Génesis 

  Éxodo 

  Levítico 

  Números 

  Deuteronomio 

  Josué 

  Jueces 

  I Samuel 

  II Samuel 

  I Reyes 

  II Reyes 

  Isaías 

  Jeremías 

  Ezequiel 

  Oseas 

  Joel 

  Amós 

  Abdías 

  Jonás 

  Miqueas 

  Nahúm 

  Habacuc

  Sofonías 

  Hageo 

  Zacarías 

  Malaquías 

  Salmos 

  Proverbios 

  Job 

  Cantos de Salomón

  Rut 

  Lamentaciones

  Eclesiastés 

  Ester 

  Daniel 

  Esdras 

  Nehemías 

  I Crónicas 

  II Crónicas 

Volver a II Corintios


II Corintios 5

1. Porque sabemos que si nuestra casa terrenal de este tabernáculo es destruida, tenemos un edificio de Dios, una casa no hecha con manos humanas, eterna en los cielos.

2. Porque en esto verdaderamente estamos gimiendo, anhelando ser vestidos con nuestra vivienda del cielo;

3. Si ciertamente siendo vestidos, no podamos ser encontrados desnudos.

4. Porque nosotros que estamos en este tabernáculo sí gemimos verdaderamente, siendo cargados; no que deseemos ser desvestidos, sino ser revestidos para que la carne mortal pueda ser tragada por vida.

5. Ahora, Quien está trabajando esta mismísima cosa para nosotros es Dios, Quien también nos ha dado las arras del Espíritu.

6. Por tanto, estemos siempre confiados, sabiendo que mientras estemos en casa en este cuerpo, estamos lejos de nuestro hogar eterno, el cual viene del Señor.

7. (Porque caminamos por fe, no por vista).

8. Estamos confiados, y estamos dispuestos a estar lejos de este hogar (es decir, fuera de este cuerpo) y a cambio estar en casa con el Señor.

9. Por causa de esto, también estamos trabajando para que, ya sea presentes o ausentes, podamos ser bien agradables a Él.

10. Porque todos debemos aparecer delante de la silla de juicio de Cristo para que cada uno pueda recibir de acuerdo a las cosas hechas estando en su cuerpo—lo que ha practicado, ya sea bueno o malo.

11. Así entonces, porque conocemos el temor del Señor, estamos persuadiendo a hombres; pero somos conocidos completamente por Dios, y espero también seamos completamente conocidos en sus conciencias.

12. Porque no estamos elogiándonos nosotros mismos nuevamente a ustedes, sino estamos dándoles una ocasión de jactarse en nombre nuestro, para que puedan tener algo que responder a aquellos quienes se están jactando en apariencia física, y no en el corazón.

13. Pero si estamos jubilosos, es para Dios; o si somos serios, es para ustedes;

14. Porque el amor de Cristo nos impulsa, porque hemos concluido así que si uno murió por todos, entonces todos murieron.

15. Y Él murió por todos de modo que aquellos que viven no deberían vivir más para sí mismos, sino para Él Quien murió por ellos y fue levantado nuevamente.

16. Así entonces, de ahora en adelante no conocemos ningún hombre de acuerdo a la carne; pero incluso si hemos conocido a Cristo en la carne, aún ahora no lo conocemos más como corresponde.

17. Por tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación; las cosas viejas han pasado; he aquí, todas las cosas han llegado a ser nuevas.

18. Y todas las cosas son de Dios, Quien nos ha reconciliado para Sí mismo a través de Jesucristo, y nos ha dado el ministerio de reconciliación;

19. El cual es, que Dios estuvo en Cristo, reconciliando al mundo para Sí mismo, no imputándoles sus transgresiones; y nos ha confiado este mensaje de reconciliación.

20. Por tanto, somos embajadores para Cristo; y Dios, por así decirlo, está exhortándolos a través de nosotros. Les rogamos en nombre de Cristo, “Estén reconciliados para Dios.”

21. Porque Él hizo a Quien no conoció pecado ser pecado por nosotros, para que pudiéramos llegar a ser la justicia de Dios en Él.

 

Volver a II Corintios
 
Para frases, use comillas
  Mateo 

  Marcos 

  Lucas 

  Juan 

  Hechos 

  Santiago 

  I Pedro 

  II Pedro 

  I Juan  

  II Juan 

  III Juan 

  Judas 

  Romanos 

  I Corintios 

  II Corintios 

  Gálatas 

  Efesios 

  Filipenses 

  Colosenses 

  I Tesalonicenses 

  II Tesalonicenses 

  Hebreos 

  I Timoteo 

  II Timoteo 

  Tito 

  Filemón 

  Apocalipsis 

© 2024 www.laVerdaddeDios.org Derechos Reservados