Génesis 

  Éxodo 

  Levítico 

  Números 

  Deuteronomio 

  Josué 

  Jueces 

  I Samuel 

  II Samuel 

  I Reyes 

  II Reyes 

  Isaías 

  Jeremías 

  Ezequiel 

  Oseas 

  Joel 

  Amós 

  Abdías 

  Jonás 

  Miqueas 

  Nahúm 

  Habacuc

  Sofonías 

  Hageo 

  Zacarías 

  Malaquías 

  Salmos 

  Proverbios 

  Job 

  Cantos de Salomón

  Rut 

  Lamentaciones

  Eclesiastés 

  Ester 

  Daniel 

  Esdras 

  Nehemías 

  I Crónicas 

  II Crónicas 

Volver a Salmos


Salmo 139

Al jefe músico.

Un Salmo de David.

1. Oh SEÑOR, Tú me has examinado y me has conocido.

2. Tú conoces mi sentar y mi levantar; entiendes mis pensamientos desde lejos.

3. Tu mides mi andar y mi acostar, y estas familiarizado con todos mis caminos.

4. Porque no hay una palabra en mi lengua, pero, he aquí, Oh SEÑOR, Tú la sabes completamente.

5. Me has encerrado detrás y en frente, y pusiste Tu mano sobre mí.

6. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; es alto, no puedo alcanzarlo.

7.  ¿A dónde me iré de Tu Espíritu? ¿O a dónde huiré de Tu presencia?

8. Si subo al cielo; allá estás Tú; si hago mi cama en la tumba, he aquí, allá estás Tú.

9. Si tomo las alas de la mañana y vivo en las partes más lejanas del mar,

10. Incluso allá Tu mano me guiará, y Tu diestra me sostendrá.

11. Si digo, “Ciertamente la oscuridad me cubrirá, y la luz a mi alrededor será noche;”

12. Incluso la oscuridad no se esconde de Ti, sino la noche brilla como el día; como es la oscuridad, así es la luz para Ti,

13. Porque has poseído mis riñones; me has tejido en el vientre de mi madre.

14. Te alabaré, porque soy creado maravillosa y asombrosamente; Tus obras son maravillosas y mi alma lo sabe muy bien.

15. No Te fue escondida mi sustancia cuando fui hecho en secreto e intrincadamente formado en las partes más profundas de la tierra.

16. Tus ojos sí vieron mi sustancia, incluso estando sin forma; y en Tu libro fueron escritos todos mis miembros, los cuales fueron formados en continuidad, cuando aún no había ninguno de ellos.

17. ¡Cuán preciosos son también Tus pensamientos para mí, Oh Dios! ¡Cuán grande es la suma de ellos!

18. Si los contare, son más que la arena; cuando despierto, todavía estoy contigo.

19. Ciertamente Tú matarás a los malvados, Oh Dios; por tanto ustedes hombres sanguinarios, apártense de mí,

20. Porque hablan contra Ti malvadamente y Tus enemigos toman Tu nombre en vano.

21. Oh SEÑOR, ¿no odio a aquellos quienes Te odian? ¿Y no estoy dolido con aquellos quienes se levantan contra Ti?

22. Los odio con odio perfecto; los cuento como mis enemigos.

23. Examíname, Oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame, y conoce mis pensamientos,

24. Y mira si hay algún camino malvado en mí; y guíame en el camino eterno.

 

Volver a Salmos
 
Para frases, use comillas
  Mateo 

  Marcos 

  Lucas 

  Juan 

  Hechos 

  Santiago 

  I Pedro 

  II Pedro 

  I Juan  

  II Juan 

  III Juan 

  Judas 

  Romanos 

  I Corintios 

  II Corintios 

  Gálatas 

  Efesios 

  Filipenses 

  Colosenses 

  I Tesalonicenses 

  II Tesalonicenses 

  Hebreos 

  I Timoteo 

  II Timoteo 

  Tito 

  Filemón 

  Apocalipsis 

© 2024 www.laVerdaddeDios.org Derechos Reservados