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Restoring Original Christianity—for Today

Restaurando el cristianismo original—¡para hoy!

Iglesia de Dios Cristiana y Biblica

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Fred R. Coulter

Ministro

 

Diciembre 15, 2015

 

Queridos hermanos,

 

          Estamos acercándonos a la terminación de nuestro nuevo libro, De un punto de polvo a un Hijo de Dios—¿Por qué nació usted? Actualmente estamos esperando la finalización del arte de la caratula por parte del artista en Inglaterra. Este libro será un complemento a una serie de 12 partes que tenemos con el mismo título en Iglesia en Casa (churchathome.org). Este puede llegar a ser uno de nuestros mejores y más ¡importantes libros que hemos publicado!

          Hace algunas semanas, recibimos una carta maravillosa de una mujer quien vio la serie completa de 12 partes en Iglesia en Casa. Ella escribe:

          “Estimado Dr. Coulter: Me gustaría dejarle saber cuan tremendamente maravillosa encontré su serie ¿Por qué nació usted? De un punto de polvo a un Hijo de Dios. Pensaba que vería tan solo uno o dos programas el Sábado pasado; pero sucedió que no podía parar de verlos, entonces fui a través de toda la serie en aquel Sábado. Las imágenes del crecimiento del niño en el vientre eran increíbles de ver. El último programa, que terminó con la música y alabanzas a Dios, me abrumaron tanto que lloré por lo menos media hora—de hecho, mis ojos están lagrimeando justo ahora de tan solo pensar en eso.

          “Ojalá que la gente que cree que el aborto es un ‘derecho’ escucharan y vieran esta serie, especialmente a la luz del tiroteo reciente en Colorado. Pero por otro lado, llamarían esto propaganda de ultra-derecha

          “Sinceramente le agradezco por proveer sus sermones y videos en internet, y espero y oro a Dios que yo, junto con los miembros de mi familia, seamos suficientemente merecedores de ser llamados Sus hijos, y ser parte de la primera resurrección en Su Reino.”—SB, California

          Cuando reciba su copia del nuevo libro (en la primera mitad de Febrero, 2016), estamos seguros que estará abrumado mientras es capaz de comprender más plenamente el increíble llamado de Dios el Padre y Jesucristo. En la primera resurrección llegaremos a ser los hijos e hijas literales de Dios—compuestos de ¡espíritu inmortal!

          Por qué Dios ha ocultado este conocimiento: Hoy, hay casi 7 billones de personas en el mundo. Más aun, con más de 6.000 años de historia humana, no es posible estimar cuantos billones de personas han en realidad vivido y muerto. De ese inmenso número, ¡solo unos muy pocos han tenido alguna vez una idea de porque nacieron! Sin embargo, la creación de la humanidad es el núcleo del increíble plan de Dios—¡Su propia razón para crear los cielos y la tierra!

          Después que Dios creó a Adán y Eva, Él tenía la intención de instruirlos acerca de Su gran plan para todos sus descendientes. Pero primero, ellos tendrían que escoger amar y obedecer a Dios. Es por eso que Dios colocó los dos árboles en medio del Jardín del Edén—el árbol de Vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal. Si hubieran escogido comer el árbol de Vida, Dios indudablemente habría comenzado a revelarles el propósito de la existencia humana. Sin embargo, escogieron ¡no creerle ni obedecer a Dios! En vez, escogieron creer las mentiras de la serpiente—que no morirían si comían del fruto prohibido. En verdad, decidieron usar su propio juicio y comieron del fruto de aquel árbol. Así, el pecado y muerte entró en el reino humano. Como dijo Dios, “…porque en el día que comas de el, al morir ciertamente morirás.” (Génesis 2:17).

          El pecado de Adán y Eva ha afectado a toda la humanidad. Como escribe Pablo: “Por tanto, como por un hombre el pecado entró al mundo, y por medio del pecado vino la muerte; y en esta forma, la muerte pasó dentro de toda la humanidad; es por esta razón que todos han pecado…. [en verdad,] como en Adán todos mueren…” (Romanos 5:12; I Corintios 15:22).

          En el Edén, Dios decretó Sus juicios, comenzando con Satanás el diablo, porque él es el autor de pecado: “Y pondré enemistad entre la mujer [Eva, y luego la Iglesia] y tú [Satanás], y entre su Semilla [Jesucristo] y tú semilla [aquellos quienes seguirían a Satanás]; Él magullará tú cabeza [la destrucción de todas las obras del diablo], y tú magullarás Su talón [la entonces futura crucifixión y muerte del Mesías] (Génesis 3:15).

          Luego, Dios pronunció Su juicio sobre Adán y Eva, luego los exilió del Jardín del Edén de modo que no podrían comer del árbol de Vida. Así, desde aquel tiempo en adelante su acceso a Dios debe haber sido muy limitado (versos 16-24).

          Consecuentemente, mientras Dios prometió un Salvador futuro (Génesis 3:15), Él deliberadamente ocultó el conocimiento de Su plan—llamándolo el misterio de Diosescondido desde siglos y desde generaciones” (Colosenses 1:26). De hecho, Dios demoró revelar la plenitud de Su plan hasta bien después de la resurrección de Cristo—más de 4,000 años después. Así, la humanidad ha tenido virtualmente ningún conocimiento del increíble propósito de Dios para los seres humanos.

          Sin embargo, esparcidas a través del Antiguo Testamento hay muchas pistas proféticas aparentemente desconectadas del plan de Dios para el hombre—muchas involucran promesas del Mesías. Durante el ministerio terrenal de Jesús, Dios comenzó a revelar más acerca de Su plan de salvación y el propósito para la humanidad. Sin embargo, Jesús reveló demasiado del misterio de Dios a Sus apóstoles en el 52 dC, más de 20 años después de Su resurrección, comenzando con la “filiación de Dios” (Romanos 8:15; Gálatas 4:4-6).

          10 años después, cuando Pablo estuvo en prisión en Roma en el 61 dC, él escribió que Jesús había revelado la plenitud del misterio de Dios a todos los apóstoles y profetas: “Por esta causa yo, Pablo, soy el prisionero de Cristo Jesús por ustedes gentiles,  si ciertamente han escuchado del ministerio de la gracia de Dios que me fue dado por ustedes; cómo Él me hizo conocer por revelación el misterio (incluso como escribí brevemente antes, para que cuando lean esto, sean capaces de comprender mi entendimiento en el misterio de Cristo), el cual en otras generaciones no fue hecho conocido a los hijos de hombres, como ha sido ahora revelado a Sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu;…” (Efesios 3:1-5).

          Sin embargo, no fue sino hasta que el Nuevo Testamento fue completado y canonizado con el libro de Apocalipsis que las profecías del Antiguo Testamento podían ser desbloqueadas. El Antiguo Testamento es como un cofre sellado de un tesoro—conteniendo las “cosas ocultas” de Dios. El Nuevo Testamento es como una llave, la cual, cuando se complementa con el Espíritu Santo de Dios, desbloquea los secretos del misterio de Dios—Su propósito verdadero al crear a la humanidad a Su imagen y semejanza.

          Incluso con la Biblia completa—y hay billones de Biblias en el mundo hoy en día—uno no puede simplemente leerla, como quien lee cualquier otro libro, y esperar ganar más que un entendimiento superficial del misterio secreto de Dios. ¿Por qué? Porque si alguien lee la Palabra de Dios—pero si no Le cree, Lo ama y obedece—su mente es cegada automáticamente a la verdad contenida en las Escrituras. Juan explicó esto al citar Isaías: “Aunque Él había hecho demasiados milagros en su presencia, no creyeron en Él, para que la palabra de Isaías el profeta pudiera ser cumplida quien dijo, “Señor,  ¿Quién ha creído nuestro reporte? ¿Y a quién ha sido revelado el brazo del Señor? Por esta misma razón ellos no pudieron creer porque de nuevo Isaías dijo, “Él ha cegado sus ojos y endurecido sus corazones para que no vean con sus ojos ni entiendan con sus corazones, y sean convertidos, y yo los sane.” Isaías dijo estas cosas cuando vio Su gloria y habló concerniente a Él” (Juan 12:37-41).

          ¡Piense en eso! Los líderes religiosos judíos tenían la Palabra de Dios, el Antiguo Testamento. Vieron a Jesús en persona—el Mesías profetizado. Lo escucharon hablar y predicar el Evangelio y exponer las Escrituras. Sin embargo no podían entender lo que Jesús decía porque no Le creían en verdad a Dios, ni Lo amaban, ni guardaban Sus mandamientos. En vez, ellos guardaban sus propias tradiciones (Marcos 7:1-13; Salmo 111:10).

          Así, una verdad profunda es revelada: Cuando la gente no ama a Dios, ni Le cree, ni obedece, sino sigue las enseñanzas de hombres, le es imposible comprender el “misterio secreto” de Dios oculto en las Escrituras—¡aunque puedan claramente leerlas!

          Los sacerdotes y levitas eran los custodios de la Ley, de los Profetas y los Salmos. Sin embargo, incluso cuando el Mesías profetizado estuvo en presencia de ellos hablándoles, no podían comprender la verdad. En realidad, la verdad estaba oculta de ellos. Isaías describe tal ceguera espiritual:

          “¡Estén aturdidos y asombrados! ¡Cieguen sus ojos y sean ciegos! Ellos están borrachos, pero no con vino; tambalean, pero no por bebida fuerte, porque el SEÑOR ha derramado sobre ustedes el espíritu de sueño profundo, y ha cerrado sus ojos; Él ha cubierto a los profetas y a sus gobernantes, y a los videntes.

          “Y la visión de todos ha llegado a ser para ustedes como las palabras de un libro que esta sellado, el cual ellos dan a uno que es aprendido diciendo, “Por favor lee esto,” y él dice, “No puedo, porque está sellado.” Y el libro es entregado a quien no es aprendido, diciendo, “Por favor lee esto,” y él dice, “No soy aprendido.” Y el SEÑOR dijo, “Porque este pueblo se acerca a Mí con sus bocas, y con sus labios Me honran, pero su adoración de Mí es conforme a las tradiciones de hombres aprendidas por rutina, y su temor hacia Mi es enseñado por los mandamientos de hombres; por tanto, he aquí, procederé a hacer de nuevo una obra estupenda entre este pueblo, incluso una obra estupenda y una maravilla, porque la sabiduría de sus sabios morirá, y la sabiduría de sus inteligentes desaparecerá” (Isaías 29:9-14).

          Note ahora la acusación de Jesús a los líderes religiosos de Su día: ¿Por qué no entienden mi discurso? Porque no pueden soportar oír Mis palabras. Ustedes son de su padre el diablo, y la lujuria de su padre desean practicar. Él fue un asesino desde el principio, y no se ha estado en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla una mentira, está hablando de sí mismo; porque es un mentiroso, y el padre de ellas. Y porque Yo hablo la verdad, ustedes no me creen.

          “¿Quién de ustedes puede acusarme de pecado? Pero si hablo la verdad, ¿Porque no me creen? Aquel que es de Dios oye las palabras de Dios. Por esta razón no oyen, porque no son de Dios.” Entonces los judíos respondieron y le dijeron, “¿No estamos en lo cierto al decir que eres samaritano y tienes un demonio?

          “Jesús respondió, “Yo no tengo demonio. Sino honro a Mi Padre, y ustedes Me deshonran. Sin embargo no busco Mi propia gloria; hay Uno Quien busca y juzga. Verdaderamente, verdaderamente les digo, si cualquiera guarda Mis palabras, no verá muerte para siempre. ”” (Juan 8:43-51).

          ¡Hoy vemos exactamente la misma ceguera espiritual! Especialmente durante los festivos “cristianos” paganos y tradicionales de Halloween, navidad, Easter, etc. Así como los israelitas de lo antiguo, los “cristianos” de hoy halagan a Dios con sus palabras mientras en realidad hacen las obras de su padre espiritual—¡Satanás el diablo!

          Es por eso que a solo unos pocos—porque Dios los llama y abre sus mentes—les es dado el entendimiento del misterio de Dios. Ellos son los únicos que han respondido el llamado de Dios, se han arrepentido, bautizado y recibido el Espíritu Santo de Dios—porque aman a Dios el Padre y Jesucristo y, con fe verdadera, guardan los mandamientos de Dios (Hechos 5:32; Apocalipsis 14:12).

          Cuando Pablo escribió a los Corintios, les recordó de estas realidades espirituales fundamentales: “Porque ustedes ven su llamado, hermanos, que no hay muchos que sean sabios de acuerdo a la carne, no muchos que sean poderosos, no muchos que sean de alta alcurnia entre ustedes. Antes bien, Dios ha escogido las cosas tontas del mundo, para que Él pudiera avergonzar a aquellos quienes son sabios; y Dios ha escogido las cosas débiles del mundo para que Él pudiera avergonzar las cosas fuertes. Y lo vil del mundo, y lo despreciado ha escogido Dios—incluso las cosas que son contadas como nada—para que Él pudiera llevar a nada las cosas que son; para que ninguna carne pudiera gloriarse en Su presencia. Pero ustedes son de Él [Dios el Padre] en Cristo Jesús, Quien fue hecho sabiduría de Dios para nosotros—incluso justicia, y santificación, y redención; de modo que, como está escrito, “El que se gloria, gloríese en el Señor”” (I Corintios 1:26-31).

          Debido a que los Corintios se estaban inflando y siendo arrogantes acerca de su estado espiritual, Pablo también tuvo que dejar claro que, como seres humanos, no tenemos nada, físico o espiritual, que no recibimos de Dios: “Porque ¿qué los hace superiores a otros? Y ¿qué tienen que no recibieron? Pero si también lo recibieron, ¿por qué se glorían como si no lo hubieran recibido?” (I Corintios 4:7).

          En otra ocasión, cuando Pablo dio testimonio a los grandes filósofos griegos de Atenas, él proclamó que sus dioses, devociones e ídolos no tenían nada que ver con el verdadero Dios, el Creador real de los cielos y la tierra. Hoy, esto será como pararse ante el papa en Roma y todo su colegio de cardenales y anunciarles que la Catedral de San Pedro—con todos sus ídolos, obras de arte, oro y plata—no es sino vanidad y ¡nada tiene que ver con el Dios verdadero! Note: “Entonces Pablo se paró en el centro de la colina de Marte y dijo, “Hombres, atenienses, percibo que en todas las cosas son muy reverentes a deidades; porque mientras estaba pasando a través y observando los objetos de su veneración, encontré también un altar sobre el cual estaba inscrito, “A un Dios desconocido.”

          “Así entonces, a Él a Quien ustedes adoran en ignorancia es Aquel que les proclamo. Él es el Dios que hizo el mundo y todas las cosas que están en el. Siendo el Señor del cielo y la tierra, no vive en templos hechos por manos; ni es servido por las manos de hombres, como si necesitara algo, porque Él da a todos vida y aliento y todas las cosas.

          “Y Él hizo de una sangre todas las naciones de hombres para habitar sobre toda la faz de la tierra, habiendo determinado de antemano sus tiempos señalados y los límites de sus habitaciones; para que pudieran buscar al Señor, si tal vez pudieran palpar tras Él y pudieran encontrarlo; aunque verdaderamente, Él no está lejos de cada uno de nosotros, porque en Él vivimos y nos movemos y tenemos nuestro ser;…” (Hechos 17:22-28).

          ¡Todo lo que existe viene de Dios! Y solo Dios puede revelar el conocimiento de Su misterio secreto, el cual contiene las “cosas profundas” de Dios. Pablo explica cómo podemos comprender estas “cosas profundas,” las cuales el mundo no puede recibir: “Y mi mensaje y mi predicación no fue en palabras persuasivas de sabiduría humana; más bien, fue en demostración del Espíritu y de poder; para que su fe pudiera no ser en la sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios.

          “Ahora nosotros hablamos sabiduría entre los maduros espiritualmente; sin embargo, no es la sabiduría de este mundo, ni de los gobernadores de este mundo, quienes están llegando a nada. Más bien, hablamos la sabiduría de Dios en un misterio, incluso la sabiduría escondida que Dios pre-ordenó antes de los siglos hacia nuestra gloria la cual ninguno de los gobernadores de este mundo ha conocidoPero de acuerdo a como está escrito, “El ojo no ha visto, ni el oído ha oído, ni han entrado al corazón del hombre, las cosas que Dios ha preparado para aquellos que lo aman.” Pero Dios nos las ha revelado por Su Espíritu, porque el Espíritu examina todas las cosas—incluso las cosas profundas de Dios.

          “Porque ¿Quién entre los hombres entiende las cosas del hombre excepto por el espíritu del hombre el cual está en él? En la misma manera también, nadie entiende las cosas de Dios excepto por el Espíritu de Dios. Entonces no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que es de Dios, para que pudiéramos saber las cosas graciablemente dadas a nosotros por Dios; tales cosas también hablamos, no en palabras enseñadas por sabiduría humana, sino en palabras enseñadas por el Espíritu Santo para comunicar cosas espirituales por medios espirituales. Pero el hombre natural no recibe las cosas del Espíritu de Dios; porque son tonterías para él, y no puede entenderlas porque son discernidas espiritualmente” (I Corintios 2:4-14).

          Es por eso que incluso hoy, la vasta mayoría de la gente no tiene la más mínima idea de ¡porque nacieron! Porque Dios solo revela las “cosas profundas” de Su misterio a aquellos “llamados y escogidos” a través de Su Espíritu Santo y Su Palabra ¡por Jesucristo!

          Sin embargo, este nuevo libro está escrito en tal forma que ayudará a aquellos que lo reciban a comenzar a entender, por primera vez en sus vidas, ¡porque nacieron! Entones, si están deseosos de creerle a Dios, arrepentirse, ser bautizados, recibir el Espíritu Santo y guardar Sus mandamientos, pueden también llegar a ser los propios hijos de Dios el Padre. Para los hermanos de Dios, este libro nos inspirará a apreciar más plenamente la grandeza de la creación de Dios de la humanidad. Esta es la razón para nuestro llamado—llegar a ser ¡los hijos e hijas espirituales e inmortales de Dios el Padre!

          La ilegalidad será multiplicada: En el mundo hoy en día, la ilegalidad está abundando exactamente como dijo Jesús que sería. El apóstol Juan claramente define ilegalidad para nosotros en I Juan 3:4. La Reina Valera lo traduce de esta forma: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley.” Sin embargo, el griego en realidad indica una aplicación mucho más amplia: “Todo aquel que practica pecado está también practicando ilegalidad, pues pecado es ilegalidad.” Esta traducción demuestra el significado real de “ilegalidad”—griego anomia. Esta palabra tiene un significado amplio, que va desde rebelión total y anarquía a santurronería, prácticas religiosas que suenan compasivas que aparentan “bien” pero en realidad son maldad. Hay, sin embargo, otra forma de ilegalidad: Los hombres han modificado o rechazado algunas o todas las leyes y mandamientos de Dios, sustituyendo la Palabra de Dios con tradiciones humanamente ideadas que son en realidad contrarias a la Biblia—¡esto también es ilegalidad!

          En la epístola de Pablo a los Romanos, él muestra que la ilegalidad desarrolla una forma de vida que degenera a más y más pecado. Todo esto comienza con rechazar a Dios. “Ciertamente, la ira de Dios es revelada desde el cielo sobre toda impiedad e injusticia de los hombres que suprimen la verdad en injusticia; porque eso que puede ser conocido de Dios es manifiesto entre ellos, porque Dios se los ha manifestado; Porque las cosas invisibles de Él son percibidas desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que fueron hechas—Su eterno poder y Divinidad—de modo que no tienen excusa.

          “Porque cuando conocieron a Dios, no lo glorificaron como Dios, ni fueron agradecidos; sino que se hicieron vanos en sus propios razonamientos, y sus tontos corazones fueron oscurecidos. Mientras profesaban a sí mismos ser los sabios, se hicieron tontos Y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en la semejanza de una imagen de hombre corruptible, y de aves, y criaturas de cuatro patas, y cosas rastreras.

          “Por esta causa, Dios también los abandonó a la inmundicia a través de la lujuria de sus corazones, para deshonrar sus propios cuerpos entre ellos mismos, quienes intercambiaron la verdad de Dios por la mentira; y adoraron y sirvieron a las cosas creadas más que Aquel que es el Creador, Quien es bendito por los siglos. Amen” (Romanos 1:18-25).

          Así es como mucha gente llega a practicar ilegalidad como una forma de vida. Empiezan al rechazar la realidad que Dios existe—negando la evidencia—y pronto retroceden a una moral depravada e ilegalidad. Mientras profesan ser ellos mismos sabios e iluminados, llegan a ser ¡tontos! Jesús describe la ilegalidad de rebelión y anarquía que consume todo en su camino—justo como estamos atestiguando en el mundo: “Y mientras Él se estaba sentando en el Monte de los Olivos, Sus discípulos vinieron a Él solo, diciendo, “Dinos, ¿Cuándo serán estas cosas? Y ¿Cuál será la señal de Tu venida, y de la terminación de la era?” Entonces Jesús respondió y les dijo, “Estén en guardia, para que nadie los engañe. Porque muchos vendrán en Mi nombre, diciendo, ‘Yo soy el Cristo’; y engañarán a muchos.

          Y oirán de guerras y rumores de guerras. Miren que no dejen que estas cosas los perturben. Porque es necesario que todas estas cosas tengan lugar, pero el fin no es aún Porque nación se levantará contra nación, y reino contra reino; y habrá hambres y pestilencias y terremotos en diferentes lugares. Ahora, todas estas cosas son el comienzo de dolores.

          Entonces los entregarán a aflicción, y los matarán; y serán odiados por todas las naciones por amor a Mi nombre. Y entonces muchos serán dirigidos al pecado, y se traicionarán unos a otros, y se odiarán unos a otros; y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos.

          “Y porque la ilegalidad será multiplicada, el amor de muchos se enfriará. Pero el que perdure hasta el fin, ese será salvo. Y este evangelio del reino será proclamado en todo el mundo para testimonio a todas las naciones; y luego vendrá el fin” (Mateo 24:3-14).

          Podemos ver que estos eventos que Jesús profetizó están teniendo lugar hoy en día, simultáneamente, en diferentes partes del mundo. De hecho, Mateo 24 parece nuestro ¡noticiero diario! El ataque terrorista islámico de hace dos semanas en San Bernardino, California, es un buen ejemplo. El año pasado ha habido un incrementado número de ataques terroristas en USA y Europa, así como en otros lugares (sin mencionar las continuas guerras en el medio oriente). Estos ataques terroristas son actos de hombres depravados e ilegales llenos de ¡odio satánico, crueldad y viciosidad! ¿Cómo puede el islam ser considerado una “religión de paz”?

          ¿Cómo podemos hacer frente a esto como pueblo de Dios? Debemos mantener en la frente de nuestras mentes y corazones la promesa y esperanza de nuestro llamado—llegar a ser los hijos e hijas espirituales e inmortales de Dios el Padre. Si lo hacemos, no seremos agobiados con ansiedad o llegar a estar deprimidos a causa de lo que vemos tener lugar en el mundo. Recuerde, Dios nos ha llamado a servir con Cristo—para ayudar a salvar al mundo cuando Él traiga el Reino de Dios a la tierra. En aquel tiempo reinaremos con Él y ¡traeremos verdadera paz a este mundo enfermo de pecado! Note lo que escribe Pablo: “Porque tantos como son guiados por el Espíritu de Dios, esos son los hijos de Dios. Ahora, ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud otra vez hacia temor, sino han recibido el Espíritu de filiación, por el cual gritamos, “Abba, Padre.” El Espíritu mismo da testimonio conjuntamente con nuestro propio espíritu, testificando que somos hijos de Dios. Entonces si somos hijos, somos también herederos—verdaderamente, herederos de Dios y coherederos con Cristo—si ciertamente sufrimos junto con Él, para poder también ser glorificados junto con Él.

          “Porque considero que los sufrimientos del tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que será revelada en nosotros. Porque la más sincera expectativa de la creación misma está esperando la manifestación de los hijos de Dios; porque la creación fue sujeta a vanidad, no voluntariamente, sino por razón de Quien la sujetó en esperanza, para que la creación misma pudiera ser librada de la esclavitud de corrupción hacia la libertad de la gloria de los hijos de Dios” (Romanos 8:14-21).

          ¡Este es nuestro destino! ¡Mantengamos esto en nuestros corazones y mentes!

          Hermanos, nuevamente, gracias por todas sus oraciones, amor y ánimo. Es solo con Dios el Padre y Jesucristo obrando y a través de cada uno de nosotros que somos capaces de alimentar a los hermanos con la verdad de Dios. También, trabajando juntos, todos tenemos parte en predicar el Evangelio al mundo. Verdaderamente les damos gracias por sus diezmos y ofrendas que tan agraciadamente dan. Siempre mantenemos en mente que los diezmos y ofrendas es lo que Dios provee, y nos esforzamos para estirar cada centavo tanto como sea posible con Su guianza y bendición. Continuamos orando por ustedes diariamente que Dios los bendiga con Su amor, Su sanidad y la fortaleza de Su Santo Espíritu. Oramos también que Sus ángeles velen por ustedes y los protejan. Pueda Dios continuar bendiciéndolos en todo lo que hagan.

         

Con amor en Cristo Jesús,

 

 

 

Fred R. Coulter

FRC

 
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