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Restoring Original Christianity—for Today

Restaurando el cristianismo original—¡para hoy! 

Iglesia de Dios Cristiana y Bíblica

P.O. Box 1442

Hollister, California 95024-1442

(831) 637-1875

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afaithfulversion.org • theoriginalbiblerestored.org

Fred R. Coulter

Ministro

 

Agosto 19, 2020

 

Queridos hermanos.

 

 

          Con tantas cosas ocurriendo en el mundo es fácil enfocarse en los problemas y llegar a estar desanimados. Podemos empezar a descuidar la oración y el estudio. Pero necesitamos mantener nuestras mentes en nuestro llamado y en la meta del Reino de Dios por venir.

          En la página principal del sitio web laVerdaddeDios.org, tenemos la siguiente declaración de quienes somos y lo que estamos haciendo: “Estamos dedicados a restaurar el Cristianismo original basado en el verdadero Evangelio como fue revelado y enseñado por Jesucristo y Sus apóstoles; y está preservado en el Nuevo Testamento respirado por Dios.  Por tanto, somos Escrituralistas. Creemos y practicamos la Palabra de Dios, como está inspirada y preservada en la Santa Biblia—Antiguo y Nuevo Testamento. Seguimos estrictamente la Biblia y recapturamos el significado exacto de las Escrituras al comparar verso con verso (Isaías 28:10) mientras “probamos todas las cosas”. Como dijo Jesús, debemos “vivir por cada palabra que procede fuera de la boca de Dios.””

          También dejamos claro que no aceptamos, enseñamos o practicamos tradición alguna de hombres, sin importar sus reclamos—sea del judaísmo, catolicismo o protestantismo. El grito de batalla fundacional del protestantismo original, sola scriptura, que significa “las Escrituras y solo las Escrituras,” hace mucho ha sido olvidado o ignorado por los protestantes—y rechazado por los católicos. Como resultado, todo el cristianismo mundano se ha desviado y ahora esta meramente practicando tradiciones paganas “cristianizadas”, enseñanzas y filosofías de hombres. Hoy vemos los resultados de casi 2,000 años del cristianismo falso de Satanás que comenzó hacia el final del primer siglo DC.

          En el tiempo llevando a la destrucción de Jerusalén y el Templo en el 70 dC, la subversión de las iglesias de Dios por ministros falsos con enseñanzas falsas estaba ganando momento. En su urgente epístola, el apóstol Judas, el hermano de Jesús, sonó la alarma que una apostasía insidiosa estaba ganando poder: “Amados, cuando estaba personalmente ejerciendo toda mi diligencia para escribirles concerniente a la común salvación, fui impulsado a escribirles, exhortándolos a pelear fervientemente por la fe, la cual una vez por todo tiempo ha sido entregada a los santos. Porque ciertos hombres se han deslizado sigilosamente, aquellos de quienes hace tiempo ha sido escrito, condenándolos a este juicio. Ellos son hombres impíos, quienes están pervirtiendo la gracia de nuestro Dios, convirtiéndola en libertinaje, y están negando personalmente al único Señor Dios y a nuestro Señor Jesucristo” (Judas 3-4).

          La misión de la Iglesia de Dios Cristiana y Bíblica es comprometerse fielmente a restaurar el Cristianismo original—para hoy. Esto incluye un regreso a la adoración de Dios autentica en espíritu y en verdad—predicada sobre una relación personal con Dios profunda. Para este fin, nuestros sitios web ofrecen estudios en video y audio sobre un amplio rango de temas—todos diseñados para ayudarles a los creyentes a llegar al entendimiento pleno de las enseñanzas fundamentales de la Biblia y del Cristianismo apostólico fundado por Jesucristo.

          En otras páginas web, las personas pueden adquirir La Santa Biblia en Su orden original impresa o para descargarla a su teléfono, tableta o computador (visite theholybibleinitsoriginalorder.org y afaithfulversion.org). Este año tendremos más de 4 millones de personas usando estos sitios—y está constantemente creciendo.

          Estos sitios están diseñados de modo que los estudiantes de la Biblia pueden progresar desde las enseñanzas básicas hasta estudios más avanzados y detallados. Tenemos estudios profundos, verso a verso de casi todos los libros del Nuevo Testamento. Además tenemos numerosos mensajes explicando la profecía Bíblica para el tiempo del fin. Todos los temas están enlazados de modo que puede entrar en cualquier nivel de estudio y moverse con facilidad de un tema a otro. Nuestros sitios están expandiéndose rápidamente, con nuevo material adicionado cada semana.

          Hemos tenido el tema Restaurando el Cristianismo original—¡para hoy! por casi 12 años. Esto inmediatamente le dice a la gente exactamente lo que estamos haciendo. Al enfatizar la Palabra de Dios—y nada más sino la Palabra de Dios—mucha gente estará acercándose a una restauración del Cristianismo verdadero en estos tiempos del fin. Así como en la política, la gente está cansada de las mismas viejas enseñanzas e hipocresía del cristianismo moderno. En verdad, mucha gente hoy en día está buscando al verdadero Dios y al verdadero Jesucristo.

          No solo estamos alimentando el rebaño de Dios—al enseñar y preparar a la Iglesia para el regreso de Cristo y el Reino de Dios—sino también estamos predicando el Evangelio al mundo: “Entonces los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña en la cual Jesús les había señalado para reunirse con Él. Y cuando lo vieron, lo adoraron; pero algunos dudaban. Y Jesús vino y les habló, diciendo, ‘Toda autoridad en el cielo y sobre la tierra Me ha sido dada a Mí. Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones, bautizándolos dentro del nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles a observar todas las cosas que les he mandado. Y he aquí, Yo estoy con ustedes siempre, incluso hasta la terminación de los siglos.” Amén” (Mateo 28:16-20).

          Después que Jesús ascendió al trono de Dios para presentarse como el sacrificio perfecto por los pecados del mundo, Él se apareció después aquel mismo día a los discípulos. Entonces Él abrió sus mentes para entender las Escrituras y les explicó cómo predicar el Evangelio al mundo: “Y les dijo, “Estas son las palabras que les hablé cuando estaba aun con ustedes, que todas las cosas que fueron escritas concerniente a Mí en la Ley de Moisés y en los Profetas y en los Salmos deben ser cumplidas.” Entonces les abrió sus mentes para entender las Escrituras, y les dijo, “De acuerdo a como está escrito, era necesario para el Cristo sufrir, y resucitar de los muertos al tercer día. Y en Su nombre, arrepentimiento y remisión de pecados deberían ser predicados a todas las naciones, comenzando en Jerusalén. Porque ustedes son testigos de estas cosas.” (Lucas 24:44-48).

          En el día 40 después de la resurrección de Jesús, Él se apareció a los apóstoles por última vez. En este día trascendental, Él expandió aún más la misión de predicar el Evangelio al mundo: “Así entonces, cuando estaban reunidos, le preguntaron, diciendo, “Señor, ¿restaurarás el reino de Israel en este tiempo?” Y Él les dijo, “No es para ustedes saber los tiempos o las temporadas, las cuales el Padre ha establecido en Su propia autoridad; pero ustedes mismos recibirán poder cuando el Espíritu Santo haya venido sobre ustedes, y serán Mis testigos, en Jerusalén y en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.”” (Hechos 1:6-8).

          La última frase, “hasta los confines de la tierra,” es claramente una profecía para toda la Iglesia de Dios desde aquel tiempo hasta el regreso de Jesús. Para cuando los apóstoles murieron, obviamente ellos no habían ido hasta los “confines de la tierra” con el Evangelio—ni entendían que esto sería casi 2,000 años más antes que Cristo regresara. Pero a través de la publicación de la Biblia, el Evangelio ha alcanzado, a través de los escritos de los apóstoles, los “confines de la tierra.” Jesús profetizó que el Evangelio, la Palabra de Dios sería publicada en todo el mundo antes que el fin viniera: “...pero el fin no es aun.Y el Evangelio debe primero ser publicado entre todas las naciones” (Marcos 13:7, 10).

          Cuando enlazamos estas Escrituras, entendemos que lo que Jesús ordenó fue, de hecho, una misión duradera para las iglesias de Dios hasta que Él regrese. Mi oración continua es que todos los hermanos y ministros en todas las variadas iglesias de Dios se rindan a Dios el Padre y a Jesucristo y fielmente lleven a cabo aquellos mandamientos,

          Jesús comenzó Su ministerio en Galilea al “proclamar el Evangelio del reino de Dios, y decir, El tiempo ha sido cumplido, y el reino de Dios está cerca a la mano; arrepiéntanse, y crean en el evangelio” (Marcos 1:14-15). El mensaje de los cuatro registros de los Evangelios definen a la iglesia lo que debería ser predicado y enseñado.

          Cada uno de nosotros tiene una parte en predicar el Evangelio al ser una “luz para el mundo”—así como por nuestra participación como parte de la iglesia de Dios. Jesús prometió, “Y este evangelio del reino será proclamado en todo el mundo para testimonio a todas las naciones; y luego vendrá el fin” (Mateo 24:14). En años recientes, muchos ministros y hermanos, sin entender lo que estaba pasando en las iglesias de Dios, han pensado que esta advertencia sería dejada para hacer a los “dos testigos.” Mientras es cierto que ellos tendrán un trabajo tremendo, nunca deberíamos asumir que podemos sentarnos y descansar sin predicar el Evangelio—dejándolo a los “dos testigos.” Hacerlo así sería una gran negligencia de nuestro deber delante de Dios.

          El apóstol Pablo entendió que él tenía una responsabilidad dada por Dios para predicar el Evangelio, como lo explicó a los corintios: “Porque aunque predico el evangelio, no hay razón para mí de jactarme porque una obligación ha sido puesta sobre mí. Y ¡ahí de mí, si no predico el evangelio! Porque si hago esto voluntariamente, tengo una recompensa; pero si hago esto contra mi voluntad, he sido confiado con un ministerio” (I Corintios 9:16-17).

          Pablo también entendió que su ministerio era una mayordomía—una confianza sagrada dada a él por Dios: “Así entonces, cada hombre considérenos como ministros de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Más allá de eso, es requerido de los administradores que uno sea encontrado fiel” (I Corintios 4:1-2).

          Todos nosotros necesitamos ver nuestro llamado en la misma manera—una mayordomía, un llamado de fidelidad—porque Dios el Padre y Jesucristo han escogido personalmente habitar en nosotros a través del poder del Espíritu Santo: “Aquel que tiene Mis mandamientos, y los está guardando, ese es quien Me ama; y quien Me ama será amado por Mi Padre, y Yo lo amaré, y Me manifestaré Yo mismo a él.”

          “Judas (no Iscariote) le dijo, “Señor, ¿qué ha pasado que estas a punto de manifestarte a nosotros, y no al mundo?”

          “Jesús respondió y le dijo, “Si alguno Me ama, guardará Mi palabra; y Mi Padre lo amará, y Nosotros vendremos a él, y haremos Nuestra morada [lugar de morada] con él. Aquel que no Me ama, no guarda Mis palabras; y la palabra que ustedes oyen no es Mía, sino del Padre, Quien Me envió” (Juan 14:21-24).

          Por tanto, mientras vivamos en el mundo, no somos del mundo. Este hecho es especialmente evidente durante las épocas de fiestas del falso cristianismo. No debemos ser partícipes de los caminos y religiones del mundo. Pablo advirtió de esto: “No se unan desigualmente con incrédulos. Porque ¿qué tienen en común la justicia y la ilegalidad? Y ¿qué compañerismo tiene la luz con la oscuridad? Y ¿qué unión tiene Cristo con Belial? O ¿qué parte tiene un creyente con un incrédulo? Y ¿qué acuerdo hay entre un templo de Dios y los ídolos? Porque ustedes son un  templo del Dios vivo, exactamente como dijo Dios: “Viviré en ellos y caminaré en ellos; y seré su Dios, y ellos serán Mi pueblo. Por tanto, salgan de en medio de ellos y sepárense,” dice el Señor, “y no toquen lo impuro, y Yo los recibiré;  y seré un Padre para ustedes, y ustedes serán Mis hijos e hijas,” dice el Señor Todopoderoso.Ahora entonces, amados, ya que tenemos estas promesas, deberíamos limpiarnos nosotros mismos de toda profanación de la carne y el espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (II Corintios 6:14-18; 7:1).

          Por tanto, necesitamos ser fieles porque hemos sido llamados a vida eterna, a ser una parte de la Familia de Dios—llegar a ser seres espirituales inmortales al regreso de Cristo a través de la primera resurrección. Siempre recuerde, Jesús nos ama—¡Él murió por nosotros! El Padre nos ama—y responde nuestras oraciones. Es por esto que debemos orar directamente a Dios el Padre, como dijo Jesús, “...ustedes pedirán en Mi nombre; y no les digo que rogaré al Padre por ustedes, porque el Padre mismo los ama, [y por tanto los escucha] porque ustedes Me han amado, y han creído que salí de Dios” (Juan 16:26-27).

          Note nuevamente como Juan enfatizó el fantástico amor de Dios hacia nosotros: “¡He aquí! ¡Qué glorioso amor nos ha dado el Padre, que deberíamos ser llamados los hijos de Dios! Por esta misma razón, el mundo no nos conoce porque no lo conoció a Él. Amados, ahora somos los hijos de Dios, y no ha sido revelado aun lo que seremos; pero sabemos que cuando Él sea manifestado, seremos como Él, porque lo veremos exactamente como Él es. Y todo el que tiene esta esperanza en Él se purifica a sí mismo, incluso como Él es puro” (I Juan 3:1-3).

          Todo esto es por el amor de Dios—Su amor por nosotros primero—como también escribió Juan: “Porque Dios amó tanto al mundo, que dio Su único Hijo engendrado, para que todo el que crea en Él no pueda perecer, sino pueda tener vida eterna” (Juan 3:16).

          Para recibir vida eterna, debemos ir a Dios en Sus términos. No vamos a Dios en nuestros términos. Entre más vivimos con el Espíritu de Dios en nosotros, emparejado con la oración diaria continua y el estudio de la Palabra de Dios, crecemos en el amor de Dios y crecemos en nuestro entendimiento del profundo amor de Dios por nosotros. Juan entendió esto más que los otros apóstoles porque él fue a quien Jesús particularmente amaba. Es por eso que su Evangelio y Epístolas nos enseñan más del amor de Dios que cualquier otro libro en la Biblia. Explicando más el amor de Dios por nosotros, Juan escribió: “En esta manera el amor de Dios fue manifestado hacia nosotros: que Dios envió Su único Hijo engendrado al mundo, para que pudiéramos vivir a través de Él.  En este acto está el amor—no que nosotros amamos a Dios; sino, que Él nos amó y envió a Su Hijo para ser la propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos amó tanto, nosotros también estamos obligados a amarnos unos a otros. Nadie ha visto a Dios en ningún momento. Aun así, si nos amamos unos a otros, Dios vive en nosotros, y Su propio amor es perfeccionado en nosotros. Por este estándar sabemos que estamos viviendo en Él, y Él está viviendo en nosotros: por Su propio Espíritu, el cual nos ha dado.Y hemos conocido y hemos creído el amor que Dios tiene hacia nosotros. Dios es amor, y aquel que vive en amor está viviendo en Dios, y Dios en él.

          “Por esta relación espiritual, el amor de Dios es perfeccionado dentro de nosotros, para que podamos tener confianza en el día de juicio porque incluso como Él es, así también somos nosotros en este mundo. No hay temor en el amor de Dios; sino, el amor perfecto echa fuera el temor porque el temor tiene tormento. Y aquel que teme no ha sido perfeccionado en el amor de Dios. Nosotros lo amamos porque Él nos amó primero” (I Juan 4:9-13, 16-19).

          El amor de Dios es más que emoción, aunque emociones están involucradas. A través del Espíritu Santo, nuestro amor de Dios es dinámico, produciendo fruto. El amor de Dios en nosotros es perfeccionado por el camino de vida del Dios vivo. Jesús dijo, “Si Me aman, guarden los mandamientos—a saber, Mis mandamientos” (Juan 14:15). Juan confirmó esto cuando escribió, “Por este estándar sabemos que amamos a los hijos de Dios: cuando amamos a Dios y guardamos Sus mandamientos. Porque este es el amor de Dios: que guardemos Sus mandamientos; y Sus mandamientos no son pesados” (I Juan 5:2-3).

          Debido a que engañadores habían infiltrado las iglesias de Dios en su tiempo con falsas doctrinas y enseñanzas del anticristo, los escritos de Juan son centrales para nosotros hoy al restaurar el Cristianismo original. En la corta epístola de II Juan, encontramos verificación de que el amor de Dios, la observancia de los mandamientos, y verdad van mano a mano y son llaves espirituales vitales.

          Es por eso que necesitamos estar profundamente enraizados en la Palabra de Dios y el amor de Dios. Note lo que escribió Juan: “Me alegro sobremanera de que he encontrado entre sus hijos aquellos que están caminando en verdad, exactamente como recibimos mandamiento del Padre. Y ahora le ruego, señora, no como si le estuviera escribiendo un nuevo mandamiento, sino eso que hemos observado desde el principio, que nos amemos unos a otros. [Cristianismo original].

          “Y este es el amor de Dios: que caminemos de acuerdo a Sus mandamientos [Cristianismo original]. Este es el mandamiento, exactamente como lo oyó desde el principio [Cristianismo original], para que pudiera caminar en el. Porque muchos engañadores han entrado en el mundo—aquellos que no confiesan que Jesucristo ha venido en la carne. Este es el espíritu del engañador y el anticristo.

          “Cuídense a sí mismos para que no podamos perder las cosas que hemos logrado, sino que podamos recibir una recompensa completa. Cualquiera que transgrede y no continúa en la doctrina de Cristo no tiene a Dios. Pero aquel que continúa en la doctrina de Cristo [Cristianismo original] tiene a ambos, al Padre y al Hijo” (II Juan 4-9).

          Los mensajes de Juan abarcan todo lo que Dios quiere que creamos y hagamos. De otro lado, el “cristianismo” ortodoxo falso de este mundo, bajo el engaño de Satanás y el espíritu del anticristo, no tiene al Padre ni al Hijo. Su mezcla de verdad y error, su rechazo del Sábado y días santos de Dios, su devoción a un amor de Dios falso—todo es un duplicado exacto de lo que Juan y los hermanos estaban experimentando durante su tiempo.

          Una vez entendemos la simplicidad de esto—el amor de Dios, guardar los mandamientos, el Sábado y los días santos—podemos entender la verdad de Dios. Podemos estar restaurando el Cristianismo en nuestras vidas—como escribió Juan, “Aquel que continúa en la doctrina de Cristo tiene a ambos, al Padre y al Hijo.

          A través del sacrificio de Cristo, Dios personalmente nos ha reconciliado para Él mismo. Pablo escribe: “Y todas las cosas son de Dios, Quien nos ha reconciliado para Sí mismo a través de Jesucristo, y nos ha dado el ministerio de reconciliación” (II Corintios 5:18). Este nos da acceso directo a Dios el Padre, con Su Santo Espíritu dentro de nosotros, a través de oración personal y estudio Bíblico: “Y para poder reconciliar ambos [judíos y gentiles] a Dios en un cuerpo a través de la cruz, habiendo matado la enemistad [de religiones humanas y naturaleza humana] en ella. Entonces cuando vino Él, predicó el evangelio—paz a ustedes quienes estaban lejos y a aquellos que estaban cerca. Porque a través de Él tenemos ambos acceso directo por un Espíritu al Padre” (Efesios 2:16-18).

          El engaño universal: En los últimos días de los apóstoles, la iglesia misma estaba siendo envuelta en falsas enseñanzas y un “universo de engaño” (I Juan 4:6). Estamos experimentando lo mismo hoy, ¡pero a mayor escala! En verdad, el “misterio de ilegalidad” está ahora plenamente desarrollado alrededor del mundo como un sistema religioso. En el libro de Apocalipsis, Dios nombra a ese sistema completo de religión y gobierno como “BABILONIA LA GRANDE.” Su fuente es Satanás el diablo, quien esta activamente engañando al mundo entero en casi todo aspecto de vida—toda institución, todo gobierno, y toda religión (Apocalipsis 12:9).

          Hoy, esta “Babilonia la Grande” es aún más intensa, más invasiva, y más opresiva a causa de la tecnología avanzada y nuestros medios de comunicación modernos. Esto afecta a todas las naciones. Justo antes del regreso de Jesús, este vasto sistema religioso y gubernamental abarcará al mundo entero. Juan lo describe de esta forma: “Y después de estas cosas vi un ángel descendiendo del cielo, teniendo gran autoridad; y la tierra fue iluminada con su gloria. Y gritó poderosamente con una gran voz, diciendo, “Babilonia la Grande esta caída, esta caída, y se ha convertido en habitación de demonios, y una prisión de todo espíritu impuro, y una prisión de toda ave impura y odiada; porque TODAS LAS NACIONES se han emborrachado del vino de la furia de su fornicación, y los reyes de la tierra han cometido fornicación con ella, y los comerciantes de la tierra se han vuelto ricos a través del poder de su lujo.”

          “Y escuché otra voz desde el cielo, diciendo, “Sal de ella, pueblo Mío, para que no tengas parte en sus pecados, y no recibas de sus plagas, porque sus pecados han llegado tan lejos como el cielo, y Dios ha recordado sus iniquidades. Háganle a ella como ella les ha hecho a ustedes; y denle el doble, incluso de acuerdo a sus obras. En la copa que ella mezcló, devuélvanle el doble. Al grado que ella se glorificó a sí misma y vivió lujosamente, denle tanto tormento y pena. Porque dice en su corazón, ‘Me siento una reina entronada, y no soy viuda; y en ninguna forma experimentaré pena.’ Por esta misma razón, sus plagas vendrán en un día—muerte y dolor y hambre; y será quemada con fuego; porque el Señor Dios, Quien ejecuta juicio sobre ella, es poderoso. Entonces los reyes de la tierra quienes han cometido fornicación con ella y han vivido lujosamente, llorarán y lamentarán por ella, cuando vean el humo de su quema” (Apocalipsis 18:1-9).

          Así es como necesitamos predicar Restaurando el Cristianismo original—¡para hoy! Salir de “Babilonia la Grande”—los caminos satánicos de este mundo. ¡Arrepentirse! ¡Volver a Dios! ¡Jesucristo está regresando prontamente a esta tierra! ¡El Reino de Dios está cerca!

          Hermanos, en nuestras propias vidas, necesitamos acercarnos a Dios en oración diaria sentida y el estudio de Su Palabra—de modo que podemos crecer en gracia y conocimiento y siempre estar venciendo. Diariamente damos gracias a Dios el Padre por Su bondad y misericordia; diariamente damos gracias a Jesucristo por Su fortaleza y guianza mientras Él vive en cada uno de nosotros. Les damos gracias por su continuo amor y fidelidad a Dios y unos a otros. Les damos gracias por sus oraciones por nosotros y por todos los hermanos, y su fidelidad con los diezmos y ofrendas. Oramos que Dios continúe bendiciéndolos y velando por ustedes. Continuamente oramos por su salud y su sanidad—y que el amor y la gracia de Dios estén sobre ustedes en toda circunstancia.

 

Con amor en Cristo Jesús,

 

 

 

Fred R. Coulter

FRC

 

 
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