APENDICE P
(Tomado de
la sección de comentarios y apéndices a “La Santa Biblia en Su orden
original—Una versión fiel con comentario”, segunda edición.)
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¿Qué significa “nacer
de nuevo”?
Por
Fred R. Coulter
www.iglesiadedioscristianaybiblica.org
Es
aparente que los padres de la iglesia Latina primitiva hicieron una alteración
deliberada del texto en Juan 3:5 que, hasta este día, ha oscurecido el
verdadero significado de la frase “nacido de nuevo.” Esta alteración ha permanecido
como parte de la Vulgata Latina y es la base de la doctrina católica del
“sacramento del bautismo.” Durante la reforma, los protestantes rechazaron el
sacramento católico y desarrollaron una doctrina ligeramente diferente
referente a “nacer de nuevo.” Las enseñanzas acerca de qué significa ser “nacido
de nuevo” y “nacido de Dios” son tal vez algunas de las enseñanzas más
malentendidas del Nuevo Testamento. Trágicamente, esto ha resultado en millones
de falsas conversiones.
El sacramento católico del bautismo
evolucionó en un trabajo religioso mientras varias versiones protestantes
llevaron a una gracia pervertida e ilegal que rechaza las enseñanzas de Jesús
acerca de que un cristiano debe guardar los mandamientos de Dios. Como parte de
estos errores doctrinales esta la creencia no escritural en la inmortalidad del
alma y la práctica del bautismo de bebes.
No hay ejemplos escriturales de bebes o niños
siendo bautizados. Jesucristo no fue “cristianizado” ni fue bautizado cuando
era un bebe, de hecho, Él no fue bautizado sino hasta cuando tuvo 30 años de
edad. Tampoco el Nuevo Testamento registra que Juan el Bautista o los apóstoles
bautizaron bebes o niños. El Nuevo Testamento enseña que cuando uno se
arrepiente de sus pecados hacia Dios el Padre y por fe acepta el sacrificio y
la sangre de Jesucristo para la remisión de los pecados, uno debe ser bautizado
por completa inmersión en agua (Hechos 2:38; 3:19; 8:35-36; Romanos 3:23-25; 4:7-8, 24-25;
5:9-10; 6:1-6). El
arrepentimiento y bautismo son decisiones y compromisos que únicamente un
adulto puede hacer. La verdadera enseñanza del Nuevo Testamento de que
significa nacer de nuevo y nacido de Dios difiere completamente de las
creencias católicas y protestantes.
El origen pagano babilónico de una doctrina
falsificada
acerca de “nacer de nuevo”
En el libro de su época, Las dos Babilonias, Alexander Hislop demuestra concluyentemente que las
religiones paganas, las cuales tienen sus raíces en la antigua Babilonia,
tuvieron una creencia y practica falsificada de nacer de nuevo, o “dos veces
nacido.” Hislop escribió: “Los brahamanes hicieron su distinguida jactancia de
que ellos eran hombres ‘dos veces nacidos’, y que, como tal, tienen segura la
felicidad eterna. Ahora, lo mismo fue el caso en [la antigua] Babilonia, y allí
el nuevo nacimiento era conferido por bautismo. En los misterios
caldeos, antes de que cualquier instrucción pudiera ser recibida, era requerido
primero que todo, que la persona a ser iniciada [dentro de los
misterios] se presentara al bautismo en señal de obediencia ciega e
implícita” (Hislop, Las dos Babilonias, p.
132, negrilla adicionada).
Cuando Dios dispersó a la gente de la Torre
de Babel por todo el mundo, se llevaron con ellos sus religiones paganas
idólatras. En vez de adorar al verdadero Dios, ellos continuaron adorando a
Nimrod, a Semiramis y a su hijo Tamuz. Sin embargo, porque Dios confundió el
idioma de la humanidad hacia muchos idiomas, estas falsas deidades tomaron
muchos nombres. A pesar de sus variados nombres en idiomas antiguos e incluso modernos,
ellos son todavía estas tres deidades paganas: Nimrod—el dios padre, Semiramis—la
diosa madre, y Tamuz—el hijo y falso salvador. El poder espiritual detrás de
estas deidades humanas no es otro que Satanás el diablo, quien engaña al mundo
entero. (Apocalipsis 12:9)
En
la religión misterio caldeano antiguo, hubo un mito pervertido conectado con
el diluvio de Noé acerca de nacer dos veces. Los sacerdotes paganos torcieron
la verdad para ajustar sus creencias religiosas como Hislop lo anota: “Cualquier verdad primitiva que los sacerdotes
caldeanos retuvieron, la pervirtieron absolutamente y la corrompieron. Ellos
voluntariamente pasaron por alto el hecho de que fue ‘la justicia de la fe’ la cual Noé ‘tuvo antes’ del
diluvio la que lo llevó salvo a través de las aguas vengadoras de esa
catástrofe terrorífica y lo introdujo, por así decirlo, de la matriz del arca,
por un nuevo nacimiento, a un nuevo mundo, cuando en el arca descansando sobre
el Monte Ararat, él fue liberado de su largo confinamiento. Ellos guiaron a sus
devotos a creer eso, que si ellos únicamente pasaron a través de las aguas
bautismales, y las penitencias de la misma conectadas, eso por sí mismo los
haría como el segundo padre de la humanidad, ‘Diphueis,’ ‘dos
veces nacido,’ o ‘regenerado,’ [y] los autorizaría a todos los privilegios
del ‘justo’ Noé, y les daría ese ‘nuevo
nacimiento’…el cual sus conciencias
les dijeron lo mucho que lo necesitaban. El Papado actúa precisamente sobre el mismo principio; y desde este
mismo origen ha sido derivada su doctrina de la regeneración bautismal, acerca
de lo cual mucho ha sido escrito y muchas controversias han sido libradas. El
hombre contienda como pueda, esto, y únicamente esto, será encontrado ser el
origen real del dogma anti-escritural”
(Hislop, Las dos Babilonias, p. 137, negrilla añadida).
El bautismo de niños
Con la dispersión de la gente de la Torre de
Babel, la religión babilónica fue dispersada alrededor del mundo.
Consecuentemente, no es sorpresa que el bautismo de niños fuera practicado en
Méjico miles de años antes de la conquista española. Cuando los españoles
invadieron Méjico, quedaron asombrados al observar un bautismo de un niño que
reflejaba el ritual católico. Hislop explica: “La misma doctrina de
regeneración bautismal [como la práctica de los misterios babilónicos y
católicos] fue encontrada en completo vigor entre los nativos, cuando Cortez y
sus guerreros arribaron a sus playas. La ceremonia del bautismo mejicano, la
cual fue observada con asombro por los misioneros españoles católico romanos,
es descrita sorprendentemente en Conquistas de Méjico por Prescott: ‘Cuando
todo lo necesario para el bautismo había sido alistado, todos los parientes del
niño eran reunidos, y la partera, quien era la persona que desempeñaba el rito
del bautismo, era convocada. Al alba [mostrando la adoración al sol derivada de
la antigua Babilonia y Egipto], ellos se reunían en el patio de la casa. Cuando
el sol se había levantado, la partera, tomando al niño en sus brazos, pedía una
pequeña vasija de barro con agua, mientras aquellos cerca de ella colocaban los
ornamentos, los cuales habían sido preparados para el bautismo, en medio del
patio. Para desempeñar el rito del bautismo, ella se colocaba a si misma con la
cara hacia el occidente [el niño de frente al oriente], e inmediatamente
comenzaba a ir a través de ciertas ceremonias… después de esto ella
rociaba agua sobre la cabeza del niño, diciendo, “Oh mi niño, toma y
recibe el agua del Señor del mundo [el cual es Satanás el diablo de acuerdo a
II Corintios 4:4], el cual es nuestra vida, el cual es dado por el incremento y
renovación de nuestro cuerpo. Es para lavar y purificar. Oro que estas gotas
celestiales puedan entrar en tu cuerpo, y vivir allí; para que puedan destruir
y remover de ti todo el mal y pecado el cual te fue dado antes del comienzo del
mundo, ya que todos nosotros estamos bajo su poder”… Ella
luego lavaba el cuerpo del niño con agua, y hablaba en esta manera: “De
donde sea que vengas, tu [espíritu maligno] que lastimas a este niño, déjalo y
apártate de él, porque él vive ahora de nuevo, y es NACIDO DE NUEVO;
ahora él es purificado y limpiado de nuevo, y nuestra madre Chalchivitlycue [la
diosa del agua] lo trajo al mundo.” Habiendo orado así, la partera tomaba al niño
con ambas manos, y, levantándolo hacia el cielo [con la cara del niño de frente
al sol saliente] decía, “O Señor, tú ves aquí tu criatura, a quien tú
has enviado al mundo, a este lugar de dolor, sufrimiento y penitencia.
Otórgale, Oh Señor, tus dones e inspiración, porque eres el Gran Dios, y contigo
esta la gran diosa.” ’ Aquí está el opus operatum sin error. Aquí está
la regeneración bautismal y el exorcismo también, tan completo y exhaustivo
como cualquier sacerdote romano o amante del trinitarismo pudiera desear”
(Hislop, Las Dos Babilonias, p.133, negrilla adicionada).
En la antigua Grecia, los atenienses paganos
hacían sus aguas bautismales santas al hundir una antorcha flameante,
simbolizando el poder del dios sol, dentro del agua usada para el bautismo. De
la misma manera, las aguas bautismales en los bautismos romanos eran hechas
santas al hundir una antorcha flameante dentro del agua. Refiriéndose a la
justificación católica de tales prácticas, Hislop escribió: “De que
le sirve al Obispo Hay decir, con el propósito de santificar la superstición y ‘hacer
la apostasía plausible,’ que esto es hecho ‘para
representar el fuego de amor Divino, el cual es comunicado al alma por el bautismo
y la luz del buen ejemplo, lo cual todo aquel que es bautizado debería dar.’ Esto
es la cara justa puesta en el asunto; pero el hecho todavía permanece [sic] que
mientras las doctrinas romanas con respecto al bautismo son puramente paganas,
en las ceremonias conectadas con el bautismo Papal, uno de los ritos esenciales
de la antigua adoración al fuego es todavía practicada hasta este día,
exactamente como fue practicada por los adoradores de Baco, el Mesías
babilónico. Mientras Roma mantiene el recuerdo del dios del fuego pasando a
través de las aguas y dándoles virtud, así [también] es cuando habla del ‘Espíritu
Santo sufriendo por nosotros en el bautismo,’ eso
recuerda en la misma manera la parte que el paganismo asignó a la diosa
babilónica cuando fue hundida en las aguas. Los dolores de Nimrod, o Baco,
cuando estaba en las aguas eran dolores meritorios. Los dolores de su esposa,
en quien el Espíritu Santo vivía milagrosamente, eran los mismos. Los dolores
de la Madona, cuando estaba en estas aguas, huyendo de la ira de Tifón, eran
grandes agonías por las cuales los niños eran nacidos de Dios [nacidos de nuevo
por agua]. Y así, incluso en el Lejano Occidente, Chalchivitlycue, la ‘diosa de las aguas’ mejicana, y ‘madre’ de todos los
regenerados, era presentada como limpiando del pecado original al niño nacido
de nuevo, y ‘trayéndolo de nuevo al
mundo.’ Ahora, el Espíritu Santo
era adorado en Babilonia idolátricamente bajo la forma de una ‘Paloma.’ Bajo la misma forma, y con igual
idolatría, el Espíritu Santo es adorado en Roma. Cuando por tanto leemos, en
oposición a todo principio escritural, que ‘el Espíritu Santo sufrió por nosotros en el bautismo,’ seguramente debe ahora ser
manifiesto quien es realmente ese Espíritu Santo. No es otro que Semiramis, la
misma encarnación de lujuria y toda inmundicia… El lector ya ha visto cuan fielmente ha copiado
Roma el exorcismo
pagano [de espíritus malignos] en conexión con el bautismo. Todas las otras
peculiaridades del bautismo romano, tales como el uso de sal, saliva, crisma o
aceite de unción, y el hacer en la frente la señal de la cruz, son igualmente
paganas. Algunos de los defensores continentales de Roma han admitido que
algunas de estas [cosas] al menos no han sido derivadas de las Escrituras” (Ibíd., pp. 137-138, 143-144).
Por lo tanto, la doctrina y practica del bautismo de niños se originó en la
antigua Babilonia, y la creencia de que uno es nacido de nuevo del agua por el
bautismo es derivada del paganismo. ¿Cómo estas prácticas anti-escriturales y
paganas llegaron a ser parte del cristianismo tradicional?
La conexión gnóstica, la gran apostasía y
los padres primitivos de la Iglesia Latina
Jesucristo
repetidamente advirtió a los apóstoles y creyentes acerca de los falsos
cristos, falsos apóstoles y falsos maestros que vendrían y si fuera posible
engañarían a los mismos elegidos (Mateo 24:5,11,15,24; vea los registros
paralelos en Marcos y Lucas). Los apóstoles de la misma forma advirtieron a los
hermanos a estar en guardia contra los falsos apóstoles y maestros (II
Corintios 4,11; I y II Timoteo; Tito 1; II Pedro 2; I, II y III Juan; Judas;
Apocalipsis 2,3,13 y 17). El Nuevo Testamento está repleto con advertencias
contra los apóstoles y maestros falsos que vendrían en “ropa de
oveja” pero que por dentro serían “lobos
rapaces”, buscando corromper y destruir la verdad.
Pablo advirtió a los Tesalonicenses en el 51
d.C que este sistema apóstata, al cual llamó el “misterio de ilegalidad,” estaba
empezando a penetrar en la Iglesia. El advirtió de antemano que algunos estaban
escribiendo epístolas falsificadas en su nombre. Más aun, él profetizó que este
sistema apóstata crecería y continuaría hasta que el anticristo final se
levante, a quien Jesús destruirá a Su segunda venida: “Ahora les suplicamos, hermanos, concerniente a la venida de nuestro
Señor Jesucristo y nuestra reunión con Él, que no sean prontamente sacudidas
sus mentes, ni estén angustiados—ni por
espíritu, ni por palabra, ni por epístola, como si fuera nuestra, diciendo
que el día de Cristo está presente. No permitan que ninguno los engañe por
ningún medio porque ese día no vendrá a menos que la apostasía venga
primero, y el hombre de pecado sea revelado—el
hijo de perdición, aquel que se opone y exalta a sí mismo sobre todo lo que es
llamado Dios, o que es objeto de adoración; que entra al templo de Dios y se
sienta como Dios, proclamando que él mismo es Dios. ¿No recuerdan que cuando aún
estaba con ustedes, les dije estas cosas? Y ahora entienden que lo está
reteniendo para ser revelado en su propio tiempo establecido. Porque el
misterio de ilegalidad está ya trabajando; solamente hay uno Quien está
restringiendo al tiempo presente hasta que surja de en medio. Y
entonces el ilegal será revelado (a quien el Señor consumirá con el aliento de
Su boca, y destruirá con el brillo de Su venida); aquel cuya venida está de
acuerdo al trabajo interno de Satanás, con todo poder y señales y maravillas
engañosas, y con todo engaño de injusticia en aquellos que están pereciendo
porque no recibieron el amor de la verdad, para que pudieran ser salvos. Y por
esta razón, Dios enviará sobre ellos un engaño poderoso que les hará creer la
mentira, para que puedan ser juzgados todos los que no creyeron la
verdad, sino se complacieron en la injusticia.” (II Tesalonicenses 2:1-12, negrilla añadida).
Así, Satanás el diablo inspiró a sus
ministros de iniquidad a desarrollar un gran “cristianismo”
apóstata que Jesucristo también identificó como “BABILONIA LA GRANDE, LA
MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA”
(Apocalipsis 17:5). Ellos predicaron un falso cristo, propagaron falsas
doctrinas, escribieron falsas cartas, e incluso falsificaron y alteraron las
santas Escrituras de Dios (II Pedro 3:16) para promulgar sus enseñanzas paganas
babilónicas. Los líderes primitivos de esta iglesia apóstata neo-gnóstica
cristianizada establecieron muchas enseñanzas falsas, entre ellas la doctrina
de nacer de nuevo, la cual es el enfoque de este artículo.
La Vulgata Latina
Cuando examinamos Juan 3:3-5 en la Biblia Vulgata
Latina—originalmente traducida por Jerome en el 383 d.C—uno
encuentra una deliberada inserción de la palabra “de nuevo” en el
versículo 5, haciéndolo leer “nacido de nuevo de agua.” Ningún
manuscrito griego tiene la palabra “de nuevo” adicionada a la frase “nacido
de agua.” Lo que sigue es la Vulgata Latina con una
traducción al español. Note que la sintaxis latina debe ser reordenada un poco
a la sintaxis española y puntuación debe ser añadida:
3. Respondit Iesus et dixit ei amen amen dico tibi
nisi quis natus fuerit denuo non potest videre regnum Dei
3. Respondió Jesús y le dijo, “Amén,
amén, te digo a menos que cualquiera fuere nacido de nuevo, no
puede ver el reino de Dios.”
4. Dicit ad eum Nicodemus quomodo potest homo nasci
cum senex sit numquid potest in ventrem matris suae iterato introire et
nasci
4. Dijo a él Nicodemo, “¿Cómo puede un hombre nacer
cuando él está en periodo senil? ¿Puede en el vientre de su madre otra vez
entrar y nacer?”
5. Respondit Iesus amen amen dico tibi nisi quis renatus
fuerit ex aqua et Spiritu non potest introire in regnum Dei
5. Respondió Jesús, “Amén, amen, te digo a
menos que cualquiera fuere renacido de agua [nacido de nuevo] y
Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.”
En el verso 3, el latín natus significa
“nacido” y denuo significa “de
nuevo.” Pero denuo no es encontrado en el verso 5, el cual dice diferente. En lugar de
esto, el prefijo re ha sido añadido a natus, haciéndolo leer renatus,
lo cual significa “renacido.” Esta adición hace leer la frase, “nacido
de nuevo de agua y Espíritu.” Esta frase no es encontrada en ninguno de los
manuscritos griegos, la cual universalmente dice: gennhqh ex
udotoV kai pneumatoV, correctamente
traducida, “nacido de agua y Espíritu.” Más aun, la palabra griega anwqen anothen “de nuevo,” encontrada en el texto griego en
el verso 3, no es encontrada en el verso 5.
Ya que la palabra griega anwqen anothen no aparece en
el verso 5 en ningún manuscrito griego, el texto latín no es una traducción
precisa del griego. También, además del prefijo re a natus cambia
todo el significado del verso 5. Es probable que estos cambios fueran hechos
para substanciar la mala creencia de que cuando uno es bautizado, uno es “renacido de agua” o “nacido de nuevo de agua.” De
esta doctrina se desarrolló la práctica del bautismo de niños.
La versión Griega-Latín de 1535 de Erasmo
Con su versión final del texto griego, Erasmo
Roterodamo (Erasmo de Rotterdam) tradujo el griego bizantino al latín. Su
propósito fue proveer una versión no corrupta del Nuevo Testamento en Latín. En
su traducción, él no incorporó las malas traducciones y errores deliberados de
la Vulgata Latina. La traducción del griego al latín de Erasmo, con una
traducción al español, es como sigue:
3. Respondit Iesus, et dixit ei amen amen dico tibi
nisi quis natus fuerit esupernis non potest videre regnum Dei
3. Respondió Jesús y le dijo, “Amén,
amén, te digo a menos que cualquiera fuere nacido de nuevo, no puede ver
el reino de Dios.”
4. Dicit ad eum Nicodemus: Quomodo potest homo nasci
cum sit senex? Num potest in ventrem matris suae iterato introire, ac
nasci?
4. Dijo a él Nicodemo, “¿Cómo puede un hombre nacer
cuando él esta senil? ¿Puede en el vientre de su madre otra vez entrar y nacer?”
5. Respondit Iesus amen amen dico tibi nisi quis natus
fuerit ex aqua et Spiritu non potest introire in regnum Dei
5. Respondió Jesús, “Amén, amén, te digo a
menos que cualquiera fuere nacido de agua y Espíritu, no
puede entrar en el reino de Dios.”
La traducción del griego al Latín de Erasmo
es correcta. En el verso 5, el tradujo la palabra griega gennhqh gennethe como natus, “nacido” de agua, no como la Vulgata: renatus,
“nacido de nuevo” de agua. La traducción de Erasmo
revela que la Vulgata Latina fue corrompida deliberadamente.
¿Cómo comenzó todo?
¿Cómo se desarrolló la falsa interpretación y
enseñanza de Juan 3:5 en una deliberada mala traducción como es encontrada en
la Vulgata Latina? Las semillas de esta enseñanza están enraizadas en
una de las herejías que el apóstol Pablo tuvo que dirigir cuando escribió a los
Corintios en el 56 d.C. Algunos dentro de las congregaciones Corintias estaban
reclamando que no había resurrección de los muertos, reflejando la creencia
pagana en la inmortalidad del alma. Para contrarrestar esta escandalosa
reclamación, Pablo escribió: “Pero si Cristo está siendo
predicado, que Él se levantó de los muertos, ¿Cómo es que
algunos entre ustedes están diciendo que no hay resurrección de los
muertos? Porque si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo ha
sido levantado. Y
si Cristo no ha sido levantado, entonces nuestra predicación es en vano,
y su fe es también en vano. Y nosotros somos encontrados también ser falsos
testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que Él levantó a Cristo,
a Quien Él no levantó, si ciertamente los muertos no son levantados.
Porque si los muertos no son levantados, tampoco Cristo ha sido
levantado. Pero si Cristo no ha sido levantado, su fe es vana; ustedes
están todavía en sus pecados, y aquellos que han dormido en Cristo han entonces
perecido. Si en esta vida únicamente tenemos esperanza en Cristo, somos de toda
la gente los más miserables. Pero ahora Cristo ha sido levantado de los
muertos; Él ha llegado a ser el primer fruto de aquellos que han dormido. (I
Corintios 15:12-20).
Los
apóstoles fueron testigos que Jesucristo fue resucitado de los muertos, lo cual
es todo el fundamento del Evangelio de Jesucristo. Más aun, el Antiguo y Nuevo
Testamento enseñan acerca de una resurrección de los muertos, la cual tendrá
lugar cuando Jesucristo regrese y establezca el reino de Dios en la tierra. En
ese momento, los santos resucitados reinarán con Él como reyes y sacerdotes
(Daniel 12:2-3; Apocalipsis 5:9-10; 20:6).
Mientras rechazan la verdad de la resurrección
de los muertos, los falsos maestros asumieron la creencia babilónica
antiescritural de la inmortalidad del alma. Hasta este día, muchos, si no la
mayoría dentro del cristianismo nominal, se les enseña que a la muerte el alma
va al cielo por hacer bien o al purgatorio o el infierno por cometer varios
grados de maldad.
La Biblia no enseña la inmortalidad del alma;
sino que esta revela que, “el alma que peque, esa morirá” (Ezequiel 18:4,20). Tampoco la
Biblia enseña
que cuando uno muere, el alma va al cielo o al infierno. Por el contrario,
claramente muestra que cuando uno muere, él o ella espera la resurrección de
los muertos—ambos, el justo y el impío
(Daniel 12:2; Juan 5:25-29; I Corintios 15; Apocalipsis 20:14-15; 21:8).
La creencia en la inmortalidad del alma avivó
la doctrina del bautismo de niños, porque si un niño muriera, ¿Qué pasaría con
su alma? Por tanto, esta creencia necesitaba el bautismo para remover la “mancha
del pecado original,” para que si el niño muere, su alma fuera al
cielo; si el niño vivía hasta la adultez, la salvación y el cielo estaban
asegurados. De El diccionario Oxford de la iglesia cristiana, tomamos lo
siguiente del bautismo de niños: “Aunque desde el principio, el bautismo era el
medio universal de entrar en la comunidad cristiana, el NT no contiene
autoridad específica para su administración a los niños. Pero por tradición al
menos tan antigua como el tercer siglo, y virtualmente universal hasta la
reforma, los niños nacidos de padres cristianos han sido bautizados en la
infancia. En el siglo 16, esta práctica (seudo bautismo) fue rechazada por los
Anabaptistas, y desde los comienzos del siglo 17 también por los Bautistas y más
tarde por los discípulos de Cristo. Ireneo (Haer., ii.33) habla de
Cristo como ‘dando salvación a aquellos de toda edad’… quienes son ‘regenerados’… a través de Él, y expresamente incluye ‘niños y
bebes’…entre estos. Declaraciones
explicitas concerniente al bautismo de niños son hechas por Origen, quien se refiere a esto como una costumbre
establecida, la cual la Iglesia ha recibido de los Apóstoles (Hom. En Lev., viii.
4, Comm, En Rom., v. 9).
En ambos pasajes él encuentra la práctica justificada por la necesidad la cual
los niños, no menos que los adultos, tienen para la liberación del pecado original.
Oposición al bautismo de niños (implicando la existencia previa de la practica)
es expresado por Tertuliano, quien impulsó (De Bapt., 18) que el
bautismo de niños fuera diferido (a pesar de Mateo 19. 14) hasta que pudieran ‘conocer
a Cristo.’ Esta defensa de demorar el bautismo de niños, así
como también de adultos inmaduros, parece brotar de las ideas de Tertuliano de
la imposibilidad o gran dificultad de la remisión del pecado post-bautismal.
Tales consideraciones llevaron a un aplazamiento generalizado del bautismo en
el siglo 4to., p.e. en los casos de Constantino y de San Agustín… De otro lado, hacia mitad del siglo 3ro, el bautismo
de niños fue regularmente
desempeñado, como esta atestiguado por Cipriano (Ep. 64), donde está
declarado que transmitía la remisión no solamente de pecados reales sino
también del pecado original. A partir de entonces la evidencia para la práctica
es amplia.” (El diccionario Oxford de la iglesia cristiana,
p. 701).
“Al defender la conveniencia del bautismo de
niños contra los Pelagianos, él [Agustino] también sostuvo que uno de los
efectos principales del Sacramento era la remoción de la mancha del pecado
original del alma la cual excluye incluso al niño recién nacido del Reino de
los Cielos [i.e. su alma inmortal va al cielo], de este modo desarrollando la
enseñanza temprana desde tiempos del NT, acc. por lo cual la remisión de los
pecados reales, la infusión de la gracia,
y la incorporación a la Iglesia ha sido generalmente reconocida como resultado
del bautismo” (Ibid., p. 127).
Citas de los padres de la Iglesia Latina primitiva
Al rechazar la simultaneidad de la resurrección de los
muertos con nacer de nuevo y aceptar la creencia de la inmortalidad del alma,
los padres de la iglesia latina primitiva cambiaron así el significado de
cuando uno es nacido de nuevo para aplicarlo al bautismo de uno. Las siguientes
declaraciones revelan que esta falsa doctrina fue formalizada dentro de los 50
años después de que la era apostólica terminó con la muerte de Juan en el 98-100
d.C.
San Justino Mártir (inter 148-155 d.C): “Quienquiera que este convencido
y crea que lo que es enseñado y dicho por nosotros es la verdad, y profese ser
capaz de vivir como corresponde, es instruido a orar y rogar a Dios en ayuno
por la remisión de sus pecados anteriores, mientras nosotros oramos y ayunamos
con ellos. Luego ellos son guiados por nosotros a un lugar donde hay agua; y
allá ellos son renacidos en el mismo tipo de renacimiento en el cual nosotros
mismos fuimos renacidos: En el nombre de Dios, el Señor y Padre de todos, y de
nuestro Salvador Jesucristo, y del Espíritu Santo, ellos reciben el lavado con
agua. Porque Cristo dijo, ‘A menos que usted sea renacido, no entrará en
el reino del cielo.’… La razón para hacer esto, hemos aprendido de los
Apóstoles” (La Primera Apología 61).
Ya que los apóstoles de Jesucristo nunca enseñaron el
bautismo de niños, ellos nunca lo aprendieron de ellos. Es más probable que
ellos fueron enseñados por varios falsos apóstoles, quienes estaban activos
incluso durante el ministerio de Pablo (II Corintios 11:13-15).
San Ireneo (c. 190 d.C): “Y
[Naaman] se sumergió él mismo…siete veces en el Jordán [II Reyes 5:14]. No fue
por nada que Naaman de viejo, cuando sufría de lepra, fue purificado después de
ser bautizado, pero [esto sirvió] como una indicación para nosotros. Porque
nosotros somos leprosos en pecado, somos hechos limpios, por medio del agua
sagrada y la invocación del Señor, de nuestras viejas transgresiones,
siendo espiritualmente regenerados como bebes recién nacidos, incluso como el
Señor ha declarado: ‘Excepto que un hombre sea nacido de nuevo [renatus]
a través de agua y del Espíritu, no entrará en el reino del cielo’ ” (Fragmento
34).
Reconocimientos de Clemente (c. 221 d.C): “Pero ustedes tal vez dirán, ‘¿En qué
contribuye el bautismo de agua a la adoración de Dios?’ En primer lugar, porque
eso lo cual ha agradado a Dios es cumplido. En segundo lugar, porque cuando
ustedes son regenerados y nacidos de nuevo de agua y de Dios, la
fragilidad de su antiguo nacimiento, el cual tienen a través del hombre, es
cortado, y así…ustedes serán capaces de alcanzar salvación; pero de otra forma
es imposible. Porque así nos ha testificado el verdadero Profeta [Jesús] con un
juramento: “Verdaderamente, les digo, que a menos que un hombre sea nacido
de nuevo [renatus] de agua…no entrará en el reino del cielo” ’
” (Reconocimientos 6:9).
San Cipriano de Cartage (c.
200-258 d.C): “Pero después, cuando la mancha de mi vida pasada ha sido lavada
por medio del agua del re-nacimiento, una luz desde arriba se derrama a si
misma sobre mi escarmentado y ahora puro corazón; después a través del Espíritu
el cual es respirado desde el cielo, un segundo nacimiento hizo de mi un
nuevo hombre…Así tuvo que ser reconocido que lo que era de la tierra y era
nacido de la carne y había vivido sumiso a los pecados, había ahora comenzado a
ser de Dios, en la medida como el Espíritu Santo estaba animándolo. (A
Donatus 4).
“[Cuando] ellos reciben también el Bautismo
de la Iglesia…entonces finalmente pueden ser completamente santificados y ser
hijos de Dios…ya que está escrito, ‘Excepto que un hombre sea nacido de
nuevo [renatus] de agua y del Espíritu, no puede entrar al reino de
Dios’ ” (Cartas 71[72]:1).
Séptimo Concejo de Cartage (c.
256 d.C): “Y en el evangelio de nuestro Señor Jesucristo habló con su divina
voz, diciendo, ‘Excepto que un hombre sea nacido de nuevo [renatus]
de agua y del Espíritu, no puede entrar al reino de Dios.’…A menos por
tanto que ellos reciban Bautismo salvador en la Iglesia Católica, la cual es
una, ellos no pueden ser salvos, sino serán condenados con el carnal en el
juicio del Señor Cristo.”
San Ambrosio de Milán (c. 333-397 d.C): “La Iglesia fue redimida con el
precio de la sangre de Cristo. Judíos y griegos, no hay diferencia; pero si ha
creído, debe circuncidarse él mismo de sus pecados [en el Bautismo—Colosenses
2:11-13] para que pueda ser salvo…porque nadie asciende al reino del cielo
excepto a través del sacramento del Bautismo… ‘A menos que un hombre sea nacido
de nuevo [renatus] de agua y del Espíritu Santo, no puede
entrar al reino de Dios.’ (Sobre Abraham 2:11:79,84)” (Revista Esta
Roca, extractos de Agosto 1992 y Octubre 1994)
De estas citas es evidente que los padres de
la iglesia primitiva tenían una traducción latina corrupta con el texto de Juan
3:5 alterado, leyendo renatus en vez de natus. Más tarde, Jerome,
quien tradujo las Escrituras al Latín (383 d.C), también retuvo la versión
alterada de renatus y renasci en los versos 3, 4 y 5, como lo demuestra
la Vulgata Latina de los días de Coverdale—1.538 d.C.
Una comparación de otras traducciones
primitivas inglesas de Juan 3:3,5
William Tyndale, un erudito de la Biblia y el
primer hombre que tradujo el Nuevo Testamento del griego al inglés, tradujo
Juan 3:3, 5 correctamente. Sin embargo, en otros escritos, él enseñó que cuando
uno es convertido y recibe el Espíritu Santo, una ha nacido de nuevo. Tal vez
él llevó este mal entendimiento de la Vulgata Latina a su teología,
mientras hizo la traducción correcta de “nacido de nuevo” y “nacido nuevo” en
Juan 3.
Tyndale tradujo las palabras griegas gennaw anwqen gennao anothen en Juan 3:3 como “nacido de
arriba” y “nacido nuevo.” La palabra griega gennaw gennao
significa: De un hombre, “engendrar, convertirse en padre”; de una mujer, “concebir,
dar a luz.” En algunos casos, de acuerdo al contexto, gennao
efectivamente significa “nacido.” Sin embargo, gennao predominantemente
significa “engendrado” en vez de “nacido.” La palabra griega anothen,
significa: “desde arriba, de nuevo, nuevo” (Arndt & Gingrich, Un Léxico
Griego-Ingles del Nuevo Testamento).
De La Hexapla Inglesa (1841) podemos
comparar la traducción de Tyndale de los versos críticos en Juan 3 con otras
cinco traducciones inglesas. Es evidente que otros traductores también tuvieron
problemas interpretando gennao anothem. Las siguiente cuatro versiones
fueron traducidas del texto griego al inglés:
1. Tyndale 1534: “nacido nuevo,” verso 3; “nacido de nuevo,” versos 4,7; “nacido,”
versos 4,5 y 6.
2. La Gran Biblia, Crammer 1539: “nacido de arriba,” versos 3,7; “nacido de nuevo,”
verso 4; “nacido,” versos 4,5 y 6.
3. Genova 1557: “engendrado de nuevo,” versos 3,7; “engendrado,” versos 4,5 y 6.
4. KJV 1611:
“nacido de nuevo,” versos 3, 7; “nacido,” versos 4,5 y 6.
Los traductores de La Biblia Genova 1557
tradujeron gennao como “engendrado.” En muchas ocasiones, “engendrado”
es una traducción correcta de gennao. Sin embargo, en Juan 3 “engendrado”
es una traducción incorrecta. Los traductores de La Biblia Genova
1599 corrigieron este error para que fuera leído “nacido” en vez de “engendrado.”
Las siguiente dos versiones fueron traducidas de La Vulgata Latina al
inglés:
1. Wycliffe 1380: “nacido de nuevo,” versos 3, 7; “nacido”
versos 4, 6 y 7; “nacido de nuevo de agua,” verso 5.
2. Rheims 1582: “nacido de Nuevo,” versos 3, 7; “nacido,”
versos 4,6 y 7; “nacido de nuevo de agua,” verso 5.
Esta reportado que fue Wycliffe quien inventó la frase
inglesa “nacido de nuevo,” pero ambos Wycliffe y los traductores de la versión
Rheims usaron la Vulgata Latina para sus traducciones inglesas.
El verdadero significado escritural de “nacido de
nuevo”
Para comprender completamente el verdadero
significado escritural de cuando uno es nacido de nuevo, las enseñanzas de
Jesús en Juan 3:1-12 deben ser examinadas. El contexto de estos versos prueban
que nacer de nuevo no significa una conversión o una experiencia bautismal sino
que significa una transformación literal de carne a espíritu: “Entonces había un hombre de los fariseos,
Nicodemo de nombre, un gobernante de los judíos. El vino a Jesús de noche y le
dijo, ‘Rabino, sabemos que eres un maestro que ha venido de Dios; porque nadie
es capaz de hacer los milagros que estás haciendo a menos que Dios este con él.’
Jesús respondió y le dijo, ‘Verdaderamente, verdaderamente te digo, a menos
que cualquiera nazca de nuevo, no puede ver el reino de Dios.’ Nicodemo le
dijo, ‘¿Cómo puede un hombre que es viejo nacer? ¿Puede entrar en el
vientre de su madre una segunda vez y nacer?’ Jesús respondió, ‘Verdaderamente,
verdaderamente te digo, a menos que cualquiera haya nacido de agua y de
Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Eso que ha nacido
de la carne es carne; y eso que ha nacido del Espíritu es espíritu.
No estés asombrado que te dije, “Te es necesario nacer de nuevo.” El viento
sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes el lugar del
cual viene ni el lugar al cual va; así también es todo el que
ha nacido del Espíritu.’ Nicodemo respondió y le dijo, ‘¿Cómo pueden ser
estas cosas?’ Jesús respondió y le dijo, “Eres un maestro de Israel, ¿y no
sabes estas cosas? Verdaderamente, verdaderamente les digo, Nosotros hablamos
eso que sabemos, y testificamos de eso que hemos visto; pero ustedes no reciben
Nuestro testimonio. Si les he dicho cosas terrenales, y no creen, ¿Cómo creerán
si les digo cosas celestiales?”
(Juan 3:1-12).
Es claro que Jesús no estaba hablando acerca
de una conversión o experiencia bautismal en este dialogo sino que Él estaba
comparando el nacimiento físico de uno—una existencia carnal—a eso de ser
nacido nuevo o nacido de nuevo—una experiencia espiritual real. Jesús
describió dos nacimientos: uno de agua y no de espíritu, “…a menos que cualquiera haya nacido de agua
y de Espíritu…” (Juan
3:5). Luego, Jesús muestra la comparación entre un nacimiento de carne y un
nacimiento de espíritu: “Eso
que ha nacido de la carne es carne… ” (Juan 3:6).
Nacimiento físico:
Cuando un ser humano nace, nace de carne—un ser físico. Más aun, todo ser
humano ha “nacido de agua” desde el vientre. Aquel que ha nacido de agua ha
nacido de la carne y es carne. (Juan 3:5-6).
Nacimiento espiritual:
Nicodemo perdió el enfoque cuando Jesús se refirió a un nuevo o segundo
nacimiento del Espíritu: “a
menos que cualquiera haya nacido…de Espíritu.” ¿Qué tipo de existencia tiene uno que ha nacido del Espíritu?
Jesús respondió esa pregunta cuando dijo, “…eso que ha nacido del Espíritu es espíritu.” Jesús claramente dijo que
cualquiera que haya nacido del Espíritu es, de hecho, un ser espiritual. El
nuevo nacimiento espiritual significa que aquel que ha nacido de nuevo es un
ser espiritual, ya no compuesto de carne humana. Ya que el que “ha nacido de la carne es carne;” entonces sigue como Jesús dijo, que
“eso que ha nacido del
Espíritu es espíritu.”
(Juan 3:6)
Todo humano está limitado por una existencia
carnal y un medio ambiente físico. Sin embargo, como ser espiritual, uno no está
atado por la carne o limitado por el reino físico. Jesús declaró que el que “…ha nacido del Espíritu…” no puede ser visto necesariamente,
exactamente como el viento no puede ser visto: “El viento sopla donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes el
lugar del cual viene ni el lugar al cual va; así también
es todo el que ha nacido del Espíritu.’ ” (verso 8). Por tanto, el que ha “nacido de nuevo,” “nacido
del Espíritu,” debe ser invisible al ojo humano, teniendo la habilidad de venir
e ir como el viento. Este es difícilmente el caso de uno que ha sido bautizado
y convertido; él está todavía en la carne y está limitado por la carne—sujeto a
muerte. Jesús dijo que un ser humano carnal “no puede ver” o “entrar en el
reino de Dios” (Juan 3:3, 5). Pablo reiteró esto cuando enfáticamente declaró: “Entonces digo esto, hermanos, que la
carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios...” (I Corintios 15:50).
¿Cuándo nace uno realmente de nuevo?
Ya que uno no nace de nuevo al momento del
bautismo o conversión, ¿Cuándo es que uno literalmente nace de nuevo, o nace
nuevo? Es a través del nacimiento, vida, muerte y resurrección de Jesucristo
que el Nuevo Testamento revela cuando una persona nace de nuevo. Mateo escribió
que Jesús fue el “primogénito” de la virgen María (Mateo 1:25). El nacimiento
humano de Jesús fue por agua. Él fue carne (I Juan 4:1-2) como cualquier otro
ser humano, pero Él era “Dios manifestado en la carne” (I Timoteo 3:16).
Cuando Jesús fue resucitado de los muertos por la gloria del Padre, Él fue el “primogénito
de los muertos.” Por tanto, Jesús nació de nuevo—nació del Espíritu—al momento
en que fue resucitado de los muertos, exactamente como Él le dijo a Nicodemo, “…eso que ha nacido del Espíritu es espíritu.”
El apóstol Pablo claramente mostró que Jesús
nació de nuevo cuando escribió: “Porque por Él fueron creadas todas las cosas, las cosas en el
cielo y las cosas sobre la tierra, lo visible y lo invisible, ya sean
ellos tronos, o señoríos, o principados, o poderes; todas las cosas fueron
creadas por Él y para Él. Y Él es antes de todo, y por El todas las
cosas subsisten. Y Él es la cabeza del cuerpo, la iglesia; Quien es el
principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todas
las cosas Él mismo pudiera tener la preeminencia. Porque agradó al Padre
que en Él toda la plenitud debería vivir” (Colosenses 1:16-19). El apóstol Juan también verificó esto
cuando escribió que Jesús fue “el primogénito de los muertos” (Apocalipsis
1:5)
Después de Su resurrección y
ascensión al cielo para ser aceptado por Dios el Padre como el sacrificio
perfecto por los pecados del mundo, Jesús regresó a la tierra y se apareció a
los apóstoles quienes estaban reunidos en un cuarto tras puertas cerradas. Ya
que un ser espiritual no está limitado por el reino físico, Jesús resucitado
caminó a través de las puertas y muros, apareciendo de repente a los apóstoles
y discípulos: “Después, cuando
la noche se acercaba ese día, el primer día de las semanas, y las
puertas estaban cerradas donde los discípulos se habían reunido por
miedo a los judíos, Jesús vino y se paró en el medio, y les dijo, ‘Paz sea
a ustedes.’ Y después de decir esto, les mostró Sus manos y Su costado.
Entonces los discípulos se alegraron porque habían visto al Señor.” (Juan 20:19-20).
Como un ser espiritual,
Jesús también tenía la habilidad de manifestarse a Sí mismo en forma humana, lo
cual hizo cuando caminó con los dos discípulos a Emaús (Lucas 24:13-31). Más
aun, Jesús fue capaz de refrenar los ojos de ellos para que no se dieran cuenta
que era Él hasta que rompió y bendijo el pan. Luego desapareció inmediatamente.
Este registro muestra que como uno nacido de nuevo—nacido del Espíritu—Jesús
era como el viento, como lo dijo a Nicodemo. Él iba a donde quería ir y nadie
podía verlo, a menos que Él hiciera posible que lo vieran al manifestarse a Sí
mismo como hombre de carne y hueso.
Después que Jesús desapareció, los dos
discípulos regresaron a Jerusalén: “Y ellos se levantaron en esa misma hora y regresaron a
Jerusalén; y encontraron juntos a los once y a aquellos con ellos
reunidos, diciendo, ‘¡En verdad, el Señor ha resucitado! Y Él se le ha
aparecido a Simón.’ Entonces relataron las cosas que les habían pasado
en el camino, a como Él fue reconocido por ellos al partir el pan. Luego
mientras estaban diciendo estas cosas, Jesús mismo [apareciendo de repente] se paró en medio de ellos y les dijo, ‘Paz sea a ustedes.’
Pero ellos estaban aterrorizados y llenos de temor, pensando que vieron
un espíritu [un
demonio]. Entonces Él les
dijo, ‘¿Por qué están angustiados? Y ¿Por qué surgen dudas en sus corazones?
Vean Mis manos y Mis pies, que soy Yo. Tóquenme y vean por ustedes mismos;
porque un espíritu [un
demonio] no tiene carne y
huesos, como ven que Yo tengo.’ Y después de decir esto, les mostró Sus
manos y Sus pies. Pero mientras ellos estaban todavía incrédulos y
preguntándose de alegría, Él les dijo, ‘¿Tienen algo aquí para comer?’ Entonces
ellos le dieron parte de un pescado asado y una pieza de panal. Y Él
tomó esto y comió en su presencia.” (Lucas 24:33-43).
Como un ser espiritual
divino, el primogénito de los muertos, Jesús fue capaz de manifestarse El mismo
como hombre, con una apariencia que lucía de carne y hueso. Un espíritu
demoniaco a veces puede ser capaz de manifestarse a sí mismo como una aparición
a los seres humanos, pero no es capaz de manifestarse a sí mismo con carne y
hueso. Es una poco obvio que los discípulos estuvieran asustados cuando Jesús
apareció por primera vez a ellos.
¿Cuál es la apariencia de Cristo en forma glorificada?
Cuando Jesús comenzó a darle al apóstol Juan
las visiones para el libro de Apocalipsis, Él le reveló como aparecía en Su
gloria completa, como un ser espiritual: “Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor; y oí una
fuerte voz como una trompeta detrás de mí, diciendo, ‘Yo soy el Alfa y la
Omega, el Primero y el Ultimo’; y, “Lo que ves, escribe en un libro, y
envíalo a las iglesias que están en Asia: a Éfeso, y a Esmirna, y a
Pergamo, y a Tiatira, y a Sardis, y a Filadelfia, y a Laodicea.” Y volteé a ver
la voz que habló conmigo; y cuando volteé, vi siete candelabros dorados; y en el
medio de los siete candelabros uno como el Hijo de hombre,
vestido en una prenda alcanzando los pies, y ceñido por el pecho con una coraza
dorada. Y Su cabeza y Su cabello eran como lana blanca, blanca como
nieve; y Sus ojos eran como una llama de fuego; y Sus pies eran
como latón fino, como si ellos brillaran en un horno; y Su voz era
como el sonido de muchas aguas. Y en Su mano derecha tenía siete
estrellas, y una espada afilada de dos hojas salía de Su boca, y Su semblante era
como el sol brillando en su completo poder [Mateo 17:2]. Y cuando Lo vi, caí a Sus pies como si estuviera
muerto; pero Él puso Su mano derecha sobre mí, diciéndome, ‘No temas, Yo
soy el Primero y el Ultimo, incluso aquel Quien vive; porque estaba muerto, y
he aquí, estoy vivo en las eras de la eternidad. Amén...” (Apocalipsis 1:10-18).
Jesucristo es el primogénito entre muchos hermanos
a ser resucitados a Su venida
No solamente es Jesucristo el primogénito
entre los muertos, Él es también el “primogénito entre muchos hermanos”
(Romanos 8:29). El verdadero cuerpo de creyentes es llamado “la iglesia de los
primogénitos,” como Pablo escribió: “Sino han venido al Monte Sión, y a la ciudad del Dios vivo, la
Jerusalén celestial; y a una innumerable compañía de ángeles; a la reunión
festiva gozosa; y a la iglesia de los primogénitos,
registrada en el libro de vida en el cielo; y a Dios, el
Juez de todos…” (Hebreos
12:22-23). Es llamada la iglesia de los primogénitos porque los creyentes serán
resucitados, o nacidos de nuevo—nacidos del Espíritu—en la primera resurrección
cuando Jesús regrese (Apocalipsis 20:4-6).
Cristo es el Primer fruto
Pablo escribió que
Jesucristo resucitado es también llamado “el primer fruto” de aquellos
resucitados de los muertos. Más aun, él explicó que el resto de los verdaderos
Cristianos serán resucitados a la segunda venida de Jesús: “Pero ahora Cristo ha sido levantado de los
muertos; Él ha llegado a ser el primer fruto de aquellos que han
dormido. Porque ya que por un hombre vino la muerte, por un hombre
también vino la resurrección de los muertos. Porque como en Adán
todos mueren, así también en Cristo todos serán hechos vivos. Pero cada uno en
su propio orden: Cristo el primer fruto; luego, aquellos que son de
Cristo a Su venida.”
(I Corintios 15:20-23).
El apóstol Santiago, el
hermano del Señor, se refirió a los verdaderos Cristianos como “primeros frutos”
hacia Dios: “No se engañen a sí
mismos, mis amados hermanos. Todo buen acto de dar y todo regalo perfecto es de
arriba, descendiendo del Padre de luces, con Quien no hay variación, ni sombra
de inflexión. De acuerdo a Su propia voluntad, Él nos engendró por la
Palabra de verdad, para que pudiéramos ser un tipo de primeros frutos de
todos Sus seres creados.”
(Santiago 1:16-18).
Jesús enseñó a Sus
discípulos que la cosecha de los primeros frutos sería al final de la era
cuando Él regrese, como lo explicó en la parábola del trigo y la cizaña: “Y Él respondió y les dijo, ‘Aquel
que siembra la buena semilla es el Hijo de hombre; y el campo es el mundo; y
la buena semilla, esos son los hijos del reino; pero la cizaña son los
hijos del maligno. El enemigo que la sembró es el diablo; y la cosecha es el
fin de la era, y los segadores son los ángeles. Por tanto, como la cizaña
es reunida y consumida en el fuego, así será en el fin de esta era. El Hijo de
hombre enviará Sus ángeles, y ellos recogerán de Su reino todos los pecadores y
aquellos que están practicando ilegalidad; y los echarán en un horno de fuego;
allá será el llanto y crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán
en adelante como el sol [seres
espirituales glorificados, quienes nacen de nuevo del Espíritu en la primera
resurrección] en el reino de
su Padre…” (Mateo
13:37-43).
De estas escrituras es claro
que el alma de uno no va al cielo, purgatorio o infierno cuando uno muere sino
que después de la muerte se espera la resurrección. Nadie ha ascendido al cielo
excepto Jesús (Juan 3:13; Hechos 2:22-24), Quien está a la mano derecha de Dios
el Padre para interceder como Sumo Sacerdote (Hebreos 4:14-16; I Juan 2:1-2).
En el momento señalado, Jesucristo regresará a la tierra, y la resurrección de
los santos ocurrirá a Su venida.
Porque algunos Corintios
reclamaban que no había resurrección de los muertos, el apóstol Pablo escribió
en gran detalle acerca de eso. Él presentó una evidencia abrumadora de la
resurrección y probó que las almas de la gente muerta no van al cielo,
purgatorio o infierno cuando ellos mueren: “No obstante, algunos dirán, ‘¿Cómo son levantados los muertos? Y
¿Con que cuerpo vienen?’ ¡Tontos! Lo que siembran no viene a la
vida a menos que muera. Y lo que siembran no es el cuerpo que
será; sino, el grano desnudo—puede
ser de trigo, o uno de los otros granos; y Dios le da un cuerpo de
acuerdo a Su voluntad, y a cada una de las semillas su propio cuerpo. De la
misma manera, no toda carne es la misma carne. Sino que,
hay una carne de hombre, y otra carne de bestias, y otra de peces, y
otra de aves. Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales; pero la
gloria de lo celestial es diferente, y la gloria de lo terrenal es
diferente. Hay una gloria del sol, y otra gloria de la luna, y
otra gloria de las estrellas; porque una estrella difiere de otra
estrella en gloria. Así también es la resurrección de los muertos. Es
sembrado en corrupción; es levantado en incorrupción. Es sembrado en deshonra;
es levantado en gloria. Es sembrado en debilidad; es levantado en poder. Es
sembrado un cuerpo natural [ese que ha nacido de la carne es carne]; es levantado un cuerpo
espiritual [ese que ha nacido del espíritu es espíritu]. Hay cuerpo
natural, y hay cuerpo espiritual; en consecuencia, está escrito, ‘El
primer hombre, Adán, se convirtió en un alma viva, el último Adán se
convirtió en un Espíritu vivo eterno.’ Sin embargo, lo espiritual no
fue primero, sino lo natural—luego lo espiritual.” (I Corintios
15:35-46).
Estas escrituras revelan que
en la resurrección uno nacerá de nuevo del Espíritu y recibirá un cuerpo
espiritual glorioso, brillante como el sol. Pablo continuó su explicación de la
resurrección de los muertos en los versos 47-54: “El primer hombre es de la tierra—hecho
de polvo. El segundo hombre es el Señor del cielo. Como es aquel
hecho de polvo, así también son todos aquellos que son hechos de
polvo; y como es aquel celestial, así también son todos aquellos
que son celestiales. Y como hemos llevado la imagen de aquel hecho de polvo,
también llevaremos la imagen de aquel celestial [en la resurrección]. Entonces digo esto, hermanos, que la
carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la
corrupción hereda incorrupción. He aquí, les muestro un misterio: no todos
dormiremos, sino que todos seremos cambiados [nacidos de nuevo del Espíritu], en un instante, en el parpadeo de
un ojo, a la última trompeta; porque la trompeta sonará, y los
muertos serán levantados incorruptibles, y nosotros seremos cambiados. Porque esto corruptible debe vestirse de
incorruptibilidad, y esto mortal debe vestirse de inmortalidad. Entonces
cuando esto corruptible se haya vestido de incorruptibilidad, y esto
mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces sucederá el dicho que está
escrito: ‘La muerte es tragada en victoria.’ ”
Es evidente que la
resurrección de los santos no ha ocurrido aun. Todos los que han muerto en la
fe serán resucitados como seres espirituales inmortales. Pero, ¿Cuándo ocurrirá
la resurrección?
¿Cuándo son resucitados los Santos?
El profeta Isaías predijo el
día de la primera resurrección para aquellos que son de Cristo. El profetizó
que sería el nacimiento de una nación fuera de la tierra. En ese momento los
santos nacerán de nuevo, nacerán del Espíritu: ¿Quién ha oído tal cosa? ¿Quién ha visto tales cosas
como estas? ¿Será hecha la tierra para dar a luz en un día? O
¿Nacerá una nación de una? Porque tan pronto como Zión estuvo de parto, ella
también dio a luz a sus hijos.”
(Isaías 66:8). El apóstol Pedro llamó a los Cristianos un sacerdocio real y una
nación santa: “Pero ustedes
son una estirpe escogida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo para
una posesión de Dios…”
(I Pedro 2:9). Cuando la primera resurrección ocurra, una nación santa de reyes
y sacerdotes nacerá en un día, y ellos gobernarán y reinarán con Jesucristo por
mil años (Apocalipsis 20:4-6) y vivirán para siempre.
En su primera epístola a los
Tesalonicenses en el 50 d.C, Pablo explicó que la resurrección de los santos no
tendrá lugar sino hasta el regreso de Jesucristo a la tierra: “Porque si creemos que
Jesús murió y resucitó otra vez, exactamente en la misma forma también,
aquellos que han dormido en Jesús Dios traerá con Él [porque ellos
ascenderán al cielo para reunirse con El en las nubes]. Porque esto les
decimos por la Palabra del Señor, que quienes estemos vivos y
permanezcamos hasta la venida del Señor en ninguna manera precederemos a
aquellos que han dormido. Porque el Señor mismo descenderá del cielo con un
grito de mando, con la voz de un arcángel y con la trompeta de
Dios; y los muertos en Cristo resucitarán primero [nacidos de
nuevo del Espíritu]; luego nosotros quienes estamos vivos y permanecemos [seremos
cambiados y] seremos atrapados junto con ellos en las nubes para la
reunión con el Señor en el aire; y así siempre estaremos con el Señor.” (I Tesalonicenses
4:14-17).
Jesucristo
también enseñó que la resurrección de los santos ocurrirá cuando Él regrese a
la tierra: “Porque como la luz
del día, la cual sale del oriente y resplandece tan lejos como el
occidente, así será la venida del Hijo del hombre… Pero inmediatamente
después de la tribulación de aquellos días, el sol será oscurecido, y la luna
no dará su luz, y las estrellas caerán del cielo, y los poderes de los cielos
serán sacudidos. Y luego aparecerá la señal del Hijo de hombre en el cielo; y
entonces todas las tribus de la tierra lamentarán, y verán al Hijo de hombre
viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria. Y Él enviará a
Sus ángeles con el gran sonido de una trompeta, y ellos reunirán a Sus elegidos
desde los cuatro vientos [de
alrededor del mundo y los traerá arriba en el aire para reunirse con Cristo], desde un fin del cielo hasta el
otro.” (Mateo 24:27,
29-31).
Apocalipsis
15 muestra que los santos resucitados se reunirán con Jesucristo en el aire, en
las nubes, y se pararán sobre el Mar de Vidrio: “Luego vi otra señal en el cielo, grande y
sorprendente: siete ángeles teniendo las últimas siete plagas, porque en ellas
la ira de Dios es colmada. Y vi un mar de vidrio mezclado con fuego, y
aquellos que habían obtenido la victoria sobre la bestia, y sobre su imagen, y
sobre su marca, y sobre el número de su nombre, de pie sobre el mar de
vidrio, teniendo las liras de Dios. Y estaban cantando la canción de
Moisés, el siervo de Dios [simbolizando a los profetas justos y reyes que fueron
salvos], y la canción del
Cordero [simbolizando
a aquellos que fueron salvos desde la primera venida de Cristo hasta la
resurrección], diciendo, ‘Grandes
y asombrosas son Tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos
son Tus caminos, Rey de los santos. ¿Quién no Te temerá, Oh Señor, y
glorificará Tu nombre? Porque solo Tu eres santo; y todas las
naciones vendrán y adorarán delante de Ti, porque Tus juicios han sido
revelados.’ ”
(Apocalipsis 15:1-4).
Después del derramamiento de
las siete plagas y el juicio de Dios contra Babilonia la Grande (Apocalipsis
16,18), los santos glorificados regresarán con Jesucristo a la tierra: “Y vi el cielo abierto; y he aquí, un
caballo blanco; y Quien se sentó sobre el es llamado Fiel y Verdadero, y
en justicia Él juzga y hace guerra. Y Sus ojos eran como una llama de
fuego, y sobre Su cabeza habían muchas coronas; y tenía un nombre
escrito que nadie conoce excepto Él. Y estaba vestido con un vestido
sumergido en sangre; y Su nombre es La Palabra de Dios. Y los ejércitos
en el cielo [los fieles
resucitados que son levantados para reunirse con Cristo en el Mar de Vidrio] estaban siguiéndolo sobre caballos
blancos; y estaban vestidos en lino fino, blanco y puro [lo cual es la justicia de los
santos]. Y fuera de Su boca
sale una espada afilada, para que con ella pudiera herir a las naciones;
y las pastoreará con una vara de hierro; y Él
pisa el lagar de la furia y la ira del Dios Todopoderoso. Y sobre Su
vestido y sobre Su muslo tiene un nombre escrito: Rey de reyes y Señor de
señores. Luego vi un ángel de pie en el sol; que gritó con una fuerte voz,
diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo, “Vengan y júntense a
la cena del gran Dios para que puedan comer la carne de reyes, y la carne
de capitanes jefes, y la carne de hombres poderosos, y la
carne de caballos, y de aquellos que se sientan sobre ellos, y la carne
de todos, libres y esclavos, y pequeños y grandes.” Y vi a la bestia y a
los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para hacer guerra
contra Quien se sienta sobre el caballo, y contra Su ejército. Y la bestia fue
tomada, y con él el falso profeta quien obraba milagros en su presencia, por
los cuales había engañado a aquellos que recibieron la marca de la
bestia y a aquellos que adoraron su imagen. Aquellos dos fueron echados
vivos dentro del lago de fuego, el cual quema con azufre; y el resto fue muerto
por la espada de Quien se sienta sobre el caballo, la misma espada que
sale de Su boca; y todas las aves fueron llenas con sus carnes.” (Apocalipsis 19:11-21).
Con la destrucción de la
bestia y el falso profeta y sus enemigos, Jesucristo, Rey de reyes y Señor de
señores, regresará a la tierra con gran poder y gloria. En ese día, Él colocará
una vez más Sus pies sobre el Monte de los Olivos desde donde ascendió al cielo
cuando los apóstoles miraban, hace casi 2.000 años: “Y después de decir estas cosas, mientras
estaban mirándolo, fue levantado, y una nube Lo recibió fuera de su vista.
Luego mientras estaban mirando fijamente hacia el cielo como Él estaba
subiendo, de repente dos hombres en vestidos blancos se pararon junto a ellos,
quienes también dijeron, ‘Ustedes hombres
de Galilea, ¿Porque están parados aquí mirando hacia el cielo? Este mismo
Jesús, Quien fue levantado de ustedes al cielo, vendrá exactamente en la misma
manera como ustedes lo han visto ir al cielo.’ Luego ellos regresaron a
Jerusalén desde la montaña llamada el Monte de los Olivos, la cual está
cerca de Jerusalén, siendo más o menos la distancia de un viaje de
Reposo.” (Hechos 1:9-12).
Exactamente
como Jesús ascendió al cielo desde el Monte de los Olivos, el profeta Zacarías
predijo que Él descendería del cielo con todos los santos para guerrear contra
todas las naciones reunidas en Jerusalén: “He aquí, el día del SEÑOR viene, y su botín será dividido en medio
de ustedes, ‘Porque Yo reuniré a todas las naciones para luchar contra
Jerusalén; y la ciudad será tomada, y las casas saqueadas, y las mujeres
violadas. Y mitad de la ciudad irá al exilio, y el resto de la gente no será
cortada de la ciudad.’ Y el SEÑOR saldrá y peleará contra aquellas naciones,
como cuando Él peleó en el día de batalla. Y Sus pies se pararán en ese día
sobre el Monte de los Olivos el cual está delante de Jerusalén al
oriente, y el Monte de los Olivos se partirá en dos, desde el oriente y hasta
el occidente, y se hará un valle muy grande. Y la mitad de la montaña se moverá
hacia el norte, y la mitad de ella hacia el sur. ‘Y ustedes huirán al valle de
Mis montañas; porque el valle de las montañas alcanzará a Azal. Y huirán como
huyeron desde antes del terremoto en los días de Uzías rey de Judá.’ Y el
SEÑOR mi Dios vendrá, y todos los santos Contigo. Y sucederá en ese día, que
la luz no será ni clara, ni oscura. Y será un día el cual será conocido
del SEÑOR, ni día ni noche; sino sucederá que en tiempo nocturno estará
iluminado. Y será en ese día, que aguas vivas saldrán de Jerusalén; la
mitad de ellas irán hacia el mar oriental, y la mitad de ellas hacia el
mar occidental. En verano y en invierno será. Y el SEÑOR será Rey sobre toda
la tierra; en ese día habrá un SEÑOR, y Su nombre será uno.” (Zacarías 14:1-9).
En resumen, toda la
evidencia escritural presentada claramente revela que uno no “nace de nuevo,
nace del Espíritu” sino hasta la resurrección al regreso de Jesucristo. Nacer
de nuevo no tiene nada que ver con el bautismo o la conversión. Cuando uno haya
nacido de nuevo, será un ser espiritual—compuesto de espíritu. Los santos
resucitados heredarán la gloria de Jesucristo, Quien transformará sus cuerpos
para ser como Su cuerpo glorificado: “Pero para nosotros, la mancomunidad de Dios existe en
los cielos, desde donde también estamos esperando al Salvador, el
Señor Jesucristo; Quien transformará nuestros viles cuerpos, para que puedan
ser conformados a Su glorioso cuerpo, de acuerdo al trabajo interno de Su
propio poder, por el cual Él es capaz de someter todas las cosas a Si
mismo.” (Filipenses
3:20-21).
Este es el verdadero
significado de “nacer de nuevo.”