Restaurando el cristianismo original—¡para hoy!
Iglesia de Dios Cristiana
y Bíblica
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Fred R. Coulter
Ministro
Marzo 25, 2020
Queridos hermanos,
Todo el mundo está enfrentando ahora una
crisis desesperada—el coronavirus pandémico. Este enemigo invisible de rápida
propagación está causando mucha angustia. Originado en Wuhan, China, “COVID-19”
se ha propagado ahora a 140 países, golpeando a cientos de miles; decenas de
miles han muerto.
Sin embargo Jesús nos advirtió que en el
tiempo del fin, llevando a la Gran Tribulación, enfrentaríamos tales tiempos de
problemas, angustia y muerte. Cuando estos lleguen, necesitamos acercarnos a
Dios el Padre y a Jesucristo en verdadero compañerismo, confiando en el poder y
las promesas de Dios.
Con esto en mente, tenemos un mensaje
inspirador especial titulado Compañerismo verdadero con Dios y la
grandeza de Su llamado. El propósito es ayudarle a entender cuan
verdaderamente asombroso es Su llamado. En verdad, mientras vivimos a través de
esto, y cualquier crisis futura, necesitamos enfocar nuestras mentes y
corazones en el plan magnifico y el propósito de Dios—y nuestra parte en ese
plan. Dios nos ha dado las arras del Espíritu Santo de modo que cuando Jesús
regrese seamos resucitados y recibamos vida eterna como seres espirituales—¡hijos
e hijas de Dios el Padre!
El rey David—un ejemplo de confianza y fe
piadosa:
David
fue un hombre con un corazón como el de Dios porque confiaba en Dios en todo
tiempo, especialmente en tiempos de problema—incluso en la guerra: “El SEÑOR es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El SEÑOR
es la fortaleza de mi vida; ¿de quién estaré asustado? Cuando el malvado, mis enemigos y mis perseguidores,
vinieron sobre mí para comer mi carne, ellos tropezaron y cayeron. Aunque un
ejército acampe contra mí, mi corazón no estará asustado; aunque guerra
se levante contra mí, incluso entonces estaré confiado” (Salmo 27:1-3).
David mantuvo su mente en la esperanza de su llamado,
deseándolo con todo su corazón—para estar con el Señor y alcanzar el Reino de
Dios: “Una cosa he deseado del SEÑOR, que buscaré:
que pueda vivir en la casa del SEÑOR todos los días de mi vida, para observar
la belleza del SEÑOR y para preguntar en Su templo, porque en el tiempo del problema Él me esconderá en Su
pabellón, en el lugar secreto de Su
tabernáculo Él me esconderá; Él me pondrá sobre una roca. Y ahora mi cabeza
será levantada sobre mis enemigos alrededor mío; por tanto ofreceré sacrificios
con gritos de alegría en Su tabernáculo. Cantaré; sí, cantaré alabanzas hacia
el SEÑOR. Oye, Oh SEÑOR, cuando grito con mi
voz; y se graciable hacia mí y respóndeme” (versos 4-7).
A causa de su fe y confianza, Dios le ayudó a
David. Note como David buscaba a Dios con todo su ser: “Oh, Dios, Tú eres mi Dios, ¡fervientemente Te buscaré! Mi alma está
sedienta por Ti. Mi carne anhela por Ti, como en una tierra seca y sedienta
donde no hay agua, para ver Tu poder y Tu gloria—como Te he visto en el santuario. Porque Tu misericordia es mejor que la vida, mis
labios Te alabarán. Así Te bendeciré en tanto
que viva; levantaré mis manos en Tu nombre.… Porque
Tú has sido mi ayuda, por tanto en la sombra de Tus alas me alegraré. Mi alma sigue duro tras de Ti; Tu mano derecha me sostiene”
(Salmo. 63:1-4, 7-8).
Así es como necesitamos confiar en Dios para
que también podamos recibir ayuda y fortaleza en tiempos de problema: “Pero la salvación de los justos es del SEÑOR; Él es su
fortaleza en el tiempo del problema. Y
el SEÑOR los ayudará y los librará; Él los librará de los malvados, y los
salvará porque toman refugio en Él” (Salmo 37:39-40).
Incluso en tiempos serios y desesperados,
podemos reclamar
las promesas de protección de Dios. Él tendrá Sus ángeles velando por nosotros
y guardándonos de problemas. “El que vive en el lugar
secreto del Altísimo permanecerá bajo la sombra del Todopoderoso. Diré del SEÑOR, “Él es mi refugio y mi fortaleza, mi
Dios, en Quien confiaré.” Ciertamente Él
te librará de la trampa del cazador de aves y de la pestilencia destructora.
“Te cubrirá con Sus plumas, y bajo Sus alas tendrás refugio.
Su verdad será tu escudo y defensa. No estarás
asustado del terror nocturno, ni por la flecha que vuele de día, ni por la plaga que camine en oscuridad, ni por la
destrucción arrasando al mediodía. Mil
pueden caer a tu lado y diez mil a tu mano derecha; no vendrá cerca a ti.
Únicamente con tus ojos observarás y verás la
recompensa del malvado. Porque has hecho al
SEÑOR, Quien es mi refugio, incluso al Altísimo, tu habitación. Ningún mal te acontecerá, ni ninguna plaga vendrá cerca a
tu vivienda, porque Él dará a Sus
ángeles encargo sobre ti para guardarte en todos tus caminos. Ellos te sostendrán en sus manos, no sea que tropieces tu
pie contra una piedra. Pisarás sobre el león y el
áspid, el león joven y el chacal pisotearás. “Porque ha colocado su amor sobre Mí, [debemos colocar nuestro
amor sobre Dios] por tanto lo libraré; lo colocaré en
alto porque ha conocido Mi nombre. Me invocará,
y Yo le responderé; estaré con él en el problema; lo libraré, y
honraré. Con larga vida lo saciaré, [vida
eterna] y le mostraré Mi salvación”” (Salmo 91:1-16).
Cuando confiamos en Dios, y lo amamos y
seguimos, Él nos guiará y nos enseñará Su verdad: “A
Ti, Oh SEÑOR, elevo mi alma. Oh mi Dios, confío
en Ti; no me dejes ser avergonzado, no dejes que mis enemigos triunfen
sobre mí. Sí, no dejes que cualquiera
que espera en Ti sea avergonzado; sean avergonzados quienes negocian
traicioneramente sin causa. Muéstrame Tus
caminos, Oh SEÑOR; enséñame Tus sendas. Guíame
en Tu verdad y enséñame, porque Tú eres el Dios de mi salvación; en Ti espero durante todo el día. Recuerda, Oh SEÑOR, Tus tiernas misericordias y Tu bondad,
porque ellas han estado desde la antigüedad. No recuerdes los pecados de mi juventud, ni mis
transgresiones; de acuerdo a Tu misericordia recuérdame por amor a Tu bondad,
Oh SEÑOR. Bueno y recto es el SEÑOR; por
tanto Él enseñará a pecadores en el camino. Al manso Él guiará en juicio; y al manso Él enseñará Su
camino. Todos los caminos del SEÑOR son
misericordia y verdad para aquellos que guardan Su pacto y Sus testimonios”
(Salmo 25:1-10). Y nuevamente, “El SEÑOR es mi fuerza
y mi escudo; mi corazón confió en Él y soy ayudado. Por lo tanto mi corazón se
regocija grandemente, y con mi cántico le alabaré. El SEÑOR es su fuerza, y Él es la fuerza salvadora de Su
ungido” (Salmo 28:7-8).
Aquí
está la promesa personal de Jesús que Él siempre estará con nosotros: “Él ha dicho, “En ninguna forma los dejaré jamás; no—nunca
los abandonaré en ninguna forma.” Así
entonces, digamos valientemente, “El Señor es mi ayudante, y no
temeré, ¿qué puede hacerme el hombre?” ” (Hebreos 13:5-6).
El
apóstol Pedro escribe, “Por esta razón, hermanos, sean
aún más diligentes para hacer su llamado y elección seguros; porque si
están haciendo estas cosas, nunca caerán en ningún momento. Porque en esta
forma, les será ricamente concedida una entrada en el reino eterno de nuestro
Señor y Salvador, Jesucristo” (II Pedro 1:10-11).
Con amor en Cristo Jesús,
Fred R. Coulter
FRC