Génesis 

  Éxodo 

  Levítico 

  Números 

  Deuteronomio 

  Josué 

  Jueces 

  I Samuel 

  II Samuel 

  I Reyes 

  II Reyes 

  Isaías 

  Jeremías 

  Ezequiel 

  Oseas 

  Joel 

  Amós 

  Abdías 

  Jonás 

  Miqueas 

  Nahúm 

  Habacuc

  Sofonías 

  Hageo 

  Zacarías 

  Malaquías 

  Salmos 

  Proverbios 

  Job 

  Cantos de Salomón

  Rut 

  Lamentaciones

  Eclesiastés 

  Ester 

  Daniel 

  Esdras 

  Nehemías 

  I Crónicas 

  II Crónicas 

Volver a II Corintios


II Corintios 3

1. ¿Comenzamos otra vez a elogiarnos a nosotros mismos? ¿O necesitamos, como algunos, epístolas de elogio a ustedes, o epístolas de elogio de ustedes?

2. Ustedes son nuestra epístola, y está inscrita en nuestros corazones, siendo conocida y leída por todos los hombres.

3. Porque es manifiesto que son epístola de Cristo, ministrada por nosotros; ustedes no fueron escritos con bolígrafo y tinta, sino con el Espíritu del Dios viviente; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.

4. Ahora, tenemos esta confianza por medio de Cristo hacia Dios;

5. No que seamos competentes por nosotros mismos, o acreditando algo a nuestras propias habilidades: antes bien, nuestra competencia viene de Dios;

6. Quien también nos hizo competentes como ministros del Nuevo Pacto; no de la letra, sino del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida.

7. Ahora, si el ministerio de muerte, el cual fue grabado en piedras, vino a ser con gloria, para que los hijos de Israel no fueran capaces de mirar fijamente a la cara de Moisés a causa de la gloria de su cara, tal gloria está siendo colocada a un lado;

8. ¿No será el ministerio del Espíritu mucho más glorioso?

9. Porque si había gloria en el ministerio de condenación, el ministerio de justicia reboza con gloria a un grado mucho mayor.

10. E inclusive el ministerio de condenación, el cual tenía gloria, no era glorioso en este respecto, debido a la excelsa gloria del ministerio de vida.

11. Porque si eso lo cual está siendo colocado a un lado llegó a ser a través de gloria, eso que permanece es glorioso a un grado mucho mayor.

12. Ahora entonces, porque tenemos tal esperanza, usamos gran sencillez de palabra;

13. Porque no somos como Moisés, quien puso un velo sobre su rostro, para que los hijos de Israel no pudieran mirar hasta el fin sobre la gloria que ahora está siendo colocada a un lado.

14. Pero sus mentes fueron cegadas; porque hasta la hora presente el mismo velo no ha sido removido, sino permanece a la lectura del Antiguo Pacto; cuyo velo es removido en Cristo.

15. Porque hasta este día, cuando Moisés es leído, el velo yace sobre sus corazones.

16. Pero cuando sus corazones se vuelvan al Señor, el velo es quitado.

17. Ahora, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad.

18. Pero todos nosotros, con caras descubiertas contemplando la gloria del Señor como en un espejo, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria a gloria, incluso como por el Espíritu del Señor.

 

Volver a II Corintios
 
Para frases, use comillas
  Mateo 

  Marcos 

  Lucas 

  Juan 

  Hechos 

  Santiago 

  I Pedro 

  II Pedro 

  I Juan  

  II Juan 

  III Juan 

  Judas 

  Romanos 

  I Corintios 

  II Corintios 

  Gálatas 

  Efesios 

  Filipenses 

  Colosenses 

  I Tesalonicenses 

  II Tesalonicenses 

  Hebreos 

  I Timoteo 

  II Timoteo 

  Tito 

  Filemón 

  Apocalipsis 

© 2024 www.laVerdaddeDios.org Derechos Reservados