo ahora, y los destinó a llegar a ser seres espirituales reales por toda la eternidad]. ¿Qué diremos entonces a esas cosas? Si Dios es por nosotros, ¿quién puede estar contra nosotros?” (versos 28-31).

          Recuerde, ¡las promesas de Dios nunca fallarán! ¡Dios el Padre y Jesucristo nunca fallarán! Con el Padre y Cristo morando en nosotros, nunca fallaremos, porque permaneceremos fieles a pesar de lo que podamos enfrentar. Cuando recordamos lo que Dios ha hecho por nosotros a través de Jesús y confiamos fielmente en Él, nos será dada la fortaleza para enfrentar lo que venga. Aquí esta como Pablo fue inspirado para describir esto, porque él lo vivió: “Quien no escatimó incluso Su propio Hijo, sino que renunció a Él por todos nosotros, ¿cómo no nos otorgará también todas las cosas con Él? ¿Quién traerá una acusación contra el elegido de Dios? Dios es Aquel que justifica. ¿Quién es aquel que condena? Es Cristo Quien murió, más aun, Quien es alzado de nuevo, Quien está incluso ahora a la mano derecha de Dios, y Quien está también haciendo intercesión por nosotros.

          ¿Qué nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? En consecuencia, está escrito, “Por amor a Ti estamos muertos todo el día; somos contados como ovejas para la masacre.”

          “Pero en todas estas cosas somos más que conquistadores a través de Quien nos amó. Porque estoy persuadido que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni poderes, ni cosas presentes, ni cosas por venir, ni altura, ni profundidad, ni cualquier otra cosa creada, será capaz de separarnos del amor de Dios, el cual es en Cristo Jesús nuestro Señor(versos 32-39).

          Examinemos ahora la oración de Jesús justo antes que Él fuera traicionado por Judas Iscariote y arrestado. Esto revela que nuestro Señor y Salvador fijó Su mente en el resultado final del plan de Dios. Esto lo fortaleció para enfrentar valerosamente Su flagelación y crucifixión—¡para morir por los pecados del mundo como el Cordero de Dios! Aquí están las propias palabras de la oración final de Jesús como esta registrado por el apóstol Juan. Deje que Su oración lo inspire, con el Espíritu del Padre y Cristo en usted, para tener la fortaleza espiritual, la resolución y el profundo amor de Dios para ayudarlo cada día: “Les he dado [a los apóstoles y discípulos] Tus palabras, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, así como Yo no soy del mundo. No oro que los saques del mundo, sino que los guardes del maligno [Satanás el diablo].

          “No son del mundo, así como Yo no soy del mundo. Santifícalos en Tú verdad; Tú Palabra es la verdad. Así como Me enviaste al mundo, Yo también los he enviado al mundo. Y por su amor Me santifico a Mí mismo [a través de la crucifixión y resurrección], para que también puedan ser santificados en verdad.

          “No oro por éstos solamente, sino también por aquellos que creerán en Mí a través de su palabra; que todos ellos puedan ser uno; así como Tú, Padre, estás en Mí, y Yo en Ti; que ellos también puedan ser uno en Nosotros, para que el mundo pueda creer que Tú sí Me enviaste. Y Yo les he dado la gloria que Me diste, para que puedan ser uno, en la misma forma que Nosotros somos uno: Yo en ellos, y Tú en Mí, para que puedan ser perfeccionados en uno; y que el mundo pueda saber que Tú sí me enviaste, y que los has amado como Me has amado.

          “Padre, deseo que aquellos que Me has dado, también puedan estar Conmigo donde Yo esté, para que puedan ver Mi gloria, la cual Me has dado; porque Me amaste antes de la fundación del mundo. Padre justo, el mundo no Te ha conocido; pero Yo Te he conocido, y éstos han sabido que Tú sí Me enviaste. Y les he hecho conocer Tu nombre, y lo haré conocido; para que el amor con el cual Me has amado esté en ellos, y Yo en ellos” (Juan 17:14-26).

          Pablo también señaló a los hermanos el ejemplo de como Jesús valientemente y sin miedo enfrentó la crucifixión, de modo que así mismo podía enfrentar de lleno todos nuestros problemas y dificultades con el mismo propósito y actitud. En el libro de Hebreos, él escribe: “Por tanto, dado que estamos rodeados por tan gran multitud de testigos [testigos fieles del pasado], dejemos a un lado todo peso, y el pecado que tan fácilmente nos atrapa; y corramos la carrera puesta delante nuestro con resistencia, teniendo nuestras mentes fijas en Jesús, el Iniciador y Terminador de nuestra fe; Quien por el gozo que tenía delante de Él resistió la cruz, aunque despreció la vergüenza, y se ha sentado a la mano derecha del trono de Dios.

          “Ahora mediten profundamente en Quien resistió tan gran hostilidad de pecadores contra Sí mismo para que no lleguen a estar cansados y desmayen en sus mentes. Ustedes aún no han resistido al punto de perder sangre en su lucha contra el pecado [y el mundo]” (Hebreos 12:1-4).

          Necesitamos seguir el ejemplo de Jesús de fortaleza y coraje. Por tanto, a pesar de todos los problemas en todo lugar en el mundo, necesitamos enfocarnos en las cosas espirituales primero—en las promesas y esperanza de Dios—no en las cosas físicas y problemas que enfrentamos y vemos en el mundo. Mientras nos rendimos a Dios el Padre y Cristo, Ellos energizarán nuestros corazones y mentes. De esta forma podemos continuar creciendo en fe, esperanza y amor. Esta es la misma razón por la que oramos diariamente, a causa de que Dios el Padreel Gobernador Soberano de todo el universonos ha llamado y escogido para ser Sus mismos hijos e hijas por toda la eternidad. Siempre mantenga en mente que estamos en entrenamiento para la vida eterna. Nuestra primera asignación después de la resurrección es reinar y gobernar con Jesús y traer el Reino de Dios a todo el mundo—¡literalmente ayudarle a Cristo a salvar el mundo!

          Hermanos, nuevamente, apreciamos verdaderamente su amor, sus oraciones y su apoyo continuo con sus diezmos y ofrendas de modo que todos nosotros podemos continuar sirviendo a Dios, a los hermanos, y alcanzar a otros hermanos y personas nuevas. Dios está bendiciendo nuestros esfuerzos combinados a medida que avanzamos juntos en servirle a Él con todo nuestro corazón, mente y fortaleza. Pueda Dios el Padre bendecirlos en todo a medida que ustedes continúan amando a Dios y a Jesucristo y creciendo en gracia y conocimiento.

 

Con amor en Cristo Jesús,

 

 

 

 

Fred R. Coulter

FRC

 

 

 
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